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CIENCIA / SALUD
I
Miércoles 31 de diciembre de 2008
BAROMEDICINA Y SE EMPLEAN CAMARAS HIPO E HIPERBARICA
Diabetes: tratan lesiones con oxígeno En muchos pacientes se evitan amputaciones y se estabiliza la enfermedad al terminar el tratamiento
Días de presente imperfecto
FABIOLA CZUBAJ
B
LA NACION Una simple ley de la física es el principio por el cual personas diabéticas con lesiones que no responden al tratamiento convencional pueden desde estabilizar la enfermedad hasta evitar una amputación pronosticada. Ese principio se cumple dentro de una cámara en la que los pacientes reciben oxígeno a presión varios días por semana durante poco más de una hora, mientras un estado de somnolencia los relaja y, a muchos, hasta les permite disfrutar de una siesta. “El gas se hace más soluble en un líquido si está bajo presión; así es como funciona la cámara hiperbárica con la que tratamos varias enfermedades. A medida que aumentamos la presión del oxígeno que les damos a los pacientes, ese gas vital llega en mayor cantidad a todos los tejidos”, resumió la doctora Nina Subbotina, vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Medicina Hiperbárica y Actividades Subacuáticas (Samhas) y directora del Centro de Medicina Hiperbárica Buenos Aires. Además de la sordera súbita, la gangrena gaseosa, la intoxicación por monóxido de carbono, la necrosis de tejidos por el uso de radioterapia para tratar cánceres o las quemaduras graves, la baromedicina u oxigenoterapia a una presión que duplica la de nuestro ambiente –en el país hay poco más de una decena de estas cámaras (www.hipercamaras.com.ar)– acumula buenos efectos en los diabéticos. Entre ellos, Subbottina y el doctor Héctor Campos, presidente de la Samhas, mencionaron: recupera tejidos lesionados, como el pie diabético; reduce los edemas, que generan más presión sobre los vasos con aterosclerosis; promueve la producción de colágeno y la formación de nuevos capilares, que previenen la reaparición de las úlceras; hace que los glóbulos blancos recuperen su capacidad de destruir bacterias en las heridas, lo que mejora también la respuesta a los antibióticos, y hasta estabiliza los niveles de azúcar en sangre, algo clave para controlar la diabetes. “Cuando se trata de heridas refractarias al tratamiento, el oxígeno ayuda a que el proceso de curación normal del organismo se ponga nuevamente en funcionamiento”, dijo Campos, jefe del Servicio de Medicina Hiperbárica
NORA
BÄR
ADRIANA ALMAGRO
En la cámara hiperbárica se puede tratar a seis pacientes simultáneamente; cada uno con su mascarilla
HECTOR CAMPOS
PRESIDENTE DE LA SAMHAS
VICENTE CIANCIO
DIRECTOR DE POSGRADO EN LA UNLP
del Sanatorio Modelo de Quilmes. Así, precisó, heridas que demorarían dos meses en cerrarse cicatrizan en una semana. “Muchos pacientes con diabetes tipo 2 necesitaron que se les redujera la cantidad de insulina después del tratamiento en la cámara porque hay una recuperación muy suave del páncreas”, indicó el ex director del Hospital Naval Pedro Mayo. Aclaró también que aún no hay evidencias de que la oxigenoterapia restaure la función pancreática perdida. La presión que se usa para suministrar el oxígeno es de entre 2 y 3 atmósferas, es decir, entre 2 y 3 kilos/cm2 por encima de la presión ambiental, que es de 1 kilo. “Es como bucear a diez metros de profundidad –agregó Subbotina–. Los tejidos reciben oxígeno disuelto en la sangre y se acelera la producción de la energía necesaria para la recuperación celular. En pacientes con pie diabético, se necesitan unas 40 sesiones para recuperarlo, si se derivan a tiempo.” Todos continúan con el tratamiento indicado por
“He aquí una tarea para el año próximo: ¡tengamos grandes expectativas! A lo mejor, ésa es la clave para elevarnos por sobre nuestro presente imperfecto”
su diabetólogo. A pasos de la cámara hiperbárica, que funciona desde hace 14 años en Quilmes, hay otra cámara que permite pronosticar si una persona con antecedentes familiares o con diagnóstico reciente de diabetes sufrirá de una isquemia (reducción de la llegada de sangre) cardíaca. “La diabetes es una enfermedad sistémica y observamos que en los pacientes con isquemia de miocardio desaparecían los signos visibles de ese trastorno al salir de la cámara hiperbárica”, indicó el cardiólogo Pedro Olivieri, jefe del Servicio de Medicina Hipobárica. Olivieri y el doctor Vicente Ciancio, director del posgrado en Medicina Aeronáutica y Espacial de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), lograron diagnosticar en la cámara hipobárica si diabéticos o personas con factores de riesgo sufrirían isquemia. “No tenían síntomas y pudimos adelantarnos a la aparición de la isquemia al someterlos a esfuerzo físico en la cámara con bajo nivel de oxígeno”, dijo Ciancio.
