Cadáver exquisito

6 dic. 2008 - la historia de una de las instituciones culturales más destacadas de la ... producto también de la frivolidad y la depresión del comienzo del.
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SUMARIO | EDITORIAL "ÛPt/ñNFSP Sábado 6 de diciembre de 2008 Buenos Aires, Argentina

Cadáver exquisito Jack Kerouac y William Burroughs se inspiraron en un asesinato, en 1944, para escribir a cuatro manos Y los hipopótamos fueron hervidos en sus tanques. La narración permaneció inédita hasta ahora. Ofrecemos una crónica de esa colaboración y un fragmento de la novela. Por John Walsh

páginas 4 a 9

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EL TESORO DE AMIGOS DEL ARTE El Malba expone pinturas, fotografías, ediciones y manuscritos que recrean la historia de una de las instituciones culturales más destacadas de la Argentina en la primera mitad del siglo XX

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POR ERNESTO SCHOO

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CRÍTICA DE LIBROS Heiner Müller, Petros Márkaris, Claire Keegan, Félix Bruzzone y Jorge Aulicino

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“KIRCHNER, UNA VIDA” A modo de anticipo, se publica este relato que integra la colección de cuentos Vagón fumador (Eterna Cadencia), de distintos autores

POR JOHN GRAY

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STEINAR RAKNES El contrabajista noruego, junto con su cuarteto, presentará en Buenos Aires su CD Tangos, Ballads & More, un ejemplo de los caminos distintos que el ritmo porteño ha tomado en otras latitudes

PEÑA ELÉCTRICA Movimiento musical que combina el folklore con el rock, cuyos principales integrantes actuarán mañana en CIudad Cultural Konex POR LEONARDO TARIFEÑO

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POR DANIEL LINK

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PROBLEMAS DEL CONOCIMIENTO En este fragmento de Tecnología, progreso y el impacto humano sobre la Tierra (Katz), el pensador británico reflexiona desde el punto de vista ético sobre los efectos peligrosos del avance científico y cómo atenuarlos

HEREDEROS DE DUCHAMP Dos creativos británicos, de visita en Buenos Aires para la reapertura de Proa, hablan del efecto de las concepciones del artista francés sobre el diseño actual POR ALICIA DE ARTEAGA

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AGENDA

POR HÉCTOR M. GUYOT

STAFF Director: #BSUPMPNÆ.JUSFtSubdirector: 'FSO¹O4BHVJFSt Secretario general de Redacción: )ÆDUPS%"NJDPtProsecretarios generales de Redacción: Ana D’Onofrio y Carlos Reymundo Roberts tDirector de adncultura: +PSHF'FSO¹OEF[%ÌB[tDirector de Arte: $BSMPT(VZPUtJefe de Redacción: )VHP#FDDBDFDFtEditora: 7FSÛOJDB$IJBSBWBMMJtSubeditores: Pedro B. Rey, Héctor M. (VZPUZ-FPOBSEP5BSJGFÚPtEditora de Artes Visuales: "MJDJBEF"SUFBHBtEditora de arte: Silvana 4FHðt Editor fotográfico: 3BGBFM$BMWJÚPtRedacción: Raquel Loiza, Pablo Gianera, Natalia Blanc, $FMJOB$IBUSVDZ.BSUÌO-PKPtCorresponsales: Luisa Corradini (Francia), Hugo Alconada Mon (EE. 66

&MJTBCFUUB1JRVÆ *UBMJB Z4JMWJB1JTBOJ &TQBÚB tadncultura.com: -VJT.PSFJSP %BOJFM"NJBOPt Diseño gráfico:)FSO¹OEFMB'VFOUFtCorrección: 4VTBOB("SUBMZ%BOJFM(JHFOBtGerente comercial: Gervasio Marques Peña

2 | adn | Sábado 6 de diciembre de 2008

POR JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ Director de adnCULTURA [email protected]

Almorzando con Burroughs y Kerouac

M

uy de vez en cuando la verdadera historia de cómo se escribió una novela resulta aun más interesante que la novela misma. Quizás éste sea el caso de Y los hipopótamos fueron hervidos en sus tanques, un libro mítico que permaneció perdido durante más de sesenta años, que transcribe un crimen pasional ocurrido en Nueva York y que fue escrito a cuatro manos por dos de los escritores más importantes de la literatura occidental del siglo pasado: William Burroughs y Jack Kerouac. Esos narradores pertenecen a la llamada “generación beat”, que compartieron con el poeta Allen Ginsberg y otras figuras que expresaban la cultura juvenil de posguerra, la rebeldía y la liberación sexual y espiritual, el orientalismo y el ateísmo, y también la tolerancia y psicodelia como búsqueda de la conciencia, valores que luego influirían en la sociedad de masas y que revolucionarían el mundo hacia los años 60 y 70. La generación beat era entonces continuidad y ruptura de otra generación literaria: la generación del jazz, que en los lujosos y alocados años 20 habían encarnado, entre otros, Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway. Ambas fueron denominadas “generaciones perdidas”. La generación del jazz se hundía en el alcohol; la generación de los beats se hundía en heroína y anfetaminas. Las dos eran producto también de la frivolidad y la depresión del comienzo del siglo XX, y luego del puritanismo conservador del “American Way of Life”. Esas corrientes o modas literarias fueron arrasadas, en su momento, por los vientos de la historia mundial. Pero allí quedaron en pie varios libros extraordinarios. En el camino, que Kerouac

publicó en 1957, y El almuerzo desnudo, que Burroughs escribió en Tánger dos años después, son dos de las obras cumbre de ese movimiento. Kerouac y Burroughs formaban parte en 1944 de un grupo de conflictuados aspirantes a poetas y novelistas, cuando uno de sus amigos apuñaló a otro que intentaba seducirlo. Fue en Upper West Side y el asesino, que no tenía más de 19 años, metió piedras en los bolsillos del cadáver y lo arrojó al río Hudson. Kerouac lo ayudó a pasar la tarde y a deshacerse del arma homicida, pero el chico se presentó a la policía y confesó todo. Estuvo preso cinco años. Kerouac se salvó por un pelo. A pesar de que le prometieron al amigo preso, ansioso por borrar el pasado y construirse una nueva vida, que no publicarían nada del caso, Burroughs y Kerouac no pudieron con su genio y escribieron a dúo esa novela, que apenas disimulaba con nombres ficticios los detalles de un escándalo que el propio Truman Capote siguió de cerca con morbosa curiosidad. Luego los editores dudaron de publicarla y los escritores la fueron olvidando, ensimismados en sus vidas y en sus propias obras. Recién ahora, cuando todos los protagonistas están muertos, conoce la luz, gracias a un periodista, Y los hipopótamos fueron hervidos en sus tanques. Me dicen que el resultado de aquella colaboración es, efectivamente, inferior a su leyenda. Pero hay varias curiosidades: el asesinato, el mito de la novela perdida, la extraña colaboración entre dos escritores de gran ego y el contexto de una época en la que cambió la conciencia humana. Un almuerzo apetitoso que no podíamos dejar de servir.