Migraciones, desplazamientos y crecimiento urbano
Población afrocolombiana y no afrocolombiana en Cali: segregación, diferenciales sociodemográficos y de condiciones de vida Olivier Barbary^ Héctor Fabio Ramírez2 Fernando Urrea3
I n t r o d u c c i ó n : ¿cómo acercarse al d o m i n i o s o c i o r a c i a l en u n estudio s o c i o d e m o g r á f i c o ? Después de Brasil y Estados Unidos, probablemente Colombia es el país con mayor población negra en América. Hasta el presente el estudio de la población negra ha privilegiado los enfoques antropológicos clásicos o convencionales apoyados en el espejo de los estudios de las poblaciones indígenas. En tal sentido hay una ausencia notoria de investigaciones socio-demográficas sobre la población negra colombiana en el contexto de los actuales procesos de urbanización, pero también sobre tendencias socio-históricas de larga duración (siglos XVII, XVIII , XIX y XX). Esto es más relevante para los cuatro departamentos del Occidente colombiano (Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño), donde se encuentra la más alta densidad de población negra y mulata del país, por lo menos si aceptamos en una pri1
Estadístico, investigador IRD, proyecto Cidse-IRD, "Movilidad, urbanización e identidades de las poblaciones afrocolombianas de la región Pacífico". - Estadístico, investigador Cidse, proyecto Cidse-IRD. 1 Sociólogo, investigador Cidse, proyecto Cidse-IRD.
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POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
mera delimitación de población negra o afrocolombiana la que presenta un fenotipo negro, la cual no deja de ser una aproximación arbitraria que puede pecar de "radalista" a menos que aceptemos que la construcción socioracial en cualquier sociedad humana es el resultado de las representaciones o imaginarios colectivos construidas alrededor de las "marcas corporales", de suerte que se establecen jerarquías sociales de dominación entre los seres humanos con todas las implicaciones que ello tiene en la vida individual y colectiva. Por esta razón enfrentar el problema del orden social racista no consiste en negarlo sino en deconstruirlo apuntando al estudio de cómo operan las clasificaciones arbitrarias "raciales" en la vida social. En este caso, analizar críticamente su incidencia en los procesos sododemográficos y su interacción con los procesos de urbanización contemporánea de la sociedad colombiana, y en un caso más específico, en nuestro estudio regional, en la ciudad de Cali. En este documento nuestra perspectiva, entonces, es más de caracterización del orden "racial" que de tipo "étnico", el cual no nos parece útil para abordar a las poblaciones afrocolombianas 4 . De partida hay que advertir que las fuentes estadísticas existentes no permiten un análisis de los diferenciales sododemográficos, económicos y culturales como se quisiera de los grupos socioraciales, además de que son muy limitadas cuando se trata de estudiar fenómenos evolutivos en el tiempo. De todos modos nosotros hicimos en estudios preliminares, usando la encuesta de hogares del Dañe y el censo de 1993, una aproximación indirecta a la cuestión de la población afrocolombiana, vía el origen geográfico de la población migrante y a través de ello cualificando a sus descendientes nativos que aún vivían con ella, 1
Remitimos a la discusión en Barbary (1999 A: 8-10) sobre el fracaso heurístico de la pregunta étnica del censo de 1993 de la "pertenencia a alguna etnia, grupo indígena o comunidad negra".
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OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
fijándoles arbitrariamente el mismo "lugar de origen" de sus padres. Esto supone a su vez dos arbitrariedades adicionales: a) que se establezcan unos municipios de origen "afrocolombianos" apoyándonos en el supuesto histórico -bastante plausible por cierto- que ellos han tenido y aún tienen una población negra mayoritaria (ejemplo, municipios de la Costa Pacífica), y b) que nos parcialicemos en los migrantes y sus descendientes nativos que moran con ellos, perdiendo -no hay más remedio- a la población negra nativa que vive aparte de padres migrantes. Este segundo aspecto conlleva a una sobre-representación de la población negra o afrocolombiana como migrante. No obstante estas serias limitaciones, el ejercicio es un importante avance. Eso fue lo que hicimos en forma detallada con la explotación de los datos del censo de 1993, la cual nos permitió tener una mejor radiografía de la distribución territorial de la población afrocolombiana en una ciudad como Cali. Pero será finalmente con la encuesta especializada que construimos y aplicamos entre enero y junio de 1998 sobre movilidad, urbanización e identidad de las poblaciones afrocolombianas en Cali, con diversos capítulos sododemográficos y socioeconómicos por hogar y una encuesta biográfica para un individuo del hogar. La encuesta del hogar incluía una serie de módulos especializados sobre redes sociales, movilidad residencial, pertenencia a organizaciones y percepción de discriminación y violencia. Pero lo más novedoso del asunto es que por vez primera se introduce la captación del fenómeno racial, distinto a la modalidad anterior del origen geográfico, bajo dos modalidades: una clasificación arbitraria del encuestador en categorías "raciales" según percepción del mismo del fenotipo del encuestado y de otros miembros del hogar, presentes en el momento de la encuesta, y una clasificación abierta de tipo declarada por el encuestado biográfico sobre ¿cuál es el color de su piel? Pero previamente, en el momento del conteo de hogares por manzana dentro de la muestra, se hacía una prime-
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POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
ra clasificación de los hogares, entre afrocolombianos y no afrocolombianos. Los primeros se denominaban así dependiendo de si algún miembro del núcleo familiar primario presentaba rasgos fenotípicos negros, de los contrario caía como hogar no afrocolombiano 5 . Este sistema de clasificación cae en un modelo émico, tanto en términos de la percepción como de la autopercepción. ¿Qué se entiende por población afrocolombiana? Eso depende en qué forma nos acerquemos en la construcción del sistema dasificatorio. Para tal efecto y de acuerdo con lo dicho anteriormente, son tres las posibilidades de "abarcarla", las cuales tienen sus variaciones. Veamos: 1. La población de los hogares afrocolombianos (contra la población de los hogares no afrocolombianos), es decir los individuos viviendo en los hogares cuyo núcleo familiar primario (NFP) comprende por lo menos una persona con fenotipo negro (caracterización externa de los hogares)6. 2. La población caracterizada negra o mulata (contra la población caracterizada mestiza, blanca etc.), es decir los individuos que han sido caracterizados visual y externamente por los encuestadores entre diferentes categorías raciales7. 5
Se operó con un muestreo de tipo bietápico y estratificado con probabilidades para aproximarse al número de hogares afrocolombianos en las unidades primarias. Por cada estrato socioeconómico -construido cada uno a partir de indicadores sociodemográficos y de características de la vivienda de los hogares por manzana, en forma independiente a la estratificación preexistente de Planeación Municipal y del Dáñese estableció una población de hogares de control o no afrocolombianos. Para este efecto se construyeron dos submuestras, una de hogares afrocolombianos y otra de hogares de control, de modo que se representara, lo mejor posible, cada una de las dos poblaciones, jugando con la cuota de 5 encuestas por manzana, 4 para hogares afrocolombianos y 1 para hogares de control. Se encuestaron 1.880 hogares en Cali, de los cuales 1.504 son afrocolombianos y 376 de control, en cuatro grandes zonas geográficas distribuidas en 5 dominios de estudio, los cuales representan el 76% de los hogares de Cali en su área urbana.
" ver ibid p. 14; BARBARY, 1999 B: 33. 7 ver ibid p. 14 y 1,5; BARBARY, 1999 B: 33.
304
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
3. La población que se autopercibe negra o morena {contra la población que se percibe trigueña, blanca, etc.), es decir los individuos que utilizan estos adjetivos en su respuesta a la pregunta de autopercepdón del color de piel8. El primer hallazgo que permite entonces la explotación de los datos es la estimación de los volúmenes de población que corresponde a cada una de estas categorías. En el universo cubierto por el estudio9estimamos el número de hogares afrocolombianos en 106.085 sobre un total de 355.666 hogares, o sea el 29,8% (tabla /). Estos hogares agrupan 460.873 personas o sea el 29,7% de la población total (1.552.61 6 personas, tabla 2). Por otra parte sabemos que el estudio abarca aproximadamente el 76% de los hogares de la parte urbana de Cali y el 85% de los hogares afrocolombianos (censo 1993). Bajo la hipótesis de que estos dígitos son los mismos en junio 1998, podemos avanzar, a titulo de indicación, que la población de los hogares afrocolombianos en el conjunto de la ciudad se ubica alrededor del 27,5% , o sea, según proyecciones de población a esta fecha, aproximadamente 542 mil personas sobre un total de 1.982.000 personas. Tabla 1 HOGARES
COMULATIVE
COMULATIVE
FREQUENCY
PERCENI
FREQUENCY
PERCFNT
Afro
106085
29.8
106085
29.8
Control
249581
70.2
355666
100.0
COMULATIVE
COMULATIVE
FREQUENCY
PERCENT
Tabla 2 HOGARES
FREQUENCY
PERCENT
Afro
460876
29.7
460876
29.7
Control
1091743
70.3
1552616
100.0
Fuente: Cidse/Orslom 1998 8 9
Véase ibid p. 26; Barbary, 199B: 33, 34 y 35 Véase Barbary, 1999 B p. 33.
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POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN C A U
Los encuestadores lograron la caracterización visual del 83% de los individuos de la muestra. Entre las personas caracterizadas (es decir excluyendo los ausentes), la categoría "negro" agrupa el 14.7% de los individuos, "mulato" el 10.4%, "indígena" el 0.9%, 'mestizo' el 27.9% y "blanco" el 46.1 % (tabla 3). Con base en esta caracterización externa, se puede decir que el 25.2% de la población del universo (326 mil personas) es "negra o mulata", lo que significaría para Cali entero en junio 1998 un dígito de más o menos 23.3% (aproximadamente 462.500 personas), siendo entonces de 76.3% la proporción de población "mestiza o blanca". Tabla 3 COMULATIVE
COMULATIVE
FREQUENCY
PERCENT
FREQUENCY
PERCENT
Negro
191126
14.7
191126
14.7
Mulato
134912
10.4
326039
25.2 26.0
INDUVIÜUOS
Indígena
11237
0.9
337276
Mestizo
361674
27.9
698950
53.9
Blanco
596228
46.1
1295878
100.0
303
0.0
1296181
100.0
Otro
Frequency !v ¡ssing (ALISEN! E)= 246435. ()3379 Fuente: Ciise/Orslom 1998
Recordamos que la pregunta de autopercepción del color de piel fue sometida solamente a una persona en cada hogar (submuestra "biográfica"); es la razón por la cual el total expandido de la tabla 4 coincide con el número total de hogares (355.666), sin embargo podemos considerar la estructura porcentual de las respuestas como representativa de toda la población de 18 años y más. Cabe resaltar primero que la casi totalidad de los informantes contestaron la pregunta: solamente tuvimos 0.3% de no respuesta (clasificadas en la categoría "otro" en la tabla), lo que demuestra la muy buena aceptación de la pregunta en este contexto, y probablemente su practicabilidad en otras encuestas. La tabla 4 es el resultado de la reagrupación de las respuestas exactas (ver anexo 2) en 306
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
6 tipos principales. El primer tipo, que reúne todos los enunciados que utilizan el adjetivo "Negro(a)", solo o con otras palabras, totaliza el 10.2% de las respuestas. De igual manera se constituyen otros tipos alrededor de los adjetivos "Moreno(a) o Mulato(a)" (7.4%), "Canela" (9.6%), "Trigeño(a)" (38%) y "Blanco(a)" (29.7%); el resto de los enunciados (otro) representa el 5.2% del total. Veremos más adelante que los dos primeros tipos de respuestas son particularmente típicos de las personas caracterizadas externamente como "negras y mulatas" (es decir que son respuestas usadas casi exclusivamente por ellas). Son entonces el 1 7.6% de la personas de 18 años o más las que se definen "negras, morenas o mulatas", mientras el 47.6% se consideran de piel "trigueña o canela" y el 29.7% de piel "blanca". Este dígito de 1 7.6% (que se convierte en un 1 7.1 % para todo Cali) toma todo su significado si lo comparamos al resultado de la pregunta étnica del censo de 1993: en el conjunto de la ciudad solamente el 0.5% de las personas contestaron que "pertenecían a alguna etnia, grupo indígena o comunidad negra". Tabla 4 COMULATIVE
COMULATIVE
FREQUENCY
PERCENT
FREQUENCY
PERCENT
Negro/a y asim.
36146
10.2
36146
10.2
Moreno/a, Mulato
26303
7.4
62449
17.6
Canela y asim.
34021
9.6
96470
27.1
Trigueña y asim.
135085
38.0
231555
65.1
Blanca y/o asim.
105641
29.7
337196
94.8
Otro
18470
5.2
355666
100.0
INDUVIDUOS
Fuente: Cidse/Orstom 1998
D i s t r i b u c i ó n espacial de los dos t i p o s de p o b l a c i ó n y el p a t r ó n de segregación residencial La distribución de la muestra resultante de los patrones de distribución sodogeográfica de las poblaciones de hogares afrocolombianos y no afrocolombianos es bien interesante (vercua-
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POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
Cuadro No. 5. Distribución de la muestra por zonas geográficas según estrato socioeconómico y su clasificación a partir de sectores sociales en Cali ZONAS GEOGRÁFICAS DE CALI
CLASIFICACIÓN A PARTIR DE SECTORES
ESTRATO SOCIOECONÓMICO
SOCIALES PARA EL ANÁLISIS
COMUNAS Y ZONAS GEOGRÁFICAS
ESTRATO
IDENTIFICADOR
SOCIOECONÓMICO
PESOS
SECTORES
DEMOGRÁFICOS
SOCIALES
EN % AFRO CONTROL
Comunas 13, 14 y 15 (Distrito de Aguablanca), comunas 6, 7, 16 y 21 (Desepaz) Zona oriental de Cali
Muy bajo
Comunas 18 y 20 (barrios populares de la ladera de Cali) Zona occidental de Cali
Muy bajo Muy bajo Bajo Medio
Comunas 13, 14 y 1 5 (Distrito de Aguablanca),
Medio-Bajo Medio-Bajo
comunas 6, 7, 16 y 21 (Desepaz) Zona oriental de Cali
Medio-Alto
Comunas 1 1 , 12 y norte de la comuna 9 Zona centro oriente de Cali Comunas 10, 1 7, 19 y sur de ia comuna 9 Zona residencial del sur de Cali
A
25.99
13.58
M u y bajo
B
14.65
12.78
Bajo
c
10.16
12.34
Bajo de laderas
D
22.23
22.29
Medio-Bajo
E
12.34
15.08
Medio-Medio
F
14.62
23.94
Medio-Alto
Muy bajo Bajo
Medio-Bajo Medio-Bajo Medio Medio Medio-Alto Medio-Alto Medio-Alto Alto Alto Alto
y Alto
100.0
100.0
dro No. 5), pues de entrada introduce una preocupación sobre la que de aquí en adelante llamaremos un patrón de sobreconcentradón de hogares afrocolombianos en unas determinadas áreas geográficas de la ciudad. En términos de geografía y sociología urbanas habría una distribución poblacio-
308
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
nal entre dos extremos, un polo de sobreconcentración con segregación en ciertos espacios urbanos y un polo de dispersión con baja participación en otros espacios urbanos. El asunto es más complejo que una línea divisoria social/racial, aunque existe muy marcada hacia el oriente de la ciudad, ya que en el polo de la dispersión hay áreas geográficas muy pobres (zona de ladera) contra residenciales de clases medias-altas y altas. Lo anterior podemos ahora observarlo en términos de la distribución porcentual de la población de los núcleos familiares primarios por hogares afrocolombianos y no afrocolombianos (ver Cuadro 6). En síntesis, los jefes de los núcleos primarios afrocolombianos son menos caleños y más de municipios "afrocolombianos" a medida que la población reside en la zona oriental de la ciudad, correspondiendo también a clases sociales predominantemente bajas-bajas, bajas y medias-bajas, mientras a medida que nos dirigimos al otro polo, el de dispersión, hacia el occidente de la ciudad y la zona centro-sur, el patrón es inverso, aumentan los nacidos en Cali y disminuyen ios originarios de los municipios afrocolombianos. Pero esto es también válido en forma relativa para el área occidental pobre de ladera, aunque menos fuerte que en las áreas geográficas residenciales centro-sur. Por el contrario, los hogares no afrocolombianos ofrecen el patrón opuesto a los afrocolombianos: una mayor participación porcentual de jefes nativos en la zona oriental de Cali, en los sectores populares y una menor participación relativa en el estrato residencial de clases medias-altas y altas, con una alta participación como migrantes de áreas diferentes de procedencia a los municipios afrocolombianos, como era de esperar. Los mapas de la figuras 1 y 2 ¡lustran lo que nos revela la encuesta de la segmentación espacial y social de los lugares de residencia de los hogares afrocolombianos en Cali: globalmente
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POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
Cuadro No. 6. Distribución porcentual de la población de los núcleos familiares primarios en hogares afrocolombianos y de control según lugar de nacimiento del jefe del hogar, por estratos y dominios (porcentajes horizontales) LUGAR IDENTIFICADOR
CALI
M P I O . AFRO
DE N A C I M I E N T O
SUR VALLE
DE LOS JEFES DE
NORTI VALLE
EST. SOCIAL
SUR O C C I . ANDINO
Hog Hog Afr Ctr
Hog Hog Afr Ctr
Hog
Hog
Afr
Ctr
Hog Hog Afr Ctr
HOGAR
A N T . Y VIEJO CENTRO ORJE. CALDAS
Hog
Hog
Hog
Hog
Afr
Ctr
Afr
Ctr
BOCOTÁ/OTRA
Hog Hog Afr Ctr
A
19.8
21.9
57.0
4.8
9.1
4.8
2.6
20.0
7.9
30.1
2.8
14.3
1.4
B
28.3
31.6
44.2
1.5
10.1
4.0
5.5
11,1
7.3
20.6
2.5
31.0
2.0
C
33.8
26.6
18.0
2.3
11.9
5.6
5.8
20.8
17.0
30.1
12.0
19.9
1.5
D
30.0
18.8
42,0
6.5
7.2
17.9
5.0
14.4
7.5
26.2
5,0
11.0
E
34.3
38.2
32,9
2.7
10.0
10.0
5.8
9.4
9.1
26.2
3.7
11.7
F
40.7
25.9
20.2
2.8
6.0
1,8
7.5
21,6
11.3
13.2
11.0
TOTAL
29.2
26.5
40.1
3.9
8.6
7,9
5.0
16.2
9.1
23.1
5.5
4.3
TOTAL (% FILAS)
Hog
Hog
Afr
Ctr
100.0
100.0
100.0
100.0
1.6
100.0
100.0
3.3
5.4
100,0
100.0
4.2
1.8
100.0
100.0
21.6
3,2
13.0
100.0
100.0
17.2
2.5
5.2
100.0
100.0
y en cierto grado, esta segmentación es el resultado de un proceso complejo de segregación residencial. En el universo del estudio, los tres cuartos de la población de los hogares afrocolombianos viven en los dominios 1 (comunas 6, 7, 13, 14, 15, 15: 62% de la población), 3 (comunas 18 y 20: 10%) y 5 (urbanización de Decepaz: 3.2%), es decir en los barrios más populares de Cali. En la misma zona se agrupa solamente el 65% de la población de los hogares de control. Al otro extremo de la jerarquía económica, los barrios de clase media y alta del dominio 4 (sur de la comuna 9, comunas 10,1 7 y 19) reúnen el 15% de la población de hogares afrocolombianos pero el 24% de la población de hogares de control Dadas estas diferencias, relativamente moderadas, que se manifiestan a escala "macro" de la geografía socioeconómica de la ciudad, el termino de segregación puede parecer exagerado. Sin embargo, el fenómeno se agudiza a medida que se analiza más en detalles, según mecanismos sutiles donde los factores económicos y/o raciales no son probablemente los únicos en juego. Por ejemplo, a ca-
310
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
Mapa N o l . Proporción estimada de hogares afrocolombianos por sector cartográfico
45.90 35.00 32.00 27.00 25.00 22.00 16.30
Uíy Comunas
Fuente: O. Barbary. Encuesta Cidse/Orstom - mayo 1998.
311
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
o o.
I
S
"5 .c ."^ G 5 c ;®
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e
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:
a |
fe)
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313
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
racterísticas socioeconómicas ¡guales, la concentración relativa de la población de los hogares afrocolombianos es mayor en los barrios populares del oriente: en el distrito de Aguablanca y las comunas 6 y 7, que conforman el dominio 1 del estudio, vive el 62% de la población de hogares afrocolombianos contra el 47% de la población de hogares de control. Esta misma lógica de concentración geográfica se acentúa en ciertas comunas particulares como la 14 (14% de la población de hogares afrocolombianos contra 9% de la población de hogares de control), la 15 (10.5% de la población de hogares afrocolombianos contra 5.5% de la población de hogares de control) o la 7 (8% de la población de hogares afrocolombianos contra 4% de la población de hogares de control). Por otra parte, en el interior de algunos dominios y comunas, la estratificación socioeconómica de las manzanas10 introduce nuevamente, a un nivel mas fino, la segmentación racial. Es el caso en los dominios 1 y 2 donde existe una sobrerrepresentación de la población de los hogares afrocolombianos en los barrios de estratos socioeconómicos más bajos: 69% de la población de hogares afrocolombianos del dominio 1 vive en los tres estratos más bajos (1, 2 y 3, nivel socioeconómico "bajo") contra 58% de la población de hogares de control; en el dominio 2, los dos estratos más bajo (1 y 2, nivel socioeconómico "medio-bajo") concentran el 52.5% de la población de hogares afrocolombianos contra el 40.5% de la población de hogares de control. En cambio esta segmentación no ha lugar en los dominios 3 y 4; los porcentajes de población por estratos según característica racial del hogar no muestran diferencias significativas. Hasta ahora hemos comparado patrones de distribución residencial según una clasificación dicotómica de los hogares. Como se ha dicho anteriormente la composición racial de la s
Véase ibid p. 37-38; este es el nivel que se utilizó para la estratificación del muestreo y que nos permite ahora este tipo de análisis.
314
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
población de los hogares, afrocolombianos o de control, es muy heterogénea. Esta heterogeneidad introduce otro factor de segmentación en los patrones residenciales según la caracterización racial externa de los individuos. Retomando el nivel geográfico 'macro' de análisis, la lógica de concentración residencial de las población parece seguir una "jerarquía racial" estricta, asociando sistemáticamente los entornos urbanos más pobres con la población de color más oscura. Así los barrios populares del dominio 1, donde vive el 52% de la población total, reúnen 74% de la población negra, 52% de la población mulata, pero solamente 49% de la población mestiza y 47% de la población blanca. Al contrario los barrios de clase media y alta del dominio 4 (19% del total) son la residencia del 24% de la población blanca, 19% de la población mestiza, 18.5% de la población mulata, pero solamente el 7.5% de la población negra. Notamos en estos dígitos que las diferencias que oponen al promedio y entre ellas las poblaciones "no negras", es decir mulatas, mestizas y blancas son muy reducidas (e incluso pueden ser no significativas) en comparación de la diferencias entre ellas y la población negra. La conclusión estadística que tiene validez, sin duda alguna, es que existe globalmente una segregación socioracial de la población negra; no se puede decir lo mismo para las poblaciones mulatas y mestizas. El análisis de los patrones locales de segregación a partir de la estratificación socioeconómica de los dominios confirma la realidad del fenómeno. La frecuencia relativa de residencia de la población negra en los estratos socioeconómicos más bajos de cada dominio es siempre mucho más alta que el promedio. 74% contra 62% en el dominio 1. 61 % contra 44% en el 2. 95% contra 84% en el 3 y 72% contra 58% en el dominio 4. La población mulata muestra en general dígitos cercanos al promedio, mientras para las poblaciones blancas y mestiza se tiene variaciones más erráticas con lógicas distintas según el do-
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POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
minio. Si bien la "jerarquía racial" mencionada anteriormente se respeta en el dominio 1 donde la población blanca tiene la más baja frecuencia en los estratos 1, 2 y 3 con 54.2%, no es el caso en los otros dominios. En el dominio 2, los mulatos (40%) y los mestizos (35%) tienen frecuencia de residencia en estratos más bajos (1 y 2, nivel socioeconómico "medio-bajo") inferior a la de los blancos (47%) así como en los dominios 3 y 4 donde son también los mestizos los que tienen la más baja frecuencia relativa de residencia en los estratos más pobres de cada dominio (71 % en el dominio 3 y 40.5% en el dominio 4 contra 93% y 68.5% respectivamente para los blancos). El comentario de los mapas presentados en las figuras 1 y 2 requiere primero una aclaración metodológica. El tamaño de la muestra no permite una estimación directa confiable de los promedios por sector cartográfico. El dígito que hemos representado se obtiene haciendo la suma de los promedios por estratos, ponderada por el peso relativo de cada estrato en el sector. Por decirlo de otra manera, estos mapas son imágenes "suavizadas" de las tendencias que tienen las poblaciones de determinadas características raciales a una concentración local de su patrón de residencia. La escala gráfica, que corresponde aproximadamente a los cuantiles de la distribución del indicador, asigna el gris más claro a la concentración más baja y el más oscuro a la más alta. El primer mapa ¡lustra los resultados precedentes mostrando la coincidencia casi perfecta del patrón de concentración de la población de los hogares afrocolombianos con la distribución espacial de los barrios populares de Cali. También hay que observar que estos corresponden precisamente a los barrios de acogida de los inmigrantes: distrito de Aguablanca, comunas 6 y 7 (en particular sus franjas orientales a la orilla del río Cauca (los llamados "jarillones"), barrios e invasiones de laderas de Siloé y Melendez (comunas 18 y 20) y en menor grado el dominio 2 (norte de la comuna 9, comunas 11 y 12). Pero si recorda316
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
mos que la frecuencia promedia de hogares afrocolombianos en el universo del estudio es de 29.7%, y si volvemos a los dígitos por estratos para acertar la interpretación visual del mapa, la especificidad de este patrón de residencia aparece limitada a ciertas zonas: concentración muy alta en el estrato 1 del dominio 1 (57%) y alta en los estratos 2 y 4 del mismo dominio (38%), concentración baja, en cambio, en los dominios 3, 4 y 5 del dominio 4 (respectivamente 19%, 1 6% y 22%). Los mapas de la figura 2 muestran diferencias de concentración mucho más fuerte cuando se considera la caracterización racial externa de los individuos, a excepción de la población mulata. La distribución espacial de la población negra por ejemplo evidencia un gradiente fuerte y regular en dirección del oriente, desde los barrios de laderas del occidente (dominio 3 en su totalidad), donde se encuentran las tasas más bajas (4% en los estrato 1 y 2, 2 % en el estrato 3 y 1 % en el estrato 4) y la casi totalidad del dominio 4 (tasas inferiores al 5%), hasta los barrios del este del distrito de Aguablanca y los jarillones del río Cauca donde su peso alcanza 34% en promedio en el estrato 1 del dominio 1. Concentraciones cercanas al promedio (1 5%) se encuentran en todo el resto del dominio 1 así como en buena parte del dominio 2. A pesar de la impresión visual fuerte que da el mapa de la población mulata y mismo si es interesante el hecho de que ella presenta un patrón casi inverso al de la población negra, las diferencias con la concentración promedia (10%) no son muy marcadas (15% como máximo en el primer estrato del dominio 3 y 5% como mínimo en el estrato 2 del dominio 2). Para la población blanca, en cambio, encontramos nuevamente una fuerte variabilidad de su peso demográfico según los barrios, la cual obedece globalmente a una lógica de segmentación económica inversa a la de la población negra: concentración alta en los barrios de clase media y alta del dominio 4 (52% en estrato 2, 67% en estrato 3 y 55% en estrato 5)
317
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
y baja en los barrios más pobres del dominio 1 (27% en el estrato 1, 34% en el estrato 2 y 30% en el estrato 3); sin embargo, esta lógica sufre algunas excepciones como lo muestran las concentraciones muy bajas del estrato 4 en el dominio 4 (15%) y del estrato 4 en el dominio 3 (13%). Finalmente, la población con el patrón de distribución más complejo es probablemente la población mestiza, con mucha variabilidad local de los promedios por sector (como lo evidencia el mapa) y una lógica de concentración geográfica que no coincide globalmente con ningún tipo socioeconómico de barrio, simple reflejo de la gran heterogeneidad social de este grupo. Como conclusión general de este análisis cabe insistir en dos hechos fundamentales que demuestran, en su realidad estadística, los resultados de la encuesta. En primer lugar la intensidad de los procesos de segregación residencial socioracial que afectan la población de Cali, así como sus modalidades de funcionamiento, son variables y deben ser distinguidos según las composiciones raciales precisas de las diferentes categorías de población. Si bien para el conjunto de la población de los hogares afrocolombianos, el nivel de segregación que evidencia la encuesta puede calificarse de moderado, sin duda alguna la población negra es víctima de una segregación mucho más fuerte; no es el caso en cambio de las poblaciones mulatas y mestizas. En segundo lugar, estas lógicas de segmentación o segregación no pueden ser interpretadas únicamente en términos de un ostracismo racista, ya que son también el resultado de las estrategias u oportunidades residenciales específicas que corresponden a las redes migratorias desarrolladas por poblaciones de diferentes orígenes geográficos y sociales. En el caso de la población afrocolombiana, el papel del origen geográfico como factor de su diferenciación de la población no afrocolombiana, pero también como factor de heterogeneidad interna, es de gran importancia. 318
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
Diferenciales sociodemográficos por estrato socioeconómico y áreas sociogeográficas La población de los hogares afrocolombianos en Cali para los cinco dominios de la muestra en términos globales ofrece una estructura etárea, según grandes grupos de edad, similar a la población de control (Cuadro No. 5): los grupos menores de 20 años (42.6% en los hogares afrocolombianos y 40.4% en los de control), entre 20 y 59 años (50.9% en los hogares afrocolombianos contra 50.8 en los de control). Por otro lado, si se considera el lugar de nacimiento ambas poblaciones presentan casi el mismo porcentaje de nacidos en Cali, alrededor del 57-58%. Sin embargo, al observar detalladamente el Cuadro No. 7 se tiene que en el caso del rango de edad menores de 5 años hay una diferencia de cuatro puntos porcentuales entre las dos poblaciones, registrando los hogares afrocolombianos un mayor porcentaje en este grupo etáreo. La diferencia de esos cuatro puntos se disminuye luego en el siguiente grupo etáreo (5-19 años), en el que la población de hogares de control tiene una ligera mayor concentración (33% en los de control contra 31 % en los afrocolombianos). También para el último gran grupo etáreo, 60 y más años, hay una relativa diferencia, ya que la población de control tiene un poco más de dos puntos porcentuales en su distribución en ese rango respecto a la de hogares afrocolombianos. En el caso de los nativos las diferencias son más visibles en el primer rango de edad, la población menor de 5 años en los hogares afrocolombianos alcanza el 18.6% mientras en los de control llega al 12.2%. Además, es notorio en el Cuadro No. 7 la participación porcentual para las diversas zonas de procedencia en los hogares afrocolombianos de una población menor de 5 años, a diferencia de los hogares de control. También para el segundo gran grupo etáreo, 5-19 años, se observa una mayor participación porcentual en población de las áreas de procedencia más caracterizadas como afrocolombianas que las de control, con la 319
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
Cuadro No. 7 Distribución de la población de los hogares afrocolombianos y de control por grandes grupos de edad, según región de nacimiento (% filas) GRUPO DE EDAD
(0-4)
HOGAR AFRO
(5-19) (20-29) (30-59) 60AÑOS
AÑOS
AÑOS
AÑOS
AÑOS
O MAS
TOTAL
% FIL.
