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dar el último adiós a Helen, la viuda del líder campesino César Chávez, por los altoparlantes se escuchaban las palabras de Paul, el hijo mayor, que recordaba ...
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Vida Nueva | Julio de 2016

Comunidad emocionada dio último adiós a Helen, viuda de César Chávez Por LUIS URIBE

VICTOR ALEMÁN

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En la Iglesia San Malaquías en Tehachapi, California, el Cardenal Rogelio Mahony celebra la Misa fúnebre rodeado de familiares de Helen Fabela- Chávez, amistades y líderes religiosos y políticos

VICTOR ALEMÁN

ientras María Gómez, una trabajadora campesina de Bakersfield esperaba a la entrada de la Iglesia para dar el último adiós a Helen, la viuda del líder campesino César Chávez, por los altoparlantes se escuchaban las palabras de Paul, el hijo mayor, que recordaba a su madre. “¿Somos una unión o no?”, repitió Paul recordando la frase con la que su madre “tranquila y humilde pero con una firme determinación y fuerza de voluntad” dio por terminada una discusión en septiembre de 1965, en la que César Chávez y sus jóvenes compañeros debatían si se debían unir o no a la huelga de los trabajadores de la uva comenzada hacía poco por filipinos. Paul Chávez continuaba con la elegía de su madre, destacando “su coherente humildad, su generosidad, su silencioso heroísmo y su perseverancia”, mientras Gómez recordaba las duras jornadas vividas como trabajadora en la década de 1960. “Nosotros no teníamos voz, ni leyes que nos protegieran. Con nosotros hacían lo que querían”, reclamó la ahora anciana campesina quien fuera testigo de los sufrimientos y luchas de esos años. Y dentro de la Iglesia Católica de San Malaquías en Tehachapi, continuaba la Misa fúnebre de Helen Chávez celebrada por el Cardenal Rogelio Mahony, testigo directo y cercano del esfuerzo de César Chávez por mejorar las condiciones de los campesinos. La misa, celebrada el 13 de junio, luego de una vigilia el domingo que incluyó el rezo del Rosario con la participación de cientos de visitantes, contó con la presencia de destacados líderes y personalidades. Junto a la Asambleísta Loretta Sánchez, estaba Kerry Kennedy, hija de Robert Kennedy, y un par de bancas más adelante atendía la ceremonia Dolores Huerta, cofundadora con César Chávez del Sindicato de Campesinos (UFW) entre otras importantes personalidades. En primera fila, los siete hijos sobrevivientes de Helen, tres hombres y cuatro mujeres trataban de controlar su emoción ante el ataúd que contenía los restos de quien Huerta llamó “la mujer detrás del trono. El cimiento, la roca del movimiento (sindical agrario) porque era muy fuerte”. Helen no sólo ofrecía fortaleza y solidez a su esposo y su Causa, sino también la visión sobrenatural de la justicia cristiana y la fe. “No te desanimes; la gente tiene miedo. Nosotros sólo tenemos que trabajar más duro. Dios está de nuestro lado”, citó Fernando, otro de los hijos de los Chávez, al recordar las palabras de su madre cuando animaba a César. “Mi madre fue un abuela para miles de personas”, aseguró Fernando Chávez. “Tuvo muchos amigos durante 60 años a todo lo largo del país”, agregó. Posterior a la ceremonia, una larga fila de más de 100 vehículos siguió el féretro

En primera fila, los siete hijos sobrevivientes de César y Helen Chávez; más atrás sus 31 nietos y 16 bisnietos. de Helen Chávez a lo largo de casi 15 millas entre la Iglesia y el Monumento Nacional César E. Chávez en La Paz, Keene. Allí, en el Jardín de Recordación, el Cardenal Mahony dio la última bendición y Helen fue enterrada junto a su esposo, el gran dirigente de los trabajadores agrarios. Así terminó un ciclo de 88 años de esta mujer de origen campesino “siempre

sonriente, siempre amable, nunca de mal genio”, que naciera el 21 de enero de 1928 en Brawley, en el Valle Imperial. Desde los ocho años, la hija de Eloísa y Vidal Fabela vivió en Delano, pueblo que luego se convertiría en centro vital del movimiento campesino. Según destacó un comunicado de la Fundación Unión de Campesinos, cuando le faltaba un año para graduarse de secundaria Helen Fabela tuvo que dejar

sus estudios para ayudar a su familia, trabajando en los campos de cultivo. Helen conoció a César a mediados de 1940 y se casaron en 1948 cuando él terminó su servicio en la Marina de Estados Unidos. Viviendo en la comodidad de la clase media en el Este de Los Ángeles, mientras sacaban adelante a sus ocho hijos: Fernando, Sylvia, Linda, Eloise, Anna, Paul, Elizabeth y Anthony, la pareja tomó una decisión que fue definitiva para el bienestar de miles de trabajadores agrícolas. En 1962 los Chávez decidieron mudarse a una pequeña casa de dos habitaciones en Delano, para iniciar la organización de los trabajadores del campo. Así, César Chávez pasó de tener un salario fijo como empleado a la inseguridad de un activismo cuyo principal capital era el entusiasmo y el deseo de mejorar las condiciones de los campesinos. Duros los años de lucha que siguieron, incluidas las distintas marchas de protesta, un par de ayunos de protesta pacífica de César, además de frustración y persecuciones, Helen siempre mantuvo su optimismo apoyando el esfuerzo de su esposo. Por ello, así como la recordó su hijo Fernando la recuerdan muchos que la conocieron, alegre, sonriente y con una gran capacidad “para comprender a los demás sin juzgarlos”. VN