domingo 27 de julio de 2014
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Alimentos El campo de batalla del siglo XXI La explosión demográfica, los desarrollos biotecnológicos y las transformaciones culturales han convertido a la alimentación en un área atravesada por conflictos, controversias geopolíticas y el desafío de alimentar, en 2050, a una población mundial de 9000 millones de personas Nora Bär La NaCiON
E
l 23 de junio pasado, la tapa de Time mostraba una espiral de manteca tentadoramente iluminada sobre fondo negro. Para promocionar su producción periodística, la revista había elegido un término sugestivo: “El fin de la guerra contra la grasa”. Esta metáfora belicista no hace más que reflejar las pasiones que enciende el tema de la alimentación. Pocas esferas de la actividad humana atraviesan todos los planos de nuestro universo cultural –desde la economía hasta la tecnología, la psicología, la medicina y la ecología– y a su vez están atravesadas por controversias tan acaloradas. En esta ensalada de conflictos, se enfrentan vegetarianos contra car-
nívoros, partidarios de la agricultura orgánica contra defensores de los organismos genéticamente modificados, industrias contra sanitaristas... y todo sazonado por el desafío de producir suficiente cantidad de comida para abastecer las demandas de una población creciente que, se calcula, podría llegar a los 9000 millones de personas en 2050. Una dieta difícil de digerir. Diez mil años de agricultura y cría de animales de consumo nos permitieron gozar de una continuidad desconocida para nuestros antepasados cazadores-recolectores, pero a un costo: una dieta basada en pocos alimentos (entre los que sobresalen los cereales), mayormente industrializados, y que llegan a nuestra mesa gracias a complejas cadenas de distribución. Continúa en la página 4
martín balcala
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Cristina Fernández (Sudamericana), de Laura Di Marco, reconstruye los lazos que unen la historia personal, familiar y política de la Presidenta. Aquí, un fragmento que incursiona en la infancia, la etapa menos conocida de su vida
El certificado de nacimiento asegura que Cristina Elisabet Fernández llegó al mundo el 19 de febrero de 1953, al mediodía. Pero no nació en un sanatorio ni en un hospital, sino en la casa de una partera. La comadre vivía a unas pocas cuadras de la precaria vivienda alquilada de la calle 4 y 32 en la que habitaba la familia de Ofelia Wilhelm, su mamá, quien por entonces era una joven de apenas veinticuatro años y estaba soltera. El embarazo y la maternidad sin casamiento, a principio de los años cincuenta, fue un cimbronazo: un ramalazo de vergüenza para los Wilhelm, que lo vivieron como un escándalo y, al principio, hasta como
una tragedia. La propia Presidenta le confesaría, muchos años más tarde, a Sandra Russo, su biógrafa oficial, que nadie en su familia se había tomado el trabajo de informarle sobre su condición de hija natural. Ella sola lo descubrió, comparando fechas, cuando ya era una mujer adulta y tenía sus propios hijos. […] Los Wilhelm siempre habían sido pobres. Una carencia de la que sólo saldrían seis años más tarde gracias a Eduardo Fernández, que ya era propietario de un colectivo: todo un capital para la época. Los padres de Fernández, además, tenían vacas y algunas tierras en City Bell, un patrimonio que para la familia de Cristina
era casi un sinónimo de riqueza. Fue él quien compró un terreno y luego construyó una casita americana para su nueva familia política en la 523 bis entre 7 y 8, un barrio para la clase media. Lo apodaban “el Colorado” por su color de piel, o “el Tarta” por sus problemas para expresarse. Sin embargo, para aquel ascenso social todavía faltaba mucho en febrero de 1953. Eso recién se produciría hacia fines de 1958 junto con el casamiento del colectivero con Ofelia Wilhelm. La madre de Cristina se casó con Fernández embarazada de Gisele, su segunda hija, quien llegó al mundo el primer día de 1959. Continúa en la página 5