% FIL.
% FIL.
% FIL.
% FIL.
18.6
43.2
18.3
18.5
1.5
100.0
57.2
263617
3.0
12.7
26.9
49.2
8.2
100.0
8.4
38597
Cauca y Patía
3.6
15.6
26.9
43.1
10.8
100.0
2.6
11906
Norte del Cauca
2.7
12.3
16.0
56.1
12.9
100.0
4.9
22390
Buenaventura
4.3
23.1
33.6
35.7
3.4
100.0
4.1
18990
Chocó, Mur, Vig
1.9
14.5
24.1
49.7
9.8
100.0
3.1
14138
1.5
11.8
16.1
53.0
17.5
100.0
13.0
59760
Colombia
0.8
18.7
15.8
44.0
20.77
100.0
6.8
31338
TOTAL
11.6
31.0
19.5
31.4
6.6
100.0 100.0 460736
12.2
47.0
19.2
20.4
1.3
100.0
58.9
642831
1.5
84.0
14.5
100.0
0.4
4430
29.0
29.6
21.4
17.9
100.0
1.5
16422
29,9
100.0
1.0
11284
100.0
0.4
4239
%F1L.
%COL. N R O . OBS
REGIÓN DE NACIMIENTO
Cali Costa pacífica, Nariño Costa pacífica
Otros Valle, Cauca, Nariño Otros municipios
HOGAR CONTROL
REGIÓN DE NACIMIENTO
Cali Costa pacífica, Nariño Costa pacífica, Cauca y Patía
2.0
Norte del Cauca
24.7
17.6
27.9
Buenaventura
49.6
34.0
6.3
Chocó, Mur, Vig
58.6
41.4
100.0
0.1
1353
Otros Valle, Cauca, Nariño
0.2
9.6
16.5
55.4
18.3
100.0
20.0
218783
21.9
100.0
17.6
192356
Otros municipios
320
Colombia
0.7
14.2
15.1
48.0
TOTAL
7.4
33.0
18.4
32.4
8.9
100,0 100.0 1091698
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
excepción de los procedentes de Buenaventura en hogares de control. En realidad, el mayor peso porcentual de la población en los hogares de control en este rango de edad es influido por la población nativa. Otro dato interesante es que a partir de los 20 años los procedentes de municipios correspondientes a "otros del Valle, Cauca, Nariño" y "otros municipios de Colombia", la fuente principal de la migración en los hogares de control, tienen en los dos tipos de hogares estructuras etáreas muy similares. Por el contrario, este fenómeno es distinto para las poblaciones de los dos tipos de hogares procedente de municipios afrocolombianos, debido a un mayor peso porcentual de las edades menores a los 20 años para los nacidos en estos municipios, incluso de los individuos de hogares de control. No sobra señalar que esto de nuevo revela, como lo ha señalado antes Barbary (ídem.: 2-3), la importancia de la mezcla interracial y una mayor heterogeneidad de lugares de nacimiento de los individuos en el interior de los hogares afrocolombianos, así como una relativa participación de individuos de los hogares de control que han nacido en la región Pacífica y norte del Cauca, mucho menor, es cierto, pero de todos modos a tener en cuenta. En los estratos bajos-bajos de la franja oriental de Cali son mayores las tasas de dependencia total y juvenil para los hogaCuadro No. 8. Tasas de dependencia e índices de masculinidad de la población en hogares afrocolombianos y de control por estratos sociales IDENTIFICADOR
TASA DE DEPENDENCIA
TASA DE DEPENDENCIA
ÍNDICE DE
TOTAL
IUVENIL
MASCULINIDAD
EST. SOCIAL
Hog Afr.
Hog Cont
Hog Afr.
Hog Cont
Hog Afr.
A
1.14
0.96
1.06
0.87
0.85
Hog Cont 1.04
B
0.92
1.08
0.84
0.89
0.86
0.67 0.68
c
1.02
0.95
0.85
0.87
0.78
D
0.93
1.00
0.82
0.79
0.90
1.08
E
1.01
0.95
0.82
0.76
0.76
0.93
F
0.72
1.07
0.51
0.71
0.81
0.70
TOTAL
0.96
0.97
0.84
0.80
0.83
0.85
321
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
res afrocolombianos y menor el índice de masculinidad. Esto significa que en los sectores bajos-bajos la población menor de 20 años tiene un mayor peso en los hogares afrocolombianos que en los hogares de control. Esto se debe a que son hogares con uniones más jóvenes. Se cumplen las variaciones de descenso de la tasa por tipos de barrios según sus características socioeconómicas, desde las zonas populares hasta las áreas residenciales acomodadas de la ciudad. Pero para el conjunto de las dos poblaciones no existen diferenciales. La distribución observada de los hogares afrocolombianos y de control de acuerdo a la tipología del hogar" y dominios muéstrales (Cuadro No. 9) permite afirmar que las categorías de hogar nuclear completo sin hijos de crianza es el modelo dominante en los dos tipos de hogares, aunque en los hogares afrocolombianos es claro que tiene un peso porcentual mayor (48.1% contra 43.6%, Cuadro No. 9). En el dominio 1 es donde se alcanza el mayor peso porcentual en la distribución a favor de esta categoría en forma similar para los dos tipos de hogares (50%), y en el 3 para los hogares afrocolombianos (53%),mientras en el 2 se dan los menores porcentajes para los dos tipos de hogares con la misma distribución porcentual, en el 4 llama la atención la diferencia tan marcada entre los dos tipos de hogares, muy a favor de este tipo de hogar en los afrocolombianos (45.3% contra 33.1 %). Los hogares unipersonales predominan claramente en el dominio 2, sobretodo para los hogares de control (15% de los hogares en el grupo de control en este dominio son unipersonales, Cuadro No. 9), pero también es el dominio en el que se alcanza una cierta participación porcentual por encima de otras categorías para los hogares afrocolombianos (5.3%). Los hogares nucleares 1
Es la misma tipología estándar en forma ampliada, la cual separa para los hogares compuestos a hogares conformados "con" y "sin" parientes. La particularidad en el tipo de datos recogidos por la encuesta y su ordenamiento para el análisis ha sido la inclusión de diversas categorías de parientes y no parientes así como en todas las categorías la presencia o ausencia de "hijos de crianza".
322
OLIVIER BARBARY -
HÉCTOR FABIO RAMÍREZ -
FERNANDO
URREA
Cuadro No. 9. Distribución de los hogares afrocolombianos y de control según tipología de hogares en cuatro zonas geográficas de Cali que cubren el 76 % de todos los hogares de la ciudad ZONAS GEOGRÁFICAS
ZONA BARRIOS
ZONA CENTRO-
ZONA BARRIOS
ZONA RESIDENCIAL
DE LA CIUDAD Y
POPULA. ORIENTALES
ORIENTE COMUNAS
POPULARES LADERA
CENTRO-SUR
CLASES SOCIALES
COMUNAS 6 , 7 , 1 3
11,12 Y NORTE
COMUNAS 18 Y 20
COMUNAS 10,17,
14,15, 16,21
COMUNA 9
CLASES BA]AS-BAJAS,
CLASES MEDIAS-BAIAS
CLASES BAJAS-BAJAS,
CLASES M E D I A S -
6AIAS Y MEDIAS-
Y MEDIAS-MEDIAS
BAJAS Y MEDIAS BAJAS
MEDIAS, MEDIAS,
DOMINIO 1
DOMINIO 2
DOMINIO 3
DOMINIO 4
Afro-
Afro-
Afro-
Afro-
1 9 Y SUR C O M U N A
BAIAS
TIPOLOGÍA HOGAR
DE LOS
HOGARES DE C A | 1 9
Y 8 5 % HOGARES AFROCOLOMBIANOS
MEDIAS-ALTAS Y ALTAS
Control
colom.
Control
Control
colom.
colom.
Control
___
52.9
43.9
6.6
3.5
___
15.4
7.7
6.2
6.8
-
1,4
-
___
9.0
14.1
8,4
1.9
0.8
-
0.5
7.9
9.9
2.1
PARIENTES COMPLETO 6 . 0
Afro-
Control
colom.
colom.
3.1
HOGAR
TOTAL: 76%
3.4
3.3
3.4
33.1
48.1
43.6
2.7
1.0
2.7
2.4
11.5
16.3
11.1
11.4
___
3.0
2.2
1.2
0.5
11.3
20.6
8.3
8.9
9.0
11.8
-
0.3
___
1.0
...
0.7
-
14.9
15.7
13.6
10.1
8.6
19.4
9.4
13.1
1.0
1.0
2.2
___
___
0.3
—
1.5
0.8
4.0
3.8
7.4
6.0
11.5
2.7
5.3
4.5
2.6
0.6
50.1
50.7
37.5
2.7
2.3
2.0
10.9
11.3
1.0
5.3
14.9
4.6
UN1PERSONA1 NUCLEAR COMPLETO Sin
37.3
45.3
hijos de crianza NUCLEAR COMPLETO COn hijos de crianza NUCLEAR INCOMPLETO Sin hijos de crianza NUCLEAR INCOMPLETO C O P hijos de crianza EXTENSO COMPLETO Sin hijos de crianza EXTENSO COMPLETO COn hijos de crianza EXTENSO INCOMPLETO sin hijos de crianza EXTENSO INCOMPLETO C O n hijos de crianza COMPUESTO C O N
___
sin hijos de crianza
323
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
COMPUESTO CON PARIENTES COMPLETO
0.1
-
0.3
...
...
. „
—
1.9
0.1
0.4
4.4
0.9
4.1
6.4
1.2
___
7.4
9.3
4.5
3.6
0.2
-
1.1
—
—
—
0.9
—
0.4
-
0.5
3.5
1.4
_._
0.5
—
1.1
3.4
0.7
2.5
0.1
___
1.2
___
___
___
___
___
0.2
-
1.3
1,8
—
___
—
7.1
0.9
___
1.0
1.7
0.5
___
1.6
___
1.3
___
1.7
1.1
0.9
0.33
con hijos de crianza COMPUESTO CON PARIENTES INCOMPLETO
sin hijos de crianza COMPUESTO CON PARIENTES INCOMPLETO
con hijos de crianza COMPUESTO SIN PARIENTES COMPLETO
sin hijos de crianza COMPUESTO SIN PARIENTES COMPLETO
con hijos de crianza COMPUESTO SIN PARIENTES INCOMPLETO
sin hijos de crianza COMPUESTO SIN PARIENTES INCOMPLETO
con hijos de crianza TOTAL
(%)
100.0 100.0 100.0 100.0
100.0 100.0 100.0
100.0 100.0
100.0
completos con hijos de crianza no son tan importantes como se podría pensar, con una distribución porcentual casi igual para los dos tipos de hogares (2.7% y 2.4% respectivamente). Similar distribución para los dos tipos de hogares en el total de los cuatro dominios de los nucleares incompletos sin hijos de crianza. En este tipo de hogar sí llama la atención que es en el dominio 2 donde aparece un valor significativo para los hogares afrocolombianos del 15.4% sólo comparable con los de control del dominio 4 (15.3%). Ciertamente en el dominio 2 parecieran darse las mayores sorpresas en los dos tipos de hogares, mayor porcentaje de hogares unipersonales y jefes de hogar sin cónyuge, lo cual está en estrecha relación con la mayor tasa de jefatura femenina, y por lo mismo un menor porcentaje que en el resto de los dominios de hogares nucleares completos. Menos importancia tiene la modalidad nuclear incompleto con hijos de crianza. 324
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ -
FERNANDO URREA
Cuadro No. 10. Tamaño promedio del hogar según tipología del hogar en hogares afrocolombianos y de control, en cuatro zonas geográficas de Cali que cubren el 76% de todos los hogares de la ciudad ZONAS GEOGRA.
Z O N A BARRIOS
Z O N A BARRIOS
Z O N A RESIDENCIAL
DE LA CIUDAD Y
POPULA. ORIENTALES ORIENTE COMUNAS
POPULARES LADERA
CENTRO-SUR
CLASES SOCIALES
COMUNAS 6,7,13
1 1,12 Y NORTE
COMUNAS 1 8 Y 2 0
COMUNAS 10,17,
14,15,16,21
COMUNA 9
CLASES BAJAS-BAIAS,
CLASES MEDIAS-BAIAS
CLASES BAIAS-BAIAS,
CLASES MEDIAS-
BAJAS Y MEDIAS-
Y MEDIAS-MEDIAS
BAJAS Y MEDIAS-
MEDIAS, MEDIAS-
BAIAS
ALTAS Y ALTAS
DOMINIO 3
DOMINIO 4
Z O N A CENTRO-
1 9 Y SUR COMUNA 9
BA|AS DOMINIO 1 TIPOLOGÍA H O G A R
Afro
DOMINIO 2
Control
colom NUCL. COMPL.
4.0
Afro
Control
colom
4.2
Afro
Control
Afro
Control
colom
colom
TOTAL: 7 6 % DE LOS HOGARES DE C A L I Y 8 5 % HOGARES AFROCOLOMBIANOS
Afro
Control
colom
3.8
4.8
4.1
4.5
4.1
3.8
4.0
4.2
5.8
4,2
4.9
—
4.3
5.0
4.6
4,6
sin hijos crianza. NUCE. COMPL.
4.4
4.9
con hijos crianza NUCL. INCOMPL.
3.5
3.1
3.4
2.6
3.6
3.0
3.0
3,0
3.4
3.0
4.1
—
3.3
—
—
—
3.6
4.0
3.8
4.0
6.4
6.2
5.9
6.0
6.4
6.6
5.1
5.1
6.2
6.1
8.8
—
5.0
—
11.0
—
6.8
—
8.2
—
5.7
5.7
5.2
4.9
4.3
5.8
4.4
4.4
5.2
5.1
7.5
7.0
—
—
4.0
—
7.3
7.0
4.0
5.7
6.2
7.0
5.5
5.5
5.5
6.4
6.0
sin hijos crianza NUCL. INCOMPL. con hijos crianza EXTENSO COMPL. sin hijos crianza EXTENSO COMPL. con hijos crianza EXTENSO INCOMPL. sin hijos crianza EXTENSO INCOMPL.
7.4
7.0
con hijos crianza COMPUESTO CON
5.5
4.3
PARIEN. COMPL. sin hijos crianza COMPUESTO CON
5.0
7.1
6.0
PARIEN. COMPL. con hijos crianza COMPUESTO CON
4.6
3.0
3.7
2.8
3.0
4.1
4.1
4.3
3.7
PARIEN.INCOMPL. sin hijos crianza COMPUESTO CON
5.5
4.0
3.0
4.0
PARIEN.INCOMPL. c o n hijos c r i a n z a
325
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
COMPUESTO SIN PARIEN. COMPL.
5.6
4.3
5.0
—
4.0
—
4.0
5.4
5.0
4.6
sin hijos crianza COMPUESTO SIN
5.0
6.0
5.3
PARIEN. COMPL.
con hijos crianza COMPUESTO SIN
4.6
3.7
2.0
3.0
4.4
2.8
PARIEN. INCOMPL.
sin hijos crianza COMPUESTO SIN
2.3
3.5
2.8
2.1
3.0
2.7
3.0
3.9
3.9
4.3
4.4
PARIEN. INCOMPL.
con hijos crianza Tamaño medio total (incluyendo
4.5
4.5
4.1
4.0
4.4
5,1
a los hogare unipersonales)
Correlativamente los hogares extensos, completos e incompletos sin hijos de crianza, tienen más peso porcentual en los hogares de control, con algunas variaciones por dominio: en los hogares de control es mayor el peso porcentual de los extensos completos en los dominios 1, 3 y 4, y de los extensos incompletos en los dominios 1, 2 y 4. En cambio, la modalidad de hogares compuestos con parientes, completos e incompletos, a pesar de su menor peso en la distribución porcentual, es relativamente más relevante en los hogares afrocolombianos (Cuadro No. 9). Los hogares compuestos sin parientes, completos e incompletos, sin hijos de crianza tienen poca participación porcentual en el conjunto de los datos, aunque con un claro destaque en los hogares de control (sobre todo en los dominios 1, 3 y 4). Los hogares con hijos de crianza en las distintas categorías de la tipología para los hogares afrocolombianos alcanzan el 7.7% de todos los hogares y para los de control el 4.4% (Cuadro No. 9). En los afrocolombianos del dominio 1 son el 7.5% de los hogares y en los de control el 3.3%, en el dominio 2 el 9.1 % en los afrocolombianos y el 8.8% en los de control, en el dominio 3 el 5.1 % en los afrocolombianos y ninguno en los de control, y en el 4 el 9.6% y el 6.2% respectivamente (Cuadro
326
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
No. 9). En resumen, si bien no es un fenómeno exclusivo de los hogares afrocolombianos, sí predomina en todos los dominios en este tipo de hogares. No obstante, en el conjunto del total de hogares afrocolombianos el peso porcentual de este componente es relativamente reducido (inferior al 8%), lo cual en cierto modo es un hallazgo no esperado por la importancia que le fue dada a esta especificidad para el análisis de la tipología de hogares. Por otra parte, es claro que el evento de los hijos de crianza aumenta su participación porcentual a medida que se pasa de los dominios 1 y 2 a los dominios 2 y 4 de condiciones socio-económicas mejores, si bien no hay valores porcentuales muy distintos entre estos dos últimos dominios. El tamaño promedio del hogar según la tipología, para los dos tipos de hogar, en los cuatro dominios (Cuadro 10), es similar en los afrocolombianos y de control para el total, aunque ligeramente un poco menor en los primeros. Los hogares de control arrojan un tamaño promedio mayor en el dominio 1 en los hogares nucleares completos, sobre todo en los nucleares completos con hijos de crianza; luego se presentan variaciones para los otros dominios. En el dominio 2 el tamaño promedio es mayor en los afrocolombianos en la categoría anterior, pero en el 4 de nuevo los de control tienen un mayor tamaño promedio, muy posiblemente por el efecto antes analizado de los hijos adolescentes. Sin embargo, en el total para la categoría nuclear completo con hijos de crianza se da el mismo tamaño promedio (4.6 personas). Los nucleares completos sin hijos de crianza tienen tamaños promedios ligeramente mayores en los de control, con excepción del dominio 4, y en el total el tamaño es mayor en los hogares de control. Los nucleares incompletos varían en tamaño promedio en los dos tipos de hogar, según hayan hijos de crianza: sin hijos de crianza el tamaño promedio es mayor en los afrocolombianos y lo opuesto, con hijos de crianza, en los de control. No hay 327
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
diferencias apredables de tamaño para los hogares extensos completos sin hijos de crianza en los cuatro dominios. Se trata de un tamaño promedio entre 6.2 y 6.1 miembros, como era de esperar por encima del promedio total. En cambio, al no haber en esta misma categoría hijos de crianza para los hogares de control sólo aparecen en los hogares afrocolombianos, constituyendo la categoría de mayor tamaño promedio de miembros en estos hogares (8.2 personas, Cuadro No. 10). Los extensos incompletos sin hijos de crianza presentan tamaños muy similares en los distintos dominios en los dos tipos de hogares, con un ligero mayor tamaño en los afrocolombianos. En los extensos incompletos con hijos de crianza el tamaño es mayor en los hogares afrocolombianos, con el segundo valor después del extenso completo con hijos de crianza (Cuadro No. 10). Los compuestos con parientes completos sin hijos de crianza tienen tamaños promedios ¡guales a los hogares afrocolombianos y de control, pero con fuertes variaciones por dominio: en el 1 es mayor el tamaño de los afrocolombianos, en cambio en los dominios 2 y 3 se da lo contrario, y en el 4 no se presenta la modalidad en los de control. Esta misma modalidad con hijos de crianza presenta un tamaño promedio total de 4 miembros, con los mayores valores en el dominio 1 sólo en los hogares afrocolombianos (7.1 miembros) y en el 4, sólo en los de control (6 miembros, Cuadro No.° 10). En fin, en los hogares compuestos, con y sin parientes, completos e incompletos, con y sin hijos de crianza, el mayor tamaño promedio corresponde a los hogares afrocolombianos, con la única excepción de los compuestos sin parientes con hijos de crianza con un tamaño promedio mayor para los hogares de control. El ligero mayor tamaño promedio de los hogares de control respecto a los afrocolombianos se debe a la mayor participación que en estos hogares tienen los extensos completos sin hijos de crianza, ya que como se vio antes, en cambio, los ho-
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OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
gares afrocolombianos tienen una mayor participación porcentual en los nucleares completos, especialmente sin hijos de crianza, cuyo tamaño medio es igual en los dos tipos de hogares pero inferior al de los extensos completos. Cuadro No. 11. Tasa de jefatura femenina según edad del jefe del hogar ÍDENTIF1CADOR
TIPO DE HOGAR
EST. SOCIAL
MENOS DE 30
(30-39)
(40-59)
( 6 0 AÑOS
AÑOS
AÑOS
AÑOS
Y MAS)
TOTAL
A
Hogar Afro Hogar Control
20.7 14.5
33.9 14.2
36.0 38.5
51.6 26.9
33.3 26.7
B
Hogar Afro Hogar Control
19.6 27.1
12.4 26.4
34.8 34.1
20.2 79.5
25.0 33.5
C
Hogar Afro Hogar Control
8.5 45.7
14.8 17.7
35.1 14.0
26.3 72.4
22.1 22.8
D
Hogar Afro Hogar Control
20.1 14.2
25.3 18.5
36.5 19.5
39.8 18.5
30.7 19.8
E
Hogar Afro Hogar Control
45.7 7.2
29.3 31.8
40.7 27.3
52.7 52.2
41.7 31.8
F
Hogar Afro Hogar Control
30.7 18.4
33.9 28.2
37.8 37.7
40.5 31.8
37.4 32.1
Promedio general
Hogar Afro Hogar Control
23.5 22.3
25.9 23.3
36.6 28.1
40.8 34.7
31.9 27.7
La tasa de jefatura femenina, según lugar de nacimiento y edad del jefe del hogar, (Cuadro No. 11) presenta las siguientes características: a) una mayor tasa de jefatura femenina para el total de los estratos socioeconómicos en los hogares afrocolombianos que en los de control, en todas las edades del jefe del hogar, aunque la diferencia es muy reducida en el primer grupo de edad (Cuadro No. 11); b) a nivel de estratos aumenta la tasa a medida que se pasa a los estratos de clases medias-bajas, clases medias-medias y altas, con la excepción notable de los sectores de clases medias bajas de la zona oriental de la ciudad, en donde la tasa es más alta para los hogares de control. Es interesante observar que si bien las tasa más altas las tienen los sectores de clases medias-medias, medias-altas y altas (por ejemplo, los hogares afrocolombianos en E), no es un fenómeno progre-
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POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
sivo su incremento, ya que es especialmente válido este incremento a partir de los sectores de clases medias, sobre todo para los hogares afrocolombianos (Cuadro No. 11). Las tasas más altas en los hogares afrocolombianos se encuentran en las clases medias-medias y medias-altas y altas, para todos los grupos de edad del jefe de hogar. En cambio, los barrios populares de ladera, registran curiosamente la tasa más baja para los hogares afrocolombianos y una de las más bajas para los de control. Como se ha advertido en un estudio de Urrea sobre Cali12 (1 997), que presenta resultados similares, la tasa femenina no necesariamente está asociada a las poblaciones más pobres, encontrándose mayores tasas en sectores medios y altos en una ciudad como Cali. En este sentido no es adecuado implicar una situación de mayor o menor pobreza a una determinada población por el peso que tenga la jefatura femenina en el conjunto de ella. Otro asunto es que en los estratos sociales pobres los hogares más pobres sean jefeados por mujeres, lo cual no se puede inferir del carácter de la jefatura femenina sino de las características socioeconómicas de esas mujeres, como sus capitales escolar, cultural y social, y el tipo de ocupación e inserción al mercado de trabajo que ellas tienen.
Comparación de indicadores de condiciones de vida de los hogares a f r o c o l o m b i a n o s y n o a f r o c o l o m b i a n o s Dentro del marco del proyecto "Identidades y movilidades en el Pacífico c o l o m b i a n o " , que contempla un trabajo multidisciplinario, se involucra la captación de información a través de una encuesta especializada, que pretende describir la situación de la población de los hogares en Cali, seg12
"Dinámica sododemográfica, mercado laboral y pobreza en Cali durante las décadas de los años 80 y 90", en: Revista de Coyuntura Social, segundo semestre 1997, Fedesarrollo, Bogotá 1997, pp. 150-164.
330
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
mentada en dos muestras: una de población afrocolombiana y otra de población no afrocolombiana. En el presente escrito se contemplan algunos de los indicadores simples que utiliza el método NBI 1 3 : el hacinamiento crítico y el acceso a los servicios públicos. Adidonalmente, se introduce en el análisis un indicador referente a la posesión de bienes y equipamiento del hogar. A partir de estos indicadores simples, se pretende comparar la situación de los hogares afrocolombianos y no afrocolombianos. Para captar el efecto de la participación del Estado en el nivel de desarrollo de las diferentes comunidades que habitan la ciudad de Cali, nos preguntamos si existen diferencias entre las dos poblaciones estudiadas tanto a nivel global como a nivel socioeconómico para cada una de las características sociodemográficas anteriormente mencionadas. Indicador de hacinamiento de los hogares El hacinamiento es una variable continua que se obtiene dividiendo la variable número de personas del hogar por el número de cuartos del hogar que son utilizados para dormir. Por fines prácticos de análisis e interpretación, esta variable se discretizó en dos categorías, a saber: £ Hacinamiento medio: cuyo valor es inferior a tres personas por cuarto. £ Hacinamiento alto: cuyo valor es superior o igual a tres personas por cuarto. El comportamiento de los dos indicadores de hacinamiento, tanto del índice promedio como el hacinamiento crítico, nos mues' El indicador (NBI) define una serie de cualidades básicas de ciertos bienes y servicios a partir de cinco indicadores simples: -viviendas inadecuadas, hacinamiento crítico, servicios inadecuados, alta dependencia económica, inasistencia escolar. (Misión Social, DNP, 1998:153-154).
331
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
tran que, en el nivel socioeconómico muy alto F, las dos poblaciones presentan condiciones similares, mientras que en los estratos socioeconómicos bajo B, medio-bajo C, medio D y alto E las diferencias entre las dos poblaciones son considerables. Este hecho puede llevar a pensar que se deba a que los hogares afrocolombianos son más numerosos que los hogares no afrocolombianos. Sin embargo, si revisamos la variable "tamaño promedio del hogar", vemos que el tamaño promedio del hogar no incide sustancialmente, salvo el caso del estrato socioeconómico (A), donde el tamaño promedio del hogar (4.66) es mayor que el de cualquier otro estrato socioeconómico en la población afrocolombiana, (Ver cuadro No. 13). Cuadro No. 13. Distribución de los hogares según el índice de hacinamiento por indicador, estrato, dominio y promedio general IDENTÜTCADOR
TIPO DE HOGAR
EST. SOCIAL
IND. ALTO 3 Y
HACINAMIENTO
TAMAÑO
MÁS
PROMEDIO
PROMEDIO
PROMEDIO
DEL HOGAR
DE LA V1V.
Nü.
DE CUARTOS
A
Hogar Afro Hogar Control
39.4 30.8
2.72 2.47
4.66 4.49
1.97 2.09
B
Hogar Afro Hogar Control
31.1 16.2
2.43 2.04
4.39 4.65
2.05 2.47
C
Hogar Afro Hogar Control
36.4 24.6
2.49 2.24
4.37 5.07
2.11 2.44
D
Hogar Afro Hogar Control
30.0 16.4
2.25 2.06
4.34 4.44
2.26 2.35
E
Hogar Afro Hogar Control
24.3 14.8
2.19 1.88
4.08 4.04
2.13 2.44
F
Hogar Afro Hogar Control
6.3 1.0
1.62 1.53
3.95 3.94
2.74 2.73
Promedio general
Hogar Afro Hogar Control
29.1 15.4
2.32 1.98
4.34 4.37
2.19 2.45
El mayor hacinamiento en los hogares afrocolombianos se puede atribuir al hecho de que los hogares afrocolombianos habitan viviendas más pequeñas. En todos los estratos socioeconómicos, el tamaño de la vivienda de los hogares afroco332
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
lombianos es menor, haciendo la aclaración que no se toma en cuenta el área física de la vivienda. El análisis de ios patrones de comportamiento de los indicadores de hacinamiento a partir de la estratificación socioeconómica de los dominios, confirma que los hogares no afrocolombianos tienen mayores facilidades para acceder a viviendas más grandes y a mejorar con mayor rapidez sus condiciones de hacinamiento, mientras que en los hogares afrocolombianos estas mejoras se dan con lentitud.
