Cuando la danza se hace imagen

2 may. 2009 - detrás de cámara mientras yo sacaba fotos, porque no quería perderme la oportunidad de registrar la filmación. Filmé en algunas locaciones ...
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ENTREVISTA | JORGE FAMA

Cuando la danza se hace imagen El fotógrafo personal de Paloma Herrera habla sobre su primer trabajo en cine: un documental sobre la bailarina argentina DIEGO SPIVACOW

POR NATALIA BLANC De la Redacción de La Nacion

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randes retratos de Jorge Donn, Maya Plisetskaya y Rudolf Nureyev adornan las paredes de la casa antigua de San Telmo donde vive y trabaja Jorge Fama. En el estudio que construyó hace más de veinte años frente al parque Lezama, este fotógrafo de reconocida trayectoria trabajó con importantes figuras de la danza. Allí, el bailarín Hernán Piquín se animó a posar desnudo y Paloma Herrera se convirtió en modelo de alta costura para las fotos que ilustran el libro Encuentro, publicado en 2007. Fue también allí donde Fama comenzó a delinear su primera iniciativa para cine: un documental filmado en Buenos Aires y Nueva York sobre Herrera, principal solista del American Ballet Theatre. Durante un año y medio, con la colaboración del director Julio Panno, Fama registró la vida cotidiana de la bailarina arriba y abajo de los escenarios. La siguió a funciones, ensayos, clases; la acompañó en sus salidas sociales y a sus reuniones familiares. El resultado fueron cincuenta horas de grabación, que incluyen entrevistas a coreógrafos, bailarines y maestros de danza, como Mauricio Wainrot, Olga Ferri, Kevin McKenzie (director del American Ballet) y la coach personal de Herrera, la rusa Irina Kolpakova. Exhibido en el Malba, el Teatro 25 de Mayo y en distintas salas del INCAA, Paloma Herrera: aquí y ahora salió en DVD poco después de su estreno en cine. En diálogo con adncultura, el director artístico y productor contó la trastienda del proyecto. –¿Por qué decidió experimentar con la imagen en movimiento? –Saco fotos desde los 13 años, cuando mi madre me regaló mi primera cámara. Soy fotógrafo, pero me considero un creativo y nunca me cerré a desafíos nuevos. Ya había tenido alguna incursión previa en el cine: fui responsable de la filmación del ballet Espartaco, con Maximiliano Guerra, y tuve que ver con algunas televisaciones del Ballet del Teatro Colón. De alguna manera, ya había un interés por la imagen en movimiento. Después de hacer el libro con Paloma, surgió el proyecto del documental y lo presenté en el Instituto Nacional de Cinematografía. –¿Fue una idea suya o un pedido de Herrera, de quien es fotógrafo personal? –Fue un delirio mío, como dice Marisa Herrera, la madre de Paloma. Para mí, eso es un halago. Si en mi vida no me hubiera dejado llevar por los delirios creativos, no habría hecho ni la mitad de las cosas que hice en cuarenta años de carrera. Con la familia Herrera nos conocemos hace mucho tiempo y sentimos un respeto mutuo. Cuando le conté mi idea a Paloma, ella confió en mi proyecto.

TRASTIENDA. Fama filmó a Paloma Herrera durante sus ensayos en el teatro Colón

–¿Filmó a partir de un guión previo? –No podíamos armar un guión. Yo tenía muy claro cómo iban a ser las partes bailadas y dónde quería ubicar las cámaras. El codirector, Julio Panno, estuvo detrás de cámara mientras yo sacaba fotos, porque no quería perderme la oportunidad de registrar la filmación. Filmé en algunas locaciones de Nueva York y me sentí muy cómodo detrás de cámara. En el Teatro Colón usamos cinco cámaras para filmar Paquita y El lago de los cisnes, con el bailarín canadiense Guillaume Côte como partenaire de Paloma. El documental tiene algunas escenas deliciosas. En una de ellas, Herrera cuenta que desde chica tiñe las medias de baile con té para obtener el tono rosa que le gusta. En otra, la bailarina se sienta encima de una enorme valija y lucha para cerrarla; en cada intento se ve todo lo que carga en sus viajes: desde masajeadores de pie hasta mantas y zapatillas de punta. –¿Por qué se dedicó a la fotografía de ballet? –Hacía fotos como hobby desde chico. En 1965, un amigo me llevó al teatro Colón a ver El cisne negro. Desde ese día no dejé de ir al Colón y empecé a sacar fotos de contrabando en las funciones. Las vendía en la vereda a los fanáticos del ballet. Eran de tan mala calidad que los fotógrafos profesionales me llamaban “el nítido”. Esa aventura adolescente con el tiempo se convirtió en mi profesión. Trabajé dos años en el Colón y diez en el San Martín. Cuando expuse en el salón Dorado del Colón se generó una controversia.

Los colegas de esa generación no me veían como fotógrafo porque no había salido del Foto Club. La moda era fotografiar un paisaje con un árbol pelado y yo sacaba zapatillas de punta. El único antecedente en el país era Annemarie Heinrich, con quien trabajé durante un tiempo. –¿Estudió danza y teatro para entender el ambiente que fotografiaba? –Claro. Estudié danza clásica y contemporánea durante tres, cuatro años, y teatro con Alejandra Boero. Me sirvió para muchas cosas: entre ellas, para conocer al detalle las coreografías y tomar a los bailarines en el momento indicado. Desde entonces, cuando voy a sacar un salto, cuento los tiempos de la música, no espero que el bailarín esté en el aire. Mientras prepara una muestra retrospectiva (“Empecé a seleccionar material de 1968 y voy por los años 80, así que todavía me falta mucho trabajo”) y un libro con imágenes que ilustran su trayectoria, Fama avanza con otros proyectos para el cine, que planea dirigir junto a Panno. “Uno es un documental sobre el maestro Héctor Zaraspe, que impulsó a Paloma a estudiar en Nueva York a los quince años –cuenta–. El otro es del estilo de mi primer trabajo pero dedicado al bailarín Guillaume Côte. También me gustaría registrar la vida de algún coreógrafo importante, y tengo dos historias de ficción relacionadas con el mundo de la danza que quiero llevar al cine.” © LA NACION

Sábado 2 de mayo de 2009 | adn | 23