Un sueño hecho realidad para Juan José Campanella

con Pedro Almodóvar. Este es, lejos, el encuentro cinematográfico más impor- tante del mundo. Siempre me quedaba con mi hermano viendo la ceremonia.
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Espectáculos

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Martes 9 de marzo de 2010

CINE Premios Oscar: el histórico triunfo de El secreto de sus ojos

Un sueño hecho realidad para Juan José Campanella Continuación de la Pág. 1, Col. 6 cuando Almodóvar anunció el premio. Entre los nervios y el contador que aparecía en el teleprompter, que me marcaba los segundos que todavía tenía disponibles para hablar, debo reconocer que no estuve en mi mejor momento oratorio. Además, en un momento la pantalla decía: «¡Termine, por favor!». Eso fue demasiado”, comentó entre risas. “Todavía no se me cayó completamente la ficha”, reconoció ayer por la tarde, mientras se dirigía a un estudio de TV para conectarse vía satélite con los noticieros de la TV abierta de la Argentina. De todas maneras, se lo veía mucho más relajado que en la noche del festejo, en la que no pudo disimular la carga de ansiedad que todavía se dibujaba en su rostro, aun algunas horas después de recibir la estatuilla. Después de una jornada muy larga decidió recluirse en su casa y compartir íntimamente en familia el extraordinario lauro, seguramente el más trascendente de su carrera. Así pasó la mañana de ayer, sin contestar llamadas y con la casilla de su teléfono celular completamente llena. Sin embargo, también reconoció haber encontrado tiempo para pensar en los próximos proyectos que lo esperan, no bien llegue en las próximas horas a Buenos Aires. Allí lo esperan los trabajos en torno a la miniserie que prepara sobre la vida de Manuel Belgrano y su próximo largometraje, un ambicioso proyecto de animación. “Lo que son las cosas: después de recibir el premio, teníamos sí o sí que participar de una comida para que nos dieran el Oscar con el nombre de la película grabado. Y me tocó sentarme al lado de la diseñadora de La bella durmiente, nada menos. Por supuesto que aproveché para hacerle preguntas sobre animación. Estoy muy entusiasmado con este nuevo proyecto”.

El significado de todo esto A quien sí le “cayó la ficha”, según propia confesión, fue a Guillermo Francella, para quien todo esto apenas comienza, por más que el Oscar pueda verse como el mejor colofón para la impresionante cosecha de éxitos acumulada por El secreto de sus ojos. “Me da la impresión de que todo esto va a ir in crescendo con el correr de los días, sobre todo cuando tomemos toda la conciencia de lo que significa este premio. Fijate que nosotros toda la vida nos hemos acordado de las películas ganadoras del Oscar. Le tocó en su momento a La historia oficial y ahora a nosotros. Llegará el momento en que todos dirán: «Mirá, El secreto... ganó el Oscar. Hicimos historia»”, dijo. Como privilegiado testigo del anuncio en una de las butacas del teatro Kodak, Francella vivió el momento del anuncio decisivo “con una felicidad enorme”. Dijo estar convencido desde mucho antes de que la película ya era ganadora. “En los portales de Internet, en la página oficial de la película, todo el mundo decía que íbamos a ganar el Oscar. ¿Cómo no estar felices? No sólo por nosotros, sino también por el pueblo argentino, por el cine argentino. ¿Sabés lo que significa todo eso?” Cumpliendo el máximo sueño de toda su vida, Francella se cruzó en la alfombra roja con Meryl Streep, con Christopher Plummer, con Charlize Theron. “Estaba al lado de gente muy poderosa de la industria, productores, directores, aunque sólo pude hablar unas palabras con Pedro Almodóvar. Este es, lejos, el encuentro cinematográfico más importante del mundo. Siempre me quedaba con mi hermano viendo la ceremonia hasta la madrugada, imaginando que algún día podría estar allí con la posibilidad de ganar y subir al escenario. Conseguirlo así, con una película que me dio tantas satisfacciones, me da una gran felicidad”, señaló, con el gesto de quien ve una ilusión concretada casi a través de un pase de magia. Sin embargo, al final vivió un episodio que bien