Acceso a los servicios públicos y posesión de bienes de equipamiento de los hogares Hasta ahora, sólo se han considerado variables asociadas a condiciones de alojamiento de los hogares sin tener en cuenta ninguna variable de acceso a los servicios públicos o a bienes de equipamiento de los hogares. Dentro de la gama de variables analizadas de estas dos componentes, nos parece pertinente considerar las siguientes variables: el acceso al suministro de agua y al teléfono y la posesión de muebles de sala y de nevera, que más discriminan las dos poblaciones de estudio. En cuanto al acceso a los servicios públicos (suministro de agua y teléfono) y a la posesión de bienes de equipamiento (muebles de sala y nevera), siempre los hogares afrocolombianos están por debajo de los hogares no afrocolombianos (ver Cuadro No. 14). Sin embargo, en los estratos muy bajo A, bajo B, alto E y muy alto F, estas diferencias son relativamente moderadas, en otras palabras no hay diferencias significativas entre las dos poblaciones. Estas diferencias se agudizan en los estratos medio-bajo C y medio D, donde existen diferencias importantes entre los dos tipos de hogares. Aparentemente, los hogares no afrocolombianos tienen mayor facilidad para adquirir bienes de equipamiento y acceder a servicios telefónicos, sin in-
333
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
cluir el acceso al suministro de agua que viene a hacer la excepción a nivel socioeconómico medio-bajo C (zona de laderas de Cali) donde el patrón se invierte. Cuadro No. 14. Distribución de los hogares según servicios públicos y bienes de equipamiento del hogar por indicador, dominio, estratos socioeconómicos y promedio general SERVICIOS PÚBLICOS lOENTI PICADOR
T I P O DE HOGAR
EST. SOCIAL
SUMINISTRO
TELÉFONO
BIENES DE EQUIPAMIENTO MUEBLES
NEVERA
DE SALA
DE AGUA
A
Hogar Afro Hogar Control
62.6 63.3
36.0 41.1
49.0 51.5
74.1 75.7
B
Hogar Afro Hogar Control
59.5 70.4
41.7 46.1
58.8 60.7
80.3 84.3
C
Hogar Afro Hogar Control
83.1 78.1
32.2 51.2
57.3 75.1
72.1 89.8
D
Hogar Afro Hogar Control
74.9 81.3
63.2 73.4
67.4 83.0
82.2 86.0
E
Hogar Afro Hogar Control
55.4 59.8
65.2 70.2
62 65
78.5 83.7
F
Hogar Afro Hogar Control
88.6 94.2
86.6 91.1
86.2 93.4
95.0 100.0
Promedio general
Hogar Afro Hogar Control
69.9 76.9
53.5 66.5
62.4 74.7
80.2 87.9
Para poder expl ¡car estas diferencias debemos tener en cuenta la segregación socioespacial existente en la ciudad de Cali y otros factores que pueden incidir sobre estas diferencias. Podría ser que el grueso de la población afrocolombiana residente en Cali sea migrantes o hijos de migrantes; entonces habría que considerar los factores como el lugar de procedencia, el tiempo de residencia en Cali, la formación intelectual y la capacidad para integrarse laboralmente. Teniendo en cuenta esta situación se podría pensar en generar un indicador de calidad de vida que involucre estos factores y realizar una tipología de hogares para así contar con mejores argumentos que expliquen estas diferencias.
334
Referencias bibliográficas BARBARY, Olivier. "Observar los hogares afrocolombianos en Cali, problemas teóricos y metodológicos ilustrados", en: BARBARY, Olivier; BRUYNEEL, Stéphanie; RAMÍREZ, Héctor Fabio; URREA, Fernando. Afrocolombianos en el área metropolitana de Cali. Estudios sociodemográficos. Documentos de trabajo 38, proyecto Cidse-Ird, Cidse, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Cali, 1999 A, pp. 5-30. BARBARY, Olivier. "Afrocolombianos en Cali: ¿Cuántos son, dónde viven, de dónde vienen?", en: BARBARY, Olivier; BRUYNEEL, Stéphanie; RAMÍREZ, Héctor Fabio; URREA, Fernando. Afrocolombianos en el área metropolitana de Cali. Estudios sociodemográficos. Documentos de trabajo 38, proyecto Cidse-Ird, Cidse, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Cali, 1999 B, pp. 33-51. BRUYNEEL, Stéphanie; RAIMÍREZ, Héctor Fabio. "Comparación de indicadores de condición de vida de los hogares afrocolombianos y no afrocolombianos en Cali". BARBARY, Olivier; BRUYNEEL, Stéphanie; RAMÍREZ, Héctor Fabio; URREA, Fernando. Afrocolombianos en el área metropolitana de Cali. Estudios sociodemográficos. Documentos de trabajo 38, proyecto Cidse-Ird, Cidse, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Cali, 1999, pp. 53-61.
Misión Social, Departamento Nacional de Planeación. Informe de desarrollo humano para Colombia, 1998. Tercer Mundo Editores, Departamento Nacional de Planeación - 40 años, Misión Social-PNUD. Bogotá, 1998. URREA GIRALDO, Fernando. "Dinámica sociodemográfica, mercado laboral y pobreza en Cali durante las décadas de los años 80 y 90", en Revista de Coyuntura Social, segundo semestre de 1997, Fedesarrollo, Bogotá, 1997, pp. 105-164.
335
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
URREA GIRALDO, Fernando. "Algunas características sociodemográficas de los individuos y hogares afrocolombianos en Cali". BARBARY, Olivier; BRUYNEEL, Stéphanie; RAMÍREZ, Héctor Fabio; URREA, Fernando. Afrocolombianos en el área metropolitana de Cali. Estudios sociodemográficos. Documentos de trabajo 38, proyecto Cidse-Ird, Cidse, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Cali, 1999, pp. 63-98.
336
Dinámica del poblamiento y algunas características de los asentamientos populares con población afrocolombiana en el oriente de Cali1 Fernando Urrea Giraldo2 Fernando Murillo Cruz3
Introducción La ciudad de Cali presenta una diferenciación sociogeográfica en cuatro grandes corredores sociales (URREA, 1997: 154-156). Dos de ellos corresponden a los asentamientos residenciales donde se concentran la mayor parte de los sectores populares 1
Este documento forma parte de los resultados del proyecto Cidse-IRD (antiguo ORSTOM), "Movilidad, urbanización e identidades de la población afrocolombiana de la región Pacífica". Agradecemos las observaciones a una versión preliminar por parte de los compañeros del equipo Cidse-IRD, Olivier Barbary, Odile Hoffmann y Héctor Fabio Ramírez. PosteriormenteJacques Aprile y Gilma Mosquera hicieron una lectura detallada a una segunda versión preparada para esta ponencia, aportando observaciones muy precisas, unas relacionadas con una mejor precisión sobre los eventos históricos aquí referidos y otras que tienen que ver con una perspectiva contextual sobre el conflicto de tierras urbanas en Cali que se abre en el oriente de la ciudad a partir de finales de la década del 40. Por otro lado, Aprile y Mosquera nos han dado acceso a una bibliografía y documentación existente de enorme importancia para entender la dinámica de los barrios que aquí analizamos. Jacques se tomó el tiempo necesario para hacer estos comentarios. De todos modos es de nuestra exclusiva responsabilidad el texto aquí presentado.
2
Sociólogo, investigador proyecto Cidse/IRD(antiguo ORSTOM), antes mencionado. El mapa es autoría de Olivier Pissoat, investigador asociado del proyecto Cidse-IRD. 1 Miembro de la organización cultural del Distrito de Aguablanca: "Asociación etnoeducativa y cultural ASHANTY".
337
DINÁMICAS DE POBLAMIENTO Y ALGUNAS CARACTERÍSTICAS...
de la ciudad: a) el corredor social de la periferia pobre de ladera, comunas 1 y 20, y parte alta de la comuna 18, así como algunas áreas subnormales en la periferia alta de la comuna 2; y b) el corredor social de la periferia pobre en la parte plana de la ciudad, conformado por el Distrito de Aguablanca (comunas 13, 14 y 15), y las comunas adyacentes con algunas características comunes (6, 7, 10, 1 1 , 12, 16 y 21 )4. Este segundo corredor constituye la franja oriental de Cali, la más próxima al río Cauca, en su gran mayoría compuesta por terrenos con un nivel del suelo por debajo del cauce del mismo río, y por ello, una zona de antiguos terrenos inundables5, cada vez que se presentaba un aumento del caudal del Cauca. Sin embargo, ¿qué representa la franja oriental de barrios populares en la dudad de Cali en términos de su población, así como, cuál es el tipo de concentración en ella de la población afrocolombiana respecto a la no afrocolombiana? y ¿qué tan diferente es esta concentración respecto a otros sectores residenciales de Cali? La población de la franja oriental de Cali, comunas 6, 7, 13, 14, 15, 1 6 y 2 1 , participaba con el 42.7% de la población total de la ciudad para junio de 1998 (URREA, 1999, con base en estimaciones a partir de BARBARY, 1998A y 1998B). En esta franja oriental la población viviendo en el nivel socioeconómico bajobajo representaba el 58.7%, mientras la del nivel medio-bajo el 41.3%. Por otra parte, las comunas 11, 12 y la parte norte de la 1
5
La comuna 21, correspondiente al conjunto de urbanizaciones bajo el programa de vivienda social Desepaz, ha sido la de más reciente reconocimiento legal, se encuentra ubicada en forma contigua a las comunas 14 y 1,5, bordeando el río Cauca. En la actualidad existen las lagunas de El Pondaje y la de Charco Azul, las cuales formaban parte anteriormente de un solo sistema de lagos denominado Aguablanca, que cubría la mayor parte de la vertiente occidental del río Cauca al pasar por las tierras orientales del municipio, y que en realidad hacía parte del cauce original del río hasta los años 40. En los años 50 y 60 esta zona fue de cultivos inundables, incluso hasta los años 70, la parte más oriental y cercana al Cauca, cuando el fenómeno de urbanización periférica se ha iniciado.
338
FERNANDO URREA GIRALDO - FERNANDO MURILLO CRUZ
comuna 9, que conforman un importante sector centro-oriente de Cali, limítrofes con las comunas 13 y 15, y una presencia visible de población afrocolombiana (BARBARY, 1998A), está caracterizado por un predominio del nivel socioeconómico medio-bajo y medio-medio, participando con el 10.4% del total de la población de la ciudad (URREA, op.cit. y BARBARY, op.cit.). Según estimaciones a partir de Barbary (1998B), Bruyneel y Ramírez (1998), el 75.22% de los hogares afrocolombianos residen entre la franja oriental y la centro-oriente de Cali, mientras esta proporción desciende al 63.75% en el caso de los hogares no afrocolombianos. Ahora bien, desagregando un poco más estos valores se tiene que sólo en la franja oriental más pobre (nivel socioeconómico bajo-bajo) habitan el 26% de los hogares afrocolombianos frente al 13.6% de los no afrocolombianos, mientras en la misma franja oriental con nivel socioeconómico bajo el 14.65% de los hogares afrocolombianos y el 12.78% de los no afrocolombianos. En esa franja pero para un nivel socioeconómico medio-bajo, el 22.23% de los hogares afrocolombianos contra el 22.29% de los no afrocolombianos. Ya en los barrios centro-oriente de nivel socioeconómico medio-medio la proporción es de 12.34% para los afrocolombianos frente al 15.08% de los no afrocolombianos. En el otro extremo, los barrios de clases medias altas y altas, zona residencial centro-sur y centro-norte de Cali, la participación es polarizada en forma inversa a la hallada en el caso de los hogares en la franja oriental de la ciudad, 14.62% de los hogares afrocolombianos contra el 23.94% de los no afrocolombianos. En este sentido los datos del estudio cuantitativo CidseIRD son muy contundentes en mostrar un fenómeno de segregación socio-racial, con un peso muy fuerte de este proceso en la franja oriental de la ciudad de Cali 6 .
Según Barbary (1998B) hacia junio de 1998 se estima la población de hogares afrocolombianos para el conjunto de la ciudad en alrededor del 27.5% (.542 mil perso-
339
DINÁMICAS DE POBLAMIENTO Y ALGUNAS CARACTERÍSTICAS...
Respecto a los datos anteriores, que forman parte de los primeros resultados del estudio cuantitativo Cidse-IRD, "Encuesta movilidad, urbanización e identidades de las poblaciones afrocolombianas", proyecto Univalle - Cidse/IRD (antiguo ORSTOM)7, este documento de tipo cualitativo y descriptivo se dirige más bien a presentar una rápida mirada sociológica del poblamiento de un amplio sector de la franja oriental de la ciudad, la cual es el resultado de una urbanización periférica en condiciones de alta precariedad durante los últimos 40 años. En segundo lugar, el texto incursiona en algunas de las principales características de ocho barrios populares del oriente con el objeto de intentar tipificar los patrones de asentamiento de los mismos. En la medida en que la dimensión socio-racial es un factor "visible" y dominante en los referentes territoriales de esta zona de la ciudad, por la alta concentración de población afrocolombiana, no obstante también un intenso y variado mestizaje inter-racial, se tomó en cuenta una ponderación cualitativa arbitraria de presencia de hogares y población afrocolombiana con las condiciones socioeconómicas del asentamiento, para la selección de los ocho barrios8, sin embargo, para efectos de esta ponencia sólo se incluyen los barrios Siete de Agosto, Mariano Ramos, Sardi y El Retiro. Un ejercicio anterior de clasificación de barrios populares del ñas sobre un total de 1.982.000). De esta población según Urrea (1998) el 57.2% nació en Cali, el mismo patrón de la población de hogares no afrocolombianos. Entre los nativos hay descendientes de migrantes de varias generaciones, incluso puede pensarse en algunos grupos nativos descendientes de nativos nacidos en Cali a finales del siglo XIX, lo que se ha llamado "negros raizales". Sin embargo, es muy poco probable hoy en día una población -afrocolombiana o no afrocolombiana- con más de dos generaciones atrás cuyos miembros de ascendencia sean todos nativos, ya que son más típicas las uniones entre nativos y migrantes a lo largo del tiempo, además de los cruces inter-raciales. ' Los primeros resultados de la encuesta en extenso se encuentran en BARBARY, 1998 A y 1998B, BRUYNEEL)' RAMÍREZ (1998), y Urrea (1998). 8 Los barrios son los siguientes: Siete de Agosto (comuna 7), Mariano Ramos (comuna Ifi), Sardi (comuna 13), El Retiro (comuna 15), Manuela Beltrán (comuna 14), El Pondaje (comuna 13), El Vallado (comuna 15), y Ciudad Córdoba (comuna 1.5).
340
FERNANDO URREA GIRALDO - FERNANDO MURILLO CRUZ
oriente como insumo cualitativo para la muestra de la encuesta especializada antes mencionada, fue muy útil también para esta selección9. Por ello, estos barrios formaron parte de la muestra de la encuesta especializada dentro del dominio muestral 1, comunas 6, 7, 13, 14, 15 y 16, correspondiente a 150.875 hogares (el 37% del total de hogares de Cali, Censo de 1993, y el 55% de hogares afroco-lombianos, según metodología de lugar de origen; véase BARBARY, 1998 A: 12). Un sentido de este documento es precisamente aportar una serie de elementos contextúales en la conformación de la región urbana del oriente de la ciudad para el apoyo a la interpretación de los datos de la encuesta especializada, ya sea a nivel de hogar o de trayectorias individuales longitudinales. La metodología de la recolección de información primaria se basó en un conjunto de entrevistas en profundidad a líderes de ocho barrios del oriente de Cali. Entre dos y tres por barrio y en forma parcial una documentación original existente en algunos barrios que tenían en su poder estos líderes sobre la historia del poblamiento. También se recurrió a entrevistar a un antiguo líder barrial del Alfonso López, quien había participado en los movimientos urbanos de los años 60 en Cali 10 . Un segundo documento de corte cualitativo complementario a éste fue usado para ampliar informaciones sobre los barrios populares de la franja oriental de Cali, aunque la unidad de análisis en este segundo texto han sido las redes familiares de migrantes de la Costa Pacífica y sus descendientes nativos en Cali (URREA, ARBO-
!
' "Clasificación cualitativa de las comunas 4, 5, 6, 7, 8, 10, 11, 12, 13, 14, 1,5 y 16 de Cali, por criterios de concentración de población afrocolombiana y características socioeconómicas de los asentamientos", Grupo ASHANTY de Charco Azul (Fernando Murillo Cruz por Ashanty en coautoría con Femando Urrea Giraldo, por Cidse/ Orstom), 14 páginas, inédito, diciembre de 1997. 111 Osear Narváez, de 69 años, oriundo de Popayán, quien llegó a Cali por primera vez en 1940. Participó activamente en la Central Pro Vivienda durante la conformación del asentamiento Alfonso López.
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y ARIAS, 1999). El tercer documento de gran utilidad en este análisis es la publicación de la Centro Pro Vivienda sobre la experiencia del barrio Alfonso López, encomendada a un dirigente popular de la época, Héctor Bolaños, para el V aniversario de la creación del mismo, de carácter antológico, el que nos ha sido facilitado muy gentilmente por Jacques Aprile. Para efectos de apoyar la lectura sobre los barrios aquí presentados consúltese el mapa anexo. LEDA
Poblamiento de Cali hacia e l oriente, la urbanización Alfonso López y la Unión de Vivienda Popular Las invasiones en zonas ejidales se hicieron en un principio con desenfado; la situación se tomó prieta cuando la ocupación sorpresiva se hizo sin discriminación. Los propietarios de fundos en las goteras de la ciudad se llenaron de alarma mientras los estudiosos de finca raíz se aparecían con el despampanante documento a la mano, que probaba que el área ejidal, tocó hasta las mismas paredes del palacio episcopal, es decir hasta el propio marco de la la plaza grande de la ciudad... Dentro de la reacción natural de los propietarios de los predios invadidos, aleteaba la consideración de que este sistema de rapiña de la propiedad ajena, propiciaba sin quererlo ni buscarlo, la valorización de la tierra. Maquiavélicamente, nerviosamente, los dueños de fundos que no habían caído al golpe de las invasiones, comenzaron a regar el rumor de las primeras alzas en los precios de las tierras. Por el metro del maleza I comenzó a cobrarse cinco, seis, siete, ocho pesos... BOLAÑOS (1965:14)
En los años 40 los límites urbanos de Cali en las direcciones sur y oriente llegaban a lo que hoy en día son la carrera 15 y la
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calle 2 5 " . Es a partir de la década del 50 que la ciudad inicia su gran expansión hacia el oriente en un proceso de urbanización de sectores populares que paulatinamente la acerca más al río Cauca. Sin embargo, la presión sobre nuevas tierras para ser urbanizadas ante el rápido crecimiento demográfico de la ciudad en la misma década del 40 y el control histórico de la tierra "rural" alrededor de lo que era la cabecera urbana del municipio de Cali hacia mediados de los años 40, por parte de las familias de hacendados de la élite vallecaucana, constituyeron dos factores determinantes en la evolución del patrón de urbanización de la ciudad hacia el oriente en las décadas siguientes. Dos eventos marcan la apertura de las tierras "rurales" hacia el oriente de la ciudad para su urbanización. La legislación urbana sobre nuevo perímetro urbano, expedida el 28 de agosto de 194812, y la Ley 41 de 1948, dos meses después, o Ley Barberena, por la cual se establece la imprescribilidad de los ejidos o tierras comunales alrededor de los centros urbanos13. " Para una historia de la ciudad consúltese a VÁSQUEZ (1982). La información e interpretación de la misma para la década del 40 sobre la dinámica de tierras urbanas fue aportada por APRILE (conversación oral). 12 Hasta antes de esa fecha el perímetro urbano de Cali llegaba hasta el paso del ferrocarril, alrededor de lo que será luego la calle 2,5. Con la ampliación del perímetro, extendiéndolo hacia el oriente, en unos casos hasta los límites del mismo río Cauca -de la carrera 8 a o salida a Candelaria hacia el norte hasta el paso del ferrocarril- y en otros hasta antes de las áreas inundables de la laguna de Aguablanca y los caños o brazos del río Cauca -de la carrera 8 a hacia el sur- ; según Aprile, "se abrieron las tierras del oriente para su urbanización". 13 Los ejidos o tierras comunales es una figura que proviene de la legislación colonial, mediante la cua! todo asentamiento poblacional de ley debía conservar una superficie de tierras alrededor del asentamiento para efectos de satisfacer demandas de predios futuros a familias sin recursos que requerían construir sus viviendas o para construcciones de obras públicas que beneficiasen a la municipalidad y a las gentes que en ella residían. Prácticamente casi todas las tierras que rodeaban la ciudad de Cali en los años 40, después del paso del ferrocarril hasta el rio Cauca, además de otras áreas hacia el sur y el norte, eran ejidos, aunque esas tierras ejidales estaban en manos de las mismas familias de los grandes hacendados del Valle del Cauca desde tiempo atrás. Por supuesto, buena parte se trataba en este caso de terrenos anegables e incluso lagunas y caños, debido a las características físicas de esos terrenos cercanos al río Cauca, usufructuados por los propietarios rurales.
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Para Aprile se trataba del conflicto social entre los terratenientes, que así lograban convertir sus predios rurales en urbanos, aprovechando la demanda por tierras para expandir la ciudad -trasladando la renta agraria hacia renta urbana- y los sectores populares representados en el liderazgo del sector de izquierda del partido liberal, con la importante figura de Alfonso Barberena, representante a la cámara en los años cuarenta y varias veces concejal de la ciudad, y del partido comunista de la época. En realidad, los sectores populares diversos que carecían de vivienda y que estaban en un proceso de expansión en el contexto del fuerte crecimiento urbano de Cali y otras ciudades del país presionaban alternativas para la consecución de la vivienda14. La década del 40, sobre todo hacia finales, fue una época de mucha agitación social urbana en Cali y en otras ciudades colombianas, relacionada precisamente con el fenómeno de expansión urbana y el monopolio de tierras alrededor de los cascos urbanos15. Esto significa que la dinámica de invasiones u ocupaciones de tierras en Cali y sus alrededores viene ya desde finales de los años 40. Lo que ocurre en las décadas posteriores es la continuación de un proceso que marca el surgi14
Se escapa a este trabajo un análisis detallado al respecto, sin embargo, hay que advertir que la magnitud de la migración en ese período y lo reducido de la capacidad urbana de ciudades como Cali para entonces colocaban este problema entre uno de los más críticos de esa época. 15 Según información oral aportada por Aprile, los dirigentes liberales de izquierda, cercanos al partido comunista, Julio Rincón y Pedro Salas, tenían organizada una importante ocupación masiva de tierras en zonas de ejidos (en terrenos de hacendados del oriente) la víspera del 9 de abril de 1948. Ocupación que fue abortada por los hechos sucedidos el 9 de abril. Bolaños (op.cit.:7) describe muy gráficamente la efervescencia social urbana en Cali desde finales de los 40 y a lo largo de los ,50 y 60, en el contexto del nuevo perímetro urbano y el intento de aplicar la Ley 41, "En 1958 Cali no cabía en sí... Las soluciones al problema de vivienda teman por entonces la estatura de las teorías. La ley Barberena se había aplicado a cuentagotas; los programas del ícete se resentían por ausencia de elasticidad y sobre todo de atractivo para las gentes de abajo, por la tradicional alergia al papeleo, al señorito burócrata y al requisito prolijo y riguroso, parte de la superstición legalista. Los terratenientes, al amparo del insomnio, ideaban las tácticas de hierro que recomendarían al gobierno para aplastar la plaga de las invasiones".
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miento acelerado de la franja oriental de la ciudad y en el que una parte de sus pobladores son afrocolombianos. Entre 1950 y 1970 se constituyen los barrios populares hacia el oriente, los que hoy conforman las comunas 4,5,6,7,8, 10, 11, 12 y 16 de la calle 25 hasta lo que va a constituir en la actualidad el eje vial autopista oriental-avenida Simón Bolívar. Los barrios de lo que hoy son las comunas 7, 10, 11, 12 y 1 6 fueron en ese período los más característicos de poblamiento popular afrocolombiano y de población mestiza de diferentes regiones del país. En esta expansión sobresale en un primer momento la zona adyacente a la carrera 8, vía que sale a Candelaria, hoy comuna 7, el asentamiento popular de las tres etapas del barrio Alfonso López y luego la cuarta etapa, denominado barrio Siete de Agosto. Para esta época la migración de población afrocolombiana proviene más desde Buenaventura, Chocó, centro y sur del Valle, norte del Cauca, y en menor grado de la Costa Pacífica sur, aunque en los relatos de los informantes se menciona con frecuencia el municipio de Barbacoas. Se producen asentamientos de redes familiares y de paisanos de los lugares anteriores en los barrios de las actuales comunas 7, 10, 11, 12 y 16. En unos casos como veremos con los barrios Alfonso López y Siete de Agosto los asentamientos fueron el resultado de la compra de predios sin servicios ni obras de infraestructura vial, negociados entre una organización de vivienda popular y los propietarios, a través de la intervención de la administración municipal y del antiguo Instituto de Crédito Territorial (ICT), que avalaban los recursos de crédito otorgados a la organización por una entidad financiadora y facilitaban la negociación con los propietarios. Para otros asentamientos fueron el resultado de invasiones sobre terrenos en manos privadas dedicados a actividades agropecuarias o en zonas adyacentes a caños y lagunas, características del área, también bajo control privado, no obs-
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tante que eran tierras ejidales. De todos modos los terrenos negociados con intervención de la administración municipal y del antiguo 1CT y luego de INVICALI fueron el resultado de la presión popular y debido a ella mediando un alto riesgo de invasión, lo cual hacía que los propietarios, familias representativas de las élites caleñas, prefiriesen negociar sus terrenos. Pero, como era de suponer, la negociación por parte de los terratenientes en términos generales partía de que se les reconociese la valorización de predios que ya tenían una alta demanda urbana, así fuese para los más pobres, es decir, trataron por todos los medios de cobrar la renta urbana apoyados en la municipalidad y los partidos políticos tradicionales. En esta etapa de expansión de la ciudad hacia el oriente aparecen entre los barrios que llegan a tener una mayor visible población afrocolombiana de las comunas 7, 10, 11, 12 y 16, El Guabal, Alfonso López I, II y III, Siete de Agosto, San Marino, San Pedro Claver, Primavera, El Rodeo, Asturias, Independencia, León XIII, San Judas Tadeo I y II, Eduardo Santos, Doce de Octubre y los cuatro barrios que conforman en la actualidad la Unión de Vivienda Popular (Antonio Nariño, Unión de Vivienda Popular, Mariano Ramos y República de Israel). Entre estos barrios y otros más mestizados se conformó así una heterogeneidad de asentamientos en esta primera gran expansión hacia el oriente, desde invasiones16 hasta urbanizaciones por auto"' Entre algunas de las invasiones de las décadas del 50 y 60 en las comunas 11 y 12 sobresalieron la Municipal y Cauquita, mientras que entre la carrera I a y el río Cali, comunas 4 y 5, surgen las siguientes invasiones con importante participación de población afrocolombiana: Bolivariano, San Francisco, La Isla, Fátima-Berlín, Marco Fidel Suárez, Olaya Herrera (ARBOLEDA, 1998: 78-79). En los años 60 fue famosa la invasión de la hacienda El Rodeo que dará origen a los barrios El Rodeo y Asturias (comunicación de Aprile sobre la tesis de grado en licenciatura en historia de Harold Viáfara, "El Rodeo, de hacienda a barrio"), con una alta participación de población afrocolombiana. Sobre El Rodeo y Asturias se comentará más adelante cuando se analice el fenómeno de la Unión de Vivienda Popular y Mariano Ramos. Los conflictos urbanos por tierras llevarán a la municipalidad a constituir en 1966 la entidad INVICALI, la cual tendrá como tarea regular el proceso de urbanización popular en la ciudad.
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construcción sin y con servicios públicos, algunas planificadas, estas últimas menos frecuentes17. En estos barrios van a localizarse miembros de futuras redes de las áreas de origen, entre ellas de la Costa Pacífica, que más tarde a través de nuevas generaciones poblarán lo que hoy está conformado por el Distrito de Aguablanca (comunas 13,14 y 15), en una buena parte también mediante invasiones, y las comunas 16 y 21 (dudadela Desepaz). La urbanización Alfonso López en sus tres etapas iniciales constituyó el primer asentamiento popular en una escala ampliada del oriente de la ciudad a comienzos de los años 60, mucho antes que se expandieran otras zonas de esta parte geográfica de Cali, con excepción de Puerto Mallarino 18 . De otro lado, la cuarta etapa del Alfonso López será el origen del actual barrio Siete de Agosto, asentamiento fundado en 1962, a partir de una entrega simbólica de lotes el día 7 de agosto de ese año, lo cual le servirá a los primeros residentes de esos terrenos (cuarta etapa) para dar un nuevo nombre a su barrio. Sin embargo, Puerto Mallarino mucho antes ya existía como un asentamiento semi-rural, en el sector occidental del río Cauca, en lo que será con el tiempo la carrera 8a, y que desembocaba luego en lo que era y es hoy en día la vía a Cande17
Entre estas últimas experiencias vale la pena destacar el barrio Julio Rincón, que a través de Cenaprov, Central Nacional Pro Vivienda, cercana al partido comunista, es urbanizado entre 1978-1979, a partir de un modelo de urbanización popular planificada, en un área limítrofe al Distrito de Aguablanca, frente al barrio Calipso (comuna 13), al atravesar la avenida Simón Bolívar. Inicialmente había sido una invasión bajo el liderazgo de la organización popular de izquierda. El nombre del barrio fue dado en memoria de la legendaria figura de la izquierda liberal próximo al partido comunista, quien en los años 40 se desempeñó como líder popular en Cali y tuvo un papel destacado en los movimientos de ocupaciones de predios para la vivienda popular, asesinado en 1950. Comunicación oral de Aprile. Véase también Mosquera et. al. (1989). 18 Con base en la información aportada por Osear Narváez y la publicación oficial de la Central Pro Vivienda, "Barrio Alfonso López Pumarejo. Historia de una lucha ", escrita por Héctor Bolaños. La primera etapa del Alfonso López arrancó en julio de 1960, la segunda a los pocos meses después, la tercera en julio de 1961 (Bolaños, 1965).
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laria. Como asentamiento semi-urbano tuvo sus orígenes desde 1916, relacionado con cierto incremento en la actividad del puerto de embarque por el río Cauca, en medio de un espacio completamente rural de lagos y caños que se prolongaban hacia Cali (ARBOLEDA, op.cit.: 76)19. La población residente en Puerto Mallarino y Juanchito a lo largo de toda su historia hasta el presente ha sido en su casi totalidad afrocolombiana, una buena parte de ella procedente del sur del departamento del Valle, otra con una larga tradición de redes familiares nativas de la misma zona. Esto fue así hasta comienzos de la década del 50 cuando comienza a poblarse de migrantes negros provenientes de la Costa Pacífica y del norte del Cauca, ya que para ese momento la presión urbana hacia el oriente era ya un hecho. A raíz de la construcción más al norte, pasando lo que será luego la carrera 8 a , de los jarillones en la parte occidental del Cauca hacia finales de los años 50 y comienzos del 60, obra de infraestructura que contribuye a facilitar las condiciones de fundación del barrio Alfonso López en sus tres primeras etapas y luego del Siete de Agosto, la migración de población afrocolombiana desde el sur del Valle, norte del Cauca y Costa Pacífica se intensifica y Puerto Mallarino y otros asentamientos periféricos al mismo parecen crecer, aunque pueden ser más bien puntos de tránsito mientras se reubican en los nuevos asentamientos del Alfonso López, Siete de Agosto y otras área en expansión del oriente. Las tres primeras etapas del barrio Alfonso López surgen a partir de un proceso de organización popular liderada por la 1:1
Desde el siglo XIX los poblados de Juanchito y Puerto Mallarino tenían un importante movimiento por ser el puerto fluvial sobre el río Cauca de embarque y desembarque de mercaderías diversas, comunicando a Cali con el norte del Cauca, el centro y norte del Valle. Por otra parte debe recordarse que en la década del 40 ya se extendía desde Cali a Puerto Mallarino y Juanchito la línea del tranvía (comentario de Aprile).
