Cerro de Pasco: Historia y Espacio Urbano Federico Helfgott Elaborado para Proyecto Afuera – Junio 22 2012
Minería e historia Ubicada a más de 4,300 metros sobre el nivel del mar, Cerro de Pasco no sólo es una de las ciudades más altas del mundo sino también un espacio urbano que, a través de su propio cuerpo, resume y manifiesta las principales características, contradicciones y heridas históricas producto de la actividad minera. La ciudad tuvo sus inicios a mediados del siglo XVII; anteriormente, el centro de la minería en la zona había sido la Villa de Pasco, próximo a la mina de Colquijirca, trabajada desde tiempos precolombinos. En 1630 fue descubierto un rico yacimiento de plata en una zona alta rodeada de cerros y dotada de varias lagunas, a 11 kilómetros al norte de Villa de Pasco y cerca al pueblo de Rancas y la hacienda Paria. Este descubrimiento dio inicio a un nuevo asiento minero conocido como San Esteban de Yauricocha, que eventualmente adquirió el nombre de Cerro de Pasco. Cobró especial importancia a fines del siglo XVIII, cuando se convirtió en el productor de plata más importante de Sudamérica después de Potosí. A lo largo del siglo XIX, Cerro de Pasco se mantuvo como el más grande centro minero de toda la República del Perú. El fin del siglo XIX y comienzo del XX marcó el cambio de la minería de plata (cuyo precio había colapsado) por la del cobre, y la rápida transición de una explotación con métodos heredados de la colonia hacia una industria minera moderna bajo control transnacional. La Cerro de Pasco Corporation se formó a través de la colaboración de intereses mineros, financieros e industriales de Estados Unidos, tales como J.B. Haggin, J.P. Morgan, G. Hearst y la familia Vanderbilt. En los años 30 y 40 el cobre a su vez dio paso al plomo y el zinc como los principales productos de la mina. La corporación dominó la vida de la ciudad, y de buena parte de la Sierra Central (donde adquirió varias otras propiedades mineras), hasta 1974, cuando fue nacionalizada por el gobierno de Juan Velasco Alvarado, convirtiéndose en la empresa estatal Centromín-Perú. Esta a su vez fue privatizada por partes en los años 90; la empresa Volcan, vinculada al grupo Letts, compró la unidad de Cerro de Pasco en 1999 y la controla hasta la actualidad, ahora bajo el nombre Cerro S.A.C. Los cambios en el espacio La actividad minera dio origen a la ciudad pero también condicionó su desarrollo, sembrando las semillas de lo que vendría a ser la problemática urbana de Cerro de Pasco. A diferencia de las reducciones indígenas o las ciudades grandes de la colonia, con sus trazos definidos y estandarizados, Cerro de Pasco surgió como un asiento minero, sin planificación y con un trazo irregular. Más aún, las viviendas se entremezclaban con las bocaminas y los socavones que se cavaban para explotar las numerosas vetas de plata que cruzaban por debajo del espacio urbano. En el siglo XIX, cientos de minas – de las cuales varias docenas estaban en operación en cualquier momento – se esparcían por la ciudad, compartiendo el espacio con las “haciendas minerales” donde la roca se mezclaba con mercurio para extraer la plata. Además, las formas de organización del trabajo llevaban a una explotación desorganizada que desdeñaba la seguridad y llevaba a hundimientos y accidentes. Todo esto, aunado a la dureza del clima y la altura, limitaba la calidad de vida en la ciudad.
