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Cuando la Justicia mira para otro lado

12 ago. 2014 - Georges Clemenceau le expresaba a un colega de la delegación fran- cesa para la Conferencia de Paz. (París, 1919): “Hacer la guerra es.
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OPINIÓN | 23

| Martes 12 de agosto de 2014

caso dolce. La norma que le permite a un conductor ebrio que mató a tres obreros eludir

su responsabilidad penal muestra que estamos lejos de la igualdad ante la ley

Cuando la Justicia mira para otro lado Romina Manguel —PARA LA NACION—

N

o es nuevo que la Justicia se corre la venda. Una, otra y otra vez. En la mayoría de las ocasiones, lo hace para asegurarse que la balanza se incline hacia quien tiene que hacerlo. Que no necesariamente es el que tiene razón o el damnificado o la víctima. Los recursos, expresados en tiempo y abogados, pueden pesar más que cualquier argumento jurídico y entonces se repiten las batallas legales que gana el que puede y no el que debe. Tan injusto como cierto. Quienes acumulan kilómetros de tribunales lo saben y usan la irónica frase “un tiro para la justicia” cuando los resultados son distintos de los que se dan por seguros. La trampa de la Justicia de mirar antes de fallar, de espiar y fisgonear, se hacía con cierto disimulo. Esos fallos salían cuando nadie miraba. Cuando la sociedad estaba distraída. Cuando los medios, dada la invisibilidad de los protagonistas, no iban a cuestionar las decisiones. Hasta que Gianfranco Dolce, un joven de fama heredada por su madre modelo, se subió a una camioneta 4x4 y condujo con más del doble de alcohol de lo permitido. Fue en una madrugada de abril de 2013 cuando, borracho y dormido, provocó un accidente espantoso que les costó la vida a tres obreros que esperaban en la banquina de Panamericana. Y entonces lo que era una norma no escrita de una Justicia para algunos se puso en blanco sobre negro. Ya sin disimulo, y bajo el amparo de la ley 13.433 de la provincia de Buenos Aires, mediante la que se puede “arreglar” entre víctimas y responsables las consecuencias de muchos delitos que no superen los seis años de pena, el responsable del hecho llegó a un acuerdo confidencial y secreto con las familias de las víctimas y selló un destino libre de juicio y antecedentes penales, a pesar de haber sido acusado de “homicidio culposo agravado”. El representante del Estado se queda de brazos cruzados porque una vez que las partes acordaron no tiene nada más para

hacer. ¿Por qué? Porque así lo dice la ley. Una norma corta: una veintena de artículos en cuatro capítulos. Y clara: apunta sobre todo a las causas vinculadas por motivos de convivencia o vecindad y conflictos de contenido patrimonial. Aquellos casos en los que la pena máxima no exceda los seis años. Así planteada tiene lógica: descomprimir los tribunales de peleas por medianeras y darle a la víctima de un delito económico la certeza de recuperar algo en lo inmediato antes que la posibilidad remota de poco y nunca. Ante una estafa, el estafador mira al estafado y le dice: “Me quedé con 500. Tengo 5. ¿Agarras?”. En casos de familia había una zona gris que a partir de la polémica se buscó subsanar: así redactada la ley, ¿los “arreglos” contemplarían también casos de violencia de género? Sí, si se entendían como “conflictos suscitados por motivos de familia”. El problema, como siempre, surge a partir de los hechos que se cuelan por los agujeros de la ley, todo aquello en lo que los legisladores bonaerenses no pensaron a la hora de votarla. ¿El Estado puede ceder la potestad de perseguir un delito cuando se trata de un accidente causado por un joven alcoholizado que termina con la vida de tres personas? ¿No hay un interés social más allá de la voluntad de las partes de llegar a cualquier arreglo? ¿Se tiene en cuenta en estos casos la vulnerabilidad de una de las partes a la hora de aceptar un acuerdo? Hay casos en los que la necesidad no tiene cara de hereje sino de acuerdo, y éste podría ser uno. Esta ley es tramposa porque le permite a quienes la defienden sostener que en ningún momento se habla de reparación en términos económicos. Cierto. Lo que escribieron los legisladores lo justifica así: “... a los fines de pacificar el conflicto, procurar la reconciliación entre las partes, posibilitar la reparación voluntaria del daño causado, evitar la revictimización…”. En el caso Dolce o en cualquier otro que involucre una, dos o tres muertes, ¿cuál sería la “reparación voluntaria del daño” que haga que la familia de la víctima acepte no ir a juicio y que el responsable se libre de antecedentes penales? ¿El perdón? ¿Plantar árboles en memoria de

