Bases para el manejo de sistemas silvopastoriles

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XIII Congreso Forestal Mundial

Buenos Aires, Argentina, 18-23 Octubre 2009

Bases para el manejo de sistemas silvopastoriles C. A. Carranza1 y M. Ledesma.

El presente trabajo, analiza los factores que inciden sobre el diseño y manejo de sistemas silvopastoriles, a partir del análisis de las relaciones que se establecen entre los componentes del sistema: árboles, forrajes, ganado y suelo y realizando algunas consideraciones sobre los aspectos a tener en cuenta según diferentes escalas de percepción: territorial y predial. Los sistemas silvopastoriles son más complejos que los ganaderos o forestales puros y deben ser diseñados y manejados desde una concepción holística. Se plantea la necesidad de conocer acabadamente las interacciones que se establecen entre los componentes y la forma en que estas varían en función del ambiente en que se desarrollan. Los sistemas silvopastoriles a su vez son dinámicos y sus cambios en el tiempo tienen que ver sobre todo con la variación de las relaciones que se establecen entre los árboles al crecer y los demás componentes del sistema. Se describen las principales interacciones que se establecen entre árboles-pastos, árboles-ganado y sistema de producción–suelo, ejemplificando con datos obtenidos de la bibliografía. A escala territorial, se espera que los sistemas productivos tengan en cuenta aspectos relacionados a la prestación de servicios ambientales y sociales. A escala predial, se reconocen particularidades en relación a la escala de producción. Se concluye que el manejo de sistemas silvopastoriles puede enfocarse a un amplio rango de objetivos, que van desde la eficiencia productiva de madera y productos pecuarios, hasta la recuperación de áreas degradadas o el manejo para la conservación. Palabras clave: uso múltiple; interacciones ecológicas; escalas de percepción.

La definición de los objetivos y las e scalas de percepción: Los SSP, son sistemas de uso de la tierra donde coexisten en la mis ma unidad productiva la ganadería y la actividad forestal, aprovechando las interacciones positivas y minimizando las negativas que se establecen entre los componentes animal, vegetal y suelo. Son tres los elementos sobre los que el hombre puede actuar a nivel del manejo predial: la producción primaria (árboles y forrajes); la producción secundaria a través del manejo del ganado y el suelo, sin perder de vista que se trata de un sistema, donde los elementos interactúan entre sí. En la definición de objetivos, se deben diferenciar escalas de percepción. A nivel de productores, los objetivos se definen a nivel de predio. Los objetivos de los produ ctores, a su vez, presentan diferencias según la escala de producción. Mientras que empresarios rurales medianos y grandes persiguen fundamentalmente rentabilidad a corto y mediano plazo mediante producción especializada enfocada al mercado, los pequeños productores campesinos privilegian una mayor diversificación, con fines de autoconsumo y de generación de excedentes para el mercado. Para el primer grupo de productores, el hecho de tener que manejar al menos dos cadenas productivas, es una complicación co n respecto a los sistemas de producción puros. En el caso de pequeños productores, los sistemas de uso múltiple son apropiados a su estrategia de producción y reproducción. En todos los casos, el manejo de los sistemas silvopastoriles es más complejo que los ganaderos o forestales puros. La presencia de más de un estrato de vegetación, presupone conocer y manejar múlt iples interacciones ecológicas, que además son dinámicas. Éstas dependerán de las especies in volucradas, de

