Amor en el atardecer de la existencia

estaba invitado por la reina Sofía para dar un ... los hospitales, él la vio venir y le pre- guntó: ¿querés que dé un ... Era para los hospitales de la municipalidad ...
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espectáculos

| Miércoles 9 de abril de 2014

Miércoles 9 de abril

Nº8

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ISBN 978-987-1888-45-0

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Nº9

Pescados y Mariscos

Próxima entrega miércoles 16 de abril

Amor en el atardecer de la existencia la laguna dorada. Claudia Lapacó y Pepe Soriano

protagonizan una conocida historia de amor Viene de tapa

Es la primera vez que Pepe Soriano y Claudia Lapacó trabajan juntos y demuestran un enamoramiento sumamente atractivo. Ella asegura estar absolutamente encantada de trabajar con Pepe, y el actor explica: “Es que nos encontramos muy bien porque los dos queremos lo mismo del teatro y queremos ejercerlo con el mismo pensamiento. Ponemos toda nuestra energía y nuestro amor por la vida, ahí arriba. Y es como cuando dos personas hacen el amor: es plenitud”. Cuando el proyecto comenzó a tomar forma, el año pasado, Lapacó fue la primera actriz a quien convocó la producción. Ella estaba con otros proyectos y debió decir que no. “Fue muy emocionante que volvieran a llamarme –cuenta–. Es una obra absolutamente deliciosa. Me da mucho placer poder contar una historia de amor de 48 años; no es fácil que gente grande viva junta, durante tanto tiempo, y con alegría.” Soriano afirma con mucha seguridad que, dentro del teatro comercial, es una pieza que corresponde “a una suerte de dignidad de trabajo”. “No es un clásico, tampoco se trata de una búsqueda intelectual. Aparece la ternura, algo que todo el mundo necesita. Aun el que protesta en la calle todos los días está pidiendo que lo quieran, que le aumenten el sueldo, que le den una vivienda mejor. Está demandando lo que cualquier ser humano pide: quiéranme, mírenme, no me ignoren. Y cuando la gente va al teatro y encuentra una porción de eso, conmueve mucho.” El encuentro con estos exquisitos intérpretes adquiere unos ribetes inesperados. Ambos hablan de su profesión con una pasión inusitada. Soriano acerca anécdotas de su historia actoral que tienen una profunda riqueza, como su amistad con Fernando Fernán Gómez en España; su trabajo en El inglés, de Juan Carlos Gené. Hay dos piezas que le encantaría volver a hacer: Frank V, de Friedrich Dürrenmat, de cuyo montaje participó en el teatro Ma-

ría Guerrero de Madrid, con dirección del autor, y La nona, de Roberto Cossa. “Cuando salgo de una función, la gente se acuerda de cuando decía longaniza o provolone. Y como siempre estoy pergeñando alguna cosa de costado, me desperté el otro día, y dije: «La nona. ¿Qué pasa si hago La nona?»” Su entusiasmo es mucho y, además, contagioso. Tiene 85 años, lo confiesa con mucha soltura, y una vitalidad impresionante. Claudia Lapacó lo escucha con gran admiración y sigue su discurso con mucha atención y hasta aporta ideas para que pueda concretar esas ganas de seguir en el escenario. “Es que somos muy parecidos. A mí me apasiona lo que hago. Espero poder trabajar hasta el día de mi muerte. La vida me demostró que no todo lo bueno está en la juventud. Que siempre hay un rol que uno puede hacer. Y, además, en esta semana, siento que me han mimado muchísimo. Acabo de hacer el primer unitario de Santiago Loza –Doce casas, historias de mujeres devotas– en la TV Pública, junto con la maravillosa Marilú Marini y hasta me reencontré con Claudio Tolcachir, con quien hicimos juntos La profesión de la señora Warren (en el Regio), en el momento en que él estrenaba La omisión de la familia Coleman y dio un salto importantísimo. Lo he pasado tan bien. Y en dos semanas sale otro unitario del que soy protagonista, La celebración. Hago poca televisión porque, en general, estoy haciendo teatro y no me gusta hacer las dos cosas a la vez. Pero éstos fueron unos días de hacer, de divertirme y de disfrutar el talento de esos jóvenes creadores.” La TV sin tiempo Pepe, por su parte, sigue el discurso de Claudia expectante y comparte con ganas su felicidad. Pero esa movilización que a ella la lleva a hablar del mundo televisivo, a él le provoca una dura reflexión. Él hoy no quiere hacer TV. “Son muchas etapas cumplidas. No aspiro a tantas cosas, como antes. Algunas las logré, otras