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izquierda comunista y liberal entre 1958-1961 20 , años en los cuales la Central Pro Vivienda impulsa el proceso de movilización de pobladores frente a los propietarios privados en varias área del oriente de la ciudad contiguas a la carrera 8a y alrededor de la base aérea Marco Fidel Suárez. Varias de estas tentativas fracasaron hasta que finalmente en una zona ubicada más hacia el oriente, entre la carrilera del ferrocarril (hoy en día carrera 7a) y la carrera 8a, de norte a sur, y entre la actual avenida autopista oriental o calle 70 y las riberas del río Cauca, se pudieron concretar por vez primera unas negociaciones con los terratenientes. Una cuarta etapa se inició luego en 1962, el barrio Siete de Agosto, como más adelante se describe. Entre los años 1959-1962 se construyeron los jarillones por la CVC (Corporación Autónoma del Valle del Cauca) en la margen occidental del mismo río, protegiendo los terrenos aledaños frente a las inundaciones recurrentes21, precisamente en el 0
En el liderazgo del movimiento urbano de la época convergían figuras populares de base del partido liberal -ala oficialista que ante expresiones de radicalidad de las invasiones rompe con el partido comunista- entre otros, Humberto Patino, Jesús Giraldo, Antonio Urriago, Julio César Vélez, y del sector del MRL (Movimiento Revolucionario Liberal) como Alfonso Barberena e integrantes del partido comunista de la época, Nicolás Buenaventura y Luis Burbano. Todos tuvieron un papel destacado en el desarrollo de la Central Pro Vivienda en Cali y en la organización de las invasiones de tierras urbanas que se dieron a lo largo de los años 50 y 60. Debido a la ruptura con el partido comunista en 1959 la organización popular de vivienda se escinde en dos, la Central Pro Vivienda controlada por el ala liberal moderada, la cual lidera las cuatro etapas de la urbanización Alfonso López (la cuarta se llamará al poco tiempo como veremos más adelante Siete de Agosto), y una segunda, Cenaprov (Central Nacional Pro Vivienda) controlada por sectores cercanos al partido comunista, con una dirección desde Bogotá (allí llevó a cabo la organización de asentamientos famosos como el Policarpa Salavarrieta, entre otros). En Cali entre los barrios impulsados por esta segunda central se destaca el Julio Rincón.
' Fueron los propietarios de la tierra en cultivo con intereses en urbanizarla los primeros gran beneficiados con estas costosas obras de infraestructura, ya que se trataba de terrenos con un nivel del suelo por debajo del río Cauca. La inversión pública de la época en los jarillones le permitió a los hacendados que sus tierras fuesen viables para ser urbanizadas a pesar de la proximidad con el Cauca, y negociar así la venta de ellas para vivienda popular con la Central Pro Vivienda bajo dirección del partido liberal, a través de la intermediación de las autoridades y de los sectores políticos de los dos
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mismo período que arranca la urbanización en las cuatro etapas del Alfonso López, en la medida en que era una zona anegadiza por la que atravesaban una parte de brazos (caños) del Cauca, al igual que toda la franja oriental de los terrenos hacia el sur y que años más tarde conformarán el Distrito de Aguablanca. La Central Pro Vivienda bajo control del partido liberal inició con un grupo aproximado de 100 familias, divididas en centros zonales, cada uno con una junta directiva, las cuales dieron como resultado los primeros asentamientos que correspondieron a las tres etapas entre las carreras 7a y 8a. Previamente esta entidad había iniciado un proceso de negociación con los terratenientes quienes eran los propietarios de terrenos ubicados al oriente de la ciudad y que tenían destinados para engorde, después de la construcción de los jarillones, previendo un valorización de los terrenos de esta zona. Esta situación dificultó en gran parte las negociaciones lo que motivó a que la Central Pro Vivienda llevase a cabo acciones de amenaza de invasión para presionar las negociaciones22. partidos tradicionales, preocupados por el clima agitacional urbano de ese período. Como anota Aprile, los pobres terminaron pagando con creces la nueva renta urbana de los terratenientes, gracias a la inversión pública de la CVC y de otras entidades departamentales y municipales, y a la forma como se negoció el acuerdo de arreglo compra del globo de tierra- entre la organización popular y los grandes hacendados, mediado por las autoridades y los partidos tradicionales, liberal y conservador. Parece ser que sólo en pocos casos se lograron compras de tierras a precios por debajo de las expectativas de los propietarios o simplemente que no se haya pagado nada por ellas. 22 Operó una estrategia denominada invasiones simbólicas, la cual consistía en que durante un fin de semana todos los asociados a la entidad se desplazaban a un terreno determinado (en este caso a los terrenos contiguos a la basa aérea Marco Fidel Suárez, donde hoy se ubica el barrio Las Ceibas) y clavaban estacas. Allí se exigía a los propietarios de los terrenos que si no se negociaba se tomarían los terrenos a la fuerza. Esta acción terminó por ablandar a los terratenientes y llevarlos a negociar con la Central Pro Vivienda, bajo la mediación del ICT (Instituto de Crédito Territorial) y la alcaldía, antes de la escisión entre los dos sectores. De este modo terrenos no urbanizados y sin ningún servicio público entraron a ser negociados para vivienda popular, en algunos casos aprecios por debajo de los que aspiraban los terratenientes, en otros, los más frecuentes, los terratenientes lograron captar altas rentas urbanas, gracias a la
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El 20 de julio de 1960 se hizo entrega de los primeros 2080 lotes a sus afiliados (BOLAÑOS, op.cit.: 45)23. Buena parte de esmediación de las autoridades y sobre todo a una conducción paternalista del movimiento por parte de los líderes de los partidos tradicionales. Discrepancias en la conducción del movimiento urbano entre liberales y comunistas ocasionó la división del mismo. En terrenos que estaban listos a ser negociados en una zona adyacente a la base aérea entre 1958 y 1959 los dirigentes comunistas Nicolás Buenaventura y Luis Burbano demandaron que ellos deberían ser expropiados y ser entregados sin costo alguno a los pobres y que por tal motivo después de hacer las negociaciones la central se negaría a pagar los terrenos, apoyados en la situación que los pobres merecían tener donde vivir. Dicha situación significó la ruptura de las negociaciones con los terratenientes, con la consecuencia que los comunistas para la época fueran expulsados de la Central Pro Vivienda. Esta situación causó el retiro de una de las figuras más destacadas de este movimiento, el dirigente popular liberal Alfonso Barberena, produciendo con ello una grave crisis en el interior del partido liberal de la ciudad de Cali, puesto que no compartía romper la alianza entre el liberalismo y el partido comunista. Barberena fue concejal de la ciudad por el partido liberal y el MRL y representante a la cámara de representantes en la década del 40. Según se comentó antes fue el autor de la Ley 41 de 1948 que reivindica los ejidos frente a la propietarios de la tierra. Tanto Barberena como el partido comunista defendían que las tierras ejidales no deberían comprarse a precios de monopolio sino ser negociadas a precios bien bajos o simplemente expropiarse para los programas de vivienda popular. En este sentido en el período hubo un tire y afloje entre los terratenientes y las organizaciones que defendían la vivienda popular. Esto explica que a pesar de la crisis en su dirección y la carencia de condiciones para negociar con los terratenientes, la Central Pro Vivienda, una vez excluida el ala izquierda de su dirección, continúo buscando respaldo en todos los sectores, en especial el sector financiero, hasta que finalmente lograron obtener respaldo del Banco de Colombia bajo la figura de garante para la negociación con el señor Abraham Domínguez y su madre la señora Leonor Vásquez de Domínguez, quienes eran los propietarios de la Hacienda el Guabito (nombre que se le daba a estos terrenos en donde en la actualidad están ubicados los barrios Alfonso López en sus tres etapas y el barrio Siete de Agosto). Excluida el ala izquierda el apoyo de las autoridades y de los dos partidos tradicionales no se hizo esperar. La negociación se hizo a partir de un crédito del Banco de Colombia. 3 Los valores de los terrenos eran a $5.0 el m2 por lote de vivienda y una vez se incluyeron los espacios para vías, zonas verdes y sitios públicos el precio final se elevó a $9.0 el m2. El predio tota! de la primera etapa se negoció por cerca de $2.855.000; la cuota inicial $350 mil con un plazo de 5 años para la amortización del resto (BOLAÑOS, op.cit: 35). Los lotes tenían precios entre $1.2.50 y $1.500, cada uno, pagaderos a cinco años sin intereses y con cuotas entre $21.0 y $2.5.0 mensuales. El predio de la tercera etapa fue negociado a un segundo propietario, Luis Horacio Gómez, por un valor total cercano a $3.150.000 con $300 mil de cuota inicial y la amortización del resto con cobro de intereses. El precio unitario del m2 fue de $6.50, el cual llegaba a $12.0 con áreas comunes. Esto da una idea de la transferencia de renta urbana a favor de los terratenientes.
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tos lotes fueron entregados a personas nativas de la ciudad que no poseían vivienda, al igual que familias provenientes del norte del Valle, desplazados del conflicto político de la época, a migrantes del Tolima, pero también de la Costa Pacífica, en especial del Chocó, Buenaventura y Barbacoas. Debido a la escasez de vivienda para sectores populares en este año hizo que para este programa de vivienda se multiplicaran los asociados a la Central Pro Vivienda, lo que posibilitó el desarrollo de la segunda y tercera etapas, avanzando el asentamiento cada vez más cercano a la carrera 8a, de norte a sur. El valor de los lotes fue aumentando entre 1960 y 1962, demarcando diferencias socioeconómicas entre los habitantes de la primera etapa del Alfonso López y los de las etapas posteriores. Según Bolaños (op.cit.: 59), "el grupo de la tercera etapa venía sin el agudo constreñimiento económico de la primera y con mayor holgura que la segunda. Y se veían las muestras de la dase media como en la segunda, las muchachas coperas, que le prestaron clima para el rumor malsano, discretamente asordinado hasta que la Central gritó su doctrina de indiscriminación en todos los órdenes y su política de unidad de los estratos populares para la consecución de la vivienda... El grupo de la tercera etapa le imprimió al sector una contextura arquitectónica de más alto nivel y se vieron los casos de adjudicatarios que entraron directamente a construir la vivienda definitiva". Sin embargo, esta diferenciación fue mayor para la cuarta etapa, Siete de Agosto24, sobre todo en el caso de los lotes del sector más cercano a la carrera 8a. Esto explica que a esta última etapa 21
Ya en la cuarta etapa de lo que hoy se conoce como Siete de Agosto el valor de los lotes llegaba a $30.0 el m2. Se observa aquí la rápida valorización en sólo dos años de terrenos no urbanizados que vendieron los terratenientes a los "destechados", gracias a la ubicación de ellos, pero sobre todo al factor de la demanda de vivienda popular. También esto permite entender las diferencias socioeconómicas entre los primeros compradores y los de la cuarta etapa, a pesar de que en ambos casos eran terrenos sin urbanizar.
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llegara una población con mejores ingresos económicos, nativa y migrante de varias regiones del país, respecto a los pobladores de las etapas precedentes, sobre todo comparada con la de la primera etapa, incluso una población de la Costa Pacífica con pequeños capitales patrimoniales acumulados en la minería del Pacífico (Barbacoas, Guapí, Condoto, Istmina, etc.), llegada a Cali en la década del 50. Siete de Agosto El barrio Siete de Agosto fue el resultado de la cuarta etapa de los programas de lotes no urbanizados del Alfonso López, que fueron entregados en 1962. Por esta razón en la década del 60 el asentamiento todavía se lo llamaba Alfonso López etapa IV Los primeros residentes en los lotes provenían de las familias vinculadas al intercambio comercial que se efectuaba a través del río Cauca, en especial con la población del norte del Cauca, siendo Juanchito (con el tiempo corregimiento del municipio de Candelaria) y Puerto Mallarino (al comienzo un asentamiento "rural", luego barrio de Cali) los puertos de desembarque. Este barrio, al igual que todo el conjunto de los asentamientos del Alfonso López, tienen sus orígenes a partir del fenómeno de extensión de la ciudad hacia el oriente después de los años 50, aprovechando la comunicación entre Cali y el municipio de Candelaria, cuya carretera también hasta finales de los años 60 era la que comunicaba a la ciudad con el anterior aeropuerto de la ciudad (Calipuerto, hoy en día donde quedan las instalaciones de la central de abastos, Cavasa)25. La vía que termina en 2;
' De todos modos el sector de lotes de lo que en ese entonces se llamaba Alfonso López IV, hoy en día barrio Siete de Agosto, constituyó la última extensión de ese programa, pero hacia el costado sur de la carrera 8" y en la esquina de un terreno transitable que más tarde será una de las más importantes avenidas del oriente de la ciudad, la Autopista Oriental, lo cual parece que marcó desde ese momento diferencias en el patrón de urbanización futuro del barrio respecto a las anteriores etapas del Alfonso López.
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Puerto Mallarino, la carrera 8a, era ya para esa época uno de los principales ejes de la ciudad incluso desde finales de los años 10, según se anotó antes, por la comunicación con Candelaria y el transporte fluvial por el Cauca. Puerto Mallarino y Juanchito presentaron un crecimiento residencial como puntos de comercio por el río y en menor grado la pesca desde los años 40; luego con el tiempo, la población allí asentada diversificó la actividad económica a la explotación de arena del río Cauca, ante la demanda de la construcción en la ciudad de Cali. Aparecieron así muchas viviendas alrededor del río Cauca originando barrios de estibadores, areneros, pescadores y de agricultores a las orillas del río, en su gran mayoría población afrocolombiana procedente del norte del Cauca y sur del Valle. Además de Puerto Mallarino y Juanchito surgen más adelante en los años 70 y 80 los asentamientos de Puerto Nuevo y La Playita. Al nuevo asentamiento del Alfonso López acude una población de diversos sectores populares de la ciudad, pero inicialmente estaba poblado más por gentes mestizas. Luego se fue poblando paulatinamente por migrantes de la Costa Pacifica y norte del Cauca y sur del Valle, algunos de ellos areneros y pescadores que residían en Puerto Mallarino y Juanchito, y otros que ya vivían en diferentes barrios de la ciudad 26 , fuese pagando alquiler o en usufructo donde algún familiar o paisano. Sin embargo, en la cuarta etapa del Alfonso López, hoy Siete de Agosto, los migrantes procedentes de la Costa Pacífica eran más familias de Barbacoas, Tumaco, Guapi, Condoto, Istmina y Buenaventura con algún capital económico que habían acumulado a través de la minería, lo que les permitía la compra de lotes ya mejorados, a diferencia de las otras etapas del Alfonso '' Muchos de ellos provenían de inquilinatos de barrios populares como San Nicolás, Barrio Obrero, El Calvario, etc.
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López. Por otra parte, la cuarta etapa del Alfonso López, a diferencia de las tres primeras, a pesar de presentar características similares de entrega de lotes no urbanizados sin servicios públicos, concentró con el tiempo, a medida que mejoraron las condiciones de las viviendas, una población más próspera, en términos relativos de la que se asentó en las tres primeras etapas del Alfonso López, gracias a mayor capital escolar, social y patrimonial, por estar una buena parte de ella vinculada a empleos asalariados en medianas y grandes empresas privadas, así como a empresas del sector público. Esto, sumado al hecho de que tenía desde un comienzo una ubicación urbana favorable, en el contexto de la expansión de Cali hacia el oriente por la carrera 8a que se venía presentando desde mediados de la década del 60 y a lo largo de los años 70, y ya en la década del 80 la construcción de la autopista oriental, facilitó un dinámico proceso de diferenciación social con una mayor movilidad ascendente. Después de culminar la entrega de lotes de las primeras tres etapas, a precios bien bajos para la época, se inició la correspondiente a la cuarta etapa del barrio Alfonso López en 1962, en el lugar donde quedaba ubicado anteriormente un cementerio de población afrocolombiana residente en Puerto Mallarino y luego a lo largo de los jarillones del río Cauca (1940-1960). La cuarta etapa del Alfonso López, como se dijo previamente, se desarrolló a raíz de la gran demanda de vivienda en la época, lo que originó la necesidad de construir otra etapa sobre la carrera 8a hacia el sur. Los diferentes terrenos en las cuatro etapas no contaban con los servicios públicos, ni tenían condiciones de acceso vehicular, además de ser inundables y para la época los más distantes al centro de la ciudad. Por otro lado, esos terrenos habían sido durante un largo período hasta la década del 50 botadero de basura de la cervecería Bavaria. Los habitantes de la cuarta etapa del Alfonso López, barrio Siete de Agosto, al no contar con acueducto cavaron aljibes en 355
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sus viviendas y poder así conseguir agua para lavar la ropa y demás implementos del hogar, así como para bañarse el cuerpo. El agua potable era procurada en un asentamiento vecino, hoy en día barrio Ulpiano Lloreda, a través de una pila de agua. Allí se hacía fila y luego se transportaba hasta el nuevo asentamiento, aunque muchas personas se desplazaban hasta lo que en la actualidad se conoce como el caño Cauquita, a recoger agua para la preparación de alimentos y lavado de ropas, ya que este canal adyacente del río Cauca en los años 60 aún no presentaba la contaminación que hoy lo afecta. Los pobladores de la cuarta etapa durante casi cinco años estuvieron viviendo sin luz eléctrica, alumbrándose con velas y cocinando con leña. La inexistencia de alcantarillado continuamente generaba problemas de salud, sobre todo en la población infantil. A esto se sumaba las frecuentes inundaciones, lo que llevó a la población residente a organizarse e iniciar el proceso de construcción de un alcantarillado provisional, cuyo punto de desagüe final fue el caño Cauquita. Esto explica que si bien los precios de los lotes entregados eran más altos que los de las etapas anteriores del Alfonso López, sin embargo, también eran los más bajos del mercado de entonces. El barrio fue controlado electoralmente por el partido liberal en la vertiente holmista, a través de su líder Carlos Holmes Trujillo. De ahí en adelante los diferentes servicios públicos fueron logrados mediante el apoyo electoral a los candidatos holmistas; de esta forma en 1966 se iniciaron las labores para la instalación de las redes domiciliarias de energía en el Siete de Agosto. La población a través de la consecución de recursos generados por sus empleos, como veremos muchos de ellos asalariados modernos con alguna estabilidad y modalidades de seguridad social con un régimen prestacional hoy en día en extinción, logra iniciar el proceso de levantamiento de sus viviendas, con
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algún grado de integración y solidaridad, puesto que existía gran cantidad de paisanos que se ayudaron entre sí y lograron desarrollar entre ellos redes de apoyo, lo que les permitió a muchas de las familias del barrio autoconstruir sus viviendas de la forma más económica posible, mediante una gran inversión de su propia mano de obra. De todos modos en este caso incidió más la capacidad de recursos generados por el tipo de inserción sodolaboral y la acumulación previa de pequeños capitales patrimoniales en el momento de la adquisición de los primeros lotes. Se trata entonces de un asentamiento que se inicia en condiciones de urbanización muy precarias, similares a los de otras áreas adyacentes, pero que gradas a la combinación de factores como el tipo de población laboral que se instala a vivir allí, los pequeños capitales existentes que ayudaron a ser invertidos en las mejoras urbanas de los lotes y en la construcción de la vivienda y la ubicación estratégica del barrio, en términos de vías de comunicación respecto al conjunto de la ciudad, determinaron un proceso rápido de diferenciación social respecto a otras áreas residenciales próximas. El resultado ha sido un barrio de sectores populares con un patrón de urbanización consolidado, a pesar de su historia inicial de lotes sin servicios ni acceso para ser autoconstruidos en medio de un terreno anegadizo, lo que es más cercano a un barrio de clases media-baja. En la actualidad el Siete de Agosto presenta un nivel socio económico estable, en el sentido que una parte de los hogares cuenta con ingresos superiores a dos y tres salarios mínimos legales al mes. Si bien el Siete de Agosto -comparado con otros barrios del oriente de la ciudad- no es uno de los de alta concentración de población afrocolombiana, existen en él colonias de migrantes cuyos primeros miembros llegaron en la década del 60, en especial de Barbacoas, Buenaventura y varias regiones del Choco. En realidad, es un típico barrio socio-racialmente mestizo
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del oriente de Cali, pero a diferencia de otros barrios mestizos de Cali en éste la particularidad es la presencia muy visible de población afrocolombiana con diversos grados de dispersión residencial en el mismo y presencia de redes familiares. Por ello en el interior del área territorial del barrio es fácil observar el fenómeno de alguna segregación espacial de tipo socio-racial con una participación destacada de población afrocolombiana en la zona residencial menos próspera del barrio. De la carrera 1 5 hacia la carrera 8a y de la 15 hacia el caño Cauquita, limítrofe con los barrios Charco Azul y Ulpiano Lloreda, habita la mayor parte de población afrocolombiana. Aunque se encuentra en el barrio una gran cantidad de mujeres mayores de treinta años dedicadas a las tareas del hogar, otra parte de ellas ya tienen una inserción laboral en actividades de confección, máquina plana, bordado, y lencería, mientras otra población de mujeres laboran en empleos no muy estables y en servicios de atención de personal y desarrollo de oficios varios en diversas empresas del sector privado. Las mujeres menores de treinta años se dedican en especial a laborar en empresas pequeñas. Los oficios femeninos más recurrentes son asistente de contadora, tecnólogas en sistemas o digitadoras, empleos también relacionados con el área administrativa. La orientación de los empleos ha incidido en el tipo de educación técnica que se brinda en los colegios comerciales motivando a las mujeres para que ingresen y hagan una capacitación corta en áreas ligadas a la administración. Los hombres mayores de treinta años se presentan en este barrio como la población con mayor capacidad económica y mejor estabilidad laboral, puesto que la mayor parte de ellos se dedican a trabajar como asalariados, operarios y supervisores, en grandes empresas, tipo Cartón Colombia, Colgate Palmolive, Lloreda Grasas, entre otras. Hay un grupo de trabajadores de Emcali en diferentes unidades de esta empresa pública. Otro
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sector de hombres está dedicado al comercio, ya sea de electrodomésticos o productos varios. Se trata por lo general de hombres jefes de hogar, principales proveedores de ingresos, aunque ha aumentado la participación de esposas o cónyuges en el mercado laboral, según se observó antes. Los jóvenes menores de treinta años se dedican a empleos temporales, como mensajeros y obreros del sector privado en grandes y medianas empresas, algunos aún viven con sus familias y otros han conformado nuevos hogares. En la actual coyuntura recesiva hay un contingente grande de población masculina mayor de 12 y 15 años desempleada, con escolaridad de secundaria completa e incompleta, pero de todas maneras el desempleo femenino es más alto. También ya es posible encontrar personal desempleado de más de treinta años. Este barrio cuenta con una oferta educativa relativamente buena, a través de dos escuelas públicas y un colegio público, al igual que varios establecimientos privados. En esta población la mayor parte de los jóvenes han terminado el bachillerato y otra gran parte se encuentra culminando los estudios de secundaria. En este barrio vive gran cantidad de personas que han ingresado a la universidades, pública y privadas, y mucho personal vinculado a centros de capacitación de carreras intermedias. Esto está relacionado con los empleos de los padres que habitan en el Siete de Agosto, ya que en muchos casos las grandes empresas todavían subsidian los costos de la educación de las familias de sus trabajadores, ya sea primaria, secundaria o superior. A nivel de salud muchas familias están cubiertas por algún régimen de salud, ya sea a través de alguna EPS o el Seguro Social, aunque también se encuentran familias que incluso pagan un sistema de medicina prepagada. De todas formas hay un grupo de familias de menores ingresos que se encuentran beneficiadas por el Sisben.
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En este barrio la población aún conserva, pero en muy menor escala, prácticas populares de salud. Son frecuentes las consultas sobre temas relacionados con malas o buenas energías, buena suerte y el mal de ojo. Los informantes señalan que en la población afrocolombiana del barrio podría haber una mayor participación en el uso de prácticas populares, sobre todo en los mayores de 30 años y entre migrantes más recientes, con menos de cinco años de residencia en Cali. Los residentes del barrio son considerados de mayoría católica, sin embargo, han crecido gran cantidad de iglesias, especialmente de la corriente del protestantismo evangélico. Recientemente se terminó de construir un templo católico (menos de dos años), solucionándose para los habitantes del barrio la asistencia a la misa dominical, ya que antes debían dirigirse a un barrio vecino, Andrés Sanín, para tal efecto. Al igual que la mayor parte de los barrios populares del oriente de la ciudad es muy frecuente observar grupos de población divirtiéndose en espacios públicos del barrio (parques, calles, canchas deportivas), pero en este caso es menor la utilización de la calle como espacio recreativo de uso cotidiano en comparación a los barrios populares de urbanización y condiciones de vida precarias, ya sean invasiones o asentamientos en proceso de autoconstrucción legalizados, más o menos establecidos con todos los servicios públicos conectados, como los casos de dos barrios más adelante aquí presentados, Sardi y El Retiro. En el Siete de Agosto la sociabilidad de vecindad es más próxima a la existente en cualquier barrio de clases medias bajas de Cali. Sin embargo, para los grupos de pares entre la población juvenil (galladas, parches, etc.) la calle es el principal espacio de socialización al igual que los establecimientos deportivos como las canchas de baloncesto y de fútbol y las diversas unidades deportivas que operan en este barrio. Hoy en día la organización barrial ha puesto en marcha una dclovía do-
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minical y días feriados, a la que acuden los habitantes del barrio, participando en grupos de pares y en familia, con un alto peso de este último tipo de participación. Son importantes en el barrio los sitios de entretenimiento, bares, salsotecas, discotecas, frecuentados por habitantes del mismo y de otros barrios circunvecinos. En este sentido la ubicación estratégica del barrio y el ser una urbanización estable de clases medias bajas ha favorecido la presencia de estos lugares. Una particularidad del Siete de Agosto es su característica como barrio de "frontera", entre barrios populares de invasión del oriente de la ciudad en condiciones espaciales y socioeconómicas muy precarias -tipo Sardi-, barrios populares ya establecidos de autoconstrucción o modalidades de vivienda urbanizada pero con alto hacinamiento y otras condiciones de pobreza y muy bajos ingresos -Charco Azul, Ulpiano Lloreda, Andrés Sanín- y barrios más prósperos compuestos por conjuntos residenciales (casas y edificios) de clases media-media y media-baja -la Nueva Base-. En cierto modo este barrio opera como un corredor de tránsito entre dos espacios sociales del oriente de la ciudad 27 . Por otro lado, en el conjunto de los barrios de la comuna 7, a la que pertenece, es el que reúne las mejores condiciones urbanas y socioeconómicas de dicha co27
El ser un espacio de tránsito o "frontera" entre la Cali popular del Distrito de Aguablanca y otras áreas populares similares a éste -con una alta participación de población afrocolombiana, barrios tipo Andrés Sanín, San Marino, algunas zonas de Alfonso López, Puerto Mallarino, etc.- y los barrios populares establecidos de clases mediamedia y media-baja mucho más mestizados y por lo mismo con una población negramulata más dispersa, le ha servido al liderazgo local del Siete de Agosto jugar un papel político en el conjunto de la comuna 7. En esta dirección llama la atención que en la celebración de eventos culturales, recreativos y deportivos este barrio tiene un liderazgo en la organización de actividades de integración con grupos de los otros barrios populares adyacentes a la misma comuna y del Distrito de Aguablanca. Un pretexto de integración ha sido precisamente el aporte cultural de la población afrocolombiana residente en los diversos sectores sociales, precisamente en medio de los actos de celebración del aniversario del barrio.
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muña y conforma por lo mismo un interesante contraste con las tres etapas iniciales del Alfonso López, también dentro de la comuna 7. El carácter de "frontera" social del barrio genera percepciones y sentimientos colectivos contradictorios u opuestos de sus habitantes respecto a los barrios circunvecinos menos prósperos o sencillamente en condiciones urbanas y laborales de alta precariedad y al lado de ello, con una mayor presencia de población afrocolombiana. Esto se manifiesta en el rechazo explícito hacia las personas de los barrios más pobres como Charco Azul, Sardi, Andrés Sanín, Ulpiano Lloreda, Puerto Mallarino, Alfonso López. Estos barrios son percibidos como sitios donde abundan los delincuentes o ladrones que azotan el barrio y deterioran la imagen del sector. Curiosamente ello se da a pesar de que existen muchos hogares y personas del Siete de Agosto que sostienen lazos fuertes de parentesco o amistad con hogares o personas cuyas viviendas están ubicadas en los barrios estigmatizados. Esta pluralidad de relaciones ambiguas y ambivalentes entre sectores sociales heterogéneos con una diversidad de mestizaje y continuos encuentros ¡nter-radales en espacios múltiples-deporte, rumbas, reuniones familiares, amoríos y relaciones eróticas, sistema escolar, asistencia a eventos religosos, actividad laboral- entre barrios populares con dinámicas de urbanización diferenciada es una característica del oriente de la dudad de Cali. Sin embargo, no es casual que el vehículo social más típico de estas interacciones sean las redes familiares o de parientes y las de grupos de pares ubicadas entre uno y otro barrio, entre las cuales pueden destacarse las de la población afrocolombiana. En la otra dirección, como era de esperar, son más valorados los contactos y relaciones de los habitantes del Siete de Agosto con los barrios de mejores condiciones de vida adyacentes, atravesando la avenida oriental hacia el occidente, barrios como la Nueva Base y la Base, entre los más destacados.
