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28 sept. 2014 - de la especulación urbanística el milagro de la autogestión y la construcción ... por la cultura sirve a la construcción de nuevas formas de vivir y ...
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CÍRCULO PODEMOS CULTURA ORDEN DEL DÍA ASAMBLEA 28/09/2014, MADRID. I. Presentación del Círculo Podemos Cultura Propuesta de organización Propuesta de Grupos de trabajo (breve presentación de los 6 grupos de trabajo). • Cultura y hegemonía • Políticas culturales • Industrias culturales • Apoyo colectivo (organización del trabajo) • Políticas locales • Cultura pedagógica II. Diálogo, propuestas, sugerencias.

I. PRESENTACIÓN DEL CÍRCULO PODEMOS CULTURA A continuación reproducimos los textos íntegros elaborados para la presentación del Círculo Podemos Cultura. Estos textos no fueron leídos íntegramente en la asamblea, sino que se explicaron de forma abreviada. No constituyen documentos definitivos ni cerrados del programa de acción y objetivos de Podemos Cultura, sino simplemente un planteamiento inicial de las cuestiones a partir del cual reflexionar y debatir. Hemos cambiado parcialmente el orden de intervención en la asamblea del 28 de junio, abriendo directamente con la propuesta de organización (en lugar de con la intervención del Grupo de trabajo de “Cultura y hegemonía”) con el fin de compartimentar con más claridad los 6 grupos de trabajo.

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PROPUESTA DE ORGANIZACIÓN 1. Las personas que ponen en marcha este círculo provienen del equipo técnico de cultura, formado por el grupo promotor cuando la idea Podemos echó a andar. Es un círculo que, aunque formalmente existe desde hace más de un mes, realmente se ha constituido hace apenas dos semanas, con lo que lo que aquí presentaremos sólo es el embrión del proyecto. Actualmente, en el círculo trabajan menos de 20 personas que han elaborado una serie de estrategias y líneas maestras, por supuesto debatibles, pero que quieren dotar de una estructura organizativa y una orientación básica como punto de partida para configurar un Podemos Cultura que de cabida a todas las personas e ideas que necesitamos para recuperar la cultura. Sabemos que muchos de vosotros os estáis ya organizando en vuestros propios círculos a lo largo de toda España. Como trataremos de explicar, nuestra idea es establecer vías de comunicación y participación con todos los círculos y personas que quieran trabajar por una nueva cultura en este país, con el fin de coordinar propuestas y acciones en un proyecto y estrategia común. Antes de nada, os pedimos disculpas por la precariedad de los medios de comunicación online, en parte fruto de nuestras limitaciones (técnicas y económicas) y de que no queríamos prolongar más la puesta en marcha del círculo. Esta será una de las cosas que habrá que solucionar de cara a la próxima asamblea: contamos con vuestra comprensión y confianza. 2. Para el Círculo de Cultura Podemos, planteamos una organización temática en 6 grupos de trabajo temáticos que evitan separar por sectores profesionales (músicos, actores, artistas plásticos...). Reivindicamos el acercamiento a la cultura no desde los intereses corporativos o profesionales, sino desde lo común, desde el interés general de la cultura. Por tanto, aunque muchos somos músicos, editores, artistas plásticos, participamos en este círculo como ciudadanos: no trabajamos en la lógica del indivíduo que pacta para lograr un equilibrio de intereses, sino de pueblo que comparte, que se hace. Lógicamente, esto no quita la absoluta legitimidad de los círculos de poetas, músicos, actores, profesionales del espectáculo...; de la relación y comunicación entre Podemos Cultura y los demás círculos hablaremos en el siguiente punto. Los seis grupos de trabajo, de los que cada responsable hablará más adelante, son: a- Cultura y hegemonía b- Políticas culturales c- Industrias culturales d- Políticas locales e- Formas de asociación (organización de los trabajadores de la cultura) f- Cultura pedagógica 3. Como señalábamos en el punto anterior, el trabajo cultural en Podemos no se agota con este círculo. Ya nos hemos puesto en contacto con otros muchos círculos o grupos de Facebook que han surgido en estos meses en los que distintas personas, vinculadas al mundo de la cultura, se están organizando y trabajando. En este sentido, se pueden encontrar ya varias líneas de círculos de cultura: - Círculos y grupos de facebook sectoriales y profesionales como los trabajadores del arte, el círculo de músicos, el de teatro, el de arquitectos. - Círculos de Cultura Podemos territoriales, como el Círculo de Cultura de Murcia. - Círculos sectoriales y territoriales a la vez, como Audiovisual Aragón. 2

