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ESPECTACULOS
I
Viernes 10 de febrero de 2012
MUSICA s EL LEGADO DE UN MAESTRO
SPINETTA
GABRIEL PLAZA
MANERAS DE DESPEDIR A UN SER QUERIDO
LA NACION “Me dicen que «el Flaco» murió.” Miro a mi amiga con los ojos llorosos y la mirada congelada al infinito. Todo se oscureció. El mundo se paró por un minuto para nosotros, para sus queridos, para la tribu spinetteana y hasta para los seres extraños que habitan el jardín de los presentes. No sabíamos qué hacer. No podíamos decir ni una palabra. Realizamos algún acto mecánico y ridículo. Buscamos un café, prendimos un pucho, nos quedamos en silencio varios minutos, que parecieron una eternidad. Y acto seguido, pusimos sus canciones para sanar, saludar, despedirse o simplemente abrazarlo en el tiempo. “¿Es verdad? Decime que no.” El simple mensaje de texto me hace caer en la cuenta. Freno el llanto y sigo escribiendo. La noticia ya se viralizaba como nunca por las redes sociales y mientras la televisión y la radio se plegaban en cadena nacional en un tributo en continuado, seguíamos sin saber qué hacer, mientras los amigos y seguidores escribían un #chauflaco en el muro virtual de sus vidas online. “¿Dónde nos juntamos? ¿Qué hacemos?” Otra vez, la sensación de ser hojas en el viento. Entonces, nos metimos para adentro. Revivimos la experiencia electrizante de escucharlo en vivo en Vélez, iluminado y feliz junto a las Bandas Eternas, y el ardor adolescente de comprarnos los libros de poemas de Artaud, después de escuchar “Cantata de los puentes amarillos”. Una risa me saca de la burbuja. Es Spinetta junto a su hija
Familiares y amigos, ayer, en el Memorial Park de Pilar MAXIE AMENA
Catarina en una entrevista para un programa de televisión de 2008. Tom Lupo le dice: “Quedate tranquilo que no te vamos a pedir «Muchacha ojos de papel»”. “El Flaco” se muerde los labios y responde con una sonrisa cómplice: “Lástima porque la tenía preparada”, y arranca con una hermosa versión acústica del tango “Gricel”. Un tango que se lo habrá cantado alguna vez su padre, como alguna vez él se lo cantó a nuestra generación en el disco La, la, la. Y los homenajes que se suceden en la televisión abierta y de cable despiertan a la sociedad dormida sobre la figura de Luis Alberto Spinetta. Entonces se dan cuenta de que era grande. Pasan imágenes de sus conciertos: aquella legendaria escena de la película Rock, hasta
que se ponga el sol, donde Spinetta aparece con el torso desnudo y una sirena en la espalda, metáfora del estado policial de los setenta. La radio se hace eco. El nudo en la garganta de Mario Pergolini se percibe al aire: “Ahora tal vez es el momento de llorar el dolor. O tal vez escuchar un tema detrás de otro nos hunda un poco más en la tristeza. Murió Luis Alberto Spinetta. Pónganse de pie. No murió cualquiera”. Los escritores tentando palabras que no sirven de nada. Entonces miro el gesto de amor silencioso de sus seguidores llevando flores a la puerta de la casa del “Flaco” en Villa Urquiza; y el último adiós de su familia y los amigos más cercanos en el velatorio en Belgrano, su barrio. Pasan sus compañeros de Almendra, Mollo, Juanse y Fito Páez
como en una película sin sonido. León Gieco es uno de los pocos que rompe el silencio: “Hoy me di cuenta de la magnitud que va a alcanzar Spinetta. Fue uno de los tipos que nos metió a todos en esta historia”. Ayer al mediodía, el cuerpo del músico fue cremado en el cementerio Memorial de Pilar. El calor y cariño que recibió de los fans de Spinetta fue respondido por Dante, el mayor de sus cuatro hijos: “Vamos a decir cuándo vamos a esparcir sus cenizas, seguramente será en el Río de la Plata, donde está su padre, para que puedan llevarle unas flores y ver un atardecer con él”. “El río se llenara de poesía”, le respondían casi al instante en Facebook. “Ahora mi papá pasó a un mejor plano –siguió Dante–. El es el mejor, es inmortal y aunque su cuerpo no aguantó más, su mente sigue brillando”. Su entereza –hoy se presentará en el Cosquín Rock como hubiera querido su viejo, aseguró– nos deja como niños huérfanos. Seguimos escuchando su música para develar el misterio. Adiós al padre del rock, al hermano mayor o simplemente al amigo. Buen viaje hacia el sol. Nos queda tu voz, como un sentimiento, una canción.
