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Un nuevo Maní con chocolate

27 ago. 2011 - con chocolate, donde combinaba ele- mentos del teatro ... estrena Maní con chocolate II en el. Centro Cultural ... Una historia con raíces auto-.
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ESPECTACULOS

I

Sábado 27 de agosto de 2011

TEATRO s ESPERADA SEGUNDA PARTE

Un nuevo Maní con chocolate Ana María Bovo le dio una bienvenida vuelta de tuerca a su recordado espectáculo CARLOS PACHECO PARA LA NACION Hace once años la actriz y narradora Ana María Bovo estrenaba Maní con chocolate, donde combinaba elementos del teatro, la literatura y el cine. El personaje: una mujer adepta a contar las películas que veía en un pequeño cine de pueblo. Entre aquel tiempo y el presente, Bovo construyó muchas otras experiencias tan exitosas como aquella, aunque los espectadores seguían pidiéndole que hiciera aquel espectáculo. Los nostálgicos tendrán ahora la posibilidad de reencontrarse con el espíritu de esa experiencia. Bovo estrena Maní con chocolate II en el Centro Cultural de la Cooperación, compartiendo la puesta en escena con Gonzalo Córdova, con quien ha creado una entrañable relación creativa. “La gente me hablaba de ese trabajo con mucho cariño –explica la intérprete– y me propuse volver a hacerlo no sólo por nostalgia sino por deseo y, en verdad, ese deseo recién apareció ahora. Necesitaba que se me ocurra algo bien diferente y lo encontré.”

La inspiración llegó casi sin buscarlo en un viaje a su ciudad natal, San Francisco, en la provincia de Córdoba. Allí se encontró con una vieja fábrica de fideos, hoy abandonada, al lado de la cual está ubicado el palacio donde vivían sus dueños. A través de unos vidrios rotos del edifico logró reconocer el interior del lugar y eso le provocó el recuerdo de su niñez, cuando la fábrica funcionaba. “En el primer Maní con chocolate – comenta– daba cuenta de la biografía de una espectadora, no erudita, que se dejaba llevar por sus emociones. Ahora el dispositivo narrativo es otro. No tengo ninguna pretensión de dar cuenta de la historia del cine, ni de armar un catálogo de buenas películas. Me apoyo

PARA AGENDAR Maní con chocolate II De Ana María Bovo. Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543. Los viernes y sábados, a las 20. Localidades. $ 70.

en las dos locaciones que, en escena, el hombre de mi ciudad, que armará un film nuevo, pero construido con bien podrían ser utilizadas por retazos de otros”. el cine y armé Algunos espectáuna relación culos de Ana María Bovo están consficcional entruidos con matetre la dueña riales literarios y del palacio y en otros, como en el encargado este caso, el dispade la caldera de la fábrica. La rador es un recuerdo señora no puede personal. “Me resulta ir al cine porque su un desafío. No es que me marido italiano está abandono a un recuerdo y enemistado con los italianos lo exploto, sino que ese Una historia que son dueños de las salas germen autobiográfico con raíces autoluego es desplazado a la de la zona, y ella recurre a biográficas da vida los relatos cinematográficos ficción. Eso me permite al nuevo espectácude su empleado, los viernes algo lúdico y tanto que, lo ideado por Boa la noche.” a veces, me parece que vo La señora es una inmigrante algo que inventé forma italiana tardía y está fascinada por parte de mis recuerdos.” las películas de Hollywood, en tanto A la autora de la novela Rosas que el empleado, socialista, está colombianas, se la ve no sólo feliz muy interesado en el neorrealismo por su estreno, sino porque además italiano. Según cuenta Ana Bovo: “El acaba de editar un audio libro que se las rebusca para contarle algo de incluye muchos cuentos de su reperDe Sica pero con actores de Hollywo- torio. Así, ahora su público podrá od”. El cruce resulta muy atractivo tomar contacto con su trabajo y en y, tanto más lo será, al reconocer la comodidad de su casa.