Creemos que las personas deben trabajar políticamente en los espacios comunitarios en los que se sienten a gusto, ya sean en redes sociales territoriales o en redes a distancia. Podemos ha nacido para activar la ilusión política y creemos que hay que cuidar al máximo esa espontaneidad a la hora de organizarnos y participar políticamente, por ello el principio de autogestión debe ser central en el funcionamiento de los distintos círculos. Pero, a la vez, no queremos que todo ese impulso se disuelva sin lograr objetivos comunes más amplios. Por ello, el Círculo de Cultura Podemos ha nacido con la pretensión de ser un lugar de encuentro de todos esos impulsos en la noción común de cultura. Somos a la vez conscientes de que este grupo ha nacido en Madrid, con lo que el peso local de la capital en el impulso incial está presente. De cómo seamos capaces de incluir y coordinarnos con personas de los demás territorios en un proyecto común dependerá que, efectivamente, este sea un Podemos Cultura representativo de todo el estado, o termine siendo un Podemos Cultura Madrid. 4. El círculo Cultura Podemos, además de su organización en los 6 grupos de trabajo que presentaremos más tarde, se dotará, en principio, de los mismos órganos que cualquier otro círculo. A su vez, los propios grupos de trabajo, presentarán una estructura interna similar: - Portavocía - Dinamización - Comunicación - Finanzas - Extensión - Coordinación Como hemos dicho, aunque haya surgido en Madrid, éste no pretende ser un círculo territorial de cultura de Madrid, sino el círculo de toda España, con lo que una de las prioridades será habilitar y funcionar con las herramientas online que nos permitan un trabajo cooperativo fluido y eficaz a distancia (tal y como ya empiezan a desarrollar otros círculos sectoriales). Debemos estudiar las distintas herramientas que ha puesto a disposición Podemos: https://podemos.info/participa/herramientas/ Para empezar, nuestro Facebook (https://es-es.facebook.com/podemoscultura) seguirá funcionando como portal general. De momento, todos aquellos que estéis interesados en incorporaros al círculo podéis contactar con nosotros escribiendo a este correo e iremos incorporádoos a grupos de correo y grupos de trabajo. A medida que se vayan conformando los distintos grupos de trabajo cada uno desarrollará autónomamente sus modos de comunicación interna y externa. 5. OBJETIVOS Y CITAS PRÓXIMAS - Incorporaos a Podemos Cultura. Nuestro objetivo inmediato, por tanto, es abrir un tiempo para que, quien lo desee, se incorpore a Podemos Cultura. Para ello hemos habilitado una hoja de inscripción básica, para ir gestionando las incorporaciones. - Incorporaos a los Grupos de Trabajo. A continuación, o casi a la vez, se tratará de organizar los grupos de trabajo, debatir sobre su pertinencia (nombre, compartimentación, posibilidad de fundir varios grupos o crear otros nuevos) y ponerlos en marcha. Este proceso durará todo el verano. - 20 de septiembre, nueva asamblea de Podemos Cultura. En septiembre debe haber una nueva asamblea en la que podamos constituirnos de forma estable y marcarnos unos objetivos políticos concretos. Proponemos de momento esta fecha del 20 de septiembre (o alrededor) 3

- Asamblea Podemos de otoño. Por si fuera poco, a la vez que configuramos Podemos Cultura, debemos pensar cómo queremos que se organice Podemos en su conjunto. En otoño habrá una asamblea general de la que deben salir los estatutos y la forma definitiva de Podemos, con sus distintos órganos. Desde Cultura Podemos debemos trabajar también en esta reflexión y lanzar nuestra propia propuesta, para lo cual también habilitaremos un espacio.

