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BUENOS AIRES
| Domingo 2 De febrero De 2014
BUENOS AIRES Edición de hoy a cargo de Luis Moreiro | www.lanacion.com/buenosaires
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cAllES tOmAdAS | al margen de toda norma
Venta ambulante, un millonario negocio de organizaciones de corte mafioso Facturan en toda la ciudad más de 200 millones de pesos por mes; Plaza Once, Caballito, San Telmo, Retiro y Liniers son las zonas más buscadas; se conforman con estructuras piramidales o con células de no más de 20 vendedores Viene de tapa
La mafia de los vendedores ambulantes en la Capital tiene distintos escalafones y organigramas, de acuerdo con la zona en la que se asienten. Once, Caballito, San Telmo o la avenida Juramento, por ejemplo, estarían manejadas por células pequeñas, cada una con una veintena de vendedores ambulantes que son contratados como jornaleros por una paga diaria. En la terminal de Retiro, por ejemplo, la Justicia sostiene que la mafia de la venta ilegal callejera –la mayor parte fue erradicada– responde a una estructura piramidal con un cabecilla que habría sido beneficiado con concesiones y permisos que otorgaba el gobierno nacional. El negocio de la venta ilegal callejera en la ciudad es millonario: moviliza unos $ 210 millones de pesos por mes si se suma lo que recaudan los casi 2800 puestos que hay en distintos barrios (ver infografía). En Once, hoy un bastión de la ilegalidad que el gobierno porteño y la
El mantero nunca se lleva la mercadería, salvo los senegaleses. Pagan para guardarla en algún comercio o la organización se encarga de retirarla fiscalía intentan erradicar, los manteros están agrupados por nacionalidades. Los peruanos (son amplia mayoría) tienen el control de la venta de alimentos, celulares, juguetes e indumentaria. Los bolivianos, de frutas y verduras. Y los senegaleses, que son minoría, los accesorios como anteojos, joyas y relojes. La investigación Todavía hay más de 340 puestos de venta ilegal en la zona de la terminal de trenes y los organizadores que están bajo la lupa de la Justicia tienen entre 20 y 30 puestos cada uno. La fiscalía trabaja en cuatro líneas de investigación: los depósitos que abastecen a los manteros; los quioscos de diarios que son utilizados para el expendio de mercadería; los puestos de flores que son usados con iguales fines que los quioscos; y los manteros que están en connivencia con los comerciantes, quienes, a cambio de 250 pesos por mes, les permiten a los jornaleros dejar la mercadería ilegal en sus locales. Un punto fijo en la calle factura en promedio unos 3000 pesos por día. Cada jornalero percibe como paga
entre 80 y 150 pesos por 12 horas de trabajo. El mantero nunca se lleva la mercadería a su casa, salvo los senegaleses. En ocasiones la guardan en algún comercio, o bien el organizador la retira, previo recuento de los objetos que había entregado para la venta. Para los fiscales, los cuadernos de los cabecillas con las anotaciones del día laboral son las principales pistas –y pruebas– del delito. Numerosa cantidad de peruanos venden comida que consumen sus connacionales, y también ropa y juguetes. En Once, hay algunos manteros independientes y otros que son una suerte de brazo de algún comercio que aprovecha para liquidar en la calle mercadería sin pagar el impuesto del IVA. Hasta ahora la Justicia porteña no encontró indicios de que una sola persona sea la que maneje la venta ilegal en el territorio de la plaza Miserere. Son varias cabezas y no tendrían relación entre sí. Las células son independientes y cada una tiene un espacio predeterminado en la vía pública. “Violar ese lugar es sinónimo de guerra”, revelan las fuentes. Incluso hubo sangrientas disputas por puestos callejeros que se han defendido a cuchillazos. También está la comunidad de senegaleses, que en total suman unos 950 en toda la ciudad. Ingresan al país con documentación de Venezuela, por lo que se cree que son reclutados por una organización que les paga el pasaje desde su legión y les provee la mercadería para vender por un valor de hasta 50.000 pesos. Ellos guardan los anteojos, relojes y joyas en las habitaciones que alquilan como vivienda. Están en Once, Palermo, Liniers, San Telmo y la avenida Cabildo. Y son los más aguerridos frente a los operativos oficiales. De los 35 allanamientos realizados en Once, en poco más de dos meses, se secuestraron unos 5000 bolsones de mercadería ilegal que fueron almacenados en un depósito judicial. El lugar se mantiene en reserva. Y hay una razón: la policía teme que las organizaciones intenten asaltarlo. Eso sí: es tanto el caudal de dinero que maneja la mafia de los manteros que, tras un secuestro de mercadería, de inmediato logran reponer el stock y seguir con el puesto funcionando.ß
Distribución geográfica de la venta ilegal Número de puestos detectados en enero de 2014
Juramento 46 Cabildo 75 Est. F. Lacroze 12
2
Barrio Chino 16 Corrientes 37 Santa Fe
0
32 Córdoba
Callao 1
9 de Julio 6
Retiro
Nazca 63 0 Florida
Cuenca 40 1
Lavalle
Bogotá 131
0
Microcentro
Rivadavia, entre 230 Nazca y Bonorino
0
Av. de Mayo
Avellaneda 392
46 Perú
Liniers 605 334 Once
0 Pza. Constitución
174 Av. Sáenz
Lugano 33
227 Rivadavia en Caballito
Fuente: Fecoba
del editor: qué significa. En Once se libra el primer round de una larga pelea. El gobierno porteño dice estar decidido a recuperar el espacio público. Debe hacerlo. No será fácil.
