Una adolescencia devaluada Antes del silencio

9 ene. 2010 - brica de relojes de Neuchâtel y duran- te muchos años sus obras de teatro se representaron en cafés suizos sin que ella le contara a nadie ...
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UNA NOVELITA LUMPEN POR ROBERTO BOLAÑO ANAGRAMA 151 PÁGINAS $ 82

NARRATIVA LATINOAMERICANA

Una adolescencia devaluada S

i bien no funciona como una regla universal, es sabido que cuanta más utilidad en el presente tiene la obra de un escritor, mayor es su costo de depreciación en el futuro. Roberto Bolaño está pagando demasiado caro las deudas adquiridas con su época y con sus contemporáneos. Hoy por hoy, toda su obra se nos presenta embargada por la verborragia del presente y aquello que podría haberlo distinguido alguna vez del rumor de la marea se está dilapidando rápidamente en manos de su agente literario y su editor, sin mencionar a sus exaltados panegiristas ibéricos ni a sus presuntos herederos latinoamericanos. Lo peor que pudo pasarle a Bolaño es haberse “bolañizado”, vale decir, haberse convertido en una caricatura de sí mismo y haber reencarnado en un fenómeno comercial, peleando cabeza a cabeza con Isabel Allende en los primeros puestos de los autores más vendidos. Se podrá objetar que ser asimilado a aquello que más aborrece es la

Bolaño EL MERCURIO/GDA

suerte que corre todo escritor maldito. No obstante, a la espera de esa justicia poética que sólo puede dispensar el tiempo, los fanáticos del escritor de Estrella distante tendrán que hacer silencio y bostezar con Una novelita lumpen, un libro que ya desde el título –parodia

de las Tres novelitas burguesas de José Donoso– bien puede leerse entre líneas como una caricatura o un cómic negro sobre las penurias, los desencantos y el despertar sexual de una adolescente –Bianca– perdida en los basureros de la posmodernidad. La adolescencia entendida como un estado de máxima combustión poética es un tema recurrente en la narrativa de Bolaño. Basta recordar que Los detectives salvajes es una larguísima novela protagonizada exclusivamente por un club de clones mexicanos de Rimbaud y Lautréamont. Pero mientras que en Los detectives… la bancarrota moral y cultural de la vida moderna apenas aparecía esbozada en los intersticios de una historia que fluye a un ritmo endiablado, al mejor estilo de las películas sobre la mafia, en Una novelita lumpen todo –desde los personajes hasta la trama, pasando por el lenguaje y las locaciones– es deliberadamente chato, artificial y trash.

NARRATIVA EXTRANJERA

Quizás el problema radique en que la adolescencia trash que pinta Bolaño es demasiado gruesa, demasiado cerebral o literaria para ser verosímil. Del mismo modo, la calculada mezcolanza de un oscuro actor de péplum con los programas diarios de la televisión basura, la combinación de fisicoculturismo con esa pequeña dosis de pornografía que la pequeña Bianca consume diariamente junto con su hermano, parecen clisés calcados del manual básico del escritor “berreta”. Ello, sumado a un intriga que coquetea vagamente con el policial y el gótico sureño de Estados Unidos, compone un extraño cóctel que podría elevar a Una novelita lumpen a la categoría de lectura para el verano, si no fuera esa clase de textos que sólo sirven para que los críticos frunzan el entrecejo y se pongan a releer las obras principales de uno de los escritores más prolíficos y polémicos de las últimas dos décadas. Walter Cassara © LA NACION

AYER POR AGOTA KRISTOF EL ALEPH TRAD.: ANA HERRERA 112 PÁGINAS $ 60

Antes del silencio K

ristof ya no escribe. Ahora vive en un piso anodino de una ciudad anodina, ve la televisión todo el día y no tiene ninguna curiosidad literaria. Se agotó. O eso dice, aunque su pasado demuestre lo contrario: nació en Hungría en 1935, cruzó a pie la frontera hasta Suiza en 1956, aprendió a marcar el ritmo literario en una fábrica de relojes de Neuchâtel y durante muchos años sus obras de teatro se representaron en cafés suizos sin que ella le contara a nadie que en realidad estaba escribiendo poesía. Así que probablemente, entre lo que Agota Kristof hace y lo que Agota Kristof dice que hace, exista el mismo abismo de ambigüedad y certeza en el que se mueven sus personajes exquisitos.El Aleph había editado ya su trilogía Claus y Lu-

cas (El gran cuaderno, La prueba y La tercera mentira). Kristof había comenzado a escribirla en 1986, cuando había abandonado su húngaro materno y escribía en francés. Es una trilogía en la que trabajó seis años. Durante ese tiempo vivía en Suiza. Pocos meses antes su marido se había revelado contra la imposición del régimen soviético y la familia se vio obligada a cruzar la frontera a pie: por miedo. Pero cuando Agota Kristof, su esposo y su hija llegaron a Suiza y se sintieron libres, al fin, descubrieron que en realidad no tenían nada que hacer. Así que comenzaron una vida con la que no se sentían identificados y que estaba profundamente alejada de la que habían llevado en Budapest. Eso fue, curiosamente y en contra de lo que hubiera podido esperarse, lo

que llevó a Kristof a escribir: la rutina. El Aleph había publicado también colección de relatos bajo el título No importa que la autora no había recopilado en un solo volumen. Pero no pienso en esa antología cuando digo que Ayer (escrita originalmente en 1995, en francés) es una fusión de sus libros anteriores, sino que la novela es el encuentro de la biografía que Kristof sintetizó en La analfabeta y el estado de ánimo que parece emanar de la novela Claus y Lucas. Y es además, por encima de todo, el libro más poético de la autora. Su prosa tiene algo profundamente doloroso, sin consuelo, un desamparo radicalmente humano y triste. Y, no obstante, mantiene la esperanza en la literatura que ya ha sido escrita; no como memoria, sino como la posibilidad precisa y me-

ticulosa de construir un artefacto en el que encajar. Como si la autora húngara hubiese sido capaz de entender algún tipo de experiencia traumática y hubiera radicalizado su prosa. Y logra también que nosotros seamos capaces de entender su agotamiento. Porque aunque no sea una escritora mitómana, produce la sensación de haber hecho un esfuerzo inconsciente e inmenso para encajar en ese lugar abstracto desde el que se escribe con un ritmo literario auténtico que nosotros sólo tenemos la oportunidad de percibir leyendo a autores fundamentales como ella. Lolita Bosch © Letras libres

Sábado 9 de enero de 2010 | adn | 13