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espectáculos
| Miércoles 17 de septieMbre de 2014
Bellati, Álvarez, Peterson, Urtizberea y Lopilato, chicas al sol
buena vista
Buscando el paraíso desde las terrazas de la ciudad
las insoladas. Viajes, cuotas y bronceado,
los años noventa según la mirada femenina
Viene de tapa
“El guión me llamó mucho la atención. Me pareció una idea muy original que todo suceda en una misma locación, que seamos seis actrices. Había algo novedoso. También me atrae mucho el mundo femenino y me interesan los hombres que pueden retratar bien ese mundo, como Manuel Puig o Woody Allen. Por eso, que la película esté escrita y dirigida por un hombre me parecía un plus”, dice Violeta Urtizberea al hablar de sus motivaciones para sumarse al proyecto. Elisa Carricajo agrega: “La película toca muchos universos que me interesaban: lo femenino, el verano, la intimidad entre mujeres, los años noventa. Yo era adolescente en esa década y de hecho viajé a Cuba en esos años. Muchas de las referencias que están también es-
taban en un lugar nostálgico mío”. Para Luisana Lopilato, la experiencia forma parte de una nueva etapa en su carrera, que la acerca mucho más al cine que a la pantalla chica: “Me gustó mucho el guión, Gustavo como director y por supuesto las actrices. Recién ahora estoy empezando a hacer cine y para mí era muy importante estar rodeada de buenas actrices”, dice Lopilato, que en febrero comenzará a filmar Los que aman odian, una película dirigida por Alejandro Maci en la que compartirá elenco con Leonardo Sbaraglia y Marilú Marini. Salsa y bronceado Fueron muchos los desafíos que implicó para las protagonistas el rodaje de Las insoladas. En principio, las largas horas al sol, en pleno verano
porteño, que requería el rodaje; luego, la exposición permanente de los cuerpos semidesnudos, aprender a bailar salsa en la modalidad ronda de casino y, por supuesto, la necesidad de lograr el exagerado bronceado noventoso que debían tener los personajes: “Un día nos mandaron a la cama solar. Nosotros dijimos: «¿qué? ¡Ni locas! ¡Nos vamos a morir!» Terminamos todas yendo y haciéndonos esa pintura para broncearse. Entrabas y estaban sopleteando a una. Casi ni nos conocíamos y de repente estabas en bombacha con una cofia parada durante media hora para que te sopleteen”, cuenta, entre risas, Carla Peterson. “Tuvimos un mes de preparación antes de empezar el rodaje. Y pasamos por todas las instancias: primero fue la timidez, después comenzamos a contarnos algunas inquietudes profesionales, luego nos metimos en el terreno más personal –recuerda Maricel Álvarez–. Y así fuimos forjando una amistad que era coyuntural, porque nos juntábamos para hacer una película, pero que formó los cimientos para que después en el set eso estallara… Este material tenía un color que yo no había transitado casi nunca en mi carrera. Y ese era mi desafío: ver si estaba a la altura de actrices que tienen una docilidad y una destreza para el humor y para la frescura que yo no me atrevía ni siquiera a soñar que era posible para mí.” Además de construir complicidad entre ellas, en este proyecto las ac-
trices pudieron plasmar algunas de sus vivencias personales, logrando identificarse con los interrogantes que propone el guión: “Aparece esta idea de que la cosa está en otro lado. A mí me pasa que, por ejemplo, con el tema de la actuación, me siento muy segura de esa elección. Nunca dudé. Es casi mi única certeza en la vida, pero quizás en el amor puedo llegar a tener la sensación esa de «está en otro lado»”, confiesa Urtizberea. “Yo me fui a vivir a España a los 18 decidida a dejar todo atrás. Estuve casi tres años buscando allá y la verdad es que volví y lo que buscaba lo encontré acá”, comparte Bellati. Chicas to the front Puede resultar una mera casualidad, pero llama la atención que el estreno de Las insoladas se da en el mismo año en el que Guapas, la tira sobre cinco mujeres en busca de amor y sentido, se consolida como una de las grandes ficciones del año y también en el mismo en el que Cate Blanchett, cuando recibió el Oscar a mejor actriz por su trabajo en Blue Jasmine, exhortó a productores y empresarios a prestar más atención a los films que ponían a las mujeres en el centro de la escena. “Creo que hacen falta más películas como la que nosotras hemos tenido la fortuna de hacer. Con historias de mujeres o sobre mujeres, o contadas desde lo femenino. Creo que más que un logro es una aspiración”, opina Álvarez. Por otro lado, Peterson, que integra además el quinteto protagónico
