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¿AMOR VERDADERO O AMOR HIPÓCRITA? - ObreroFiel

Sólo sabemos que eran cristianos. Puesto que la iglesia primitiva asocia, ... sentido cristiano del término), es nacido de Dios, y conoce a Dios. El amor emana ...
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¿AMOR VERDADERO O AMOR HIPÓCRITA? 1 Juan 4:7-21 Por Lic. Roberto Ozuna Usado con permiso PROPÓSITO: Que la audiencia aprenda a expresar un amor verdadero a las demás personas. INTRODUCCIÓN: Mirta de Robledo, una mujer de Argentina, dijo lo siguiente: “El día que conocí a Cristo descubrí que tenía una gran carencia. Yo, una mujer descreída, irónica y autosuficiente, no tenía amor. Pude ver ese día cómo se brindaban unas a otras las personas que me habían invitado por primera vez a la iglesia. Me impactó el cariño y la ternura; quise sentir ese amor. “No fueron palabras, oraciones, ni argumentos que me convencieron. ¡Fue el amor! El Señor, que nunca llega tarde, me inundó el alma con brasas…brasas de fuego, fuerte llama de amor. “Pasó el tiempo y sucedieron muchas cosas en mí vida. Me alejé de Dios. Creía que podía vivir sin él, pero no era posible. Me iba muriendo poco a poco y mi alma, en su agonía, clamaba. Anhelaba sentir un soplo del amor de Aquel que me había amado hasta su propia muerte. “El amor no hace preguntas; el amor es la respuesta. Las muchas aguas no pudieron apagar el amor de mí Salvador. Con ternura Jesús me tomó en sus brazos y me atrajo nuevamente a su corazón. ¿Está sola o sólo, siente que nadie le comprende? ¿Cree que a nadie le importa? Pregúnteme…y le contaré cuan infinito es el amor de Dios por usted.” Transición: vayamos, por favor, en esta mañana a 1 Juan Cáp. 4:7-21. Contexto: El autor de esta carta fue el apóstol Juan, aunque en la misma no aparece su nombre. Sin embargo, debido al estilo general de la epístola, queda muy claro que el autor gozaba de autoridad espiritual. Además, él se cuenta a sí mismo entre los testigos presenciales de la vida del Señor Jesús (1:1-2). La carta no proporciona ninguna pista en relación con la identidad o localización de los destinatarios originales. Sólo sabemos que eran cristianos. Puesto que la iglesia primitiva asocia, de manera tradicional, a Juan con la provincia romana de Asia (al oeste de Turquía), a menudo se ha pensado que los lectores vivían ahí. Esto bien podría ser cierto a la luz de que tal asociación se confirma en Apocalipsis 2 y 3. Probablemente el apóstol Juan escribió esta carta desde la ciudad de Jerusalén entre los años 60 y 65 d.C. Aunque se tiene que admitir que pudo ser escrita en una fecha aún más temprana. El propósito final de la carta era, sin duda, dar una palabra de advertencia e instruir a la iglesia entera o a las iglesias a las cuales fue enviada. Transición: por tanto, declaremos en este momento que… I. DEBEMOS AMARNOS UNOS A OTROS. vv.7-13 Así como la confesión de la encarnación de Cristo es una peculiaridad de la persona impulsada por Dios, también lo es el amor, porque el amor es de Dios. Por tanto, todo aquel que ama (en el sentido cristiano del término), es nacido de Dios, y conoce a Dios. El amor emana de la

