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Cádiz, 11 de enero de 2013
SAN JUAN DE ÁVILA APÓSTOL DE ANDALUCÍA El 7 de octubre de 2012 su Santidad Benedicto XVI declaró solemnemente el Doctorado de San Juan de Ávila. Era un acontecimiento vivido desde siempre y esperado en su declaración oficial. El clero español se honra de tener a uno de los suyos en tan alta consideración y es noticia ahora para todos nosotros su vida y su obra ya que sus restos estarán en nuestra Diócesis para su veneración. Juan de Ávila Gijón nació el 6 de enero de 1500 en el seno de una familia acomodada, lo que le permitió estudiar Artes y Teología en Alcalá de Henares entre 1520 y 1526. Allí fue alumno de Soto y tuvo amistad con Pedro Guerrero, que sería Arzobispo de Granada, quizás incluso conoció a San Ignacio de Loyola. Se ordenó sacerdote en 1526 y vende los bienes que había heredado de sus padres los reparte a los pobres y comienza lo que será su vida: La evangelización. De pueblo en pueblo llega a Sevilla, puerta de las Américas, y decide ir a evangelizar a Nueva España. El Arzobispo de Sevilla, Alonso de Manrique, después de oírle predicar un sermón en la Iglesia del Salvador el día de Santa María Magdalena le ordena que abandone la idea de irse a América y que evangelizase Andalucía. Fue un buen predicador, incansable de autentico celo apostólico. Muchos pueblos guardan la gloriosa memoria de su paso por sus púlpitos. Es celebre su sermón el día de San Sebastián en el albaicín de Granada donde tuvo un oyente de excepción, que por aquellos años estaba cambiando su vida: Juan de Dios, conmocionado por las palabras del predicador bajó del Albaicín gritando conversión y entregando su vida a los desfavorecidos de Granada. Será más tarde uno de sus discípulos predilectos. Su ascendencia como buen predicador le granjea envidias que lo denunciarán a la Inquisición sevillana (cinco acusadores contra cincuenta y cinco a su favor). En la cárcel sevillana escribirá uno de sus libros más famoso: el Audi filia. Pronto marcha a Córdoba donde, amigo del obispo Álvarez de Toledo conoce a Fray Luis de Granada, su primer biógrafo. Los santos se tratan y se atraen. Por su vida pasarán San Francisco de Borja, Juan de Dios… y será fuente de inspiración doctrinal para Carlos Borromeo, Pierre de Berulle, Alonso Rodríguez, Francisco de Sales, Alfonso María de Ligorio, Antonio María de Claret,… sin duda un apóstol maestro de apóstoles. En 1535 marcha a Córdoba llamado por el obispo Alvarez de Toledo. Organiza su plan evangelizador por las Sierras de Córdoba, consigue sonoras conversiones. Dominaba la oratoria, era culto y sobre todo su ardor evangelizador sonaba autentico, abrasaba las entrañas de los oyentes. Fundó numerosos seminarios y colegios animó a la creación de la Compañía de Jesús del que fue un enamorado hasta su muerte acaecida en 1569 en Montilla donde tienen la suerte de tener su sepulcro glorioso.
Su doctorado, bien merecido por sus muchos libros, sermones y trabajos entre otros, para el Concilio de Trento y Sínodos diocesanos, se suma al de sus contemporáneos Juan de la Cruz y Teresa de Jesús. Beatificado el 4 de abril de 1869 por León XIII, Canonizado el 31 de mayo de 1970 por Pablo VI y declarado doctor de la Iglesia el 7 de octubre de 2012. Su ejemplo de buen evangelizador y su memoria perduran en el clero andaluz y ojalá la presencia de sus restos aviven de nuevo su doctrina y su celo por Jesús en nuestra Diócesis de Cádiz y Ceuta. Fundador e Influyente en el Concilio Funda varios colegios menores y mayores para la formación de niños y jóvenes, en especial los que se preparaban para el sacerdocio. Funda también un colegio en Baeza que llegaría a convertirse en una floreciente universidad. Su gran obra intelectual, los Estudios de Baeza, son aprobados por la Santa Sede. La Teología ocupará el más alto lugar atrayendo el mayor número de alumnos. No puede acudir al Concilio de Trento como acompañante del Arzobispo de Granada a causa de sus enfermedades, pero escribe dos importantes Memoriales que influyen en los documentos conciliares. Fama de santidad Muere en Montilla, con gran fama de santidad, sosteniendo entre sus manos un Crucifijo. El día anterior recibió el Viático y la Extremaunción. Fue beatificado por el Papa León XIII en 1984. Pío XII, en 1946, le declara Patrono del Clero Secular de España. En 1970, Pablo VI lo canoniza y el 7 de Octubre del 2012, Benedicto XVI lo ha declarado Doctor de la Iglesia. ¿Qué significa ser Doctor de la Iglesia? Doctor de la Iglesia Universal es el título que el Papa otorga oficialmente a algunos santos para proponerlos a los fieles de todos los tiempos como eminentes maestros de la fe. El punto decisivo para que un santo sea proclamado Doctor de la Iglesia es que su doctrina haya sido declarada eminente, que haya gozado de un particular carisma de sabiduría, dado por el Espíritu Santo para el bien de la Iglesia, comprobado y ratificado por la influencia benéfica en el pueblo de Dios. Un Maestro, un Doctor de la Iglesia es, pues, quien ha estudiado y contemplado con singular clarividencia los misterios más profundos de la fe y es capaz de exponerlos a los fieles de modo que les sirvan de guía en su formación y en su vida espiritual. En san Juan de Ávila se dan de forma preclara estas características. En sus discípulos dejó una profunda huella por su amor al sacerdocio y su entrega total y desinteresada al servicio