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una aficionada de la naturaleza de las islas .... como el fénix de sus cenizas. .... autores isleños, ¿cuáles son las virtudes del español hablado en las islas y las ...
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Número 97 Miércoles, 9 de mayo de 2012

El perseguidor 7

8 PULP FICTION Miedo y desconcierto: La lista, de Juan Bosco

EXPOSICIÓN A propósito de desde la orilla, de Andrés Delgado

por

por

EDUARDO GARCÍA ROJAS

SABAS MARTÍN

TRADUCIR LITERATURACANARIAALALEMÁN

LOS TRADUCTORES GERTA NEUROTH Y KARL J. MÜLLER HABLAN SOBRE SU EXPERIENCIA Y REVELAN ALGUNAS DE LAS CLAVES Y TAMBIÉN DIFICULTADES DE SU TRABAJO A LA HORA DE TRASLADAR A SU IDIOMA NOVELAS Y RELATOS DE ESCRITORES CANARIOS COMO AGUSTÍN ESPINOSA, RAFAEL AROZARENA, OLGA LUIS RIVERO Y SABAS MARTÍN 2, 3 y 4

2 El perseguidor

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GERTA NEUROTH /TRADUCTORA Gerta Neuroth es una traductora alemana que se ha especializado en literatura canaria. Licenciada en Filología Románica, a partir de finales de los años 90 tradujo las obras de escritores como Rafael Arozarena y Sabas Martín, así como la edición de colecciones temáticas como Die Kanarischen Inseln. Eine literarische Einladung. Wagenbach Verlag Berlin. 2010. // Caprichos de mar - Meereslaunen. Edición bilingüe e ilustrada. konkursbuch Verlag Claudia Gehrke. 2011. Es colaboradora además de Wochenblatt (Puerto de la Cruz) un espacio cultural para la difusión de la literatura canaria en alemán. En la siguiente entrevista revela algunas de las claves de su atracción por la articulación del universo literario de las islas, así como las dificultades ante las que se ha enfrentado a la hora de traducirlas al alemán.

“UN TURISTA QUE VISITA UNA PLANTACIÓN DE CHUMBERAS NO TIENE NI IDEA DE LO QUE PASA DETRÁS DE LA SUPERFICIE” SAMIR DELGADO - Por su formación académica en el idioma español, ¿Cuál fue el motivo de su acercamiento a la literatura canaria? - Con referencia a mis estudios universitarios debo decir que nunca figuraban cursos sobre literatura canaria, ni en las Universidades de Bonn ni de Duesseldorf donde estudiaba en los años 50 y 70. La literatura latinoamericana sí que tenía su posición. Así que más tarde ciertas semblanzas en novelas canarias con el realismo mágico no me sorprendieron y otra vez me sentí atraída por esta manera de escribir. Siendo una aficionada de la naturaleza de las islas su aparición ahora fantástica me fascinaba. Un ejemplo tomado en una novela de Sabas Martín: Para describir el grado destructivo de la sequedad en la isla el autor dice en su novela Nacaria que las tortugas no quisieron recordar los secretos del endurecimiento y el caparazón se les volvió pasta endeble. Y los cangrejos: contra sentido empezaron a andar de frente y sin titubeos. En el caso del autor de Mararía los críticos hablan expressis verbis de un realismo mágico a lo Arozarena. El primer estímulo que me acercó a la literatura isleña fue más bien de carácter personal: en el anexo de una guía turística busqué literatura sobre Lanzarote y encontré: Rafael Arozarena, Mararía (todavía no traducido al alemán). Mis amigos de Las Breñas me animaron a hacer la traducción diciendo que se trataba de una novela maravillosa. Vencí mis dudas y me dirigí finalmente a la Editorial Interinsular Canaria para pedir el permiso de traducir. Estuve muy sorprendida cuando llegó muy pronto una carta afirmativa de Rafael Arozarena mismo dándome el permiso a pesar de ser desconocida. Hubo otra sorpresa: un año después dos Editoriales alemanas quisieron publicar la novela. Me decidí por la Editorial Luebbe y así en 1998 Mararía empezó a conquistar el mercado alemán hasta que en 2009 desembocó finalmente después de varias otras ediciones en la Editorial konkursbuch Claudia Gehrke. Estamos muy agradecidos porque la cubierta fue pintada por Rafael mismo, la última pintura que pudo realizar antes de su muerte. - Existen numerosos referentes de la cultura alemana que han estudiado aspectos de la cultura y la historia de Canarias, ¿qué opina usted sobre la realidad cultural de las islas

tras su experiencia como visitante? - Mis experiencias en la realidad cultural de las islas son muy limitadas y no se pueden comparar con visitantes ilustres del pasado que estudiaron aspectos de las islas. Las circunstancias de mi vida no me permiten estancias largas. No obstante para mí salta a la vista la intensidad de la vida literaria con su núcleo en la Universidad de La Laguna. Comparado con Alemania sorprende la viva integración de autores en el día académico con lecturas y charlas. Para mí, a veces invitada, había como un ambiente familiar. Noté de qué manera amistosa se trataba en las islas a sus poetas celebrando el aniversario de su muerte y editando con mucho esmero la obra completa. Esto es la ventaja de una Universidad en un espacio isleño, no con tanta dimensión como las grandes Universidades en Alemania. Lo que sorprende además es la gran variedad dentro de la literatura isleña. El autor recibe sus impulsos de la naturaleza misma, los volcanes, el océano, la sequedad, un conjunto de extremos que de manera sublimada se reflejan en los textos. Y en medio de estas influencias el hombre, adaptado a su ambiente o subyugado. En los textos nos vemos enfrentados con varios medios de transporte, con lengua elaborada y habla de niño, con versos que parecen bailar y prosa descriptiva, con reflexiones de filósofos y cuentos fantásticos, con voces del pueblo y términos técnicos, con vocablos de los guanches y de la Real Academia de la lengua. La confrontación con este universo lingüístico se ha convertido para la traductora en una verdadera pasión. - Usted conoció de cerca al autor de Mararía, Rafael Arozarena, ¿qué imagen conserva de su amistad con uno de los autores más representativos de la generación fetasiana? - Rafael era una persona extraordinaria, no sólo un gran autor. Leyendo Mararía suponía algo así, pero no tenía ni idea de su fama. En Alemania hasta el final de los años 90 nadie conocía su nombre. No me habría atrevido a traducir tal obra si hubiera sabido de qué autor se trataba. El azar hizo que el nimbo de Mararía me envolviera cada vez más. Por azar me daba un paseo en Arrecife cuando estaban rodando la película allí y pude hablar con los actores. Me sentía como en un sueño. Pronto supe que una agrupación social también en Arrecife llevaba este mismo nombre. Además me

