Una maratón en la Dubai de Diego Maradona El moño

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SÁBADO

Moda

EXPERIENCIAs Daniel Arcucci

El moño, entre la elegancia clásica y el informal chic

Una maratón en la Dubai de Diego Maradona

De vuelta en el guardarropa masculino, ya no es sólo el obligado del smoking, sino que algunos se animan a combinarlo en looks casuales

Nuestro cronista, runner entrenado, cumple el sueño de correr en este exótico escenario, respaldado de cerca por el astro del fútbol

Fernando Massa Viene de tapa

Diego ya sabía bastante, en realidad, porque lo había leído en el mensaje iniciático de la idea, nacida el año pasado, cuando faltaban poco menos de cien días para la carrera y habían pasado apenas veinte de mi debut en los 42 km de Berlín, con la motivación de siempre (“Corro cuando estoy mal, para estar bien; corro cuando estoy bien, para estar mejor”), pero esta vez con el agregado de lo exótico del lugar. Y de su presencia allí. Y fue uno de los primeros, Diego, en responder a la inevitable pregunta: “¿No te vas a morir de calor?”. No. Enero en Dubai es invierno y tanto los amaneceres como los atardeceres son de una agradable primavera, casi otoñal. En el verano de julio y agosto, en cambio, hasta el mar se calienta por encima de los 40°. “En esa época, podés poner a hervir los fideos”, dice Maradona, refiriéndose al agua verde que baña la playa que le corresponde a la rama de palmera sobre la que está su casa. Hacia allí dan los ventanales posteriores de la mansión de dos plantas. En la inferior, el hall de entrada; un living hacia la derecha y dos cuartos; otro living hacia la izquierda, además del comedor y la cocina con su comedor diario. En todos los ambientes hay TV, en general sintonizada en Telesur o en partidos de fútbol. Balconeando sobre la playa, una piscina y un césped mullido, sobre el que están montadas una cancha de fútbol tenis y una mesa de ping-pong. Ambos son escenario de desafíos entre Diego y Rocío, su novia, que Maradona dice ganar siempre. En la planta superior está el cuarto principal, otros dos cuartos, una oficina y el gimnasio. Equipado con máquinas de última generación, allí fue el último entrenamiento, el miércoles por la noche, para la maratón prevista para el viernes 24. Viernes, sí, domingo en el mundo musulmán. Allí, Maradona ha ido reencontrándose con su mejor forma física y sueña con volver a estar por debajo de los 80 kilos. Sobre la cinta, ese aparato que ha sido su acompañante en tantos acondicionamientos físicos, hizo tres ciclos de dos kilómetros a alta velocidad y los complementó con 7 kilómetros sobre la bicicleta. El enorme muñeco azul para practicar boxeo se ofreció sin palabras para cerrar la faena y soportó los golpes con buena técnica y mucha fiereza que le lanzó Diego. Mientras, en el ambiente sonaba a todo volumen el tema que Dalma cantó con el grupo Apolo, además de mucha cumbia romántica, el Chaqueño Palavecino y, entre otros, una versión de “A cara o cruz” que mereció un acting. En ese ambiente, lo que tocó en la rutina propia fue un trabajo regenerativo, después de haber trotado amables 7 kilómetros