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los arreglos espaciales y temporales entre los componentes, de las condiciones del sitio y del clima (Mead, 2009). La otra escala de percepción a la que nos referiremos, es la territorial, que tiene que ver con la demanda social. Ésta, tiene particular incidencia cuando se trata de aprovechar bosque nativo a través de sistemas silvopastoriles y apunta a la sustentabilidad ambiental, fundamentalmente desde el punto de vista de la conservación y/o recuperación de los servicios ambientales y la biodiversidad y a la sustentabilidad social, fundamentalmente desde el punto de vista de la equidad en la distribución de los beneficios. Además, en este nivel de percepción, se incorpora una escala temporal de más largo plazo. La objetivación de las demandas sociales, se produce a través de reglamentac iones, que dan el marco legal básico al cual debemos adecuar las propuesta de manejo a nivel predial. Un ejemp lo de esto en Argentina, es la reciente Ley Nacional de Protección de Bosques Nativos, a partir de la cual las provincias deben ordenar sus bosques según tres categorías de restricción. Las propuestas tecnológicas para el manejo silvopastoril sobre bosque nativo, deberán entonces adecuarse a la categoría de bosque sobre la cual se implemente. La reacción social a la implementación de un nuevo sistema de uso de la tierra, como la adopción de sistemas silvopastoriles, difiere de acuerdo al sistema que se reemplace. Si el cult ivo que se reemplaza es un sistema fo restal puro en base a especies imp lantadas, la instalación de sistemas silvopastoriles pue de ser considerada como superadora, ya que es menos extractiva y mejoraría aspectos relacionados a biodiversidad, al generar ambientes de mayor heterogeneidad espacial. Por el contrario, si el sistema que se reemplaza es un bosque nativo, los sistemas silvopastoriles pueden encontrar resistencia. Las principales interaccione s que se producen en ssp: Interacciones árboles – pastos: Entre los componentes vegetales, las interacciones que se producen son directas, a partir de la competencia por el uso de los principales recursos: luz, agua y nutrientes, o indirectas, al afectar un componente las condiciones ambientales que condicionan la utilización de los recursos por otro componente (Callaway y Walker 1997). La respuesta de cada elemento del sistema ante una práctica de manejo aplicada en una situación amb iental dada, dependerá del balance de las múltiples interacciones que se producen a la vez. Así, es de particular relevancia el balance entre la competencia y la facilitación que ocurre entre los compone ntes (Holmg reen et al, 1997; Callaway y Walker 1997; Bertness y Callaway 1994; Pugnaire y Luque, 2001). Diversos autores, concluyen que las relaciones de facilitación predominan a medida que se incrementa el estrés causado por factores abióticos, de los cuales la aridez es la condición más ampliamente estudiada (Callaway y Walker 1997; Bertness y Callaway 1994; Pugnaire y Luque, 2001; Gyenge et al 2002; Carranza y Ledesma, 2005; Belsky, 1994). La co mpetencia por lu z, es el principal factor que determina la producción de forrajeras en sistemas silvopastoriles y por lo tanto es el más estudiado. Dado que el sombreamiento de las pasturas aumenta a med ida que crecen los árboles, la p lanificación del manejo silvopastoril debe basarse en modelos que predigan el crecimiento forestal y la manera en que este afecta la incidencia de luz bajo el dosel. Estos modelos deben tener en cuenta además de la especie y densidad de árboles, la calidad de sitio, las diferencias estructurales entre árboles que crecen aislados y árboles que crecen en formaciones densas, y el arreglo espacial de los árboles. En la Argentina se están utilizando diferentes modelos, basados en crecimiento de rodal (Fassola, 2005; Gyenge, 2006) o en crecimiento de árboles individuales (Carranza et al, 2006). Otros modelos empíricos relacionan directamente la estructura del componente forestal de una formación en part icular, con la producción del pastizal (Peri 2009). Estos modelos no son dinámicos, pero son útiles para decidir que estructura es la más conveniente mantener en un sitio, y que manejo del rodeo es más adecuado, a partir de la estimación de la oferta de fo rraje potencial. La producción de forraje se ha relacionado con el Indice de Area Foliar (IAF) de los árboles (Rozados et al, 2007). Muchos autores y para diferentes especies, fundamentalmente en regiones templadas, encuentran que el límite para la p roducción de forraje ronda el 70% de interceptación de la radiación (Mead 2009; Mc. Elwee y Knowles, 2000; Knowles et al 1999; Fernández et al 2000). El efecto neto sobre la producción forrajera, dependerá del grado de sombreamiento, de las especies involucradas y de la respuesta de las especies a la variación co mbinada de rad iación y otras factores ambientales. Así, en pastizales de Patagonia bajo bosques de ñire (Nothofagus antarctica), en zonas con alta disponibilidad de agua en el suelo, la producción fue máxima a cielo abierto y disminuyó linealmente 2