“La verdad es que fue milagroso”, dijo Darín Los protagonistas celebraron a la distancia

EFE

El momento del discurso de agradecimiento ante todas las figuras de Hollywood

podría haber formado parte del guión de alguno de sus programas. Porque así lo cuenta: “Al final, cuando ya habíamos ganado y anunciaron los premios de Bullock, Bigelow y la película ganadora, yo me quedé detrás de Lauren Bacall, nada menos, y sin querer la despeiné un poco con el saco. Como pude, traté de disculparme con ella porque le pegué, creo, un golpecito en la cabeza. Se dio vuelta muy delicadamente y me dijo: «Usted me está despeinando». ¡Qué le iba a hacer! Estaba terminando la fiesta, y la verdad es que valía la pena estar despeinado”.

El momento de la verdad El momento en que se anunció el Oscar fue vivido por Francella con una combinación de euforia y algún desconcierto: “Campanella estaba por un lado del teatro; Gerardo Herrero, por el otro, y a mí me sentaron al lado de Vanessa Ragone. Cuando se anunció el premio, estábamos tomados de la mano con mucha fuerza y ahí saltamos, con un grito que pareció salido de una cancha de fútbol. Los otros invitados nos miraron raro, porque no son de entusiasmarse así. Y lo que no sabíamos, porque el protocolo suele ser muy preciso, era si íbamos a subir todos al escenario. A lo mejor las reglas decían que tenía que hacerlo sólo el director. Nos habíamos comunicado entre todos por mensajes de texto y Campanella me dio el OK, pero en un momento me cruzo con gente de seguridad y trato de explicarle que soy el actor de la película ganadora y voy al escenario a recibir un premio. No sé si estaba aprobado del todo, pero me mandé igual. Después me dijeron que había alguien de seguridad siguiéndome por los pasillos mientras iba al escenario”. Ahora le queda la alegría de haber entrado en la historia como parte de una película que resultó consagrada en Hollywood y con el Oscar. “Esa alfombra, ese circo, son cosas muy divertidas. Hubo mucho color a nuestro alrededor. Tanta prensa, tanto alboroto. Aunque a nosotros sólo los medios latinoamericanos nos prestaban atención”. ¿Disfrutará Francella por un rato de la estatuilla en sus manos? “No creo –responde finalmente-. Ese Oscar le pertenece a Campanella, es de él”.

Apostillas Lo que no se vio de los preparativos para la gran fiesta de Hollywood N Impacto. La presidenta Cristina Fer-

nández de Kirchner llamó a Ricardo Darín para felicitarlo por el triunfo, según reconoció ayer el actor, y le confesó que había visto la película dos veces y la había “impactado”. N Músico de dos generaciones. Los mú-

sicos que unieron su talento para la banda sonora de El secreto de sus ojos estuvieron anteanoche en primera fila a la hora de palpitar la ceremonia y compartir los festejos hasta el final. Son Emilio Kauderer, que compuso la música de casi todos los films de Adolfo Aristarain y está radicado desde hace muchos años en Los Angeles, y Federico Jusid, hijo del director Juan josé Jusid, que vive en Madrid. N Suvenir empresarial. “Vamos a en-

tregar a cada uno de los 1500 ejecutivos de Telefónica que se van a reunir entre el miércoles y el jueves un DVD de El secreto de sus ojos y un pack con los programas de Televisión por la Identidad. Es para demostrar que la Argentina tiene grandes productos para ganar premios de tanta importancia como el Oscar y el Emmy internacional”, señaló Alejandro

Parra, ejecutivo de Telefé Internacional, productoras asociada de El secreto de sus ojos. N Amuleto. Antes de la ceremonia,

Clemente Cancela (al frente del equipo de enviados de CQC) puso en manos de Juan José Campanella y de Guillermo Francella sendas estampitas con la imagen de Osvaldo Pugliese, figura considerada portadora de buena fortuna. Tras el éxito, el director y el actor festejaron la idea. Las imágenes registradas aquí seguramente serán la atracción principal del primer programa del ciclo. . N Sin guiño. Al final, Guillermo Fran-

cella no pudo satisfacer el pedido de un grupo de fans que a través de la red social Facebook le pidió al actor que dijera en el teatro Kodak, en caso de recibir el Oscar, uno de sus bocadillos más populares. “Había que respetar el protocolo arriba del escenario –dijo Francella–. Después, cuando bajamos, nos hicieron notas y había una cámara para Internet, salió muy despacito, casi en silencio.” Igual, no se cansó de repetir la frase (“A comeeeerla”) a pedido de varios medios.

