Trece años de cárcel para los Juliá

8 ene. 2013 - Kaen y sus colegas Lourdes Izquier- do Montijano y Carlos Broitman in- sistirán en que existieron irregulari- dades cuando fueron rechazados ...
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SEGURIDAD | 17

| Martes 8 de enero de 2013

DE EZEIZA A BARCELONA, DEL AIRE A LA CÁRCEL El primer vuelo del Bombardier Challenger 604 terminó con el hallazgo de 944,5 kilos de cocaína, la detención de los tres argentinos y el comienzo del “caso del narcojet”

2011 2 DE ENERO El secuestro La Guardia Civil de España requisó, con un can adiestrado, el avión que tripulaban Eduardo Juliá y Matías Miret, y que llevaba como pasajero a su dueño, Gustavo Juliá. Encontraron, ocultos detrás de los asientos, decenas de paquetes de colores que contenían cocaína

2012 23 DE ABRIL

2012 6 DE JULIO

2012 5 DE DICIEMBRE

Cambio de cárcel Los hermanos Juliá fueron trasladados de la cárcel modelo de L’Eixample a Brians, un centro penitenciario de alta seguridad, por un presunto intento de fuga. Matías Miret, en cambio, seguió alojado en la misma prisión que desde el momento de su detención, en enero de ese año

Elevación a juicio El fiscal catalán David Benages pidió la realización del juicio contra los Juliá y Miret, y reclamó para los tres la pena de 13 años de prisión y multa de 100 millones por contrabando agravado de estupefacientes

Comienzo del debate La Audiencia Provincial Sección Octava de Barcelona estuvo a cargo del juicio, que se desarrolló en dos audiencias en las que los principales testigos, los agentes que secuestraron la droga, complicaron a los hermanos Juliá y, en cambio, beneficiaron a Miret

2012 11 DE DICIEMBRE La única excarcelación Cinco días después del final de los alegatos, y varias semanas antes de dictar la sentencia, el tribunal del juicio resolvió otorgar la excarcelación a Matías Miret y le permitió, incluso, dejar España y regresar a la Argentina. Con el pasaporte en su poder, el copiloto del Bombardier Challenger llegó con su familia a Buenos Aires el día de Navidad

seguridad Edición de hoy a cargo de Fernando Rodríguez | www.lanacion.com/mundo

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Trece años de cárcel para los Juliá

Un tribunal de Barcelona los encontró culpables del tráfico de 944,5 kilos de cocaína y, además de la alta pena de prisión, les aplicó una multa de 100 millones de euros, tres veces el valor de la droga en el mercado clandestino Gabriel Di Nicola LA nACIOn

Cuando tuvieron la oportunidad de hablar frente a los jueces, afirmaron que desconocían que el lujoso jet con el que aterrizaron en el aeropuerto de El Prat, en Barcelona, el 2 de enero de 2011, llevaba ocultos 944,5 kilos de cocaína. Pero la justicia española dio por probado todo lo contrario y condenó a los hermanos Gustavo y Eduardo Juliá a la pena de 13 años de prisión, al considerarlos culpables de tráfico de estupefacientes agravado. Así lo informaron a la nacion fuentes con acceso al expediente. En cambio, como se preveía desde que fue liberado, el 11 de diciembre pasado, al término de las dos audiencias del juicio oral y público que tuvo lugar en territorio catalán, el copiloto del Bombardier Challenger 604, Matías Miret, fue absuelto, ya que no se pudo probar que supiera que la aeronave llevaba una tonelada de drogas. Según la sentencia de la Audiencia Provincial Sección Octava de Barcelona, los hermanos Juliá, además de cumplir la pena de prisión, deberán pagar una multa de 100 millones de euros, correspondiente al triple del valor que la droga que se intentó traficar (cocaína con un 83% de pureza) tendría en el mercado clandestino europeo. La condena impuesta por los jueces coincide con lo que había solicitado el fiscal del juicio, David Benages. El representante del Ministerio Público los había acusado de cometer “un delito contra la salud pública en su modalidad de sustancias que causan grave daño a la salud, con la circunstancia de extrema gravedad por el uso de un aeronave como medio de transporte específico”. Según la ley española, la pena de tráfico de estupefacientes tiene una pena de entre nueve y 12 años, pero se pueden sumar hasta seis años más si hay circunstancias agravantes, entre las cuales justamente se cuenta el uso de una aeronave. El 5 de diciembre pasado, en su alegato (que en España llaman “conclusiones del debate”), el fiscal había sostenido que los acusados cumplían una función fundamental dentro de una “planificación estricta y meticulosa de custodia y transporte de los casi 1000 kilos de cocaína. La defensa de los hermanos Juliá, hijos del fallecido brigadier José Juliá, jefe de la Fuerza Aérea durante el gobierno de Carlos Menem, prevé presentar una apelación en el Tribunal Supremo de Madrid. Así lo adelantó uno de los abogados que representa a los hermanos condenados, Darío Kaen. Además de apelar la condena, Kaen y sus colegas Lourdes Izquierdo Montijano y Carlos Broitman insistirán en que existieron irregularidades cuando fueron rechazados los pedidos de excarcelación de Gustavo y Eduardo Juliá. “Hubo una planificación estricta y meticulosa. Todo el proceso estuvo bajo la dirección de Gustavo Juliá”, había afirmado el representante del Ministerio Público en la última de las dos audiencias del juicio. “Un cargamento de 944,5 kilos de cocaína, valuado en 32.116.000 de euros, no se abandona en un avión sin control alguno de las personas que las transportan y de la ruta aérea elegida”, sostuvo el fiscal, al in-