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cuando se incrementó la cobertura arbórea, mientras que en zonas con déficit hídrico el máxim o de producción se alcanzó con 50% de cobertura de ñire (Peri et al, 2005). Similar efecto tuvo el sombreamiento sobre la producción de especies del pastizal del Chaco árido creciendo bajo condiciones controladas de humedad y lu z (Carran za y Ledesma, 2005). En el subtrópico húmedo, Axonopus compressus, A catarinensis y Brachiaria brizantha, también aumentan su producción a niveles de sombra intermedia y se ha medido un aumento de hasta el 70% de la producción de pastizales de Sorghastrum agrostoides, Andropogon lateralis y Axonopus spp creciendo bajo 50% de cobertura (Lacorte y Esquivel, 2009). El sombreamiento afecta además a la calidad del forraje, a la reproducción y a la composición del pastizal. En los pastizales misioneros, los citados autores observaron un cambio en la composición del pastizal, incrementándose especies forrajeras valiosas por la presencia de cobertura arbórea. El sombreamiento de forestaciones con Pinus ponderosa en Patagonia, tamb ién produciría la alteración de la composición del pas tizal natural, ante respuestas diferentes de las especies. Festuca pallescens reacciona ante la sombra de acuerdo a la disponibilidad de agua, disminuyendo su crecimiento en temporadas secas con sombreamientos superiores al 60%, mientras que recién lo hace con un sombreamiento superior al 90% cuando el año es húmedo (Caballé, 2009). En ambos casos, cuando cae la producción, lo hace siguiendo pendientes similares, lo cual llevaría a pensar que luz y agua tienen efectos aditivos para esa especie. Entre tanto, en la mis ma región, Stipa speciosa, especie de menor valor forrajero y dominante en pastizales abiertos, reaccionaría ante sombreamiento disminuyendo linealmente su crecimiento, tanto en años secos como húmedos (Fernández, 2002). Para esta especie, claramente el primer factor limitante es la lu z. Tamb ién en el Chaco Arido, cuando los SSP se instalan interviniendo sobre formaciones nativas, se produce un cambio en la co mposición específica del pastizal, a part ir de la heterogeneidad espacial que genera la intervención (Carran za y Ledesma, 2005). Los ejemplos de Misiones (subtrópico húmedo), Patagonia (templado con estación seca estival) co mo el de Chaco Arido (subtrópico seco), ponen en evidencia la posibilidad de modelar la co mposición del sotobosque a part ir del manejo de la sombra. Distintos diseños posibilitarían prio rizar aspectos productivos, amb ientales, o co mbinados. El cambio en la calidad de luz, fundamentalmente la alteración de la relación rojo / rojo lejano de la radiación que llega a los pastos que crecen bajo dosel arbóreo, produce cambios morfológicos, co mo etiolación y au mento de área específica de hojas (Lambers et al, 1998; Pearcy, 1999; Poorter y Van der Wer, 1998; Pachas et al, 2009; Carran za y Ledesma, 2009), camb ios en la composición q uímica de las plantas que afectan directamente a la calidad forrajera (Mead 2009; Peri, 2009; Carranza y Ledesma, 2005; Cavagnaro y Trione, 2007), cambios en la asignación de biomasa, alterando la relación biomasa raíz / b io masa aérea (Cavagnaro y Trione, 2007; Pachas et al, 2009; Carran za y Ledesma, 2009; Burslem, 1996; Durr y Rangel, 2000) y alteración de la producción y calidad de semillas, aspecto fundamental para la persistencia de los pastizales (Castro et al, 2009; Ricalde et al, 2004; Steckel et al, 2003). Las características más importantes que se modifican bajo sombra relacionadas a la calidad de forraje, son la mayor proporción de N total y proteína bruta y el alargamiento del ciclo productivo de las forrajeras, por la atenuación de los factores climáticos que produce la cobertura arbórea. No siempre estas variaciones se asocian a mayor digestibilidad (Peri 2009). Los pastos, a su vez, interactúan con los árboles en una relación de competencia por los recursos edáficos. En SSP de Pinus radiata con alfalfa (Medicago sativa), el