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página dos
| Domingo 23 De febrero De 2014
Página dos el medio es el mensaje
ilustrado
Cristina nos prefiere parecidos a Robertito
Pablo Bernasconi —LA NACION—
Pablo Sirvén —LA NACION—
A
l fin se supo cuál es el periodismo ideal con el que sueña la Presidenta: el que ejerce el cronista playero de C5N Roberto Funes Ugarte. Popularizado por su diminutivo (Robertito) se volvió estrella de esa señal desde que Cristóbal López tomó control de ella y sus contenidos se tornaron más ligeros. El reconocimiento tiene un doble valor por lo excepcional de esa confesión pública. En efecto, es tal la obsesión por maltratar al periodismo de Cristina Kirchner, y su odio visceral hacia el oficio de informar, que tampoco se muestra dispuesta a ser generosa ni siquiera con los hombres y mujeres de prensa de su propia y creciente tropa. No es usual que en sus sermoneos en público o en redes sociales deslice ponderaciones, como las que dedicó a Robertito, hacia los periodistas que sí entienden el “modelo” y que se muestran afables y dóciles en resaltar los logros de su gestión. Esos que genuinamente creen en ella y en su marido desde el principio y de los muchos más conversos que se fueron encolumnando entusiasmados por el pluriempleo bien remunerado que aseguró el creciente aparato de comunicación oficial. Hay quizá incluso hacia ellos un ninguneo o directamente un desprecio resentido tácito porque no han logrado arrebatarles a los “medios hegemónicos” la firme atención que todavía les dispensa el público. Con un tiro por elevación, señaló hace pocos días lo inútiles que eran ya que expresó sus deseos de encontrar “algún juez o alguna Corte que torne obligatorio que se sepan los actos de Gobierno”, como si aquellos medios y periodistas que le son tan fieles no le dedicaran grandes loas y espacios en todos los soportes para exaltar su gestión. Quedó claro que para ella también ese enorme esfuerzo y gasto por armar una comunicación adicta es del todo ineficiente. Pero aun en su mezquindad hacia los propios, es posible trazar un “mapa” de lo que Cristina Kirchner pretende de la profesión. Empecemos por la última pista que dio en la materia: Robertito. Su saludo “¿co’ te va?” se convirtió en su carta de presentación a la hora de entablar diálogos intrascendentes con los bañistas en distintas playas. “Yo lo quiero mucho –lo destacó la primera mandataria– porque tiene buena onda.” Y agregó que era “un buen periodista” porque “te hace sentir bien, feliz y alegre”. De lo que se desprende que considera que la función de quien informa es entretener sin llevarle problemas a la gente. No era la primera vez que la jefa del Estado lo distinguía: en el Vaticano hasta hizo que el papa Francisco lo saludara pocas horas después de subir al trono de Pedro. En su más reciente elogio señaló que Robertito no necesitaba contar ni “tonterías ni chimentos”. Sin embargo, en el efímero programa Desde otro lugar, donde se hacía entrevistar por conductores rotativos, optó por Jorge
Rial, el periodista más emblemático de ese género. La Presidenta se sintió cómoda con un interlocutor que prefirió indagar más en sus anécdotas que en ahondar en los flancos débiles de su gestión y en las oscuridades monetarias de su propia fortuna familiar, de su socio Lázaro Báez y de su vicepresidente Amado Boudou. Antes se había dejado admirar de cerca por Hernán Brienza, cuyos libros históricos ya había ponderado con anterioridad, y que le realizó una entrevista por demás monótona y melosa para la TV Pública. Si CFK es proclive a denostar con nombre y apellido a medios y periodistas concretos, sólo esporádicamente alude a alguna tapa de Página 12 o de Tiempo Argentino. Ponderó sin dobleces al periodista económico Alfredo Zaiat, pero cierta vez se molestó con objeciones menores de Mario Wainfeld, que observa a este gobierno con ojos indulgentes. A pesar de que Horacio Verbitsky miraba al principio con desconfianza a Néstor Kirchner, y se inclinaba más por el fugaz presidente Adolfo Rodríguez Saá, la mandataria aprecia sus servicios a la causa, aunque no es difícil imaginar cuánto fastidio le produce que el autor de Robo para la corona se desmarque de algunas políticas oficiales. Más a gusto se sentía con Pablo Camaiti.