tentar derribar la coartada de los Juliá, que afirmaban su defensa en que desconocían la carga oculta del lujoso jet. En contra de los Juliá, la justicia catalana ponderó dos viajes previos que habían realizado a España, a los que atribuyeron la presunta intención de estudiar las rutas de llegada a ese país. Para el fiscal, si no hubieran sido descubiertos por la Guardia Civil al tocar tierra en el aeropuerto internacional de El Prat, los vuelos con droga se hubiesen repetido. “Tenían una vocación de seguir, si es que este viaje terminaba con éxito”, concluyó el representante del Ministerio Público en su alegato. Las pruebas testimoniales fueron claves para condenar a los hermanos Juliá y absolver a Miret. El 4 del mes pasado, durante la primera jornada del juicio, dos oficiales de la Guardia Civil española que participaron de la requisa de la aeronave a poco de que tocara tierra catalana complicaron a los hermanos y beneficiaron al copiloto. Los uniformados, que en el juicio sólo fueron identificados con códigos alfanuméricos, recordaron que cuando fue descubierta la cocaína dentro del avión, Gustavo Juliá les pidió disculpas a su hermano, que hizo las veces de piloto en el trayecto Ezeiza-El Prat, y a Miret. “Gustavo asumió la culpa”, dijo durante su declaración testimonial en el juicio el oficial identificado como K44687Q. El mismo testigo agregó que cuando subió a la aeronave con un perro para hacer la inspección, los hermanos Juliá se pusieron nerviosos, mientras que el copiloto tuvo una actitud distinta e incluso se puso a jugar con el can. El momento fue aprovechado, con habilidad, por el defensor de Miret, Carlos Echavarri, que hizo una repregunta. Entonces, el oficial volvió a explicar que en el momento del hallazgo de la cocaína el copiloto se había mostrado tranquilo y amable. El lujoso jet salió de Ezeiza el 1° de enero de 2011. Después de hacer una escala en el aeropuerto de la isla de Sal, en Cabo Verde, para cargar combustible, aterrizó en el aeropuerto de El Prat, en Barcelona, donde la Guardia Civil descubrió la carga oculta en dos falsos sofás cama. La investigación hecha en España y en la Argentina determinó que la droga fue cargada en el avión en el aeródromo de Morón, donde el jet estuvo desde el 6 de noviembre de 2010 (al día siguiente de que Gustavo Juliá firmara en Oklahoma, EE.UU., el contrato de leasing de la aeronave) hasta el 30 de diciembre de ese mismo año, cuando quedó estacionado en un hangar hasta el día del vuelo. Durante el debate, la defensa de los hermanos Juliá buscó, sin éxito, la nulidad de la requisa del avión para que se cayeran la investigación y la causa. Ahora, la última carta la jugarán ante el Tribunal Supremo de Madrid, con la apelación.ß

del editor: qué significa. Una dura pena tras un juicio breve y un proceso relativamente corto; esas características son impensadas para un caso análogo en la Argentina.

