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espectáculos
| Miércoles 6 de novieMbre de 2013
Conmovedora interpretación de El Mesías teatro colón. La obra de Haendel, según
la Academia Bach y el Orfeón Buenos Aires René Vargas Vera PARA LA NACION
Ringo al frente, pero seguido de cerca por su gran aliada, la batería
fabián marelli
MúSica
Ringo, con una ayuda de sus amigos ringo starr y su all starr band. ★★★★ muy bueno. músicos: Ringo Starr (voz y batería), Todd Rundgren (guitarras, bajo y voz), Steve Lukather (guitarras y voz), Richard Page (bajos y voz), Gregg Rolie (Hammond y voz), Mark Rivera (percusión, saxo y voces) y Gregg Bissonette (batería). funciones: anteayer, en el teatro Ópera; hoy, en el Orfeo Superdomo de Córdoba, y pasado mañana y el sábado, en el Luna Park.
A
lgunas imágenes tienen la capacidad de seguir sorprendiéndonos. Manteros que venden como pan caliente objetos del artista en cuestión y un abanico de posibilidades para mostrarle al ídolo el amor incondicional que se le profesa: gritos, llantos, carteles hechos artesanalmente y vocación de coreuta son los más comunes. Pero lo que aquí sorprende es que aquella beatlemanía de los 60 permanece latente a mediana escala y que no hace falta llamarse Justin Bieber para encontrarse con estas muestras de afecto. Es más: los padres y los abuelos de los chicos que hoy mueren por sus ídolos fueron los que anteanoche vibraron en el
Ópera con un concierto que tuvo a Ringo Starr como figura convocante y a un sexteto de figuras del rock y el pop de los 60, 70 y 80 como protagonistas excluyentes. Poco y mucho cambió en relación con el debut porteño del baterista, dos años atrás. Poco, porque la lista de temas fue bastante parecida a la de 2011 y mucho porque la banda cambió a buena parte de sus integrantes y el concierto transcurrió con menos palabras que en aquella ocasión. En el principio fue “Matchbox”, un clásico de Carl Perkins de los albores del rock ’n’ roll. Recién después del primer tema Ringo saluda al público y remata con su latiguillo predilecto: “Peace and love”.
Antes de dirigirse a la batería, lugar en el que claramente se siente más cómodo, el beatle canta “It Don’t Come Easy” y “Wings”, dos temas de su autoría. De allí en adelante los integrantes de la All Starr Band se suceden en el protagonismo sin que ello rompa el clima de concierto. Ringo y sus muchachos exudan paz y amor por sus poros. Con sólo verlos alcanza para entender que, para ellos, el mensaje de la generación hippie sigue en pie. Son quienes se encargan de alimentar el aire de celebración que se respira en la sala, de arrancarle aplausos al veterano de la fila uno, al chico que porta un cartel que dice que es su primer show y a Charly García, espectador de lujo. Cada uno es maestro en su arte y está parado frente a nosotros para ganarse la cena. Todd Rundgren es el primero en suceder a Ringo en el mando. El autor de “Influencia”, tema que Charly hizo suyo en castellano, le pone la voz a “I Saw the Light” y, más tarde,
a “Bang the Drum All Day”. De todas las épocas, escenas y sonidos que repasa esta selección de músicos, Toto y Santana son los que obtienen los resultados más elevados, además de una versión explosiva, con jam incluida, de “Black Magic Woman” (Peter Green). Toto con “Rosanna”, “Africa” y “Hold the Line”, cantadas por Steve Lukather –se luce toda la noche con sus notables solos de guitarra–, y el segundo con “Evil Ways” y “Oye cómo va”, con Gregg Rolie al mando. El ex Mr. Mister Richard Page, en tanto, aporta el sonido FM clásico con “Kyrie” y “Broken Wings”. Esporádicos, los retornos de Ringo a la voz son para “Yellow Submarine”, “Photograph” y el final con “Act Naturally”, “A Little Help From my Friends” y algo de “All You Need is Love”. Casi 2000 sonrisas cerraron una noche de lunes distinta. Todo gracias a Ringo y a la gran ayuda de sus amigos.ß Sebastián Espósito
