Quinta etapa_N08_ Noviembre 2018
09 ENFOQUE
Publica Cáritas Diocesana de Valencia Cáritas es el organismo de la Archidiócesis de Valencia instituido para expresar la solicitud de la iglesia por los necesitados y favorecer la fraternidad humana a fin de que se muestre, con obras y palabras, el amor de Cristo. Consejo de redacción de este número Aurora Aranda, Enrique Domínguez, Ana López, Javier Ferrandis, Fani Raga, Nuria Baeza y Olivia Pérez Jefa de redacción Olivia Pérez
Cáritas Diocesana de Valencia lleva más de 30 años trabajando con las personas en situación de sin hogar
6 La Cáritas Parroquial | El CAI de Gandia 8 Somos Cáritas 9 Enfoque | Cáritas, una apuesta por las personas en situación de sin Hogar 20 Desde la fe | Fraternos con las personas sin hogar 22 Un día en | Proyecto Simón, mundos superpuestos 24 Entrevista | Mª José Aldanas
Portada Diego Obiol
30 Cáritas opina | Enrique Domínguez Bartolomé
Concepto gráfico estudioja.com
34 Otras voces | Antonio Rodríguez
Imprime imprespuchades Depósito legal: V-674-2005.
36 Iniciativa solidaria | Associació Àmbit 38
Campaña | La Melodía del compromiso para mejorar nuestro mundo
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OPINIÓN
Firmas invitadas 2 /// CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD
Impreso en papel ecológico.
Marita Guerra PAG. 13
Belén Sánchez Garcés PAG. 14
Juan Carlos Moya Ovejero PAG. 18
EDITORIAL
“Aunque estén desde siempre en nuestras calles, las personas sin hogar tienen derecho a otras condiciones de vida”
E
stamos hartos de verlos aunque ni los miramos. A lo peor, a fuerza de saber que están, se han hecho invisibles: como las farolas, los bancos del parque, las esculturas y las fuentes en las plazas o ese botón o la pieza minúscula de un juguete que se cayó en una esquina de casa y ha dejado de verse y ya ni molesta. Lo que ocurre es que las personas sin hogar son eso, PERSONAS. Y aunque estén desde siempre en nuestras calles y en nuestras plazas, nos pidan o no una limosna al pasar o, pasen la mayor parte de su vida en una chabola o en una vivienda sin condiciones para ser habitada, tienen derecho a alcanzar otras condiciones de vida. Son personas y como tales, tienen derechos. Y esos derechos comienzan con el acceso a un techo digno, y continúan por el resto: el acceso a la salud, a la educación, a la participación en la sociedad, etc. y los derechos, ya nos lo han dicho, desde el papa y la Doctrina Social de la Iglesia hasta la ONU, los derechos son indivisibles, incondicionados, universales, interdependientes e inalienables (v. Crónica de la Solidaridad 5.3). Eso significa que deben ser cumplidos todos y a la vez, sin exigir contraprestaciones u obligaciones, sin discriminación, entre otras condiciones. En este número nos hemos empeñado en hacer un poco más visible la situación de las personas que no tienen una vivienda digna para ellas y sus familias: porque viven en la calle, en un albergue, en una vivienda compartida o cedida, en una chabola o infravivienda. Todas son “personas en situación de sin hogar”, ahora que las palabras ponen más el acento en una condición pasajera que en la “esencia de las personas”. Abordamos el fenómeno del sinhogarismo desde distintas perspectivas. La de las personas acogidas en el Centro de Atención Integral de Cáritas Interparroquial de Gandia; la de las acompañadas por el voluntariado del Proyecto Simón; la realidad europea, que nos acer-
ca Mª José Aldanas, responsable del área de derechos humanos de FEANTSA. Desde Cáritas Española, Enrique Domínguez, técnico de vivienda y de personas en situación de sin hogar, propone una reflexión con el significativo y drástico título de “Nadie sin hogar es posible, imprescindible y urgente” con propuestas reales y eficaces para acabar con el sinhogarismo cuanto antes. Quizás, lo que más ayuda a hacer visibles a las personas en situación de sin hogar es abrir los ojos y los oídos. Como aquel samaritano de la historia que se encontró a una persona apaleada al borde del camino y no miró su reloj, ni su cartera ni su agenda, sino que se agachó, se remangó, y se puso a atenderle. Eso es lo que hace Rafa Soriano, voluntario en el proyecto Simón, que ejemplifica a todo el equipo de personas que acompañan a las que por diferentes causas siguen en las calles de València. En el otro lado