dijeron que Mararía pertenecía al programa de literatura en los colegios. Normalmente mi lema es: Quién se arriesga gana. Así, terminada la traducción, viajé a Tenerife para conocer a la persona cuyos personajes novelísticos me habían ocupado tanto tiempo. Y conocí otras facetas. Primero me dijo el autor que no había azares, que mi manera de ver el mundo y de actuar había desembocado en la publicación exitosa de su novela en alemán. Tanta confianza crea nuevas energías y siguieron las traducciones de Cerveza de grano rojo (2002), de La garza y la violeta (2004), de su discurso Mis pequeños Dinosaurios (2005) y en los últimos años de algunas poesías suyas (2010 y 2011). Siempre estaba dispuesto a discutir alguna expresión idiomática, a mostrarme detalles en el paisaje, a darme el nombre científico de una planta (él los sabía todos en latín). – Rafael poseía el don de comprender también las debilidades del hombre. Esto se manifiesta claramente en el inventario personal de Cerveza de grano rojo cuyos personajes sufren de algún defecto. No obstante logran el triunfo, aunque sea después de la muerte. A mí un día después de una caída con una rótula partida me consoló con las palabras: “¡Olvídalo! Ya verás, renacerás como el fénix de sus cenizas.” Y en otra ocasión: “No llores que no veas el sol: Las lágrimas podrían impedir que vieras el brillo de las estrellas.” – Se dice de él que “la poesía le presta sus alas, pero que le deja en tierra”. Así nuestros encuentros siempre estaban acompañados de una buena comida de pescado canario en algún restaurante cerca del mar y él se hacía citar mis títulos traducidos para oír si sonaban bien. – A Rafael le guardo en la memoria también como pintor. Leyendo Mararía ya me dí cuenta que los colores debían jugar un papel importante en su vida. Lo mismo vale para Cerveza de grano rojo. Viendo más tarde sus pinturas pude confirmar que manejaba con la misma intuición tanto el pincel como la pluma. Claro que algunos ejemplos de su arte pictórico decoran las paredes de mi casa. Una vez le comenté el colorido fantástico de las nubes al atardecer y cuando me despedí para volver a Alemania me regaló una puesta de sol preciosa de la costa del Hidalgo, con los colores todavía húmedos. Todo esto son tesoros que no se olvidan. - A finales de los años 90 inicia su período

fecundo de traducción al alemán de textos en prosa de autores isleños, ¿cuáles son las virtudes del español hablado en las islas y las dificultades que encuentra para su trasvase al lector germano? - El primer texto canario que leí fue Mararía y a decir verdad con cada página aumentaban los obstáculos. El intento de comprender se transformó en un proceso de investigaciones tanto lexicológicas como semánticas. Desde la primera página el estilo y pronto el tema me interesaron sobremanera. Se desarrolló la idea de hacer participar al lector alemán en este placer de lectura, un indicio, según Reich-Ranicki, el gran crítico de literatura alemán, para un buen libro. Además veía que el lugar de la novela y mi propio domicilio de entonces eran casi idénticos. En 1996 me encontraba en Las Breñas cerca de Femés, el pueblo de Mararía, para pasar allí unas semanas. Claro que mi curiosidad fue creciendo y ningún obstáculo pudo intimidarme. Primero el vocabulario: Un librero en Arrecife me recomendó el Gran diccionario del habla canaria. Fue un impacto en la diana. Alfonso O’Shanahan no me ofrecía sólo la palabra buscada sino como ejemplo explicativo el contexto y su autor, Rafael Arozarena. Viajando por las Canarias el visitante se da cuenta que hay muchos aspectos que difieren; la causa es sobre todo la situación geográfica. Aquí el traductor juega un papel importante. Su arte consiste en darles vida a palabras secas desconocidas en el Norte. Debe transmitir el perfume de la laurisilva, la luz y la música del mar o el fuego apagado de los volcanes. Y esto se realiza mejor por el contacto directo con el paisaje. Además hay imágenes que vistas desde fuera no son comprensibles. Con referencia a mis traducciones puedo decir que ‘mis’ autores nunca han vacilado en dar explicaciones. En este caso los medios modernos de comunicación son una ayuda efectiva. Hablo de la correspondencia intensa con Sabas Martín y el trabajo en una trilogía cuyo punto central es Isla Nacaria. Su inventario personal lleva las marcas de una vida en una situación límite, bien conocida en la historia de las Canarias. Pudieron aparecer en mi traducción sus novelas Nacaria (2010) y La heredad (2011). La tercera, Pleamar, está en preparación. Este ciclo sale de una perspectiva particular: Es la vista de un autor que como originario de Tenerife une en su persona las cualidades del ‘insider’ y como residente en Madrid las del observador de ultramar. - ¿Cuál debería ser el camino para que la literatura canaria encuentre su espacio propio editorial en Alemania? - Hasta ahora este espacio no existe. Tampoco existe para la literatura francesa ni para la inglesa ni para otras. Lo que es decisivo es el valor literario del libro y las preferencias del público siendo la literatura también una mercancía. Cada acto de publicación es un balance entre estos dos factores. Como prueban los libros canarios ya publicados en Alemania es posible despertar el