CULTURA Y HEGEMONÍA 1. No parece exagerado coincidir en que el 15-M ha abierto el proceso movilizador más rico en consecuencias de la historia reciente española, al desnudar el falso "consenso" político realizado por las élites políticas y económicas de la Transición, así como sus discursos culturales legitimadores. Sin embargo, ni las tendencias tradicionalmente más marginales ni la lógica de los Partidos tradicionales parecen haber extraido lecciones culturales fructíferas de este movimiento tectónico del sentido común. Antes que abrirse a lo nuevo que estaba acaeciendo, muchas de estas organizaciones creyeron y siguen creyendo que con este nuevo ciclo mayoritario de movilizaciones el tiempo histórico les estaba dando la razón respecto a sus viejos diagnósticos. Podemos, un movimiento ciudadano que no es ni pretende ser un partido al uso, ha buscado entender qué desplazamiento ha ocurrido ahí, qué significa este proceso mayoritario, qué implica este nuevo "sentido común" y qué nueva relación con una cultura viva puede entrañar este giro. 2. Creemos que es el momento de la participación, de recuperar la democracia y devolver la política a la gente, pero también tenemos que ser conscientes de que, para propiciar este cambio, es preciso acompañarlo de una transformación cultural, de una nueva sensibilidad, de nuevas coordenadas estéticas y afectivas. La cultura es un campo de batalla político decisivo y el éxito electoral de Podemos ha demostrado la necesidad de construir un nuevo sentido común mayoritario desde el que aglutinar y conciliar valores de otros sectores, ampliando el marco futuro del consentimiento. 3. Es cierto que padecemos una situación de "extrema urgencia". Sin embargo, por lo mismo, no podemos permitirnos el lujo de renunciar a la cultura como un bien intrínseco y dinámico, como promesa utópica de crecimiento y felicidad. Por eso, en la actual encrucijada, estamos forzados a elegir: o bien elegimos la impotencia del cinismo y la resignación ante "lo que está cayendo", o bien optamos por reconstruir un nuevo tejido cultural hilado desde nuevas bases. La expropiación de los espacios públicos en virtud de prácticas privatizadoras durante las últimas décadas ha conducido a un modelo mercantilista, donde el valor cultura cada vez más se asocia con el negocio de las elites y en donde no pocas veces la foto del "artista" es simplemente instrumentalizada por el partido de turno para conseguir votos o prestigio. Es preciso abandonar la cultura como fetiche u oropel de lujo para entenderla como urgencia popular. 4. Con la entrada política en escena de Podemos ha acontecido algo inesperado: ha saltado por los aires un cerrojo también en el plano cultural. Si ese “algo” ha logrado escribir una nueva página en la historia de esa participación popular sistemáticamente neutralizada por los poderes públicos desde décadas es porque ha tenido en cuenta la importancia de la "disputa cultural", una batalla que había sido ganada, al menos en los últimos tiempos por la degradación del tejido social, el predominio de una lógica 4

hiperindividualista y la sustitución de la política por la administración y gestión de cuerpos y bienes en un gigantesco mercado. 5. Esta apuesta enemiga de lo público no se sostiene sin un dispositivo cultural que busca, con los grandes medios de comunicación y del espectáculo a la cabeza, aislar a las personas erosionando toda gramática del sentido común más igualitaria y heterogénea. Lo que ofende a las elites es que comience a disputarse, con oportunidades de revertir su tendencia, un espacio cultural que buscaba presentarse como falsamente aséptico, clausurado y consensuado al margen de toda controversia o discusión política. Que la cultura no se meta en política y la política no se meterá en las cosas de la cultura: este era el pacto hoy quebrado. Por eso creemos que nos encontramos no solo ante una oportunidad histórica, sino ante un relevo que se percibe como algo más que generacional; se trata de una nueva sensibilidad popular que quiere encontrar sus relatos, sus canciones, sus obras de arte, sus expresiones artísticas y sus formas de aprender y transmitir la vida en común. Un lenguaje -una naración- que no quede otra vez atrapado en la melancolía del pasado que nunca fue o en el presente que no se quiere y desprecia lo inédito que le ocurre. Un lenguaje -una narración- que se atreva a auscultar las nuevas voces y los nuevos gestos, apropiándose desde ahí de otra memoria, condición necesaria para una nueva política y una democracia más real y participativa.

