Sergio Reyes, bombero
“Tampoco es que tenga miedo a morir, pero no pretendo hacerlo porque me parece poco profesional” La vida de un bombero está marcada por su trayectoria, un sinfín de tradiciones y el trabajo en equipo. No es solo un oficio, sino un estilo de vida que conlleva un alto riesgo. Este, en muchos casos, puede llegar a ser fatal, significa dar vida por vida. Por Sophie Berthet E.
Sergio Reyes (27) fue brigadier a los 15 años, llevó una vida bomberil, entrenó y ayudó en el cuartel y en los carros –lo que hace cualquier niño que aspira a ser bombero-. A los 18 se convirtió en bombero voluntario, a los 21 fue teniente y a los 22, por trabajo, llegó desde Concepción a Santiago. Este joven comunicador audiovisual dejó su oficio voluntario e incluso pensó dar vuelta la página, pero no pudo. Había una inquietud, algo en su estilo de vida que lo incomodaba. Sin este lapso no se habría dado cuenta de que arriesgar su vida por los demás, siendo bombero, era su razón de ser. El año pasado, con 26 años, después de muchas pruebas físicas y teóricas se integró a la 2ª Compañía de Bomberos de Ñuñoa. ¿Cuándo fue la última vez que su vida estuvo en riesgo? Hace dos meses atrás, casi me quemé dentro de un lugar por estar buscando a un niño que, supuestamente, estaba adentro. El departamento estaba tan caliente que no podía sostenerme mucho rato dentro, tenía que salir a ventilarme un poco porque se me quemaban las manos. ¿Por qué supuestamente? Hicimos toda la búsqueda como correspondía y con todas las dificultades que implicaba entrar a ese lugar, de hecho en un momento yo dije “espero que este niño no esté acá”, de encontrarlo lo habríamos pillado muerto, era altísima la temperatura. Después que confirmamos que el niño no estaba adentro, nos informaron que los vecinos lo habían sacado por la terraza. Pero ¿por qué no preguntaron antes? Porque veníamos con esa misión encargada. Llegamos muy rápido y por eso no revisamos el exterior. Fue en un cuarto piso y no solo estaba este niño, sino también un adulto que se tiró por la ventana. Se salvó, pero se quebró entero. ¿Cada cuánto tiempo hay casos de emergencia? Es lo menos habitual. Digamos que incendios en que tengas que hacer búsqueda y rescate es uno cada dos meses, por ahí. La vida de un bombero no solo peligra en el fuego ¿En qué situaciones, además de incendios, un bombero arriesga la vida? Cuando una situación tiene que ver con un rescate inminente. De cualquier tipo. Siempre se apela al deber de salvar una vida. Desde el 2010 en adelante, en Chile ha habido muchos rescates urbanos, que tienen que ver con estructuras colapsadas en medios peligrosos. De hecho mis experiencias más cercanas a la muerte han sido en rescates. ¿En qué otro tipo de rescates has participado? La compañía donde yo estaba en Concepción tenía una especialidad no convencional que era Rescate en aguas torrentosas y rescate subacuático. Todo lo que tiene que ver con rescate en agua. Nosotros estábamos haciendo búsqueda de cadáveres por la bahía de Concepción, semanas después del terremoto. ¿Cómo se realizan esas búsquedas? Andábamos en un kayak y hubo una réplica súper fuerte, de siete punto y algo, y se activaron las alarmas de tsunami. Imagínate lo que es estar en un kayak, en el mar, muy lejos de la costa, con una alarma de tsunami. ¡Ah! Y de esa alarma nos enteramos por casualidad, porque estaba tan lejos