Este que resultó ser el más célebre oratorio sobre texto sacro (que había acogido la esencia polifónica de la música inglesa desde el “Israel en Egipto”) creado por un Haendel de 56 años, ocupa el segundo lugar entre sus creaciones musicales, pero es el oratorio más original por aliento épico y por conjugar su don dramático con la devoción. Misteriosamente habría germinado en la cuarta égloga del poeta romano Virgilio, al narrar la llegada de un niño divino que cambiaría el curso de la humanidad. Un poeta convertido en profeta del nacimiento de un Mesías (un enviado) desde su bucólica poesía, que primero recogió el poeta británico Alexander Pope, y 20 años más tarde (1741) Charles Jennens al llamarlo “oratorio sacro” cuando le envió el texto a Haendel No obstante, fue el Antiguo Testamento la fuente predilecta de los oratorios del último gran maestro del Barroco para desplegar su fuego creador y su genio homérico a través de situaciones y reflexiones apasionantes. De allí el perfil de auténticos dramas corales al modo de la tragedia griega, que arrancan en profetas como Isaías, quien anunció la llegada de una joven virgen que daría a luz a un niño extraordinario para abrir una nueva era de luz y de gozo. Tras los vaticinios, texto y música desarrollan en genial simbiosis el Nacimiento y la Pasión, hasta alcanzar la Resurrección de Cristo, que poeta y músico celebran con el maravilloso y famosísimo “¡Aleluya!”, mientras fueron intercalando piadosos y abundantes pensamientos y re-
1924-2013
Juan Manuel Tenuta. Fue adorado por sus colegas y por el público Pablo Gorlero LA NACION
Cada vez que se le hacía un homenaje o lo mencionaban en alguna entrega de premios (ya sea el ACE o el Cóndor de Plata), de inmediato, toda la sala se ponía de pie. Pero no era sólo un aplauso, sino una ovación, una extensa ovación que siempre parecía interminable y no sólo lo hacía emocionar a él, sino a todos los que allí estaban. Es que Juan Manuel Tenuta fue uno de los actores más queridos por sus colegas y por todo el ambiente artístico en general. Un caballero que, además de simpático, era un excelente compañero. Murió ayer, a los 89 años, en la Clínica La Esperanza, donde había sido internado por un accidente cerebrovascular. “Un caballero andante, adentro y afuera de la escena”, lo definió alguna vez Adela Gleijer, su esposa durante casi 60 años, a quien conoció cuando ambos formaban parte del elenco del prestigioso teatro El Galpón de Montevideo (él fue cofundador). Se conocieron y a los cuatro meses se casaron. Tuvieron una hija: Andrea Tenuta. Hijo de padres italianos, Juan Manuel Tenuta nació en Fray Bentos (Uruguay). “Allí conocí el mundo, la solidaridad, el internacionalismo, el amor por los distintos, la defensa de los trabajadores”, recordó Tenuta, en un reportaje realizado en este diario por Carlos Ulanovsky. Fue un profundo conocedor de los distintos pueblos originarios de América, y antes de conocer a Adela representando El centroforward murió al amanecer, trabajó como titiritero en miles de pueblos, participó como claque en teatros porteños, fue marinero en el Pacífico y asistente de Pablo Neruda cuando él representaba por todo el continente su Canto general. Vivía en la Argentina desde 1974 y no cesó de trabajar tanto en el teatro como en el cine y la televisión. Durante la dictadura militar tuvo que exiliarse algún tiempo debido a su férreo compromiso ideológico, pero luego regresó a la Argentina. “Un hombre sin capacidad de soñar no podría sobrevivir a este capitalismo salvaje y globalizado. Yo tengo
La eterna sonrisa de Tenuta miguel acevedo riu
la esperanza de un cambio, porque el fondo ya lo tocamos hace rato”, le decía en 1999 a Horacio Alejandría en el diario Crónica. Algunos de sus papeles en cine fueron inolvidables. Basta mencionar sólo a Esperando la carroza, pero se agregan innumerables títulos como Primero yo, Camila, El hombre del subsuelo, Así es Buenos Aires, No toquen a la nena, La aventura de los paraguas asesinos, La magia de los Parchís, Asesinato en el Senado de la nación, Chechechela, La noche de los lápices, La clínica del doctor Cureta, ¿Dónde estás amor de mi vida que no te puedo encontrar?, Momentos robados, De eso no se habla; Bañeros II, la playa loca; Maldita cocaína, Un buda, El cine de Maite y Andrés no