no. Hay un tránsito hecho. Lo que quiero es que se dignifique la profesión. Que mis compañeros digan con orgullo que hacen televisión. Que no tengan vergüenza. En realidad, no se quejan porque el libro es bueno o malo. No tienen tiempo. Te dan el libro esta noche y lo tenés que hacer mañana. La pregunta es: ¿cómo se hace? Obviamente las quejas de las que hablo son en ámbitos reservados.” Pero claro, esa reserva la hace pública y hasta con cierto dolor. “De acá a diez años vamos a ver cambios importantes – confiesa el actor–. Yo voy a quedar afuera. Lo que me importa es que la televisión cambie. Vamos a lograr hacer un capítulo en una semana. Entonces, el actor se sentirá feliz porque, en esos días, encontrará esa palabra, ese gesto, que le haga descubrir su personaje. Uno está grande para hacer papelones. Pero las cosas van a cambiar. Hay ciclos, como dice Claudia, que van mejorando y vamos a llegar al nivel que corresponde. Hasta ahora ha triunfado el concepto Suar. El día que él, con Poliladron, le quitó una línea a la cámara, a la pantalla, la imagen fue diferente. Esto es un mérito de él. Pero con las historias tengo problemas. Él dice que son todas suyas, si fuera así sería Shakespeare. Yo no estoy de acuerdo con esas historias, porque él no tiene una gran formación teatral. No ha sufrido arriba del escenario la dificultad de decir: ¿cómo se resuelve esto?” La reunión con estos artistas puede resultar interminable. Son tantas las anécdotas, las aventuras maravillosas de las que han participado, que el tiempo parecería no querer detenerse. Y está bueno, cuando lo que aflora es esa rica historia del espectáculo argentino.ß

La laguna dorada Dirigida por Manuel González Gil Metropolitan Citi, Corrientes 1343. Miércoles y viernes, a las 20; sábados, a las 22, y domingos, a las 19

Lapacó y Soriano, con mucho teatro a cuestas

marcelo gómez

Bruno Gelber, en la apertura de la temporada de Amijai

Estrenos animación, amor y ficción

gaTo nEgro // argEnTIna

hoMEnajE. El pianista presentará hoy un

De Gastón Gallo. Con Luciano Cáceres y Leticia Brédice. Un hombre lucha desde su infancia hasta su adultez por torcer su destino en una sociedad que siempre le fue hostil.

programa basado en sonatas de Beethoven

Albino Gómez PARA LA NACION

Hoy se le tributará un merecido homenaje a Bruno Gelber en Amijai, en el que se le entregará una placa conmemorativa tras un acto organizado por una comisión de notables. Conozco a Bruno Gelber desde hace más de cuarenta años, y de nuestros encuentros recuerdo el último, que tuvo lugar en Estocolmo mientras yo me desempeñaba como embajador en Suecia, que fue muy grato porque lo acompañé sentado a su lado en un par de ensayos, además de escuchar con fruición su concierto. También recuerdo nuestra charla en Washington DC en el 80, cuando lo visité en una “suite” del famoso edificio Watergate, que tenía la ventaja de estar prácticamente al lado del John F. Kennedy Center For The Performing Arts, lugar de los cuatro conciertos que ofreció en Washington. La “suite”, con piano y todo, le fue cedida por el entonces director permanente de la orquesta sinfónica, Mtislav Rostropovich, y sus ventanales daban el río Potomac. Conversé con un Gelber seguro, maduro, cálido, humilde y muy argentino, a pesar de su trajinada vida internacional. Por eso desearía aprovechar esta oportunidad para transcribir algunas partes de su valioso testimonio. Entre otras cosas, me contó que entre octubre y noviembre había hecho un total de 22 conciertos, recordándome que había comenzado aquí en 1966 y que después tocó una sola vez en 1967 en Nueva York en el Carnegie Hall. Fui yo quien le recordó que en aquella oportunidad el famoso crítico de The New York