los muertos? Puede ser. Pero parece difícil. Y mucho más aún cuando impera la necesidad. Los obreros que esperaban para ir a trabajar esa madrugada en Panamericana proveían a sus familias. ¿Cuánto tiempo podían esperar ellas para cobrar en un juicio civil y cuánto resuelve sus urgencias la plata sobre la mesa? La ley en sus fundamentos insiste con evitar la revictimización. ¿No se revictimiza a las víctimas con una falta de condena, con un Estado que se desen-

tiende aunque las partes lo “acuerden”? La ley insiste en sus fundamentos que “coloca a la víctima en una situación de protagonismo de la que antes carecía, permitiendo que junto con el responsable del hecho recompongan la situación”. Lo cual está muy bien para una discusión vecinal, el daño a una propiedad, amenazas. ¿Pero un homicidio culposo agravado? ¿Cómo recompondrían la situación las familias de las víctimas y el responsable? ¿Qué ocupa

ese espacio vacío que deja el Estado cuando se ausenta? En este caso en particular y sin que nada ni nadie se los exija, un acuerdo privado de alcance dudoso firmado entre Gianfranco Dolce y su abogado Cristian Cúneo Libarona. Consta de algunos artículos redactados por ellos además de las disculpas a cada una de las familias de los muertos: la concesión graciosa de autoinhabilitarse para manejar, el compromiso de presentarse cada dos meses en la oficina de su abogado con el recibo de sueldo para dar cuenta de que está trabajando, la obligación de no ausentarse del hogar por más de 48 horas sin avisarle… a su abogado, la prohibición de consumir alcohol y abandonar el país. Debe dar charlas en escuelas de la zona donde vive para alertar a los jóvenes sobre los riesgos de manejar borracho y brindar asistencia en un hospital comunitario. El acuerdo tiene validez por dos años, si es que tiene validez alguna fuera de las cuatro paredes del estudio jurídico. Libarona no está seguro de qué pasaría en caso que su cliente incumpliese alguno de los puntos. Dice que hasta ahora Dolce siempre cumplió. Si no cumple, tal vez lo reten, pero está fuera de los alcances del Estado que, una vez sellado el acuerdo, entregó en bandeja la potestad de intervenir. Los jueces evitan la prisión en casos culposos. Nadie cree ya en la función de rehabilitar de las cárceles argentinas. Entienden que además de las vidas que costó el accidente, arruinarían una más. Pero plantearlo entre la prisión y la nada suena maniqueo. ¿Y si Gianfranco se rebelase contra su abogado y quisiese tomar, y manejar, como lo hizo la madrugada del 26 de abril cuando dormido por el exceso de alcohol se fue a la banquina y embistió el auto en el que estaban Esteban Bart, Walter Flores y Fernando Bustamante? Para el juez, con el archivo de la causa Dolce queda habilitado para conducir. El ministro de Transporte Florencio Randazzo dijo que no debería volver a hacerlo nunca más y el jefe de Gabinete bonaerense, Alberto Pérez, firmó una resolución en ese sentido. Que podría ser objetada por el abogado de Dolce, ya que la resolución judicial indica otra cosa. Las tremendas imperfecciones de la ley sólo estaban a la espera de la lupa mediática. Y el caso Dolce funcionó como anteojos sociales que, con apenas algo de aumento, pudieron detectar inequidades y absurdos de otra norma a la que le sobran intenciones y le falta criterio. Dicen que fue el primer caso. Y que, para que no haya un segundo, ahora el Ministerio de Justicia de la provincia de Buenos Aires presentó un proyecto de ley para excluir los homicidios culposos y los casos de violencia de género de la polémica ley. El caso Dolce, con el repudio social que generó, marcó un punto de inflexión. Por eso el nuevo proyecto también establece que el fiscal podrá “supeditar el acuerdo a la fijación de la prohibición de conducir de hasta 18 meses”. Ahora el Ejecutivo provincial les pide a los legisladores que piensen. Que hagan el esfuerzo. Y que entiendan por qué cuando hay muertes o violencia de género no hay que buscar arreglos, sino justicia. © LA NACION