crecimiento diametral de los pinos hasta los 8 años, disminuyó en un 81% con respecto al control sin la pastura (Chang y Mead, 2003). Esta diferencia, se debió fundamentalmente a la co mpetencia durante los primeros años de establecimiento (Mead 2009). En el norte de Grecia, Acer pseudoplatanus bajo competencia con pastizales, creció tres veces menos en altura y cuatro veces menos en diámetro que el testigo sin competencia, durante los 6 primeros años de cultivo (Gakis et al, 2004). Los árboles pueden desarrollar estrategias adaptativas para escapar a la co mpetencia. En el norte de la Patagonia Argentina, plantaciones densas de Pinus ponderosa, consumen el 75% del agua del perfil de suelo superficial (0-20 cm), mientras que en plantaciones de baja densidad (350 árboles por ha), los pastos consumieron en la época húmeda el 90% de la hu medad del suelo de ese perfil (Fernández et al, 2008). Sin embargo, los árboles creciendo en baja densidad, tuvieron mayor consumo individual y mayor eficiencia en el uso del agua, lo cual se tradujo en mayor crecimiento (Gyenge et al, 2008). Los pinos se adaptarían a la co mpetencia con los pastos modificando la distribución de raíces, con mayor proporción en los horizontes más profundos del suelo cuando crecen a baja densidad (Fernández et al, 2008). No está suficientemente estudiado el efecto que ejercen las forrajeras de alta producción sobre árboles adultos cuando son implantadas sobre desmontes selectivos de bosque nativo. Es importante determinar si 3

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la co mpetencia por recursos edáficos puede comprometer el crecimiento e inclusive la supervivencia de los árboles sobre todo en ambientes áridos, donde la eficiencia de uso de recursos de las gramíneas puede impedir la percolación de humedad hacia horizontes más profundos, donde las leñosas pueden tomar ventaja. En sistemas silvopastoriles manejados sobre bosque nativo, toman particular importancia las interacciones que se establecen entre el resto de los componentes y la regeneración forestal. El establecimiento de nuevas generaciones de leñosas está íntimamente relacionado a las condiciones para la germinación y establecimiento de los individuos y éstas están influenciadas por la fisiología de las especies, las condiciones ambientales y las relaciones que se establecen con el resto de la comunidad del sistema. Las mismas variables inciden sobre la regeneración agámica, que en ambientes áridos puede ser la principal fuente de renuevos(Valiente-Banuet et al, 1991; Barchuk et al, 1998). Los renovales arbóreos compiten en desventaja con los pastizales cuando estos están bien desarrollados, debido a la más eficiente utilización de recursos edáficos, especialmente de las gramíneas, a partir de una mejor ocupación de los estratos superiores del suelo (Van Auken y Bush, 1988; Bush y Van Auken, 1990; Distel et al, 1996). Esta competencia es aún más intensa en regiones semiáridas y áridas, sobre todo cuando la forrajera es de alta producción. La regeneración natural de especies forestales en estos casos ocurre en los claros del pastizal (Ledesma y Carranza, 2009). En algunos casos, se requerirá de prácticas de manejo específicas para garantizar la regeneración, que pueden incluir el control de la competencia de los renovales y pastoreos oportunos para deprimir la capacidad competitiva de las herbáceas (Ledesma y Carranza, 2009; Peri et al, 2006; Tejera et al, 2005). Interacciones árboles - ganado: El estrato arbóreo, además de influir sobre la producción pecuaria en forma indirecta a través de los efectos sobre producción y calidad de los pastizales, ejerce una acción directa, a través de oferta de forraje en forma de follaje y/o frutos, y sobre la atenuación de las condiciones ambientales, que operan sobre el bienestar animal. La utilización de leñosas como forrajeras, está ampliamente difundida en zonas tropicales. Su aporte fundamental es el de proveer forraje de alta calidad nutritiva en épocas críticas. Se citan especies de Acacia, Caesalpinia, Tabebuia y Mimosa como especies nativas de los llanos venezolanos promisorias por sus características nutritivas y aceptación por el ganado bovino y caprino (Bald izán et al, 2006). A su vez, García y Medina (2006), destacan a los géneros