Abuso de ansiolíticos Síndrome de Mobbing En Argentina, la venta de ansiolíticos ha aumentado vertiginosamente. Y su crecimiento ya no se debe solo al estrés, la ansiedad y depresión, sino en principal medida a problemas laborales (mobbing). Levantarse temprano. Llegar puntual. Cumplir con las exigencias del día, son algunas de las situaciones con las que debe enfrentarse una persona que inicia su actividad a las siete de la mañana. Presiones, competencias, objetivos. Problemas económicos. La ecuación entre el desempeño y las exigencias en el trabajo son el disparador. Según cifras oficiales de la Dirección Nacional del Observatorio Argentino de Drogas (DNOAD) de la Subsecretaría de Coordinación Administrativa y Cooperación Internacional del SEDRONAR, del mes de marzo del año 2013, el consumo de ansiolíticos se intensificó en personas que tienen entre 25 y 34 años en gran porcentaje por problemas laborales, según datos sobre percepciones de riesgo que incitan el consumo. Es cierto que en algún momento de la vida todo individuo pasa por situaciones difíciles. Sin embargo, las estadísticas muestran como una de las tendencias más rápidas para buscar ese alivio inmediato, es la ingesta desmedida de psicofármacos, llamadas Benziodiacepinas o comúnmente ansiolíticos, buscando apoyo, contención y seguridad. Respondiendo a la salida más fácil ante los cambios emocionales, problemas familiares, y la presión laboral. Muchas de las consultas efectuadas corresponden a trastornos de ansiedad, estrés, síndrome de “Burn out” (cabeza quemada), pero en un gran porcentaje, debido a la insatisfacción laboral o acoso (actualmente llamado “mobbing”) Las cifras se alzan al 23.7% de la población masculina con jornada tiempo completo. (Observatorio Argentino de Drogas, año 2010). En Argentina se intensificaron las consultas y la ingesta, en forma gradual y progresiva, después de cada crisis económica y laboral que sacudieron al país. El porcentaje de aumento en las ventas ronda el 40% en los últimos 5 años en las farmacias de la ciudad de Buenos Aires, según lo informado por la médica farmacéutica Mónica Álvarez (MN 13672, UBA). Para entender la situación hay que saber que el 50% de los pacientes que consultan por primera vez a un psiquiatra llegan consumiendo algún tipo de psicofármaco, por recomendación de un amigo, o prescripción de un medico clínico, sin previo tratamiento, asegura el médico psiquiatra Guillermo Gabriel Massoni (Médico Psiquiatra, MN.7530). Según La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) (2010), las sustancias psicoactivas encarnan un ideal de la sociedad actual, en el sentido de que eliminan “rápidamente y sin esfuerzo” cualquier estado de displacer, o ayudan a mantener los estándares de rendimiento y éxito dictados por la época. Esto se manifiesta en un aumento de la automedicación pero también en un aumento de la prescripción médica, donde ya se pone en juego el lugar de los profesionales de la salud en el proceso de medicalización de la misma. En la investigación “La medicalización de la vida cotidiana”, “El consumo indebido de medicamentos psicotrópicos en adultos” (OAD, 2007), el abuso de los ansiolíticos responden a la idea de de “tapar” con la pastilla los sentimientos negativos e insatisfacciones laborales. Esta tendencia aparece también en las mujeres de sectores medios y bajos que se apartan del rol de profesional exitosa. Priman aquí valores de
“estabilidad” y “contención” antes que el logro de “equilibrio” (entre las múltiples áreas a cubrir) al que refiere la mujer profesional. El malestar está muy concentrado en lo laboral y específicamente en el “trato con la gente” dentro de ese espacio, como fuente de angustia y estrés que determina el consumo y a veces el “abuso”. ¿Cuál sería la solución? Según Massoni, la misma sería el tratamiento profesional entre la comunidad laboral y la familia. Con el seguimiento apropiado la pregunta es: ¿Qué hay que hacer para prevenir el uso desmedido de los ansiolíticos? Tiene que haber un trabajo multidisciplinario. Los psiquiatras y los psicólogos tienen que interactuar en los sectores laborales y trabajar junto a las familias. Todo esto debe tener un marco apropiado que el Estado está obligado a dar. Los medicamentos son un paliativo pero no la solución a los problemas. Las crisis son sociales, no personales, ni únicas. En materia de derechos, solo en la provincia de Entre Ríos se dictó la ley Nº 9.671 para resguardar a los trabajadores de la violencia y acoso laboral. La normativa es considerada una de las más modernas de la República Argentina. Tener inconvenientes en el trabajo puede parecer algo normal, pero lleva también a padecer cuadros de estrés que terminan siendo tratados con ansiolíticos, y a su consumo dispar y desmedido en el tiempo. Trabajar para ello en materia de salud y regulación del estado sigue siendo la consigna principal y definitoria que todavía se hace esperar. Desterrar en la charla de oficina la pregunta “hoy no tomaste la pastilla”, es entonces, todo un desafío.