Corea, otro destino sensible para Francisco Alberto Rubio —PARA LA NACION—

G

eorges Clemenceau le expresaba a un colega de la delegación francesa para la Conferencia de Paz (París, 1919): “Hacer la guerra es mucho más fácil que hacer la paz”. Constante, convencido, comprometido, luego de su viaje a Tierra Santa, Francisco visitará mañana Corea del Sur. Dos destinos sensibles por la intolerancia y las tensiones que los identifican. Para la diplomacia vaticana, ambos tienen un punto en común: los derechos humanos y la paz entre los pueblos. Será la tercera visita de un pontífice al Asia, después de las realizadas por Juan Pablo II. Pero esta vez es exclusiva a Corea del Sur, país donde sólo el 10% de los 49 millones de habitantes se declaran católicos. Lo espera otro viaje delicado y valiente, de características similares al de Medio Oriente. En Corea, el Papa se reunirá con jóvenes de 23 países asiáticos que participarán en las VI Jornadas de la Juventud de Asia, en la

diócesis de Daejeon. La consigna será “Juventud de Asia, despierta: la gloria de sus mártires resplandece sobre ustedes”. Un lema apropiado, pues Francisco encabezará la ceremonia de beatificación de 124 coreanos asesinados por negarse a renunciar a su fe, unos a finales del siglo XVIII y otros durante el XIX. Paul Yun Ji-chung y 123 compañeros sucumbieron por la firmeza de sus creencias entre 1791 y 1888. También, el obispo de Roma se reunirá con la presidenta, Park Geun-hye. La agenda prevé dos celebraciones eucarísticas. Una para la fiesta de Asunción de María, el viernes, durante la cual es probable que se realice la ceremonia de beatificación. Esa fiesta coincide con una fecha significativa para Corea del Sur, que celebra los 69 años de su independencia respecto del imperio japonés. La ceremonia se realizará el la plaza Gwang Hwa Mun, en el centro neurálgico de Seúl. La otra será por los cristianos de Corea

del Norte (iglesia que desapareció bajo la persecución del régimen comunista, hoy encabezado por Kim Jong–un) y por el respeto a la dignidad de las personas, la paz y la unidad del pueblo coreano. La Santa Sede –no el Estado Vaticano– mantiene relaciones diplomáticas con la Corea comunista. ¿Qué puede esperarse? ¿Aludirá Francisco a los excesos brutales denunciados por las Naciones Unidas sobre el avasallamiento de los derechos humanos en Corea del Norte? ¿Se hará eco del silencioso y sufrido anhelo del pueblo coreano, partido por un régimen cruel y políticamente primitivo? No deberíamos olvidar el juego de intereses estratégicos que se esconde detrás de esa arbitraria división, así como la permanente inestabilidad en el Mar Amarillo y la cuenca del nordeste asiático. Hemos de atender y entender en sus justos términos los gestos y las palabras del Papa. Ya la sola presencia de Francisco en la península de Corea resulta un gesto significativo. Y

lo mismo el hecho de que durante la misa concelebrada al designar los nuevos cardenales, en febrero pasado, se haya rezado en coreano la oración por las iglesias perseguidas. Antes, en la Semana Santa de 2013, se incluyó ese idioma en una de las estaciones del Vía Crucis. El papa Francisco utiliza signos reforzados por palabras. La comunidad coreana argentina no le es desconocida. En Buenos Aires viven más de 20.000 coreanos y ha sido frecuente su contacto con sus referentes, conoce sus preocupaciones y anhelos. También es significativa la designación de monseñor Hanlim Moon, actual obispo auxiliar de San Martín. ¿Visitará Francisco la Catedral de la Reconciliación en Paju, frontera con Corea del Norte, a cuyo lado se encuentra el Centro para la Reconciliación Nacional, administrado por la Iglesia, donde los refugiados que huyen del régimen de Pyongyang son bienvenidos y pueden tomar cursos para lograr inclusión social y encontrar un tra-

bajo en el nuevo territorio? Este pontífice, verdadero “creador de puentes”, ¿enviará un mensaje de paz a Corea del Norte, habrá de orar por la reconciliación del territorio y del pueblo coreano? No en vano la exhortación apostólica sobre la Iglesia en Asia, de su antecesor Juan Pablo II, destacaba “los esfuerzos de los católicos por ofrecer asistencia al pueblo de Corea del Norte, privado de los medios indispensables de supervivencia, y por contribuir a la reconciliación entre esos dos países, formados por un único pueblo, con una única lengua y una única herencia cultural”. Sin duda, otra vez todos los pueblos de todas las naciones y sus dirigentes serán alcanzados por nuevas reflexiones. Es una convicción, no una expectativa. © LA NACION