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- ¿A finales de los años 80 inicia su período fecundo de traducción al alemán de textos en prosa de autores isleños, ¿cuáles son las virtudes del español hablado en las islas y las dificultades que encuentra para su trasvase al lector germano? El primer texto canario que leí fue Mararía y a decir verdad con cada página aumentaban los obstáculos. El intento de comprender se transformó en un proceso de investigaciones tanto lexicológicas como semánticas. Desde la primera página el estilo y pronto el tema me interesaron sobremanera. Se desarrolló la idea de hacer participar al lector alemán en este placer de lectura, un indicio, según Reich-Ranicki, el gran crítico de literatura alemán, para un buen libro. Además veía que el lugar de la novela y mi propio domicilio de entonces eran casi idénticos. En 1996 me encontraba en Las Breñas cerca de Femés, el pueblo de Mararía, para pasar allí unas semanas. Claro que mi curiosidad fue creciendo y ningún obstáculo pudo intimidarme. Primero el vocabulario: Un librero en Arrecife me recomendó el Gran diccionario del habla canaria. Fue un impacto en la diana. Alfonso O’Shanahan no me ofrecía sólo la palabra buscada sino como ejemplo explicativo el contexto y su autor, Rafael Arozarena. Viajando por las Canarias el visitante se da cuenta que hay muchos aspectos que difieren; la causa es sobre todo la situación geográfica. Aquí el traductor juega un papel importante. Su arte consiste en darles vida a palabras secas desconocidas en el Norte. Debe transmitir el perfume de la laurisilva, la luz y la música del mar o el fuego apagado de los volcanes. Y esto se realiza mejor por el contacto directo con el paisaje. Además hay imágenes que vistas desde fuera no son comprensibles. Con referencia a mis traducciones puedo decir que ‘mis’ autores nunca han vacilado en dar explicaciones. En este caso los medios modernos de comunicación son una ayuda efectiva. Hablo de la correspondencia intensa con Sabas Martín y el trabajo en una trilogía cuyo punto central es Isla Nacaria. Su inventario personal lleva las marcas de una vida en una situación límite, bien conocida en la historia de las Canarias. Pudieron aparecer en mi traducción sus novelas Nacaria (2010) y La heredad (2011). La tercera, Pleamar, está en preparación. Este ciclo sale de una perspectiva particular.

interés de editoriales y la curiosidad del público y esto presentando manuscritos y realizando lecturas que faciliten la entrada en la belleza de otros horizontes Fue un triunfo para mi trabajo con la literatura canaria cuando la famosa Editorial Wagen-

bach con sede en Berlín me contactó a mi para preguntar si quería editar en su Casa una colección de textos canarios bajo el tema Kanarische Inseln. Eine literarische Einladung (2010). Después pude realizar un sueño mío, el de los Caprichos de mar – Meereslaunen (2011), una edición bilingüe con unos veinte autores isleños que apareció en la Editorial konkursbuch Verlag Claudia Gehrke. El apoyo financiero del Gobierno canario facilitó estos trabajos. Lo que importa es construir

un puente cultural por donde se pueda pasar sin problemas. Cuando una Editorial alemana quiere enviar libros a las islas se trata de un proceso costoso porque debe pagar aduana. Tales restricciones no existen en el resto de Europa. Es un obstáculo que según el caso impide la importación en las islas. - Canarias recibe a miles de turistas alemanes al año, ¿puede la literatura ofrecer una alternativa para el reconocimiento de las islas en el exterior? - Desgraciadamente vienen muchos turistas alemanes que se contentan con sol y mar y cuando leen se trata sólo de revistas

baratas. Pero hay también los que quieren saber más. Es el viajante con el libro en la mano. Lectura y viaje deberían complementarse. Un turista que visita una plantación de chumberas no tiene ni idea de lo que pasa detrás de la superficie, debería leer la novela Nacaria de Sabas Martín. Lo mismo vale para el lector en casa, debería visitar una plantación para poder figurarse los detalles del libro. Sin duda hay un intercambio fecundo entre la cara literaria de las islas y su mera realidad. Una alternativa no hay, sólo un enriquecimiento mutuo. Yo por mi parte espero servir de apoyo a este proceso.

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KARL J. MÜLLER /TRADUCTOR Karl J. Müller. (Colonia, 1945) es traductor y locutor de radio. Licenciado en Filología Española por la Universidad de La Laguna (Tenerife), completó su formación académica en las universidades de Siena (Italia) y Amiens (Francia). Ha cursado, además, estudios de lingüística en la Universidad de Colonia y es autor de Die Kanarischen Inseln, un volumen en el que narra con carácter eminentemente divulgativo la historia de Canarias. Müller es además traductor del español al alemán de varios libros de Agustín Espinosa, Olga Luis Rivero y Félix Hormiga.

“LAS EDITORIALES EMPIEZAN A FIJARSE EN EL MERCADO LITERARIO QUE SON LOS AUTORES CANARIOS TRADUCIDOS AL ALEMÁN” SAMIR DELGADO - Una etapa de su infancia transcurre en Canarias. ¿Qué recuerdos conserva de Las Palmas de Gran Canaria en unas décadas tan importantes para el despertar del arte y la cultura en las islas? - Llegué con mi familia a Las Palmas a finales de 1958. Tenía 13 años entonces. Por problemas con el plan de estudios del Colegio Alemán mis padres me embarcaron en el Colegio Jaime Balmes de Tafira. Ahí recibía una hora diaria de clase de español pero en realidad lo aprendí de oído, estaba durante todo el día rodeado de los demás alumnos que me veían como un personaje exótico pero me aceptaron. No había turismo todavía. Tardé medio año más o menos para instalarme en el español canario. Fue como una duplicación de personalidad, desde entonces me convertí en bilingüe. Había en estos años en el Jaime Balmes unos cuantos profesores muy notables que me dejaron entrever un poco que tras la fachada oficial del rimbombante franquismo se estaban moviendo las cosas. Yo era un poco su fuente de noticias de lo que se escribía en Alemania sobre España pero a pesar de mi afición a la lectura y al mordaz semanario alemán Der Spiegel que curiosamente se podía adquirir casi sin interrupción en los kioscos del Puerto, yo era demasiado joven para enterarme de estos secretos del (sub)mundo cultural canario de entonces. - También su formación académica en Filología Hispánica tuvo lugar en Canarias, además de su paso por otros lugares como Siena (Italia), Amiens (Francia) o Colonia (Alemania). ¿Qué ambiente se respiraba por aquel entonces en la Universidad de La Laguna? - Muchos años después, al regresar a mi antigua patria alemana, a Colonia, para ampliar los estudios lingüísticos de La Laguna, me di cuenta del nivel extraordinario que había gozado en la Universidad de La Laguna. Me había tocado el último año de Emilo Lledó en filosofía, a Gregorio Salvador comenzando en lingüística, luego a Ramón Trujillo en Filología. Lo más notable fue que con algo de suerte podíamos toparnos con ellos en algún bar en La Laguna y discutir hasta las madrugadas sobre lo que se nos ocurría. La universidad de La Laguna tenía entonces apenas 5.000 estudiantes. Y el régimen franquista se estaba erosionando, hubo manifestaciones, declaraciones públicas contra la política oficial, divertidos experimentos teatrales, el turismo llegaba hasta La