naturaleza regenerada y también de la comunión con Dios, la cual resulta en mayor conocimiento de Él. La ausencia del amor es evidencia de que el individuo no conoce a Dios. Es muy significativo que el apóstol no escribió que tal persona no era nacida de Dios. En la declaración negativa sólo se repite la última parte de la afirmación positiva (4:7). Puesto que Dios es amor, sólo la relación íntima y personal con Él induce al amor. Así como la luz (1:5), el amor es también intrínseco del carácter y naturaleza divina. El que conoce íntimamente a Dios, anda en su luz. (1:7). Si alguien desea saber exactamente cómo mostró Dios su amor, lo único que necesita hacer es considerar el hecho de que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que obtuviéramos por Él la vida eterna. Además, este amor no era una respuesta al amor de parte del ser humano, sino resultado de la iniciativa divina (1 Juan 4:10). Como resultado del amor de Dios, el Hijo llegó a ser la propiciación por nuestros pecados. No existe un mejor modelo de amor para los cristianos que el de Dios en Cristo. La referencia al amor de Dios en 4:9, como su amor para con nosotros, es importante para el argumento de Juan. En los vv. 12-16, muestra que el amor, experimentado entre los cristianos, puede hacer visible a Dios en medio de ellos. vv.9-11 Nadie ha visto jamás a Dios en su naturaleza y esencia divina. No obstante, en medio de la experiencia de ese amor entre los creyentes, este Dios invisible vive (permanece) de hecho en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. La palabra “permanece” es traducción del término tan característico de los escritos de Juan, (meno) la cual señala la vida arraigada en Dios. El concepto del amor divino que llega a su perfección en el creyente, bien puede dar a entender una experiencia profunda y completa de ese amor. La exposición del v.13 se relaciona en forma íntima con las ideas que el apóstol acababa de expresar. La permanencia mutua del creyente en Dios y Dios en el creyente se patentiza por la presencia del Espíritu en el creyente. La frase “de su espíritu” da a entender una participación en el Espíritu de Dios. La obediencia encauzada por el Espíritu en el creyente forma la evidencia de que este disfruta de una relación mutua y permanente con Dios, acerca de la cual escribe Juan. vv. 12-13 Transición: ahora expresemos que… II. DIOS MOSTRÓ SU AMOR A NUESTRO FAVOR AL ENVIAR A JESÚS A MORIR POR NUESTROS PECADOS. vv.14-17 Se puede deducir con toda confianza que la palabra “nosotros” de este versículo, también nos incluye. El Dios que mora en el creyente, y cuya presencia se manifiesta en medio de una comunidad cristiana que práctica el amor, se hace en un sentido realmente visible al ojo de la fe. A pesar de que “nadie ha visto a Dios”, los creyentes que “permanecen” en Él, han visto al Hijo, que se manifiesta por medio de los cristianos que aman. Los apóstoles habían “visto” la “Vida”, la cual estaba con el Padre y se les “manifestó”. Los creyentes también pueden verla en la comunidad cristiana que se caracteriza por el amor. El autor escogió con cuidado el término “vida” en 1:2, que es una referencia a la encarnación de Cristo. Sus lectores podían ser testigos oculares de la nueva manifestación de esa vida en sus compañeros cristianos. v.15.

