1. Un día extraño

estilista de moda, ¡como su madre y su tía! Se dio la vuelta y escapó escaleras arriba, seguida por todas las palabras que había escuchado: cerrar la casa de ...
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Elena Peduzzi

una princesa en vaqueros Ilustraciones de

Federica Salfo

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Traducción de

Marinella Terzi

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www.librosalfaguarainfantil.com Título original: Milly Merletti. Principessa in jeans © Del texto: 2012, Elena Peduzzi © De la traducción: 2014, Marinella Terzi © Consultas de moda y estilismo: Elena Grappiolo © De las ilustraciones: 2012, Federica Salfo Coloreado de las ilustraciones: Alessandra Bracaglia Del diseño de cubierta: 2014, Beatriz Tobar. En base a la cubierta original de Atlantyca Dreamform s.r.l. © De esta edición: 2014, Santillana Ediciones Generales, S. L. Av. de los Artesanos, 6. 28760 (Tres Cantos) Madrid Teléfono: 91 744 90 60 Primera edición: febrero de 2014 ISBN: 978-84-204-1448-5 Depósito legal: M-34.997-2013 Printed in Spain – Impreso en España Maquetación: Javier Barbado

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)

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1. Un día extraño

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La mañana en que comenzó todo, Lily Lace sintió que iba a ser un día diferente a los demás. Se despertó por culpa del aspirador que zumbaba al otro lado de la puerta de la habitación. Miró la hora y descubrió con horror que el reloj señalaba casi las ocho. Se preguntó por qué nadie la habría llamado. ¡Se habían olvidado otra vez de ella! Resoplando, saltó de la cama, abrió la gran ventana de su habitación y de inmediato la embistió un extraño viento cálido y caprichoso, que esparció los papeles sobre el escritorio. Se vistió deprisa y corriendo con la primera ropa que encontró —unos pantalones rojos de algodón

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Capítulo 1 y una camiseta blanca—, se puso una cinta roja en el pelo y salió escopetada del cuarto. —¡Perdón! ¡Perdón! ¡Perdón! —exclamó a punto de tropezar con el aspirador que Ágata manejaba como un cortacéspedes. —Pero ¿qué sucede, mi niña? —le preguntó la asistenta. —¡Tengo que ir al colegio! —respondió Lily esquivándola mientras pensaba: ¡Escaleras abajo, rápido! —¡El desayuno, pequeña! —le recordó Ágata por encima del estruendo del aparato. Ágata era siciliana, tenía un innato sentido de lo trágico y una pasión ilimitada por las fruslerías. Todas las Navidades se presentaba con un perrito de porcelana o una figurita con forma de gato de cola larga y tiesa en la que ensartar los anillos. Ella misma colocaba los objetos en los distintos estantes de la casa y les limpiaba el polvo amorosamente uno por uno, 8 LilyLaceCS4.indd 8

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como si fueran cachorros vivos. A Lily no le gustaban, pero quería tanto a Ágata que incluso había tomado cariño a sus fruslerías. Ya en la cocina, Lily se sirvió una rebanada de pan con mermelada y la mojó en la leche. La rebanada, demasiado blanda y demasiado gruesa, se rompió en dos y se hundió en la ta­­­­za salpicando leche a diestro y siniestro. Si había algo que Lily no soportaba eran las manchas en la ropa. —¡Oh, no! —exclamó mirando su camiseta blanca. Dejó el desayuno a medias, enfiló las escaleras como un rayo y, una vez en su cuarto, se pu­so la camiseta violeta, esa en la que su tía Capelina había cosido unas maravillosas mariposas en todos los tonos de rosa posibles. Era una de sus preferidas. Luego, fue a buscar la mochila y las llaves de ca­sa —ese mismo año sus padres habían aceptado por fin darle un juego— y corrió a la calle para tratar de llegar al colegio antes de que sonara el timbre.

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Capítulo 1 Lily vivía en un barrio residencial de una gran ciudad del norte de Italia. Y, aunque la casa no estaba lejos del colegio, en pleno caos matutino podía suceder cualquier cosa. En efecto, pocos metros después del portal, un perrito peludo se separó de su dueño cruzando la cinta de su correa justo por donde caminaba ella. Lily, por evitarlo, se tropezó con la raíz de un árbol y se raspó una rodilla. Al empujar las puertas batientes del colegio rompió una de las correas de la mochila y, por si fuera poco, en clase la primera que le dirigió la palabra fue Donata. Le dijo sin más: —Hoy te la juegas. Y llegados a ese punto ya no había nada que hacer, porque cada vez que Donata pronosticaba algo, luego, inevitablemente… —¡Lily! —dijo con voz estridente la profesora en la clase de Historia. Allí estaba, lo pronosticado. En definitiva, un día de lo más extraño. Cuando Lily regresó a su casa, al mediodía, sus padres y su tía estaban en el salón. 10 LilyLaceCS4.indd 10

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Hablaban tan concentrados que no se dieron cuenta de su llegada. Ella abrió la puerta de entrada, soltó en el suelo lo que quedaba de su mochila, dejó las llaves sobre el mueble y… oyó que su madre decía una frase que la dejó helada. —El preestreno del nuevo desfile ha sido un desastre. O se nos ocurre una idea, o mejor será que cerremos el negocio. Lily dejó de pronto de moverse y de pensar. —¿Una idea? ¿Y cuándo tendría que ocurrírsenos? ¿Hoy? Falta menos de un mes para el desfile otoño-invierno —remarcó preocupada la tía Capelina. Lily dio dos pasos más, procurando no hacer ruido. Pero ¿qué estaban diciendo? ¿Cerrar la casa de modas? —¿Y mis colegas periodistas? —estalló su padre—. ¿Amenazarnos con no participar en el desfile si no ven algo nuevo, original…? ¡Después de todos estos años de trabajo! —¡Os digo que es una situación desesperada! —insistía la madre de Lily. —¡Es culpa de la crisis! —susurró la tía.

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Capítulo 1 —¡La crisis, la crisis! No es solo la crisis. Es el mundo, que está cambiando. Esperemos que… —¿Qué tenemos que esperar, Mateo? —preguntó Lugana a su marido. Al otro lado de la puerta, Lily se puso de puntillas para oír mejor. —¡Esperemos que Lily quiera ser médica! —suspiró su padre—. Así no tendrá este tipo de problemas. Lily se llevó las manos a la boca, aterrorizada. Entonces ¡el día era todavía peor de lo previsto! ¿Una doctora? ¡Ni loca! Ella quería ser una gran estilista de moda, ¡como su madre y su tía! Se dio la vuelta y escapó escaleras arriba, seguida por todas las palabras que había escuchado: cerrar la casa de modas… situación desesperada… crisis… ser médica. Estaba realmente noqueada. Subió los escalones de dos en dos, sobrepasó las habitaciones y corrió arriba, arriba, hasta el último piso de la casa. Empujó las puertas dobles cerradas con una cadena y un candado, hasta que se abrió una rendija apenas suficiente para pasar, y se deslizó a la otra parte, al refugio donde nadie más entra12 LilyLaceCS4.indd 12

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ba y que ella, en cambio, adoraba: el viejo taller de la antigua casa de modas. Entró en el cuarto oscuro guiada por la luz que se filtraba a través de las viejas persianas cerradas y se sentó en el suelo, apoyando la espalda contra la pared. Y, por fin, volvió a respirar.

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