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D'Elía, la cara más conocida de las escuchas telefónicas

central era lo fundacional; ellos ex- presaban lo nuevo y el ... de memoria nacio- nal argentina ante hechos que la .... Central de Trabajadores de la Ar- gentina.
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POLÍTICA

| Sábado 24 de enero de 2015

la muerte del fiscal | las grabaciones de la denuncia

El pensamiento precario que nos gobierna, puesto al desnudo opinión Julio Bárbaro PARA LA NACIoN

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La casa de Bonpland 1828, mencionada en las escuchas

ANÍBAL greco

D’Elía, la cara más conocida de las escuchas telefónicas

El líder piquetero nunca ocultó su defensa del régimen iraní, con el que mantiene lazos, y se convirtió en un cruzado de la inocencia de Teherán en el atentado

Jorge Urien Berri LA NACIoN

oficialista hasta la médula, fogoso y apasionado hasta llegar a la violencia física, el dirigente piquetero Luis D’Elía hace mucho que no oculta su afinidad y cercanía con el régimen de Irán –adonde viajó varias veces– y que proclama la inocencia de Teherán en el atentado a la AMIA. Su rostro es el más conocido de las voces conservadas en las escuchas telefónicas con las que el fiscal Alberto Nisman procuró fundamentar su acusación a la Presidenta y al canciller Héctor Timerman de encubrir a los iraníes acusados por el atentado. Allí se lo oye hablar con el lobbista argentino iraní Jorge Khalil. Pese a su temperamento, las escuchas dejan la impresión de que en la relación entre ambos quien llevaba la voz cantante era Khalil. La militancia política de D’Elía es de larga data. Debutó en la Democracia Cristiana, pasó al Frepaso y en 1997 fue elegido para ocupar una banca de concejal por la Alianza. Había organizado la Fe-

deración de Tierra, Vivienda y Hábitat (FTV), que se incorporó a la Central de Trabajadores de la Argentina. El triunfo de Néstor Kirchner lo convirtió al oficialismo y llegó a titular de la Subsecretaría de Tierras y Viviendas, creada en el Ministerio de Planificación por decreto para él, pese a que poco antes había ocupado por la fuerza una comisaría de La Boca tras el asesinato de un dirigente de la zona vinculado con la FTV. El año pasado, la Cámara Federal confirmó su procesamiento por intimidación pública, pues en 2008, en una marcha a la Plaza de Mayo contra las retenciones, insultó y golpeó, junto con sus acompañantes, a un manifestante. ofició como vocero extraoficial del pensamiento kirchnerista: aquello que el Gobierno no podía decir salía de la boca de D’Elía, quien no tenía empacho en reconocer que a veces desde la Casa Rosada le ordenaban cerrar la boca. Algo similar manifiesta en una de las escuchas con Khalil. En principio, la denuncia de Nisman lo tomó por sorpresa. El lunes, cuando se conoció la muer-

te del fiscal que lo acusó de “mantener activas las negociaciones secretas y clandestinas con Irán con relación al plan de encubrimiento”, D’Elía se encontraba en Mina Clavero, Córdoba. Si esperaba alguna clase de apoyo o un tibio guiño de la Presidenta o el Gobierno, fue en vano. Nadie salió a defenderlo y no figuró en los mensajes de la Presidenta en Facebook. Es que los funcionarios estaban –están– tan desorientados como él y, además, no puede decirse que él brillara en los diálogos. Tampoco sus interlocutores. Más allá del discutible valor probatorio de estas escuchas como fundamento de un plan encubridor diseñado y ejecutado por Cristina Kirchner, como afirmó Nisman, es inocultable el interés de D’Elía, Khalil, el gestor oficialista Ramón Allan Bogado y el piquetero Fernando Esteche en arribar a un acuerdo con Teherán. Pero lo que más llama la atención en esos diálogos es el tono barato y reo, y la falta de recaudos de estos curiosos complotados. Es más, en una escucha D’Elía se muestra totalmente desinformado

