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P REPARING FOR THE C ONSECRATION OF THE A RCHDIOCESE OF S AN F RANCISCO TO THE I MMACULATE H EART OF M ARY Part 36 FRANCISCO MAINTAINED GREAT PATIENCE AND CHEERFULNESS

throughout his illness, even as it worsened. This caused his family to think that maybe he was getting better. He would continually remind them that Our Lady would soon take him to Heaven. Lucia was spared the influenza, even though most of her family members became sick. She would visit her cousins to encourage them and pray with them. “Have you made any sacrifices today,” Lucia would ask Jacinta. “I have made a lot,” Jacinta would reply as to a spiritual director. “My mother went out and many times I wanted to get out of bed and go to Francisco’s room but I didn’t.” She was eight years old. Lucia would pour out the details of her own spiritual life to Jacinta, as well. The three children shared a deep intimacy. “I love Our Lord and Our Lady and I never tire of telling Them that I love Them,” the eight-year old Jacinta would say. “What I tell that to Them, it seems sometimes that I have a fire burning in my breast, a fire that does not consume…Oh, how I would like to be able to go again to the hills to say the Rosary in the Cave. But I can’t any more. When you go to the Cova da Iria, pray for me, Lucia! I’m sure I’ll never go there again. Now you go to Francisco’s room because I want to make the sacrifice of being alone.” Lucia would then visit Francisco, encouraging him. “Francisco, are you suffering a great deal?” “Yes, I am,” he would reply. “I suffer it all for the love of Our Lord and Our Lady. I want to suffer more and I can’t.” Francisco was 10 years old. He entrusted his penitential rope-belt to Lucia for safekeeping in the event that he ever got out of bed again. Our Lord had forbidden them to wear the rope while they were in bed. Lucia always remembered the words of Francisco about her own vocation: “Look, Lucia, I’m going soon to Heaven. Jacinta is going to pray a great deal for sinners and for the Holy Father and for you. You’re going to stay here below because Our Lady wants you to. Do whatever She wants. “I feel very sick, but I’ll be in Heaven soon.”

“Then make sure you pray very much for sinners and for the Holy Father, Jacinta and me,” Lucia replied. “Yes, I’ll pray,” the ten-year old dying saint replied. “But you should rather ask Jacinta for that. I’m afraid I’ll forget everything when I see Our Lord. After all, I would rather console Jesus and Mary.” †

FRANCISCO MANTUVO GRAN PACIENCIA Y ALEGRÍA a lo largo de toda su enfermedad, aun cuando empeoró. Esto hizo que su familia pensara que tal vez estaba mejorando. Él les recordaba continuamente que Nuestra Señora lo llevaría pronto al Cielo. Lucia se salvó de la gripe, a pesar de que la mayoría de los miembros de su familia se enfermaron. Ella visitaba a sus primos para animarlos y rezar con ellos. -¿Has hecho hoy algún sacrificio? -Lucia le preguntaba a Jacinta. -He hecho muchos -le contestaba Jacinta como a un director espiritual. "Mi madre salió y muchas veces yo quise salir de la cama e ir a la habitación de Francisco, pero no lo hice". Ella tenía ocho años. Lucía también revelaría los detalles de su propia vida espiritual a Jacinta. Los tres niños compartieron una profunda intimidad. "Yo amo a Nuestro Señor y a Nuestra Señora y yo nunca me canso de decirles a Ellos que los amo a Ellos", decía Jacinta, de solo ocho años. "Lo que les digo a Ellos, a veces parece que yo tengo un fuego ardiendo en mi pecho, un fuego que no consume ... Oh, cómo me gustaría poder ir otra vez a las colinas para decir el Rosario en la Cueva. Pero ya no puedo. ¡Cuando vayas a la Cova da Iria, reza por mí, Lucía! Yo estoy segura de que nunca volveré allí. Ahora ve a la habitación de Francisco porque quiero hacer el sacrificio de estar sola.” Lucia entonces visitaría a Francisco, animándolo. “-Francisco, ¿estás sufriendo mucho?” “-Sí, lo estoy -respondió. "Yo sufro todo por el amor de Nuestro Señor y Nuestra Señora. Yo quiero sufrir más y no puedo.” "Francisco tenía 10 años. Él le confió su cinturón espiritual de penitencia a Lucia para que lo guardara en caso de que él ya no se levantara de la cama. Nuestro Señor les había prohibido llevar la cuerda mientras estaban en la cama. Lucía recordaba siempre las palabras de Francisco sobre su propia vocación: -Mira, Lucía, me voy muy pronto al cielo. Jacinta va a rezar mucho por los pecadores, por el Santo Padre y por ustedes. Te vas a quedar aquí abajo porque Nuestra Señora quiere que lo hagas. Haz lo que ella quiera. "Me siento muy enfermo, pero pronto estaré en el Cielo." "Entonces asegúrate de rezar mucho por los pecadores y por el Santo Padre, Jacinta y yo", respondió Lucía. “-Sí, yo voy a rezar,” -respondió el santo moribundo de diez años. “Pero prefiero que la preguntes a Jacinta acerca de eso. Yo me temo que me olvidaré de todo cuando vea a Nuestro Señor. Después de todo, yo prefiero consolar a Jesús y a María.” †