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miércoles 25 de marzo del 2015

el comercio .A21

Opinión El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

los murales borrados del centro de lima

rincón del autor

La hostilidad hacia el arte

Si cae Jara, que no sea por la DINI

- Gonzalo Portocarrero Sociólogo

E

l arte ha recibido distintas definiciones en la historia del pensamiento. El filósofo alemán Wilhelm Dilthey lo define como “el órgano de exploración de la vida”. La idea es que solo a través de esa actividad que se hace sin reglas, siguiendo los pasos errantes de nuestra intuición, logramos objetivar aquello que nos hiere y, también, que nos hace gozar. El arte es pues la creatividad que abre nuevos caminos a la vida, siempre amenazada por la reiteración resignada, por el fatalismo de quien ha abdicado de sus ilusiones y que en nombre del “realismo” abdica de cualquier pretensión de felicidad. El arte nos recuerda que debemos exigirle más a la vida, nos impulsa a imaginar situaciones más felices, de mayor realización humana. La hostilidad hacia el arte nace del rechazo a la libertad, de la proscripción de las actividades que como el juego y el amor desestabilizan la realidad. La aligeran de su peso mortífero que la hunde en la repetición desesperanzada del adicto y el amargado. El arte es pues apertura a la posibilidad, reafirmación del poder de la vida. Cada época genera sus artistas que tratan de explorar las nuevas ideas y sensibilidades. Los que tratan de dar forma a lo que presentimos oscuramente. Solo los más esforzados y talentosos se convierten en “clásicos”. Sus obras no pasan de moda, pues han logrado entrever algo universalmente válido, en que gente de diversas edades y grupos nos reconocemos, y compartimos, por más amplias que sean nuestras diferencias. Todo artista aspira a ser un clásico. Pero muy pocos lo logran y tampoco es que esta situación tenga que vivirse como una tragedia. Basta con abrir la sensibilidad de los contemporáneos a la posibilidad de lo bello y diferente. Eso es mucho, y

basta y sobra para justificar el arte y quedar agradecidos a los artistas. La hostilidad hacia el arte puede provenir de circunstancias muy distintas. En su célebre novela “Los ríos profundos”, José María Arguedas nos cuenta cómo los gamonales han logrado erradicar, entre sus “indios”, el gusto por la música y el baile. La humillación, el hambre y el sonido del látigo han generado personas temerosas, que tiemblan de su propia sombra. El miedo y la autocompasión reemplazan al gusto por la vida.

orientadora de la vida. Entre los muchos murales borrados por la bárbara arbitrariedad del alcalde, lamento en especial la desaparición del pintado por Elliot Túpac. “Antes soñaba” era un verdadero desborde imaginativo a la vez que un homenaje a la niñez que enfrenta circunstancias durísimas sin perder precisamente la capacidad de soñar, de tener esas ilusiones ahora proscritas. La lección es, sin embargo, clara: los artistas y la

ciudadanía tienen que compenetrarse más. Los artistas expresando las mejores posibilidades del imaginario popular y los ciudadanos comprometiéndose y haciendo suyas esas obras que hacen más propia y menos hostil a la gran urbe. Los intentos de justificar la destrucción de los murales con el argumento de ser un arte efímero no hacen más que evidenciar lo burdo de la nueva administración. Tenemos que hacer nuestros los murales. Ojalá aprendamos la lección.

decisión

Castañeda ha actuado de manera autoritaria e inconsulta. Como si él fuera el depositario del buen gusto.

Y en la época de los nazis se estigmatizó todo el llamado “arte decadente”. Es decir, el arte de vanguardia, el que escapaba de las rígidas convenciones figurativas para pretender expresar el caos animoso de la vida. Y en nuestro país el alcalde de Lima, Luis Castañeda, ha desplegado una cruzada personal contra los murales que daban color y embellecían la ciudad. Los ha borrado usando como pretexto una supuesta necesidad de pureza que según el alcalde sería parte de las recomendaciones de la Unesco. Y ha actuado de manera autoritaria e inconsulta. Como si él fuera el depositario del buen gusto. El que estaría en condiciones de decir lo que es el “arte efímero”, que no tiene valor ni significado. En realidad, se trata de menoscabar la imaginación de la gente, de impedir el desarrollo de su sensibilidad estética. Imagino que el ideal humano del alcalde es una suerte de hombre-máquina a quien no le importa la belleza, pues no la valora como

