Vivir con animales en la ciudad

landa Valbuena, abogada de la. Fundación Altarriba. “Estos ani- males necesitan correr y hacer ejercicio cada día. Mucha gente se encapricha de especies que.
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8 PROPIEDADES

EL PAÍS, VIERNES 17 DE MARZO DE 2006

HOGAR nos. “Más que del animal, todo depende de la persona”, añade. Los expertos, veterinarios y miembros de protectoras consultados consideran que en materia de animales hay esnobismo y que, además, mucha gente no tiene en cuenta la situación de sus viviendas. “Cada vez se ve más gente por la ciudad paseando con perros muy grandes. Yo me pregunto en qué condiciones deben vivir y si salen a la calle todo lo que deberían”, se pregunta Yolanda Valbuena, abogada de la Fundación Altarriba. “Estos animales necesitan correr y hacer ejercicio cada día. Mucha gente se encapricha de especies que son muy bonitas pero que no son apropiadas para un lugar como Barcelona donde abundan los pisos pequeños”, opina.

La Fundación Altarriba estima que sólo el 20% de los animales están censados y que el 50% de la población vive con algún animal

Matilde Figueroa, junto a su madre, también Matilde, con sus dos perros: Sri y Lanka.

CARMEN SECANELLA

Vivir con animales en la ciudad En el 20% de los hogares de Barcelona hay registrados perros o gatos JOSEP MARIA SARRI

Son muchos los que viven en la ciudad y deciden compartir su vida con un animal. Ello a pesar de que ahora abundan los pisos pequeños, sobre todo los de una habitación, y la gente dispone de menos tiempo. Tradicionalmente, perros y gatos han sido los animales de compañía más habituales en los hogares, pero hay quien decide tener a su lado aves, peces u otras especies no tan comunes, como hurones, camaleones o serpientes. Los expertos reconocen los elementos positivos que aportan los animales en casa. Pero también puede convertirse en una situación problemática para su dueño, los vecinos y los propios animales, que deben acostumbrarse a espacios que muchas veces resultan poco adecuados. Los posibles quebraderos de cabeza no acaban aquí: los promotores inmobiliarios tampoco suelen tener en cuenta a las mascotas, y muchos propietarios de pisos destinados al alquiler ponen pegas si saben que el inquilino es propietario de algún animal. Según datos de la Agencia de Salud Pública de Barcelona, recogidos en 2004, en la ciudad hay censados 86.100 perros y 44.580 gatos. Oficialmente, casi en dos de cada diez domicilios hay algún animal. En el 12,8% de los hogares barceloneses vive algún perro y en el 6,5%, algún gato. A pesar de que la ley obliga a los propietarios a identificar a sus animales, las autoridades son conscientes de que sólo una pequeña parte los registra. La Fundación Altarriba, una ONG dedicada a la protección de los animales, estima que sólo el 20% de los animales están censados y que cerca del 50% de la población vive con algún animal de compañía. A perros y gatos hay que sumar animales domés-

ticos como peces, aves y conejos, pero también algunos más exóticos como diversas clases de reptiles y anfibios, que cada vez están más de moda. El veterinario Albert Sordé asegura que vivir con animales en ciudades tiene numerosas ventajas. “Un perro o un gato puede ayudar a combatir el estrés, es bueno para la salud y nos pone en contacto con la naturaleza”, explica. Pero también exige responsabilidades que muchos no están dispuestos o prepara-

dos para asumir. Los animales necesitan un mínimo de atenciones, en especial algunas razas de perro, que deberían salir a la calle al menos tres veces al día. Los problemas empiezan cuando los propietarios de estos animales no disponen de tiempo para pasearlos. La responsable de un centro de acogida de animales de Barcelona, Mercedes Hernández, explica que es muy habitual que les lleguen perros de matrimonios jóvenes que no han sabido adaptarse a la vida

con el animal en un espacio pequeño y que han acabado teniendo problemas con los vecinos. “Muchos perros acaban pasando mucho tiempo en casa solos y no dejan de ladrar”, constata. Hernández cree posible vivir en la ciudad con animales, pero siempre y cuando se tenga tiempo para cuidarlos y se les presten las atenciones necesarias. Ella, por ejemplo, vive en un piso pequeño con dos perros y seis gatos y asegura no haber tenido nunca ningún problema con sus veci-