durante la mañana, que cerraron tres meses de entrenamientos rigurosos y que sirvieron de recorrida turística a pie por Dubai Marina, uno de los lugares más atractivos de la ciudad. Algo así como un Yacht Club gigante, cruzado por tres puentes y rodeado de modernísimos edificios, como el Dubai Marina Tallest Block, le dan el perfil a Dubai, empezando por el Este. Vista desde el aire, la ciudad es un largo y angosto corredor, con el mar a un lado y el desierto al otro. Partiendo de Dubai Marina hacia el Oeste, tras pasar The Palm, aparece primero el famoso hotel Burj Al-Arab, más conocido como La Vela y calificado con sus siete estrellas, sobre las aguas mismas. Bastante más adelante, pero sobre la autopista paralela al golfo, la otra referencia inevitable, el Burj Khalifa, la torre más alta del mundo con sus 160 pisos y sus 828 metros. Pero Dubai no es sólo ese perfil de folleto. Si se sigue avanzando, se llega a la ría Creek, donde el tiempo parece detenido. Los dhows, antiguas embarcaciones, siguen sirviendo para transportar mercancía por el mar de Arabia. El lugar se asemeja a una reserva de los tiempos y las costumbres originarias, mientras a su alrededor todo parece en obra, en constante desafío al futuro. El circuito de la Dubai Marathon 2014 fue insertado en medio de todos esos mundos, pero casi sin tocarlos. La partida, desde Umm Suqueim Rd y Al-Wasl Rd, como un apéndice de doscientos metros perpendicular a la costa y justo de frente a The Madinat Jumeirah, un fabuloso complejo hotelero y comercial. Desde allí, a la derecha por Jumeirah Beach Rd, por casi 20 km, hasta girar en “u” por la mano contraria de la misma calle y seguir así, recto como las vías del tren, hasta el acceso a The Palm y volver a girar en “u”, para retomar por la misma avenida. El final será otra vez por el apéndice, en la mano contraria… Pero antes del final, claro, está el recorrido. La carrera se largó a las 7, junto con el amanecer. Y entre la bruma fría fue posible ver el perfil de los casi 20.000 participantes. La elite, acotada y dominada por etíopes. Los maratonistas, poco más de 2000 hombres y poco menos de 500 mujeres, con muchos extranjeros. El resto, 10 km y 3 km más masculinos que femeninos. La maratón no deja de revelar matices –superficiales si se quiere, pero matices al fin– de dos cuestiones centrales en el debate cultural del Dubai de hoy: extranjeros y mujeres. Los extranjeros están por todos lados. Así como se van insertando hasta darle un perfil diferente a uno de los sitios más abiertos de los Emiratos Árabes Unidos en particular y del mundo árabe en general, son los que rodean el circuito hasta hacer casi olvidar las

calles de dónde está corriendo uno. Por momentos parece Miami o hasta Nueva York y los repetidos “¡Well done!” o “¡Good job!” (taaan americanos) que se escuchan colaboran en la confusión. Alientan hombres y alientan mujeres. Ellas, las extranjeras, vestidas como quieren. Shorts y escotes, mayoría en las foráneas, conviven con las negras túnicas típicas y conservadoras, todavía impuestas entre las locales, pero combinadas con rouge y accesorios y cada vez más desafiadas por las jóvenes. El recorrido, plano y recto, como alguna ruta patagónica, invita tanto a perderse (o ganarse) en un ritmo frenético como en pensamientos. Al pasar los 10 km en tiempo de 10 km, y no de maratón, el pensamiento se va a Maradona, otra vez, y en la experiencia vivida con él en su trabajo en Dubai. Porque así dijo, cuando llegamos a la sede del Dubai Sports Council, algo así como la Secretaría de Deportes de la ciudad: “Acá trabajo yo”. Allí presentó el proyecto “To the Top with Maradona”, un programa integral de divisiones inferiores de los seis clubes de la ciudad que participan en la Liga del Golfo, y donde aprovechó la conferencia de prensa para dejar uno de esos títulos habituales: “Este año Messi ganó el Balón de Oro al descanso. El mejor premio”. Otro programa, pero éste de TV, lo tendrá como protagonista desde marzo. Se trata de The Victorious, un reality show que el canal Dubai Sports está promocionando y en el que se busca un joven talento futbolístico en todo el mundo árabe. Al pasar los 21 km en tiempo de 21 km, y no de maratón, sin dolor en ninguna parte y con aire para volar, el pensamiento sigue en una ciudad que parece ser una burbuja de paz para Maradona. Pasa la mayor parte del tiempo en su casa y, cuando tiene que moverse a alguna de sus actividades, lo hace en el Audi A8 manejado por Nasser, su asistente saudí, y en el lugar del acto, se encuentra con su traductor personal, Mohammed. Para los movimientos cotidianos, está Sulaimán, hindú, al volante de una camioneta Audi A6. En la casa, trabajan tres filipinas, Cherry, Merlhyn y Rehyma, que se ocupan de la cocina y de la limpieza, pero sólo hasta las cinco de la tarde. Luego, como en una casa común, todo queda a cargo de quienes la habitan. Cuando toca salir a cenar afuera, uno de los lugares preferidos es La Petite Maison, uno de los mejores restaurantes y otro lugar donde uno pierde la noción de dónde está. En este caso, podría ser París. Más si se va y se viene en su Rolls Royce color blanco perlado, inundado por un momento por la cumbia villera, en una contradicción que le genera

