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PERRAULT, Charles; Los cuentos de Perrault, traducción por Graciela Montes, ilustraciones de Saúl, Buenos Aires: Gramón - Colihue, 1999.
Habíaonavezuna niñita de pueblo, la más
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linda que se haya. visto. La madre estaba loca con ella y la abuela más loca todavía. La buena mujer le habfa hecho hacer una caperucita roja que le sentaba tan bien que en todas partes la llamaban así, Caperucita Roja.
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Caperucita Roja partió de inmediato hacia la casa desu abuela, que vivía en otro pueblo. Al pasar por un bosque se encontró con el compadre Lobo, que sintió fuertes deseos de comerla, pero no se atrevió porque había algunos leñadores en el bosque. Le preguntó adónde iba. La pobre niña, que no sabía que era peligroso detenerse a escuchar a un lobo, le dijo: -Voy a ver a mi abuela y a llevarle una torta y un tarrito de manteca, que le manda ml mama.
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Un día la madre horneó ehizo unas tortas y le dijo: -Ve a ver cómo está tu abuela; me dijeron que está enferma. Llévale una torta y este tarrito de manteca. 42
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-¿Vive lejos? -le preguntó el Lobo. -¡ Oh, sí! --contestó Caperucita Roja-. Más allá del molino que se ve a 1o lejos; en la -Bueno -dijo eI Lobo-; también yo quiero ir a verla. Yo me voy por este camino y tú te vas por ese otro, y vamos a ver quién de los dos llega primero. EI Lobo se puso a correr con todas sus fuerzas por el camino más corto y la niña fue por el camino más largo, y se entretuvo en recoger avellanas, en perseguir mariposas y en hacer ramitos con las flores que encontraba.
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El Lobo no tardó mucho en llegar a la casa de la abuela. Golpeó: toc, toc. -¿Quién es? -Soy su nieta, Caperucita Roja -dijo el Lobo disimulando la voz-. Le traigo un atorta y un tarrito de manteca, que le manda mi mamá. La buena de la abuela, que estaba en la cama porque no se sentía muy bien, le gritó: -Tira de la clavija, el picaporte cederá. El Lobo tiró de la la clavija y la puerta se
abrió.
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arrojó sobre la buena mujer y la devoró en menos de un instante porque hacía más de tres días que no comía. Luego cerró la puerta y se fue a acostar en la cama de la abuela para esperar a Caperucita Roja, que, un rato después, llegó y golpeó a la puerta: toc, toc. Se
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-¿Quién es?
Caperucita Roja, que oyó la voz ronca del Lobo, tuvo miedo al principio pero, creyendo que la abuela estaba resfriada, contestó: -Soy su nieta, Caperucita Roja. Le traigo una torta y un tarrito de manteca, que le manda rni mamá. 49
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El Lobo le gritó, suavizando un poco la
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-Tira de la la clavija, el picaporte cederá.
Caperucita Roja tiró de la clavija y la puerta se abrió. Al verla entrar, escondiéndose en la cama debajo de las cobijas, el Lobo le dijo: -Ponme la torta y el tarrito de manteca sobre el arcón y ven a acostarte conmigo. Caperucita Roja se desvistió y se metió en
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la cama. Allí se sorprendió mucho de ver
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-Abuelita, ¡qué brazos tan grandes tienes! -Para abrazarte mejor, hijita. -Abuelita, ¡qué piernas tan grandes tienes !
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-Para correr mejor, niña mía. -Abuelita, ¡qué orejas tan grandes tienes! . -Para escuchar mejor, niña mía. -Abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes! -Para ver mejor, niña mía. -Abuelita, ¡qué dientes tan grandes tienes! -¡Para comerte! Y diciendo estas palabras el malvado Lobo se arrojó sobre Caperucita Roja y se la comió.
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Bien se ve aquí que los niñitos, y sobre todo las niñitas, hennosas, bien dispuestas y graciosas, hacen muy mal prestando oídos a cualquiera. Y no es extraño que el lobo se coma a tantas. Digo el lobo, aunque no.todos los lobos son de la misma calaña: los hay muy amables, silenciosos, sin odio ni saña, que, domesticados, complacientes y dulces, siguen a las muchachas hasta las casas, hasta los aposentos. ¿Y quién ignora que estos lobos zalameros son el peligro más certero?