Cerro de Pasco a inicios del siglo XX Fuente: Marcial Helguero y Paz Soldán, Viajando por la República (1917) La llegada del capital norteamericano en 1903 fomentó la intensificación y profundización de las operaciones en los socavones debajo de la ciudad, aumentando la sensación de inseguridad y de inminente derrumbe. Sin embargo, fue el inicio de la explotación a tajo abierto a finales de los años 50 que cambió más radicalmente el espacio urbano. Si bien la mina subterránea seguía produciendo ganancias, el mineral de más alta ley se estaba agotando. El método de tajo abierto permitiría aumentar la productividad y así revertir la tendencia a la baja en la tasa de ganancia de la empresa, explotando un gran manto de minerales de baja ley ubicado cerca a la superficie con relativamente poca mano de obra. Pero implicaba unir los varios pequeños tajos ya existentes y crear un gran forado que iría creciendo con el tiempo (el “McCune Pit”, hoy Tajo Raúl Rojas), destruyendo viviendas y haciendo temblar a la ciudad con detonaciones diarias. Ante la protesta de la población, en 1964 se llegó a un acuerdo de que las personas cuyas casas eran destruidas por el tajo serían trasladados a una “nueva ciudad” construida por la empresa en la Pampa de San Juan, ubicada a 2 km. del centro antiguo. Hoy San Juan Pampa es uno de los barrios de Cerro de Pasco; tiene un trazo urbano más ordenado y edificaciones más modernas, pero sufre de la misma carencia de agua que el resto de la ciudad y hoy se encuentra cerca al borde del tajo también. El tajo Raúl Rojas siguió creciendo en los años 70, destruyendo algunos de los barrios más antiguos de la ciudad. A mediados de los 90s la Municipalidad permitió una nueva expansión del tajo a cambio de un compromiso de que sería la última. Pero a mediados de la siguiente década el nuevo dueño de la mina, Volcan Cía. Minera, propuso una nueva ampliación conocida como el “Plan L,” en uno de los últimos barrios históricos que quedaban de la antigua ciudad – la zona de la Plaza Chaupimarca. Se iniciaron los primeros avances del Plan L, pero a principios del 2012 la empresa anunció que por ahora este había sido cancelado. Mientras tanto, en los últimos años la empresa ha comprado y demolido cientos de viviendas cercanas a su propiedad, en barrios como
Matadería, Esperanza y dos sectores de Columna Pasco cercanos al pequeño tajo El Pilar, que pretende unir al tajo principal. El avance del tajo abierto a lo largo de los años ha motivado el diseño de diversos planes para una reubicación de la ciudad hacia un espacio donde pueda crecer con mayor libertad, pero hasta ahora ninguno ha logrado vencer los múltiples obstáculos que surgen ante una iniciativa de tal magnitud. Mientras tanto la ciudad ha seguido creciendo hacia las zonas altas que la rodean, resultando en nuevos barrios como Columna Pasco, José Carlos Mariátegui, y Túpac Amaru. Las fuentes de agua Los cambios en el espacio se han dado a nivel no sólo de la expansión del tajo sino también del secado, relleno o contaminación de las principales fuentes de agua cercanas a la ciudad. Ya en el siglo XIX, el lavado de minerales, el desagüe de las minas y el uso del mercurio en la amalgamación de la plata generaba contaminación en los ríos y lagunas. En los años 20, la Cerro Corp. empezó a utilizar la laguna de Quiulacocha para depositar sus relaves. Abandonada desde 1992, la relavera de Quiuilacocha hoy cubre 112 hectáreas y en ella se producen reacciones químicas que liberan metales tóxicos como el arsénico. Como depósito de relaves ha sido suplantada por la relavera de Occroyoc.