POLÍTICAS CULTURALES 1.- Como sucede con inteligencia militar, durante muchos años el sintagma políticas culturales se ha considerado un oxímoron, o como poco una broma absurda, toda vez que el consenso del 78 nos ha venido vendiendo un modelo cultural pretendidamente aséptico y apolítico, hecho para todos los públicos. 2.- Pero claro que hay política en la administración de la cultura. Las políticas culturales surgen y se desarrollan a partir del principio del valor estratégico de la cultura como difusor de estándares simbólicos y comunicativos, es decir, la base en la que fundamentar las identidades colectivas. En ese sentido en el estado español han servido para homogeneizar la pretendida cultura de consenso emanada del régimen del 78. Desde la televisión al cine, desde los libros de texto a las obras de teatro, desde el rock de estadios a la canción del verano, y desde el turismo cultural a las ciudades marca; las distintas administraciones públicas han financiado a golpe de subvención un modelo de cultura que nos representa tan poco a la mayoría como la clase política que la fomenta. Hoy las políticas culturales tienen la cara de Sinde y de Wert, porque a su imagen y semejanza han sido impuestas desde arriba hacia abajo: dibujando un círculo donde lo que estaba dentro era la “alta cultura” y fuera se quedaba todo lo demás: la “baja cultura”. 3.- Pero las políticas culturales han funcionado sobre todo como un espejo en el que reflejarnos como sociedad, porque además de una política cultural basada en la identidad y la endogamia; sufrimos una política cultural patrimonializada, mercantilizada y precaria. Así las políticas culturales han sido un fiel reflejo de la historia del estado español estos años. Mientras había dinero ha primado el modelo de subvención y el pelotazo en el que cada administración pública de los distintos niveles de organización territorial del estado decidía a su antojo: el concejal de fiestas que contrata a la orquesta de su primo y el Ministro de Cultura que premia con el Príncipe de Asturias a su escritor favorito, son esa 5

gente que se han apropiado de la cultura como si fuera suya. Pero además de apropiarse de ella, la han vendido como una industria, como una marca, despojándola de todo el valor que pudiera tener en sí misma y privatizándola, encareciéndola, poniéndola antes al servicio del turista que del barrio. Y por último, en cuanto ha dejado de haber dinero y se han acabado las subvenciones, han dejado a los trabajadores de la cultura y a la clase creativa, tirados y en la calle. Hoy nos venden que una Ley de Mecenanzgo vendrá a salvarnos como un vulgar superhéroe, pero sabemos que es otra vez la vieja política hablándonos -en esta ocasión además desde la mística absurda del emprendedor. 4.- Creo que podemos decir que el proceso de descomposición de la cultura consensual ha estado ínitmamente relacionado con la destrucción del proceso que generaba las políticas culturales que la sustentaban. Sin embargo, por detrás y por debajo de todo esto el pueblo ha seguido creando sus propias instituciones culturales al margen de las administraciones públicas, que sí que se han mantenido. Centros sociales, cooperativas de intervención social, espacios alternativos de música, librerías y editoriales que hacen política y liberan conocimiento común... Miles de proyectos en todas las ciudades del estado que han construido la vida e identidad común y que quizás han sido el germen que nos reune aquí hoy. 5.- Y es que ese temblor bajo nuestros pies que llevábamos tiempo sintiendo y que empezó a cristalizar el 15 de marzo de 2011 nos obliga a replantearnos qué hacer con las políticas culturales, cómo transformarlas, cómo intervenir en ellas y cómo queremos construirlas en el futuro, cuando consigamos echar de las instituciones a los que nos han robado la cultura. El grupo de políticas culturales del Círculo de Cultura de Podemos pretende dar respuesta a esas preguntas, y equilibrar otra vez el peso entre política y cultura para volver a hacerla nuestra.

INDUSTRIAS CULTURALES La ideología mercantilista dominante, en un ejercicio constante de apropiación de conceptos ha convertido el de Industria Cultural en un a forma de poner la cultura al servicio de la economía, cuando debería ser a la inversa. La implicación comercial de términos como Industria Cultural o Economía de la Cultura convierten a ésta en un bien de cambio económico en lugar de un elemento necesario para la prosperidad de cualquier sociedad. Quizá el término deba ser reinventado ajustándolo a un entorno de difusión y promoción de la cultura más acorde con diseños de sociedad más cooperativos y menos competitivos. El concepto Industria cultural se ha convertido en la época actual en España en una conjunción de dos palabras casi contradictorias. En un universo económico y laboral de corte neoliberal en el que la productividad es la base del desarrollo económico, la supuesta falta de productividad del trabajo cultural provoca un desinterés por parte del poder en el desarrollo de esta industria, salvo para la obtención del beneficio en el corto plazo. Tampoco las instituciones, el tradicional soporte de la cultura, están colaborando a su desarrollo, sobre todo tras crear una imagen reforzada por discursos implantados durante años a la población sobre el derroche económico que supone la inversión de dinero público en productos culturales. Estos dos puntos han provocado que el trabajo en los 6