Albizia, Cassia, Pithecellobium, Leucaena, Lysiloma y Enterolobium en el Caribe. Una de las especies leñosas más difundida co mo suplemento forrajero en los trópicos y subtrópicos, es Leucaena leucocephala, que puede producir hasta más de 4 kg M S de follaje por árbol adulto, con valores de proteína cruda del 24% y alrededor del 50% de digestibilidad in vitro. Estos valores la sitúan como un excelente suplemento para la base forrajera de gramíneas (Reyes Montes, 2006). En amb ientes áridos, se destaca el cultivo de especies leñosas arbustivas del género Atriplex, con especies que se adaptan a suelos arenosos como A. Lampa, pesados y salinos, como A cordobensis y A nummularia. En la región de Coquimbo en Chile, existen actualmente más de 40.000 ha plantadas principalmente con A. repanda, que con 400 plantas /ha ofrece alrededor de 2.000 Kg MS/ha con valores de 20% de proteína cruda en enero, que es la época de menor calidad de los pastizales (Olivares y Gastó, 1981). Entre las arbóreas mult ipropósito que aportan frutos forrajeros, se destacan las especies del género Prosopis. La producción y calidad de los frutos es variable según especies y ambientes. Para Prosopis juliflora y Prosopis pallida, dos de las especies más difundidas en regiones áridas y semiáridas, se citan valores de entre el 9 y el 12% de proteína cruda, y de 48% de azúcares s olubles en la pulpa, que representa alrededor del 56% del peso del fruto. En la Argentina no está aún muy difundido el cultivo de leñosas para aporte de forraje, a pesar de que pueden representar un importante recurso en las regiones áridas y semiáridas. Sin embargo, los recursos forrajeros leñosos naturales son ampliamente reconocidos y utilizados por pequeños productores y comunidades aborígenes. En un estudio etnobotánico realizado en Formosa, dentro de la reg ión del Chaco Semiárido Argentino, sobre 196 especies forrajeras reconocidas por los pobladores rurales, 36 correspondieron a leñosas arbóreas y arbustivas (Scarpa, 2006). Los frutos de varias especies de Prosopis spp nativos de Árgentina, son utilizados por el ganado, y a veces recolectados y conse rvados, tanto para ser utilizado co mo reserva forrajera co mo para alimentación humana. Otra especie forestal nativa

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amp liamente reconocida por su aporte de frutos, es el mistol (Ziziphus mistol), en Chaco Semiárido y Arido. Además del aporte directo de forraje, los árboles interactúan con el ganado en forma indirecta, a través de la modificación de las condiciones ambientales, fundamentalmente temperatura, movimiento del aire y humedad relat iva. La atenuación de la radiación, influencia la producción secu ndaria cuando la temperatura amb iental se encuentra fuera del rango de neutralidad, el cual en bovinos de razas europeas está entre los 41 y 68ºF (Wagner, 1988; García y Wright, 2007; Rovira y Esquivel, 2008). Por fuera de ese rango, el ganado aumenta el gasto de energía para mantener la temperatura corporal. Cuando se produce estrés por calor, disminuye el tiempo de pastoreo evitando la exposición a la radiación y la ingesta, para disminuir el calor que genera la fermentación en ru men (García y Wright, 2007). Cuando las temperaturas están por debajo del rango de neutralidad, el ganado tiende a agruparse y evita movilizarse para disminuir pérdida de calor por convección (García y Wright, 2007). En sistemas silvopastoriles, la atenuación de la temperatura por la cobertura arbórea, permite au mentar las horas dedicadas al pastoreo, además de reducir el gasto energético de mantenimiento. El ganado influye sobre el estrato forestal fundamentalmente a través del ramoneo y de daños mecán icos, aspecto crucial para la regeneración cuando se trata de sistemas silvopastoriles sobre bosque nativo (Aráoz, 2009; Tejera et al, 2005) y sobre las forestaciones en sus primeros años de establecimiento. Las diferentes medidas que se adoptan para asegurar la regeneración en el ca so de formaciones nativas o la imp lantación en el caso de forestaciones, son las clausuras temporales hasta que los árboles desarrollen suficiente tamaño como para evitar o minimizar los daños; dedicar los primeros años de cultivo forestal a la instalación de sistemas agroforestales o a la producción de suplemento