Cerro de Pasco hoy 1 – Tajo Raúl Rojas 2 – Laguna de Patarcocha 3 – Relavera de Quiulacocha
4 – Relavera de Occroyoc 5 – Depósitos de desmontes 6 – San Juan Pampa
7 – Chaupimarca (centro) 8 - Paragsha
El Río San Juan recibió relaves y otros efluentes de las operaciones mineras a lo largo del siglo XX, generando un problema agudo de contaminación no sólo en su propio cauce sino en el Lago Junín a donde fluye y donde nace el Río Mantaro. En los años 80, debido al interés del Gobierno Central en usar parte de las aguas del Mantaro para el abastecimiento de agua de Lima, se construyó una planta de tratamiento que disminuyó la contaminación del Río San Juan pero no la eliminó del todo. Los efluentes de esta planta fueron a parar a la Laguna de Yanamate, que antes abastecía de agua a una parte de Cerro de Pasco y hoy en día es una laguna muerta. El otro río cercano a la ciudad – el Río Tingo, que fluye hacia el Huallaga – es contaminado por las escorrentías del botadero de Rumiallana, ubicado en la cabecera del río, donde la empresa Cerro Volcan/Cerro SAC actualmente deposita sus desmontes. Esto es reconocido por el Plan de Cierre de la empresa del 2006. La pequeña Laguna Esperanza y la más grande Laguna de Patarcocha-Lavar fueron rellenadas para evitar inundaciones de la mina subterránea; la segunda desapareció recién en los años 70, y hoy en día el terminal de ómnibus de la ciudad y un barrio urbano se ubican en su lugar. Por la misma época, la Laguna Patarcocha-Tomar empezó a ser contaminada por los desechos domésticos de los barrios aledaños, ante la falta de un sistema de desagüe funcional en buena parte de la ciudad. La destrucción de las fuentes de agua más cercanas a la ciudad es un factor en la escasez de este recurso que padece la ciudad, pero no es el único. Otros son: la priorización del agua para usos mineros (Laguna Alcacocha); la altura de la ciudad, que hace necesario un mecanismo de bombeo; la difícil transición de una ciudad-empresa, en que el servicio, aunque malo, era proveído por la minera, hacia la “cultura de pago” que hoy se le exige a los habitantes; y, sobre todo, la incertidumbre sobre el futuro de la ciudad, que ha dificultado la planificación y las inversiones en los servicios públicos. Hoy en día, en las zonas céntricas de la ciudad hay agua potable dos horas al día; en muchos de los asentamientos humanos, es dos horas cada dos días o hasta menos. La falta de agua es un problema crónico que no sorprende a la población, pero no por eso deja de representar una incomodidad que dificulta la vida, además de constituir un gasto oneroso y a veces prohibitivo para los dueños de restaurantes y otros pequeños negocios, que deben comprar agua de camiones cisterna. Contaminación y salud Si hasta fines del siglo XX eran los aspectos visibles de la problemática mina-ciudad los que recibían mayor atención, en los últimos años ha surgido el debate sobre los efectos a largo plazo de la contaminación con metales pesados sobre la salud de las personas. Los datos disponibles muestran que en varios barrios de Cerro de Pasco hay un fenómeno generalizado de contaminación crónica por plomo entre los niños, así como algunos casos de contaminación severa o aguda. Estos niveles de plomo pueden tener un efecto negativo sobre el aprendizaje de los niños. También se han detectado niveles elevados de otros metales en la sangre, como cesio, talio, arsénico, cromo, níquel y aluminio. Los impactos a la salud de todos estos metales por lo general no se ven en el corto plazo y no se pueden vincular con certeza a una fuente contaminante específica; además su detección solo puede ser hecha por especialistas o entidades de la salud que muchas veces no difunden ni explican los resultados. Estos dos factores dificultan la toma de consciencia sobre el problema por parte de la población.
Cultura y Sociedad La población de Cerro de Pasco se ha formado a partir de distintas migraciones a lo largo de los años. Las comunidades agrícolas del Valle del Mantaro fueron una importante fuente de migrantes a lo largo del siglo XIX y principios del XX. Las comunidades pastoriles de la altiplanicie de Pasco y Junín, más cercanas a la ciudad, han constituido un aporte significativo también, al igual que Huánuco. Las zonas agrícolas de la Quebrada de Chaupihuaranga fueron también una fuente de migrantes importante, y que se ha mantenido hasta el presente.