ilustración: víctor sanjinez

mirada de fondo

Parálisis con pachanga - Carlos Adrianzén Cabrera-

Decano de la Facultad de Economía de la UPC

P

ara muchos, el enfriamiento de nuestra economía debió tener una cura fácil: mayor gasto público. Sin embargo, desde que la actual administración llegó al poder, el gasto total del Gobierno Central se ha inflado en más de US$10 mil millones, con una tasa de crecimiento anualizado promedio de 10,6% en dólares. El gasto de capital se infló con un promedio de 11,5% desde setiembre del 2011 a febrero pasado. Gastar a un ritmo más alto hubiera despertado cuadros de ineficiencia y corrupción mucho mayores a los actuales. Así pues, los burócratas humalistas gastaron intensamente, como sugieren los keynesianos, con despreciables efectos sobre el crecimiento económico.

Tan ineficaz resultó la receta que nuestra economía pasó de crecer anualizadamente más de 8% (en junio del 2011) a cerca de 1% incluida la proyección de febrero. De seguir así, el vocablo ‘recesión’ amenaza con visitarnos en pocos meses. A la pregunta sobre por qué no gastamos más, la respuesta muerde. Este gobierno no solo fue incapaz de reformar la administración por una meritocracia en el sector público, sino que la apertura de una brecha en cuenta corriente sin influjos de capitales privados dibujó un escenario donde gastar mucho más hubiera lindado con falta de juicio. Hoy, con un inflado aparato estatal (solo el Gobierno Central nos

El habla culta - martha Hildebrandt -

Calapitrinche. En las Crónicas político-domésticotaurinas, Clemente Palma pone en boca de un personaje esta frase: “Le estaba cobrando un saldito de 11 soles 85 a ese calapitrinche...” (Lima 1938, p. 215). Calapitrinche ha tenido y tiene todavía una larga vida en nuestro fértil sistema de adjetivación peyorativa. El término es exclusivo del Perú y tiene el sentido de ‘persona insignificante’. Es probable que calapitrinche sea un compuesto del quechuismo calato ‘desnudo’ y trinche, con disimilación de la t de la primera palabra.

cuesta anualmente más de US$40 mil millones), se evidencian algunos aspectos: los motores del crecimiento y de la reducción de pobreza fueron las exportaciones tradicionales y la inversión privada. Ninguna forma parte del sector público (como cree el presidente de la República, su señora y la mayoría de los congresistas). Al contrario, esta administración no para de complicar con regulaciones o cargas cualquier atisbo de recuperación de la exportación, inversión privada y captación de inversión extranjera directa. Ahora los problemas se acentúan, pues el superávit fiscal ya no existe. El déficit del gobierno anualizado ya alcanzó unos US$1.672 millones a febrero pasado, pero no

fue solo inflar el gasto estatal. La recaudación anualizada de los dos tributos claves, el Impuesto a la Renta y el Impuesto General a las Ventas (IGV), se ha estancado visiblemente. En esta dirección, inquietan dos cosas. La primera, cómo cargan más los ingresos de la gente con una tasa efectiva mayor de Impuesto a la Renta y, la segunda, descubrir lo que hasta hace poco era impensable: a febrero de este año el ritmo anualizado de recaudación del IGV fue negativo (-1,7%). Nos quedan largos 16 meses para el próximo cambio de mando. Es mucho tiempo para creer que esta combinación de parálisis con pachanga fiscal saliente no nos costará mucho más de lo que algunos piensan.