campos de la cultura sea considerado casi como un hobbie y que los profesionales que elaboran contenidos culturales se vean obligados a combinar su trabajo con otros complementarios para poder sobrevivir dignamente. La legislación y la gestión de los derechos de la creación cultural son campos en los que se ha mostrado la peor cara de la Industria Cultural, utilizando a los autores como fuerza de choque para luchar por el mantenimiento de privilegios de una clase gestora e intermiediaria más pendiente de engrosar sus bolsillos que de preocuparse por una retribución digna para las obras culturales y una difusión coherente. La Cultura Libre, bien común necesario para la prosperidad de cualquier sociedad, es constantemente caricaturizada por estos grupos, ya que atenta contra el concepto cortoplacista y mercantilista. Los medios de comunicación realizan su particular censura en este sentido promocionando aquellos productos que, sin ser de mejor calidad, saben que van a aportar beneficios rápidos a estas élites extractivas de la cultura. Se debe abogar por una defensa del autor desde la dignificación de su trabajo y de su repercusión en la sociedad dejando al intermediario que realice su trabajo desde este punto y no desde su bolsillo. Vivimos en un país que pregona a los cuatro vientos el concepto de Marca España, siendo representado éste por grandes empresarios, en su mayor parte corruptos, que en realidad aportan una triste representación de lo que realmente es el país. La marca de un país es su Industria Cultural y los trabajadores de la cultura estamos obligados a trabajar para que sea de esta forma. Hay que recuperar la industria de la cultura y que sea tanto o más importante que otras muchas que también reciben ayudas, pero que nunca serán criticadas en los medios de comunicación por ello.

FORMAS DE ASOCIACIÓN Supongo que muchos de nosotros hemos presenciado con sorpresa y entusiasmo la fuerza de la marea educativa y la marea de la sanidad. Y, seguramente, después de la sorpresa y del entusiasmo, los que trabajamos en la cultura, nos hemos preguntado: si los recortes en nuestro sector han sido igualmente drásticos ¿dónde está la marea de la cultura?; allí van los de verde y allá van los de blanco, pero ¿cuál es nuestro color? Este grupo de trabajo pretende dar respuesta a estas preguntas y, sobre todo, poner una solución inmediata a esta situación, de manera que el cambio cultural del que han hablado antes nuestros compañeros, vaya acompañado de nuevas formas de organización y apoyo mutuo por parte de los trabajadores de la cultura. Después del 25M y el vuelco electoral al que asistimos, se ha abierto un ciclo que parece ser el ciclo de lo nuevo: nueva democracia, nueva política, nuevas formas de participación y ahora, decimos aquí, nuevas formas de agrupación. Entre todos, tenemos la oportunidad de ir definiendo qué significa “nuevo” en cada caso para ir materializando la ilusión que compartimos en algo tangible que mejore nuestras vidas nos acerque más cerca los unos de los otros. Así que vamos a concretar en qué consisten estas nuevas formas de agrupación en las que podríamos trabajar. Desde el 78, el organigrama ministerial y, más específicamente, su política de subvenciones han marcado un modelo de segregación por gremios que implica dos consecuencias negativas de primer orden: 1. En un plano cultural o artístico, impone ante la ciudadanía la percepción de que siguen existiendo disciplinas netamente delimitables con escuadra y cartabón. 2. En un plano político, impone una lógica de compartimentos estancos en la que, los del camarote de al lado, se vuelven peligrosos competidores en lugar de aliados potenciales. Desde la generación del 98 y aquella frase de Unamuno que decía que la envidia es la 7