del Cara a cara, tras una larga vida llena de trabajos diferentes, caídas, recaídas y decisiones —unas más acertadas que otras— Alfonso Valero nos dice: «Mambré es mi casa». Y con su sonrisa se ilumina también la nuestra, de ver que la transformación es posible, al menos para una persona, aunque son muchas más —lo hemos aprendido en el repaso de la historia de la atención a las personas en situación de sin hogar que hemos hecho en el Enfoque—. Al menos, por esta vez, habremos logrado que se haga realidad aquello a lo que nos invita la Campaña Institucional, a comprometernos para mejorar el mundo porque, como decía Santiago: «¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe si no tiene obras? ¿Podrá salvarlo la fe? Suponed que un hermano o hermana andan medio desnudos, faltos del sustento cotidiano y uno de vosotros le dice: Id en paz, calientes y saciados; pero no le da para las necesidades corporales, ¿de qué sirve? Lo mismo la fe que no va acompañada de obras, está muerta del todo». St 2, 15-17
3 /// CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD
LA FOTO
Esa otra mirada Sí. No nos hemos equivocado. Se trata de una persona que ha vivido en situación de sin hogar. ¿No lo parece, verdad? Pero es que Carles (el joven del jersey azul, el otro es Miguel Ángel, un voluntario) ya no está en la calle, sino en un proyecto de Cáritas en el que ha decidido entrar para volver a integrarse en una sociedad que lo dejó de lado, lo apartó, dejó de mirarlo. Y ahora, con sus más y sus menos, es feliz. Va adquiriendo hábitos, recuperando relaciones, tomando conciencia de sus derechos y valorando más quien es. Y eso, a todas las personas, nos hace felices. Los hemos llamado mendigos, pordioseros, menesterosos, indigentes, sin techo, … Aunque hemos usado un buen puñado de sinónimos para nombrarlos, pocos los ven. Son invisibles. Están en nuestras calles y plazas, caminan juntos a nosotros y suben en nuestros medios de transporte pero, la mayor parte de las veces, ni los vemos. No es que sean invisibles. Es que los hemos invisibilizado. Y es hora de que empecemos a ponerles cara y nombre porque la tienen. Igual no se trata de pararnos a hablar con ellos y ellas —que también— por las calles, o sí, quién sabe. Cada una y cada uno debe saber a qué está llamada. Lo que sí podemos —y debemos— hacer es ser conscientes de su presencia en nuestras calles y plazas y, porque se puede, reclamar y posibilitar una nueva realidad en la que nadie tenga que dormir en un cajero, en un banco de un parque, en un albergue o en una vivienda sin condiciones. Ojalá pronto sea el día en que no tengamos que usar en las redes sociales la etiqueta #NadieSinHogar
FOTO
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Camila Gallegos
TEXTO
Olivia Pérez
EL DIRECTOR
Existen R
Ignacio Grande DIRECTOR DE CÁRITAS DIOCESANA DE VALENCIA
ecientemente, pude leer una entrevista realizada al papa Francisco para la revista Scarp de tenis, una revista milanesa mensual de la calle. Se trata de un proyecto editorial y social sostenido por Caritas Ambrosiana y Caritas Italiana. Sin duda, las respuestas del papa Francisco a las preguntas del entrevistador reflejan una vez más la claridad y contundencia con la que nuestro papa nos anima a centrar nuestras miradas en las personas más débiles y a mostrar, con hechos, la solicitud preferencial de la Iglesia por aquellas personas que más sufren las injusticias y el abandono de nuestro mundo. Os transcribo dos de las muchas preguntas realizadas al papa. «Santidad, cuando encuentra a una persona sin domicilio fijo ¿Qué es lo primero que le dice? “Buenos días. ¿Cómo estás?”… Las personas que viven en la calle entienden de inmediato cuando hay un interés real por parte de la otra persona o cuando hay, no quiero decir ese sentimiento de compasión, pero sí, ciertamente de pena. Se puede ver una persona sin hogar y mirarlo como una persona, o como un perro. Y ellos se dan cuenta de esta forma diferente de mirar. Muchos se preguntan si es justo dar limosna a las personas que piden ayuda en la calle; ¿Qué responde? Una ayuda siempre es justa. Desde luego, no es bueno lanzar al pobre solo algunas monedas. Es importante el gesto, ayudar a los que piden mirándoles a los ojos y tocando sus manos. Echar el dinero y no mirar a los ojos, no es un gesto de cristiano… ».