Fernando vivas Periodista

L

a política peruana va camino a un harakiri con cuchillo de payaso: forzar la censura de Ana Jara por el Caso ‘Wikidini’ –o su renuncia para conjurar el descalabro que implicaría la posibilidad de disolver el Congreso– es un despropósito. Que Congreso y Ejecutivo, o sea, políticos oficialistas y opositores, se desangren por una intriga que el pueblo ni sigue ni entiende, sería una derrota para todos. No hay ganadores ni perdedores en los escándalos ocasionados por los pervertidos servicios de inteligencia de los gobiernos, a no ser, claro, la ganancia de subalternos que, en el río revuelto, fondearon a un fiscalizador que obstruía sus negociados, ajustaron cuentas con un rival corrupto o se divirtieron proporcionando portadas a los medios. A la gente, o sea, a ‘la calle’ (la nueva categoría que ha suplantado al pueblo), no le interesa el espectáculo de opositores arañándose porque la DINI indagó en su data de dominio público y de oficialistas improvisando excusas bobas (como la del siempre elocuente vocero de la bancada de Gana Perú, Josué Gutiérrez, que le dice a “Perú21” que esas pesquisas se enmarcan en la función del Estado de proteger a los ciudadanos). Son intrigas en las enrarecidas alturas, miserable ‘reality’ politiquero. Pretender llevar esos enredos hasta las últimas consecuencias –“me la tumbo a Anita aunque empodere a Humala de facultades disolutivas”, “inhabilito a Alan aunque este me mande toda su artillería secreta del Ministerio Público y el Poder Judicial”– es guerrear de espaldas a la agenda que sí preocupa a la nación: seguridad, desaceleración de la economía, reforma del Estado para hacer las cosas más fáciles a los emprendedores, inversión en infraestructura, educación, salud. Tras decir todo esto, no me he pasado al bando oficialista, ni justifico el seguimiento de la DINI a civiles inocentes. Lo que quiero es subrayar que si los políticos siguen concentrando su puntería en intrigas y judicializaciones de políticos, se distanciarán de la calle más de lo que ya están. Nadie va a hacerse de una épica propia ni ganar las elecciones porque se tumbó a una primera ministra denunciando conspiraciones de pacotilla; pero sí, tal vez, porque fue el defensor de algunos de esos grandes temas de agenda ante el déficit de inversión y de atención que merecen de parte del Estado. Congreso y Ejecutivo han tenido muchos exabruptos autodestructivos en las últimas temporadas. Repartijas y comisiones ad homínem por un lado, gratuitas provocaciones a la oposición por el otro lado (a través de Cateriano y Urresti), enrarecieron la atmósfera. Jara se la pasa a la defensiva y no atina a hacerse de una agenda proactiva, ligada a desastres recientes como los huaicos de Chosica y el accidente vial en Huarmey. Tan urgida está de un tema que le permita evadirse del ‘wikidini’, que tuiteó sobre el escándalo de la ensalada de cucarachas en “El último pasajero”. Caray, se nos está extraviando la política pública, de gestión y construcción de futuro, en dar de comer a los intrigantes. Que los opositores censuren en nombre de la gran agenda, no de sus propiedades oteadas en la Sunarp o de sus casas regladas. Tienen razón en molestarse, pero sus electores no compartirán su soberbio malestar. Y que Ana Jara, caramba, haga portadas con anuncios importantes de inversiones, iniciativas legislativas, planes estratégicos.

un día como hoy de...

1915 martes 24 de febrero del 20

En defensa de los obreros La conferencia dictada por el doctor Aníbal Gálvez, en el Colegio de Abogados, fue una notable defensa de la clase obrera. Dijo el doctor Gálvez: “El Ilustre Colegio de Abogados, fiel a su tradición de amor a la humanidad y de paladín del buen derecho, debe nombrar dos o más

defensores de obreros, víctimas de los accidentes del trabajo, que se encaren y levanten frente al poderoso la bandera de la justicia y de la equidad. Los jóvenes letrados a quienes se encomiende esa honrosa comisión, la cumplirán brillantemente y la sacarán triunfadora”.

Director General: FRANCISCO MIRÓ QUESADA C. Director Periodístico: Fernando Berckemeyer Olaechea

Directores fundadores: Manuel Amunátegui [1839-1875] y Alejandro Villota [1839-1861] Directores: Luis Carranza [1875-1898] -José Antonio Miró Quesada [1875-1905] -Antonio Miró Quesada de la Guerra [1905-1935] -Aurelio Miró Quesada de la Guerra [1935-1950] -Luis Miró Quesada de la Guerra [1935-1974] -Óscar Miró Quesada de la Guerra [1980-1981] -Aurelio Miró Quesada Sosa [1980-1998] -Alejandro Miró Quesada Garland [1980-2011] -Alejandro Miró Quesada Cisneros [1999-2008] -Francisco Miró Quesada Rada [2008-2013] -Fritz Du Bois Freund [2013-2014]