Toda clase de productos para mejorar la convivencia Para facilitar la vida de los animales en casa y aprovechar el espacio existen diversos productos en el mercado. Uno de los problemas más habituales que se tiene cuando se comparte casa con un animal es que éste se pueda orinar en el suelo o en algún mueble. Antes era mucho más habitual poner en el suelo hojas de diario y ahora, en cambio, hay materiales más absorbentes y con texturas más agradables que hacen que el animal se acostumbre a orinar en un lugar concreto. Son los llamados paños de adiestramiento, diseñados para perros que por algún motivo no pueden salir a la calle a pasear. Lo mismo sucede con los gatos. Antes era muy común ver en algún rincón de la casa una bandeja con tierra. A pesar de que el gato se podía habituar a hacer sus necesidades en ese lugar, siempre continuaba existiendo el problema de los olores. Ahora existen unas cajas especiales con puerta y filtros por los lados que ocupan muy poco espacio y evitan los malos olores. Cuestan unos 25 euros y los usan sobre todo los propietarios que tienen gatos en pisos pequeños. Las bandejas con tierra siguen

Diversos accesorios para que los gatos afilen sus uñas. presentes en los hogares, pero ahora existen otro tipo de tierras que absorben la orina y el olor y desecan los excrementos. Un saco de esta tierra cuesta unos seis euros y puede durar un mes. Para los gatos también existen unos rascadores especiales ergonómicos que evitan que los felinos arañen el mobiliario. Otros animales domésticos como los hurones también pueden

J. A.

provocar disgustos en casa. Este animal se pasa el día mordisqueando todo lo que está a su alcance. Para evitar que dañe los muebles hay unos sprays amargos con los que se rocía todo lo que el animal muerde para que deje de hacerlo. Es un producto no tóxico y pensado para este tipo de animal, para el que también se venden unos arneses especiales para pasearlo.

Ante la falta de tiempo, los gatos son una buena solución, puesto que no necesitan salir a pasear y se adaptan a todo tipo de espacios. La reducción del tamaño de las viviendas ha supuesto que sea habitual tener otro tipo de animales que ocupan poco espacio y cuyo mantenimiento es barato. Los comercios que se dedican a vender reptiles y anfibios dicen haber notado un incremento continuado de las ventas desde hace diez años. Los animales también pueden ser una fuente de conflictos con los vecinos. En Barcelona, es habitual que la policía municipal reciba quejas por ladridos de perros. Según la abogada de la Fundación Altarriba, la gente “es muy intransigente y deriva los problemas que tienen con las personas a los animales, que son más débiles. Y de ahí las protestas”. La normativa que rige este aspecto es la misma que la ordenanza que regula el ruido: sólo es denunciable que un animal ladre entre las 22.00 y las 8.00. Si los ladridos son durante el día y no superan los decibelios permitidos, no se puede hacer nada. A pesar de estos contratiempos, la mayoría de los que viven con animales acostumbran a estar encantados con su experiencia. Es el caso de Roser Alberich, que pese a vivir en el Eixample tiene tres perros, seis gatos, tres pájaros y dos hámsters. En la casa de Alberich, que está jubilada, también vive una de sus hijas. Para ninguna de las dos el cuidado de los animales supone un problema. “Evidentemente, es un gasto extra que tenemos, pero hacen compañía y son parte de la familia”, explica. En el mismo distrito reside Matilde Figueroa, que vive en un piso de 60 metros cuadrados junto con dos perros. Para ella tampoco es difícil compartir casa con los animales, y lo único que lamenta es vivir en un tercero sin ascensor, puesto que una de sus perras tiene 14 años y le cuesta subir las escaleras después de pasear. Lo peor, valora, es tener que salir a la calle, puesto que Barcelona es una ciudad poco preparada para los animales domésticos al no disponer de zonas verdes y lugares donde llevar a pasear a los perros con tranquilidad, “a diferencia de otros grandes ciudades de Europa”.