Sonrientes y exultantes, aplaudieron, gritaron, se abrazaron, brindaron y se mostraron enormemente felices. A las 2.30 de la madrugada de ayer, Ricardo Darín y Soledad Villamil brindaron una inusual y relajada conferencia de prensa en el hotel Four Seasons de esta capital, en la que dialogaron con los medios y expresaron una evidente satisfacción por el reconocimiento brindado a El secreto de sus ojos, el film de Juan José Campanella que ambos protagonizaron y que se llevó el galardón a la mejor película extranjera. Darín bromeó con la prensa durante casi todo el encuentro. “La ceremonia fue muy larga y estoy un poco copeteado. Si ustedes pueden photoshopear después… porque hubo muchas empanadas y mucho vino”, dijo, y arrancó las carcajadas de todos los presentes. Luego, en un tono más serio, expresó: “La verdad es que fue milagroso. Tuve la oportunidad de ver las otras cuatro películas con las que competía El secreto… [«porque estoy abonado a Cabletruch», bromeó] y son muy buenas. La teníamos bastante brava y creo que fue milagroso”. Entre risas, Soledad Villamil contó que cuando Pedro Almodóvar anunció que el film argentino era el ganador, ella exclamó frente al televisor: “¡Nooo! No lo podía creer. Pensaba que los latidos de mi corazón no me habían dejado escuchar bien”. Y Darín agregó: “¡Todavía no sabemos bien si en realidad ganamos!”, y despertó más risas en los asistentes.

Historia de gente común La actriz destacó que el jurado de Hollywood premió a la película y a su director, quien “es responsable en un 90 por ciento”, y recordó que Campanella es el único director argentino que fue nominado en dos oportunidades para los premios Oscar. “Esto habla de su gran talento y es un reconocimiento muy merecido. También ha-

EFE

El director, el actor y los productores, junto a Quentin Tarantino y Pedro Almodóvar

En Hollywood, un festejo futbolero Cómo se vivió el triunfo en el hotel Mondrian, búnker de la delegación argentina LOS ANGELES (De un enviado especial).– Fue un grito de corazón. Un festejo que se pareció al canto tribunero de un gol argentino en el Mundial. Y fue tan similar que se prolongó durante algunos instantes con el “¡Vamos, vamos, Argentina!” de todos los compatriotas que soñaban con el final feliz que tuvo la historia. En el hotel Mondrian, uno de los más conocidos y característicos del Sunset Strip, unos 50 invitados, todos ligados de una u otra manera a El secreto de sus ojos, celebraron con genuino estilo argentino el Oscar para la película de Juan José Campanella, no bien Pedro Almodóvar anunció el veredicto de la Academia de Hollywood. El grupo de españoles que siguió también allí la ceremonia con la delegación argentina miró primero con extrañeza el desbordante grito de alegría, pero de inmediato se asoció a la celebración con cálidos saludos y brindis con champagne, mientras todos preguntaban cuándo llegarían Juan José Campanella y quienes lo acompañaban en el teatro Kodak para prolongar la fiesta junto con los grandes protagonistas. Ese momento tardó bastante en llegar. Hubo que esperar el final de la ceremonia y, sobre todo, el infierno de tránsito en el que se convierte todo Hollywood después de una noche de Oscar. Campanella y los suyos tuvieron que aguardar primero a que se les entregara la estatuilla con la mención grabada del premio y la película. Y más tarde, resignarse a un formidable embotellamiento, ya que entre el Kodak y el Mondrian se cruzaba la sede de la fiesta pospremio de la revista Vanity Fair, con el imaginable caos de limusinas y restricciones de circulación.