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La U n i ó n de V i v i e n d a Popular y el b a r r i o M a r i a n o Ramos Hacia 1962 un nutrido grupo de migrantes recientes, tanto de la Costa Pacifica como de otras regiones del país, inician la invasión de terrenos ubicados al lado en donde hoy queda ubicada la fábrica de Colgate Palmolive (carrera I a con calle 40). Dicha invasión no duró mucho tiempo porque la policía desarrolló un operativo de desalojo de estos terrenos, acción en la cual murió una mujer, a causa de disparos propiciados por la policía, puesto que los pobladores ofrecieron una fuerte resistencia al desalojo. A raíz de ello un buen grupo de invasores se ubican en otra zona, que hoy día forma parte de la comuna 16, donde construyeron sus viviendas. Después de un tiempo y debido a la presión de los pobladores invasores y los antecedentes del desalojo de la anterior invasión se inicia un proceso para alcanzar algún arreglo con los dueños de las tierras y permitir la asignación de estos lotes a estas familias. La población se organiza mediante un comité de vivienda al cual llamaron Unión de Vivienda Popular, el cual tenía su sede en una caseta construida de madera, que denominaron caseta Juana María García en memoria de la mujer asesinada en el primer intento de invasión 28 . En el año de 1963 los pobladores empezaron a construir sus viviendas en piso de tierra, con guaduas, esterillas y todo tipo de madera al igual que cartones y materiales desechables, y techos de plástico en terrenos inundables, como todos los del 8
La mujer asesinada en la invasión de los terrenos adyacentes a Colgate, en 1962. En realidad, parece ser que entre los primeros invasores que fueron desalojados un sector importante irá a ocupar terrenos de la hacienda El Rodeo, constituyendo un asentamiento por invasión con otros pobladores que venían de otras áreas de la ciudad, en su mayor parte de población negra, hoy barrio El Rodeo (comuna 12), usando también como símbolo la figura de Juana García. Un segundo grupo, el de nuestro relato, es el que ocupará terrenos de haciendas en el sector geográfico, que en la actualidad comprende los cuatro barrios de la comuna 16.
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oriente de la ciudad, en lo que inicialmente se llamó antigua Unión de Vivienda Popular29. O sea, los terrenos que conforman en la actualidad la comuna 16 eran sólo un gran asentamiento llamado Unión de Vivienda Popular, y a partir de 1969 se inició el proceso de división en los barrios República de Israel, Unión de Vivienda Popular, Antonio Nariño y Mariano Ramos. Esta división surge a partir de una serie de problemas administrativos originados por el tamaño del barrio Unión de Vivienda Popular. Los pobladores de un sector deciden dividirse del resto de la Unión, tener su propia junta da acción comunal, por lo que se le dio el nombre de Mariano Ramos30. Pero al igual que en el conjunto del oriente de la ciudad los terrenos fueron entregados a sus nuevos dueños sin ninguna clase de servicios públicos y en zonas también inundables y cubiertas de pastizales. Como en el Siete de Agosto y las etapas del Alfonso López los pobladores de la época comenzaron la brega de obtener servicios públicos. Se cavaron aljibes en las casas para obtener agua, aunque no era apta para el consumo humano por lo que el agua potable era compraba a vendedores que la transportaban en carretillas y la ofrecían por baldes en las casas. Posteriormente se organizó un comité que se encargara de gestionar el agua a través de la instalación de una pila en Puerto Rellena, 11
Se constituye una junta encargada de negociar y recoger los recursos para compra de los terrenos. Gracias a acuerdos adelantados por la población y el Instituto de Crédito Territorial (ICT) se coloca un precio de $1500 por cada lote entregado, los cuales de dividieron en una cuota inicial de $700 y cuotas semanales de $15. " El nombre de Mariano Ramos es colocado por influencias políticas de un sector del partido liberal en la organización de vivienda que dirigía el movimiento, en honor a un yerno del gobernador de ese entonces (Gustavo Balcázar Monzón), quien era dueño de la fábrica de pastas Mariano Ramos. El 4 de agosto de 1969 la zona sur de la antigua urbanización Unión de Vivienda Popular se independiza como barrio con el nombre mencionado. Esto revela la influencia del partido liberal en el asentamiento mediante el funcionamiento de acuerdos de intercambio de consecución de obras de urbanización y servicios públicos en el nuevo barrio en contraprestación de votos en las elecciones para los candidatos del sector balcarcista.
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sitio en donde había que hacer grandes filas, en el barrio que hoy se conoce como Villa de Sur y anteriormente llamado Periquillo. Como no existía alcantarillado la población cavaba largas chambas hasta llegar al caño donde desembocaban las aguas residuales para así evitar inundaciones. De este modo se construyó un sistema artesanal de alcantarillado. La población vivió mas de tres años sin energía eléctrica y abasteciéndose de leña para cocinar los alimentos y velas para alumbrar sus hogares en las noches. Luego, el mismo comité del agua se encarga de proponer que la solución más rápida consistía en conectarse a la red de energía en forma pirata, pegándose al poste más cercano31. No es sino hasta 1968 que la población logra presionar para la instalación de los servicios de energía en los hogares del futuro barrio Mariano Ramos. Esto es el resultado de la negociación de votos contra servicios públicos en el área a través del partido liberal. A través de este mecanismo la población del barrio logró posteriormente la instalación de las redes del acueducto y alcantarillado en sus viviendas. A pesar de la historia de su creación como una invasión que se negocia con los antiguos dueños de los predios en una zona no urbanizada para la época, Mariano Ramos termina al cabo del tiempo en un barrio que alcanza una situación económica estable para una buena parte de los hogares que allí residen. La principal razón de esta evolución favorable de las condiciones de urbanización y en general de vida de este barrio tiene que ver con el tipo de empleos a los que accedieron sus poblado31
La energía de contrabando se instaló mediante cables hechizos pegados a la red principal más cercana ubicada en el barrio Periquillo para esa época. Esta situación causaba duros enfrentamientos entre la población de la Unión y los funcionarios de las empresas municipales de la ciudad, quienes en su intento por cortar los cables recibían piedras que lanzaba la población enfurecida, que de esta forma siempre evitaba la suspensión del servicio de energía.
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res, entre las décadas del 70 y 80, con un patrón de asalariamiento más o menos estable muy similar al presentado en el caso del Siete de Agosto. Esto explica que este barrio y otros de la comuna 16 se conformen como asentamientos populares que logran urbanizarse en forma relativamente terminada, al lado de una mejoría notable de las viviendas por autoconstrucción. Pero un factor adicional muy importante fue la conexión vial al conjunto de la ciudad, desarrollada desde la década del 70, al tiempo de una pavimentación de calles y construcción de diversas obras de infraestructura e inversiones sociales, todo ello parejo al aporte electoral que hacían sus pobladores a los candidatos al concejo de la ciudad, particularmente de las fracciones del partido liberal correspondientes al balcarcismo y al holmismo. En realidad lo que a lo largo de las décadas del 70 y 80 va a conformarse como la actual comuna 16, la antigua Unión de Vivienda Popular, se fue transformando en un área residencial que poco a poco perdía su carácter inicial precario gracias a su transformación en barrios populares más o menos integrados al conjunto de la ciudad con una buena participación de población trabajadora asalariada y además con una creciente participación de capas populares de profesionales y técnicos con ingresos superiores a los dos o tres salarios mínimos, al igual que lo observado en el Siete de Agosto, con la excepción notable del barrio Antonio Nariño cuyas características urbanísticas, socioeconómicas y socio-raciales lo hacen más cercano al patrón urbano del Distrito de Aguablanca32. No obstante que la población de Mariano Ramos es altamente mestizada se observa una población negra-mulata pro12
De los cuatro barrios el que ha tenido un desarrollo urbano menor y condiciones socioeconómicas más inestables de los hogares es el Antonio Nariño, zona limítrofe con el Distrito de Aguablanca (comuna 13, barrio El Vergel), ubicado más al nororiente de la comuna 16 y con una mayor concentración de población afrocolombiana.
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veniente de Buenaventura y del Choco, y en menor grado de la Costa Pacifica nariñese y caucana, de migrantes llegados a Cali después de los años 50 y sus descendientes nativos de segunda, tercera y hasta cuarta generación, en algunos casos. Este patrón es más o menos semejante para los actuales barrios la Unión de Vivienda Popular y República de Israel, aunque en el barrio Antonio Nariño hay un mayor peso socio-racial de la población negra y ya es posible observar más presencia de población afrocolombiana de la Costa Pacífica nariñense y sus descendientes nativos. En términos geográficos en la comuna 16 se registra una especie de distribución en la concentración de la población afrocolombiana entre dos barrios, Mariano Ramos contra Antonio Nariño, de una mayor dispersión a una mayor concentración, con dos barrios intermedios, la Unión de Vivienda Popular y la República de Israel. Esta variación socioracial en el ámbito de la geografía de la comuna 16 también se corresponde aproximadamente con diferenciales urbanísticos de las calles y viviendas y socioeconómicos de los hogares. En Mariano Ramos las mujeres mayores de 30 años en una amplia mayoría no están en el mercado de trabajo, dedicándose todavía a actividades del hogar y al cuidado de los niños. A diferencia de otros barrios en pocos casos estas mujeres están dedicadas a ventas de comestibles y artículos de lencería, papelería y utensilios para el hogar dentro de sus casas, a domicilios o en un local dedicados a las ventas. Lo cierto es que la mayor parte de los hogares aún son sostenidos los por hombres. En cambio, las mujeres menores de treinta años sí tienen una masiva participación en el mercado de trabajo, dedicadas a oficios de asalariadas en empresas medianas y grandes en las cuales ocupan cargos de secretarias, asistente o contadoras, vendedoras de mostrador y en pocos casos en oficios varios en el área de aseo a oficinas, para las de menor escolaridad. Pero
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la mayor parte de estas mujeres, en especial las menores de 25 años, se dedican a estudios de secundaria o universitarios. Los empleos masculinos para mayores de treinta años se concentran en labores de obreros y supervisores de grandes empresas como Cartón Colombia, Colgate Palmolive, Lloreda Crasas, entre otras, con ingresos superiores a los dos salarios mínimos y en ocasiones hasta tres y cuatro salarios. También es un barrio con un sector de personas jubiladas, de empleos públicos y privados. Por eso mismo es posible encontrar hombres con edades cercanas a los 30 años o ligeramente por encima de esta edad que alcanzaron a ser enganchados, antes de la década del 90, en empleos en las mismas empresas donde antes trabajaban sus padres, hoy en día jubilados 33 . Tampoco es despreciable la población laboral de profesionales y técnicos, en su mayoría asalariada, aunque también hay profesionales independientes. En conjunto la población masculina mayor de 30 años es por lo general jefe de hogar. Por el contrario, al igual que en otros barrios populares los menores de treinta años trabajan en empleos temporales como asalariados de alguna empresa o como vendedores, ya sea de puerta a puerta o en mostrador. Cabe anotar que a pesar de existir gran cantidad de desempleados en este barrio las opciones de conseguir empleo son menos desfavorables, en términos comparativos con otros barrios populares, sobre todo por los mejores niveles de escolaridad que ofrece este barrio. Mariano Ramos presenta un buen nivel de escolaridad debido a que la comuna 1 6 tiene una amplia oferta de servicios 3Í
Se trata de un fenómeno ya en franca extinción de algunas grandes empresas en donde todavía operaban mercados internos de trabajo controlados en el enganche por las organizaciones sindicales antes de la última reforma laboral (Ley 50 de 1990), o pequeñas y medianas empresas en las que existían relaciones paternalistas muy consolidadas y el enganche de nuevos trabajadores se hacía privilegiando a los familiares de los mismos operarios.
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educativos a nivel de escuelas y colegios y los hogares cuentan con mejores ingresos para matricular a sus alumnos en colegios privados de mejor calidad que los existentes en el Distrito de Aguablanca y otras comunas del oriente de la ciudad (6 y 7). La mayor parte de los jóvenes de 18 y más años son bachilleres o están terminando su bachillerato. A pesar de la alta deserción escolar masculina que se presenta también en este barrio, la escolaridad completa hasta el nivel 11 es más generalizada en Mariano Ramos que en otros barrios del oriente de la ciudad, con excepción de Ciudad Córdoba y algunos otros barrios del Distrito de Aguablanca (Villa del Lago, Calipso, El Vallado), que ofrecen condiciones similares. También registra una población de mujeres y hombres egresada de las universidades o haciendo alguna carrera en la Universidad del Valle y otros centros de educación superior. Es abundante la población juvenil estudiando en centros postsecundarios de carreras intermedias. Mariano Ramos cuenta con un servicio de salud publica al que acuden la mayor parte de las personas del barrio. El servicio se apoya en un puesto de salud que está ubicado en el barrio y un centro de salud en el barrio aledaño de Unión de Vivienda Popular. Aunque existen muchas personas vinculadas a alguna EPS o al Seguro Social, o a modalidades de medicina prepagada, podemos encontrar gran cantidad de personas de este barrio beneficiarías del programa de salud subsidiada del Sisben. De todas maneras las prácticas populares de salud se mantienen vigentes en algunos aspectos relacionados con maleficios y el mal de ojo. Funcionan todavía algunas parteras, las cuales no practican partos sino que son utilizadas para el control de embarazo. Desde hace ya varios años atrás todos los partos son hospitalarios. En Mariano Ramos la sociabilidad de vecindad es mucho menor que en otros barrios populares del oriente de la ciudad, aunque la calle sea el principal escenario de sociabilidad de
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los grupos de pares entre la población joven, al igual que en los diferentes barrios populares y de clases medias bajas. Dentro de este barrio se encuentra el espacio de recreación más amplio de la comuna 16, dotado con más de cuatro canchas de fútbol y baloncesto, en donde acude la población a practicar deporte tanto de manera formal como informal, a través de torneos o partidos amistosos. Los espacios de socialización a través de la música se desarrollan en este barrio a través de los llamados toldos, en donde jóvenes de diversos sectores populares son convocados entorno a la música y al baile de la salsa. Son frecuentes las fiestas o rumbas en las viviendas, a las que se asiste pagando la entrada. Diversas variantes del hip hop, a través del rap y el reggae, son consumidas entre la población j u venil, existiendo grupos que cantan y bailan este género musical. En este tipo de consumos culturales la participación de los jóvenes negros, mujeres y hombres, es destacada, al lado de la población mestiza. Las relación con los demás barrios de la comuna 1 6 es relativamente aceptable, teniendo en cuenta que todos los barrios presentan una igual antigüedad, y que existen condiciones urbanísticas y socioeconómicas similares, con excepción del barrio Antonio Nariño, más percibido por la población del Mariano Ramos y de los otros dos barrios de la comuna 16 como una continuación del Distrito de Aguablanca, con los estigmas que ello conlleva.
Cali, de nuevo de la Simón Bolívar hacia el oriente La segunda expansión hacia el oriente de la ciudad ha estado relacionada con los flujos migratorios más intensos de migrantes desde la Costa Pacífica sur, a partir de las décadas del 70 hasta el presente, sin perder influencia la migración desde Buenaventura. Aunque es un territorio urbano que se expande en forma
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de un mestizaje generalizado, con gentes provenientes de diversas regiones del Val le y del país, con tipos socio-raciales muy diversos, podría decirse que se caracteriza por una sobreconcentración de población afrocolombiana, especialmente de la Costa Pacífica sur nariñense y caucana, en varios nichos residenciales, sobre todo en los asentamientos de invasión y en las áreas urbanizadas ya consolidadas pero que están marcadas por condiciones urbanísticas más precarias y niveles de vida de menor prosperidad. Hay así una asociación perversa entre mayores niveles de pobreza y "color de la piel", que tiende a reforzar el estigma social. Como veremos en esta asociación van a jugar un papel significativo las redes familiares y de paisanaje que permiten una acogida a grupos de migrantes y sus descendientes, en forma tal que la población del nicho tiende a encapsularse y a configurar imaginariamente un espacio de "ghetto", percibido desde afuera y autopercibido por sus residentes. Sin embargo, las redes son apenas uno de los factores, ya que el otro son las opciones de inserción urbana que ofrece la ciudad a los migrantes y sus descendientes nativos con determinadas características socioeconómicas y socio-raciales. Los asentamientos en condiciones más precarias que se analizan en este artículo son Sardi, El Retiro y Manuela Beltrán.
Sardi El asentamiento subnormal 34 llamado Sardi surgió bajo la modalidad de invasión en el año de 1970, de antiguos terrenos colindantes con la laguna de Charco Azul dedicados en lósanos " El término subnormal forma parte de la clasificación urbanística existente en el país y en la ciudad, utilizado para los asentamientos ubicados en terrenos no aptos para fines residenciales, con viviendas de materiales precarios, sin servicios públicos domiciliarios, sin una infraestructura básica de acceso, además de no contar con un ordenamiento físico adecuado. En principio dichos asentamientos son objeto de reubicación física si no es posible disminuir los riesgos que presentan y ofrecer alguna alternativa de ordenamiento urbanístico.
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60 al cultivo de millo 35 . Los invasores eran en su mayor parte oriundos deTumaco y Buenaventura, algunos de ellos migrantes que habían llegado a Cali después de 1965, o sea, se trataba de migrantes recientes para esa época, alojados transitoriamente en casas de familiares o paisanos en algunos barrios cercanos, especialmente Puerto Mallarino, en donde una buena cantidad de ellos pagaban alquiler. Las casas construidas en ese entonces eran de madera y guadua, con techos de plástico y cartón, piso de tierra, y sin ningún tipo de servicios públicos. La invasión construyó lavaderos y baños comunitarios, con vertimiento de aguas hacia la laguna de Charco Azul. Continuos enfrentamientos con la policía se dieron entre 1970 y 1973, con destrucción de las viviendas, gentes heridas y algunos muertos de los mismos invasores, debido a solicitud de desalojo por parte de la familia Borrero, propietaria de las tierras colindantes con la laguna de Charco Azul y de los cultivos allí sembrados. Los pobladores a pesar de los continuos desalojos al siguiente día de los mismos volvían a poner en pie sus precarias casas. En 1973 aparece el personaje Octavio Sardi, político conservador y concejal de la ciudad, quien a cambio de votos logra retirar la represión policial y ofrece un plan de reubicación en el mismo espacio a un grupo de pobladores. Eso sí, sin servicios públicos y utilizando los anteriores espacios con el objetivo de poder ofrecer a otros pobladores, con los que él tenía compromisos electorales, un lote. La intervención del político conservador si bien permitió definitivamente consolidar la invasión, trajo como consecuencia un crecimiento significativo de ella a partir de 1973. Las vinculaciones electorales de Sardi con po1
' Terrenos de propiedad de Vicente Montano Rizo, quien controlaba un amplio sector de lo que es hoy el norte de la comuna 13: Charco Azul, Sardi, Villa del Lago, Marroquín I, Belisario Betancur, El Pondaje, Ricardo Balcázar. La propiedad incluía las antiguas lagunas de Charco Azul y El Pondaje.
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blación negra ubicada en diversos barrios populares que también pagaba alquiler y otro sector de población mestiza e indígena migrante de la región caucana-nariñense de procedencia rural van a ampliar el asentamiento inicial. Sin embargo, Sardi siempre ha mantenido su carácter de antigua "invasión" y por lo mismo, los terrenos nunca han podido ser legalizados. Hasta finales de los años 80 existía en este asentamiento sobre un antiguo caño que desembocaba en la laguna de Charco Azul, zona oriental del barrio, un conjunto de viviendas en la modalidad de palafitos construidas a la orilla del caño. En esta parte del barrio se concentraban los migrantes más recientes que no pudieron ubicarse en otra zona del asentamiento. Este sector, en condiciones más deterioradas que otros, fue finalmente reubicado entre 1980 y 1983 en el barrio Mojica. A raíz de la intervención del personaje en el asentamiento, éste lleva como nombre el apellido del político desde mediados de los años 70. La presencia de dicha figura sin embargo, no conllevó a que las condiciones residenciales en el asentamiento mejorasen, por el contrario, se incrementó el hacinamiento agravado por la carencia de servicios públicos, amén que los terrenos hasta hoy en día no son adecuados para fines de vivienda. Esto ha representado, para la población allí localizada, que sea imposible la construcción de su vivienda con materiales adecuados, debido a la situación de extrema precariedad del área residencial aunado a la no legalización de los terrenos, hasta la fecha clasificados como área subnormal. Por iniciativa de los propios pobladores se inicia hacia mediados de los años 70 la instalación de algunos servicios públicos en forma pirata como la energía, a través de un tendido de cables traído más tarde desde el barrio Marroquín I36. El servi" El poste de energía más cercano al cual conectaron en forma hechiza el cable pirata estaba situado en el barrio Marroquín I. Esta instalación pirata, debido a la carencia de condiciones técnicas, produjo grandes cortos, quema de los cables e incendios repeti-
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CÍO de agua era abastecido en la primera etapa de la invasión mediante baldes para la preparación de alimentos y el lavado de ropas, transportados desde el barrio Siete de Agosto, del cual se hizo antes una descripción. Luego instalaron en 1980 mangueras conectadas en forma pirata a la red del acueducto, también en este último barrio, hasta los lavaderos y baños colectivos que servían como espacio de encuentro entre las personas del asentamiento en especial entre las mujeres que permanecían la mayor parte del día en estos lavaderos públicos. Esto acarreaba serios enfrentamientos entre los pobladores de los dos sectores, puesto que la presión del agua era demasiado baja y llegaba a los lavaderos y baños públicos que la comunidad había instalado, afectando a la población del barrio Siete de Agosto, donde estaba conectada ilegalmente la manguera principal. La evacuación de excretas y aguas residuales siempre ha sido a través de la laguna de Charco Azul hacia la cual antes se vertían y todavía un sector vierte todos los desechos. Aunque ya hay algunas construcciones en cemento y ladrillo, todavía la gran mayoría de las edificaciones en Sardi son en madera actualmente, con aditamentos de hojas de zinc, cartones, tejas de barro. Los pisos son de cemento, si bien algunas viviendas conservan piso de tierra. Las viviendas se encuentran ordenadas a lo largo de callejones estrechos que conforman laberintos en ele y sin salida en los que no pueden transitar vehículos, sin conformar en las agrupaciones de grupos de viviendas el modelo de la manzana estándar. Todavía las viviendas se proveen de energía eléctrica bajo modalidades piratas, así como la conexión a la red de acueducto de la ciudad. La recolección de basuras no se realiza dentro del asentamiento sino que ellas deben ser transportadas por los pobladores a puntos de acceso de los carros en Charco Azul. dos en Sardi. Todavía hay un sector de viviendas en la actualidad que mantiene esa conexión pirata.
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La historia del asentamiento de Sardi ha estado atada a la del barrio Charco Azul, ya que en cierto modo es el área más pobre contigua a este barrio, con excepción de algunos sectores como La Pajarera, dentro de Charco Azul. Con unos pocos años más viejo que Sardi, finales de los años 50, Charco Azul fue un barrio que vivió procesos muy similares a los de Sardi, pues también su historia está vinculada a una invasión de tierras, pero con una negociación de terrenos y su legalización más tempranas, pero además porque los terrenos donde se construyeron las viviendas permitieron una relativa mejor conexión de los servicios públicos. Esto favoreció que una extensa parte del barrio Charco Azul haya tenido un trazado relativamente más ordenado y sobre todo un acceso más importante a servicios públicos. En materia de poblamiento los migrantes del Pacífico (Nariño, Cauca) y una parte de la región andina son los de mayor peso demográfico en este barrio, presentando por ello una similitud socio-racial con Sardi. La relación entre Charco Azul y Sardi no sólo se debe a la contigüidad geográfica sino ai hecho que durante un largo período de la historia de ambos asentamientos han compartido los servicios públicos bajo modalidades piratas, utilizando las mismas fuentes de conexión. Otro factor de integración entre estos dos sectores tiene que ver con los nexos de parentesco entre pobladores de ambos sectores, principalmente debido a que mucha gente en Charco Azul fue la que dio aviso a familiares y paisanos acerca de los terrenos que estaban para invadirse en los terrenos de lo que ha sido Sardi en la primera etapa de la invasión y luego en períodos sucesivos hasta la fecha. Por otro lado, también antiguos pobladores de Sardi al lograr una cierta movilidad social que les significó una posibilidad de ingresos para comprar un lote o una vivienda en proceso ubicada en Charco Azul, luego vendían o alquilaban la vivienda que habitaban en Sardi, o sencillamente la cedían a otros familiares o paisanos que habían llegado a Cali. 375
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Existe además una relativa similitud de procesos entre Sardi y Charco Azul, a pesar de una importante diferencia relacionada con la evolución del asentamiento -el primero aún una invasión en una zona sometida a inundaciones y dificultad de extensión del servicio público de alcantarillado, porque los terrenos sobre los que está levantado siempre han presentado un mayor riesgo por su contigüidad con la laguna; el segundo, un asentamiento legalizado y con unas mínimas condiciones urbanas o en proceso-, que permite visualizar a ambos sectores como una misma zona urbana. Esto quiere decir que no obstante las fuertes diferencias en sus infraestructuras físicas y los dos tipos de legalidad ante la municipalidad y los reglamentos de ocupación urbana, las problemáticas sociales de los dos barrios son muy parecidas. También esto significa que en términos de discriminación desde el exterior, por otros barrios cercanos y en general por el conjunto de la ciudad, los dos asentamientos son marcados como un mismo territorio "peligroso". La permanencia hasta la fecha, después de casi 30 años, de la invasión de Sardi en condiciones residenciales de alto hacinamiento, precariedad de los servicios públicos y predominio de la madera y otros materiales provisionales en las viviendas, para una población en su casi totalidad afrocolombiana, con numerosas redes familiares procedentes de Tumaco, especialmente de la zona rural del municipio, tiene que ver con el flujo de migrantes pobres de la Costa Pacífica sur que en los últimos cinco años todavía sigue importante. Sin embargo, desde 19931995 en Sardi ya no es posible construir nuevas viviendas en terrenos de invasión porque el espacio disponible ya está copado, en cambio sí se da el fenómeno de compartir las viviendas con los recién llegados, familiares o paisanos de la misma zona de origen, sin que por eso pueda hablarse de modalidades de alquiler e inquilinato sino más bien de formas diversas de colaboración en la olla común; Esta presión pobiadonal explica en parte la permanencia del asentamiento, al lado de factores como
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la pobreza de sus habitantes y la imposibilidad de legalización de los terrenos que hacen poco viable mejorar las viviendas y la infraestructura del asentamiento. También hay que tener en cuenta que la permanencia de la "invasión" y su no completa reubicación, a pesar de la precariedad residencial, está relacionada con la carencia de importancia de esos terrenos en términos comerciales, de construcción de vías u otra clase de obras públicas, ya sea para la administración municipal o para grupos de intereses privados capitalistas. Las propuestas de reubicación están asociadas a las campañas electorales, las cuales una vez terminan pierden importancia, además de que en los diferentes programas de traslado los pobladores deben comprar el lote sin reconocimiento de la vivienda en uso, lo que se convierte en un obstáculo para su viabilidad. Estos factores explican la permanencia hasta el presente de invasiones como Sardi en otras zonas del Distrito de Aguablanca, entre cuyas características está la sobreconcentración de población afrocolombiana 37 . La particularidad de Sardi es que se trata de la invasión que aún existe de mayor antigüedad entre las áreas de poblamiento posteriores a 1969. En Sardi se encuentran, por una parte, pobladores antiguos, primeros fundadores desde 1970, migrantes procedentes del Pacífico sur, con la red familiar que han conformado entre miembros que habitaban en el área de origen o paisanos cercanos que fueron llegando paulatinamente y los nuevos miembros descendientes de los anteriores pero nacidos en Cali, además de otros miembros procedentes de otras regiones de población afrocolombiana en relaciones de unión con cualesquiera de los 17
Otras invasiones que aún permanecen y que presentan estas características son Mojica (dentro del barrio Mojica), El Valladito (en la periferia, parte de atrás del barrio El Retiro), Colonia Nariñense (sobre la avenida Troncal de Aguablanca, al lado del barrio El Retiro), África (dentro del barrio El Retiro), Belisario Betancur (en medio de la laguna de El Pondaje y el barrio Charco Azul), y la Pajarera (dentro del barrio Charco Azul, recientemente reubicada).
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anteriores. Estos primeros pobladores no han podido desplazarse residendalmente hacia otros barrios del Distrito de Aguablanca y del oriente de la ciudad porque sus condiciones de movilidad social ascendente hasta el presente son muy reducidas. Por otro lado, están los migrantes más recientes, escalonados a lo largo de la historia del asentamiento, llegados algunos de otros barrios de la ciudad y por lo tanto con un tiempo previo de residencia en ella, pero también un buen número que arribó directamente de las zonas de origen, entre ellas de áreas rurales del Pacífico sur. Sin embargo, Sardi ha sido también un espado residencial transitorio para muchos de sus antiguos moradores, migrantes del Pacífico sur y de otras zonas de población afrocolombiana, quienes hoy en día viven en Charco Azul, Marroquín I y II, El Poblado o Mojica. Ellos han sido los migrantes con alguna movilidad social y con relación a los que se quedan o no han podido salir y los que apenas han llegado en los últimos años, los menos pobres. Se trata por lo tanto de un territorio con una alta movilidad espacial de llegada y salida de población, incluso muy recientemente. Una situación similar sucede en Charzo Azul 38 . En la actualidad las ocupaciones más comunes en Sardi para las mujeres mayores de 30 años son la venta de frutas, verduras y todo tipo de ventas ambulantes en diversos barrios de la ciudad y en algunas plazas de mercado (Santa Helena y La Floresta). Otra manera de generar ingresos, sobre todo a raíz de la actual crisis, es la venta de comidas fritas. Los fines de semana
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En el estudio de la Arquidiócesis de Cali, llevado a cabo por la Comisión Vida, Justicia y Paz (1997), para el año de 1996, los barrios de Sardi y Charco Azul registraban en ese año los porcentajes más altos de hogares en Cali que habían llegado a vivir por primera vez al barrio de referencia y de los que se habían desplazado hacia otros barrios de la ciudad. Se trata de un estudio que averiguaba desplazamientos causados por algún factor de violencia. De 521 hogares encuestados por la Arquidiócesis, el 2.5.7% (134 hogares) habían arribado a los dos barrios entre enero y septiembre de 1996, y de 41 hogares "expulsados" (el 7.9% de los 521), 16 habían salido de los dos barrios.