A Luis Hoy todas las guitarras están de luto La mía, que tendría que haberse puesto a repasar zambas sólo puede pensar en la tuya, tal vez porque el barro tal vez porque este balcón donde te vi casi por última vez mira una nube de la forma y el color de esas eléctricas con las que soñábamos de chicos Este balcón que se quedó esperando una charla unas palabras o un abrazo más que ya no llegará Luto también en las palabras habituadas como estaban a que les pusieras cascabeles guirnaldas asonantes o ruedas de tren apocalíptico caleidoscópicos ojos del fértil papel de tu prolífica pluma que suma y resta sílabas del metro patrón de las esferas apenas solas a solas penas Adiós que sea A-Dios a sus brazos a ese rincón de magia que seguramenente Él guardará para los que se animan a jugar con los bloques con los que ha construido el mundo haciendo pequeños nuevos mundos de cuatro minutos donde el corazón se muestra y baila desafiando al vacío Adiós Mientras me duele el pecho te imagino en viaje por inmensidades más vastas que las del Capitán pero a diferencia de él sé que tendrás todos los tangos silbados al oído y nunca faltará un mate ni perfume a malvones En todos nosotros se queda un pedacito tuyo serás inspiración multiplicada por millares a lo largo de los años y lo ancho de las geografías Cambiaste nuestras vidas abríendole camino a la imaginación cantándole salvaje o dulcemente a los misterios que nos habitan al misterio que somos Adiós No me resigno a tener que decirlo Adiós mensajero del infinito
Toda la vida tiene música hoy DANIEL AMIANO LA NACION A los 62 años recién cumplidos la muerte de Luis Alberto Spinetta provocó un estupor que todavía resuena entre artistas y admiradores. Es que la obra del Flaco, o Luigi, es única. Nació el 23 de enero de 1950 en Buenos Aires y se crió en ese barrio que tan bien retrató, Bajo Belgrano, en una casa donde la música era una presencia constante. Su padre, Luis Santiago, era cantante de tangos y poeta. A los 13 años tuvo su primera guitarra criolla y empezó a componer en inglés. El secundario en el San Román fue decisivo. Allí conoció a Rodolfo García, con quien formó una banda que primero se llamó Los Larkings, luego Los Beatniks, y pronto cambiaron por Los Mods. Otros alumnos del mismo colegio, Emilio del Guercio y Edelmiro Molinari tenían otra banda, Los Sbirros. A su vez (en 1965), Spinetta hacía a mano una revista que repartía en el colegio, La cosa degenerada. Del Guercio hacía otra, La costra. Pronto unieron esfuerzos en La costra degenerada y un año después, cantaban a dúo como Bundlemen. Luis se suma a los Sbirros, y mientras García hace la conscripción, se anota con Del Guercio en Arquitectura. En marzo de 1968, reunidos en la casa paterna de la calle Arribeños, cambian el nombre por Almendra. El productor Ricardo Kleiman los escucha y tras pedirle al Flaco un par de temas para el dúo Bárbara y Dick los hace grabar su primer simple: “Tema de Pototo” y “El mundo entre las manos”. Durante 1969 tocan todo lo que pueden y llegan al festival Pinap, el 21 de septiembre. Ya tienen el primer álbum preparado, pero se retrasa la salida porque el sello “perdió” el dibujo de tapa. Lo cierto es que preferían utilizar una foto del grupo pero los músicos se negaron y Luis hizo de nuevo la ilustración. En este compendio de canciones se resume el universo Spinetta: un lenguaje musical y poético distintivo, que excede lo que se escucha en ese tiempo y rompe todo lo previsible sin dejar de ser canción. La separación de Almendra llegó pronto, antes de que saliera el segundo álbum, también llamado Almendra. Por cuestiones contractuales, Luis debía cumplir con un álbum más, por lo que grabó el solista, El camino de la estrella, con un sonido de rock áspero y espontáneo, aunque el sello, para aprovechar el éxito de “Muchacha…”, lo llamó Almendra. La obra de Spinetta está signada por el cambio constante, y en 1972 llega el primero, Pescado Rabioso. Con Black Amaya en batería, Bocón Frascino en bajo (luego reemplazado por David Lebón) y Carlos Cutaia en teclados dejará dos álbumes de blues/rock duro, Desatormentándonos (1972) y el doble Pescado 2 (1973). Bajo ese mismo nombre, también en 1973, aparece su segundo solista, Artaud, considerado en todas las encuestas el mejor disco de la historia del rock argentino, que ya desde la tapa irregular era de lo más original que se había visto y oído hasta el momento. Inmediatamente llega Invisible (197476). Con Machi Rufino y Pomo (dos ex Pappo’s Blues) pergeña una música todavía más compleja, el debut Invisible, el conceptual Durazno sangrando y El jardín de los presentes, con la incorporación de Tommy Gubitsch.