gangrena del alma española, es un tópico hablar del espíritu cainita que reina en nuestra cultura y, en general, en nuestra sociedad. No vamos a entrar en si el tópico es certero o no, pero sí podemos entrar a cambiar un modelo que favorece, no ya la competitividad, sino directamente las luchas fratricidas y que imposibilita la cooperación entre ámbitos llamados por naturaleza a cooperar. No tiene sentido seguir mirando de reojo las partidas presupuestarias dedicadas al teatro, la danza o el cine; no tiene sentido contar quién tiene más migajas. La organización de habitaciones cerradas que venimos arrastrando, además, incluye en el mismo sector, y por lo tanto en la misma agrupación, a grandes y a pequeñas empresas cuyos intereses en muchos casos no serán los mismos. La posibilidad de una organización transversal permitirá a las editoriales, productoras y compañías de teatro independientes sumar en la lucha por sus intereses comunes. ¿Y cómo se organiza esta cambio? ¿Hay modelos a los que acudir? ¿Qué referentes tenemos? Parte de la labor de este grupo será rastrear, aprender conjuntamente e informarnos los unos a los otros sobre experiencias previas que hayan tenido lugar en otros países. Porque los hay. Seguramente, muchos de vosotros conozcáis ya el que hasta ahora ha sido uno de los mayores referentes en Europa: el modelo francés de los intermitentes. Este regula un régimen de intermitencia de la prestación laboral y dispone un subsidio anual que reconoce el derecho a percibir una renta en los períodos de desempleo de actores, artistas, técnicos y obreros. En total, 200.000 personas del sector de la cultura que la semana pasada paralizaron festivales de teatro, óperas, giras musicales ante la amenaza del gobierno socialista de recortar sus derechos. Pues bien, este grupo de trabajo se propone investigar modelos de apoyo colectivo, adaptarlos a nuestro contexto, articularlos con el trabajo que muchos círculos y otras agrupaciones ya vienen haciendo y hacer de estas nuevas formas de organización que tanto se oyen una realidad inmediata.

POLÍTICAS LOCALES Hay un mantra que los administradores municipales recitan continuamente y que ha determinado su política cultural en los últimos 20 años: “pensábamos que la cultura era un gasto, sin embargo, hemos descubierto que la cultura puede ser una inversión”. Junto a esa idea envenenada, se ha colocado la de la “ciudad como marca”, la ciudad como imagen que atrae inversores y dinamiza la economía. El marketing urbano se ha extendido como una lacra, comenzando por Barcelona, valencia, Bilbao, Zaragoza, Gijón, Sevilla hasta llegar a cada municipio español y generalizarse en la nefasta idea de “Marca España”. Este proyecto es, en realidad, el de la degradación de la ciudad y la cultura: el escenario pasa a primer término y los actores -el pueblo- se convierten en espectadores, en turistas en su propia localidad, contemplando su casa como algo extraño, que pertenece a otros. La cultura es en este negocio el cebo para atraer a los clientes, se promocionan y se gastan inmensas cantidades de dinero público en espectaculares arquitecturas, dotaciones culturales vistosas, aeropuertos de diseño, estaciones de metro como museos... es la pirotecnia del espacio de la ciudad del espectáculo. ¿Y, qué ocurre mientras tanto con los espacios destinados a la cultura cotidiana, aquello que entendíamos por cultura local hasta ahora?: 8

• Las viejas dotaciones culturales (casas de cultura, bibliotecas, talleres municipales...) quedan enquistadas como un resto vergonzoso, que se tolera como limosna para los barrios, a la vez que se reducen sus presupuestos, se precariza a sus trabajadores, se prolonga su agonía en un coma inducido. • Los pocos espacios culturales conquistados por los viejos movimientos vecinales y asociativos (radios comunitaras y libres, cine clubs, casas de la juventud...) que aun resisten, se ocultan de la mirada de los nuevos inversores y turistas, como una vergonzosa chabola cultural, a la vez que se les pone todo tipo de trabas. • Los centros sociales autogestionados, fundamento de una cultura viva, espontánea y participativa, se señalan como un cáncer en la ciudad espectáculo, por lo que se combaten con sangre y fuego, priorizando siempre el derecho a la especulación sobre el del uso social del suelo. Frente a todo esto, que las administraciones municipales conciben como lo viejo, se vacían los presupuestos municipales en abrir y financiar nuevos contenedores culturales -arquitecturas presentadas por todo lo alto como signo de modernidad y apuesta por la cultura con mayúsculas-, espacios en los que el continente está por delante del contenido, lugares donde la cultura viva no cabe. La gestión de los tiempos de la cultura se amolda, del mismo modo, a esta idea mercadotécnica de la cultura como espectáculo: • Se obstaculiza la programación y difusión cultural en la ciudad: • aquellos locales, bares, asociaciones, promotores que deciden organizar eventos por su cuenta, en sus propios locales, más allá de que no suponen rentables (IVA cultural, precio del suelo), son perseguidos, amenazados, multados y son enfrentados al vecindario, como criminales. • la cultura nocturna en su conjunto es criminalizada. • Se persigue la fiesta: • Se pone todo tipo de trabas para la participación del pueblo -de las asociaciones, de los grupos de música y artistas locales, de la sociedad civil- en las tradicionales fiestas municipales y barriales, a la vez que se ofrecen rancios espectáculos para favorecer su decadencia; • se protegen y se ofrecen a cambio fiestas folclóricas, cultura disecada, que aunque merecen respeto y un cuidado específico, no pueden ofrecerse como sustituto de la cultura viva; • y a la vez se impulsan mucho más europeas y verticales propuestas como la noche en blanco, o se facilita el acceso a las celebraciones deportivas (esa fiesta sí es nuestra fiesta). Nos repugna esta realidad y los intereses que esconde; nuestra crítica a este secuestro de lo público no puede ser constructiva. Por eso, queremos recuperar nuestras ciudades y pueblos y queremos recuperar nuestra cultura: no somos espectadores ni somos inversores de nuestra propia cultura, no somos sus proxenetas y / o sus prostitutas; somos los protagonistas, la cultura es nuestra vida misma. Lacultura es un bien colectivo, que se recrea permanentemente y pertenece al conjunto de la sociedad. Por tanto, entender la cultura como bien patrimonial dado (“tesoro que 9