y es el último en enterarse de que el gobierno argentino ha firmado el acuerdo con Teherán. Explica que fue oscar Parrilli, entonces secretario general de la Presidencia y hoy titular de la ex SIDE, quien le avisó, y a continuación D’Elía le pregunta a Khalil por los detalles del Memorándum de Entendimiento, que ya se han difundido. De todos modos, cuando se lee en detalle la postura de D’Elía sobre el atentado, sorprende el conocimiento del caso del que hace gala este ex maestro. El piquetero no es el único en rechazar la participación iraní. Si bien la llamada historia oficial del caso AMIA gira exclusivamente en torno a la autoría de Teherán, no todos los analistas del caso coinciden. Hay quienes consideran que se trató de una decisión conjunta de Irán y Siria. otros sospechan exclusivamente de Siria, y otros de una autoría argentina, con apoyo o sin él de Irán o Siria. Con el paso de los años, la historia oficial se convirtió, para algunos, en algo incuestionable. Para ellos, D’Elía es un hereje. Las escuchas lo colocaron en la hoguera.ß

l acuerdo con Irán siempre fue explicado desde razones confusas; su fracaso dejó en claro que era otro fruto amargo de la improvisación oficial. Fue votado con el sistema que enamoraba al kirchnerismo, la imposición del número sobre la razón. No hubo gestos dignos, nadie fue capaz de negarse a votar por lealtad a sus ancestros. Votar en bloque implicó siempre para el oficialismo conservar el lugar en el poder; las prebendas sustituyeron a las ideas y los principios. La palabra oficial se fue reduciendo a la versión presidencial. Nunca un ministro ni un legislador cayeron tan bajo en el respeto de la sociedad, ni dejaron tan de lado el respeto a sí mismos. Si el peronismo en su origen hubiera sido tan obediente como el kirchnerismo no hubiera sobrevivido a ninguna de sus contradicciones o a sus exilios. Tuvimos miles de defectos, pero jamás nos invadió el estalinismo ni la obsecuencia fue nuestra consigna. Aquí se mezclaron los intereses feudales de algunos provincianos con la voluntad autoritaria de la Presidenta, quien, por cederles un espacio secundario en el poder a viejos sectores progresistas, parecía insuflarles dignidad al juego y a la obra pública. El autoritarismo fue degradando la política; sobrevivir para todo funcionario implicaba obedecer y hacer silencio, salvo en los casos en que era convocado a repetir un recetario previamente aprobado por la superioridad. Un gobierno tan poco democrático que no se imaginaba perdiendo una elección; la idea central era lo fundacional; ellos expresaban lo nuevo y el resto éramos tan sólo parte del pasado. El opositor pasó a ocupar el lugar del enemigo; el disidente, el del traidor. Los medios de comunicación oficialistas superaron en número y en inversión a los privados. La Justicia intentó convertirse en un simple instrumento al servicio del poder. Todos pasos para impedir la alternancia que toda democracia exige.

El diálogo entre D’Elía y Khalil saca a la luz los lazos del piquetero con la hinchada de All Boys La difusión de las escuchas telefónicas que implican a Luis D’Elía y al dirigente islámico Jorge Alejandro “Yussuf” Khalil, a partir de la revelación del pago de $ 25.000 a la hinchada de All Boys para asistir a un acto en mayo de 2013, reflota las sospechas sobre los vínculos entre el fútbol y la política, a través de las barras bravas. Se sabe que el jefe de la barra brava de All Boys, “el Gordo” Gastón, tiene una amistad estrecha con Pa-

blo “Bebote” Álvarez, viejo cabecilla de la de Independiente. Se recuerda la foto que éste hizo circular durante el Mundial de Brasil, en la que aparecen ambos abrazados antes del partido entre la Argentina y Suiza. La afinidad se reflejó en otras ocasiones, como en un partido entre ambos equipos, en Avellaneda, en mayo de 2012, cuando la hinchada de All Boys no llevó a la cancha los “trapos”, en solidaridad con sus pares del Rojo, por aquel entonces combatidos por el presidente Javier Cantero. En su momento, las dos hinchadas gozaron de los beneficios derivados de esa relación. Un grupo de la del club de Floresta formó parte

de la “delegación” de Hinchadas Unidas Argentinas –la agrupación que reunía barras bravas de varios clubes, creada por el dirigente kirchnerista Marcelo Mallo–, que viajó al Mundial de Sudáfrica en 2010. Hinchas de All Boys se las ingeniaron, también, para estar en el Mundial de Brasil, el año pasado. Roberto Bugallo era la máxima autoridad de All Boys en mayo de 2013, cuando se realizó el acto en el que habló el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Un mes después, Bugallo –que renunció el año pasado– se resistió a entregar las computadoras del club a la Policía Metropolitana, durante un allanamiento dispuesto por una fiscalía

de la ciudad en la investigación por incidentes entre hinchadas en un partido con Vélez, en Liniers. A la barra se le atribuyen, también, vínculos con el narcotráfico: en octubre pasado, Florencia Arietto, ex jefa de seguridad de Independiente, denunció que la “Peste Blanca” –apodo de la hinchada– manejaba seis puntos de venta de droga. Aunque a la barra brava de All Boys no se le conocen afinidades ideológicas o políticas específicas, durante años una bandera que ocupaba el corazón de la popular marcaba preferencias: en ella se veía una foto de “el Che” Guevara, las islas Malvinas y la palabra “Palestina”.ß Andrés Prestileo