de Guapas, señala: “Las dos propuestas fueron creadas por hombres. Debe haber cierto interés, cierta búsqueda de los hombres de que las mujeres tengan este lugar. Pero lo que me pasa con el programa de televisión es muy distinto a lo que me pasa con la película. Porque en el programa son cinco mujeres, pero no habla sólo del universo de las mujeres. Los hombres también son protagonistas de la historia. Esta película, en cambio, habla de la relación de estas mujeres con el mundo”. Los prejuicios vencidos Quizá cueste encontrar un elenco que sea una representación más clara del eclecticismo como el que reunió Taretto, combinando, por ejemplo, a una de las figuras más populares del espectáculo local, como Luisana Lopilato, con una teatrista del off, como Elisa Carricajo (del colectivo Piel de Lava) o a una actriz de largo recorrido en teatro como Maricel Álvarez (que, vale recordar, fue convocada por Alejandro González Inárritu para un memorable rol en Biutiful). Pero esa decisión de superar algunos prejuicios que solía tener la comunidad artística (y quizás buena parte de la crítica), parece ser ahora una verdadera tendencia, tanto en el cine, como en la pantalla chica y en la escena teatral. Así lo afirma Marina Bellati, que protagoniza, en Timbre 4, la obra Breve ejercicio para sobrevivir, de Lautaro Perotti, mientras se prepara para interpretar a una mujer policía en
una nueva ficción de Pol-ka: “Creo que es algo que está sucediendo ya hace un tiempo. Varias de nosotras somos ejemplos de eso… A mí me pasó, hace bastante, cuando empecé a hacer televisión, que me sentí un poco juzgada o señalada como «transera», «cipaya», «vende patria» –dice riendo–. Y en realidad me encanta actuar y contar historias donde sea: en una fiesta de 15 o en una película que compite en el Festival de San Sebastián”. “Me parece que se apostó en la televisión y que ese mito de que la tele es berreta se está rompiendo”, agrega Urtizberea, que forma parte del elenco de Viudas e hijos del rock and roll, en televisión y de Las lágrimas, de Mariano Tenconi Blanco, en teatro. Por otro lado, Carla Peterson asegura que, más allá de las diferencias de recorrido, lo que importa a la hora de trabajar con un actor es sus ganas de afrontar el proyecto: “A esta altura no me importa tanto si es una gran actriz o el mejor comediante de teatro, sino la disposición para trabajar. Me importa más que lleguemos a horario, que tengamos alegría, predisposición”, dice. Con este crisol de talentos y posando la mirada sobre los polémicos años noventa, Las insoladas llegará a los cines mañana con la promesa de arrojar algunas preguntas sobre nuestras propias frustraciones y deseos, sobre esa musa escurridiza que es la felicidad y sobre esos paraísos que nos inventamos para seguir viviendo.ß
Esa inasible felicidad Cada una de las seis actrices confiesa su particular idea del “paraíso” en la tierra
Fotos: santiago Filipuzzi
Carla Peterson Ésta es una linda época para mí. Siento que estoy en el momento, en el tiempo y en el lugar. Y poder volver a mi casa, contar lo que me pasó hoy. Es grande el paraíso: de acá a plaza Italia.
Maricel Álvarez Para mí, la vida se despliega aquí y ahora, con un montón de cosas extraordinarias y dolorosas. Yo no me agarro de las definiciones de Paraíso/ no Paraíso. Pero soy muy agradecida de los afectos.
Violeta Urtizberea Yo encuentro en mi lugar de trabajo un espacio de mucho disfrute, pero también disfruto mucho del ocio, de estar con mis amigos, tomando un vino, comiendo un asado, charlando. Éxtasis puro.
Elisa Carricajo Se va moviendo la idea de paraíso. Hay momentos en los que añorás el ocio, los amigos. Este fue un año bastante feliz para mí. Creo que hay que aprender cuál es en cada momento la mejor forma de estar.
