Construyen sus ideas, festejan sus logros; padre e hijo, los Churba

14 jun. 2007 - Natalio, de 61 años, es el padre de Martín. Churba ... Contar todo lo que hace o es Martín Chur- ... en medio de la obra de Georgina Valverde.
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Moda&Belleza

FOTO, ANDREA KNIGHT

Buenos Aires, jueves 14 de junio de 2007

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TENDENCIAS

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n a j e t s e f , s a e d i Construyen sus sus logros; padre e hijo, los C

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O H C U M EN COMUN

¿Ves esa biblioteca con géneros, desordenada, con muchas texturas distintas, llena de colores y cosas? Así es Martín. Así, como la ves. (Natalio Churba)

Natalio, de 61 años, es el padre de Martín Churba, de 36. “Martín me llamó a China para esta nota. Llegué puntual. ¿No?”, pregunta, cálido, en traje y corbata. Contar todo lo que hace o es Martín Churba puede ser una historia repetida: es uno de los grandes diseñadores argentinos, viaja a Japón –tiene un socio japonés y vende allí todo lo que hace–. También, a Nueva York: tiene casa en el Meatpacking. Hace desfiles, teje ideas y alianzas de todo tipo. Y da definiciones: “Tramando es un paseo. Es diseño puro. Es diseño en un estado profundo. Una instalación de arte... Una ciudad”, dice. El 10 de agosto, Tramando cumplirá cuatro años. “Lo que quedó en esta Casa Matriz (se llama así ¿sabías, no?) es el área de comunicación, desarrollo de objetos. Ahora acabamos de inaugurar una fábrica en Barracas”, cuenta Martín, mientras guía en un tour por su mundo, la casa de Rodríguez Peña y Posadas: tejidos, textiles, sillas, ropa, accesorios, concepto, casa, arte. De todo hay mucho. Los Churba van hablando de la familia, del clima en China, de cualquier cosa, para que la foto sea lo más espontánea posible. Martín propone situaciones: pararse en una escalera, tirarse una pelota-puf tejido, mirarse frente a frente o meterse en la vidriera, en medio de la obra de Georgina Valverde (ver foto). Natalio acompaña y dice que sí a todo. “Mirá, ahí está el edificio que hicimos en Palermo”, se ríe. Y como ya llega el Día del Padre, esta vez es Natalio el que muestra otro lado de Martín. –¿Cómo era Martín cuando era chico? N. C.: –¿Cómo era? Siempre tenía otitis y le dolían muchos los oídos. Hoy es el mismo. Es bueno. Es sensible. Muy afectivo, se enoja fácil. Hay que cuidarse mucho porque se enoja fácil. Un chico sano. –¿En el colegio? N. C.: –En los colegios. Circuló por muchos, era un drama: el Roca, el Avellaneda... M. C.: –¿Por qué tenés idea de que fui a tantos colegios? Fui toda la primaria al mismo. Y después me cambiaste –vos– del Roca al Nicolás Avellaneda. Y no me echaron. Me llevé tres materias en tercero y una en quinto año. Pero... ¿No tenés ese recuerdo, no? La voy a llamar a mamá. Te juro, no tengo el boletín, pero... –¿Y hoy cómo lo ve, hecho todo un diseñador? N. C.: –Yo lo siento mucho más cerca de lo que está haciendo en el nivel social. Eso es lo que más me gusta. Su desarrollo como diseñador me sorprende. Creo que fui el que más obstáculos le puso para que no eligiera esta profesión. –¿Por qué? N. C.: –Porque entendía que no era una profesión en la que podría desarrollarse bien. Martín fue un visionario bárbaro. La moda, vista desde la óptica en que yo la conocía, no tenía futuro. Había confección, no había mucha moda. Le hacía propuestas de arquitectura y le decía Vení a trabajar conmigo... M. C.: –Vení a trabajar conmigo. Vení a trabajar conmigo... No me importó y estudié Bellas Artes. N. C.: –Te lo resumo así: yo me dedico a hacer emprendimientos, edificios. Hace como quince años me trajeron un terreno enorme que era uno de los docks de Puerto Madero y me dijeron: Hacé algo. Y pensé: Esto no va a andar... Y con Martín me pasó lo mismo. El mérito es de él. –Cuando ve a Martín en una nota, en los medios, ¿qué piensa? Continúa en la Pág. 7