LA NACION

Daniel Arcucci, al pasar delante del Burj Al-Arab, o La Vela

photo-marathon

No podía encontrar la corbata. Esa noche, Luciano Palczuk había llegado a Buenos Aires para el casamiento de un amigo y pasó por lo de su hermano a cambiarse. “Man, ponete un moño que es lo que se está usando ahora”, le sugirió su hermano. Luciano se lo probó con el traje y se sintió cómodo. Lo vio elegante y distinguido. Ya en la fiesta notó a algunos soprendidos con su look: se encontraban ante un accesorio que por mucho tiempo se había dejado de usar. “Después ves que se quedan pensando y te dicen: ¿y si un día me pongo uno? –cuenta–. De vez en cuando está bueno salir de la zona de confort y probar algo distinto.” La moda siempre prueba algo distinto y también mira para atrás y rescata clásicos. Por ejemplo, el moño. Su elegancia, esa de los primeros

Ahora, el whisky on the rocks lo piden ellas De la mano de catas exclusivas y bares que lo incorporan en sus cartas de tragos, logró cautivar al público femenino Clarisa Herrera PARA LA NACiON

“Unos días atrás vino al bar una chica sola, alrededor de las seis de la tarde, se pidió un whisky en la barra, le recomendé una etiqueta y charlamos largo rato sobre la colección que ella tenía en su casa”, cuenta Tato Giovannoni, uno de los bartenders más importantes de la Argentina y dueño de Florería Atlántico, lugar por el que pasa buena parte de la movida en coctelería de alta gama local. La anécdota es simpática, pero es, también, un índice claro: cada vez más mujeres le dicen sí a esta bebida seca y fuerte que, históricamente, se asoció al género masculino. “Antes el consumo del whisky era puro, con agua o dos rocas de hielo. En los últimos años, las distintas marcas comenzaron a trabajarlo en tragos y plataformas de comunicación que ampliaron las opciones de consumo tanto para mujeres como para nuevos consumidores”, explica Agustina Pallero, brand manager de Whiskies Pernod Ricard Argentina. Es el caso de Sofía Arissian, una artista plástica de 28 años, que tras haber descubierto el whisky hace poco, hoy lo toma puro y, valga la redundancia, por puro placer: “No hay nada mejor que relajarme o festejar con un rico on the rocks –comenta–.

Las formas del consumo Si originalmente el whisky se tomaba puro, o en tragos simples con alguna mezcla de gaseosas o jugos, son

Jameson organiza catas exclusivas para mujeres muchas las que, a la hora de degustarlo, se inclinan por esa matriz tradicional. Sin embargo, los expertos aseguran que es una de las bebidas de las que más cuesta hacerse habitué, con lo cual conviene animarse a mezclas un poco más amigables... “La primera vez no te gusta, tenés que tener la curiosidad de seguir probando, insis-

smokings de fines del siglo XIX, hoy vuelve con un plus moderno, al combinarse con outfits relajados como unos jeans, una camisa a cuadros o hasta una campera de cuero. Es que el moño bajó del olimpo de los premiados con Emmy, Grammy o balones de Oro y dice presente en casamientos –sí, también en la camisa del invitado–, en cócteles más informales y en las vidrieras de las marcas de ropa masculina más cancheras. “Es la reivindicación de una estética gentleman. Es buscar la elegancia de aquellos años con un toque moderno. El moño siempre estuvo asociado con el smoking, pero después fueron los hipsters los que ayudaron a incluirlo en un look más casual. Nosotros arrancamos con el moño en la vidriera en 2010, pero explotó recién ahora”, dice Sebastián Raimondi, socio y diseñador de Mis Intimos Amigos (M.I.A.). Para el bloguero de moda Paul Fa-