y tienen mucho que decirnos
En este tiempo de predominio político se habla de economía, sanidad, educación, … pero hay algo de lo que nadie habla, nadie dice nada porque nadie los ve, nadie les da voz… y si no se ven ni se oyen, no existen, resultando ser muchas veces, y por desgracia, invisibles. A pesar de ello, allí están, cerca de nosotros, en nuestra misma calle o en el parque donde juegan nuestros hijos. Viven, sienten, sufren… las personas en situación sin hogar existen y tienen mucho que decirnos. Hay tantas situaciones de “exclusiones” como personas que las sufren. Pero sin duda, no poder acceder o disponer de una vivienda adecuada, de un hogar, es algo en común en todas estas personas que cotidianamente vemos muy cerca de nosotros. Esto, unido a situaciones como la ausencia o escasez de recursos económicos, vidas personales rotas, adicciones, enfermedades, etc., junto a la pérdida de redes de apoyo, provoca a menudo un proceso en espiral generando cada vez más una fuerte erosión vital y personal. En este campo es muy importante, y por encima de todo, cultivar la sensibilidad interior hacia las necesidades reales del prójimo, para saber en qué debemos ayudarle, cómo actuar, cómo comportarnos para que lo que damos, lo que aportamos a su vida, sea un don auténtico. Por lo tanto, cuenta sobre todo el valor interior del don: la disponibilidad a compartirlo todo, la prontitud en darse a sí mismo. La actuación práctica, la asistencia, el dar, resultan insuficientes si en ellas no se puede percibir el amor por la persona. 5 /// CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD
LA CÁRITAS PARROQUIAL
El CAI de Gandia, un gestor de oportunidades
Begoña Del Prado RESPONSABLE DE COMUNICACIÓN CÁRITAS INTERPARROQUIAL DE GANDIA
E
l Centro de Atención Integral (CAI) de Cáritas Gandia, no es diferente a otras residencias de día y temporales para personas sin hogar. No lo es, técnicamente. Pero detrás de las cuatro paredes del centro, ubicado junto a la ribera del río Serpis, encontramos un “gestor de oportunidades de empleo”. El CAI se abrió en 2013 y se puso en funcionamiento dando pequeños pasos. Transcurridos dos años desde su puesta en marcha, y viendo el potencial del centro para las personas participantes, técnicos del CAI se ponen en contacto con Cáritas Diocesana: había que poner sobre la mesa las fortalezas y debilidades del recurso para que el paso por el Centro de Atención Integral fuera lo más provechoso para todas las partes. Y así ha sido. El éxito del CAI se debe a que en un mismo espacio confluyen un Centro de Día, una residencia temporal y, además, se imparten talleres prelaborales. No existe ningún otro centro en toda la Comunitat Valenciana que aúne todos estos servicios juntos, y por eso el CAI es un referente en la diócesis. Tras cruzar la puerta de entrada del Centro de Atención Integral (abierto 24 horas los 365 días del año), nos encontramos un Centro de Día al uso, que cubre las necesidades básicas de las personas en situación
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de sin hogar. Aquí se pueden duchar, pueden desayunar, comer y merendar, lavar su ropa, cortarse el pelo, conseguir mudas nuevas, hacer uso de una consigna para guardar sus pertenencias, ver la televisión, descansar en el salón y participar, si así lo desean, en todas las actividades del Centro de Día. Otra puerta separa este espacio de la residencia temporal que tiene capacidad para hasta 17 plazas y donde se atiende las necesidades de las personas de forma individualizada y más a largo plazo. Las personas beneficiarias del CAI, usuarios de día o residentes, todas, pueden optar a participar en los talleres que se ofrecen. El equipo técnico realiza una valoración inicial de las personas para saber qué recursos necesita cada una de ellas. Esa primera valoración divide a los beneficiarios en función de si necesitan apoyo de salud mental, conductas adictivas, entre otros, o simplemente son personas que, por diversas causas y reveses de la vida, han perdido los hábitos de conducta y trabajo. En todos los casos, una vez valorados, se inicia un itinerario de inserción sociolaboral que permite generar un cambio en sus vidas y con ello, recuperar su autonomía. Lo hacen a través de los talleres prelaborales que se ofertan en el CAI y que tam-