El autor, doctor en Economía, es experto en asuntos internacionales y decano de la Escuela de Posgrado en Negocios de la UB

claves americanas

Estados Unidos, más cerca de África que de América latina Andrés Oppenheimer —PARA LA NACION—

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MIAMI

ras la reunión de Barack Obama, en Washington DC, durante la cumbre con casi 50 jefes de Estado de África en la que hizo anuncios de $ 33.000 millones en inversiones y prometió facilitar el acceso a la electricidad de unos 600 millones de africanos, muchos de nosotros nos hicimos la misma pregunta: ¿por qué no hace lo mismo con América latina? La explicación que circuló entre los asistentes fue que la administración Obama había organizado el evento en un desesperado esfuerzo por neutralizar el creciente poderío económico de China en África. Pero lo que los políticos estadounidenses deberían tener presente es que si siguen ignorando a América latina, China también será la potencia más poderosa en esa región. No sólo China, sino también Rusia y Japón –cuyos jefes de Estado visitaron América latina en las últimas semanas– han anunciado grandes planes para aumentar su presencia en la

región. Y aunque muchas de las promesas chinas de cara al futuro tal vez sean cuentos chinos, lo cierto es que en los últimos años el ascenso de Pekín ha sido impresionante. El comercio de América latina con Estados Unidos ha caído del 53% del comercio mundial latinoamericano en 2000 al 35% en 2013. Simultáneamente, el porcentaje del comercio latinoamericano con China ha subido del 1,9% al 12% en el mismo período, según el Banco Interamericano de Desarrollo. Es más: si la actual tendencia persiste, para 2025 el comercio de América latina con Estados Unidos habrá disminuido a 17% del comercio total latinoamericano, mientras que los negocios de la región con China habrán alcanzado ese mismo porcentaje, dice Mauricio Mesquita Moreira, economista principal del sector de Integración y Comercio del BID. Al ser preguntados sobre por qué Obama no organiza una cumbre con América latina en Washington, los funcionarios estadouni-

denses replican que su país lidera cada tres o cuatro años la Cumbre de las Américas, cuya edición 2015 se celebrará en Panamá. Pero las recientes Cumbres de las Américas han sido un fiasco, en gran medida debido a la petrodiplomacia de Venezuela, que controla los votos de al menos 16 países por medio de sus embarques subsidiados de Petrocaribe. Entonces, ¿qué puede hacer EE.UU.? Para empezar, he aquí tres sugerencias. Primero, debería mostrar más interés por la región, porque apenas dos de los 21 viajes al exterior que realizó el secretario de Estado John Kerry en lo que va del año fueron a América latina. Y para la asunción del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, la semana pasada, la Casa Blanca envió al consejero del Departamento de Estado Thomas Shannon, un diplomático muy respetado, pero que no salió en la foto. En segundo lugar, Obama podría proponer un nuevo plan para profundizar las

relaciones comerciales con los 11 países de la región con los que Estados Unidos tiene acuerdos comerciales, incluyendo México, Colombia, Perú y Chile. La Casa Blanca está negociando acuerdos de libre comercio con Asia y con los 28 miembros de la Unión Europea, pero no tiene ningún proyecto comercial exclusivo para América latina. Kerry me dijo en una entrevista exclusiva en diciembre que está “explorando” una iniciativa comercial regional, que empezaría con una profundización de los lazos económicos con México y Canadá, pero eso es lo último que escuché al respecto. Tercero, Obama debería contrarrestar la influencia de Petrocaribe con una iniciativa EE.UU.-Caribe, aprovechando que Venezuela está en bancarrota y su industria petrolera se está cayendo, mientras que Estados Unidos será pronto autosuficiente en energía e incluso puede convertirse en exportador neto de petróleo. Washington también podría empezar a ejercer la petro-

diplomacia, piensan algunos funcionarios de Washington. Mi opinión: no estoy de acuerdo con los argumentos de la derecha en Washington de que Obama “ha perdido a América latina”. La diplomacia arrogante del ex presidente George W. Bush y las posturas antiinmigrantes de los conservadores republicanos han hecho mucho más daño a la política exterior de Estados Unidos que los esfuerzos de Obama por ser un pacifista. Pero Obama debería invertir más tiempo y energía en aumentar los lazos con América latina, al menos con los 11 países que tienen acuerdos de libre comercio con Washington. La economía de Estados Unidos está creciendo, y la de China se está desacelerando. Es hora de que Obama se concentre en América latina, tal como lo hizo con África la semana pasada. © LA NACION

Twitter: @oppenheimera