carcajadas a Diego. Compartir una cena con él en ese restaurante es degustar la mejor cocina francesa, de comprobar con qué respeto le piden sacarse una foto y una oportunidad de escuchar una frase que lo define: “Hoy por hoy, ¿dónde voy a estar mejor que acá?”. Pero esa comida fue después de la maratón, como celebración por el resultado, y la maratón todavía estaba en pleno desarrollo. Una señal de alerta fue un dolor izquierdo, al pasar los 28 km. Desapareció rápido. Otra, un reflejo de calambre al pasar los 37 km, en los gemelos. Se aflojaron enseguida. A esas alturas, claro, el ganador hacía rato que había llegado: una vez más me tocó correr detrás de un récord del mundo, esta vez junior, del etíope Tsegaye Mekkonen Asefa, en 2h4 m32s. Una fuerza que me surgió no sé muy bien de dónde, o sí, me impulsó después del fugaz muro, que recién apareció en el 40 km en forma de leve ahogo. Aceleré y llegué a ritmo de media maratón a la última curva, el apéndice de Umm Suqueim Road hacia la derecha. Delante, a sólo doscientos metros, el arco de llegada. A los costados, dos tribunas colmadas. Aceleré y me alcanzó la energía para arengar con los brazos extendidos, las palmas hacia el cielo, ya sin ninguna bruma. Me reí y alcancé a escuchar, tras tanto “Well done” y “Good job”, que también decían “He is happy”. Sí. Crucé la meta en 3 horas 43 minutos y 18 segundos, a 5’17 por cada kilómetro, media hora más rápido que en la maratón debut, en Berlín. En mi pecho, otro sueño cumplido. En mi espalda, sobre la camiseta de la selección argentina, la dedicatoria que Maradona había estampado sobre su autógrafo, un día antes de la carrera: “Ya ganaste”.ß

Gastronomía

Es del tipo de bebidas que merecen su tiempo de degustación y disfrute, el ritual alrededor de beber algo intenso”. “Veo muchas mujeres que lo toman puro con hielo mientraslos hombres, paradójicamente, me piden algo más dulce o suave. Salen muchos tragos o cócteles clásicos como Manhattan o versiones de Negroni con whisky”, agrega Giovannoni. Y es que, como en tantos otros planos de la vida, las barreras entre géneros se flexibilizan hasta quedar casi invisibles. Sobre todo, en lo que hace a cuestiones de paladar. “En los últimos sesenta años las mujeres han destruido obstáculos culturales, sociales, de educación, del mercado laboral... ¿Qué significa que puedan o no tomar whisky u otras bebidas fuertes? Es algo mínimo comparado con sus avances –señala Alberto Pierpaoli, CEO de The Gender Group y especialista en marketing de género–. Yo creo que no se juzga ni la masculinidad ni la feminidad en la elección de un consumo. No hay ahora nada masculino en tomar whisky, en el sentido de que es una actitud del pasado verlo de esa forma.”

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| Sábado 1º de febrero de 2014

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tiendo, hasta que te guste”, subraya Giovannoni. De ahí que la oferta de tragos con whisky se haya hecho más amplia, cautivando a más de una mujer en ese movimiento. En otras palabras, la bebida se ha vuelto apta para el paladar femenino y versátil para la mezcla en todo tipo de tragos. “Nosotros hacemos catas para que

rodrigo néspolo

ellas lo prueben. Lo que vemos es que las mujeres, en particular, se animan a probarlo en tragos con ingredientes frutales, cítricos, con gaseosa lima limón o Ginger Ale. Así es mucho menos agresivo la primera vez. Eso sí, cuando acostumbran el paladar, se animan rápidamente al solo con hielo o a otros tragos con un whisky

más fuerte”, comenta Agustina Spini, brand manager de Jameson. incluso, son las nuevas tendencias en coctelería las que han hecho que las ocasiones de consumo sean más variadas y salgan del sillón de la casa. “Los cócteles con whisky son una opción para disfrutar en un after office, como aperitivos en las cenas y mismo durante una noche en el boliche”, puntualiza Pallero. Para Spini, el hecho de que el whisky haya ampliado el consumo a bares o previas de grupos de amigos capta de otra forma el interés femenino. “Milion, Florería Altántico, Soria, Río Café, tienen un interesante carta de alta coctelería con whisky que impulsa a las mujeres a la hora de variar”, plantea. Chivas Regal también desarrolló un circuito por los mejores bares y boliches de Buenos Aires, donde se puede disfrutar una variedad exclusiva de cócteles realizados con whisky en formato after office, como Pony Line –el bar del Four Seasons– y en formato night club, como Tequila. “Muchas de las acciones están especialmente pensadas para ellas y para que su paladar se adapte”, destaca Pallero. Según Giovanonni, el consumo de whisky y tragos hechos con esta bebida es mucho más común después de las once o doce de la noche: “En general se ve a las chicas consumiéndolo más en formato de bar, sin comida de por medio, en una pos- cena. No es algo que se disfrute tanto temprano, sino que se saborea más cuando el paladar ya estuvo despierto varias horas, cuando ya se pudieron probar sabores, otros tragos quizás”, concluye.ß