Laguna, o La Laguna iba donde el turismo, al Puerto de la Cruz. Todo este ambiente de despegue turbulento, de intercambio continuo, en mis cursos en Italia (Siena) o durante la estancia en Francia (Amiens), o un año en Giessen (Alemania) o más tarde en Colonia no se notaba para nada. Como si faltara movimiento intelectual. - El interés por la cultura y la historia canaria en general ha sido notable en muchos autores germanos desde figuras de la talla de Alexander Von Humboldt. ¿Qué le motivó a publicar su libro Die Kanarischen Inseln en 2005? - El interés de los científicos alemanes en general iba más bien por la naturaleza botánica o geológica del archipiélago, la historia no interesó casi nada, haciendo la salvedad del gracioso Franz von Löher que postuló que los guanches, a veces rubios, fueron los descendientes de los vándalos que después de batidos en África se refugiaron en las Canarias. La prehistoria en cambio interesó mucho más. Caso antológico: Dominik Josef Wölfel y sus estudios sobre las antiguas lenguas guanches. El motivo de mi libro surge justamente del trabajo para la radio. Aparte de estar en la

Deutsche Welle, la radio internacional de Alemania, como productor para los programas en español para América Latina y francés para África, como autor libre realizaba programas para la radio WDR (Westdeutscher Rundfunk), también en Colonia, una radio-televisión local pero tan grande que es la mayor de Alemania, y si no me equivoco incluso la mayor de Europa. Allí pude darme cuenta de la enorme ignorancia que reinaba alrededor de las Canarias en Alemania incluso en círculos culturalmente atentos como entre los redactores de programas culturales de la radio WDR de Colonia. Aproveché la oportunidad al prejubilarme en el 2000 para empezar una historia de Canarias para alemanes a partir de este programa; entrevisté a Alejandro Cioranescu sobre Jean de Bethencourt, llegué a adquirir como diez metros de libros y empecé a escribir, a coleccionar estampas históricas y a fotografiar. No quería hacer lo de siempre, publicar un libro-ladrillo con sólo texto. Finalmente, después de muchas vueltas, en el 2005 salió el libro en la editorial Anroart. - Su labor profesional como periodista en la radio alemana le ha mantenido vinculado con el acontecer cultural del mundo hispano hablante. ¿Qué impacto tuvo en Alemania el boom de la narrativa latinoamericana y a qué autores de la otra orilla ha tenido oportunidad de conocer? - Lo que respecta la narrativa hispana en sentido amplio, en Alemania tuvo un notable impacto que a nosotros, los miembros de la redacción latinoamericana de la Deutsche Welle (La Voz de Alemania) no nos sorprendió para nada. Yo particularmente comencé en aquel tiempo a coleccionar voces ya que hay una vieja y a mí parecer muy bella tradición alemana de ir a escuchar a los autores en su propia len-

gua, aunque no se la entienda. Habitualmente está también el traductor de la obra u otro traductor que presenta en alemán los pasajes leídos por el autor, se traduce entre el público y el autor que al final suele dedicar ejemplares de su libro que se puede adquirir. Pasaron bastantes novelistas latinoamericanos entonces por Colonia. Los grabé casi todos y tengo archivados los casetes. La primera grabación que hice fue de Juan Rulfo. Y sin falsa modestia, es la mejor que conozco de todas las que he oído. Juan Rulfo fue un impresionante intérprete de sus textos. - Usted ha traducido al alemán textos de autores canarios de varias épocas. ¿Cuál es el nivel de aceptación entre los lectores alemanes? ¿Qué recomendaciones hace a las editoriales y las instituciones de las islas para la promoción exterior? - Sí, hace tiempo que he traducido al clásico Agustín Espinosa 28º-7 y más recientemente a una antología poética de Olga Luis Rivero. El único libro de autor canario con alguna presencia notable es Mararía de Rafael Arozarena, traducido por iniciativa propia por la tan meritoria Gerta Neuroth. Y se puede percibir que algunas editoriales alemanas empiezan a fijarse en este nicho del mercado literario que son autores canarios en alemán. Además, visto a nivel comercial: hay como mínimo unos 2,5 millones de turistas de habla alemana por año en las islas. ¿Por qué no se les ofrecen autores canarios bien traducidos en los puntos más importantes de los centros turísticos? - La Feria del Libro de Frankfurt se ha consolidado desde hace tiempo como un gran escaparate para la literatura contemporánea. ¿Qué experiencias conserva de la presentación junto a Félix Hormiga del libro Lancelot de Agustín Espinosa? - Frankfurt es la Feria Mundial del Libro, no una feria cualquiera. Si no me equivoco el Gobierno de Canarias estuvo cuatro veces representando a la literatura y la industria editorial canaria. Allí estuvieron Félix Hormiga y Sabas Martín. Lo importante en el mundo de Frankfurt es tener una presencia continua, sobre todo para una región tan dependiente de público turístico como las Canarias. En la feria los días abiertos al público en general llegan como trescientos mil aficionados a la lectura a las salas, los salones de literatura de viaje suelen estar abarrotados ahí está el público estudiando los destinos de su próximo viaje. Ahí hay que estar siempre, sin falta.

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EL VUELO DE ÍCARO /

Coordinación: Coriolano González Montañez

Número: CLXXXI

SOBRE LA DESTRUCCIÓN Y LAVIDA, INDISTINTAMENTE ANTONIO JIMÉNEZ PAZ Hachazo de metrónomo Luis Vea García Isla Varia

