Turismo
Página 14/Sección 5/LA NACION
AQUI NOMAS POBLET Por Silvina Beccar Varela
Bajo, en el cielo Vuelos en ultraliviano, a 150 metros de la tierra y con el viento en el alma
Capital Quilmes
Río de la Plata
Berazategui F. Varela La Plata
San Vicente
11
Poblet
2 Coronel Brandsen
36 R. S am
Chascomús
Bautismo en un Flyer GT biplaza con doble comando
Suavemente Luego sí empieza a pelear para lograr altura hasta estabilizarse a 500 pies –unos 150 metros–, casi enseguida, a una velocidad de 50/60 millas por hora (aproximadamente 100 km). De allí en más todo son tambos, soja chiquita y vacas voladoras, todo de juguete. Y más allá una ruta, algunos autitos Matchbox o Hot Wheels, un río que puede ser una cinta bebe celeste, una bahía: la belleza de ver todo desde
ón
FOTOS EVA FISHER
U
n día lleno de sol, con una leve brisa que acaricia el pasto del aeródromo de Poblet, en el km 78 de la ruta provincial 36, partido de La Plata, provincia de Buenos Aires. Sobre la gramínea descansa un pequeño avión ultraliviano marca Flyer GT biplaza con doble comando. Y resulta que es allí donde vamos a subirnos para hacer el primer vuelo de bautismo de 20 minutos. “El que tiene miedo no se sube, acá no se obliga a nadie. ¿Quién sube primero?”, pregunta el instructor Matías Lanusse, director y jefe del aeródromo fundado en 1998. “Otro, en su lugar, ya estaría arriba del avión”, agrega sonriendo. Ante esas palabras no quedó otra que subir. Pero resulta que de allí en más todo fue hermoso y no hubo lugar para el miedo... Estaba vivo y temblaba ligeramente de gozo, orgulloso de que su miedo estuviera bajo control. Primero hay que ingresar al mínimo móvil y colocarse el cinturón de seguridad. Luego ponerse las orejeras que sirven para comunicarse con el piloto durante el vuelo –el ruido es importante–, y bajar el techito de plástico o lona transparente que se ata con unos hilos a la estructura de la nave. Por el costado no hay cobertura: la sensación de volar es más intensa de esta manera ya que no hay de dónde agarrarse, salvo el costado del avioncito, y se puede sacar la mano para sentir el viento en el alma. Muy despacio, Matías enciende el motor que funciona como el de las motos, con nafta y aceite, y la aeronave empieza a carretear para despegar casi imperceptible.
bor omb
Desde arriba todo se ve diminuto, pero se distingue claramente por la poca altura
Los hangares del aeródromo
arriba despierta una alegría única, producto de la adrenalina casi infantil que se despide del cuerpo al volar y que se vuelve imprescindible para los fanáticos del aire. Para bajar se le resta potencia al motor hasta carretear en la pista habilita-
DATOS UTILES COMO LLEGAR ● Aeródromo de Poblet: ruta
provincial 36, km 78, La Plata. Tel. (0221) 4258341, (0221) 155665550, www.ulmpoblet.com.ar HORARIOS Y TARIFAS ● El aeródromo está abierto
sábado, domingo y feriados, de 11.30 a 20/21. En invierno oscurece a las 19.30 y es ahí en general que termina todo. Vuelo de bautismo de 20 minutos: $ 90 por persona. Pastas caseras como los ravioles de verdura con tuco (10,50); minutas y parrilla con leña, 35 para dos personas; porción de torta, 3 pesos. INFORMES ● Pueblos que laten: Tel. (0221)
421-0323, www.pipinas.com
da. El aterrizaje es muy suave si no hay viento. Al descender del avión la confianza se instala de inmediato entre los camaradas de la aventura. El control del avión clásico ultraliviano de tubo y tela se realiza con el motor de 64 caballos de fuerza y los comandos que gobiernan los tres ejes: el longitudinal, el transversal y el vertical. Los bautizados, si se animan, pueden conducir por un período breve la nave gracias al doble comando, siempre con la supervisión del instructor. “Acá funciona una escuela de vuelo. Para obtener la licencia se requiere un mínimo de diez horas de vuelo y 16 años cumplidos”, informó Matías. Morocho de ojos iluminados por su pasión por volar, a los 14 construyó su primer avión y hoy cuenta con dos aviones propios y 16 a su cargo en el hangar del aeródromo. El predio cuenta con restaurante y juegos infantiles, para que el paseo sea de todo el día y comer un asado o pastas caseras a precios accesibles. “Si hay mucho viento no salimos porque no es lindo. Estos son vuelos deportivos y por placer. Y el que quiere subir a probar, bienvenido”, concluyó el piloto, y entonces resonaron en mi memoria aquellas palabras de Richard Bach, en su clásico Juan Salvador Gaviota: “Ahora volaba recto hacia abajo a trescientos veinte kilómetros por hora. Tragó saliva, comprendiendo que se haría trizas si sus alas llegaban a desdoblarse a esa velocidad, y se despedazaría en un millón de partículas de gaviota. Pero la velocidad era poder, y la velocidad era gozo, y la velocidad era pura belleza”.
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Domingo 26 de agosto de 2007