Traducción publicada en Deník Metro (original abajo)

un país que se enorgullece de sus bares y de su gastronomía, he descubierto que salir ... En España mis amigos nunca sabían a qué bar ir, o si habría sitio, me.
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Traducción publicada en Deník Metro (original abajo)

Original en español Hay pocas palabras que signifiquen tanto para mí como la palabra “hospoda”. Yo, que vengo de un país que se enorgullece de sus bares y de su gastronomía, he descubierto que salir de tapas no está hecho para mí. En España mis amigos nunca sabían a qué bar ir, o si habría sitio, me tenían siempre comiendo de pie y, en cuanto me conseguía una buena silla, me llevaban a otro bar. Como soy de carácter débil, yo me dejaba llevar, pero siempre iba echo un manojo de nervios. Los médicos me analizaron y me recomendaron montaña y mar, pero no se me pasaba. Desde que llegué a Praga, en cambio, estoy mucho mejor, quizás porque estoy rodeado de personas que saben exactamente a dónde quieren llegar en la vida: a la hospoda. A una en concreto, en la que ya se ha reservado mesa. Porque otra cosa que he aprendido aquí en Praga es que no hay tratado moral, ni teoría política, ni corriente filosófica capaz de tumbar el principio “para qué nos vamos a mover, si tenemos mesa”. Y cada vez lo tengo más claro: hay ocasiones en las que la vida lo castiga a uno y hay otras en las que todo son premios y regalos. La cosa es que, teniendo mesa, se toma uno ambas cosas con más calma. Tengo que confesar, sin embargo, que últimamente hay noches en las que me meto en cualquier pivnice sin planes ni esperanzas, llamo de improviso a algún amigo que viva cerca y me tomo con él una buena dvanáctka na stojáka. Y no se me alteran los nervios. Al contrario, me pido un platito de aceitunas, pregunto si hay gazpacho y casi me pongo a bailar flamenco. Será que está llegando el calor.

Disponible en la url: http://e.metro.cz/default.aspx?d=04.04.2014&e=ME-PRAHA#strana=20

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