F CAI Gandia
bién les permiten “ocupar su tiempo”, algo a lo que no están acostumbrados cuando llevan mucho tiempo viviendo en la calle. En el CAI adquieren habilidades de cocina, lavandería, servicio de recepción… y desde hace unos meses, se imparten talleres de cuidado de animales de granja y de agricultura ecológica a través del huerto que posee el CAI en un terreno anexo, en el que se cultiva verdura de temporada que se pone a la venta semanalmente. Todos los beneficios repercuten en las personas beneficiarias del CAI, a través de unas becas mensuales. El objetivo final es prepararles para salir al mundo laboral y que se puedan desenvolver en la sociedad tras haber recuperado sus capacidades y habilidades. Por eso, también se ha puesto en marcha un taller de compostaje, jardinería, restauración de muebles y de bicicletas. Este último taller es mucho más ambicioso. Las
bicicletas, una vez reparadas, tendrán un fin solidario: se enviarán a países empobrecidos para que los niños puedan utilizarlas como medio de transporte para ir desde sus aldeas hasta el colegio. El CAI es imparable. En estos momentos se están recaudando fondos a través de diversas acciones para construir un vivero junto al huerto que permita cultivar plantas de ribera de río y aromáticas. El objetivo final es que Cáritas Gandia se convierta en “un gestor de oportunidades” para las personas en situación de sin hogar. Una vez han adquirido habilidades sociales y laborales, la entidad ofrece a las personas beneficiarias del CAI la oportunidad de vivir en un piso tutelado para conseguir la plena autonomía. Este paso, sin embargo, nunca supondrá una separación de la que ha sido su familia durante los últimos meses.
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SOMOS CÁRITAS
El sueño de una noche de invierno Aun es un proyecto, un sueño, una idea. Pero alguien dijo que cada una de nosotras, las personas que habitamos este mundo, somos lo que somos y lo que queremos llegar a ser. El Centre de Nit para personas en situación de sin hogar que Cáritas proyecta en estos momentos, será un espacio de acogida, de calor, café y algo más donde resguardarse del frío,
de la noche y estar con otros y otras en compañía. Nuestro Centre de Nit ofrecerá entre 20 y 25 camas para que personas en situación de sin hogar que no pueden o no quieren acudir a otros recursos puedan pasar la noche, ducharse y comer caliente. Mientras el proyecto se hace real —Cáritas ya ha recibido la cesión de un local que ahora hay que acondi-
cionar y preparar para recibir a las personas— este invierno, volverá a poner en marcha algunas plazas de acogimiento temporal en el Albergue de la Paz. Por ahora es eso, un sueño. Pero hay que hacerlo realidad. Y para ello, Cáritas necesita a todos y todas: ¿Y tú qué haces? Colabora. Nadie sin hogar.
NUESTRA GENTE Pregunta 1: En un momento de la vida, Cáritas se cruzó en tu camino. ¿Qué ha supuesto para ti ese encuentro? Pregunta 2: ¿Qué te ha dado Cáritas a ti y qué le has dado tú a Cáritas?
Feli, voluntaria
Dayana, participante
R1: Al principio fue una ilusión. No teníamos necesitados, pero estábamos ahí. Después, con el tiempo, desgraciadamente, los tuvimos. Para mí supuso pelear, trabajar y, sobre todo, ver en cada necesitado el rostro del Señor.
R1: Cuando llegamos a España, provenientes de Venezuela, con muy poco dinero, Cáritas nos ofreció alimentos, ropa, calzado y, lo más importante, su invaluable amistad. Se convirtieron en nuestra familia y, sobre todo, las damas de Cáritas son las yayas de nuestra hija Luz Estela.