de la Iglesia. Centrado en lo que él llamaba “el beneficio de Cristo”, podemos calificarlo como el Doctor del amor de Dios a los hombre en Cristo Jesús; el maestro y el místico del beneficio de la redención. Fue Maestro y testigo de vida cristiana, contemporáneo de un buen número de santos que encontraron en él amistad, consejo y acompañamiento espiritual, como, por ejemplo, san Ignacio de Loyola, san Juan de Dios, san Francisco de Borja, san Juan de Ribera, san Juan de la Cruz, san Pedro de Alcántara, santo Tomás de Villanueva o la misma santa Teresa de Jesús. Conscientes de la calidad de su enseñanza y del vigor de su testimonio, a partir de 1970, fecha en la que fue canonizado, comenzó a plantearse la posibilidad del doctorado, que la Conferencia Episcopal solicitó formalmente en 1990. A esta primera súplica siguieron las de 1995 y 1999, ya en el entorno del V centenario de su nacimiento. Actualizados mientras tanto los criterios para afirmar la eminens doctrina que se requiere a los candidatos al título de Doctor y estudiadas sus obras, en 2002 fueron reconocidos esos méritos al Maestro Ávila. Concluidos después los demás trabajos requeridos, el 12 de marzo 2010 se presentó al papa Benedicto XVI la definitiva súplica del doctorado y el 10 de abril quedó entregada en la Congregación de las Causas de los Santos la correspondiente Ponencia (Positio). El 18 de diciembre del mismo año 2010 fue estudiada esta Ponencia por el Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos
de dicha Congregación, emitiendo un voto unánimemente afirmativo a favor del doctorado. Confirmaron este voto, también de modo unánime, los cardenales y obispos miembros de la Congregación reunidos en Sesión Plenaria el 3 de mayo de 2011. Benedicto XVI anunció su doctorado en la Catedral de la Almudena, de Madrid, al finalizar la Eucaristía con los seminaristas, en el contexto de la Jornada Mundial de la Juventud 2011. San Juan de Ávila será el cuarto doctor de la Iglesia español. Ya lo son: san Isidoro de Sevilla, san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús. El 7 de octubre, junto al Maestro Ávila, Benedicto XVI, proclamó Doctora de la Iglesia universal a la monja benedictina, de origen alemán, Hildegarda de Bingen. Con ellos dos, el número total de doctores de la Iglesia es de 35. Maestro de maestros La influencia del “Maestro” Ávila ha traspasado con fuerza los límites de su entorno y de su tiempo. San Ignacio de Loyola San Ignacio deseaba que el Maestro hubiera entrado en la compañía e Jesús: “Quisiera el santo maestro Ávila venirse con nosotros, que a hombros le trajéramos, como el Arca del Testamento, por ser el Archivo de la Sagrada Escritura que si esta se perdiere, él solo la restituiría a la Iglesia”. Santa Teresa de Jesús A la muerte del Maestro, exclamó la santa: “ Lo que me da pena es que pierde la Iglesia de Dios una gran columna y muchas almas un grande amparo, que tenían en él , que la mía, aún con estar tan lejos, le tenía por esta causa obligación”. San Antonio María Claret Le consideraba un modelo de celo apostólico: “Juan de Ávila ni de día ni de noche pensaba en otra cosa que en extender la gloria de dios con la reformación de las costumbres y la conversión de los pecadores”.. Pío XII “…Nos expuso reverentemente que tanto el clero como los fieles de España honraban con encendida veneración al beato Juan de Ávila, y que en el Concilio provincial celebrado en la ciudad de Granada en el año 1944 los Obispos de dicha provincia Eclesiástica, como asimismo todos los demás convocados, impelidos por un extraordinario deseo de promover con una mayor eficacia la santidad y la cultura sacerdotal, habían constituido con unánime parecer al beato Juan de Ávila , ilustre dechado de todos los clérigos, para que fomentara su culto, aprendieran sus enseñanzas y caminaran sobre sus huellas”. Juan XXIII Con él se inició el proceso de canonización de Juan de Ávila “conozco perfectamente la figura de Juan de Ávila y he leído sus obras”, afirmó cuando se le planteó la posibilidad de canonización. Al morir Juan XXIII en 1963, Pablo VI continuó el proceso ya iniciado que culminó con la canonización en 1970. Pablo VI El Papa Pablo VI, en la Bula de canonización del Beato Juan de Ávila, el 31 de mayo de 1970, decía:“Juan fue el amigo y padre en Cristo de muchos hombres de toda condición, nobles y humildes, sacerdotes y seglares: ellos fueron el consuelo de sus trabajos, obras y penas. Al mismo tiempo le unía estrechísima amistad con los santos: Juan de Dios, Francisco de Borja, Pedro de Alcántara, Ignacio de Loyola, Juan de Ribera, Tomás de Villanueva, Teresa de Jesús. Entre ellos gozó de gran estima, en especial Teresa de Jesús, que lloró muchísimo su muerte”. Juan Pablo II En una homilía de ordenación de 37 nuevos sacerdotes: “¿cómo no ha de sentirse todo sacerdote llamado a la intimidad con el Señor en la oración? En efecto, la oración es un elemento esencial en la vida y en la actividad pastoral del presbítero. “Oh, qué gran negocio es incensar y ofrecer este sacrifico, y andar estas cosas juntas. Porque para hacerse bien y ser valerosas no se ha de apartar una de otro! El incensar es orar y aquel ha de tener por oficio el orar que tiene por oficio el sacrificar, pues es medianero ente Dios y los hombres, para pedirle misericordia; y no a secas, sino ofreciéndole el don que amansa la ira, que es Cristo nuestro Señor (Pláticas espirituales, 2)” .