Promesas y augurios Finalmente, cerca de la medianoche del domingo, todos pudieron llegar. A Campanella lo detuvo poco antes de la entrada un enjambre de cámaras, micrófonos y luces. Lucía tan feliz como todavía aturdido por el impacto de semejante anuncio mientras aferraba la estatuilla entre sus manos. El Oscar no abandonó sus manos en ningún momento.

MARCELO GOMEZ

Los actores festejaron en Buenos Aires

PATRICK LIOTTA

Campanella, ayer, con su flamante Oscar dentro de una bolsa de supermercado

EFE

El gigantesco champagne del festejo

La primera felicitación que recibió fue oficial: un apretón de manos y los cálidos elogios del cónsul general argentino en Los Angeles, Jorge Lapsenson. Enseguida, a duras penas, logró instalarse en el mismo salón del Mondrian donde, tres días antes, había recibido por primera vez a la prensa hispano-argentina. Ahora hacía lo mismo, pero con el Oscar en la mano, junto con Guillermo Francella y los productores Gerardo Herrero, Mariela Besuievsky, Vanessa Ragone, Axel Kuschevatzky y Alejandro Parra. A la izquierda de Campanella, lista para el brin-

dis, estaba una gigantesca botella de champagne con el nombre de la película similar al que utilizan los pilotos de Fórmula 1 cuando ganan una carrera. Hubo promesas y augurios de fiesta, algo casi inevitable después de un logro tan importante. Y tras el breve encuentro con los medios, que sirvió sobre todo para registrar las primeras imágenes de Campanella con el Oscar, todos se dirigieron al hotel Standard, ubicado a unos 400 metros del Mondrian, también sobre Sunset Boulevard. A esas alturas, el cansancio ganaba a todos en el final de una jornada interminable y cargada de ansiedad. Fue por eso que todos, casi exhaustos, prefirieron sentarse en el restaurante del hotel y proseguir allí por un rato la celebración. Además, algunos de los integrantes de la delegación tenían ayer mismo sus vuelos de regreso, algunos de ellos por la mañana. Campanella fue casi el primero en saludar. Tenía una razón de peso: alternativamente sobre sus hombros y los de su esposa, Cecilia Monti, dormía profundamente el pequeño hijo de la pareja, Federico. Muy cerca de allí hacía lo propio el hijo de Kuschevatzky y la periodista Patricia Molina. Las dos únicas personas ajenas a la celebración de un día histórico, que nadie quería que terminara.

bla del gran talento del cine argentino, y es para soñar y desear que esto repercuta y beneficie al cine nacional y que podamos hacer más películas en nuestro país”, dijo Villamil. Consultado acerca de cuándo descubrió que el film tenía oportunidad de ganar, Darín reflexionó: “Lo supe cuando empecé a ver las otras películas, que son muy buenas, pero le ofrecían a la nuestra una brecha donde colarse y mostrar que se puede contar una historia dura sin inhabilitar el humor y la cotidianeidad. Nuestra historia gustó y movilizó también al público. Evidentemente, tocó alguna fibra que uno no alcanza a vislumbrar de qué se trata”. En el mismo sentido, Villamil destacó que el público “fue el primero en confiar en ella” y citó a Campanella para ensayar uno de los argumentos del éxito: “La película es una historia de gente ordinaria –como cualquiera de nosotros– a la que le pasan cosas extraordinarias, y eso hizo que el público se identificara con los personajes”. Hasta ese momento, los actores no habían logrado comunicarse con quienes habían asistido a la ceremonia de premiación. Esperaban hacerlo por esas horas y realizar un festejo conjunto. Respecto de la confusión que se había generado por su viaje, Darín aclaró: “Me confundí y aprovecho para aclararlo. Fue un error mío y no de ellos. Preferí no viajar, aunque sí me habían invitado”. Ante la consulta de si hubiera preferido cambiar esa decisión, el actor fue elocuente: “Para nada. La pasé bomba estando acá [risas]”.

Paula Gingins Más información. El secreto de sus ojos, una causa nacional, por Marcelo Stiletano, enviado especial.www.lanacion.com.ar Fotogalería. Momentos de la ceremonia y los Oscar en primer plano. Video. Así lo celebró la delegación argentina en Los Angeles. Imágenes y audio.