N

o parece este libro, sobre todo por la forma en que se ha afrontado la construcción de los poemas que lo entretejen, un poemario convencional. Pero sí que a poco que uno se va adentrando en él un libro temáticamente detectable, al descubierto, queriendo yo decir con esto que pronto los lectores captarán su restringido y obstinado contenido sobre el que su autor da vueltas y más vueltas. Una obsesión mueve al poeta que está detrás, hasta el punto que reflexiona poetizando su propia obsesión, justo la que desencadena su orden dispuesto, la misma que aporta unidad de sentido al libro y sobre la que se fundamentan sus raíces o cimientos. Digámoslo ya: la piedra de toque de Hachazo de metrónomo es una escultura de papel dedicada a eso que denominamos Tiempo, el paso del tiempo y sus efectos devastadores sobre los seres humanos y las cosas.” Con este párrafo abro el prólogo que preparé para este primer poemario de Luis Vea García, Hachazo de metrónomo. Confieso que de alguna manera pretendí sintetizar tanto su contenido temático como la dirección estética de su escritura. Es curioso que uno tienda a creer que tras la lectura de un libro esto sea posible. Puede que uno se engañe... Es verdad que Luis Vea García concatena en sus páginas esta obsesiva temática, la del paso del tiempo y sus consecuencias. Ya el propio título parece indicarlo. Y dentro, en versos como estos va desgranándolo: Se diría que la vida arde / que la luz concluye / que la muerte lleva el diapasón / ligeramente adelantado. O estos: Eres cuerpo fragmentado, / agua que retorna al agua, / parte de la tormenta, / trozo de destino inacabado. O estos otros: Nacemos debiendo / el tiempo que se nos otorga. Así que, a falta de alguna que otra matización, me parece que de una forma tosca resumí lo que el poeta a lo largo de sus páginas expone de un modo más preciso, mucho más inquietante. De hecho, lo más sobresaliente de Hachazo de metrónomo viene a ser su manera particular de afrontar un tema tan universal en poesía. Ahí reside su valía, su apuesta identitaria: va de un yo a un nosotros, de un adentro a un afuera, trazando un juego poético en zigzag hasta cerrar con un epílogo esta travesía reflexiva. En el trayecto de su lectura uno va descubriendo que, para ser el primer libro que el autor entrega a imprenta, no es un poeta primerizo, que sabe esbozar, que sabe sorprender, que sabe servir en bandeja el fruto más personal de un árbol común. Cierta virulencia en sus versos, ciertos hachazos como táctica expresiva van desbrozando un bosque para al fin mostrarnos un paisaje inesperado: polvo universal en agonía / que jamás deviene equilibrio. Luis Vea García consigue unos logros que no suelen darse en un primer libro, tanto, que yo diría que apuesta y arriesga demasiado, lo que es todo un buen síntoma, invitándonos a dejar atrás las islas / y toda linde... y pregunto: ¿hasta enfrentarnos con la misma muerte? Sospecho que sí, porque el paso del tiempo, atender al compás de ese metrónomo imparable, que al fin y al cabo es su tentativa, no nos lleva a ninguna otra última estación.

Apuntado todo esto, como prologuista y lector siempre dudé de mí mismo, de esa tendencia a creer que tras la lectura de un libro uno sea capaz de sintetizar su propuesta y contenido. Ahora la duda me corroe, y me cuestiono si la poética de Luis Vea García no vendrá más que a participar de aquella célebre afirmación del brasileño Ferreira Gullar: “la literatura existe porque la vida no basta”. Es más, y si de una forma u otra he afirmado que como poeta con este libro cumple con creces las expectativas, ¿no estará cumpliendo también con el deber poético de conseguir engañar al lector? Porque si estas nuevas sospechas fueran ciertas, no me quedaría más remedio que rectificar que en el libro de Luis Vea García no todo es muerte, que tal vez de lo que el poeta habla sea en realidad de la vida, pese a que el reloj siempre vence. Mientras yo me lo pienso, en manos del lector dejo la resolución de este conflicto que ahora me asalta. RENACIMIENTO Desde donde me promovió el destino, el acontecer diario del mar, como un bostezo retórico, se reitera levemente. Entre tierras mortales y amaneceres cósmicos, la vegetación resulta un estorbo para observar la piedra. Piedra cálida de sol, margarita de roca fenecida, ahogo pétreo que me regresa a la humildad de la silla. UNA CARRERA AL TIEMPO La vida te situó con una bala en el entrecejo enroscándose sobre sí misma pero sin llegar a penetrar en la carroña que es tu cuerpo. Ya que no controlas el arma, y poco puedes hacer para desprenderte de la bala, tan solo te queda intentar que el plomo tarde tiempo en corroerte. El objetivo final no es sólo una carrera contra el tiempo, es, además, la incertidumbre que produce no saber el momento en el que la bala penetrará. No seas iluso, no pienses que no, no pierdas tiempo que el reloj siempre vence.

POESÍA DE VERDAD M CINTA MONTAGUT Felipe Sérvulo La niña de la colina (prólogo de Enrique Badosa) in -Verso Barcelona, 2012.

E

n los tiempos que corren en los que el pesimismo parece inundarlo todo tenemos que dar la bienvenida a una nueva colección de poesía, in-Verso, que nace del entusiasmo de su editora Amàlia Sánchis, mujer dedicada desde hace años al mundo de los libros. El nacimiento de una nueva colección de poesía es siempre una buena noticia y más ahora que otras se cierran o congelan sine die su presencia en las librerías. La colección se presenta bajo el lema “Poesía selecta para lectores sibaritas”, toda una declaración de principios que aplaudimos y esperamos disfrutar muchos años. El primer título de este nuevo sello editorial es La niña de la colina de Felipe Sérvulo que va acompañado de un prólogo de Enrique Badosa en el que elogia, entre otras cosas, la plasticidad formal de los poemas. Felipe Sérvulo, natural de Jaén pero afincado en Barcelona, cofundador de grupos y revistas de Literatura como Alcudia y Alga, entre otras, preside en la actualidad el grupo poético El laberinto de Ariadna (www.ariadna-web.org) activo en Barcelona desde hace muchos años. Activista poético, ha recibido a lo largo de su trayectoria diversos premios entre los que destaco el Salvador Espriu en 1992 y el Ciudad de Ponferrada en 1997. En este su último poemario publicado, Felipe Sérvulo nos habla con la voz de un hombre ya maduro de un amor que fue y sigue siendo, como dice Badosa en el prólogo, nostalgia y presencia. El poemario se abre con una cita curiosa extraída de la película Lo que el viento se llevó y pronunciada por su protagonista Escarlata O’Hara: “Realmente mañana será otro día”. Este frontispicio nos hace pensar, una vez leído el libro, que aunque el tiempo es uno de los temas recurrentes y, sobre todo, el tiempo pasado, éste no va a condicionar la vida, no va a ser ese pasado una presencia constante que paralice el devenir natural de las cosas. El pasado, el recuerdo, son importantes, sí, pero el mañana, lo que vendrá será también digno de tenerse en cuenta. Será otro día y como tal digno de vivirse plenamente. En este poemario hay un diálogo implícito entre el yo que nos habla y un tú que sin duda es la persona amada a quien todo el libro va referido. Hay abandono “Tu mirada es un paisaje/donde no me reconozco”. Recuerdo “Nunca sabremos por qué/ a nuestro pesar/ persiste la memoria” y esperanza “Qué hacer/ sino dar tiempo/ a que la tarde vuelva / y reconocerte en ella”. El tono general del texto es elegíaco pero en esa elegía hay una gran contención y una gran destreza en el uso del vocabulario, del tono, de la construcción versal que hace que sintamos estos poemas como parte de una conversación con un amigo que nos cuenta su historia salpicada de vez en cuando por elementos realistas y concretos como esa habitación 404 de un hotel en Marrakech. Libro de madurez que contiene poesía de verdad.