ideas y personas Julieta Sopeña

El triunfo del musical en la Argentina

Q

ue una obra de teatro estrene su quinta temporada consecutiva probablemente sea indicador de varias cosas. Por lo menos, de que cada vez más personas quieren verla o de que el mismo público quiere repetirla hasta el cansancio. De cualquier manera, significa trabajo para muchos artistas y eso ha de festejarse. Cuando, además, se trata de un musical, la interpretación requiere algo más de refinamiento, siendo este género, en nuestro país, todavía menos popular que el teatro de texto. Y en el caso puntual de Casi Normales, significa el triunfo de una nueva licencia. El miércoles pasado fui al Teatro Tabarís a ver este musical americano. Quien no conoce la obra se perdió de la siguiente trama: una familia tipo intentando ser “normal” –o lo que convencionalmente se entiende por el término –, mientras tiene que luchar con complejas adversidades como una madre bipolar y maníaco-depresiva. La obra fue una verdadera re-

volución al estrenarse, en Nueva York, entre muchas otras cosas por tener una composición muy sencilla (apenas seis actores y ni un solo cambio de escenografía), pero altísima descarga emocional. En el caso local, el fenómeno Casi Normales es, incluso, más llamativo, si se tienen en cuenta que, a con-

Casi Normales, en el Tabarís, ya va por su quinta temporada consecutiva tramano del resto de los musicales en Buenos Aires, que en general contratan primerísimas figuras como protagonistas para garantizar el éxito de las ventas, esta obra le dio espacio a una generación desconocida y encantadora. Si bien Laura Conforte, Alejandro Paker o Fernando Dente tenían una sólida trayectoria teatral, Matías Mayer Wolf, Manuela Del Campo o Federico Coates no eran nombres que

va el moño reversiona a la corbata, como una alternativa –principalmente joven– de verse elegante y con onda. “No faltó en las últimas fiestas a las que he ido, esas donde la gente se arregla un poco más. Pero si te vas a jugar con un moño, asegurate de que sea el indicado para vos”, dice. En agosto pasado, el PR de Garçon García, Gabi Prada, hizo para su cumpleaños una fiesta en el Palacio Paz, donde todos los invitados recibieron moños de diferentes colores y estampados, alineado al dress code de esa noche: un estricto black tie. La gente se enganchó: lo usaron de diferentes maneras e incluso algunas mujeres se animaron a looks masculinos con camisa y moño. Cuenta Claudio Zafarani, creador de la marca, que ellos lo incorporaron desde un principio porque entienden que los moños, como las corbatas, son ítems fundamentales para el guardarropa del hombre moderno. “En Europa o Nueva York se usa muchísimo más que aquí, sobre todo durante el día y a toda edad. Se ve en las vidrieras y en la calle. Es un clásico que volvió y que cada vez está más instalado”, dice. Nicolás Cuño, creador de Key Biscayne, es otro convencido de que el moño ya se instaló como un accesorio más de la moda masculina. De hecho, en su casamiento, en noviembre pasado, lució uno azul, en la misma gama que la camisa y el traje. Y Pablo Anta, diseñador y dueño de la sastrería Detalí, no dudó en recomendarle un smoking –con moño, claro– a su íntimo amigo Leo, que se casó para la misma época. Su amigo sí dudó un poco: a la celebración llevó tres y una corbata. Finalmente, el voto de los amigos lo convenció y apareció con el moño. “El smoking se volvió a usar por una particularidad: el frac y el jaquet quedaron en desuso, y si quien se casa va de traje parece un invitado”, dice Anta. Otro círculo que reivindicó el moño en homenaje a la coctelería clásica son los cantineros porteños. Federico Cuco, uno de los dueños del Verne Club, ya cuenta con unos 50 en su colección. “Soy un talibán del moño –dice–. Lo llevo puesto desde hace 15 años. Me lo he puesto para salir a caminar por París o para comer una tortilla en Villa Crespo.” Para él, se trata de esa elegancia de la que habla Pichin, el barman Galante en su decálogo: “Sé el más elegante en todo momento y en todo lugar”. Aunque Cuco se reconoce dentro de un círculo más pequeño: los que se atan el moño, una habilidad que le enseñó su abuelo. Por una u otra razón, los que se animan al moño parecen coincidir con el espíritu de esa frase que popularizó la última reencarnación de Doctor Who. Esa que simplemente dice: “Bow ties are cool”(los moños son cool).ß