Matías Miret, ayer, en su casa del barrio Santa Clara, en Victoria, feliz con su esposa y una de sus hijas

Definiciones en libertad Los sentimientos del único absuelto del caso Matías Miret piLoto de avión

“Gustavo Juliá me arruinó dos años de vida; no me lo quiero cruzar más” “Estoy contento por mi absolución, pero el tiempo que pasé en la cárcel no me lo saca nadie” “¿Dónde estaban la Aduana y la PSA cuando salió el avión de Ezeiza con una tonelada de cocaína?”

El copiloto del avión se enteró de su absolución por la llamada de una radio; de inmediato, y lleno de felicidad, fue a renovar su pasaporte, ya que tiene una propuesta de trabajo en el exterior

Matías Miret. “Alguien tiene que hacerse cargo de los dos años que pasé en prisión” Texto Gabriel Di Nicola | Foto Laura Cano

Se enteró de su absolución cuando lo llamaron desde una radio para hacerle una entrevista por esa noticia que él todavía no conocía. Al principio no lo podía creer. Luego pensó que la justicia, después de dos años, había llegado para él y su familia. Enseguida, salió de su casa, en San Fernando, para renovar el pasaporte, porque ya tuvo un ofrecimiento de un amigo para comenzar a trabajar, quizás en el exterior. “Gustavo Juliá me arruinó dos años de mi vida. no me lo quiero cruzar más”, afirmó a la nacion Matías Miret. La otra certeza que tiene acerca de esos dos años es que espera más respuestas: “Alguien tiene que hacerse cargo de los dos años que pasé en prisión y por el tiempo que perdí con mi familia”, sostuvo el piloto, de 39 años. Está contento. Su voz delata su alegría por estar desligado de la causa por narcotráfico que lo tuvo preso desde el 2 de enero de 2011 hasta el 11 de diciembre pasado. Si bien estaba convencido de que lo iban a absolver, la noticia lo llenó de felicidad. –¿Qué hizo al recibir la noticia? –Primero, fui a renovar el pasaporte y, después, a llevar a una de mis hijas al médico, algo que hacía mucho tiempo que no hacía.

–¿Cómo se enteró de su absolución? –Me lo dijeron cuando me llamaron de una radio para entrevistarme. Al principio no lo podía creer. Si bien ya me habían dado la libertad, es como que todo llegaba por partes. Después, lo primero que hice fue ir a renovar el pasaporte porque un amigo que tiene una empresa en los Estados Unidos me ofreció que fuera a trabajar con él o por lo menos que lo vaya a visitar. El tema de la visa ya está resuelto: la semana pasada fui a la Embajada de los Estados Unidos a tramitarla. –En el día de su absolución, ¿qué pensamiento tiene de los hermanos Juliá? –Pienso que Gustavo Juliá me arruinó dos años de mi vida. Estoy contento, pero estos dos años que pasé en la cárcel no me los quita nadie. –¿Le parece bien la condena que recibieron? –Si la determinaron los jueces, debe ser la correcta. Me queda la duda con Eduardo: él me aseguraba que no sabía nada de la droga. no quiero prejuzgar. Si es verdad que no sabía nada, pobre flaco... –Ya está absuelto. ¿Cómo se siente después de lo que le tocó vivir?

–Siento que después de dos años, al fin llegó la justicia. –Usted estuvo preso dos años y ahora lo absolvieron. El avión salió de la Argentina con casi 1000 kilos de droga. ¿Responsabiliza a algún organismo oficial? En su momento usted dijo que iba a pensar si le hacía juicio al Estado. –La semana que viene me voy a reunir con un abogado para saber cómo sigue esta situación. Alguien tiene que hacerse cargo de los dos años que pasé en prisión y por el tiempo que perdí con mi familia. ¿Dónde estaban la Aduana y la Policía de Seguridad Aeroportuaria [PSA] cuando salió [desde el aeropuerto de Ezeiza] el avión con una tonelada de cocaína? –¿Cómo es su vida desde que lo dejaron libre y pudo regresar a la Argentina? –Desde que volví, justo para navidad, comencé a recuperar el tiempo perdido: disfrutar de la familia, los amigos y cumplir con los “deberes” de padre. Hago la vida de padre que no pude hacer estos años. Disfruto de estar con mi mujer, mis hijas y mis amigos. Trato de recuperar el tiempo perdido.ß