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A PROPÓSITO DE DESDE LA ORILLA, DE ANDRÉS DELGADO

PARA LLEGAR AL MAR SABAS MARTÍN

P

ara llegar al mar es preciso sentir el peso de las huellas de la tierra. Para que la tierra gravite y pese, debe abrazar el aire y el vaho de sus luces difusas. Para que la mano que pinta recree el paisaje y, así, inaugure un mundo nuevo que a sí mismo se baste y se cumpla en la suma del color, los planos, las formas y volúmenes, las veladuras, manchas y transparencias, todo lo que es, al cabo, lenguaje propio de la pintura, el impulso que mueve la mano tiene que interpretar el asombro original de la mirada, el latido que alimenta el pulso de la sangre, los recuerdos que anidan en la memoria. Solo de esa forma el paisaje que se plasma en el cuadro es auténtico y verdadero, no mera imitación o copia estéril de lo que, como un rastro muerto, permanece quieto en las pupilas. Solo así el paisaje visto, simplemente contemplado, trasciende la reproducción mimética y se convierte en algo más; algo que puede ser imaginado, presentido o evocado, y que se hace cierto, originariamente concreto, incluso desde el adentro de los ojos cerrados. Quizás sea esa, la mirada interior, la mejor de las visiones posibles para un creador. También la más arriesgada. En uno de sus versos, Lezama Lima dejó escrito que “el ojo y el mar se abren en círculos concéntricos”. La pintura de Andrés Delgado es como ese ojo y ese mar lezamianos que avanzan y se expanden en círculos que se van englobando mutua y recíprocamente, que se acumulan y propagan sin olvidar nunca el punto de partida, esa piedra primera lanzada al centro de las aguas. ¿Y cuál es esa piedra, ese centro inaugural, ese motivo primero que caracteriza e identifica la obra más reciente de Andrés Delgado? Ciertamente, el paisaje. Pero no un paisaje cualquiera, sino el paisaje insular: el que nos marca y señala de forma indeleble; el que, aún sin ser asumido deliberadamente, configura una manera de sentir, o lo que es lo mismo, de ser y estar en el mundo. Isleño de cepa y raíz, aunque trasplantado a latitudes madrileñas, Andrés Delgado vuelve una y otra vez a la geografía que fue y que sigue siendo suya desde la infancia. Una geografía que el artista evoca desde la distancia, quizás como una forma de saberse aún vivo y pleno en ella pese a la lejanía. Y ese paisaje que Delgado plasma en sus cuadros surge desde la contemplación interior, despojándola de añadidos anecdóticos o folklóricos, para trascenderlo y esencializarlo con la pátina que envuelve y sustenta lo mítico o lo simbólico. Es, como digo, el mirar con los ojos cerrados, un mirar hacia adentro, hacia los vestigios que guarda la memoria, para hacer presente lo que es vívida remembranza. No es nuevo este fenómeno. Es un procedimiento habitual entre tantos creadores canarios que, de grado o a la fuerza, han dejado atrás las fronteras isleñas. El legado cultural de nuestra historia está lleno de ejemplos que lo ratifican He dicho “esencialización” y creo que es

la mejor palabra para asumir las propuestas expresadas por nuestro artista en su trabajo plástico. De todo ello di cuenta en la presentación de su serie Donde habita el paisaje (2007), y también, aunque desde otra perspectiva, en la muestra y el libro Una isla imposible (Anroart, Las Palmas de Gran Canaria, 2010) fruto de la colaboración entre el pintor y el poeta Luis Antonio González Pérez. Sobre ello insistió asimismo Federico Castro Morales al ocuparse de la exposición de Delgado titulada Paisajes transitados en el recuerdo (2010). La distancia, el alejamiento, se convierten para nuestro pintor en un estímulo creativo acuciante y necesario para acceder, diría que inevitablemente, a la síntesis precisa en todo proceso artístico, a la decantación de elementos espurios para dejar que el cuadro se impregne de lo fundamental, de lo definitorio, de lo permanente, y que su obra brote desde la emoción sensorial de las imágenes evocadas, aquellas por donde ocurren o se acumulan los recuerdos. Lo que una vez fue inmediatez ante los ojos, ahora ya es huella trascendida. Es recreación de lo que guardan la memoria y los sentidos. Es íntima visión hecha arte a la par que original interpretación existencial. En su propuesta de esencialización creadora Andrés Delgado ha reducido la geografía isleña a tres elementos compositivos primordiales: bosque, montaña y mar, por lo general acompañados de la captación del espacio aéreo en que se insertan; esto es: esos ingrávidos y difuminados climas o atmósferas invisibles que el pintor sabe dotar de la densidad corpórea de brumas, vahos y calimas para hacerlos tangibles ante la mirada. Y, dicho esto, inmediatamente hay que señalar que esa simplificación de motivos constructores está cuajada de matices y gradaciones, de sutiles o potentes enriquecimientos añadidos en los que asistimos a la multiplicación de las tensiones emocionales y a la pluralidad estética que apuntala el color y sus espejos reverberantes, tantas veces dispuestos sobre el lienzo a base de trazos ásperos, contundentes, matéricos: impulsos de brochazos poderosos. No podía ser