resonaban en las tablas de la Av. Corrientes. Ahora sí. Además, la obra se tiñó de un folklore arrasador cuando el elenco viajó a Broadway e interpretó una función especial con los actores americanos originales, en ambos idiomas. Otra singularidad es que, en esta temporada, el espectáculo sumó un elemento interactivo como la participación de reconocidos actores que cantan un número al final de la función. Ya pasaron esta proeza Peter Lanzani y Lali Espósito. Griselda Siciliani será la próxima invitada y aún faltan nombres de la lista por conocerse. También grabaron un tema con Valeria Lynch. Estos elementos derivaron en un fanatismo explícito: al final de cada función, los actores son ovacionados por hombres y mujeres que los esperan a la salida para sacarse fotos y firmar autógrafos. Es evidente que Casi Normales se tomó la licencia de innovar con ciertas prácticas teatrales que no son moneda corriente. O no lo eran. Quizá sea un puntapié para otras producciones. En realidad mucho se ha discutido del rumbo del género musical en nuestro país. ¿Mueve la aguja de la industria teatral? ¿Termina de gustarle al espectador medio? ¿Supone un negocio o se trata más bien de filantropía? Lo cierto es que, en tanto la música sirva para contar una historia, no es posible el ocaso de este tipo de espectáculo. Ni en el mundo, ni en la Argentina. Ahora bien, que evoluciona hacia lugares impensados, no caben dudas. No nos queda otra, entonces, que ser más que testigos: protagonistas.ß

Moisés Montoya prueba dos looks con moño en el local de M.I.A.

Tres ocasiones para usar moño

Todos queremos ser Sheldon Lee Cooper opinión Gustavo Samuelian PARA LA NACION

Con el clásico smoking Con la vuelta de este traje de etiqueta para la noche, el moño es un obligado. Lo ideal: de seda o raso, lisos, rayados o jacquard

Para looks relajados Con los hipsters y los geeks, los moños de gabardina o poplines estampados se empezaron a combinar con jeans o camisas a cuadros

Detrás de la barra En homenaje a la coctelería clásica, es común ver a los bartenders porteños detrás de la barra con camisa, moño y tiradores o chaleco

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a sea si lo usa Sean Connery en James Bond con un smoking o Sheldon Lee Cooper con un cardigan con pitucones y anteojos de marco gruesos, el moño sea tal vez la prenda que más nos distingue a los hombres. Vivimos en una era donde el lujo y la elegancia están siendo desmitificados y revalorizados por una juventud “educadamente irreverente” que nos enseña que lo importante no es el objeto, sino el lugar donde éste se ubica. Imbuidos en igual medida por los cuatro pilares fantásticos –la música, la tecnología, el arte y la moda–, son estos mismos chicos los que piden a gritos un refugio clásico para reinventarse. Creo que hoy los verdaderos héroes son los antihéroes del pasado. DaveLizewski (Kick-Ass), Mark Zuckerberg, Howard Wolowitz y casi todos los geeks y nerds que habitan este mundo y que encuentran en nuestros días una revancha gloriosa y merecida. El sex appeal del cabello revuelto por un pensamiento filosófico le va en saga a cualquier deporte extremo. Todos estos hipsterboys están ligados a la cultura del moño. Y en todo caso, el resto de los mortales que asistimos azorados a este nuevo tiempo de súper seres humanos con poderes ininteligibles para nosotros, adaptamos nuestro estilo al suyo con la

