Un desempleado, humo y un perro, en el camino del

Ariel Frías, bajó y se paró en medio de las vías en la estación Callao de la línea D, decidido a impedir el paso del subte que se dirigía a Congreso de Tucumán.
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BUENOS AIRES

| Jueves 22 de agosto de 2013

BUENOS AIRES Edición de hoy a cargo de Luis Moreiro | www.lanacion.com/ciudad

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Un desempleado, humo y un perro, en el camino del subte

Insólito viaje a “paso de perro” testimonio Gastón De la Llana

transporte. En una mañana llena de problemas, un ex empleado saltó a las vías de

LA NACioN

la línea D; en la C, hubo un principio de incendio, y en la B, un perro causó demoras Felicitas Sánchez LA NACioN

Los usuarios que todas las mañanas se toman el subte en horario pico para ir a trabajar están acostumbrados a los inconvenientes, las demoras y las sorpresas. Pero el día de ayer superó todo lo previsible y puso a prueba la paciencia y la credulidad de la gente que pretendía viajar en las líneas B, C y D. Primero, a las 6.50, un ex empleado se arrojó a las vías en la estación Callao de la línea D para reclamar por su reincorporación. Luego, a las 9.20, un pequeño perro vagabundo se desorientó dentro del túnel de la línea B y obligó al subte a circular muy lentamente durante nueve estaciones, para no pisarlo, hasta que lograron sacar al animal. Luego se canceló el servicio de la línea C debido a la presencia de humo en el túnel. Todo esto ocurrió en un lapso de cinco horas en el horario de más actividad, entre las seis y las diez, y provocó demoras o interrupciones en todas las líneas afectadas y, por lo tanto, una mañana muy complicada para los usuarios. Un ex empleado en la línea D La jornada accidentada comenzó diez minutos antes de las siete cuando un hombre, identificado como Ariel Frías, bajó y se paró en medio de las vías en la estación Callao de la línea D, decidido a impedir el paso del subte que se dirigía a Congreso

C

de Tucumán. Frías es un ex empleado de Metrovías que fue despedido en julio y que pretendía con este reclamo recuperar su empleo. “Yo lo que quiero es hacer pública mi situación y que alguien me ayude, tengo una familia y no quiero perder mi trabajo”, exclamó, mientras cortaba el paso del subte. Los pasajeros rápidamente se bajaron para ver qué sucedía y algunos llegaron a increparlo, incrédulos y exasperados. Un periodista de un noticiero televisivo intentó convencerlo de que se moviera de allí, pero el ex empleado se resistía. Finalmente, Frías accedió a retirarse de las vías a las 7.05. “La persona fue desvinculada de la empresa en el mes de julio a raíz de un grave faltante de dinero en la boletería de la estación donde se desempeñaba”, explicó un vocero de la empresa concesionaria Metrovías. El perro perdido en la línea B Apenas dos horas más tarde, otro hecho, tan impredecible como el anterior, generó demoras entre las 9.20 y las 10.20 en la línea B. En este caso, un pequeño perro vagabundo, de pelo blanco con manchas negras, ingresó a la estación de Federico Lacroze y bajó a las vías. A los pocos minutos, cuando vio que se acercaba el tren, el animal asustado corrió a lo largo del túnel, y el motorman del subte tuvo que bajar la velocidad para no pisarlo. A partir de allí, el subte realizó casi todo el recorrido restante a una velocidad mínima, pisándole los talones al cansado perro, hasta

Un ex empleado cortó las vías de la línea D que pudo salir en la estación Uruguay. “Se desorientó y no encontraba la salida, así que se lanzó a correr hacia adelante durante nueve estaciones”, explicó un vocero de los trabajadores del subte. “Ningún conductor sería capaz de pisar un perro”, agregó. Humo en la línea C A causa de la presencia de humo, la línea C también estuvo interrumpida durante casi una hora entre las 9.45 y las 10.35, y luego prestó un servicio reducido entre las estaciones Constitución y Diagonal Norte hasta las 11.

imagen de tv

El humo se presentó en el túnel entre las estaciones San Martín y Lavalle, y provocó la intervención de dos dotaciones de bomberos. Metrovías informó que no hizo falta evacuar el túnel y que, si bien acudió el SAME, no hubo heridos. “Una tapa plástica cayó sobre una bomba de agua en la estación Lavalle y ésta se recalentó y prendió unos cables al costado de la vía. Por eso había tanto humo”, explicó el vocero de los trabajadores del subte, quien ayer tuvo que dar más explicaciones que nunca.ß