flexiones sobre el significado de la Redención. Nuevamente el maestro Mario Videla acomete la ciclópea proeza de penetrar en los contenidos de esta formidable partitura y rescatar su profundo mensaje humanitario. Música y voces Ya en los implacables acentos de la obertura instrumental (“Symphony”), en la que Haendel parece recoger la consigna del profético Virgilio: “cantemos cosas mayores”, el Ensamble Academia Bach nos anticipa la sólida y expresiva amalgama instrumental, que luego desplegará con restallante soplo heroico en la euforia de los himnos de gloria. Por su parte, el Orfeón Buenos Aires asumirá el protagonismo de las voces en compactas tramas y contrapuntos en los que confluyen de modo fascinante la tragedia y el triunfo. Asombra comprobar, en versiones de la categoría alcanzada por el Ensamble Academia Bach y el Orfeón Buenos Aires, hasta qué punto el “mundano” Haendel, compositor y empresario de la ópera italiana en Inglaterra, pudo y supo, sin ser místico ni pietista (como Bach), expresar tan hondas emociones. La ternura en las escenas del Nacimiento, el dolor en la inmolación de Cristo y la explosiva alegría frente al Rey de la Gloria. El Mesías es la visión y representación más poderosa de estos conmovedores relatos bíblicos, enriquecidos por sus solistas en la espléndida voz de Soledad de la Rosa, y en el fervor de Martín Oro (contratenor), Carlos Ullán (tenor) y Víctor Torres (barítono). El Aleluya de bis fue con ovación. No nos pusimos de pie porque no somos ingleses…ß
quiere dormir la siesta, entre muchísimas otras. Entre sus trabajos televisivos se pueden mencionar Mujeres de nadie, 0800 no llames, Los simuladores, Un cortado, Máximo corazón, Los machos de América, Tiempo final, Los buscas de siempre, Trillizos, El hombre; Te quiero, te quiero; Naranja y media, Como pan caliente, El último verano, Cara bonita, Princesa, La elegida, Pobre diabla, Hospital público, Primicias, Rebelde, De carne somos, Tu mundo y el mío, Amo y señor, Cara a cara, Los cien días de Ana, La sociedad conyugal, y muchos otros. Su último trabajo en la calle Corrientes fue en Agosto, condado Osage, en el que Nino encarnaba uno de esos papeles pequeños que se pueden volver inmensos gracias a la composición de un gran actor. Durante muchos años formó parte de los elencos estables del Teatro General San Martín y del Teatro Nacional Cervantes. A las órdenes de los mejores directores trabajó en obras como La profesión de la señora Warren, Valhala, El alma de papá, Perla, La hermosa gente, Solas, Cándida, Gris de ausencia, El patio de la Morocha, Zorba, Mi bella dama, Hombre y superhombre, La Piaf, ¡Socorro... Don Verídico!, El avaro, Esperando la carroza, La cage aux folles, The Rocky Horror Show, Locos de verano, Las alegres mujeres de Shakespeare, Cuarteto, Veraneantes, Fuenteovejuna y Real envido. Sus compañeros coinciden en que era tan disciplinado como generoso y alegre a la hora de trabajar. En 1995 lanzó su libro autobiográfico Antes que me olvide, en colaboración con el periodista Héctor Puyo, que estuvo entre los más vendidos de ese año, en Uruguay. Su última aparición en público fue durante la inauguración del nuevo ciclo Teatro Nuestro, en El Picadero, el mes pasado, donde se lo vio vital y, sobre todo, “mimado” por todos sus colegas. El año pasado, recibió un Cóndor de Plata por su trayectoria en el cine, de manos de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina. Juan Manuel Tenuta decía que para ser un actor: “Hay que ser antes que nada un buen espectador de lo que pasa en la calle, leer los diarios, tener contacto con los vecinos e involucrarse. Lo estoy desde los siete años. Seguiré, como decía Sandrini, hasta que el cuerpo aguante. No van a decir que Tenuta se murió, sino que hizo mutis por el foro”, confesó al diario Crónica. Sus restos no fueron velados y se cremarán hoy, en el Cementerio de la Chacarita.ß