Traducción publicada en Deník Metro (original abajo)

Yo, cuando converso en checo, hablo como Cristóbal Colón navegaba: nunca ... la velocidad del Pendolino, cogiendo aire en menos estaciones de las que uno ...
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Traducción publicada en Deník Metro (original abajo)

Original en español Yo, cuando converso en checo, hablo como Cristóbal Colón navegaba: nunca sé si voy camino de una isla llena de oro y mojitos, o si acabaré en ese precipicio donde se termina el mundo y te come un dragón. Pero, oiga, no me quejo, yo soy uno de esos tipos duros que creen que la incertidumbre es la sal de la vida. No soy el único. Praga está llena de extranjeros intentando hablar checo que, como yo, disfrutan viviendo peligrosamente: pedimos té y nos traen cerveza, vamos a por ibuprofeno y volvemos con paracetamol, le pedimos a una señorita su teléfono y nos da el de su dentista. Las consecuencias son muy edificantes. Yo antes era casi ateo y ahora rezo a todas horas: “Señor, aunque no te entienda, ni a ti ni a nadie, sé que haces esto por mi bien”. Pero no por eso abandono, yo empiezo todas mis conversaciones diciendo “dobry den” y “jak se mate”. Dispuesto a la aventura. La persona que tengo enfrente empieza entonces a hablar a la velocidad del Pendolino, cogiendo aire en menos estaciones de las que uno habría esperado. Pero, ¿necesito entenderlo todo? Y no. No hace falta. Porque hablar checo sin hablarlo de verdad tiene también el encanto de la comunicación entre los enamorados. Yo por ejemplo hablo con un señor muy desagradable de la ferretería de mi barrio como si estuviera enamorado de él: las palabras (literalmente) sobran. Llevo meses sin poder comprar un destornillador del tamaño que necesito, pero la verdad es que en lo personal nos va estupendamente.

Disponible en la url: http://e.metro.cz/default.aspx?d=07.03.2014&e=ME-PRAHA#strana=18

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