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La Voz de Arousa

JUEVES 16 DE AGOSTO DEL 2012

EL PALOMAR

El primer experto japonés en literatura gallega NOELIA FARIÑA [email protected]

L

a terquedad, tan característica de Valle-Inclán como su barba revuelta, despertó tanto el odio de su época como sembró seguidores. Tantos, que su legado llegó hasta Japón. Como «una cosa tonta». Así define Kenji Horiuchi, un profesor de la universidad de Osaka, su flechazo por el escritor vilanovés, que dedicó sus años de enseñanza, 34 en total, a investigar y traducir la obra de Valle Inclán. De hecho, fue el primero y único en hacerlo. Corría el año 1969, cuando el políglota en cuestión viajó a Granada para estudiar un curso de literatura. Lorca era muy conocido en su país, así que se decantó por Valle, «uno de los mejores de la literatura moderna» que ningún estudioso japonés había tratado antes. Le impresionó el sentido crítico del gallego, su inconformismo con la época en la que le tocó vivir. Así lo recuerda Kenji en un barril de Os Arcos, en Vilagarcía, acompañado de sus amigos. Encabeza cada intervención con un «bueno» que adquiere una entonación distinta según la respuesta.

Primeras impresiones

E

sta vez, el motivo de su visita fue la boda del hijo de sus amigos. Pero no es su primer viaje. Atraído por las escenas de los libros de Valle-Inclán, Horiuchi junto a su esposa Kyoto, volaron hace muchos años a Galicia. Un destino poco frecuente entre los asiáticos, que se dejan seducir por las grandes ciudades españolas como Barcelona o Madrid. Aunque el panorama que se encontraron

Tras una polémica sesión de fotos, Kenji Horiuchi, se fotografió con el retrato del literato gallego Valle-Inclán. MARTINA MISER

poco se parecía al de los libros. Aterrizaron con la imagen en mente de un paisaje bello pero pobre, donde las personas sobrevivían en condiciones precarias. Le impresionó el estilo moderno y limpio de una ciudad como Vilagarcía. «¡Viven mejor que nosotros! Que vivimos en una tierra pequeña con mucha gente». Bromea. La casa de Valle-Inclán, una visita obligada, también le llamó la atención. Y aunque esta vez, cuando intentaron entrar ya estaba cerrada, recuerda perfectamente con lo que se encontró. «Cuando vivía allí Valle Inclán, la economía de su familia ya no era

buena. Sin embargo, la casa era muy robusta y estaba muy bien construida».

¿Crepes o filloas?

L

os productos gallegos, al igual que son difíciles de imitar, también son complicados de traducir. Con este problema se encontró Kenji en el cuento de Valle-Inclán, El rey de la máscara, cuando se topó con la palabra filloa. Tras revisar sus tres tomos de traducción español-gallego, la imagen que le vino a la cabeza fue el de una crepe. Reconoce el error, «pero en este viaje ya he captado el sentido de la palabra». Sin embargo no se declara muy fan del pos-

No ano 2010, atendéronse mensualmente a 11.957 persoas, das cales 6.116 eran nenos ou mozos No ano 2011, atendéronse mensualmente a 18.627 persoas, das cales 10.615 eran nenos ou mozos No ano 2012, estanse atendendo mensualmente a 19.909 persoas, das cales 11.304 son nenos ou mozos

tre gallego. «Para un buen catador de vino, es demasiado dulce». De lo que si guarda buen recuerdo es de su experiencia con la queimada, otro término que carece de traducción. O el lanzamiento del botafumeiro en la Catedral de Santiago. «Me emocionó mucho, el incienso, el humo», afirma. En conjunto, se declara un amante de esta tierra y de la gente. La verdad, es que rodeado de una tropa de gallegos, que escuchan atentamente su historia sería valiente atreverse a decir lo contrario. «Los gallegos son serios, pero también divertidos. ¡Saben cómo vivir!».

Momento foto

A

unque Vilagarcía cuenta con personajes ante todo anecdóticos, la presencia de este japonés experto en Valle Inclán era estrictamente necesario inmortalizarla. El momento de la fotografía levantó el revuelo de la taberna de Os Arcos. Algunos creían que se trataba de un anuncio para promocionar el embutido en la isla de Godzilla, y todos se creyeron con facultades para guiar a la fotógrafa en su experta labor. Unos opinaban que tenía que salir cortando jamón, y otros se preguntaban por qué no cogía una «cunca» con el vino de la casa.