Teherán se desliga de la muerte de Nisman El canciller dijo que fue una cuestión de politica interna y que su país no tiene nada que ver El canciller de la República Islámica de Irán, Mohamad Yavad Zarif, se refirió a la muerte del fiscal Alberto Nisman. Desde el Foro de Davos dijo que su país nada tiene que ver con el hecho y que se trata de una cuestión de política interna. “Esto no tiene nada que ver con Irán, es un tema de debate interno de la Argentina. Es lamentable que varios fiscales [que intervinieron en la causa del atentado en la AMIA] que han llegado a acusar a Irán hayan sido acusados de corrupción o se hayan suicidado, como es el caso reciente”, dijo el canciller. A su vez, agregó: “Es lamentable

que algunos intenten mantenerlo vivo con el fin de evitar que Irán y Argentina puedan disfrutar de sus relaciones”. El funcionario habló en un programa de TV tras la cumbre de Davos. Cuando comentó sobre fiscales que intervinieron en la casua acusados de corrupción, tal vez aludió indirectamente al ex juez Juan José Galeano, que espera ser juzagdo por supuestas irregularidades durante la tramitación de la causa AMIA ,junto con los ex fiscales que intervinieron en la investigación. No pesa sobre ellos cargos de corrupción sino acusaciones administrativas por como llevaron la investigación. El resto de sus declaraciones siguen la línea de la denuncia del fiscal Alberto Nisman acerca de que el interés de Argentina era retomar las relaciones con Irán para

Un ministro, a la defensiva

MohaMad y. zarif canciller de irán

b en Davos, el canciller iraní dijo que la muerte del fiscal Nisman “nada tiene que ver con Irán” y expresó que los fiscales argentinos del caso “o están acusados o se suicidán”.

comerciar granos y eventualmenet armas, a cambio de petróleo barato. Para eso se debía zanjar el problema que signifca que cinco ex funcionarios iraníes tengan pedidos de captrua de Interpol por lo que no pueden salir del país sin riesgo de quedar presos. Zarif mantuvo en los últimos diez días tres reuniones con el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, la última de ellas ayer en Davos. Zarif dijo que su país “está preparado” para un acuerdo con occidente sobre su programa nuclear. “Creemos que se puede alcanzar un acuerdo pronto”, afirmó. Sostuvo que la política de confrontación –debido a las sanciones políticas y económicas de Estados Unidos y la Unión Europea– “no ayuda en nada” y condicionó un acuerdo a que desaparezcan.ß

El autor fue diputado nacional y secretario de Cultura de la Nación

Una realidad que demasiado a menudo nos propina cachetadas opinión Horacio Salas PARA LA NACIoN

Revelan sus vínculos con las barras bravas

Y los servicios de informaciones se convirtieron en esenciales a un sistema que estaba necesitado de perseguir al opositor ahora convertido en enemigo. El ataque sobre los medios y la Justicia fueron las marcas del poco o ningún respeto que el Gobierno tenía por las libertades y los derechos de los pocos o muchos que no nos sumamos al feliz ejército de sus beneficiados seguidores. Ingresamos a un año en el que los que se creían inmortales comienzan a tomar conciencia de los datos de la realidad, donde en pocos meses se iniciará el camino de las deserciones y el poder del Gobierno de turno pasará a las manos de los votantes. Muchos vienen de otros divorcios políticos y van asumiendo que sólo hay vida y votos fuera del oficialismo. Que aquello que ayer beneficiaba se va convirtiendo ya en una carga pesada de llevar. La oposición se va a ir lentamente concentrando en aquel candidato que pueda derrotar al oficialismo. Y el kirchnerismo que algunos imaginaban eterno no va a sobrevivir más que en su versión de izquierda enojada que, sin el oportunismo del nombre peronista, pasará a formar parte del recuerdo de una pesadilla para la mayor parte de la sociedad. Una denuncia que es grave y una muerte tan inexplicable como inesperada. Este golpe desnuda la precariedad del pensamiento que nos gobierna. A la Presidenta este desafío la podría haber convocado a la grandeza, pero la democracia no tuvo suerte; en lugar de apostar al futuro salieron a buscar culpables. Imaginan que acusando a las mafias privadas imponen un conjuro que libera de sospechas al Gobierno. Los hechos son graves, pero la reacción oficial es la que asusta, deja en claro que a ellos la realidad cuando los exige los desnuda en su impotencia. Buscar culpables lo hace cualquiera, lo mismo que conducir en la bonanza. Hay una muerte que exige otra respuesta, que reclama acciones dignas; sin embargo, hay un gobierno al que los hechos superan. Y eso sí genera miedo.ß