Times Harold Schonberg dijo que era “el vivo reflejo de Rubinstein”, lo cual le valió que en 1968 fuera invitado a Nueva York para las grandes performances y después a Washington. Así fue que después de 1968 ya estaba allí en plena carrera. Cuando le pregunté cómo era su vida en París y en Europa, me dijo que como todos los concertistas vivía lo excepcional como natural y lo natural, excepcionalmente. Vale decir que lo natural era para él estar entre aviones, gente nueva, cuartos distintos. Tan era así que de pronto se despertaba de noche y no se acordaba en qué ciudad estaba. En cuanto a sus planes inmediatos, tenía tres conciertos en Suiza y luego iba a Viena, Munich, Fráncfort, Trieste y Madrid, donde estaba invitado por la reina Sofía para dar un concierto. Luego serían Amsterdam, La Haya, Berlín y después dos festivales en Francia y Londres. Cuando le pregunté si iba a tomar vacaciones, me contó que afortunadamente sería en Buenos Aires, donde llevaba realmente una vida linda. Vivía en la casa de su madre. Estudiaba cosas nuevas, no tenía que organizar nada. Y ahí estaba lo excepcional para él: poder quedarse en un lugar sin ir y venir con valijas. Adoraba estar en nuestro país y le ocurría algo para él todavía increíble: iba a un negocio y la persona que lo atendía lo reconocía y le pedía un autógrafo. Lo paraban en la calle. Y esto no era común en artistas que hacen música clásica, que no trabajan el género popular. Yo le pregunté a qué lo atribuía: él consideraba eso algo casual, porque cuando en el 76 lo llamó una amiga suya y le dijo todo lo que faltaba en

Gelber y una relación particular con la música los hospitales, él la vio venir y le preguntó: ¿querés que dé un concierto a beneficio? Por supuesto, le dijo que sí. Era para los hospitales de la municipalidad, y él sintió que tenía que hacerlo, porque pensaba que un artista no tenía que estar comprometido con lo político, pero sí con lo social. Recaudaron 98.000 dólares. Le pregunté cómo se sentía frente al público y dijo que cuando daba un concierto se preparaba también espiritualmente. Hacía concentración para estar en situación de inspiración, porque no se podía pasar de una cosa a otra, de la rutina al concierto. Y para que me contara de manera práctica y directa le pregunté qué haría para el concierto de esa noche y me dijo que almorzaría liviano, luego estudiaría, más tarde descansaría y haría relajación, respiración, concentración. Es decir, entraría en “capilla”, como los toreros. Era como un rito, porque tenía que entregarse al público con toda su alma. Estaba la parte física; la parte intelectual, que era el conocimiento de la obra, y la parte espiritual de entrega total a la obra y al pú-

blico. Tratar de ser tan transparente como para que la obra pasara de la manera más auténtica al público. Debía transformarse en un instrumento sensible, vivo, para transmitir la obra de arte y darla a quienes la esperaban. Entonces podía ocurrir que el teatro se cayera abajo de aplausos, pero en el momento en que ello ocurría no lo podía disfrutar enteramente, porque todavía estaba en otra cosa. No podía estar en la vanidad que da el aplauso y en la dimensión espiritual que es la entrega. Una cosa o la otra. Recién disfrutaba del aplauso horas después, con el recuerdo. En cuanto a su relación con los autores, me dijo que era estrictamente musical, porque la música era un idioma clarísimo para él. Y nada le decía de ellos más que sus propias obras. Nada le decía más de sus estados de ánimo que leer las partituras. Mucho más que cualquier biografía. Respecto de la inspiración, me contó con toda honestidad que no siempre se tenía. Pero que cuando le faltaba trataba de autoestimularse

archivo

mediante recuerdos de paisajes, de personas queridas, de cielos vistos desde algún avión, de olores gratos. Siempre recordaba ese olor, mezcla de humedad y madera, que había en la casa de Scaramuzza en Lavalle y Ayacucho. No fumaba, no bebía alcohol, no tomaba café y se cuidaba mucho físicamente, porque el cuerpo era el receptáculo del alma. Trataba de preservarse de todo lo dañino. Y conocía sus límites. Para poder tener conciencia e iluminación, para poder ser el medio por el que pasaba la música, había que vivir de una manera muy especial, muy cuidadosa. Pero eso le daba tanta felicidad que no le importaban los sacrificios, porque ningún goce humano, ningún placer era comparable a ese momento de la transmisión al público de las obras de los grandes artistas. ß El autor es escritor, periodista y diplomático

Bruno Gelber Sonatas de Beethoven Comunidad Amijai, Arribeños 2355. Hoy, a las 20.30

rIo 2 // ESTadoS unIdoS

De Carlos Saldanha. Animación en 3D. Esta secuela encuentra a Perla, a Blu y a sus tres amigos iniciando un viaje por el Amazonas, donde dejarán atrás la vida domesticada de la ciudad.

laS noVIaS dE MIS aMIgoS // ESTadoS unIdoS

De Tom Gormican. Con Zac Efron y Michael B. Jordan. Tres amigos deciden hacer un pacto, luego de que uno de ellos sufrió un revés romántico, y promete mantener su soltería durante el mayor tiempo posible.

una daMa En ParÍS // FranCIa-ESTonIaBÉlgICa

De Ilmar Raag. Con Jeanne Moreau y Laine Mägi. Una anciana estoniana que vive en Francia es cuidada por una joven inmigrante de su país, y entre ambas se producirá una cálida amistad.