Al exaltar al cronista playero de C5N, la Presidenta reveló qué le gusta de ese oficio Hoy, aquel movilero de CQC es uno de los conductores de Visión 7, en la TV Pública. También se dejó entrevistar por Paco Mármol, responsable de neutralizar toda crítica al Gobierno en la pantalla de Telefé y flamante incorporación del multimedio oficialista Indalo, de Cristóbal López. Cuando la Presidenta todavía aceptaba entrevistas individuales, prefería periodistas generalistas (Oscar González Oro, Beto Casella) que especializados en política y, en lo posible, que ni siquiera formaran parte de esa profesión (Soledad Silveyra, para Telefé; Daniel Filmus, para Encuentro, y hasta Oliver Stone, para su documental Al Sur de la frontera). Y ha ponderado, defendido y premiado al formidable relator uruguayo Víctor Hugo Morales, a quien puso de ejemplo por su malograda cruzada de la pesificación. Sólo evoca con respeto a aquellos periodistas que desaparecieron durante la dictadura. Es lógico: idealiza a los que no están en este mundo y que, consecuentemente, ya ni hablan ni escriben. Y si no, Robertito. En el medio, nada.ß
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Ucrania, un país dividido
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La lingüística puede explicar mejor las diferencias culturales entre etnias que muchos de los mapas políticos dibujados tras la escisión de la URSS.
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Fuente: BBC
“Lo mejor está por venir en este proyecto”
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Página 10
noticias incorrectas
señalador
Tristezas de unos chinos que no existen
Los libros de la buena memoria
Mariano Donadío
Víctor Hugo Ghitta
eamos lo que pasa en China y asombrémonos: los chinos fueron puestos en el mundo para perplejidad de los occidentales. China es un imperio de hijos únicos, porque la política de un solo hijo fue firme durante décadas. ¿Cómo será haber crecido sin más hermandad que la pertenencia a una nación o a un partido? ¿Y cómo se las arreglaban, sin hermanos de sangre, los guionistas de telenovelas, esas enciclopedias de las fantasías y miedos de una cultura? La buena noticia es que, a partir de enero de este año, la política del hijo único fue flexibilizada, y se permite que algunas parejas tengan dos hijos. Pero quedan entre 10 y 20 millones de habitantes nacidos fuera de esta ley. El gobierno se niega a darles un certificado de identidad, están fuera de todos los planes y reciben fuertes multas. La veinteañera Li Xue, segunda hija de una familia, inició un juicio contra el Estado chino en demanda de la identificación que le permitiría acceder a los servicios del gobierno. Su transgresión ha sido existir, aunque, para ellos, su existencia no alcanza la densidad suficiente.ß
ofocado por una atmósfera apremiante –hecha de cuerpos estrujados, muchedumbres ruidosas y aullidos de locomotoras–, David MacLean, escritor norteamericano de 28 años, se despertó esa mañana en el andén de una estación de tren en la India. No pudo recordar su nombre, ni su origen, ni qué hacía ahí. ¿Qué queda de un hombre si se extingue su memoria? Un remedio le había provocado amnesia. Sus padres lo llevaron de vuelta a casa, donde recobró fragmentos de ese tiempo perdido entre enigmas asiáticos. Regresó a la India, hurgó fotos, leyó anotaciones suyas en libros que no creyó haber leído. Se reencontró, lentamente, consigo. Contó esa historia curiosísima en The Answer to the Riddle is Me: a Memoir of Amnesia, libro muy celebrado por la prensa norteamericana. La evocación de un largo extravío que sólo pudo haber empardado el minucioso Funes, el hombre al que cierta vez recordó (“yo no tengo derecho a pronunciar ese verbo sagrado, sólo un hombre en la tierra tuvo derecho y ese hombre ha muerto”) el memorable Borges.ß
—LA NACION—
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—LA NACION—
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