Alarma en Corea por los “ciberadictos”

12 dic. 2010 - centenar de hospitales. El plan in- ... Trabajo de Adicciones del hospital. Alvarez, a LA ... del hospital Pirovano, coincidió con el pronóstico.
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CULTURA

I

Domingo 12 de diciembre de 2010

USO COMPULSIVO DE INTERNET s PASAN HORAS CON JUEGOS O CHATS

Alarma en Corea por los “ciberadictos” Dos millones de personas, la mayoría de menos de 18 años, estarían bajo esa categoría; inquietud en Seúl por el rendimiento escolar PATRICIO BERNABE ENVIADO ESPECIAL SEUL.– Un matrimonio joven deja morir de inanición a su beba de tres meses por permanecer todo el día en un cibercafé, donde participaba de un juego en el cual había que alimentar a un niño... virtual. Un joven de 22 años mata a golpes a su madre, que lo había retado por pasar horas y horas frente a la pantalla, “prendido” a un entretenimiento que pagaba con la tarjeta de crédito de ella. Ambos casos ocurrieron este año en Corea del Sur. Fueron situaciones extremas, terribles, que causaron conmoción en ese país, uno de los de mayor acceso a Internet, donde casi el 90% de los hogares está conectado a la Red, existen cibercafés abiertos las 24 horas y el ingreso al mundo de la Web ocurre a temprana edad. Según cálculos oficiales, hay dos millones de coreanos –sobre una población de 49 millones– que estarían dentro de la clasificación de “adictos a Internet”, la mayoría de ellos jóvenes de menos de 18 años, que, como mínimo, permanecen unas tres horas diarias frente a la pantalla conectados a juegos en línea o chats, período que

puede extenderse incluso hasta 17 por día, y que los aísla totalmente del entorno. “Estos excesos llevan a una gran confusión entre el mundo real y el mundo virtual. De agravarse, podría obstaculizar el potencial del país y la integración de la sociedad”, señaló Shin Young-Sook, directora de Cultura e Información del Ministerio de Administración Pública y Seguridad surcoreano, a LA NACION. Los chicos adictos suelen tener problemas en la escuela, descuidan sus obligaciones, sufren insomnio, ansiedad y depresión. Y no se trata de un dato menor. Más bien es otra señal más que preocupante para una sociedad que hace de la educación un culto, en la que un alumno, para no dar ventajas a sus compañeros, puede dedicarle a su estudio hasta 14 horas diarias, tomar clases particulares y utilizar los sábados y domingos para repasar o avanzar en los textos. Esas exigencias se ven reflejadas en los excelentes resultados de los estudiantes coreanos en el estudio PISA, que se realiza cada tres años.

La adicción a Internet es, por lo tanto, una voz de alerta para las autoridades de Seúl. Además de llamar la atención de los padres, el gobierno ya estableció una red de 140 centros de asesoramiento y programas de tratamiento en un centenar de hospitales. El plan incluye la presencia de consejeros en las escuelas primarias, para que los chicos sean advertidos de los riesgos del uso excesivo de la Web.

Una batalla conjunta “Nosotros, las autoridades, no podemos dar esta batalla solos. Las compañías de entretenimiento, que ganan mucho dinero con esta actividad, deben asumir la responsabilidad pública que les corresponde, y trabajar junto con el gobierno, las organizaciones no gubernamentales, los padres y con los medios de comunicación”, dijo Shin. El Ministerio de Cultura surcoreano mencionó la posibilidad de imponer horarios de cierre por la noche para el acceso a juegos populares en

línea, que podría regir desde fin de año. Desde las 20 hasta las 8, ese ingreso estaría desconectado. Además, se solicitará a los principales proveedores de juegos un mayor control de los usuarios, a través de códigos de identificación, y se instalarían programas en las computadoras para la restricción del acceso. La inquietud que generó este fenómeno llevó a las autoridades a crear campos de recuperación especiales para los casos más extremos de adicción, en los cuales se interna a los jóvenes (el tratamiento es pagado por el gobierno) por un mínimo de tres días, que pueden ser hasta 12, durante los cuales permanecen aislados de las computadoras y con uso limitado del celular. Los campos, alejados de las ciudades, pueden recibir hasta 18 jóvenes por vez. Con una estricta vigilancia, se les imparte una rigurosa rutina de ejercicios físicos al aire libre y actividades grupales, que comprenden hasta el lavado de sus ropas o el aseo de sus habitaciones, con el objeto de crear lazos de confraternidad con sus pares y aprender a vivir en un “mundo real”, lejos de Internet.

En la Argentina, una creciente inquietud Las consultas aumentaron un 80% en un año; se resiente la atención de los chicos en clase Aún lejos de la gravedad que representa el fenómeno en Corea del Sur, la adicción a Internet –que también preocupa a China, Estados Unidos, Canadá y Holanda, entre otros países– es en la Argentina un fenómeno creciente, que ya genera cierta inquietud. “Las consultas están aumentando en forma acelerada. En nuestro servicio crecieron un 80% con relación al año pasado. Es una tendencia que venimos viendo desde hace varios años y nos hace adaptar los tratamientos”, señaló Alberto Trimboli, coordinador general del Grupo de Trabajo de Adicciones del hospital Alvarez, a LA NACION. El especialista señaló que bajo el

“paraguas” general de la adicción a Internet se dan varias “subcategorías”: la adicción al sexo virtual (cibersexo), a las compras (con la posibilidad de hacerlo online, sin horarios), a los juegos en línea, al chat y al trabajo, “porque ahora uno también se puede llevar la oficina a la casa, con lo cual poner un límite cuesta más”. Trimboli apuntó que para calificar a alguien de “ciberadicto” no hay que tener en cuenta solamente la cantidad de horas que pasa frente a la computadora, sino en qué momento esa actividad se transforma en compulsiva. “Esto quiere decir que la persona no puede dejar de hacer esa actividad cuando lo decide.”

“En el caso específico de los chicos, puede repercutir no sólo en el rendimiento escolar, sino también en el aspecto social y familiar”, añadió. En esos casos, “es imposible realizar el tratamiento sin la familia, y en algunos casos sin los maestros”. Por su parte, Inés Dussel, investigadora en educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), coincidió en que hay una preocupación incipiente. “Muchas madres comentan que los chicos van casi dormidos a la escuela porque la noche anterior la pasaron chateando. Eso obviamente merma la atención en clase”, afirmó. “Hay por supuesto personalidades más proclives a la adicción de

cualquier tipo, sea drogas, alcohol o Internet. Además, vivimos en una cultura que promueve la dispersión, eso de hacer varias cosas al mismo tiempo: chatear, ver televisión, leer... es muy difícil que fijen la atención en una sola cosa.” Miguel Espeche, coordinador del Programa de Salud Mental Barrial del hospital Pirovano, coincidió con el pronóstico. “Hay preocupación, tal como existe con el exceso de televisión en los chicos, que es más notoria en las clases medias urbanas”, dijo. “Faltan espacios verdes, donde los chicos puedan gastar energías; esa descarga se realiza ahora en internet, en los juegos virtuales, que son un nuevo modo de interacción”, agregó.