Los rubros del negocio se reparten según las nacionalidades
La terminal de Retiro fue, desde siempre, un ícono de la venta ilegal. Meses atrás, la fiscalía y el gobierno porteño erradicaron a los vendedores ambulantes y custodia la zona con algunos inspectores. Allí, en las veredas que van desde la terminal de ómnibus hasta las estaciones de trenes, la estructura de la organización que regenteaba la venta ambulante respondía a una formación de tipo piramidal, según sostiene la Justicia. En el extremo superior de esa pirámide estaría un argentino que fue beneficiado con concesiones de locales en la zona de la terminal, y que lograba explotar a cientos de manteros que se abastecían de mercadería de una de las “saladitas” del barrio y de algunos locales linderos a la estación de trenes del San Martín. En Retiro, los manteros cobran 150 pesos por 12 horas de trabajo durante el día, y 50 pesos aquellos que se quedan como serenos durante toda la noche. Muchos de los manteros vivían –y viven– en la villa 31. Y
la mayoría también son peruanos. Los explotadores, argentinos. Al organizador de Retiro lo suceden otros “jefes” de manteros, una suerte de mandos medios en el escalafón de la venta ilegal. Algunos ya fueron juzgados con multas de hasta 40.000 pesos, como una mujer de nacionalidad peruana, llamada Rilma Pari Laime. Hoy, tras las modificaciones y puesta en valor de la zona, ya casi no hay venta ambulante en Retiro. Además de los jefes y manteros, en la zona de la Terminal de ómnibus solía operar un grupo de choque. Estaba para enfrentar y resistir los operativos policiales de desalojo. En la Justicia, se dice, tienen casi la certeza de que el mismo grupo de patovicas ahora presta su servicio en la zona de Once y de San Telmo, donde también son convocados para repeler los operativos. En las calles de Liniers la venta ilegal también da buenos dividendos. Ese es el polo más grande de la ciudad y muchos se abastecen en talleres clandestinos. Uno de los grupos estaría coordinado por dos primos extranjeros. La Justicia sospecha que tienen documentos falsos y que, además, venderían droga. Casi nada.ß
Los jefes de la comisaría de Once, bajo sospecha de corrupción En los tribunales porteños, un juez de instrucción investiga desde 2012 a jefes policiales que se desempeñaron en la comisaría 7a., con jurisdicción en la zona de Once, por corrupción y enriquecimiento ilícito. Entre hechos, el juez Hernán López, a cargo de la causa, investiga si anteriores conducciones de la seccional 7a. le otorgaban protección a vendedores ambulantes. El expediente se inició en 2012 después de una denuncia del Ministerio de Seguridad de la Nación. La presentación ante la Justicia la firmó la por entonces secretaria de Cooperación con los Poderes Judiciales, Ministerios Públicos y Legislaturas, Cristina Caamaño, que hoy es una de las fiscales que reemplaza al suspendido José María Campagnoli. Después de la denuncia, ante las sospechas, el juez López ordenó allanar la comisaría, situada en Lavalle 2625, donde secuestró información. “No sólo se investigan presuntos hechos de cohecho, sino también posibles actos de extorsión y enriquecimiento ilícito”, afirmó un investigador judicial. Cinco sospechosos fueron indagados el año pasado por el juez López. Los imputados son un comisario inspector, dos comisarios, un subcomisario y un oficial subinspector. Cuando comenzó la pesquisa, algunos de los imputados ya no prestaban servicios en la comisaría 7a., en el barrio de Balvanera. La denuncia del Ministerio de Seguridad, según informaron fuentes oficiales, se tomó después de un relevamiento y entrecruzamiento de datos. En su presentación, las autoridades nacionales acusaron a los oficiales jefes de cobrar coimas a comerciantes de la jurisdicción, a cambio de brindarles una seguridad exclusiva, lo que en el ambiente se conoce como “quintas”. Según la denuncia, además de recibir dinero a cambio de brindarles seguridad a los locales, los jefes policiales denunciados están sospechados de dar protección a cambio de dinero a prostíbulos, “quioscos de droga” y vendedores ambulantes.ß
silvana colombo
Tras los pasos de un “grupo de choque” En Retiro, varios patovicas protegían a los ambulantes; hoy operan en Once y en San Telmo
Investigan si hubo protección policial
Los números de la ilegalidad Las cifras millonarias que se mueven en las calles
210
Millones de pesos al mes Esa es la cifra que mueve el comercio ilegal de los ambulantes, según estimaciones de la Justicia.
340
Puestos ilegales Son los contabilizados sólo en la zona de la estación del ferrocarril Sarmiento, en Once
$ 80
El pago a un jornalero Los que atienden los puestos callejeros pueden cobrar desde $ 80 a $ 150 por doce horas de trabajo
$ 50.000 A los senegaleses Es el valor máximo que pueden invertir en mercadería El dudoso origen de las mercaderías es otro ángulo del mismo problema
fernando massobrio