omo todos los días, cada vez que voy a tomarme la línea B pienso en qué nueva aventura voy a enfrentar. Últimamente siempre pasa algo y uno, en la hora pico, tiene que tener a mano alguna alternativa por si resulta imposible subirse a los trenes, que además pueden venir con demoras de hasta media hora. A veces miro Twitter, donde la gente ya va haciendo catarsis. Hoy no decían nada. Todo aparentaba estar bien con la línea B. Llegué al andén de Malabia y noté que no había nadie. Me fui hasta adelante para subir en el primer vagón. Pasaban los minutos y la estación comenzó a llenarse. Eso ya era una pésima señal. Una vez más, imaginé mi destino en los próximos 30 minutos, apretado contra la espalda de alguien mucho más alto que yo sin poder mover ninguna de mis extremidades. Es increíble cómo uno se acostumbra a casi todo lo que pasa en el subte. Se va volviendo predecible. Durante años vi muchas cosas bajo la tierra, pero lo de esta vez fue, lejos, lo más divertido de todo. Bueno, no sé si divertido. Tal vez, surrealista. Mientras la gente se asomaba de manera peligrosa para ver si venía el tren, yo chequeaba mi celular sin prestar demasiada atención a lo que pasaba. Hasta que empecé a advertir la sorpresa de varios pasajeros al lado mío. Al mismo tiempo, oía ruido a piedras. Algo se movía en el túnel, evidentemente. Lo primero que pensé es que se

Un proyecto fotográfico retrata los locales tradicionales

Once: vigilia de 12 horas a 18 meses de la tragedia homenaje. Será en el hall

de la estación; participará Juan José Campanella

patrimonio. Gustavo Sancricca y Luciana

Guerrero relevaron los lugares comerciales que forman parte de la identidad porteña

Leonardo Tarifeño LA NACioN

La memoria porteña ya tiene quien la retrate. Algunos locales históricos podrán desaparecer, pero no para siempre. Un fotógrafo y una diseñadora se ocupan de mantenerlos vivos, convencidos de que la ciudad es tanto lo que se ve como lo que se recuerda de ella. La bombonería que desde hace décadas permanece en el mismo lugar, la ferretería atendida por varias generaciones de una misma familia y la blanquería para la que los años no pasan son sólo algunos de los tantísimos monumentos al tiempo que la rutina y el vértigo no permiten valorar en su exacta dimensión. Esos lugares, muchos de ellos históricos, se extinguen de varias maneras: algunos cierran, otros son derrumbados, y a veces simplemente se los deja de ver. La fuerza de la costumbre los devora. Hasta que un día un cruel cartel escrito a mano anuncia su desaparición, y el lamento por esa ausencia inminente oculta la pregunta que llega tarde: ¿por qué no sobreviven esos locales que constituyen la identidad porteña? El fotógrafo Gustavo Sancricca y la diseñadora Luciana Guerrero también se hicieron esa pregunta, y por eso desde 2009 llevan adelante Proyecto Locales (https://www. facebook.com/ProyectoLocales), un relevamiento fotográfico de esos espacios que suponen, en palabras de Sancricca, “un pequeño viaje en el tiempo”. Los secretos de la bombonería Corso, la blanquería Amalia, la cafetería Los Angelitos, la librería Fernández Blanco, la casa Glenmore y la tienda de herrajes otzakian reviven en esos retratos, que en septiembre próximo se convertirán en parte del libro que compila lo mejor del proyecto. “Locales comenzó cuando descubrí que en mi búsqueda de locaciones para mis trabajos fotográficos siempre buscaba un mismo tipo de lugares –explica Sancricca–. Y a medida que

descubrimos más y conocimos a sus habitantes, encontramos que esas historias merecían ser contadas. Nos apenaba que no quedara un registro de lo que alguna vez fueron, porque, para nosotros, esos espacios están fuertemente ligados a la identidad de Buenos Aires.” En sus recorridas para inmortalizar esos auténticos museos vivos de la porteñidad, Sancricca y Guerrero advirtieron realidades que hasta entonces ni siquiera habían imaginado. Por ejemplo, que la supervivencia es más compleja de lo que parece. “Al principio, nos parecía aberrante que algunos de estos locales cerraran sus puertas –señala el fotógrafo–. Después descubrimos que un cierre no siempre tiene que ver con la agresividad del mercado. Alguna gente le pone mucha dedicación y amor a su negocio; otra no cree en su propio valor. ¡Muchos dueños creían que los queríamos asaltar! No podían entender que para nosotros su tienda es hermosa. Entonces ahí aprendimos que subsistir es una decisión.” ¿Los porteños valoran el patrimonio urbano? El asunto, para Sancricca y Guerrero, exige pensar sin prejuicios el pasado y presente de la ciudad. “¿Por qué el patrimonio no es una prioridad para los gobiernos? Porque tampoco lo es para el común de los ciudadanos –opina Sancricca–. La ley protege las construcciones anteriores a 1940, pero todos los días vemos cómo se las demuele. La gente que se muda a las torres de Palermo admira el barrio por «pintoresco», pero no ve ninguna contradicción en vivir en un edificio que arrasó con una antigua casa chorizo, de esas que justamente hacían que ese barrio fuera «pintoresco». Nosotros creemos que la identidad de Buenos Aires es compleja y contradictoria. Por eso nos gustaría que aceptemos esa contradicción de una forma más integrada. Que en la ciudad convivan lo antiguo y lo moderno con coherencia y sin imposiciones, que integre la diversidad.” Del vasto anecdotario que surge