forrajero de cosecha; proteger la regeneración natural o la forestación mediante estructuras ad hoc (Peri, 2009; Benfeld et al 2001); aislar las filas de plantación mediante alambre eléctrico (Leh mukuhler et al, 2003); o en el caso de plantaciones de salicáceas, utilizar para la forestación material más lignificado, menos palatable para el ganado y más resistente a los daños (Casaubón et al, 2009). Los sistemas silvopastoriles y el suelo En forma indirecta, el ganado puede tener efectos negativos sobre los árboles por efecto de compactación del suelo, sobre todo en sistemas silvopastoriles instalados sobre suelos plásticos y con alto tenor de humedad. En Oregon, luego de 11 años de pastoreo con ov inos, en un sistema silvopastoril con Pseudotsuga menziezii y pastura de Trifolium subterraneum, el suelo presentó mayor densidad aparente (+13%), menor porosidad total (-7%) y menor tasa de infiltración (-38%) que una forestación excluida al pastoreo. Sin embargo este impacto fue reversible, ya que las diferencias desaparecieron cuando se retiró el pastoreo durante 2 años (Sharrow, 2007). El efecto de la presión que ejerce el pisoteo del ganado sobre el suelo, es la eliminación de los poros de mayor tamaño (llenos de aire), lo cual incrementa la densidad aparente. Este efecto puede aumentar la capacidad de retención de agua de los suelos, al reemplazar los poros de mayor tamaño, por poros de menor tamaño (Sharro w, 2007). El efecto de compactación por el ganado, se reduce a los 5 a 10 cm superficiales (Orr, 1960), lo cual significa un impacto menor comparado por ejemplo con la compactación que producen las máquinas de cosecha y transporte forestal (Sharro w, 2007). Las propiedades químicas y físicas del suelo, están influenciadas por su historia de uso. El manejo silvopastoril influenciará las condiciones del suelo en forma favorable o desfavorable, dependiendo de la situación de uso anterior. El establecimiento de coníferas sobre pastizales, usualmente produc e reducción de pH, N, C y P orgánicos y a veces de cationes intercambiables (Mead 2009; Benavides et al 2008). Sin aplicación de fertilizantes ni introducción de ganado, el efecto de una forestación con pinos a 19 años de su plantación en Nueva Zelanda, produjo disminución en los niveles de C y P en la biomasa microbiana, la respiración y la act ividad de la en zima fosfatasa, en los 10 cm superficiales del suelo mineral , en comparación con el pastizal adyacente. Si se suman al suelo mineral los contenidos d e C; P y N del mantillo, los valores son similares a los del pastizal, lo cual estaría ev idenciando un cambio en la composición relativa de los diferentes compartimentos antes que una pérdida de nutrientes (Chen et al, 2000). En sistemas silvopastoriles, la menor densidad de árboles, la presencia del ganado y las prácticas de manejo que se aplican, pueden modificar la co mpartimentación de C y nutrientes, y la disponibilidad de éstos, aumentando los niveles de C, de N, de la relación C:N, de P orgánico y de pH (Mead, 2009). En la Mata brasilera, donde el P es el principal nutriente limitante para la producción de pastos y cultivos, los sistemas agroforestales mantienen mayores fracciones de P disponible que los cultivos puros. Los árboles

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influencian la dinámica del P a través de la conversión de parte del P inorgánico (Pi) en P orgánico (Po), disminuyendo la pérdida de P hacia los compart imentos más recalcitrantes (Cardoso et al, 2003). En situaciones en que el N es el principal limitante para la producción del pastizal, bajo dosel arbóreo, principalmente de legu minosas, el N disponible en el suelo au menta, por fijación de N at mosférico que se aporta al suelo a través del mantillo y por mejorar las condiciones para la mineralización del N del suelo, a través de un más favorable microclima en la interfase suelo-mantillo, sobre todo en cuanto a humedad del suelo (Cruz, 1997; Belsky et al, 1993; Bernhard-Reversat, 1982; Mazzarino et al, 1991). La presencia de árboles en el sistema, afecta al contenido de agua d el suelo mediante la interceptación de parte de las precipitaciones y el consumo en perfiles más profundos que los que explora un pastizal puro. El efecto de la interceptación, es más marcado