En 1977 forma Banda Spinetta, con la que graba A 18’ del sol, donde incursiona en el jazz fusión. En 1979, Guillermo Vilas lo conecta con el sello Columbia, y registra su disco “desafortunado”, Only Love Can Sustain con canciones en inglés. A su regreso reunió a Almendra para un álbum en estudio, El valle interior, y un doble en vivo en Obras. En 1980 presentó su banda de jazz rock junto a dos tecladistas, Diego Rapoport y Juan del Barrio, Beto Satragni en bajo y Pomo. En septiembre hizo un concierto con Serú Girán, en Obras, en un intento por echar por tierra la rivalidad de la que hablaban algunos medios. Después de dos discos muy elaborados, Alma de diamante y Los niños que escriben en el cielo, grabó otro disco solista, en 1982, Kamikaze. En 1983 otras dos producciones. Una con el grupo, Bajo Belgrano, y otra en solitario, Mondo Di Cromo. Entonces ya juega con sonidos electrónicos, en un concepto que desarrollará en los discos siguientes: Madre en años luz fue grabado íntegramente en forma digital y con caja de ritmos, y sería el último gesto de Jade. Entonces “empieza” su carrera solista y el intento de grabar un álbum con Charly García en 1985. El proyecto queda trunco y sólo queda el tema “Rezo por vos”, que Spinetta graba en Privé. Ese mismo año concreta con Fito Páez, el doble La la la. Siguen los solistas: Téster de violencia (1988), Don Lucero (1989), Exactas (en vivo, 1990), Pelusón of milk (1991), Fuego gris (banda sonora del film de Pablo César, 1994), hasta llegar a Los Socios del Desierto, con Daniel Wirzt y Marcelo Torres, con quienes grabará el doble Spinetta y los Socios del Desierto (1997), Estrelicia (MTV Unplugged, 1997) y Los ojos (1999). Otros cambios, otros discos: San Cristóforo (en vivo, 1999), Silver sorgo (2001), Para los árboles (2003), Pan (2006) y Un mañana (2008). En estos últimos discos hay un vuelco en su poesía, las imágenes se hacen más directas, comprensibles, y se muestra claramente preocupado por el destino del hombre y por la destrucción que provoca en el planeta. Mientras tanto, también se convierte en el vocero del dolor que produjo la muerte de los alumnos del colegio Ecos, donde estudiaron sus hijos, en un accidente en la ruta. En 2003 llegó al Teatro Colón, y volvió a ese escenario en 2006. En 2009 realizó el Almendra sueño de muchos cuando por ➷ fin concretó, el 4 de diciemAlmendra bre, Spinetta y las bandas eternas, un show histórico de 5 horas y media de duración. Su música es la banda de sonido de varias generaciones. Con ella alcanzó la eternidad posible del artista: seguir en la memoria de quienes lo escuchan.
DOLOR La perdida del músico sacudió a varias generaciones
PEDRO AZNAR
SEIS MOMENTOS CLAVE
Pescado Rabioso / L.A.S. Invisible
➷ Artaud
➷ El jardín de los presentes
Luis Alberto Spinetta
➷ Kamikaze
Spinetta - Páez
➷ La La La
Luis Alberto Spinetta
➷ Y las bandas eternas