Turismo
Domingo 20 de mayo de 2007
AQUI NOMAS TORDILLO Por Silvina Beccar Varela
A caballo o en carro, se atraviesan arroyos, quebradas y pantanos, y al final, se puede llegar al mar
Una estancia entre secretos En la bahía de Samborombón, a 250 kilómetros de Buenos Aires
A
través de un ventanal gigante frente a la mesa del living-comedor de una casona del 1800 que perteneció a Prudencio Rosas, el hermano de Juan Manuel, la vista alcanza una manada de ciervos entre la avenida de casuarinas en forma de herradura que rodea el casco. Y esta vuelta no es un cuento, se ven ciervos de verdad en los paseos por el campo y, también, desde la ventana. El sonido del arroyo Las Víboras y de los árboles que orillan la casa arrulla a los viajeros en este atardecer de otoño, con los omnipresentes amarillos y verdes, en una atmósfera bucólica.Y es que en la estancia Las Víboras, 9000 ha en la localidad del Tordillo, perteneciente a la reserva provincial de la bahía de Samborombón, a 250 kilómetros de Buenos Aires, no se caza nada. Linderos cotos de caza hacen de este sitio un refugio para los ciervos; los chanchos jabalíes, nada amigables; los venados de las pampas, en peligro de extinción; los caballos; las ovejas, y las vacas de la estancia, y una infinidad de pájaros. Las puertas ventana que dejan pasar la luz son el marco de ocho espléndidas habitaciones, dos con mobiliario de época; el resto, apenas más sencillo. Cortinas y colchas hechas con telas traídas de Francia por la abuela de Guiga y Sandy Dodero, las jóvenes anfitrionas del lugar, conviven con los tapices bordados por ellas.
Por llanos y quebradas Entre ambas se ocupan de los paseos: andan a caballo entre treinta minutos y ocho horas por día, según el deseo del viajero. El lugar es ideal para hacer largas cabalgatas, ya que la tierra va desde el llano con arro-
Una avenida... de árboles
DATOS UTILES COMO LLEGAR
Hasta la estancia Las Víboras, desde Buenos Aires, hay que tomar la autopista Buenos Aires-La Plata y luego la Autovía 2 hasta la ciudad de Dolores. Allí hay que doblar hacia la ruta 11; por ésta se retrocede en dirección hacia Buenos Aires, 10 kilómetros, hasta el km 214, donde se dobla a la izquierda para entrar en el campo TARIFAS E INFORMES
Habitación principal, por día, con pensión completa: $ 250 por persona. Informes: 4773-6434,
[email protected]. www.lasviboras.com.ar BUENOS AIRES 2 Dolores Gral. Guido
11
Estancia Las Víboras 11
Gral. Conesa
Mar del Tuyú
56 Gral. Juan Madariaga
74
San Clemente del Tuyú
Mar de Ajó
11
yos y quebradas hasta los pantanos, y al final, la llegada al mar, todo dentro del mismo establecimiento. Conducen también los paseos en carros de época y las caminatas. En un tajamar empiezan los paseos en canoa tipo canadiense por el arroyo que recorre todo el territorio y culmina en el parque de la casa. De nuevo con el carro, antes de cruzar una de las tranqueras de llegada al parque, aparece otro bosque inmenso de talas (sí, los casi extintos talas de la Argentina) y un hoyo: es un túnel abandonado que continúa hasta la casa. Se construyó en el período rosista para que Prudencio o su hermano pudieran huir de los unitarios en caso de ataque. Es emocionante advertir la pasión con que las dueñas de casa hablan del campo. No dudan en llevar a los huéspedes a ver las distintas tareas rurales, principalmente de hacienda, ya que no son buenas tierras para el cultivo, y también ecuestres, ya que en Las Víboras se crían caballos de polo. Incluso hay una pequeña cancha rudimentaria para quienes quieran taquear con Sandy y Guiga. “Después de ocho años conseguimos cambiar la mentalidad de la gente del campo para domar los caballos en forma racional. Esta es otra de las actividades que se hacen con los turistas”, informó Guiga. Más de seis personas requiere la segura cocción del asado de cordero en cruz. El jardín bucólico de otoño, el arroyo, el quincho con horno de barro, la huerta, el galpón con un fresco anónimo que será reciclado algún día y convertido en living para nuevas habitaciones: los rincones de este campo son innumerables y secretos, sólo develados por aquellos que se animan a desafiarlos.
LA NACION/Sección 5/Página 3