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25 años de la reunificación entre dudas identitarias
ALEMANIA PONE A PRUEBA SU LIDERAZGO Alemania acaba de festejar los 25 años de su reunificación. Este cuarto de siglo se cumple en un momento de particular importancia para el país de Angela Merkel. Porque Alemania destaca al frente de Europa en todas y cada una de las crisis a las que se enfrenta el Viejo Continente, y en Berlín cada vez se tiene más asumido el liderazgo germano a nivel internacional. Sin embargo, el aniversario del cuarto de siglo de la reunificación también llega en una etapa de dudas sobre la identidad alemana planteadas por la crisis de los refugiados. Salvador Martínez (Berlín)
por lo que ocurre fuera de sus fronteras. Ha terminado el tiempo en el cual, según los térl 3 de octubre se celebró la fies- minos del diario conservador Frankfurter Allta nacional alemana, pero los fes- gemeine Zeitung o del periódico más libetejos de ese día han sido muy di- ral Tagesspiegel, Alemania era “una isla” de ferentes a las celebraciones de satisfacción. Así describían estas publicaaños anteriores. Porque ya se ha cumplido ciones a su país en 2013. un cuarto de siglo desde que dejaran de exisDe un tiempo a esta parte vienen sobrantir como tales la Alemania Occidental y la do los motivos para preocuparse en AleAlemania Oriental. Los festejos se han de- mania por cuanto ocurre fuera de las fronsarrollado en un importante momento para teras germanas. Primero fue la crisis en el la identidad de una nación germana todavía este de Ucrania y la belicosa Rusia de Vlaen proceso de reconocimiento pleno del po- dimir Putin; luego vino el tercer rescate a der de su país en la escena internacional. De Grecia y la consiguiente operación de salahí que, pese a que son éstas fechas propi- vamento del euro y, después, estalló una cricias para la celebración, el debate en la so- sis de los refugiados que encuentra su oriciedad germana presta más atención a los gen en la guerra civil en Siria. Todo esto esnumerosos dossieres que ocupan a las élites tá exigiendo una creciente presencia geren Berlín. mana en la escena internacional. “AlemaPor supuesto, no han pasado desapercibi- nia se ha quedado sola en la cabina de mandos los actos conmemorativos en la Puerta do de la Unión Europea”, reconoce en dede Brandeburgo ni en la East Side Gallery, claraciones a EL SIGLO Josef Janning, experese fragmento del muro de Berlín todavía en to de la oficina berlinesa del think tank eupie y pintado por artistas internacionales. Sin ropeísta Consejo Europeo de Relaciones Exembargo, estos días la prensa alemana se ha teriores (ECFR, por sus siglas en inglés). venido preocupando sobremanera por el es- “Francia ha perdido mucha influencia en cándalo del consorcio automovilístico Volks- los últimos años y el Reino Unido, que no wagen –cuyas millonarias consecuencias aún forma parte del euro y que todavía tiene que se desconocen–, la persistente y dramática posicionarse claramente sobre su relación crisis de los refugiados y el interminable flu- con la UE, está prácticamente fuera del projo de demandantes de asilo que entran a dia- ceso de toma de decisiones comunitario”, rio en el país de Angela Merkel. Entre otros explica Janning. asuntos, la crisis en Siria también ocupa la Para él, “el liderazgo alemán en Europa atención de los alemanes. Éstos, a buen se- lleva tiempo poniéndose de manifiesto”, aunguro, se sienten cada vez más interpelados que sólo desde hace poco pueden leerse y
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La República Federal Alemana se encuentra en proceso de adaptación
escucharse afirmaciones de expertos tan meridianamente claras como las que ofrecía hace unos días al diario de centroderecha Die Welt Eberhard Sandschneider, politólogo, profesor universitario y director del Instituto de Estudios del Consejo Alemán de Relaciones Internacionales. “Alemania es una potencia mundial”, decía este experto en una entrevista. “Es difícil encontrar un problema internacional en cuya solución Alemania no esté implicada”, agregaba. No en vano, la revista estadounidense Forbes lleva años poniendo a la canciller Merkel en lo más alto de su conocido ranking anual de “mujeres más poderosas del mundo”. En las últimas nueve clasificaciones, Angela Merkel ha encabezado hasta ocho veces dicho ranking. Sólo en 2010, la primera dama estadounidense, Michelle Obama, consiguió arrebatarle a la canciller el primer puesto. La canciller ha recibido no pocos halagos internacionales desde que este verano estallara la crisis de los refugiados. Su política ha consistido en abrir la puerta a quienes hu-
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a un nuevo rol determinado por su cada vez mayor poder en la escena internacional.