30 años de una grata sorpresa
jazzología. El ciclo creado y curado por Carlos Inzillo celebra sus tres décadas Sebastián Espósito LA NACION
“Sonny Rollins solía decir que el jazz es el sonido de la sorpresa”, cita Carlos Inzillo. Este melómano y fanático de Racing Club lleva 30 años sorprendiendo a propios y extraños con Jazzología, el ciclo que ideó en 1984 para que la música que ama aportara su granito de arena a la fervorosa, festiva y estimulante primavera alfonsinista. “Los 30 años que estamos cumpliendo son un milagro y equivalen a un campeonato de Racing”, dice entre risas el curador de Jazzología. Es que lo que empezó el 4 de septiembre de 1984 con un concierto del cuarteto del notable violinista chileno Hernán Oliva no es más ni menos que un milagro artístico. Un ciclo creado y contenido por un espacio oficial como es el Centro Cultural San Martín y sostenido en el tiempo más allá de las administraciones de turno. Durante todo este mes, el ciclo celebra su 30° aniversario con una se-
Carlos Inzillo, programador de Jazzología rie de veladas especiales, siempre en su día y horario habituales: los martes, a las 20.30. Los festejos empezaron el martes 9 con Vibratanghíssimo y siguieron ayer con la Porteña Jazz Band. El próximo martes se presentará Proyecto Probosci, y el 30 del actual, La Creole Jazz Band (ambos,
en la sala Enrique Muiño del Centro Cultural San Martín). Como siempre, la entrada será libre y gratuita. Jazzología nació a semanas de la primavera, cuando las propuestas culturales florecían como la incipiente democracia. Carlos Inzillo, quien ya ideaba el ciclo en su cabe-
mariana araujo
za, le planteó su iniciativa a Gabriel Torres, en ese momento director del Centro Cultural. “En medio de la explosión cultural que se veía por todos lados, con la gente con ganas de participar, pensé que faltaba un ciclo de jazz”, recuerda Inzillo. El martes, su ya histórico día, resultó
Marina Bellati Esto es un poco el paraíso. Este momento. Hablar tan amorosamente de un proyecto que fue tan hermoso de hacer. Para mí, esto tiene algo de paradisíaco.
el ideal. Se trataba –y sigue siéndolo– de un día de oferta musical escasa. El también histórico jefe de prensa del Centro Cultural San Martín y padre del periodista de Rolling Stone Argentina Humphrey Inzillo no tenía experiencia como programador de ciclos, pero sí contaba con años de militancia en espacios de melómanos como el Círculo Amigos del Jazz. “El primer mes lo tomamos como una prueba piloto y ya con el primer recital, con Hernán Oliva, nos salieron bien las cosas. Después vino Manuel Fraga Trío, y en ese mismo año inicial recibimos las primeras visitas del exterior. Logramos generar un intercambio con embajadas e instituciones culturales que aún hoy sigue siendo importante para traer al ciclo a músicos de Europa y de los Estados Unidos.” La casa del jazz local Para Inzillo, el jazz es una música “asociada con la libertad, y no es un detalle menor que los 30 años de Jazzología se hayan vivido en democracia. Cuando empezamos, convocamos a gente amiga, como Fats Fernández, Jorge Navarro, Hugo Pierre y Walter Malosetti; con el tiempo apareció gente joven, una nueva generación que encontró en el ciclo un espacio donde experimentar y mostrar su música”.
Luisana Lopilato Estoy en un tiempo personal y artístico que tiene un poco de paraíso. Llegar a mi casa, tener a mi hijo, a mi esposo. Artísticamente, tomar decisiones como las que estoy tomando.
Con un criterio amplio, en el clásico encuentro de los martes del Cultural San Martín que también se expande a otras salas y espacios –desde 2008 tiene su lugar asegurado en el Festival Internacional de Jazz de Buenos Aires–, conviven el jazz tradicional con la vanguardia, el blues y las singulares mixturas con otras músicas. Eso sí: su programador se aleja de las miradas más elitistas que rozan la escena. “Por momentos, el jazz puede tornarse críptico y snob, pero no es culpa del público. El jazz es una música popular que sigue un folklore enriquecido y expandido en el tiempo. Tuvo momentos de esplendor cuando era bailable. No deja de pertenecer al mundo del espectáculo, como el rock o el tango. Es música creativa que no tiene por qué dar concesiones, pero necesita de los espectadortes, del ida y vuelta que se produce con ellos.” Una de las costumbres de Jazzología es ponerle número a cada uno de sus encuentros, y el del próximo martes será el 1990. “Antes de fin de año vamos a cumplir las 2000 reuniones y ya convoqué a la Antigua Jazz Band para ese festejo.” La casa del jazz local celebra sus 30 años y también varias generaciones de músicos y de público. Un clásico tan palpable como ver a su creador sufrir por el cuadro de sus amores.ß