de otra manera. En Andrés Delgado la abstracción y la economía de motivos argumentales se resuelven con la máxima eficacia expresiva. En ella confluyen la complejidad y la diversificación en pos de una sugerente y poderosa capacidad seductora. En esta nueva exposición que nos presenta Andrés Delgado hay, ciertamente, un predominio del mar y de lo marino inscrito en un paisaje cuajado de rompientes y abismamientos salinos, de indeterminadas lindes arenosas o roqueñas, de planicies y verticalidades asediadas por el azul hondo, profundo, añilísimo, y en donde, como un hallazgo inesperado, a veces brota un trazo de la memoria vegetal musgosa del verde o los vestigios sangrantemente rojizos del magma que una vez fue lengua de lava encendida. Todo ello, haciendo uso de una variada gama cromática, llena de sutilezas y de potentes manchas y empastaduras, donde conviven armónicamente negros, blancos, ocres, sienas, glaucos, garzos azules… Ese universo que es la Isla hecha tacto de color, yuxtaposición de planos y volúmenes, acumulación lineal de escarpes, simas, bajíos y rocallas, se acoge en cuadros de gran formato para que en ellos quepa asimismo la desmesura de ese paisaje que rescata la evocación de la mirada interior y que desemboca en el mar. Porque para llegar al mar, recordémoslo, hay que transitar las huellas de la tierra y la tierra debe sentir la gravidez del aire, sus atmósferas cambiantes de luz herida o vivificada. Y esto, en lo que vemos, se cumple y, en su cumplimiento, sobrecoge. Porque en estos cuadros hay, sí, una fortísima impregnación lírica, una poética y rotunda textura que inunda la visión de quien los contempla. Es la constatación, diríase que hipnótica, de la naturaleza que nos excede y sobrepasa nuestra condición de seres finitos, vulnerables y vulnerados por el tiempo. Y quizás de esa constatación surge la descripción pictórica de los límites de la soledad. Digo soledad, no desolación. Y añado: no es lo mismo ausencia que vacío. Soledad es la ausencia que muestra el espejo cuando ningún otro

rostro refleja el rostro que se asoma al cristal. Desolación es el vacío que tras de sí deja el espejo consumido por el óxido de la herrumbre y los escombros del deterioro. Aquí no hay deterioro, degradación, ruinas vencidas, sino germinación mantenida. No hay vacío, sino plenitud. El espejo que son los lienzos de Andrés Delgado está pleno de fecundas fermentaciones, por más que en él despunte la medida de la soledad. Si miramos y vemos, la presencia humana, en verdad, está omitida: solo el mar y sus anclajes de tierra y aire, sin ninguna silueta, perfil o bulto que delate rastros de vida humana latente. Solo el mar arraigando entre los confines de suelo y cielo en que se sueña la Isla. Como si el pintor no quisiera que la forma humana degradase la belleza desmedida y dominante de la naturaleza, su esencial categoría, el tamaño inabarcable de su inmensidad. No existe, pues, voluntad de exactitud geográfica, ni deseo de calcar la precisión de la mirada exterior. Existe la sugerencia y la emoción que manan de la invocación íntima de lo vivido: eso que en la distancia y la lejanía alienta secretamente en los pliegues del recuerdo y en la palpitación antigua de lo que antaño fue contemplación y ahora es artística, esencializada, recreación. Existe la certeza de ser en soledad, desbordado el pintor, desbordados los espectadores, por aquello que los ojos, abiertos o cerrados, evocan del paisaje isleño abocado hacia el mar. Pudiera decirse que la del pintor es la única presencia, el único calor que brota desde su mirada y desde su mano expandiendo las formas de su imaginario isleño hecho universo pictórico. Es una presencia oculta en la orilla, elidida, intangible pero cierta. Es un hálito que no se ve, pero que se hace presente en lo que representa. La honda y rotunda impregnación lírica de estas obras de Andrés Delgado potencia el sustrato mítico y simbólico de su original insulario. Es la Isla recreada, surgida en su raíz de una concreta rememoración, pero es, al mismo tiempo, “algo más”: es cualquier isla o todas las islas, posibles o imposibles, a la vez. Es la misteriosa ambigüedad de la conmoción poética convertida en referente universal. Ante él, el espectador tal vez se reconozca en la evocación de su propia experiencia isleña confrontada con lo que ve. O puede que, ajeno a la condición insular, sienta el asombro de quien descubre e inaugura un paisaje desconocido. Y quizás, en la interiorización de lo que uno y otro contemplan, se les revele su ser en soledad, siendo materia de olvido inmerso en una geografía inabarcable y poderosa, vuelta espejo quieto y reflejo mudo de sus propias existencias finitas y vulnerables. Porque, al final de todo y al final del todo, el mar de la tierra quedará cuando nos hayamos ido, cuando apenas perdure el hueco de nuestra ausencia en el paisaje recordando la huella etérea, la sombra inaprensible de lo que hemos sido: ese secreto estremecimiento, el pálido temblor, la inasible mirada que alguna vez fuimos sobre la tierra frente al mar siempre recomenzado, siempre recomenzando.

8 El perseguidor

Arona se tiñe de negro RAFA CEDRÉS El Centro Cultural de Los Cristianos, en el sur de Tenerife, acogerá del 9 al 10 de mayo, la sexta edición de N Negra de Arona, un encuentro preocupado por revelar las claves de la novela negro criminal que este año ocupará todos sus contenidos a estudiar el género en Canarias. N Negra de Arona comenzará oficialmente el miércoles a partir de las 16.30 horas, aunque el programa se abrirá a las 17 horas con

Miércoles, 9 de mayo de 2012 una charla que impartirá el responsable del suplemento EL PERSEGUIDOR de Diario de Avisos, así como del blog cultural El Escobillón, Eduardo García Rojas. La intervención lleva por título El Escobillón: El caso Nouakchott de Jaime Mir, y versará, tal y como se indica, sobre la primera y hasta este momento única novela del escritor tinerfeño titulada El caso del cliente de Nouakchott, y por la que obtuvo en 1990 el Premio de Edición Benito Pérez Armas. A las 18 horas, Javier Hernández Velázquez hablará de El fondo de los charcos, ambicioso trabajo en el que su autor, empleando los recursos de lo negro criminal, compone un atractivo retrato his-

PULP FICTION/

tórico de Santa Cruz de Tenerife desde inicio del golpe militar de julio de 1936 a la actualidad. La jornada del jueves la abrirá el escritor grancanario Alexis

Ravelo, creador del atípico detective privado Eladio Monroy, a las 16.30 con la conferencia Noir isleño. A continuación, a las 17.30, intervendrá José Luis Correa y Antonio Lozano, quienes presentarán sus últimos trabajos en el género: Nuestra señora de La Luna y La sombra del Minotauro, respectivamente. Tanto Lozano como Correa son responsables de los investigadores privados José García Gago y Ricardo Blanco. Harraga, novela de Antonio Lozano, es el título escogido en unos talleres de creación literaria que impartirá Alexis Ravelo -autor, entre otras, de Los tipos duros no lee poesía-- en los IES