guardar y enseñar”) o como actividad exclusiva y rara (“cultura de las élites”) supone ahondar en una idea de la cultura elitista y como espectáculo, donde sólo unos pocos son actores culturales y la mayor parte son agentes pasivos. Por el contrario, entendemos la cultura en primer lugar como cultura popular. Nuestra política cultural debe poner su prioridad en apoyar y vehicular las expresiones espontáneas de la cultura popular en sus diferentes expresiones, partiendo de los ejes de cesión de los espacios, autogestión y mediación en los conflictos con otros intereses (privados o públicos), partiendo de la base de la cultura como bien primario. Frente a esta política local de paralización del proceso cultural, desde las personas que actualmente trabajamos en el Círculo Podemos Cultura proponemos -para empezar a trabajar, para empezar a reflexionar, para trazar unos primeros objetivos-, varias líneas de derechos básicos en relación a la cultura local: • Derecho a construir una cultura viva: el pueblo debe tener los recursos básicos para crear. Montar un grupo de música, de teatro, un taller literario, un cineclub, un grupo de teatro... no debe ser un lujo para ninguna persona, y al menos, el municipio debe dotar de los espacios para acceder a estas actividades. • Derecho a acceder a una cultura viva: poder acceder a la cultura que generan nuestros pueblos, barrios, ciudades tiene que ser fácil y natural. Leer -tener un lugar en el que leer, tener una biblioteca de la máxima calidad- no puede ser un lujo. • Derecho a una cultura espontánea y autónoma: cuando el pueblo demanda espacios para la cultura y los toma de aquellos rincones en desuso, cuando hace de la vergüenza de la especulación urbanística el milagro de la autogestión y la construcción comunitaria, el municipio debe proteger esas expresiones de autonomía y vida cultural, frente a los intereses privados, funcionando de mediador de los conflictos que puedan surgir (en caso de necesidad). Cuando los artistas salen a calle y construyen un auténtico arte público, el municipio no puede convertirse en el mayor obstáculo para la creación, sino en su aliado y facilitador. • Derecho a la alegría: la fiesta debe ser revalorizada como patrimonio inmaterial de primer orden, espacio de felicidad colectiva y expresión de los vínculos sociales fundamentales. Por ello debe ser devuelta al pueblo, impedir su secuestro por parte de intereses espurios. Las fiestas locales de cada pueblo, ciudad y barrio deben seguir un modelo participativo, en los que los vecinos tengan la oportunidad de encontrarse, en los que la sociedad civil se organice y se muestre a cuerpo.

