DE UN MESSI BENGALÍ

6 sept. 2011 - geria en el final de la expedición por el continente asiático. No es un lugar ... Cuando Messi pisó la acolchada pista de atletismo, estalló.
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MARTES 6 Y 09 Y 2011

FÚTBOL: EL SELECCIONADO

LA PRESENCIA DE LA ARGENTINA, CON EL IMÁN DE LA PULGA, PROVOCÓ UNA SUERTE DE PEQUEÑA GRAN REVOLUCIÓN EN BANGLADESH, FALTANDO POCAS HORAS PARA EL CHOQUE DE HOY CONTRA NIGERIA; IMÁGENES DE UN PAÍS POPULOSO, EN UNA JORNADA ESPECIAL

ENAMORADOS MARTÍN CASTILLA ENVIADO ESPECIAL

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ACCA, Bangladesh.– Esa caligrafía tan particular colgada del renglón en un cartel de bienvenida confirmaba que la mudanza del seleccionado a esta ciudad le iba a deparar otra jornada de sorpresa en esta gira. “Vamos, Argentina”, se leía en bengalí, con fibrón negro y letritas arabescas, sobre un afiche que recibía a los huéspedes en el hotel Ruposhi Bangla, nuevo búnker del seleccionado argentino, que hoy se medirá con Nigeria en el final de la expedición por el continente asiático. No es un lugar cualquiera. Se trata nada menos que del país con la mayor densidad de población del planeta, con unos 158 millones de habitantes en una superficie que es la mitad de la provincia de Buenos Aires. A cada paso, se mantiene la costumbre bulliciosa y caótica del tránsito de Calcuta, pero al menos hay un poco más de orden. Graciosas son las tuc-tuc, motos de tres ruedas con puertas enrejadas que millones de pasajeros utilizan como medio de transporte económico. Siddrharth habla de Messi emocionado y le tiemblan las piernas en la fila de niños que, con la camiseta verde de Bangladesh, serpentea dentro del lobby. Enfrente, una fila de jóvenes modelos, totalmente vestidas de blanco, está preparada para lanzarles pétalos a los jugadores argentinos. A Siddrharth lo trajo su padre encima del techo de un ómnibus local, como es habitual aquí, y una vez que termine la ceremonia de bienvenida se reencontrará con él en la vereda del hotel, pues el ingreso sólo fue permitido para el niño. Una fuerte seguridad, mucho más rigurosa de la que se observó en la India, custodia al seleccionado. Los ojos de Siddrharth, al fin, funcionan como los ojos foráneos, van para un lado y para el otro. Especialmente, cuando la Pulga argentina le pasa por al lado, le toca la cabeza entre tanto hombre de seguridad que tiene alrededor para poder llegar al ascensor. Lunes, hora 18. Las puertas de ingreso al estadio Banga Bandhú desbordan de gente, como pasó por la mañana en el aeropuerto y al mediodía en el hotel. Hay que ir a paso de hombre hasta encontrarse con el portón N° 2,

DE UN MESSI BENGALÍ

La “messimanía” continuó en Dacca; el crack fue seguido por una multitud; la gente enloqueció por la presencia de la selección; eso sí: las entradas más baratas para el partido cuestan unos 100 dólares... // EFE, REUTERS, AP Y TELAM

donde unos policías vestidos de negro y con un pañuelo del mismo color en la cabeza controlan los ingresos de los vehículos con ametralladoras recortadas. Desde el interior de la combi, se puede ver a todos los que van a ingresar en la mezquita que está pegada al estadio y cómo dejan sus zapatos en la puerta entre cientos de pares, mientras otros se apuran para no perderse los movimientos del seleccionado argentino. En Bangladesh, el 90 por ciento profesa la religión musulmana. La práctica está en pleno desarrollo y en cualquier momento se viene un truco más de Leo; de repente, en medio de un clima festivo, como se presumía, los parlantes de la mezquita, cuyas torres se asoman por encima de

las tribunas, hacen pública la recitación del Corán. Al mismo tiempo, una fiesta se apodera del moderno estadio, que de un lado está rodeado del templo musulmán y, en el otro, de una torre del BDBL Bhan, el banco más importante en un país que fue noticia mundial por desarrollar un microcrédito para gente sin recursos: Muhammad Yunus, y su Banco Grameen, recibieron el Premio Nobel de la Paz 2006 por estos préstamos y su imagen está distribuida por la ciudad tanto como la del crack rosarino. “Messi, my friend!”, es el grito más oído, mientras la Argentina se entrena ante la mirada de unos 20.000 fanáticos que pagaron un bono contribución equivalente a unos US$ 7, que serán destinados a entidades de

beneficencia. Cuando Messi pisó la acolchada pista de atletismo, estalló el estadio y se levantaron una infinidad de carteles hechos con los más variados collages. “I love Messi”, fue el más repetido entre miles de fans ataviados con camisetas de la selección y banderas albicelestes. La prensa local no dudó en catalogar el amistoso de hoy como “el evento futbolístico más importante de la historia del país”, pero también calificó de excesivo el precio de las entradas, ya que la más barata cuesta unos 100 dólares, lo mismo que el alquiler mensual de un departamento para una familia en las afueras de Dacca. La creciente expectativa por el amistoso, que estará custodiado por unos 2500 policías, llevó a las autoridades de la ciudad a colocar 12 pantallas gigantes en puntos neurálgicos para evitar que el público concurra al estadio sin entradas. La jornada fue una fiesta. A los vendedores ambulantes les queda poco por vender y, mucho menos, alguna que otra camiseta de estampado fácil con el nombre de Messi en la espalda. Y en la noche calurosa de Bangladesh se fundían en el “Messi, Messi” con acento bengalí con ganas de que el día no se terminara jamás.

Un especial operativo de seguridad por el seleccionado