Trucos y secretos de las mujeres al volante

5 abr. 2009 - señales integrales, desde Utilísima hasta elgourmet.com. Excede estas líneas el hablar de mujeres que conservan plena vigen- cia y aún ...
2MB Größe 8 Downloads 51 vistas
Espectáculos

Página 2/Sección 4/LA NACION

2

3

Domingo 5 de abril de 2009

TELEVISION Conductoras: Maju Lozano, Mariana Fabbiani y Andrea Politti cuentan cómo es estar al frente de la pantalla

Trucos y secretos de las mujeres al volante Continuación de la Pág. 1, Col. 6 haciendo un programa sobre la obesidad (Cuestión de peso). Además, era de esas heladeras viejas, bien pesadas. Lo peor fueron los técnicos que por el pánico a salir en cámara no corrieron a ayudarme”, recuerda. Otra que revela los entretiempos que deben sortear las conductoras es Maju Lozano que, en breve y por primera vez en soledad, será la encargada de comandar la nueva propuesta de América, Amores ciegos. “Mariana [Fabbiani] ha tenido que remar entrevistas serias conmigo, sentada enfrente, tentada o tirada en el piso de risa. Cuando vino Horangel, me descompuse y temblaba de risa”, rescata Lozano de sus tiempos en RSM, donde abundaban las “maldades” entre los panelistas. “Generalmente eran buchoneadas como: preguntale a Claudio (Pérez) dónde estuvo anoche. También, Mariana se saca mucho los zapatos y hubo veces en las que tuvo que salir al aire con un pie descalzo porque se los escondíamos”, dice sin reprimir un carcajada. Su antigua compañera, Mariana Fabbiani, aporta una anécdota de sus tiempos como conductora en Mariana de casa cuando un día, en el piso y al aire, los coloridos muñecos se quedaron mudos, al igual que el chef Martiniano Molina. Nadie le respondía. “Es el Día de los Inocentes”, le avisaron en la propaganda.

Maju Lozano SEBASTIAN LOPEZ

Cintura y ritmo Cada una tiene sus secretos para salir airosas de esas incómodas situaciones. “Mi miedo es distraerme y que se genere un blanco. Por ejemplo, que se te olvide el nombre del invitado. Pero la naturalidad me ayuda mucho. No hay que caretearlo. Si veo que el programa no viene bien rompo la estructura y trato de improvisar”, se envalentona Fabbiani. Lozano, que admite haber aprendido mucho de su ex compañera de RSM, revela el mismo truco para sobrellevar el mal momento: “Si meto la pata no me hago la tonta, lo subrayo”. Politti, en cambio, recurre al ritmo. “Cuando el programa se hace un plomo, le empiezo a dar matices. Lo hago desde mi técnica actoral”, apunta la actriz que se sintió por primera vez conductora cuando quedó al mando de Doce corazones. Para estas conductoras, el hecho de ser mujeres las pone en un lugar de mayor exigencia que en el caso de los hombres. “A las mujeres nos cuesta plantarnos con autoridad y que no se interprete como histeria femenina. Es necesario tener actitud suficiente para conducir”, opina Fabbiani, que recuerda la primera vez que se plantó delante de una cámara. Fue a los 16 años y en el programa de Mirtha Legrand. “Hice una cosa demasiado ridícula, una parodia de Isabel Pantoja, que era una especie de chiste familiar. A pesar de no haber trabajado nunca en tele, tenía cierta conciencia de la cámara, de los planos cortos y me resultaba un lugar conocido”, se explaya. “Tener la batuta es más difícil de entrada; es como el liderazgo. Ahora logré imponer lo que pienso. Frente a ciertos tipos de personajes, al igual que en la vida, es más difícil. A veces mi imagen parece más frágil de lo que en verdad soy. Entonces, si me subestiman, se pueden llevar una sorpresa”, advierte con su elocuente

Andrea Politti MAXIE AMENA

Mariana Fabbiani

Maru Botana MARCELO GOMEZ

risa pícara. “Las mujeres somos más fuertes últimamente. Para una mujer todo es más difícil desde lo estético. Se le exige que sea una modelo, que esté siempre flaca y joven, y si es brillante e inteligente les molesta. Todo lo tenés que hacer muy bien para que te lo reconozcan. En cambio, el hombre enseguida es ensalzado”, distingue Politti. “Casi estamos iguales a los hombres, pero todavía se le exige más a la mujer. Estéticamente, también. Nadie dice: mirá qué flaco que está Marley o Mario [Pergolini]. El hombre tiene esa cosa más permisiva. A la mujer le dicen: ponéte los tacos que

parecés un corcho”, provoca Lozano, que nombra a Elizabeth Vernaci como su principal referente como conductora. “La Negra, aunque estuvo poco en tele, marcó una dirección hacia dónde pueden ir las mujeres. Rompió con la cosa tan correcta, tan convencional y rígida de las conductoras mujeres que siempre hacían de apoyo a los hombres. Es una mina fuerte e independiente”, elogia Maju. Quien puede opinar de la ventaja o desventaja de pertenecer al género femenino es Ernestina Pais, que a partir de mañana, a las 23, ocupará la silla de Mario Pergolini en Caiga quien caiga, un ciclo originariamente