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se ofrecen empanadas, papas rellenas y demás frituras, al igual que en las mañanas ha aumentado considerablemente la venta de arepas y buñuelos. Aunque el empleo doméstico, bajo la modalidad de "interna" o al día, sigue siendo importante en el barrio, debido a la situación económica actual de la ciudad la gran mayoría de los patronos de clase media y clase alta han disminuido la utilización de mano de obra en el servicio doméstico, reduciendo casi siempre el número de días contratados y suprimiendo la empleada del servicio "interna". Esto ha conllevado a que esta ocupación, muy importante antes de la crisis económica, haya pasado a convertirse en una segunda opción (bajo la modalidad de trabajo al día una o dos veces por semana) para muchas mujeres del barrio. En este oficio lo más usual son labores semanales con menor número de jornadas de lavado y planchado de ropa a domicilio en hogares de clases medias y altas de la ciudad. La disminución del empleo en el servicio doméstico ha sido más grave en el caso de las mujeres jefes de hogar en un barrio como Sardi, con muy bajos niveles de escolaridad (promedio de 5 años para mujeres de más de 30 años) de las cuales depende todo o casi todo el ingreso familiar. Las mujeres menores de 30 años atraviesan una situación de desempleo aún más difícil, a pesar de un ligero mayor nivel de escolaridad, 2 o a 3o de bachillerato. Los principales empleos para ellas, en los años 1997 y 1998, han sido de asalariadas en ventas de comercio, minorista en períodos de temporada, o como impulsadoras de productos puerta a puerta, y el servicio doméstico al día, aunque esta actividad ha perdido demanda como se comentó antes, pero en el caso de las mujeres menores de 30 años su opción es más reducida porque en este mercado de trabajo se prefiere a mujeres de más edad. Los hombres mayores de 30 años en un barrio como Sardi, con niveles de escolaridad promedios de 5o de primaria, han
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estado más directamente vinculados a las labores de construcción. Sin embargo, debido a la grave crisis que enfrenta este sector en los últimos 3 años se han visto obligados a acudir a las ventas ambulantes de frutas, verduras, agua en los semáforos, dulces y galletería, utensilios de cocina o una miscelánea de mercancías de circuitos de contrabando o productos diversos, a través de redes de distribución informales en las calles, compitiendo con los jóvenes del mismo barrio o de otros asentamientos similares quienes antes tenían una mayor presencia en este mercado de trabajo. En Sardi, los hombres menores de 30 años con una escolaridad similar a la de las mujeres (2°-3° de bachillerato), presentan una situación de alto desempleo, aunque para las mujeres en el mismo grupo de edad es más grave por haber menos opciones. Antes de la actual recesión la gran mayoría de los jóvenes estaban vinculados a la construcción, iniciando sus trayectorias laborales como ayudantes de construcción, si bien había un sector dedicado a actividades diversas de rebusque relacionado con ventas ambulantes de los productos más diversos en pequeña escala minorista o una variedad de actividades delictivas (robos y atracos en espacios urbanos cercanos al barrio). Pero también habían - y se conserva aunque en menor escala por la crisis- empleos temporales en empacado de productos en medianas y pequeñas empresas en Yumbo y en la zona industrial de Cali (sector de Acopi). En Sardi no existen colegios públicos ni privados, por esta razón la atención escolar más próxima, en los niveles de primaria y secundaria, se encuentra en Charco Azul y Siete de Agosto, compitiendo fuertemente con la población escolar de estos dos barrios. Esto significa que posiblemente se presenta una baja cobertura escolar en la educación media por la existencia de cupos reducidos que ofrecen los centros educativos, los cuales no alcanzan a cubrir ni siquiera el 5 0 % de la pobla-
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d o n infantil en edad escolar39. La situación es más difícil al no existir colegios de bachillerato públicos ni privados en Charco Azul, por lo cual la presión por cupos en Sardi y Charco Azul se dirige hacia el Siete de Agosto, Marroquín 1, Andrés Sanín y Ulpiano Lloreda, donde sí operan colegios de bachillerato. Debe advertirse que sólo opera un colegio secundario público en el Siete de Agosto, y los centros privados son demasiados costosos para los reducidos ingresos de la población 40 . La única opción real de educación media es la que presta el colegio privado parroquial el Señor de los Milagros 41 . La mayor parte de los jóvenes de Sardi que estudian bachillerato lo hacen en este plantel. No hay estudiantes universitarios de Sardi, ya sea de universidades privadas o de la Universidad del Valle. Sólo algunos estudiantes o egresados de centros de educación postsecundaria, en el Sena y la mayor parte en entidades privadas. Sin embargo, en el caso del Sena se trata de la modalidad de cursos cortos, es decir, no hay hasta el momento egresados o estudiantes en las modalidades de programas de aprendizaje o estudios técnicos y tecnológicos. La única oferta de servicios de salud disponible para la población de Sardi es la del sistema publico. El Puesto de Salud más cercano y disponible es el de Charco Azul. Para efectos de 39
Según reporte suministrado por la coordinación escolar del Centro Docente de Charco Azul (sector público), referido al potencial de población escolar que demanda cupos en bachillerato, entre los barrios de Sardi y Charco Azul, y las plazas disponibles en la actualidad en colegios privados y públicos. 40 En un colegio privado de la zona la matrícula oscila entre $100 mil y $150 mil, y las mensualidades entre $40 mil y $45 mil, precios que no están al alcance de los hogares del sector de Sardi. " Es el plantel que cuenta con la más grande cobertura de alumnos en el Distrito de Aguablanca, con una capacidad para diez mil alumnos. La mensualidad es de sólo $3 mil y la matrícula gratuita; cuenta además con talleres para el área técnica. Se trata de un centro educativo financiado por entidades alemanas de caridad y hace parte de una propuesta social adelantada por el padre Alfredo Welker.
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exámenes de laboratorio y una atención de nivel II en materia de salud la población de Sardi recurre al Centro de Salud de Puerto Mallarino, y a los hospitales Carlos HolmesTrujillo (ubicado en el barrio El Poblado) y Joaquín Paz Borrero (barrio Alfonso López II), y en casos más graves son remitidos al Hospital Departamental o al San Juan de Dios (nivel III). La mayor parte de la población de Sardi no cuenta con la afiliación al régimen subsidiado de Salud Sisben, y mucho menos existen personas vinculadas al Seguro Social o alguna EPS. El recurso a las prácticas populares de salud es frecuente en Sardi para resolver los problemas cotidianos de salud que enfrentan los hogares. En estas prácticas se manejan conocimientos de diagnóstico y terapia comunes a los de la Costa Pacífica, aunque hay cruces con otros del surocddente andino. Es frecuente el recurso a la lectura del tabaco y las cartas, los rituales de limpieza del cuerpo, las viviendas y otros objetos. Entre las enfermedades endémicas más sobresalientes está el "mal de ojo", particularmente en la población infantil. En Sardi -incluso en Charco A z u l - todavía se encuentran mujeres en edad fértil con partos atendidos por comadronas o parteras en sus propias viviendas. Este fenómeno era más frecuente 10 o 15 años atrás, lo cual indica que tiende a disminuir pero no dejan de presentarse casos, sobre todo entre mujeres migrantes recientes de procedencia rural. Aunque las comadronas en la atención del parto a domicilio han perdido demanda por la mayor importancia que tiene el parto hospitalario, aún desempeñan un papel en estos dos barrios en el seguimiento del embarazo y se constituyen en un recurso obligado para la interrupción de embarazos y producción de abortos en condiciones riesgosas. La calle es el espacio más importante de sociabilidad en Sardi y por extensión en Charco Azul. Un indicador de este tipo de relación son las puertas de las casas abiertas durante
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la mayor parte del día y un buen tiempo en la noche, entrando y saliendo los residentes de una misma cuadra a las viviendas de diferentes hogares para realizar múltiples actividades domésticas y extradomésticas. Son frecuentes las actividades deportivas en la calles, también los juegos tradicionales entre vecinos y amigos (cartas, dominó, el juego de bingo). Un espacio de sociabilidad entre los jóvenes hombres son las dos peluquerías "afro", una en Villa del Lago y la segunda en Charco Azul, sitios frecuentados por muchachos de Sardi, que a la vez interactúan con los de los otros dos barrios. En estos espacios no sólo se corta el cabello de acuerdo a la moda, tomada de los patrones de consumo de la población juvenil negra americana, sino que operan como sitios de encuentro, de opiniones sobre música y otros temas relacionados con las vivencias de una comunidad imaginaria afrocolombiana. En Sardi y Charco Azul aún son frecuentes los alabados y los chihualos como parte de la funebria de adultos y niños, lo cual expresa el peso demográfico y cultural de la población procedente de la Costa Pacífica. Sin embargo, hay una expansión notoria de las iglesias protestantes en sus modalidades de sectas evangélicas. En los dos barrios hay presencia de grupos de danzas foldóricas ligadas a la tradición musical de la Costa Pacífica. Al mismo tiempo está generalizada en los jóvenes la cultura del hip hop, con manifestaciones de grupos de rap. Es de uso corriente que los jóvenes de ambos géneros bailen indistintamente currulao, rap, salsa, y algunas veces reggae. Finalmente es importante anotar que los grupos organizados en Sardi, de niños y jóvenes, mujeres, tercera edad, participan activamente en el Centro de Desarrollo Comunitario de Charco Azul, y que algunas organizaciones locales de Charco Azul están también conformadas por personal de Sardi.
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El Retiro Fue el primer barrio de la comuna 15, a partir de un proceso de invasión de terrenos ubicados en una franja entre el margen oriental de los barrios que hoy conforman la comuna 1 6, según se describieron previamente, y el caño Cauquita, que sus pobladores en ese entonces llamaron Cinta Larga, asentamiento surgido en el año de 1972. Este asentamiento subnormal estaba conformado por 800 o 1000 viviendas, sin servicios públicos, al igual que registraba un agudo problema de hacinamiento en pequeños ranchos de 4 por 5 metros, construidos de madera, techos de paja y pisos de tierra, y que eran habitados por gran cantidad de inmigrantes de la Costa Pacifica, aunque en su mayoría provenían de la zona rural del municipio deTumaco. Cinta Larga estaba construido al borde del canal de aguas residuales Cauquita de forma tal que todos los ranchos tenían el frente de sus casas orientado hacia el antiguo barrio de la Unión de Vivienda Popular, mientras la parte del lote de atrás daba sobre el canal. Existían una gran cantidad de pasillos entre un buen número no uniforme de casas, sin llegar a definir lo que se conoce como manzana puesto que los callejones conformaban laberintos irregulares. Por su proximidad al canal utilizaban éste como depósito de desechos y a donde iban a parar las aguas residuales. Ante la carencia de agua potable era siempre necesario desplazarse hasta el antiguo barrio Unión de Vivienda Popular a conseguir el agua y transportarla hasta los lavaderos públicos, ya que las viviendas no tenían servicio sanitario ni lavadero. En 1980, debido a la presión de los habitantes de la zona por mejorar sus condiciones de vivienda, se inicia el proceso de reubicación a través de Invicali, en los terrenos que en la actualidad constituyen la primera etapa del barrio El Retiro, en la franja oriental de lo que más tarde serán la calle 48, y las carreras 33 y 39. Dicho programa comprendía la entrega de un
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lote de 15m por 5m por un valor de $ 7 mil de !a época, con el objetivo de reubicar un asentamiento de alto riesgo situado a lo largo de un canal que se había convertido en vertidero de aguas residuales, además de la situación de extremo hacinamiento. De esta forma El Retiro se crea en terrenos antiguamente inundables con pobladores reubicados de Cinta Larga y de dos asentimientos que en esa época también eran clasificados como subnormales: uno ubicado en los terrenos que hoy se conocen como El Pondaje (comuna 13), y un segundo en los alrededores del actual barrio Bella Vista42 (zona de ladera comuna 19). Una de las características del barrio El Retiro desde su conformación en 1980 es el de constituir uno de los asentamientos en la ciudad de Cali con la mayor concentración residencial de población y hogares afrocolombianos, pero también en donde las redes familiares procedentes del municipio deTumaco, zona rural y casco urbano, son preponderantes. Sin embargo, Sardi y las invasiones periféricas al barrio El Retiro tienen en común esta característica, como antes se comentó. En cierto modo El Retiro es a los ojos de los mismos pobladores de otros barrios del Distrito de Aguablanca un territorio "negro", en el que la sociabilidad estuviese segregada y representar una especie de gueto. En realidad, esta particular sobreconcentración de población afrocolombiana y tumaqueña ya existía en la invasión que precede a El Retiro, pues es un asentamiento de reubicación, o sea, Cinta Larga, conformada hacia el inicio de la década del 70. Es bastante probable que este asentamiento en los años 70 fuese uno de los de peores condiciones de vida urbana en la ciudad de Cali para esa época. Algo similar con los antiguos pobladores reubicados de la zona de El Pondaje, afroco-
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El asentamiento antiguo de lo que hoy en día es el barrio El Pondaje era una laguna, la cual más adelante será sometida a relleno sanitario y urbanizada, dando como origen a un barrio estándar popular. En el caso de Bella Vista era un asentamiento de ladera en la comuna 19 sometido a derrumbes.
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lombianos en su casi totalidad y en un sitio muy deteriorado. Sin embargo, en el caso de los reubicados desde Bella Vista, posiblemente más población mestiza que negra, se dio el fenómeno de una mayor movilidad espacial y social, ya que según testimonios vendieron los lotes en El Retiro al poco tiempo y se trasladaron a otros barrios del Distrito de Aguablanca. También es probable que una parte de los escasos pobladores mestizos de El Retiro, los pocos que se quedaron, casi siempre en mejores condiciones residenciales que el resto de la población barrial, procedan de esta reubicación desde la ladera. Durante la reubicación se dio una gran presencia de los partidos tradicionales, vía los concejales holmistas y el holguinistas, quienes a cambio de votos prometían entregar buenos lotes. Se tiene conocimiento de algún líder político liberal tumaqueño y afrocolombiano, que una vez en Cali se vinculó al sector holmista del liberalismo en calidad de dirigente local en los asentimientos de invasión con alta concentración afrocolombiana, como fue el caso de Cinta Larga. Su papel fue importante en el enganche de votos por lotes a través de las redes de parientes y paisanos conocidos de Tumaco durante la reubicadón en el nuevo asentamiento. Este es el caso del holmismo, pero sin descartar una situación parecida en las huestes conservadoras holguinistas, también la negociación de votos contra lotes operó a través de líderes interbarriales mestizos que lograron construir nexos de amistad con redes familiares de pobladores afrocolombianos que habitaban en Cinta Larga y en los terrenos de lo que hoy en día es El Pondaje. La pregunta sociológica que nos hacemos es la siguiente: ¿por qué se dio un fenómeno de segregación urbana socio-racial tan fuerte desde un comienzo y a lo largo del tiempo pareciera mantenerse este patrón de segmentación, con pocos cambios a pesar de ciertas mejoras en las condiciones residenciales de vida de sus gentes? 386
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Llama la atención que en el nuevo asentamiento El Retiro redes familiares del mismo lugar de origen hayan quedado en lotes próximos o cercanos, en inmediaciones de la misma cuadra o manzanas. Aparentemente este fenómeno ha sido más usual en este barrio que en otros del Distrito de Aguablanca, lo cual puede tener que ver con mecanismos implícitos de segregación socioespacial en los que jugaron los siguientes elementos: a) la acción del municipio con Invicali que seleccionó un terreno en condiciones residenciales de la peor calidad, muy similar al de la invasión anterior, sólo que se entregaba loteado y "legalizado", para una población también predeterminada, los residentes en Cinta Larga, en su gran mayoría afrocolombianos de la Costa Pacífica sur; b) por exclusión, los terrenos urbanizables para un sector de la población afrocolombiana, el compuesto por migrantes y sus descendientes con un menor capital escolar, social y patrimonial, en la ciudad y sobre todo en el Distrito de Aguablanca eran los que quedaban disponibles en términos de costos monetarios, o sea, los de peores condiciones residenciales, lo que es especialmente válido para los migrantes de la Costa Pacífica sur y de la zona rural, predominantes en la invasión de Cinta Larga; c) una alta concentración de redes familiares y paisanos que ya habitaban en dicha invasión y que posiblemente su mejor opción en ese contexto era buscar una reubicación en lotes próximos; d) el papel de los liderazgos locales partidistas, más claro dentro del holmismo, en el enganche de votos contra lotes, a través de las redes conocidas de paisanos y familiares de la misma zona de origen del político, como antes se anotó. Hay que advertir que este programa de reubicación inicialmente se formuló como una propuesta de solución residencial habitable con servicios públicos terminados y subsidios de vivienda, pero que finalmente terminó entregándoseles a los pobladores terrenos enmalezados e inundables, sin ningún tipo de servicio público, sólo que ya estaban loteados en forma
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provisoria. Ante esta situación los pobladores de estos nuevos terrenos tuvieron que invertir gran cantidad de tiempo y dinero consiguiendo volquetas cargadas de escombros y tierra con las cuales pudiesen rellenar sus lotes y poder iniciar las construcción de sus viviendas43. La carencia de servicios públicos en el nuevo asentamiento llevó a que se construyeran aljibes, letrinas y lavaderos comunitarios por parte de la misma población. El abastecimiento de agua potable en el nuevo asentamiento se hacía a través de mangueras conectadas al antiguo barrio Unión de Vivienda Popular. Al igual que en el caso del asentamiento de Sardi esto afectaba la presión del agua para el sector donde estaba la conexión, y generaba obviamente conflictos entre la población de ambos sectores. La primera conquista en materia del agua potable consistió en la unificación de todas las mangueras por parte de los pobladores organizados para que llegaran hasta el lavadero publico del nuevo barrio. A este sitio era necesario madrugar, en ocasiones a las dos o tres de la mañana, para recoger agua y luego transportarla a las viviendas individuales, puesto que el bombeo era muy deficiente y la escasa presión solamente permitía que llegase en las mañanas y en ocasiones en la noche, pero nunca en horas de la tarde. El agua que recogían por este medio era dedicada a la preparación de alimentos, mientras que el agua de los aljibes era utilizada para el lavado del cuerpo y el uso sanitario. El manejo de los desechos orgánicos era a través de letrinas y canales que cavaron frente a sus casas por los cuales se depositaban todos los desechos e iban luego a desembocar al canal Cauquita. 43
Eran tan inundados los lotes y tan escaso el material de relleno que muchos políticos a cambio de votos se encargaban de que los escombros generados en las obras que adelantaba el municipio y las empresas privadas fuesen entregados a las personas de su partido o movimiento político. De este modo transcurrieron algo más de cinco años en los que la comunidad tuvo que conseguir escombros puesto que algunas casas tuvieron necesidad de rellenos de más de 5 metros.
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Para conseguir la energía eléctrica la población del nuevo barrio tuvo que esperar un mayor período de tiempo. En los primeros años se cocinaba con leña y el alumbrado doméstico se hacía mediante velas. Hacia 1983 los pobladores organizados lograron instalar cables piratas que se conectaron a la red de energía de la ciudad más próxima. Mediante postes de madera extendieron los cables secundarios a las distintas cuadras, los cuales eran de diversos tipos y calidades. Los cables se obtuvieron vía donaciones o por aportes de los habitantes en forma fraccionada, hasta llevar la energía a todas las cuadras del barrio. Cada vivienda luego debía conseguir un cable para pegarse a la red pirata que llegaba a la calle respectiva. Hacia mediados de la década de los ochenta (1985-1987) el sacerdote católico alemán Alfredo Welker inicia un programa de educación escolar para los jóvenes de ambos sexos del barrio El Retiro, conjuntamente con una guardería. Ante la inexistencia del alcantarillado, el sacerdote impulsa la creación de un comité, el cual inicia la construcción del mismo en el barrio, mediante la autoconstrucción con el trabajo colectivo de los pobladores. El padre Welker, consigue recursos mediante la financiación de entidades alemanas católicas, lo que va a extenderse más adelante a los diversos programas que emprende el sacerdote en salud básica, educación, y generación de ingresos en El Retiro y barrios circunvecinos44. Con el propósito de abaratar costos para la construcción del alcantarillado el sacerdote pone en marcha una pequeña fábrica de tubos. En ella se da preladón al enganche de personas del barrio El Retiro vinculadas a actividades delictivas. El sacerdote pone en práctica un sueldo o jornal por día trabajado. Sólo entre 1988 y 1990 las empresas municipales de la ciudad (Emcali) inician un programa de extensión de las redes do4
Barrios El Vergel, Comuneros I y Laureano Gómez (comunas 13 y 15), con una concentración importante de población afrocolombiana.
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midliarias de acueducto, y la regularización de la energía eléctrica en 1991. También en la década del 90 se logra extender la recolección de basuras, una vez se amplían las vías y mejora la pavimentación de calles. Sin embargo, los asentamientos dentro del barrio y en su periferia que todavía son invasiones presentan una situación deficiente en cubrimiento de recolección, debiendo sus pobladores transportar las basuras hada puntos externos en vías de acceso. Aunque en El Retiro también existe alguna población mestiza, ella se encuentra muy sectorizada, sobre todo en las manzanas con mejores condiciones de vida, más próximas a la calle 48, mientras que en los sectores y manzanas del barrio de peores condiciones residenciales, las cuales a su vez se van alejando de la calle 48, la concentración de la población afrocolombiana es generalizada, al igual que la gente procedente o con ascendientes de la Costa Pacífica sur, especialmente Tumaco45. Es necesario advertir que según el testimonio de Orlando Quiñones46, quien llegó desde la primera etapa de la reubicación 45
Dentro y en la periferia de los barrios colindantes El Retiro, Comuneros y Mojica, en la misma comuna 15, existen varias invasiones, entre las cuales se destacan África -en el interior de El Retiro-, El Valladito -en la periferia de El Retiro-, Brisas de Comuneros entre los barrios El Retiro y Comuneros-, Comuneros 1 y El Encanto -las dos invasiones en la periferia de Comuneros pero adyacentes a El Retiro-, Brisas de la Palma -entre Comuneros y Mojica- y Colonia Nariñense -sobre la avenida Troncal de Aguablanca-. Estas invasiones en su mayor parte están conformadas por pobladores que tienen nexos familiares o de paisanaje con los habitantes del barrio El Retiro y los barrios colindantes antes nombrados, los cuales provienen en su gran mayoría del municipio de Tumaco, buena parte de ellos directamente desde los ríos. Estos asentamientos con menos de 15 años de existencia y que gravitan alrededor de estos barrios, como era de esperar presentan las peores condiciones residenciales en el conjunto de todo el área. Por las redes que los articulan a los barrios ya conformados y legalizados, y sobre todo la proximidad geográfica, dentro y en la periferia de dichos barrios, en la medida en que ofrecen niveles de segregación poblacional todavía mayores, en términos socioeconómicos, socioraciales y por lugar de origen, amplifican la representación de "gueüficación" para el El Retiro y los barrios contiguos en el contexto del Distrito de Aguablanca.
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Líder comunal del barrio, oriundo de Tumaco, quien llega en 1978 a Cali, luego de vivir con una tía en el barrio Antonio Nariño (antigua Unión de Vivienda Popular) se
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de la población que habitaba en Cinta Larga a los terrenos que hoy conforman El Retiro, una sector importante de las familias afrocolombianas a las que se les asignó lotes ya no residen en el barrio (según Quiñones, por lo menos un 50%), lo cual significa que se ha producido una dinámica de desplazamiento, al igual que en Sardi, de los migrantes de origen de municipios de población afrocolombiana que logran mejores condiciones de vida a través generalmente de una inserción laboral con mayores ingresos y alguna estabilidad, hacia otros barrios del Distrito de Aguablanca y del oriente sodalmente menos estigmatizados47: El Vallado, Ciudad Córdoba, Mariano Ramos, la Unión de Vivienda Popular, El Poblado. Esto significa que hay una relativa alta circulación de residentes en el barrio, pero siempre entre miembros de una red o paisanos de la misma zona de origen. Los que se van dejan sus viviendas en alquiler o las venden a otras personas de las redes anotadas. Es posible, por ejemplo, que los nuevos residentes provengan de alguna de las invasiones dentro del barrio o periféricas al mismo, aunque también pueden ser migrantes recién llegados a la ciudad. Sin embargo, la población de migrantes antiguos, fundadores del barrio, sigue siendo importante, lo cual indica que para ellos sus posibilidades de movilidad social han estado bien limitadas, aunque muchos hayan podido lograr alguna diferenciación en el interior del barrio, en cuanto a la ubicación y las condiciones de sus viviendas. Los empleos de las mujeres mayores de 30 años, con escolaridad media de 5o de primaria, son similares a los encontrados traslada a la invasión Cinta Larga. Orlando es reubicado y se le entrega un lote en terrenos de lo que hoy es El Retiro. Ha participado en los diferentes procesos de organizaciones locales y ha sido profesor en el bachillerato técnico-industrial el Señor de los Milagros del sacerdote Welker. 4/ Y como vimos anteriormente este fenómeno se dio con la población mestiza de ladera reubicada en los años 80. La mayor parte de ella terminó vendiendo los lotes o viviendas a pobladores afrocolombianos. Un grupo menor que se ha mantenido en el barrio hasta hoy tiene una mejor situación residencial que el conjunto de la población afrocolombiana.
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en Sardi, preparación de alimentos y su venta ambulante (empanadas, papas, pescado frito, plátano frito, chontaduro cocido, etc.), al igual que la venta de frutas y pescado crudo. Es común la preparación de comidas típicas del pacifico que se conocen como "fritanga", las cuales venden entre semana en las horas de la mañana y los fines de semana en el mismo barrio y barrios aledaños. También es sobresaliente la venta en las galerías o plazas de mercado y en los semáforos. Otro grupo de mujeres se dedican a planchar y lavar ropas a domicilio en los barrios de clases mediaalta de la ciudad. Pero definitivamente los empleos más regulares y estables para las mujeres mayores de 30 años en El Retiro lo generan algunos de los programas sociales del sacerdote Welker: servicio de aseo en el colegio y centro de salud parroquial y demás dependencias de la parroquia, así como el trabajo en la guardería, de cuidado de los niños y preparación de alimentos para ellos. Otra fuente de ingresos es el desempeño como madres comunitarias en los Hogares de Bienestar Familiar del ICBF. Las mujeres menores de 30 años presentan una grave situación de desempleo debido a la reducción en la demanda de servicio doméstico en los últimos años, y la estigmatización del barrio, al ser considerado como zona roja, por eventos de delincuencia y violencia. Esta imagen negativa ha sido contraproducente, de tal manera que las personas de El Retiro, mujeres y hombres jóvenes, tienen menores opciones de enganche laboral en diferentes tipos de actividades. Sin embargo, para las mujeres jóvenes ha surgido como alternativa de ingresos la prostitución. En una menor escala aparecen empleos temporales, de empacadoras y de vendedoras en almacenes, en especial de ropa y calzado. Unas pocas mujeres con mayor nivel educativo, bachillerato o estudios postsecundarios, encuentran empleo como profesoras en el colegio parroquial. Los hombres mayores de 30 años se dedican en la actualidad a la venta de frutas y verduras en forma ambulante y mo-
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dalidad estacionaria en las galerías, centro de la ciudad y los barrios populares, presentándose una fuerte competencia con las mujeres en la actual situación de recesión por los espacios de ventas de productos. Algunos trabajan todavía la construcción pero en actividades muy puntuales, en menor número en la fundición de planchas en el mismo barrio, empleos generados por las obras de mejora de viviendas dentro del barrio. Es frecuente en este barrio la presencia de grupos de hombres adultos que se asocian para poder ofrecer servicios de construcción tanto a personas particulares como a empresas de construcción, incluso en la situación de crisis que atraviesa esta actividad. Los hombres jóvenes, menores de 30 años, al igual que en todos los sectores pobres del Distrito de Aguablanca, son los más afectados por la escasez de empleos, debido a que no cuentan con experiencia laboral y su nivel de escolaridad promedio no supera el 4 o y 5o de bachillerato, ya que se observa una alta deserción escolar en estos dos niveles para la población masculina. Esta situación explica que para un sector de jóvenes las actividades de rebusque bajo diversas modalidades de delincuencia constituyen la fuente principal de generación de ingresos. En cambio para los jóvenes que han culminado su bachillerato hay más opción de empleos temporales en empresas que los contratan por términos inferiores a 3 meses, ocupándose de trabajos como mensajeros, almacenistas, empacadores, etc. No obstante, en la situación actual estos empleos han descendido notoriamente. El programa social del sacerdote Welker, el Señor de los Milagros, ha enganchado a algunos jóvenes en micro empresas que se han constituido en el barrio, para trabajar ebanistería y soldadura, a partir de la demanda generada dentro del mismo barrio o circunvecinos. El colegio parroquial Señor de los Milagros ha permitido ampliar la cobertura para primaria y secundaria en El Retiro y otros barrios del Distrito de Aguablanca. Es el colegio privado con la
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mayor población estudiantil en el Distrito de Aguablanca y posiblemente en Cali, entre 9 mil y 10 mil alumnos, en todos los niveles de la educación básica (11 años), repartidos entre dos establecimientos ubicados en los barrios El Vergel y El Retiro48. Del colegio ya han salido por lo menos tres cohortes de bachilleres, mujeres y hombres, algunos de los cuales se encuentran haciendo estudios técnicos postsecundarios o del Sena y otros pocos han ingresado a universidades privadas y en menor número a la Universidad del Valle. No obstante, el sector de jóvenes cursando estudios universitarios aún es muy reducido y todavía es inexistente la presencia de profesionales y de personal técnico con estudios especializados entre los pobladores49. Existe una buena oferta a nivel de servicios de salud, debido a que está el Puesto de Salud del municipio, que cuenta con consultorios médicos y laboratorios, al igual que el servicio médico del programa social del sacerdote Welker, el cual comprende un consultorio con personal médico y de enfermeras alemanes, más servicios odontológicos y de laboratorio y toma de ecografías. En este segundo consultorio se le entrega droga a los pacientes. Para casos más graves la primera opción es el centro hospital Carlos HolmesTrujillo, localizado en El Poblado. La cobertura de la población por el POS (programa obligatorio de salud), ya sea mediante entidades de salud tipo EPS y administradoras del régimen subsidiado, es inferior al 20%. Una mayor cobertura existe a través del Sisben pero todavía queda por fuera una buena parte de la población, de ahí la importancia que tiene el servicio de salud directamente organizado y 8
Es el colegio privado con la más reducida mensualidad en Cali. Los precios oscilan entre 3 mil y 4 mil pesos al mes. A este colegio asisten los estudiantes de hogares con menores recursos en todo el Distrito de Aguablanca, en su gran mayoría afrocolombianos. 9 Sin embargo, hay un personal adulto haciendo estudios universitarios en centros privados, bajo la modalidad de educación a distancia.
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manejado por el sacerdote Welker, a través del cual se alcanza un mayor cubrimiento. En forma similar a Sardi en el barrio El Retiro son comunes las prácticas populares de salud, particularmente las de tradición de la Costa Pacífica. Son frecuentes los tratamientos para el "mal de ojo", manejo de "envidias" y el uso de técnicas de limpieza y rituales de riego para combatir la mala suerte. La mayor parte de los partos ya son hospitalarios, lo cual indica una diferencia con Sardi, por una mayor incidencia del sistema de salud, tanto público como el ofrecido por el consultorio social del sacerdote Welker, aunque todavía operan las comadronas en el manejo de dolencias que acompañan el embarazo o para producir su interrupción. Para la población de El Retiro, al igual que en Sardi, las calles del barrio son el escenario más importante de sociabilidad, al punto que la crianza de los niños y en general la socialización de los jóvenes se desarrollan allí. Esto está relacionado con el hecho de mantenerse abiertas las puertas de las casas en el día y una parte de la noche, entrando y saliendo las gentes del mismo vecindario. En la calle abundan los juegos de dominó, cartas, bingo y todo tipo de acciones espontáneas de encuentros, como lo es el sentarse a conversar con los amigos, el hacer bromas de los hechos cotidianos y el pensar el mundo a partir de lo que la gente está viviendo 50 . Son frecuentes las fiestas y rumbas en las casas, como también hay participación en los bailes que se hacen en diferentes espacios abiertos o locales en el barrio y en barrios vecinos. El Retiro es otro de los barrios en el Distrito de Aguablanca que cuenta con una peluquería "afro". En forma similar a las peluquerías afro de Charco Azul y Villa del Lago los jóvenes se " Fenómeno similar en otros asentimientos del Distrito de Aguablanca que presentan una alta concentración de población afrocolombiana.