uenos Aires. Córdoba y Esmeralda. Sábado, once de la noche. En un restaurante con decenas de mesas vacías, una chiquita de no más de cinco años, con la ropa raída, y el pelo sucio y desordenado se acerca con la mirada perdida y un ramito de flores en la mano a los pocos comensales que a esas horas parecen figuras salidas de un cuadro de Edward Hopper. Se acerca sin decir nada, ni mirar de frente ni hacer gesto alguno. Solamente espera unas monedas y después se va hacia la puerta. Hacia la noche. En estos días de balance, de pasar en limpio la vida en borrador que practicamos, qué difícil es resistir la condena de esos ojos tristes. Nos recuerdan brutalmente que más allá de toda disquisición teórica, la niñez en la extrema pobreza es una lacerante e inadmisible asignatura pendiente que ninguno de nosotros puede darse el lujo de olvidar. Si somos capaces de decodificar el genoma, de construir naves que viajan al espacio, de tratar el cáncer y el sida, y de demostrar teoremas de complejidad inimaginable, una mínima decencia indica que éste es el problema en busca de solución. Si no la encontramos, no importa lo elevadas que sean nuestras metas personales ni nuestros logros colectivos, esa mancha perdurará para recordarnos que estamos en falta. Un libro de éxito en los Estados Unidos (Predictably Irrational, escrito por un economista del Instituto Tecnológico de Massachussetts) argumenta que bajo la apariencia de racionalidad, los seres humanos solemos tomar decisiones en forma totalmente irracional influidos por nuestras expectativas. Si pensamos que algo será desagradable, casi seguro que nos resultará desagradable... aunque sea fenomenal. Por ejemplo, si suponemos que una bebida tendrá feo sabor, efectivamente nos resultará intragable. Al parecer, nuestras expectativas pueden moldear nuestra percepción. Tenemos un cerebro racional, pero no siempre lo dejamos tomar las riendas, dice Dan Ariely, y lo somete a prueba en experimentos con sus estudiantes. No somos frías calculadoras que algunas veces enloquecen, sino seres un poco locos que, en algunas circunstancias, a veces nos comportamos racionalmente. Si está en lo cierto (y es verdad que algunos de las más brillantes hazañas de la historia parecen... locuras), he aquí una tarea para el año próximo que puede dar frutos valiosos: ¡tengamos grandes expectativas! A lo mejor, ésa es la clave para impulsarnos por sobre el presente imperfecto para alcanzar un mañana, si no ideal, al menos más humano para esos chicos que, a no dudarlo, también son parte de nuestro futuro.
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Y A SINCRONIZAR LOS RELOJES
Pastillas
Este año deberá durar un segundo más PARIS (AFP).– ¿Tiene prisa por dejar 2008? Pues tendrá que esperar mañana un segundo más: a medianoche, los “dueños del tiempo” añadirán un segundo a la cuenta atrás para ajustar la hora de los relojes al tiempo solar. Este segundo añadido no es sólo un detalle: el menor desajuste puede resultar fatídico para algunos sectores, como el del espacio –un satélite puede recorrer varios kilómetros en un segundo– las redes informáticas, el GPS o Internet. Es indispensable que el mundo entero vibre a exactamente la misma hora. Sin embargo, a lo largo de las décadas, un ligero desajuste entre el tiempo legal y el tiempo real surge a consecuencia de fenómenos naturales ligados con la rotación de la Tierra, como los movimientos de mareas, los vientos solares y las interacciones entre el núcleo y el manto terrestre.
Añadir este segundo de separación permite hacer coincidir a menos de un segundo el tiempo legal UTC establecido en 1972 y calcado en el “tiempo atómico internacional” de los relojes atómicos, con el basado en la rotación de la Tierra.
Ultimo ajuste El último reajuste se remonta a 2005, mientras que el próximo podría producirse en 2012 o en 2013, según indicó Daniel Gambis, director del Servicio de la Rotación de la Tierra en el Observatorio de París, Francia. Desde la puesta en marcha del sistema, en 1972, se han añadido 23 segundos. La decisión de agregar este segundo la toma el Servicio Internacional de la Rotación de la Tierra y de los Sistemas de Referencias (IERS), cuya oficina central se encuentra en el Observatorio de París. Su puesta en marcha corresponde a cada país.
ESPACIO
Informe sobre el Columbia WASHINGTON (AFP).– La NASA publicó ayer el informe definitivo sobre el accidente del transbordador Columbia, que se desintegró durante su regreso a la atmósfera en febrero de 2003. En una descripción de los últimos momentos de los siete tripulantes, la NASA concluyó que los cinturones de seguridad, los trajes espaciales y los cascos de los astronautas no funcionaron bien. El informe reconoce no haber determinado con exactitud si estaban ya muertos o inconscientes en momentos en que la cabina de despresurizó repentinamente, antes de que el transbordador se fragmentara. “Los astronautas inconscientes o ya muertos sufrieron los movimientos de rotación sin que la parte superior de sus cuerpos haya estado lo suficientemente contenida”, dicen los autores. El Columbia se desintegró luego de que , bajo el efecto de la fricción, el aire a unos 1.500 grados de temperatura se coló en un agujero en el borde del ala izquierda, y destruyó la estructura interna de aluminio.