machista, que ahora será comandado por la dama de la potente carcajada. Pero ni Pais ni Maru Botana, que ha vuelto a condimentar las mañanas de Telefé con Sabor a mí, accedieron a hablar con LA NACION sobre su rol de conductoras. Estas mujeres manejan con cautela, evitan ciertos caminos y destinos accidentados: saben por dónde no ir. “El humor negro no lo manejo bien; no fluyo por ahí. La ironía, sí. No me río del defecto ajeno”, asegura Fabbiani, que admira a la conductora estadounidense Ellen DeGeneres por su “estilo y cabeza” descontracturada. “No me gusta ridiculizar al otro. Es

como pegarle al gordo del colegio; es abusivo”, dice Maju en la misma línea de su ex compañera. Politti, la experta en ritmo, reconoce: “Lo más difícil de manejar es el stress del rating minuto a minuto por el que la producción a último momento puede cambiarte todo. Hay que tener cintura e ir improvisando”. Sobre aquellos gestos y situaciones a los que les escapa destaca: “No me gusta lo burdo. Lo bizarro es gracioso, pero no lo burdo. Si yo sé que mi risa es ganadora la voy a usar, pero no cada dos minutos. Tampoco me gusta la demagogia de tratar a las personas como si no pudieran valerse por sí mismas”. Ella, al igual que las otras dos conductoras, reconoce la autoridad de Susana Giménez y Mirtha Legrand en la materia. “Cada una tiene lo suyo y disfruto observándolas”, admite. Las tres concuerdan con que el gusto por conducir pasa por lograr un cambio en el humor de los televidentes. “Me gusta poder hablarle a la gente y cambiarle el humor. El generar una sonrisa. Ver que los técnicos están detrás de cámara con una sonrisa, de esas bobas con las que mirás la tele, me da alegría”, resume Fabbiani.

Ernestina Pais SOLEDAD AZNAREZ

Annamaría Muchnik

Blackie, personalidad multifacética

Pinky, pura simpatía y naturalidad FOTOS DE ARCHIVO

Nombres que dejaron su sello Varias figuras femeninas escribieron parte de la mejor historia de nuestra TV Si algo ayuda a la nueva camada de conductoras televisivas es la fortuna de que la historia cuida sus espaldas. Las Fabbiani, las Botana y las Pais pueden instalarse con cierta comodidad en un escenario que no les es hostil porque antes que ellas pasaron por el mismo lugar algunas figuras excepcionales que hicieron historia y dejaron un sello indeleble de mujer en nuestra pantalla chica y sirvieron de modelo, ejemplo y punto de referencia para todo lo que llegó después. Lo reconozca o no la nueva generación, la impronta dejada por ellas sigue presente. Al frente aparecen dos enormes figuras, cuyos seudónimos terminaron por imponerse a sus respectivos nombres y apellidos. Ellas alcanzaron cumbres probablemente jamás superadas por otras personalidades femeninas en nuestra televisión, en buena medida porque acompañaron como grandes protagonistas casi desde el comienzo la historia del

medio: Paloma Efron (Blackie) y Lidia Elsa Satragno (Pinky). La primera fue el prototipo de la creadora múltiple, capaz de brillar como productora, guionista, conductora e intérprete. La múltiple Blackie dejó su estilo en notables hitos televisivos de Historia del jazz a Derecho a réplica, pasando por Volver a vivir. En cuanto a Pinky, la naturalidad con la que siempre se movió delante de las cámaras no logró ser igualada hasta aquí. Pura simpatía, la “señora televisión” logró que a través suyo cualquier mensaje resultara cálido, llano y perfectamente comprendido por el público, y con la misma sencillez comenzó de a poco a ocuparse de temas cada vez más serios, prólogo de su actual compromiso político como diputada. Annamaría Muchnik representó el paradigma del programa femenino por excelencia de los primeros tiempos de la TV: con sólo 17 años

se puso al frente de Buenas tardes, mucho gusto, la creación de su padre, Pedro Muchnik, que durante tantos años fue auxiliar de las tareas hogareñas, acompañante de las amas de casa y precursora de lo que hoy funciona durante las 24 horas como señales integrales, desde Utilísima hasta elgourmet.com. Excede estas líneas el hablar de mujeres que conservan plena vigencia y aún tienen muchísimo para dar, como las dos grandes divas de hoy, Mirtha Legrand y Susana Giménez. Pero junto a ellas y a las tres nombradas, sería injusto no incorporar en la lista a otras grandes conductoras y animadoras, que representan a muchas más: la elegancia de Colomba, las inquietudes culturales de Canela, el buen gusto de Maisabé, la agudeza de Magdalena Ruiz Guiñazú, la visión periodística de Mónica Cahen D’Anvers.

Marcelo Stiletano