cuando la precipitación es escasa y de baja intensidad (Caballé et al 2009; Carran za y Ledesma, 2005). Las diferencias en el consumo de agua entre un pastizal puro y un sistema silvopastoril en zonas áridas y semiáridas, camb ian de acuerdo a la cantidad de precipitaciones ocurridas durante la estación (Cru z et al, 1999; Fernández et al, 2007). En temporadas de alta precipitación, la humedad del estrato superficial del suelo puede ser similar entre sistemas con árboles y pastizales puros, mientras que en estación seca, el suelo de pastizales puros contiene mayor tenor de humedad (Tournebize et al, 1996). En forestaciones de baja densidad con Pinus ponderosa en Patagonia, si bien en años húmedos la humedad del perfil superior fue similar a la de pastizales, el consumo de agua de perfiles profundos fue mayor en las áreas forestadas, por lo cual se concluye que los pinos hacen un uso más exhaustivo del agua del suelo (Fernández et al, 2007). El ascenso hidráulico (hidrau lic lift) med iante el cual los árboles transportan agua de horizontes profundos para liberarla a la rizósfera superficial, favoreciendo la absorción de nutrientes de la solución del suelo, no tiene un efecto marcado en cuanto al balance de agua (Ludwing et al, 2004). Generalmente los árboles consumen mucho mayor cantidad de agua del horizonte superficial de la que aporta el ascenso hidráulico, aunque se ha reportado algún caso en que este fenómeno incrementó el contenido hídrico (Dawson, 1993). De acuerdo a lo expuesto, la mejor condición hídrica de los pastizales bajo el dosel arbóreo en sistemas silvopastoriles, fundamentalmente en sistemas áridos y semiáridos, parecen depender más de la modificación de las condiciones atmosféricas que de una modificación favorable del balance de agua del suelo.

Conclusiones Para definir el diseño y manejo posterior del s istema silvopastoril a escala predial, lo primero que debemos tener claro son los objetivos. Así, si el objetivo es obtener madera de alta calidad y solventar con la ganadería los costos financieros que implica un cultivo que se cosecha a los 15 o 20 años como el forestal, el diseño más adecuado puede ser el de forestaciones de baja densidad con silvicultura intensiva, manejando niveles de luz que no limiten la producción del pastizal. Por el contrario, si queremos favorecer la producción ganadera, en regiones mésicas, donde las forrajeras crecen más a plena insolación, las forestaciones debieran establecerse como cortinas rompevientos y bosquetes de abrigo para el ganado, o en callejones, que mantienen una densidad similar a las forestaciones regulares dejando mayor superficie sin cobertura. En sistemas donde el componente forestal se incorpora para evitar la erosión, se adecuaría un diseño de fajas en curvas de nivel. En el caso de pequeños productores, el silvopastoreo deberá establecerse como un subsiste ma de un esquema de aprovechamiento múltiple, mucho más diversificado, donde el objetivo puede apuntar tanto a fortalecer la provisión de productos para autoconsumo como a la generación de mayor producción de excedentes para el mercado. Además de los objetivos, las condiciones ambientales y su efecto sobre las interacciones ecológicas, son las que impondrán la elección de especies, el diseño espacial y el manejo posterior de los componentes forestal, forrajero y ganadero. Un caso especial representa la transformación de bosque nativo para su utilización mediante sistemas silvopastoriles, donde las decisiones que toman los productores a nivel predial, entran frecuentemente en conflicto con las demandas sociales, que se plantean a escala territorial. Por ejemplo, en Argentina, a partir de la vigencia de la Ley Nacional de Protección de los Bosques Nativos, los sistemas silvopastoriles deberán diseñarse de acuerdo a los objetivos de los productores, pero adecuándose a las restricciones que impone la reglamentación. En las zonas de menor restricción de uso, donde se permite cambio de uso del suelo solo por sistemas productivos sustentables, los sistemas silvopastoriles son la alternativa más valedera, ya que presentan ventajas ambientales y socioeconómicas con respecto a las producciones especializadas agrícolas, 6