en algún lugar del mundo Juana Libedinsky

Una larga meditación sobre el invierno NUEVA YORK odo el mundo habla de la ola polar de esta semana, pero, personalmente, siempre tuve mucho frío en la Gran Manzana. Cuando llegué como estudiante, mis amigos argentinos hacían filas de más de una hora en la nieve afuera del café de moda en el barrio de Nolita para poder sentarse a comer su famoso sándwich de pollo picante, ver las modelos y estrellitas del cine independiente y ser maltratados por los mozos. Cuando los acompañaba, incluso perdiendo cierta dignidad urbana con pantalones de esquí y un sombrero de esquimal canadiense, la temperatura bajo cero llegaba a mis huesos y también, lo sentía, en mi alma. En las mañanas, para ir a la facultad, un pariente que vivía cerca me pasaba a buscar con un edredón y caminábamos como dos gigantescos niños envueltos hasta la boca del subte más cercano. No era suficiente para guardar calor. Ahora vivo con mis hijos pequeños en Nueva York y los temas

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mariana araujo

relacionados con el frío son otros: básicamente que no hay esquina con algún resto de sustancia blanca donde no quieran dejar su marca con un muñeco de nieve. Para cuando terminan de hacer las bolas para cabeza y cuerpo, mi cara está azul con labios violetas. Por suerte, mi columnista favo-

Los creadores del confort, pasado y presente, pasan rápido al olvido rito del New Yorker, Adam Gopnik, publicó “Winter”, una larga meditación sobre el invierno. La tesis de Gopnik es que el concepto del invierno fue cambiando en los últimos siglos. Sobre todo, tras ser un símbolo de lo peligroso y lo perverso para el racionalismo francés que quería la claridad del sol para ver la realidad exacta, fue reinventado por los Románticos como algo irresistible y seductor.

vana esperanza de contagiarnos de algunos de sus dones (incluyendo, por qué no, el más preciado: la juventud). Quizá haya más de un pícaro que en el afán de conquista, utilice el moño como guiño. Después de todo, no hay nada más irresistible para una señorita que acercarse a un muchacho al que cree indefenso y acomodarle ese detalle tan importante de su ropa. Es más, estoy seguro de que muchas de las grandes historias de amor de la humanidad han empezado por el choque de dedos entre la seda del tartan… Siento que el moño es una prenda que dice mucho del que la lleva puesta: es elegante, sofisticado y llama la atención. Es un accesorio ideal para usar fuera de su hábitat natural. Hoy se siente más cómodo con unos jeans rotos y un saco inmaculado de lana súper 140s o un chino de gabardina gastada y una camisa de vichy de algodón de dudosa calidad. Estamos en un punto de inflexión, donde el uso del moño está más cerca de Devendra Banhart, que de Leonardo Di Caprio. Nosotros incluimos moños en nuestras colecciones desde que empezamos. El moño es, para mí, parte fundamental del atuendo. Tiene mucha más personalidad y actitud que la corbata. Este año los hicimos rayados, de tartanes, de flores y búlgaros. Es que un buen moño dice más que mil corbatas.ß El autor es el creador y diseñador de la marca Bolivia

Según Gopnik, lo que le permitió este cambio fue algo tan mundano como los adelantos tecnológicos de la época, que permitían un mayor confort dentro de la casa para darse el lujo de fantasear con lo que ocurría lejos y afuera. Pero no es la gloriosa parte sobre cómo esto fue plasmado en el arte y la literatura lo que recuerdo cada mañana, cuando empujo contra el viento el cochecito de mis hijos rumbo al jardín de infantes. Por el contrario, me viene a la cabeza el argumento de Gopnik sobre los exploradores a los polos, a quienes, a mi pesar, me siento tan cercana. Gopnik argumenta que nadie llevó tan lejos este ideal romántico del invierno como estos hombres audaces. Nadie sabe el nombre del bendito inventor del radiador (Franz San Galli), pero los chicos en las escuelas de los Estados Unidos saben quiénes fueron Franklin, Peary, Scott, Shacketon y Nordenskjold entre otros, aquellos que le escaparon a este adelanto y se fueron al extremo Norte, o Sur, en busca del frío. Son personas que hoy continúan inspirando. “Los creadores del confort, pasado y presente, pasan –concluye Gopnik–. Aquellos que le huyeron se vuelven en cambio inmortales para que podamos leer sobre ellos en el confort creado por los olvidados.” Para San Galli, entonces, será mi próximo brindis con vino caliente. Nunca hubiera esperado fuera del restaurante, o llevado a mis chicos a pie, de no haber sido por la certeza de que, gracias a él, toda incomodidad física no era más que temporaria.ß