OPINION TEATRO

ERNESTO

SCHOO

Maquinistas y actores de antaño

Una mezcla de recuerdos y fantasías en la creación de la actriz

P

or muchos años no tuvimos otro teatro, o Casa de Comedias, como generalmente se llamaba, que el Argentino, situado frente a la iglesia de la Merced (…), hasta que se edificó el Teatro de la Victoria, por el año 1833 (…). El Argentino fue, pues, por muchos años, nuestro único teatro, que no fue por cierto un modelo arquitectónico. El frente, completamente destituido de todo ornato, ostentaba por entrada un portón de pino, más aparente, sin duda, para una cochera que para un teatro; y como no hay nada que ver aquí, visitemos el interior”. Así comienza la evocación que hace el doctor José Antonio Wilde (1813-1887) –médico y educador, ilustre vecino de Quilmes– de los comienzos de la actividad teatral en Buenos Aires, ciudad a la que dedicó un libro cuya lectura recomendamos a todos los que la aman: Buenos Aires desde setenta años atrás, publicado en 1881. Entremos, pues, con él al modesto Teatro Argentino: “El proscenio tenía suficiente extensión para las representaciones de la época y para el personal de que se disponía. Las decoraciones, bastante pobres, fueron pintadas en su mayor parte por don Mariano Pizarro, argentino, maquinista del teatro. El telón de boca y cierto número de bastidores eran obra de algún artista o aficionado extranjero que caía a la mano. El alumbrado se hizo por velas de sebo y más tarde con aceite (…) La maquinaria no estaba muy adelantada en esa época, y en prueba de ello veamos cómo se manejaban para subir y bajar el telón. Para subirlo, colocábanse uno o dos hombres de cada lado en la parte más alta de la boca del proscenio, entre las bambalinas; allí permanecían sentados. Cuando se hacía la señal para subir el telón, abandonaban su asiento y, bien asidos de las cuerdas, descendían al piso por su propio peso haciendo, hasta cierto punto, el oficio de poleas; el telón

subía en proporción que ellos bajaban. Aseguraban bien las gruesas cuerdas en unos postes destinados al efecto y cuando querían que el telón bajase, soltaban las cuerdas, como quien suelta hilo a una pandorga, o como se va soltando con precipitación el balde al aljibe” (pandorga es una antigua denominación de la cometa, o barrilete). No es nada piadoso el doctor Wilde cuando, unas páginas más adelante, enjuicia a los intérpretes que pudo ver en el Argentino y luego en la Victoria. Algunos ejemplos: “Matilde Diez, hija del barba (característico) señor Diez, actor español mediocre; era esta lo que puede llamarse una hermosa mujer, alta, algo corpulenta, pero bien formada, era todo menos actriz. Convencida, como parecía estarlo, de su hermosura, no se empeñaba en estudiar, jamás sabía su papel, ni entraba en él, los pasajes más patéticos no la conmovían ni la afectaban en lo mínimo; era un adorno en escena. Ana Campomanes, de más de cuarenta años, fea en grado heroico; desempeñaba papeles secundarios con bastante soltura, particularmente los de criada de confianza, que son las que manejan la intriga. Cantaba, pero tenía una voz cascada y chillona. Velarde (Primer galán). Alto, de buena figura, pero sin elasticidad en sus movimientos y acción, al extremo que al verlo desempeñando el rol del conde de Almaviva en El barbero de Sevilla, un crítico de aquellos tiempos decía que más bien debiera llamarse conde de Almamuerta. Sus modales eran finos pero, como sus compañeros, carecía de escuela. Felipe David (Primer gracejo). Porteño. Este hombre, sin estudio, sin modelos que imitar, poseía dotes especiales: sobresalía en la mímica. Era el amigo predilecto del público (…) Bastaba ver solamente a Felipe en la escena, para que se pronunciara la hilaridad; antes de que dijera una sola palabra, la risa se hacía general”.

SINTESIS LAURA MANZINI

EN PALERMO

WILLY WULLICH

También en Código Montesco, se agregó una función de ¡Acá no se fuma!, debido al éxito. El desopilante unipersonal musical de Pepe Cibrián Campoy, encarnado por Laura Manzini, subirá a escena mañana, a las 21 y a las 23, en esa sala de Gorriti 3956; $ 40.

Con las actuaciones de Lisandro Carret y Mónica Greco, Ponete en mis zapatos sube a escena todos los sábados, a las 21. Esta obra dirigida por Carlos Evaristo empezó en las sierras cordobesas y desde hace ocho meses que se impone en el off porteño. En el Túnel, Bonpland 2050.

El próximo martes, a las 20, al cumplirse un año de la muerte de Guillermo “Willy” Wullich, reconocido gestor cultural y del teatro, se bautizará en su honor y con su nombre la sala del Teatro Colón de Mar del Plata, de la que fue director. En ese teatro, Hipólito Irigoyen 1665.

Unipersonal exitoso

Un clásico del off

Homenaje marplatense