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ganaderas o forestales. En las zonas de categoría de protección intermedia, la simp lificación del sistema natural para incrementar la producción de bienes de mercado y/o de uso, deberá manejarse de mane ra de que el bosque nativo no pierda sus principales atributos: biodiversidad, estabilidad, producción. En estos casos, se deberá tener especial atención en mantener al sistema dentro de los límites de la resiliencia, manejando impactos de baja intensidad y en escalas espaciales adecuadas a la conservación y reproducción. En las áreas de máxima restricción de uso, el pastoreo en el bosque solo tendría objetivos de protección, a través por ejemplo de disminuir la bio masa de combustible. Por otra parte, la instalación y manejo adecuado de sistemas silvopastoriles, puede ser una herramienta eficaz para la recuperación de áreas de bosque nativo degradado. Bibliografía Barchuk, A. H.; Díaz, M. P.; Casanovex, F.; Balzarini, M. G. And Karlin, U. O. 1998. Experimental study on survival rates in two arboreal species from the Argentinean Dry Chaco. Forest Eco logy and Management 103:203-210. Belsky, A. J., 1994. Influences of trees on savanna productivity: tests of shade, nutrients, and tree-grass competition. Eco logy 75 (4): 922-932. Belsky A. J.; M woronga, S. M.; A mundson, R. G.; Du xbury, J. M. and Ali A. R. 1993. Co mparat ive effects of isolated trees on their undercanopy environment in high - and low-rain fall savannas. Journal Appl. Eco logy. 30:143-155. Bendfeldt, C. M.; Feldhake, C. M. and Burger, J. A. 2001. Establishing trees in an Appalachian silvopasture: response to shelters, grass control, mu lch and fertilization. Agroforestry Systems 53:291 295. Burslem DFRP (1996) Differential responses to nutrients, shade and drought among tree seedlings of lowland tropical forest in Singapore. In: Swaine M D, ed. The Ecology of Tropical Forest Tree Seedlings. UNESCO & Parthenon, 211-244. Bush J.K. & Van Auken O. W. 1995. Woody plant growth related to planting time and clipp ing of a C4 grass. Eco logy. vol. 76 (5): 1603-1609. Caballé, G.; Fernández, M. E.; Gyenge, J.; Rusch, V.; Lantschner, V; Villacide, J. y Schlichter, T. M. 2009. Plantaciones densas vs. plantaciones ralas con pino ponderosa en el NO de Patagonia: análisis d e aspectos ambientales y productivos relevantes. En actas: 1º Congreso nacional de sistemas silvopastoriles. Posadas, 14 al 15 de mayo de 2009. Pp 156:164. Cardoso, I. M.; Janssen, B. H.; Oenema, O. And Kuyper T. W. 2003. phosphorus pools in oxisols under shaded and unshaded coffee systems on farmers fields in Brazil. Agroforestry Systems 58:55-64. Carranza C A; M Ledesma; J Gyenge; M E Fernández. 2006. Modelo de simulación de sistemas silvpastoriles (MSSP-INTA). Módulo Chaco . www.inta.gov.ar/manfredi/novedades/simu lacarran/ modsimu la.ht m . Carranza C A y M Ledesma. 2005. Sistemas silvopastoriles en el Chaco Arido. IDIA XXI Forestales. Ed INTA. Año V Nº 8: 240 - 246 Castro, C. R. T.; Paciu llo, D. S. C.; Go mide, C. A. M.; Araujo, V. B. F.; Souza, V. F.; Sobrino, F. S. 2009. Producción y calidad fisio lógica de semillas y aparición de plantas nuevas de Brachiaria decumbens Stapf cv Basilisk en una pastura en un sistema silvo pastoril. En actas: 1º Congreso nacional de sistemas silvopastoriles. Posadas, 14 al 15 de mayo de 2009. 164-170. Cavagnaro J B y Trione S O. 2007. Physiological and biochemical responses to shade of Trichloris crinita, a fo rage grass from the arid zone of Argentina. J of Arid Environ ments 68: 337-347. Cru z, P.; sierra, J.; W ilson, J. R., Dulormne, M. and Tournebize, R. 1999. Effects of Shade on the growth and mineral nutrition of t ropical g rasses in silvopastoral systems. Annals of Arid Zone 38 (3&4):335361. Cru z, P. 1997. Effect of shade on the growth and minaral nutrit ion of a C4 prennial grass under field conditions. Plant and Siol 188: 227-237. Chang, S. X. y Mead, D. J. 2003. Gro wth of rad iate pine (Pinus radiata D. Don) as influenced by understory species in a silvopastoral system in New Zealand. Agroforestry Systems 59:43 -51. Chen, C. R.; Condron, L. M.; Davis, M. R. and Sherlock, R. R. 2000. Effects of afforestation on phosphorus dynamics and biological properties in a New Zealand grassland soil. Plant and Soil. 220:151-163

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