Cerro de Pasco en los años 30 Fuente: Anónimo
La antigua élite cerreña, cuyo poder se basaba en gran parte en las minas de plata y las haciendas minerales donde se procesaba el metal, vio su poder disminuido con la llegada del capital norteamericano y la nueva minería industrial, lo cual dio inicio a su éxodo de la ciudad. Pero también ha sido común a lo largo del siglo XX que los trabajadores mineros, al concluir su vida laboral, se muden a zonas menos frías como Huánuco, Ambo o Huancayo. Se ha dado entonces un problema de inversión de salarios fuera de la ciudad, hacia otros espacios, que, aunado a la incertidumbre y falta de planificación urbana generada por la expansión del tajo, dificulta el mejoramiento del espacio urbano. Muchas personas, sin embargo, se quedan en Cerro porque si han invertido en negocios o viviendas allí o porque no tienen otro lugar donde ir; otros permanecen en Cerro motivados tanto por el empleo como por el comercio y, en los últimos años, la educación. La Universidad Nacional Daniel Alcides Carrión (UNDAC) es un factor importante que ha motivado a muchos jóvenes provenientes de los asientos mineros y comunidades de la zona a residir en Cerro de Pasco. La empresa minera (hoy Volcan/Cerro S.A.C.) aún mantiene una influencia preponderante en la ciudad, siendo probablemente el actor más poderoso a nivel local, si bien ya no es el empleador directo de tantos pobladores como antes. El sindicato de trabajadores mineros de Cerro de Pasco alguna vez fue un actor político importante en la ciudad. Si bien se ha visto muy disminuido tras la derrota del movimiento sindical a nivel nacional a principios de los años 90 y sobre todo a
partir del nuevo régimen de inestabilidad laboral y subcontratación, en Junio del 2012 se encontraba en una huelga que ya llevaba más de un mes, buscando hacer cumplir su derecho a una fracción de las utilidades así como la reposición de trabajadores despedidos por actividad sindical. Otros sectores importantes de la población son los comerciantes, las empresas contratistas, los educadores, los estudiantes, los periodistas y los dirigentes vecinales y de asentamientos humanos. El festival más importante del año es la fiesta de las Cruces de Mayo, cuando los danzantes de la Chunguinada parten de las distintas capillas y se congregan en la Plaza Carrión y en las principales vías de la ciudad. En el mes de Febrero se organiza el Carnaval en la ciudad y se celebra la marcación de ganado ovino en las estancias del campo. El mayor conflicto social es entre la ciudad y la empresa minera, pero se trata de un conflicto latente, crónico, donde la población se encuentra fragmentada, dividida, y con poca información respecto a los planes de la empresa. Las desigualdades socioeconómicas se manifiestan en múltiples conflictos por el espacio – desde las ocupaciones de terrenos de la empresa para construir nuevos asentamientos humanos, hasta las personas que se resisten a abandonar las cercanías del tajo, esperando recibir una mayor compensación de la empresa. El espacio regional Cerro de Pasco no es una ciudad aislada; se encuentra socialmente integrada a la región que la rodea; nos referimos a la provincia de Pasco y, un poco más distante, la provincia de Daniel Carrión (Quebrada de Chaupihuaranga), además de otros espacios como Huánuco. La provincia de Pasco es mayormente una zona de altiplano, dedicada al pastoreo además de la minería, aunque con algunas zonas agrícolas como la quebrada del río Tingo/Huariaca/Alto Huallaga, Huachón y Paucartambo. En la provincia hay unas 50 comunidades campesinas; algunas, como Rancas, Huayllay, Vicco o Yarusyacán, provienen directamente de las reducciones toledanas de 1570 (que agruparon a antiguos ayllus de las etnias Yaro, Chinchaycocha y otros), mientras que otras comunidades han surgido de anexos que se han independizado o de antiguas haciendas. La provincia de Daniel Carrión es principalmente agrícola. Las comunidades de ambas provincias jugaron un rol prominente en la campaña de recuperación de tierras comunales de principios de los años 60. Este proceso logró frenar un momento de expansión por parte de las haciendas ganaderas modernas de la zona y eventualmente contribuyó a la Reforma Agraria y al fin de la gran propiedad en la sierra del Perú. Momentos importantes en esta lucha fueron la batalla de Huayllacancha del 2 de Mayo de 1960, en que la comunidad de Rancas se enfrentó a la Guardia Republicana, y la batalla de Uchumarca en la Quebrada de Chaupihuaranga en 1962. Hoy en día las comunidades más grandes y cercanas a Cerro de Pasco no se dedican exclusivamente a la actividad agropecuaria, sino que son también pueblos de los cuales la gente acude a trabajar en las minas, en el comercio, el transporte y la educación. Sin embargo, la actividad ganadera se mantiene como un aspecto importante de la economía y cultura local; si bien se encuentra algo descuidado debido a la atracción que ejercen otros sectores y a los bajos precios que el mercado fija para los productos del campo, es también el sector que ofrece mayor continuidad y estabilidad en el tiempo y que puede sostener a una mayor población en épocas cuando la actividad minera disminuye.