25 años después de la reunificación las celebraciones de este año se han visto empañadas por las crisis que atraviesa el país.
yen de la guerra y el terrorismo islámico en Oriente Próximo. “El derecho del asilo político no tiene límite de números de asilados”, recordaba la canciller a principios de septiembre. “Como país fuerte y saludable económicamente, en Alemania tenemos la fuerza de hacer lo que es necesario” para asistir y “asegurar cada persona que busque asilo tenga un trato justo”, añadía. Con esas ideas, Alemania ha dado un paso al frente en Europa, haciendo olvidar mucha de la aprensión generada en no pocas partes del sur continental por la dura actitud del Ejecutivo germano frente a Grecia en las últimas negociaciones entre Atenas y sus acreedores internacionales. Sobre el tema de los refugiados, Jannis Hagmann, editor del diario izquierdista berlinés Die Tageszeitung, dice a EL SIGLO que Merkel, en realidad, ha actuado más guiada por realpolitik que por cualquier otro motivo”, puesto que, según se pregunta este periodista, “¿qué podía hacer realmente la canciller ante semejante afluencia de gente?”. Aun así, el modo en que Merkel ha reaccionado está trayendo importantes consecuencias, incluidas algunas que alteran el tradicional y discreto papel germano en la escena internacional. Porque hasta hace bien poco, en la Alemania reunificada, el poderío económico no era sinónimo de capacidad de guiar la agenda del Viejo Continente. L El liderazgo alemán y la actual fortaleza económica germana no son sinónimo de tranquilidad existencial para el país de Angela Merkel. Al contrario, la Alemania reunificada hace 25 años todavía anda afinando cualidades identitarias. De no ser así, en el marco de la crisis de los refugiados, Jochen Bittner, editor del semanario liberal germano Die Zeit, no habría escrito que “para acomodar a tantos demandantes de asilo, el país tiene que decidir sobre su propia identidad”. A este periodista, como a muchos miembros de su generación, todavía le cuesta decir que “está orgulloso” de ser alemán. “Los alemanes somos muy desconfiados con los sentimientos colectivos” porque “no queremos, nunca más, ser seducidos con una imaginaria grandeza nacional o incluso por una identidad nacional”, ha señalado Bittner en uno de sus recientes artículos. Los fantasmas del III Reich nº 1125. 5–11 de octubre de 2015
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siguen visitando a los alemanes cuando se trata de pensar en el poder de su país. Con la llegada masiva a Alemania de demandantes de asilo sirios, también ha emergido el debate del papel que debe jugar el islam en la sociedad alemana. La canciller ha señalado que la religión musulmana “pertenece sin duda a Alemania”, una afirmación que Petra Becker, investigadora del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP, por sus siglas en ale-
mán), considera una muestra de valentía política. “En esto, Merkel fue valiente”, porque “hay mucha islamofobia en Alemania y esto tiene influencia en la toma de decisiones políticas porque la opinión pública juega un papel muy importante”, explica esta experta a EL SIGLO. Esa fobia al islam también existe “y mucho, en el partido de Merkel, la Unión Cristiano Demócrata (CDU)”, se adhiere Becker. Prueba de ello es que destacadas perso-
Merkel cumple diez años en el poder sin nadie que le haga sombra.