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encuentran en estos sitios no sólo para cortarse el cabello con los últimos estilos "airo", sino para escuchar música (reggae, rap, salsa, las más frecuentes) y conversar sobre asuntos cotidianos. Tal vez conforman uno de los espacios más visibles de afirmación de identidad entre jóvenes negros. Las peluquerías afro se caracterizan además por ofrecer una escenografía de afiches o pósters alusivos a deportistas negros americanos, cantantes de reggae, o líderes del movimiento negro en los Estados Unidos. En El Retiro los jóvenes alternan la práctica de danzas de ritmos tradicionales del Pacífico, currulao, con la del reggae, el rap y la salsa. Este fenómeno es común a los asentamientos en el Distrito de Aguablanca donde hay fuerte presencia de población afrocolombiana. Igualmente todavía se celebran chigualos y se cantan alabaos durante la velación de personal adulto. Hay un predominio religioso católico gracias a la presencia del sacerdote Welker, pero ya han aparecido cultos evangélicos en los últimos cinco años, con una relativa masiva participación en los días de culto. Se observa una percepción negativa discriminante de los pobladores de barrios vecinos y en general del conjunto de la ciudad frente a la población de El Retiro. Hay así una percepción y autopercepdón de "gueto ", que se apoya en la estigmatización a las personas que viven en el barrio. Sus habitantes, en especial los jóvenes, son catalogados como "delincuentes" que atentan contra la vida y la tranquilidad de la población de los barrios vecinos, en especial El Vallado, Ciudad Córdoba, Mariano Ramos, la Unión de Vivienda Popular, Antonio Nariño, casi todos barrios populares con una población más educada y una mejor inserción sodolaboral, además con viviendas terminadas e infraestructura urbana consolidada. Por otro lado, existe un problema de violencia que se presenta entre grupos de jóvenes de los diferentes sectores de El Retiro y los del barrio El Vergel, manifiesta 396
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en una vieja rivalidad por control territorial, lo que ha conllevado a muertos de uno y otro bando. Algunas tendencias registradas en los barrios observados 1. La participación de población afrocolombiana en la expansión de la franja oriental de la ciudad de Cali, al igual que otros grupos de población no afrocolombianos, tiene como contexto socio-histórico el conflicto social de la continua demanda de tierras para vivir de sectores populares desde finales de la década del 40, prolongándose en varias etapas de urbanización hasta las décadas recientes. En la medida en que uno de los principales mecanismos de presión han sido las invasiones y reubicaciones, debido al monopolio de la tierra por las familias de la élite vallecaucana y caleña, que a pesar de ello no han dejado de cobrar altas rentas a costa del pago de los lotes vía organizaciones populares o las mismas agencias del Estado, esto ha sido un factor determinante en la recreación de formas de urbanización precaria, que incluso en la actualidad se mantienen. En el caso de la población afrocolombiana sobreconcentrada en la franja oriental sin embargo se produce un agravante adicional, su mayor participación demográfica en las áreas de invasión y reubicación en dicha franja. En tal sentido, pareciera ser que en los períodos de llegada a partir de la década del 70 de varias de las cohortes de migrantes negros, pero incluso en el caso de sus descendientes nativos de primera generación y en algunos casos de segunda, sus condiciones de inserción urbana -con menores recursos acumulados a su llegada- al lado de un mecanismo de discriminación racial los ha colocado en una situación mayor de segregación, vía urbanización todavía precaria. 2. Se observa una movilidad social diferencial según el tipo de asentamiento y tiempo de fundación del mismo, entre barrios de invasión o de reubicados y barrios de urbanización consolidada. Esto significa una considerable heterogeneidad
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socioeconómica entre un barrio y otro y en el interior de algunos, los más mestizados. Es un hecho que el tiempo de conformación del asentamiento juega un papel importante. No obstante, hay asentamientos más antiguos que otros, los casos de Sardi y El Retiro, y su integración urbana ha sido muy precaria, sobre todo en Sardi y en las invasiones periféricas al mismo barrio El Retiro. 3. Esta movilidad espacial y social ascendente de los hogares va desde los barrios con mayor concentración de población afrocolombiana hacia barrios con mayor mestizaje, en mejores condiciones residenciales y socioeconómicas de los hogares, comunas 16, 8, 11 y 12. 4. Se destaca el papel de las redes familiares y de paisanaje en la sobreconcentradón de población afrocolombiana en zonas de invasión, al lado de la oferta de predios o lotes disponibles para ser urbanizados entre las décadas del 60, 70 y 80. Diversos miembros de las redes ya residían en los barrios aledaños o cercanos a los nuevos barrios. Las redes operan tanto en la población migrante afrocolombiana como en la no afrocolombiana de sectores populares, sin embargo pareciera amplificarse su visibilidad en la afrocolombiana por el efecto de la sobre participación residencial en ciertos barrios determinados del oriente de la ciudad de gentes procedentes de una misma región o regiones y de descendientes nativos cuyos padres o abuelos tenían esas características de procedencia migratoria. 5. En el poblamiento de la geografía del oriente de la ciudad configurada en su casi totalidad por barrios populares de clases bajas-bajas, bajas, medias-bajas y medias, debe destacarse la presencia de una población migrante de origen rural en diferentes etapas desde la Costa Pacífica (Pacífico sur, Buenaventura, Chocó, etc.) y sus descendientes ya nacidos en Cali, que por supuesto se ha sobreconcentrado en los barrios de clases bajasbajas y bajas. A su vez, los de origen urbano se han dispersado
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más -como era de esperar- en el conjunto de barrios de clases bajas, medias-bajas y medias, lo cual se hace compatible con el fenómeno de gran heterogeneidad sociodemográfica y socioeconómica de la población afrocolombiana, al igual que la no afrocolombiana, pero con la salvedad de que la primera en medio de su heterogeneidad participa relativamente más en las zonas geográficas de mayor pobreza del oriente de la ciudad. Esta heterogeneidad no sólo tiene que ver con las áreas de procedencia asociadas a diferenciales de capital escolar, social, económico, simbólico de los migrantes entre unas áreas y otras, sino a las cohortes de descendientes nativos de uno o más generaciones. A mayor distancia del centro de la ciudad hacia el oriente de ella el peso de la población migrante y nativos de primera o segunda generación es mayor entre afrocolombianos y no afrocolombianos, aunque es más visible este fenómeno entre los afrocolombianos. 6. En el eje de coordenadas de la geografía social urbana la dirección oriente es la que marca las diferencias socio-raciales y socioeconómicas más fuertes en la ciudad. En efecto, hay una serie de territorios de frontera marcados sodalmente vía avenidas o calles: la calle 25, la Simón Bolívar, la 73, la 48, la carrera 8a, etc., que trazan espacios de distinción social a medida que la ciudad se prolonga en esa dirección (véase al respecto, VANEGAS, 1998:45-62). 7. Se observan interesantes barrios de "frontera" entre el Distrito de Aguablanca y la zona del oriente de clases medias, como el Siete de Agosto, con una población afrocolombiana visible pero relativamente dispersa en su interior. Este tipo de barrios operan como corredores sociales de tránsito para una serie de prácticas de los actores urbanos que viven en la zona, además de que juegan un papel ambivalente en el entramado de la construcción de las diferencias socio-raciales y los mecanismos de discriminación y producción de estigmas sociales. 399
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8. Por lo general, la población asentada alrededor de caños es la más pobre y la que presenta una mayor concentración de población afrocolombiana en la ciudad, además con una mayor participación de migrantes de origen rural de Costa Pacífica, como se advirtió antes. 9. Antes de producirse el fenómeno de una invasión en el oriente de la ciudad los pobladores de ella ya vivían en otros barrios por lo que llevaban un tiempo de residencia previa en Cali. No obstante, después de consolidada la invasión pueden seguir arribando directamente migrantes a ella, en la medida en que allí están ubicadas redes de parentesco y paisanaje que los acogen. Esto ha permitido que en las invasiones se mantenga una alta densidad de población, con una renovación más o menos permanente de un contingente de su población, entre la que sale a residir en otros barrios populares ya consolidados y con características comunes y la que llega desde la zona de origen o de otras áreas urbanas de la ciudad. Sin embargo, otro contingente de población igualmente importante no presenta una movilidad, encontrándose allí sectores que no han tenido condiciones de mejorar significativamente sus condiciones de vida urbanas desde que llegaron los primeros miembros de la red familiar a residir allí, afectando esto también las posibilidades de movilidad intergeneracional entre migrantes y descendientes nativos de segunda o tercera generación, de los cuales incluso muchos de ellos nacieron en la invasión o por lo menos siempre han vivido allí y tienen pocas opciones de desplazarse a otro sector de la ciudad. 10. La expansión de una serie de barrios en el Distrito de Aguablanca ha tenido que ver con el aumento de la de migrantes de la Costa Pacífica sur, fenómeno más intenso desde la década del 70, posiblemente relacionado con los cambios socioeconómicos y ambientales que se han generalizado en esta región, a medida que la modernización capitalista se ha profundizado. 400
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11. En algunos sectores de los barrios observados pareciera que no se presentan diferencias apreciables entre población afrocolombiana y no afrocolombiana, en términos de las características de las viviendas, los tipos de empleos y los niveles de escolaridad, así como al tiempo de llegada a Cali. Esto pareciera ser válido en los casos de Ciudad Córdoba, El Vallado, El Pondaje y Siete de Agosto, mientras en los de Manuela Beltrán, El Retiro y Sardi-Charco Azul, el fenómeno es distinto. 12. Se observa una asociación fuerte entre una autopercepción de "gueto" y una sobre concentración de población afrocolombiana, en los casos de Sardi, El Retiro, y parcialmente en Manuela Beltrán, o en menor grado. 13. En los diversos casos de asentamientos urbanizados en condiciones de precariedad han jugado un papel relativamente importante una serie de actores externos que han negociado con los actores locales del barrio recursos e inversiones que han facilitado el proceso de urbanización y consolidación del barrio. En primer lugar hay que destacar los partidos políticos tradicionales a través del intercambio de votos por obras y diversas clases de recursos en alianza con líderes locales, incluso para la obtención de una legalización de los terrenos invadidos o el mismo ofrecimiento de lotes a precios bajos. Esta especial participación de los partidos tradicionales y sus fracciones de clientelas también ha sido un factor importante en la expansión del oriente como alternativa de crecimiento popular de Cali desde los años 60. Cabe destacar también el papel de los grupos de izquierda liberal (MRL) y comunista en los años 50 y 60, más insertados en la lógica de apoyar el desarrollo de un movimiento popular urbano, aunque también con resultados electorales para ese período. Otro tipo de actores corresponden a figuras religiosas que han conformado un sistema asistencial de servicios básicos y de educación, además de generación de ingresos, entre las capas más pobres del oriente de la ciudad con 401
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mayor concentración de población negra-mulata (caso del sacerdote Welker en El Retiro pero con influencia en todo el Distrito de Aguablanca). Estos múltiples actores externos han desempeñado roles diversos en la misma negociación que han llevado a cabo las dirigencias locales barriales con la municipalidad.
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Desplazamiento forzado y género: trayectorias y estrategias de reconstrucción vital Donny Meertens1
Introducción El desplazamiento interno a causa del conflicto armado es tal vez una de las más dramáticas y extendidas consecuencias sociales de la violencia en Colombia. Esas consecuencias no se distribuyen de manera uniforme entre la población. Tanto la violencia política como el desplazamiento forzado tienen simbologías y efectos diferenciados por género. Hombres y mujeres viven de manera y de intensidad distintas el proceso de desplazamiento y las rupturas que conlleva, desde el momento de la destrucción y el desarraigo hasta la reconstrucción de sus vidas y del lazo social. En estudios anteriores2, hemos enfatizado el "contraste de género" en esas dos fases de la tragedia del desplazamiento. En este artículo, basado en un estudio que aún está por concluir 3 , se quiere mirar con más detalle el conjunto de factores que influyeran en las capacidades o potencialida-
• Antropóloga, profesora del programa de Estudios de Género, Mujer y Desarrollo, Universidad Nacional de Colombia. •' Véase, por ejemplo MEERTENS y SEGURA 1997 y MEERTENS 1998a. 1
Proyecto de Investigación Universidad Nacional (CES) - Colciencias, Reconstrucción de la vida cotidiana de hombres, mujeres y jóvenes desplacidos por la violencia (1998-1999). Donny Meertens directora, Nora Segura codirectora, Isabel Ortíz coordinadora equipo de Bucaramanga. Se realizaron 110 entrevistas a profundidad con desplazados en Bogotá, Bucaramanga y Piedecuesta. En las etapas de recolección, información y sistematización
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des4 de hombres y mujeres para construir un nuevo proyecto de vida en la ciudad. No sólo el género, sino también otras variables parecen diferenciar a los desplazados, particularmente las experiencias sociales previas, participación en espacios comunitarios o políticos, y las reservas de confianza, normatividad e institucionalidad -o sea el "capital social"5- del sitio de expulsión; la movilidad social y geográfica previa al desplazamiento; experiencias de trabajo y de educación; características familiares; los hechos de violencia sufrida, incluida la inmediatez de la huida y la magnitud de las pérdidas. El conjunto de estos elementos constituye lo que podríamos llamar el equipaje con que los y las desplazadas llegan a la ciudad, y que configuran diferentes niveles de vulnerabilidad y de resilienciab, es decir, de resistencia a la destrucción y de capacidad individual y social para construir un comportamiento vital positivo. Los factores mencionados, como habíamos planteado en nuestras hipótesis de investigación, a veces pueden interferir con el balance de género anteriormente elaborado; otras veces, tomando en cuenta que muchos de ellos no están distribuidos en forma equitativa entre hombres y mujeres, reforzarían el contraste. Por el momento, dada la falta de conclusión del trabajo investigativo, retomaré sólo algunos de ellos. Pero antes de proseguir, es preciso referirnos a un concepto que hemos tomado como hilo conductor del trabajo: el proyecto de vida. El proyecto de vida es una expresión amplia y conocida de la vida cotidiana y del lenguaje coloquial, pero carece de referentes académicos precisos, aunque conocemos algunos trabajos desde la psicolode información participaron las siguientes investigadoras y asesores: Soledad Niño (antropóloga), Marcela Sánchez (trabajadora social), Lya Yaneth Fuentes (socióloga), Doris Lamus (socióloga), Chrisüane Lelievre (psicóloga), Gladys Patricia Novoa (historiadora), Rocío Londoño (abogada) y Nelson Lugo (ingeniero de sistemas). 4 Conceptos usados por Amartya Sen (1985, 1997) en busca de un enfoque alternativo de desarrollo humano. Véase también NUSSBAUM 1995, 5 Veáse: PUTNAM (1993) y MOSER (1999), entre otros. 6
SUAREZ OJEDA, s.f.
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DESPLAZAMIENTO FORZADO Y GÉNERO
gía7. Partimos aquí de una aproximación al concepto a través de una serie de connotaciones: el proyecto de vida connota futuro, planeación, control, intención, meta, voluntad de superación 8 . Esos últimos sentidos tiene cierta afinidad con, o presupone, la presencia de factores como los ya mencionados conceptos de capacidad o potencialidad y resiliencia, que no sólo se refieren a características individuales sino también a un conjunto de experiencias y oportunidades prefiguradas en alguna medida por normatividades y titularidades9 existentes, en las cuales el género opera como un factor diferenciador. El tener un proyecto de vida es algo contrario a la pasividad, la dependencia o la inmersión en la condición de víctima. Supone algo más allá de la inmediatez de la supervivencia, pero lógicamente incluye a esta última. Es, por ende, individual y social a la vez: es el individuo en una trama de relaciones y recursos externos.
El d e s p l a z a m i e n t o f o r z a d o y sus m o d a l i d a d e s El fenómeno del desplazamiento interno por violencia, si bien estaba siempre presente en la segunda mitad del siglo XX, comenzó a sentirse en toda su magnitud a partir de los años 1988 y 1989. En estos años se dispararon las cifras de asesinatos políticos y masacres, especialmente en aquellas zonas donde confluyeron varios factores: luchas campesinas en el pasado; posteriores enfrentamientos entre guerrilla y ejército; compra de tierras por narcotraficantes y llegada de paramilitares a "limpiar" la región de guerrilleros y sus supuestos colaboradores. La primera investigación a escala nacional, la de la Conferencia Episcopal de Colombia, arrojó un resultado de aproximadamente 600 mil desplazados en 1994, repartidos en zonas como Urabá, 7
MEZA (1996).
s
Propuesta de investigación, Donny Meertens y Nora Segura. La formulación es de Nora Segura. tJ Entitlements en inglés; el término es de Amartya Sen.
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Córdoba, Magdalena medio, los Llanos Orientales, Arauca y Cauca/Putumayo principalmente 10 . Entre 1996 y 1998 se incorporaron nuevas zonas a la dinámica de la violencia y sus secuelas de desplazamiento masivo de la población; de ellas mencionamos tres por sus características particulares: el Chocó desde donde se produjo un movimiento temporal de refugiados internacionales hacia el Panamá (devueltos por ese país); Cundinamarca, donde se han hecho sentir los paramilitares ya en las goteras de la capital; y el sur del departamento de Bolívar, territorio tradicional de la guerrilla del ELN, ahora amenazado por los paramilitares y desde donde se produjo un éxodo masivo de 8 mil campesinos hacia la ciudad de Barrancabermeja en 1998. Las últimas estimaciones (1997) llegaron a una cifra entre un millón y un millón y medio de desplazados, lo cual representa más del 2.5% de la población total de Colombia (38 mHlones)11. Según los primeros datos de la Conferencia Episcopal, el 58.2% de los desplazados son mujeres (7 puntos por encima de la proporción de mujeres en la población total de Colombia) y el 24.6% de los hogares desplazados es encabezado por una mujer. Consideramos, con base en las experiencias regionales, que esta última cifra es un subestimado y que el porcentaje de 30.8% de hogares encabezados por mujeres, mencionado en el estudio de CODHES, es más ajustado a la realidad del desplazamiento forzoso 12 . En el más reciente estudio de desplazados en Bogotá, la proporción encontrada de jefatura femenina del hogar es del 38%. De estas jefes de hogar mujeres, el 40% son viudas que huyeron con sus hijos tras la muerte
10
Conferencia Episcopal 1995 ' Consejería Presidencial para los Derechos Humanos y CODHES, 1997; GARCÍA DURAN. 1999:16. 12 Conferencia Episcopal 1995:43 y Consejería para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES) 1995. La subestimación puede tener relación con los temores de las mujeres de quedar registradas como jefas de hogar y madres solteras, lo cual, en las zonas rurales, todavía representa un estigma social propagado por la Iglesia (los 1
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violenta de sus maridos, y el 18% fue abandonado después del desplazamiento a la ciudad 13 . Se estima que la capital nacional, Bogotá, es uno de los más grandes receptores de migrantes por violencia, que llegan directamente o en varias etapas y de todas las regiones del país. En 1996 su número alcanzó alrededor de 50 mil personas, integrantes de 9700 hogares, lo cual da un ritmo de llegada de 27 hogares desplazados por día14. En las regiones más lejanas de la capital que han sido afectadas por la violencia, las corrientes de migración forzada se dirigen hacia las ciudades intermedias en proximidad de las zonas de expulsión, que combinan las dos características, de cercanía y de tamaño suficientemente grande para garantizar el anonimato. Por ello, las mismas capitales departamentales de las regiones de expulsión constituyen los sitios de llegada de la población desplazada: Medellín (Antioquia) y Montería (Córdoba) para los desplazados de Urabá y de la Costa Atlántica; Barrancabermeja y Bucaramanga (Santander) para los del Magdalena medio, Villavicencio (Meta) para los Llanos Orientales; Florencia para los de Caquetá y Putumayo; Cali para los del sur-occidente del país. Esta relación directa entre las zonas en conflicto y las ciudades cercanas, se refleja en los datos encontrados en la población desplazada entrevistada. Las mujeres desplazadas en Montería, cuyas historias de vida se recogieron en estudios anteriores, eran todas oriundas del Urabá cordobés. En Bucaramanga y Piedecuesta, el 4 7 % de las personas entrevistadas era procedente del datos de Conferencia Episcopal fueron recogidos a través de las parroquias), o el temor a ser registradas como viudas de subversivos, lo cual tampoco les convenía en medio del clima de zozobra reinante "Jorge Rojas, ponencia presentada al Seminario sobre Desplazamiento Forzado y Conflicto Social en Colombia, Universidad Nacional de Colombia, noviembre de 1997. La cifra más alta de jefatura femenina del hogar, 49% ha sido proporcionada por un estudio de familias desplazadas en Cali (Comisión Vida, Justicia y Paz y Arquidiócesis de Cali, 1977: 42). 14 Arquidiócesis de Bogotá y CODHES 1997:39
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Magdalena medio y zonas aledañas dentro del departamento de Santander y el 37% venía del sur del departamento del Cesar. Bogotá, en cambio, parece recoger desplazados procedentes de todas las regiones del país. La procedencia de mayor importancia de la población desplazada entrevistada recientemente era el departamento del Meta, con un 20%, repartida entre la región del Ariari y el municipio de Mapiripán (este último lugar de incursiones paramilitares y reconquistas guerrilleras durante el año de 1997). Pero también habían llegado de Antioquia (12%), sur del Bolívar, Caquetá, Tolima, Boyacá, Casanare, Chocó, Nariño, Sucre y Cuaviare, representando prácticamente el territorio nacional. En cada ciudad, los desplazados llegan a través de diversas modalidades de desplazamiento. En primer lugar están los desplazamientos colectivos, los cuales se presentaron durante la ola de asesinatos, masacres, desapariciones y bombardeos de zonas campesinas en la primera mitad de los años 80. Los desplazamientos más organizados de esa época se dieron en el Magdalena medio a partir del surgimiento de los primeros grupos paramilitares (el fenómeno del paramilitarismo se originó en esa zona con el MAS -Muerte a Secuestradores- comunmente llamados los "masetos" por los campesinos de la región). Ante las -generalmente frustradas- expectativas de pacificación, las comunidades desplazadas seguían una dinámica repetitiva de éxodo -retorno- éxodo, aunque debilitándose cada vez más el carácter colectivo del desplazamiento. Actualmente conocemos muy pocos casos de desplazamiento colectivo. El del pueblo de Pavarandó (Chocó) en 1997, hacia los campamentos de la pequeña ciudad costeña de Turbo, es el más conocido 15 .
15
A diferencia de otros países, Colombia no conoce la "recepción" de desplazados en campamentos. El de Turbo es una de las pocas excepciones. La comunidad de Pavarandó realizó un retomo parcial a sus tierras. En este artículo no alcanzamos a elaborar sobre los temas de retomo y reubicación de desplazados.
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Otra modalidad, la dominante en Colombia, se caracteriza por el desplazamiento individual o familiar, en el cual las familias optan por huir silenciosamente y buscar refugio cada una por su cuenta. Esto ha sido el caso de la zona de Urabá, la más conocida por la intensidad de la lucha territorial entre los grupos armados y los intentos de constituir "comunidades de paz" que defienden el derecho a la neutralidad ante el conflicto armado. También ha sido la modalidad predominante en la Costa Atlántica, donde el desplazamiento se ha hecho sentir a partir de las sonadas masacres que se perpetraron allí en los años 1988-1990 ("El Tomate", "Los Córdobas" y otros). En realidad, ante la generalización geográfica del conflicto armado en casi todo el país, por un lado, y la dinámica más selectiva y precisa de asesinatos o amenazas "por colaboración con el grupo armado opuesto", por el otro, el desplazamiento ha seguido básicamente esta modalidad de huidas y llegadas dispersas, de inserción a "cuentagotas" en las ciudades. En una forma poco visible pero permanente, el movimiento de población desplazada está alcanzando dimensiones nacionales. Hasta ahora hemos hablado del desplazamiento del campo a la ciudad. Pero también se presenta desplazamiento intra e interurbano de familias dispersas. Es el caso de Barrancabermeja, donde la violencia se internó en la ciudad misma. Los actores violentos establecieron cada uno su dominio en un sector, provocando desplazamiento de las familias de barrio a barrio, de calle a calle, en una desesperada carrera por escapar de la muerte anunciada. Muchos no han encontrado más remedio que salir de esa ciudad en busca del anonimato en otra más grande, generalmente Bogotá. El tipo de apoyo que recibe la familia que se desplaza es otro distintivo. Generalmente no cuenta con más que una pequeña solidaridad de familiares, vecinos o de la Iglesia para huir. Pero en Villavicencio (Llanos Orientales), la población
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desplazada ha sido marcada por la presencia de gran número de viudas de líderes del movimiento Unidad Popular (UP)16, cuyas redes políticas han brindado un mínimo marco de solidaridad y de pertenencia social. Aunque el desplazamiento es disperso, en estos casos el apoyo social mantiene algunos rasgos de colectividad. En otros casos, el desplazamiento de una familia representa un movimiento repetitivo, ligado a la dinámica misma del conflicto armado en su zona de origen: en una secuencia de incursiones al territorio donde vive la familia campesina, los diferentes actores armados por turnos los amenazan de muerte; ellos huyen, regresan y huyen sucesivamente hasta instalarse definitivamente en la ciudad. Hemos encontrado muchos casos de huidas sucesivas, originadas cada una por diferentes actores armados, en el sur de Bolívar, el sur de Cesar y en el Meta (zonas del Ariari y de Mapiripán), todas áreas en disputa entre la guerrilla y los paramilitares, sin que se haya llegado a una ocupación territorial estable por uno de los actores armados. Recientemente, en el curso de 1998, se ha presentado una nueva modalidad de desplazamiento que denominamos el éxodo masivo con características de movilización política. Es el caso ya mencionado de la movilización campesina del sur de Bolívar hacia la ciudad de Barrancabermeja, donde presionaban con su masiva presencia al Gobierno para buscar una solución a la presencia paramilitar en su zona de origen. A pesar de las negociaciones, promesas de seguridad y un retorno masivo organizado por las autoridades en agosto de 1998, al cabo de seis meses se han denunciado más de 30 asesinatos, varias masacres colectivas y un constante flujo de familias desplazadas -ahora ya no organizadas sino dispersas- hacia las ciudades de Bucaramanga y Bogotá. 5
Acusados de ser enlaces de las FARC. La UP ha perdido más de 3 mil de sus militantes en diez años.
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Estas diferentes modalidades del desplazamiento se relacionan con particularidades regionales y se expresan en diferentes grados de colectividad, de organización, de conciencia política y por ende, de grados de preparación de la población para anticipar el desplazamiento, para resistir los traumas psicológicos y enfrentar el desafío de supervivencia y construcción de un nuevo proyecto de vida en la ciudad. Los y las desplazadas, por consiguiente, no constituyen una categoría homogénea sino una variedad de experiencias y potencialidades, moldeadas tanto por la diferencia de género y su condición social de antes, como por las dinámicas regionales de la violencia en cada período y cada región17. ¿Quiénes son los y las desplazadas? Discursos en circulación En Colombia, antes de 1995 no existía oficialmente el término desplazado, a pesar de la historia de migraciones forzadas del país. Sólo circulaba la palabra entre las organizaciones no-gubernamentales dedicadas a la defensa de los Derechos Humanos, las ayudas humanitarias o las organizaciones populares. En septiembre de 1995, un año después de la primera publicación de cifras por parte de la Conferencia Episcopal, el status de desplazado finalmente se oficializó con la adopción de un Programa Nacional de Atención Integral a la Población Desplazada por la Violencia18. El Gobierno Colombiano adoptó una definición de desplazados retomada de la "Consulta Permanente sobre Desplazamiento en las Américas" y que dice así: 17
Es ésta una realidad que debe ser tomada en cuenta por los diseñadores de políticas y programas para los desplazados. 18 CONPES 2804 Ministerio de Interior y Departamento Nacional de Planeación, septiembre de 1995, seguido dos años más tarde por la Ley 387. Actualmente (junio de 1999), la Red de Solidaridad y el Departamento Nacional de Planeación, en colaboración con la Dirección Nacional para la Equidad de la Mujer, están preparando un nuevo CONPES que pretende dar soluciones más precisas y diferenciadas por género y edad.
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Desplazado es toda persona que se ha visto forzada a migrar dentro del territorio nacional abandonando su localidad de residencia o actividades económicas habituales, porque su vida, su integridad física, su seguridad o libertad personales han sido vulneradas o se encuentran amenazadas, con ocasión de cualquiera de las siguientes situaciones: conflicto armado interno, disturbios y tensiones interiores, violencia generalizada, violaciones masivas de los derechos humanos, infracciones al derecho internacional humanitario u otras circunstancias emanadas de las situaciones anteriores que puedan alterar a alteren drásticamente el orden público" 19 . Aunque las diferencias formales entre el status de desplazado interno y el de refugiado ya son suficientemente conocidas20, nos interesa aquí resaltar tres aspectos de diferenciación que remiten a la condición social de los desplazados internos. El desplazado interno no cruza fronteras internacionales, de modo que sus procesos de transición hacia la vivencia en un nuevo medio atraviesan aparentemente menos problemas de diferencias culturales, étnicas, o idiomáticas. Pero por otro lado, hasta hace muy poco no goza de ningún reconocimiento legal, político o social, por parte de la comunidad internacional. Y relacionado al anterior, no puede llamarse refugiado, precisamente porque no recibe ningún refugio21. Es más, prefiero no hablar de lugares de recepción de los desplazados en Colombia, porque nadie los recibe; las familias se insertan "a la brava", a como puedan en los medios urbanos y éstos son, por lo menos inicialmente, simples sitios de llegada. 9
CONPES 2804, 1995, p. 11.
0
Véanse por ejemplo: GARCÍA 1999: 29; COHÉN y DENG 1998: 26-30.
1
Individualmente, las familias desplazadas reciben asistencia de emergencia (mercados, una suma de dinero) de algunas instituciones, Cruz Roja, Ministerio del Interior, para lo cual tienen que presentar una prueba oficial (carta de la Personería o de la Defensoría del Pueblo) que certifique su condición de desplazado por la violencia.
