Día para no estar Así, con esas palabras de Ernesto después de un

11 oct. 2013 - Girondo y Alejandra Pizarnik. Poesía interpretada por Pablo Bernasconi. Olga Orozco. Verónica. Chiaravalli. STAFF. Director: Bartolomé Mitre.
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2 | ADN CULTURA | Viernes 11 de octubre de 2013

Final abierto

línea & letra

Poesía interpretada por Pablo Bernasconi

“Marta, maté a un tipo”

Día para no estar

Verónica Chiaravalli

Olga Orozco

A

sí, con esas palabras de Ernesto después de un breve monólogo de su esposa Marta sobre trivialidades cotidianas comienza Maté a un tipo, la desopilante (y siniestra) obra de Daniel Dalmaroni que se representa en el teatro Cendas. El argumento del drama es sencillo, absurdo y a la vez verosímil. Al volver del trabajo Ernesto le confiesa a Marta que mató “a un tipo”. No fue un crimen premeditado, sino el resultado de un estallido de furia incontrolable, en la calle, con un desconocido. Marta lo escucha asombrada pero rápidamente decide que la anomalía será absorbida por el magma de la rutina familiar, y para Ernesto, Marta y “Juli”, la hija de ambos, la vida continúa. La muerte también. Daniel Dalmaroni es un dramaturgo de estilo clásico. En el prólogo del libro Teatro/2 (Corregidor), que reúne seis de sus piezas, Luis Sáez celebra la aparición del autor “en un momento bisagra del teatro argentino, donde cierta inocultable tendencia al facilismo da como resultado hechos escénicos de dudoso o inexistente rigor, convalidados por una crítica complaciente con ‘lo nuevo’ como valor en sí”. Dalmaroni restaura la densidad necesaria del hecho teatral con un trabajo que abreva, según Sáez, en dos fuentes: el grotesco y la comedia de equívocos, suficientemente tamizadas por un punto de vista muy personal. Entre los temas recurrentes en el teatro de Dalmaroni (las hipocresías de la familia pequeñoburguesa, el crimen y la maldad derivados de la estupidez, como señala Jorge Monteleone en el mismo libro) se impone la presencia de la muerte. Una muerte en proceso de transformación, desde su dimensión puramente metafórica hasta su forma más real y definitiva, a menudo brutal. En El secuestro de Isabelita, la muerte es un clima de época y un proyecto (más bien, una fantasía) de estrategia política para el grupo de jóvenes revolucionarios que protagonizan la obra, hasta que se convierte en su trágico destino. En Los opas (otro drama burgués) la muerte es aquello que le debería llegar naturalmente a la matriarca familiar, llena de achaques pero firme como un roble, “un milagro de la ciencia” a juicio de sus hijos que, impacientes, deciden apurar el trámite (los tres hermanos de Los opas recuerdan, con feroz humor negro en este caso, a los protagonistas del cuento “La gallina degollada”). En Maté a un tipo la muerte es concreta desde el primer momento, pero despersonalizada. “Un tipo” es nadie, algo privado de nombre propio y de subjetividad, apenas un cuerpo, casi un objeto. Eso son las personas que va matando Ernesto: objetos de su ira. Y Marta, con la lógica de la mujer que vive entre cuatro paredes, limitada a quehaceres domésticos y chismes de barrio, prefiere mirar para otro lado: mientras su Ernesto no le traiga un disgusto a casa, las cosas pueden seguir más o menos como están. Sin moralejas, sobre el final, Dalmaroni sugiere lo contrario: la idiotez cuesta cara. C

Vete, día maldito; guarda bajo tus párpados de yeso la mirada de lobo que me olvida mejor; camina sobre mí con tu paso salvaje, simulando un desierto entre [el hambre y la sed, para que todos crean que no estoy, que soy una señal de adiós sobre las piedras; cierra de par en par, lejos de mí, tus fauces sin crueldad y sin misericordia, como si fuera ya la invulnerable, aquella que sin pena puede probarse ya los gestos de los otros; y tiéndete a dormir, bajo la ciega lona de los siglos, el sueño en que me arrojas desde ayer a mañana: esta escarcha que corre por mi cara. Aun así, he de llegar contigo. Aun así, has de resucitar conmigo entre los muertos.

En: Poesía completa, Adriana Hidalgo editora

Orozco La Pampa, 1920 - Buenos Aires, 1999 La poética de Olga Orozco estuvo ligada inicialmente a la relectura local de la herencia surrealista que se produjo en la década de 1940, aunque luego tomó una dirección personal. Su primer libro, Desde lejos, apareció en 1946. Mantuvo un vínculo estrecho con Oliverio Girondo y Alejandra Pizarnik.

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