L

ectores, público y periodistas se han referido con insistencia a palabras como estupor, indignación, desmesura, y han tenido una buena cuota de razón. Menos han sido las referencias a cierta carencia de memoria nacional argentina ante hechos que la reiteración transformó, transforma, en hábito. Lo mismo ocurre con las posturas y los discursos políticos. Hoy se sostiene una tesis y horas más tarde, con total impunidad, se afirma lo contrario, lo cual implica que en uno de los dos casos –o en ambos– hubo apresuramiento o error. Es lo que sucede con la muerte del fiscal Alberto Nisman: primero se sostuvo oficialmente que se trataba de un suicidio. Unos días más tarde sobrevuela, también desde los más altos voceros del poder, el convencimiento de que se trata de homicidio. Algo similar ocurrió con el nombramiento como sumo pontífice del cardenal Jorge Bergoglio, de quien se dijo en círculos cercanos al Gobierno que había facilitado la tortura y desaparición de dos sacerdotes, durante la dictadura. Esa opinión debió ser rápidamente rectificada por parte del Poder Ejecutivo: mediante un comentado viaje al Vaticano realizado por la Presidenta para aventar malos vientos opositores, fruto de algunos artículos de militantes de última hora, escasamente conocedores de las entretelas de la política eclesiástica. La historia argentina ha sido pródiga en muertes violentas. Ya en las semanas posteriores a la Revolución de Mayo, con los fusilamientos de Cabeza de Tigre, en Córdoba, donde cayeron figuras prominentes, desde el ex virrey Santiago de Liniers hasta Martín de Álzaga, organizador de la defensa de Buenos Aires duran-

te las Invasiones Inglesas. No hubo piedad para con los opositores. Más tarde llegaron otras muertes políticas: Manuel Dorrego, Juan Lavalle, Facundo Quiroga. El asesinato, las decapitaciones fueron costumbre entre compatriotas. Poco después, lemas nefastos como el grito “Mueran los salvajes inmundos unitarios”, y ya en el siglo XX siguió la violencia: cientos de trabajadores agrícolas cayeron bajo las descargas del Ejército durante las huelgas de la Patagonia. También, el crimen, como la muerte del senador demócrata progresista Enzo Bordabehere en julio de 1935, en plena sesión del Senado. Años más tarde, el asesinato del general Pedro Eugenio Aramburu, para culminar tiempo después con otra frase nefasta, popularizada en tiempos de la última dictadura militar para justificar muertes y desapariciones: “Por algo será”, que llegó a hacerse carne entre los defensores del gobierno de facto y aún se aplica a los casos más diversos. Sin olvidar –claro– el bombardeo sobre una multitud en la Plaza de Mayo o los fusilamientos en los basurales de José Suárez de militantes peronistas. Con estos antecedentes, hoy casi olvidados, si dentro de unas semanas apareciera en la televisión argentina una nueva y emplumada vedette, ante semejante acontecimiento mediático, ¿podría extrañarnos que la desmemoria nativa permita que la muerte del fiscal Nisman llegue a olvidarse? Las historias de cowboys y piratas, los policiales de la infancia, con héroes como John Wayne o Erroll Flynn, solían terminar con el castigo del malo y el triunfo de los buenos. Éramos ingenuos, quizás. Los chicos siempre lo son. Pero un baño de optimismo le vendría bien a la Argentina entera, más allá de las cachetadas que nos propina –demasiado a menudo– la realidad.ß El autor es escritor y fue director de la Biblioteca Nacional entre 2003 y 2004