EDUARDO GARCÍA ROJAS

MIEDO Y DESCONCIERTO: LA LISTA, DE JUAN BOSCO “- Levántate. Lo arrastraron al sótano de la mansión. Lo sentaron en una silla con las manos atadas a la espalda y lo torturaron hasta que dijo cuanto sabía.” (La lista, Juan Bosco)

L

eo La lista (Principal de los libros) primera novela del también cantautor Juan Bosco y las conclusiones que saco son contradictorias. Como duendes caprichosos que me dictan a un lado y al otro de los hombros esto es lo que hay y esto es lo que no hubo. Me cuesta así mucho esfuerzo describir las sensaciones que como lector he sacado de este título cuyo mayor lastre quizá sea sus ambiciones. Su necesidad por dejar constancia escrita de un período ignominioso de nuestra Historia pero también por reivindicar a un puñado de héroes que sin épica pero sí mucho valor fueron capaces de sacar fuerzas de sus entrañas y enfrentarse al miedo. La lista es una novela histórica y un retrato, en ocasiones algo notarial, de lo que significó la Guerra Civil y la postguerra en La Orotava, Tenerife. Estructurada en 42 capítulos que se desparraman por algo más de cuatrocientas páginas, la primera experiencia literaria de Bosco --con todos sus peros-- es un entrañable y emotivo homenaje a esos hombres y mujeres que pese a las adversidades y al fantasma de la represión se convirtieron en ciudadanos ejemplares en unos tiempos donde ser ejemplar era sinónimo de muerte. Quizá sea éste, a mi juicio, lo mejor de este relato excesivo en páginas así como la capacidad del escritor para describir el sórdido ambiente de una villa, como fue La Orotava, dividida entre los de siempre y los que quisieron hacer Historia. Pueblo chico, infierno grande. Pueblo marcado por familias de rancio y

Ichasagua, Los Cristianos, Cabo Blanco, Guaza y Las Galletas. El viernes, a las 11 horas, Antonio Lozano mantendrá un encuentro con los alumnos de estos centros escolares y a las 16.30 Miguel Ángel Rábade, responsable de la Librería Mistério de La Laguna y profesor titular de la Universidad de La Laguna, hablará sobre ¿Existe una novela negra canaria? La última charla de la sexta edición de N Negra de Arona volverá a insistir sobre este mismo tema a partir de las 17.30 horas con una mesa redonda en la que participarán José Luis Correa, Alexis Ravelo, Javier Hernández Velázquez y Antonio Lozano.

casposo abolengo cuyo linaje les ha enseñado a ver como insectos a los que tienen debajo y que se aferran, por miedo también, a que permanezca inalterable el mismo estado de las cosas. Aterrados a todo lo que huela a cambio. Viento de transformación ante los que reaccionan fomentando lo que solo conocen: la salvaje represión. El miedo. La lista es así una novela sobre el miedo. El miedo de unos y el miedo de otros que Juan Bosco no termina de cerrar de manera adecuada abrumado, quiero pensar, por el período histórico en el que desarrolla su historia. La novela peca, en este sentido además, de un número excesivo de páginas que demandaba afeitado, un rasurado para

afinar un relato que, finalmente, sabe a desigual. O que da la sensación que pierde la brújula en momentos perfectamente prescindibles y que en algunos casos provoca cierto sonrojo en el lector. Con todo, La lista es una novela valiente. Y que se lee muy bien pese a esos capítulos que no aportan nada al buen curso del relato. Lo mejor, reitero, de esta novela es la capacidad que tiene el autor para describir ambientes y las relaciones que unen y desunen a un pueblo que se ha enquistado en un sistema de castas donde es imposible crecer si no se forma parte de tan honorable sociedad. También se agradece por parte del autor --aunque mucho me temo que sea un intento fallido-- el intento de que sus protagonistas no caigan en el maniqueísmo. La lista drena así su solidez al presentar a aristócratas y falangistas como demonios perversos cuya infancia se vio castigada por otros demonios igual de perversos y a los héroes como una serie de hombres y mujeres honestos y de buenas costumbres. Bosco, sin embargo, recula y quizás consciente de que su relato se escora demasiado del lado de los buenos presenta a un camisa azul con conciencia. Harto de la deriva criminal del nuevo régimen. Pero es un personaje que apenas se explora y que parece que está ahí para facilitar la operación que van a desarrollar los buenos en la segunda mitad de la obra. Este personaje, para mi clave por su dimensión de héroe pero sobre todo de traidor a los que presuntamente son los

suyos, se pierde en las emotivas páginas finales de un libro que no procura segundas ni terceras lecturas en el imaginario del lector porque no deja margen a contradicciones molestas. Y si bien los buenos de su historia son buenos de verdad pese a sus conflictos, los malos resultan demasiado malvados y por lo tanto bastante acartonados. Juan Bosco, afortunadamente, corrige el desacierto en las conmovedoras y realistas últimas páginas de su novela en las que describe como hacen “desaparecer” a un grupo de republicanos en un lugar indeterminado de Las Cañadas del Teide. Como lector siento la tensión del momento. La pólvora que flota en el aire y la crisis histérica que sufre un soldado nacional incapaz de continuar con lo que está haciendo. Ser un verdugo. El protagonista de La lista es un fraile -que no sacerdote-- salesiano que es destinado al colegio San Isidro del valle de La Orotava. Lucas, que así se llama, es un hombre cultivado pero inocente que pronto se dará cuenta de donde ha ido a parar. Acaricia con las manos el miedo. El miedo de su congregación, el miedo de la gente del pueblo, el miedo ante esas tristemente célebres Brigadas del Amanecer que a altas horas de la noche visitaban a hombres y mujeres hostiles al nuevo régimen y de los que más tarde no se volvería a hablar. Ni a ver. Desaparecidos. Una lista con ochenta nominados a “desaparecer” llega a sus manos. Lo que le hará cuestionar a Lucas muchas cosas, también a descubrir el amor y de lo que es capaz de hacer cuando el sacrificio llama a su puerta. No, no se trata de una novela religiosa -aunque tiene su pálpito-- pero sí, quiero entender, de un contenido y ocasionalmente furioso ajuste de cuentas con una villa, La Orotava, que pudo haber cambiado el signo de la historia de este país “si en junio del treinta y seis aquel tipo hubiera disparado el arma contra el general Franco. Pero no lo hizo, y por eso la noche era ahora una consecuencia de aquel desconcierto.” Y eso es lo que concluyo tras leer La lista. Un puro y muy descarnado desconcierto.