que no tenía señal de radio y justo en un momento me llegó y escuché la alerta de evacuación para toda la costa… y nosotros en el agua. En el mar. RECUADRO: Familia de bomberos y un padre consternado ¿Cómo llegó a ser bombero? Porque mi hermano lo es. Me llamó la atención por él y él también me motivó. No tengo claro si hubiese optado por meterme a bombero sin que él, que ya estaba adentro, me incitara. Además de su hermano ¿había alguien más en la familia que fuera bombero? Cuando los dos ya estábamos dentro descubrimos que nuestro abuelo también había sido bombero. Brigadista rural. Hacían rescates vehiculares y apagaban incendios. No teníamos idea. Supimos que lo llevábamos en la sangre después de que nos metimos. ¿Qué opinan sus papás de su oficio? Actualmente lo ven como algo súper positivo, los dos sienten que es mi vocación y lo ven como algo bueno para mí, pero a los 15 fue distinto y no por mi mamá. Ella estaba súper de acuerdo, con su precauciones, obviamente “ten cuidado, no hagas locuras, que no te vaya a pasar nada”. Fue mi papá el que estaba súper en desacuerdo. ¿Por qué tanto? Porque, cuando chico, era súper hiperactivo. Andaba saltando cosas, subiéndome a las panderetas, era medio peleador. Entonces tenía un historial de loco… de hacer locuras. Mi papá pensaba que yo, como bombero, me iba a matar. Tiene una mentalidad más militar en ese sentido ¿En qué sentido militar? Él pensaba que, por ser nuevo, me iban a obligar a hacer lo más arriesgado y me iba a terminar matando. Para ingresar a los 15 años, tenía que tener un permiso notarial de mis papás. Mi mamá lo firmó sin ningún problema. Mi papá lo hizo a regañadientes, y escribió una carta dirigida al capitán diciendo que estaba en desacuerdo. Con los años demostré que haber sido un loco me sirvió para aprender a controlarme y no solamente como bombero, sino con otras actividades que han sido bastante arriesgadas, y nunca he tenido un accidente. ¿Cómo influye ser bombero en el desarrollo de su vida? Es mi vida. Influye en todo. Igual cuando trabajo separo las cosas. Soy de los bomberos que no son tan alumbrados con el tema, no lo ando comentando, no ando con la radio; pero aun así es un tema que está latente siempre. Influye en que tienes otra postura en la vida. No eres tan individualista. Desde chico arriesgando la vida En general, todo lo que tiene que ver con rescate de personas, es potencialmente peligroso, porque se trabaja bajo la primicia de que tienes que salvar una vida y muchas veces eso es muy imperioso, muy rápido. Y las medidas de seguridad son mínimas. ¿Cuándo fue la primera vez que casi perdió la vida? A los 17 años. Hubo una inundación gigante en Concepción, estábamos con mi hermano tratando de socorrer gente, y había una excavación de una alcantarilla que no se veía porque el agua llegaba a la cintura. Nosotros teníamos que atravesar ese sector, para poder auxiliar a las personas y yo me caí en el hoyo. Había mucha corriente abajo, si no hubiese sido por mi hermano, que se amarró a un poste, quizás no lo contaba.
Que fuerte que al final es vida por vida Sí. La idea es que no sea así. Se dice que uno no tiene que ser parte del problema. Tiene que mantener, siempre, el rol de rescatista y no de víctima. ¿Qué casos han marcado, profundamente, tu vida como bombero? En mi vida bomberil he enterrado a cinco bomberos. Mártires, es decir, que han dado su vida en el servicio y murieron junto a la persona que querían rescatar. Dos de ellos – Aníbal y Jonathan de 18 o 19 años-, se metieron a una casa a rescatar a una señora en silla de ruedas. Como era de madera, todo fue muy rápido y se quemaron con la señora. Los otros tres, un teniente, un capitán y un comandante; murieron en Chiguayante -yo participé en las labores de búsqueda de ellos-. Había una lluvia súper fuerte y fueron a unas casas que estaban en una quebrada a decirle a la gente que saliera porque se podía derrumbar y mientras la sacaban, eso pasó: se derrumbó el cerro y murieron los tres junto a 12 civiles. Ver todo eso ¿no te ha dado miedo? No. Porque me considero precavido. Todos mis riesgos son medidos según lo que sé que puedo hacer. Como estoy metido desde los 15 años, creo tener algo de experiencia, y eso me ayuda a tener seguridad en lo que hago. Y por otro lado, si nos ponemos más fatalistas, tampoco es que tenga miedo a morir, pero no pretendo hacerlo porque me parece poco profesional.