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A título personal, la canciller alemana Angela Merkel también está de enhorabuena estos días. No porque con ella en el Bundeskanzleramt cumpla la Alemania reunificada 25 años, sino porque este otoño la lideresa democristiana cumple una década al frente del Ejecutivo. Desde que reivindicara la victoria en las elecciones de 2005, Merkel ha sabido imponerse hasta en otras dos citas con las urnas. En virtud de esos éxitos forma parte del selecto club de cancilleres que han salido tres veces triunfales de unas elecciones generales y que incluye a los también conservadores Konrand Adenauer y Helmut Kohl y al socialdemócrata Hel48
mut Schmidt. Su partido, la CDU, goza de un estado de forma envidiable en términos políticos. Merkel “no tiene quien le haga competencia en política”, según dice a EL SIGLO Peter Matuschek, investigador del instituto de estudios de opinión Forsa. Con ella indicando el camino a seguir, “la CDU es, sin lugar a dudas, el partido más popular de Alemania”, y de ahí que las encuestas de intención de voto le sean muy favorables. Bien es cierto que la popularidad de Merkel, y la de su partido, se han visto mermadas por las dimensiones que está tomando la problemática de los refugiados. “La gente se está dando cuenta de que incluso la
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canciller no puede resolver el problema de los refugiados de un plumazo”, según Manfred Guellner, otro analista de Forsa. Sin embargo, Merkel sigue siendo la más popular. A nivel internacional, su imagen ha ganado muchos enteros y de ahí que haya rumores sobre su futuro como secretaria general de Naciones Unidas, algo a lo que el Bild daba suficiente credibilidad como para publicar hace unos días una información al respecto. En el pasado también se decía desde ese diario que a los 60 años, la canciller dejaría la política. Pero ahí sigue, con 61 primaveras, dominando el paisaje político europeo.
nalidades democristianas no sólo estén criticando ahora la política de acogida a refugiados de Merkel, sino que también los haya, como Edmund Stoiber, otrora presidente de Baviera y todavía influyente personalidad de la conservaduría germana, que reivindican sus diferencias respecto a la canciller en esta materia. “No hago de esa frase algo mío”, decía Stoiber al diario populista Bild, aludiendo al “islam pertenece sin duda a Alemania” de Merkel. “El islam no es central en la cultura alemana y tampoco es central en nuestra historia intelectual ni en nuestra tradición”, añadía este veterano político conservador. La crisis de los refugiados, en realidad, se ha convertido en una ocasión para reivindicar qué tipo de país es Alemania. En este contexto ha ganado todo su sentido la aseveración relativa al islam de Merkel. Igualmente tiene gran significado que la canciller haya señalado que en “su” Alemania “no se va a pedir disculpas por mostrar un rostro amistoso en una situación de urgencia” como la que viven los millares de personas que entran como pueden en Europa procedentes de Oriente Próximo. Por otro lado, la jefa del Gobierno germano ha repudiado las acciones violentas y de rechazo a los refugiados que también se están registrando en el país, aunque éstas constituyen un fenómeno minoritario. Su portavoz, Steffen Seibert, ha llegado a manifestar que es “asqueroso cómo grupos extremistas de ultraderecha y neonazis tratan de difundir su mensaje de odio alrededor de los lugares que dan cobijo a los refugiados”. Según datos policiales de la semana pasada, los ataques contra refugiados ya se han doblado respecto al año pasado en Alemania, superando el medio centenar. Se han detenido a dos decenas de personas involucradas en esos ataques y otro medio millar han sido identificadas. Pese a que Alemania en su conjunto está dando un recibimiento ejemplar a los refugiados, son recurrentes las noticias sobre este tipo de agresiones, que incluyen incendios provocados en residencias destinadas a asilados. Aún no se han registrado víctimas mortales en este tipo de actos, pero los hay que creen que, lamentablemente, es cuestión de tiempo el que una de estas residencias arda con refugiados en su interior. ●