Bajo las circunstancias aquí descritas, la confesión de que Jesús es el Hijo de Dios, es una señal de que la persona que hace tal afirmación disfruta de una relación mutua y duradera con Dios. Al vivir en un ambiente de mutuo amor cristiano, el creyente recibe un conocimiento personal del amor divino y una experiencia nueva de la fe en ese amor. La última parte del verso 16 se debe considerar como la conclusión del párrafo, en lugar del inicio del siguiente. De nuevo, Juan afirma la realidad de la experiencia de “permanecer” en Dios, disfrutada por todo cristiano que ama. El escritor no se refiere con estas palabras a un juicio final en el que se pone en duda el destino eterno de cada creyente. No hay tal juicio para el cristiano, sino que tiene que ver con la evaluación que se hará de la vida del creyente ante el tribunal de Cristo. Sin embargo, aun en esa ocasión solemne, el creyente puede tener confianza de que Dios aprobará la calidad de su vida, si por medio del amor ha seguido siendo como Él mientras estuvo en este mundo. El cristiano que no ama, no es como su Señor y puede esperar una reprensión y pérdida de recompensas ante el “Tribunal de Cristo”. Pero el creyente que practica el amor es aquel en el cual la obra del amor de Dios se ha perfeccionado, y cuyo fruto es la confianza ante Aquel que lo juzgará. De esta manera alcanza la meta de la confianza y no tendrá vergüenza ante Él. Ilustración: La Canción “Que Seas Mi Universo” del cantante mexicano (Jesús Adrián Romero). “Que seas mi Universo”, no quiero darte sólo un rato de mi tiempo. Ni separarte un día solamente.”Que seas mi Universo” no quiero darte mis palabras como gotas, quiero un diluvio de alabanzas en mi boca, “Que seas mi Universo” que seas todo lo que siento y lo que pienso, que seas el primer aliento en la mañana y la luz en mi ventana. “Que seas mi Universo”, que llenes cada uno de mis pensamientos, que tu presencia y tu poder sean mi alimento. ¡Oh Jesús, es mi deseo que seas mi Universo! No quiero darte sólo parte de mis años, que seas dueño de mi tiempo y de mi espacio. “Que seas mi Universo”, no quiero hacer mi voluntad, quiero agradarte, y cada sueño que hay en mí quiero entregarte. “Que seas mi Universo”. Transición: observemos en esta oportunidad que… III. DEBEMOS ENTENDER QUE EN EL AMOR NO HAY TEMOR. vv.18-21 Si el cristiano espera con preocupación el “Tribunal de Cristo”, se debe al hecho de que el amor divino no se ha perfeccionado en él todavía. La palabra original aquí traducida como “perfecto” tiene la misma fuerza que la idea de cabalidad expresada en cap. 2:5 y 4:22. La experiencia madura del amor de Dios es incompatible con el temor, y lo elimina del corazón. Las palabras “el temor lleva en sí castigo” expresan en forma muy precisa el significado literal del texto griego (el temor conlleva un tipo de tormento que en realidad es su propio castigo). Parece irónico, pero el creyente que no ama sufre una especie de castigo precisamente porque se siente culpable y tiene miedo de enfrentarse a su Juez. Tal clase de temor limita el proceso de alcanzar el amor perfecto o completo. Pero el cristiano que ama no tiene nada que temer y, por consiguiente, se libra del tormento interno que puede traer consigo la falta de amor. No obstante, el amor del creyente es esencialmente un resultado. El creyente que ama a otros creyentes también ama a Dios y, al estar ante su Juez, simplemente no tendrá temor, porque reconoce que su amor se origina en el amor que Dios le tiene a él. Si alguno dice que ama a Dios, pero aun aborrece (descuida, desatiende) a su hermano, hace una afirmación falsa: es mentiroso. Juan señala a menudo las afirmaciones falsas con la palabra “mentiroso”. El amor hacia el Dios invisible, sólo se puede expresar en forma concreta a través

del amor hacia el hermano cristiano visible. Además, el mandamiento de Dios ha agrupando las dos clases de amor, el que es hacia Dios y el que es hacia el hermano. Transición: por tal razón, resumamos este mensaje diciendo lo siguiente… I.H.: Debemos amarnos unos a otros, porque Dios nos mostró su amor al enviar a Jesús a morir por nuestros pecados. Por tanto, entendamos que en el amor no hay temor. Transición: concluyamos expresando que… Conclusión: Es nuestro deber amarnos unos a otros, porque de esa manera estaremos manifestando que hemos conocido a Dios y que el Espíritu Santo está en nosotros. Pero también, mostraremos a las personas de este mundo que el amor verdadero se encuentra en Dios. Por tanto, amémonos de corazón y no de palabras, sino en verdad. Aplicaciones: • •

Si en realidad conocemos a Dios, amemos a las demás personas. Amar a nuestro prójimo no es una opción, sino un mandato.

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