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Un punto álgido de discusión nacional e internacional es la diferencia entre el desplazado y el migrante económico. Aunque en Colombia a veces esas categorías se mezclan (la violencia generalizada en los campos también acaba con las posibilidades de empleo en el sector agropecuario), la distinción es muy importante en dos sentidos: con respecto al futuro, y con respecto al pasado. El desplazado forzado por violencia no tuvo la intención de migrar, el nuevo lugar no guarda relación con sus perspectivas del futuro. Por eso es más incierto y atravesado por los anhelos no-realistas de retornar, las búsquedas de reubicación, o la resignación a un medio urbano no libremente escogido. En cuanto al pasado, el desplazado tiene una memoria perturbada por los hechos de violencia. Comparte con los migrantes económicos muchas nostalgias, pero éstas se han vuelto más abstractas y lejanas en el tiempo. El "antes" ya no era tan idílico cuando tuvo que salir, ya estaba "dañado" por la guerra, manchado por la sangre de vecinos y familiares. La memoria, parte constitutiva de su identidad social, se volvió traumática; el pasado inmediato, innombrable. Los desplazados internos en Colombia, por ende, se difieren de desplazados internos en muchos otros países, por su enorme diversidad. Constituyen un grupo muy heterogéneo, cuyo status común de desplazado no se deriva de ninguna característica en común (como podría ser en otros casos la de la étnia o la filiación política), sino que tiene un carácter circunstancial: el ser habitante de una región de conflicto armado. Por consiguiente, no puede contrarrestar la discriminación colectiva a la cual es sometido, con una reivindicación común. En cambio, a través del imaginario social de los desplazados que circula en el medio urbano, se les atribuye características comunes, generalmente en dos sentidos. Por un lado, se expresa en el dicho "por algo será" (el hecho de haber sido desplazado) correspondiente a un sentimiento de desconfianza política; 416
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por otro lado en la ¡dea de que son pobres y desarraigados y por lo tanto ladrones y malhechores22, lo cual expresa una muy arraigada desconfianza social. Otros imaginarios circulan también, sobre todo en las entidades de asistencia social y en los medios de comunicación y se centran en el aspecto de la víctima quien requiere de la asistencia del Estado. La imagen victimizada, sin embargo, está atravesada por una permanente sospecha de falsedad. Muchos funcionarios se quejan de los "falsos desplazados" que se presentan como tales para alcanzar alguna ayuda del Estado. El desplazado, sobre sí mismo, maneja una imagen múltiple, desdoblada unas hacia la esfera privada y otras hacia la esfera pública. En lo público, la expresión de "ser desplazado" es más complejo y sujeto a un permanente doble juego: el de la conveniencia de manifestarse como tal, en condición de víctima, ante las entidades de asistencia social, y el del temor al estigma, la discriminación e incluso la persecución que le lleva a vivir en la clandestinidad, ocultando su condición a los vecinos y los empleadores. Es que aún en la ciudad (y sobre todo en las ciudades más pequeñas y cercanas al conflicto armado como Montería, Piedecuesta o aún Bucaramanga) el desplazado suele ser asociado a uno de los actores armados ("si es desplazado por los paras debe ser guerrillero" y viceversa) y se le imposibilita el status neutral de población civil no involucrada en la guerra. En lo privado el "sentirse desplazado" está ligado en primer lugar a lo que podría llamarse la nostalgia ambigua, es decir, una 2
Aunque la experiencia concreta en barrios populares acostumbrados a una mezcla social de migrantes, reinsertados (ex-guerrilleros) y varios actores armados, en su medio, puede ser mucho más diversa, insertándose los desplazados en cierta condición de ventaja por sus posibilidades de asistencia institucional. Lo anterior se sugiere en la ponencia de Martha Bello (profesora del Departamento de Trabajo Social) y Claudia Mosquera (profesora del Departamento de Trabajo Social y codirectora del programa universitario Iniciativas por la Paz y la Convivencia de la Universidad Nacional de Colombia).
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nostalgia atravesada por traumáticos recuerdos; en segundo lugar al desempleo (muy impactante en los hombres campesinos, asociado con la falta de dignidad y la pérdida de status de proveedor económico de la familia), y en tercer lugar a la falta de vivienda (más nombrada por las mujeres), expresión concreta de la falta de pertenencia al nuevo lugar. La vivienda a la vez simboliza la necesidad básica de buscar reemplazo a los antiguos vínculos con la tierra, los animales y el mundo de relaciones primarias de familiares y vecinos. La diferencia de género en el "sentirse desplazado/a" se manifiesta en dos tendencias relacionadas con el manejo diferenciado de lo público y privado: siempre son los hombres que entablan las relaciones con el mundo de las burocracias oficiales (el mundo público), con argumentos muchas veces de carácter político: "reclamemos al Estado la ayuda justa que nos corresponde". Pero, contradictoriamente, son también ellos, los hombres, los que desarrollan una dependencia a las respuestas estatales, dependencia que es exacerbada por las formas y las actitudes de atención oficial, y que los mantiene presos en su condición de víctimas, atrapados en un círculo vicioso de visitas permanentes a las instituciones de asistencia. En cambio, las mujeres, impulsadas por la necesidad de supervivencia de ella y su familia, suelen movilizar todas sus relaciones sociales (familiares, paisanas, vecinas) en aras de conseguir un trabajo, generalmente en el sector de servicios domésticos, de venta ambulante o de alguna producción a domicilio. Aunque en condiciones precarias, su ingreso al mercado laboral significa, contraria a la dependencia, una pequeña ganancia en autonomía.
El desarraigo: d e s t r u c c i ó n de vivencias y t e j i d o s sociales Los efectos diferenciados por género a lo largo del proceso de desplazamiento, se agrupan en torno a tres grandes momentos: el de la destrucción de vidas, de bienes y de lazos sociales; el
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del desplazamiento propiamente dicho; y el de la supervivencia y la reconstrucción del proyecto de vida y del tejido social en el sitio de llegada. A lo largo de nuestro argumento elaboramos primero los contrastes de género más fuertes, para luego mirar los otros factores. Es preciso preguntarnos, en primer lugar, por las pérdidas que han sufrido mujeres y hombres al ser desarraigados a causa de la violencia. ¿Qué perdieron en términos materiales, emocionales, sociales? ¿Qué dejaron atrás? ¿Cómo fue su vida antes del desplazamiento? Analicemos primero el caso de las mujeres campesinas tradicionales, retomando algunos ejemplos de viudas entrevistadas en la Costa Atlántica. Ellas antes de ser desplazadas habían sido criadas en un esquema cultural rural de rígida separación de esferas masculina y femenina, donde la última se centraba casi exclusivamente en la gestión doméstica, la maternidad, el espacio del hogar y aquellas actividades agrícolas (la huerta, el procesamiento) cercanas al recinto doméstico, y una indudable sujeción al mandato del hombre. Todas ellas, pues, tuvieron una niñez y una adolescencia caracterizadas por el aislamiento geográfico y social. Su movilidad solía ser muy restringida, se criaban en una vereda y allí se casaban. O si se pasaban de una vereda a otra, era por el trabajo del papá o del marido, cuando éstos eran jornaleros. "Mi papá era un triste machetero en madera. Vivíamos de finca en finca, m i papá rodando, pa allá y paca pues él no tenía tierra... De Arboletes fuimos para Naranjito, porque mi papá se fué para allá, entonces allá me consiguí el señor con quien viví. Bueno, entonces allá tuve la mala suerte que PRAN... para m í fue el fracaso, ese que tuve, que lo mataron a él..." (María, viuda de 30 años, Montería 1994)
Frecuentemente las relaciones con el mercado, la economía monetaria, la información, las instituciones formales eran patri-
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monio exclusivo o predominante del hombre, y aún el contacto con organizaciones o entidades cívicas o comunitarias era ajeno a muchas, aunque no a todas, las mujeres rurales. Para las campesinas más aisladas, los límites del mundo, del contacto con la sociedad, eran dados por los jefes de hogar, primero el padre y luego el esposo23. El desarraigo de ese mundo ha significado destrucción de la identidad social, en un grado mucho mayor para las mujeres que para los hombres, cuya libertad de movimiento, acceso a información y disposición de tiempo libre se daba por supuesto y quienes solían manejar un espacio geográfico, social y político más amplio. Además, para muchas mujeres campesinas, a diferencia de sus esposos, la violencia les llegaba de sorpresa. Ellas generalmente no habían participado en actividades comunitarias o políticas (más de la mitad de las mujeres desplazadas, entrevistadas recientemente, no participaba en ninguna organización social, y el 18% sólo participaba en organizaciones religiosas). Dado su relativa aislamiento de la vida pública y la dinámica del conflicto, ellas confiaban en que no tendría porqué llegar el conflicto a tocar la puerta de sus casas. Pero cuando las matanzas llegaban a veredas o fincas cercanas, eran ellas las primeras para presionar al marido para salir de ahí. Hay un notorio dramatismo en los relatos de las viudas del primer período (1 9881991), en comparación con los de las familias que salieron más recientemente por miedo, más prevenidas y con algún tiempo de preparación de la salida. Relatan las primeras: "A m i esposo lo llevaron a matarlo y me dieron tres horas para desocupar... llegamos a la carretera sin saber para dónde íbamos a llegar... yo recuerdo ahora que en 3
Las únicas excepciones las encontramos en las mujeres que de una u otra forma habían llegado al liderazgo en su organización o comunidad: sus historias de vida revelaban diferentes caminos para escapar al confinamiento del hogar de la típica familia campesina, por migración independiente, colonización o servicio doméstico en la ciudad.
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el momento yo veía oscuro, no veía claro, era que estábamos con una linterna y yo no veía claro... yo le pedía a m i Dios que me mostrara claro el camino donde iba y que encontrara personas que me ayudaran... cuando abrimos los ojos, que llevábamos como cinco minutos de estar parados, ahí vimos como un campero... vea señor, y me puse a contarle a él, y le salían las lágrimas de lo que yo le estaba contando y ahí... nos subieron al carro". (Belén, viuda de 40 años, Montería 1994)
En el estudio actual, suponíamos que la generalización geográfica de la violencia durante los últimos tres o cuatro años llevara a una mayor prevención y alerta entre las familias rurales y una salida más temprana y con más preparación, antes de que fuesen afectadas directamente por hechos violentos. En efecto, el 82% de los entrevistados en Bogotá, Bucaramanga y Piedecuesta mencionan como motivo principal de la huida una causa relacionada con la prevención (prevención, hostigamiento, peligro de reclutamiento de los hijos o hijas por parte de los actores armados, amenazas directas) y no con un hecho violento ya consumado. Sólo el 1 6% aduce masacre u homicidio de un familiar como causa principal (Gráfica No. 1). Sin embargo, parece que aún estando prevenidas, la mayoría de las familias rurales no tienen tiempo para preparar su salida. Las amenazas directas, que alcanzan el 4 1 % de las causas de desplazamiento, suelen ser órdenes perentorias de desocupación inmediata y la familia alcanza escasamente recoger la ropa para viajar. El 59% de los entrevistados manifestó haber salido repentinamente, sin tener tiempo de preparación para el desplazamiento (Gráfica No. 2). La mayor parte de los desplazados que mencionan el homicidio o asesinato como causa del desplazamiento, son mujeres que perdieron a sus esposos. Esas viudas emprendían la huida, no sólo por las amenazas de los asesinos de volver o por sus
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órdenes perentorias de desocupar la finca o la casa, sino impulsadas en forma dramática por el trastorno emocional, el miedo y la necesidad de salvar a sus hijos. A veces huyeron casi a ciegas y quedaron totalmente desorientadas cuando llegaban a la ciudad. María, la hija del machetero, se demoró casi ocho días para enterarse del asesinato de su marido, porque ella huyó cuando lo sacaron violentamente de la casa. No se atrevió a recoger el cadáver en la morgue. Otra expresó su desorientación de la siguiente manera: "Entonces, después del asesinato, cuando yo estaba durmiendo en un corredor aquí en la ciudad, agachadita con mis hijos, llegó la policía a preguntar que hacía, y yo les dije: estoy esperando que llueva para irme a tirar del puente pa'bajo, al agua con todo y pelado; yo estaba que no sabía qué más hacer, estaba como un barco sin bahía..." (Olga, viuda de 28 años, Montería, Córdoba 1994)
La destrucción, en otras palabras, va mucho más allá de sus efectos materiales: se trata de una pérdida de identidad como individuos, de una pérdida de identidad como ciudadanos y sujetos políticos 24 y de una ruptura del tejido social de la familia y de la comunidad, que produce la sensación de estar completamente a la deriva: "como un barco sin bahía". El contraste de género aquí elaborado para las mujeres campesinas más tradicionales, se vuelve más complejo cuando tomamos en cuenta la creciente diversidad de la población rural colombiana. La edad y el ciclo vital de la familia actúan sobre la capacidad de enfrentar el drama del desarraigo. También las múltiples experiencias de movilidad geográfica anterior al desplazamiento de hombres y mujeres, de tal manera que podría24
Simbolizada a veces por la falta de documentos de identidad, que frecuentemente se pierden en la huida.
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mos hablar en muchos casos de vidas móviles25, matizan la vivencia traumática del desplazamiento. Pero las vidas móviles no son igualmente compartidas entre mujeres y hombres. Casi la mitad de las mujeres entrevistadas nunca había vivido fuera de su municipio de origen antes de ser expulsada, y sólo un 18% había vivido o trabajado en dos o más lugares distintos a su municipio de origen, mientras que los hombres casi duplican ese porcentaje (Gráfica No. 3). Relacionado con lo anterior está la creciente diversidad ocupacional que en algunas regiones comienza a desdibujar la tradicional distinción entre lo "rural" y lo "urbano" en las experiencias vitales de pobladores de los municipios. No sólo campesinos, sino también conductores de bus, sastres, pequeños comerciantes y peluqueras encontramos entre la población desplazada. Algunas zonas de expulsión habían sido tierras de colonización campesina en décadas pasadas, y a ellas llegaban familias campesinas de regiones andinas pero también de zonas urbanas deprimidas. La presencia de cultivos ilícitos ha sido un factor adicional de estímulo a la movilidad y a la diversidad poblacional, ya que a raíz de ella aumentó vertiginosamente la circulación de personas, de dinero y de artículos de consumo y crecieron pequeños núcleos urbanos donde se ha concentrado el comercio, el transporte y los sitios de diversión. En nuestra población entrevistada, las ocupaciones relacionadas al agro predominaban ampliamente, como era de esperar. Sin embargo, una parte considerable, el 30%, ejercía ocupaciones de tipo urbano. En resumen, la población desplazada mantiene un núcleo mayoritario de población campesina tradicional y arraigada, pero también existe una franja de población diversa que exhibe experiencias de vida distintas. Las oportunidades para gozar, o sufrir, esas experiencias de movilidad geográfica, de
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Término acuñado por Stepputat y otros, 1998.
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ejercer una ocupación distinta a la tradicional, o de participar en la vida política o comunitaria, se han distribuido de manera inequitativa entre hombres y mujeres. El "equipaje" que los desplazados llevan a la ciudad, pues, a pesar de su diversidad, mantiene unas claras distintivas de género. Mujeres y hombres en la ciudad: ¿estrategias de supervivencia o proyectos de vida? Durante el trayecto de desplazamiento, las redes familiares y de paisanos cumplen un papel de gran importancia. Sin excepción las familias llegan a la ciudad donde unos familiares o conocidos de su región de origen. Sin embargo, en forma complementaria a los lazos familiares, casi todos los desplazados manifiestan haber tenido contactos institucionales (Cruz Roja, Defensoría del Pueblo, Ministerio del Interior, la Iglesia a través de una parroquia o el Centro de Atención al Migrante de la Arquidiósesis de Bogotá) durante el desplazamiento y la instalación en la ciudad. Las trayectorias de desplazamiento suelen ser bastante parecidas: las familias llegan a una capital regional, por tener familiares allí, o por brindarse el necesario anonimato, o por la esperanza de encontrar más fácil empleo en una ciudad que en un pueblo pequeño, o por el conjunto de todas esas razones. Algunas se quedan, otras deciden continuar a Bogotá, a veces después de un fallido intento de regresar a su zona de origen. Las familias que se han movilizado por miedo y amenazas y tuvieron algún tiempo de preparación, solían conseguir primero el pasaje para bus o camión. Las familias directamente afectadas por la muerte de un pariente, no tuvieron tiempo sino para huir intempestivamente y a ellas algún alma compadecida (el párroco, el conductor de un vehículo) les había ayudado con los pasajes y las primeras necesidades. A partir del primer alojamiento en la ciudad, comienzan a divergir los caminos. El tiempo que están con sus familiares antes de 424
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conseguir donde vivir, el tiempo que se demoran en buscar algún trabajo o algún negocio para sobrevivir, depende de múltiples factores, relacionados tanto con el "equipaje" de los desplazados como con las características del sitio de llegada. La clase social - o dado que todas las personas entrevistadas pertenecen a sectores populares- la condición social específica tanto de las familias desplazadas como de los familiares en la ciudad, es indudablemente un factor importante de diferenciación. El trabajador de una finca bananera o la maestra de escuela tienen más estructuras de apoyo debido a su vinculación laboral, que la familia de jornaleros o minifundistas. El grado de inmediatez del desplazamiento, y ligado a ello la magnitud del trauma sufrido, comienza a ser un factor diferenciador en la ciudad. Unos días de preparación y un pequeño capital logrado por medio de la venta de unos animales, enseres o parte de la cosecha, ayudan a mitigar los primeros momentos de supervivencia. Adicionalmente inciden la edad, el ciclo de vida y la composición familiar: una pareja joven con pocos hijos y cierto nivel de educación se muestra más confiada en su capacidad de sobrellevar los estragos del desplazamiento que una mujer campesina tradicional, jefa de hogar y con muchos hijos a su cargo. Aún en el caso de las viudas, sobresale la entereza de asumir la supervivencia de ella y sus hijos. Pero a la vez este esfuerzo significa la supresión del dolor y del proceso de duelo, ya que la obligación de buscar los medios de supervivencia para los hijos -siendo ellos casi el único motivo de superación de la desdicha-, no les deja tiempo para entregarse a las emociones, la reflexión o los recuerdos. "Yo tenía los ojos hinchados de llorar... A los cinco días de haber llegado a la ciudad, me llamó la señora que me había dado alojamiento y me dijo: a usted no le queda bien ponerse a llorar porque usted ahí no va a conseguir nada y usted tiene que pensar en levantar a esos niños. Póngase el corazón duro y mañana se baña bien y va por 425
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allá, así no conozca, que hable con personas, que vea que la pueden ayudar y si le toca pedir, pida, no tenga pena". (BELÉN,
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En el presente estudio se confirman los contrastes de género que antes habíamos señalados con respecto a las oportunidades de hombres y mujeres para insertarse nuevamente en el mercado laboral urbano y asegurarse la reconstrucción de sus vidas de una manera más permanente. Los datos nacionales de la encuesta de CODHES habían sugerido que el desplazamiento causa un enorme incremento de desempleo (más de 5 veces) entre los hombres, en comparación con un aumento mucho más modesto del desempleo de mujeres jefes de hogar (2.5 veces)26. Esto se explica porque los hombres trabajaban antes en la agricultura y la ganadería (el 63%), que son oficios de poca utilidad en su nuevo entorno urbano, y por ello sólo el 12.5% trabaja en esos oficios después del desplazamiento (como trabajador transhumante y dejando la familia en la ciudad). En el caso de las mujeres el declinio en el trabajo agrícola fue de 18.4% a 3.0 %; mientras se registraba una disminución de la ocupación "hogar" con la mitad, un incremento grande en el empleo doméstico (del 4 al 20%) y un incremento más modesto en la venta ambulante (del 2 al 9%) por parte de las mujeres. Los hombres, pues, más que las mujeres, se enfrentan en la ciudad con una pérdida de status como proveedor económico de la familia, lo cual influye negativamente en su autoestima y por ende en su capacidad de reconstruir un proyecto de vida. Las mujeres, en cambio, experimentan una ruptura menos fuerte en su empeño laboral, precisamente por su capacidad de aprovechar la experiencia en oficios domésticos y convertirlos en un medio de supervivencia. La gran mayoría de las familias desplazadas en Bogotá, Bucaramanga y Piedecuesta iniciaban sus estrategias de supervi26
Estos y los siguientes datos son de CODHES-SISDES 1995 y MEERTENS y SEGURA 1997: 366.
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vencía en la ciudad con alguna venta ambulante, generalmente de comidas, a cargo de las mujeres. Al poco tiempo, y una vez establecidos los primeros contactos personales de barrio, las mujeres lograban complementar sus precarios ingresos con el empleo doméstico por días. Los hombres, mientras tanto, lograban encontrar empleos inestables como cargadores en las plazas de mercado o en "la rusa" de la construcción. Sin embargo, cuando se les preguntaba quién de la pareja había conseguido trabajo primero, esa inicial estrategia de supervivencia a cargo de las mujeres había desaparecido de la memoria. La mayoría indicaba que había sido el hombre. Era que "trabajo" tiene otras connotaciones para un hombre campesino. No merece ese nombre el rebusque, sino algo más formal, relacionado con un horario, la fuerza física o el pago por parte de un jefe. Ese tipo de trabajo era muy difícil de conseguir para los desplazados, ya que el desempleo ha sido su común denominador aún después de varios años de haber llegado a la ciudad. Quizás es ésta la nota más triste del desplazamiento: hombres y mujeres reportaron que después de llevar 5 años de desplazados en la ciudad, la situación de desempleo no había cambiado mucho (Gráfica No. 4). Si bien habían tenido algún trabajo temporal en algún momento, las cifras de desempleo muestran la dramática situación de inestabilidad laboral a través de los años. Una realidad muy distinta a la imagen oficial de una población que "suele integrarse en menos de dos años al ambiente urbano" 27 . Uno de los grandes dilemas del desplazamiento forzoso es precisamente la perspectiva al futuro en una condición que todos los involucrados (desplazados, Estado, comunidad receptora) definen como transitoria. Pero, ¿transición hacia dónde? Ante la disyuntiva de retorno al sitio de salida o permanencia en la ciudad de llegada, las propensiones expresadas en el estudio ' Entrevista a Femando Medellín, director de la Red de Solidaridad, y otros, publicada en el Miami Herald, 13 de junio de 1999.
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nacional se inclinan claramente a la permanencia (el 60% de los hombres y el 70% de las mujeres)28. Es que el miedo y la continuación de los conflictos en las zonas de expulsión hacen que, para muchos, el retorno no sea una opción realista. Las mujeres jefes de hogar en número aún menor optan por la alternativa de retorno: sólo el 12% reclama el acceso a la tierra como condición para volver. En nuestro último estudio, encontramos igualmente una gran mayoría (el 80%) resignada a la permanencia en la ciudad. Sin embargo, ante la imposibilidad de retorno y a la vez la desesperante situación de desempleo en las ciudades, más personas (el 47%) han manifestado interés en la reubicación en zonas rurales distintas a las de expulsión, en forma individual o grupal por medio de los proyectos del INCORA. Conforme a lo que encontramos con respecto a la mayor dificultad de los hombres para insertarse en el mercado laboral urbano, son también ellos, los hombres adultos de extracción campesina, los que más buscan la posibilidad de una reubicación rural, demandando para ello la ayuda de las entidades oficiales. ¿Los y las desplazadas logran construir un nuevo proyecto de vida más allá de la inmediatez de la supervivencia? Los primeros datos de la investigación muestran que muchos elementos de esa inmediatez siguen teniendo un peso enorme en su diario quehacer y en su pensar. Los elementos que distinguimos como un primer abordaje de proyecto de vida son: una noción de dignidad relacionada con la supervivencia y el tipo de trabajo que consiguen; una noción de pertenencia a un nuevo lugar en cuanto a la importancia que asignan a la vivienda y a las relaciones vecinales; y una noción de autoestima, de confianza en sus propias capacidades para forjar un futuro y superar la condición, y el estigma, de ser desplazado. Encontramos que tanto hombres como mujeres se siguen sintiendo desplazados, aún
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" CODHES-SISDES 1995; MEERTENS y SEGURA 1997.
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después de varios años. Las razones que dan para ese sentimiento son estas mismas, ya mencionadas: la falta de trabajo y por ello de dignidad, la falta de vivienda propia y por ello la imposibilidad de construir un sentido, pertenencia y lazos sociales estables. Pero la autoestima de los desplazados, contrariamente a lo que pensábamos, no se ha ido al suelo. La gran mayoría indica sentirse una persona valiosa, por su juventud, por la responsabilidad por los hijos, por su capacidad de trabajo. Valga destacar la contradicción entre esa expresión de confianza en el futuro, y las condiciones objetivas de muchos años de desempleo e inestabilidad laboral. ¿Han cambiado las relaciones de género entre los y las desplazadas? Indudablemente, el proceso de transición hacia una vida urbana ha traído cambios. En primer lugar hemos señalado las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a sus ritmos de inserción laboral en el medio urbano, y la necesidad imperante de la vinculación de ambos, al trabajo remunerado. Esta situación ha tenido también sus repercusiones en la esfera privada: la participación de los hombres en los oficios domésticos de la casa ha aumentado notablemente, del 12% de los jefes de hogar que participaban en los oficios antes del desplazamiento, al 36% (jefe e hijos hombres) después del desplazamiento (Gráfica No. 5). Desde luego, no sabemos si esta tendencia se consolide hacia el futuro en un cambio cultural duradero de los roles de género en la domesticidad. Otro factor diferenciador de género aparece en la valoración de la experiencia propia en el medio urbano. En efecto, pese a las múltiples dificultades y carencias y al cúmulo de responsabilidades, para muchas mujeres la posibilidad de insertarse en el mercado de trabajo urbano a través del servicio doméstico y la venta ambulante les había dado una garantía de supervivencia, por más precaria que sea, de la cual inicialmente carecían los hombres. Y no sólo la rápida inserción laboral,
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sino sobre todo, la participación en las relaciones de vecindad y en algunos casos, en grupos comunitarios, les proporciona a las mujeres nuevos elementos de reconstrucción de su identidad, de construcción de lazos sociales, de nuevos horizontes vitales que no existían en el campo. En efecto, si bien el 50% de los entrevistados manifiesta tener algún "proyecto" para reconstruir su vida en las nuevas circunstancias, ese porcentaje sube a! 74% cuando se trata de mujeres desplazadas. Sus pequeños proyectos de vida se concretan, en la gran mayoría, como actividades y planes individuales o familiares (conseguir la educación de los hijos, montar un negocio, tomar un curso para especializarse en algún oficio). Ante las dificultades de construir nuevas pertenencias y nuevos lazos sociales (el 40% de los entrevistados reporta ausencia de relaciones con sus vecinos en la ciudad. Gráfico No. 5), muy pocos desplazados (hombres o mujeres) planteen un proyecto de vida que tome en cuenta la dimensión colectiva o comunitaria.
Conclusiones La población desplazada por la violencia se caracteriza por su diversidad. Si bien la mayoría de los desplazados en la ciudad es de extracción campesina tradicional y arraigada, existe una franja importante, el 30%, de una población diversa que exhibe experiencias de vida distintas, que influyen en la capacidad de los y las desplazadas para reconstruir sus vidas en el medio urbano. Esas experiencias a veces interfieren con los contrastes de género que para el proceso de desplazamiento habíamos elaborado en estudios anteriores. Sin embargo, en la mayoría de los casos también las oportunidades para la movilidad geográfica, para ejercer una ocupación distinta a la tradicional, o para participar en la vida política o comunitaria, se han distribuido de manera inequitativa entre hombres y mujeres. En ese sentido, el "equipaje" con que los desplaza-
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dos arriban a la ciudad sigue mostrando unas claras distintivas de género. Una de esas distintivas se hace manifiesta cuando se trata de los ritmos de inserción laboral: las mujeres no experimentan ruptura en sus capacidades y conocimientos de trabajo, ya que son precisamente las actividades domésticas (lavar y planchar, venta ambulante de comidas) que se llevan al plano de trabajo remunerado para suplir las necesidades iniciales de supervivencia familiar en la ciudad. Los hombres, en cambio, se enfrentan primero al desempleo antes de adaptarse a las exigencias del mercado laboral urbano. Las exigencias de la supervivencia también produjeron cambios en lo doméstico, aumentándose la tendencia a mayor participación masculina en los oficios de la casa y la crianza de los hijos. La reconstrucción de los proyectos de vida de los y las desplazadas es un proceso lento y difícil, ante la falta de empleo, la dificultad para hacerse a una vivienda propia, el estigma social. A pesar de que manifiesten la falta de dignidad y de sentimientos de pertenencia en sus vidas -calificadas por ellos mismos todavía como desarraigadas-, los desplazados no han abandonado la autoestima ni la esperanza en el futuro. La mitad de ellos (y mucho más mujeres que hombres) tiene en mente cómo reconstruir su proyecto de vida, aunque éste sigue muy relacionado con la inmediatez de la supervivencia cotidiana. Al analizar esos modestos "proyectos de vida" -para sí mismo, para los hijos, para un negocio familiar- resalta una diferencia de género que se relaciona con el manejo de lo público y lo privado. Los hombres sueñan con - y buscan concretamente- la reubicación en el campo, en mayor proporción que las mujeres, y para ello desarrollan más los contactos con las instituciones públicas. Claramente se perfila un tipo de desplazado que siempre es masculino: el hombre cuyo oficio, mientras no consigue trabajo, es la visita a las instituciones para ver si consigue alguna
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ayuda, algún mercado, algún pasaje en caso de poder reubicarse. A veces le toca caminar muchos kilómetros diarios para lograr esa recorrida institucional. Así se creó una dependencia de la ayuda pública, además reforzada por la actitud de los funcionarios del Estado, quienes lo ven como una víctima, pero uno que siempre pide demasiado. Las mujeres, en cambio, incluso las esposas de esos hombres, se dedican a movilizar sus redes sociales particulares, de la familia y de los paisanos, para garantizar la supervivencia de su familia, y de alguna forma logran conseguir trabajo: trabajo doméstico, venta de comidas callejeras, una máquina de coser. Pocas de ellas piensan en la reubicación, y menos aún en el retorno. Su proyecto de vida, definitivamente, se enuncia en la ciudad.
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Mapa No. 1. Santiago de Cali por barrios
Palmira y Bogotá
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a Candelaria
Invaciones de la Conuna 15 relacionadas con El Retiro
encanto s de la palma Ll \aticaltq^y r jsa s ¿ e Comuneros
a Puerto Tejada a Jamundí y Popayán
Río M a y o r Canal Red vial principal (1996) Límite de Cali Límite del barrio Barrio encuestado Fuente: Catastro Municipal - EMCAU, 1995, esc. 1.20.000. I G A Q 1990, esc. 1.25.000.
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DEPARTAMENTO DE BOLÍVAR
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