CULTURA PEDAGÓGICA La historia de la convivencia y el desarrollo de los seres humanos ha encontrado en la intrínseca relación entre cultura y educación uno de sus pilares fundamentales. La convivencia y la cooperación entre los miembros de una sociedad se hacen posibles cuando una fuerza mayor a la de tiene cada individuo por separado los une en torno a ideas, prácticas, ritos, costumbres y hábitos, imaginarios y representaciones, formas de trabajar y de festejar, etc. Es a esa fuerza, que puede estar a la vez en cada individuo y más allá de él, a la que solemos llamar cultura. En otras palabras, una cultura es una forma de ver y de estar en el mundo que nos ha tocado vivir. Y por ello mismo, cuando hablamos de nuestra cultura no nos referimos solo a las obras de arte o a las manifestaciones artísticas, sino a todos aquellos elementos simbólicos, materiales y 10

afectivos que logran que podamos entender el mundo en el que vivimos, que podamos vivirlo, transmitirlo a otros y, eventualmente, transformarlo. Hablamos de la cultura de nuestro tiempo para hablar también del grado de inserción que han alcanzado las técnicas y tecnologías en nuestra vida cotidiana, del conocimiento científico, de las formas de conducta aceptables, de las ideas políticas y/o religiosas, de los gustos, las costumbres, etc. La cultura es pues un proceso siempre inacabado de producción y transmisión de bienes culturales que camina a la par que una sociedad y que, en buena medida, la hace caminar. Nos hace ser, en buena medida, lo que somos, pero nos abre también la posibilidad de reinventarnos y de elaborar otras formas de pensar y vivir las cosas. Es en esta tensión inherente entre la conformación y el cambio, entre el ser y el poder ser, que cultura y educación deben pensarse conjuntamente. Cultura y educación, como transmisión y transformación, son conceptos indisociables. Una cultura no puede sostenerse sin prácticas de transmisión educativa que mantengan vivo aquello que nos parece valioso para la vida común y para su enriquecimiento. Una educación que no transmita, cuestione y desarrolle lo excelso y lo popular de su tiempo deviene fácilmente pura retórica de adiestramiento o adoctrinamiento en lo dado. Es esta última educación la que parece imponerse en nuestros días. Una educación funcionalista pensada desde una formación técnica de los individuos al servicio de los intereses del mercado laboral del momento. Una formación que se obstina en machacar, de manera individualizada e individualizante, habilidades, competencias y actitudes para la competición en un mundo hostil. Una educación que se aleja y olvida la transmisión, la apropiación y experimentación con las grandes ideas y obras que hemos creado y estamos creando, que las banaliza hasta convertirlas en mera información o en actividades sin experiencia; una educación que apuesta por un atontamiento pedagógico programado productor de sujetos sumisos y apáticos. Pero las relaciones de la educación y la cultura pueden tomar otros rumbos. Hay que repensar la potencia de sus relaciones y encuentros como un tema central para la sociedad que queremos construir. La educación de las infancias y adolescencias en nuestros centros educativos, evidentemente, pero debemos prestar atención a la importante dimensión politizante y emancipatoria de la educación realizada entre adultos. La educación, entendida como una práctica de transmisión y contagio del deseo desde y por la cultura sirve a la construcción de nuevas formas de vivir y expresar la cultura y, por extensión, de una nueva sociedad. Porque esa es la dinámica que cabe pensar entre educación y cultura: prácticas donde se toma y se presta, se transmite y se aprehende, interpretando y reintroduciendo nuevas notas en una melodía que se nos vuelve propia y común. Algunos de los retos que nos toca pensar, en este sentido, son: - Una educación que subvierta la actual lógica educativa hegemónica basada en la información y las competencias para la empleabilidad abriendo territorios para la formación cultural en un sentido amplio. - Una educación no centrada en la socialización (plano normativo) sino en la posibilidad de desarrollo de la singularidad y la diversidad cultural desde la cooperación. La adquisición de los bienes culturales es la base para tal desarrollo. - Generar nuevos modos de relación y cooperación entre las instituciones educativas y las instituciones culturales. Pasar de la simple visita al museo, el teatro o el cine (lógica de la actividad puntual) a traer el mueso, el teatro o el cine a las aulas de manera continuada y transversal. Pero también ampliar la idea de formación cultural a lugares no tan institucionalizados pero donde la cultura pasa (la calle, otro tipo de centros…) 11

- Potenciar la creación de universidades populares y centros de estudios culturales y artísticos en los municipios como instrumentos para la transmisión y recreación de la cultura y el pensamiento. Es básica una nueva política cultural municipal. - Potenciar que los propios círculos se conviertan en lugares de aprendizaje y politización de cualquiera favoreciendo modelos de participación dialogantes e interactivos sobre las cuestiones importantes de la vida política, social y cultural municipal, provincial, regional o estatal.

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