trataba de una rata grande que venía caminado por las vías, pero no. Era un perro que iba al trotecito, derecho por las vías. Detrás venía el subte, como un gigante escolta... al paso del can. La puerta delantera del primer vagón, donde viaja el motorman, estaba abierta y alguien colgaba de ella; handy en mano, comunicaba segundo a segundo lo que hacía el can. Pasará a la historia la cara del empleado de Metrovías. Denotaba todo su desconcierto. “¿Qué hago con este perro?”, pensaba, seguramente, a juzgar por sus gestos. A los empujones, como siempre, los pasajeros nos metimos en el vagón sin preguntar. Adentro, los que venían de más lejos nos preguntaban a los “nuevos” si el perro seguía en el túnel. La formación venía siguiéndolo desde hacía bastante. Nunca supe bien desde dónde. Tuve la suerte de “quedar inmovilizado” con gente que se tomó el inolvidable episodio con bastante humor. incluso hicimos varios chistes. Eso ayudó a tomar con más calma la idea de ir a trabajar en subte, pero “a paso de perro”. Eso sí, a medida que avanzábamos, en cada estación le preguntábamos a los nuevos pasajeros si el perro seguía ahí, firme en su peregrinación. Todos decían que sí, hasta que, finalmente, llegamos a Pasteur. Ahí nos dijeron que el can había cambiado de vía. Por fin, el tren aceleró su marcha y cada uno retomó su rutina. A medida que íbamos bajando, nos saludábamos entre bromas. Ya éramos todos como amigos. –¡Nos juntamos a tomar mate, eh! –Sí, dale, ¡Traé al perro!ß

Mauricio Giambartolomei LA NACioN

Luciana y Gustavo, los creadores de la iniciativa, en su estudio

El retrato del Proyecto Locales de la clásica bombonería Corso después de tantos años consagrados al rescate del pasado, Sancricca y Guerrero destacan con una sonrisa que Norma, la dueña de la bombonería Corso, nunca los deja pagar los bombones que ella misma les ofrece durante las sesiones de fotos. También ríen cuando mencionan que en Amalia, una blanquería de Barrio Norte, el derecho de admisión se lo reserva un caniche que,

además, es la insignia del negocio. Y para que no todo suene tan feliz, cuentan la historia del zapatero que los echó a patadas de la tienda de Flores que acababan de fotografiar sólo porque a Sancricca se le ocurrió tutear al dueño (“estaba enfurecido, nos pidió que nos fuéramos y nos amenazó con golpearnos”). Quién sabe, a lo mejor esas tiendas retratadas sólo sobrevivirán en las

eduardo carrera / afv

gentileza gustavo sancricca

imágenes del Proyecto Locales. Ese enigma lo resolverá el tiempo, entre cuyas virtudes no figura la piedad. Pero si un día sus dueños se ven obligados a colgar un cartel escrito a mano para anunciar el cierre definitivo, podrán soñar, no sin razón, que en esta serie de fotos dejan como último mensaje otra inmejorable razón para amar a la ciudad que ellos mismos hicieron brillar.ß

Con la lectura de un documento que hará mención al accidente de trenes en Castelar, al procesamiento del ex secretario de Transporte Ricardo Jaime y al silencio del Gobierno sobre la profunda crisis del sector ferroviario, entre otros puntos, los familiares y amigos de las 51 víctimas de la tragedia de once realizarán hoy la segunda edición de las Doce horas de Justicia, al cumplirse 18 meses del mortal choque. El cineasta Juan José Campanella estará presente en la jornada que se realizará en el hall central de la estación de once, donde habrá una muestra fotográfica, estampado gratuito de remeras, shows musicales y proyección de videos. “José es un referente de la cultura y un amigo de los familiares. Ya lo habíamos tenido en un video, pero queríamos que estuviera personalmente”, contó a la nacion Paolo Menghini, padre de Lucas, que falleció en el tren y cuyo cuerpo fue hallado dos días después de la colisión en la estación. El inicio de actividades está previsto para las 8.32, momento exacto cuando se cumplirá un año y medio del hecho. Entre las 9.30 y las 18.30 habrá diversas actividades artísticas, la proyección del corto Oda en homenaje a las víctimas y el lanzamiento de la página web oficial de los familiares. “Allí vamos a publicar toda la información de los actos, los videos, una pequeña biografía de los fallecidos y todas las campañas que hemos hecho”, contó Menghini. Entre las 19.30 y las 21 será el acto central, que contará con la presencia de Madres del Dolor, políticos, Juan Carr y Campanella; será conducido por el periodista Alfredo Leuco. En ese lapso se proyectarán videos, los familiares leerán un “duro documento” y el cineasta recitará algunas frases. “Vamos a copar el hall de la estación”, anticipó Menghini. Los familiares, 18 meses después, siguen esperando una declaración del Estado sobre el accidente. El reclamo se sostuvo a lo largo de los meses posteriores a la tragedia. La primera edición de las Doce horas de Justicia se realizó cuando se cumplió un año del choque del tren, ocurrido el 22 de febrero de 2012.ß