R2: Primero, conocer a personas, a muchas personas. Llamar a las puertas, que casi siempre se nos han abierto solucionando el problema que en cada momento hemos tenido. Lo que he podido dar yo… pues muy poquito. Pero si que puedo decir que he dado mi tiempo, mi trabajo, mi cariño y en esos momentos de desolación, el dar un abrazo para mí siempre ha sido una satisfacción. Pienso que el Señor espera eso de mí. Y más cosas, claro, pero eso, por encima de todo. 8 /// CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD
R2: Nos ha dado de todo: ayuda, cariño, amistad y nosotros aun no hemos podido retribuir de manera adecuada su dedicación, pero en mi familia y en mí siempre tendrán amistad y cariño incondicionales.
ENFOQUE
Cáritas, una apuesta por
las personas
en situación de sin hogar
F Inma Cubillo/Cáritas Española
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Olivia Pérez RESPONSABLE DE COMUNICACIÓN CÁRITAS DIOCESANA DE VALENCIA FOTOS CAMILA GALLEGOS
A
lo largo de más de 30 años, Cáritas Diocesana de Valencia ha trabajado con las que hoy denominamos personas en situación de sin hogar. En estos años, Cáritas ha visto de cerca cómo cambiaba su realidad, empezando por su nombre. El cambio de palabras, la mayoría de las veces, indica una mayor sensibilización de la sociedad en torno a las realidades que le afectan, aunque no siempre. Las palabras, la forma en la que utilizamos el lenguaje, transforman la realidad. En este caso, al menos desde “lo social” se ha ido ganando en esa mayor sensibilidad y hoy se procura no emplear términos para referirse a lo que la persona es o lo que le falta. Ya no son pordioseros, mendigos, indigentes, transeúntes, carrileros, sin techo, … o personas sin hogar. Decimos que son personas que atraviesan una situación: están temporalmente sin casa, pero esa realidad puede cambiar. De manera oficial y organizada, —porque Cáritas siempre ha atendido a personas sin vivienda— el trabajo con los, entonces sí, transeúntes en Cáritas Diocesana lo inició Vicent Andrés, hoy director de Proyecto Hombre Valencia. «En aquella época en la ciudad de València había tres recursos: un albergue municipal, uno de las Damas Apostólicas y la Asociación Valenciana de la Caridad y cada uno trabajaba de manera independiente. Cáritas prestaba atención a los transeúntes que acudían a su sede diocesana o a las Cáritas parroquiales ofreciendo información y ayudas asistenciales». Eran los años 80 (Vicent estuvo trabajando con transeúntes del 84 al 89) y su llegada a este campo tuvo que ver con el inicio de la colaboración de Cáritas con el Ayuntamiento, que contó con la institución para poner en marcha el Servicio de Acogida Municipal. Desde él se quería crear «una puerta común de entrada a los albergues, un servicio de primera valoración que estableciera un primer marco de colaboración» entre las distintas organizaciones que trabajaban con las personas en situación de sin hogar del momento. «Eran fundamentalmente varones de entre 30 y 50 años. El nombre que recibían, transeúntes, tenía que ver con su forma de funcionar: iban de un lugar a otro, de una ciudad a otra, de albergue en albergue, porque las instituciones ofrecía solo eso, solo siete días en cada albergue», —explica Vicent—. En cierta medida, la oferta generaba la demanda. Las personas se trasladaban de una ciudad a otra, en teoría, bus-
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cando trabajo de temporeros, pero lo que hacían, realmente, era ir agotando las ayudas en cada ciudad a las que tenían derecho. Cuando estas se acababan, hacían uso del ticket del 50 por ciento del billete de tren, que se les facilitaba también. Pedían la otra mitad y seguían viaje por los caminos de España. «De Valencia a Zaragoza, de allí a Pamplona, Madrid, Murcia, y vuelta a empezar. Y preguntaban: “¿Y aquí, cuándo puedo volver?”» —recuerda con media sonrisa—. Las cosas no cambiaron mucho con el paso de los años. Cuando llegó al proyecto Concha Silvestre —hoy coordinadora del Área de Fundaciones de Cáritas Diocesana de Valencia—, a finales de los 80, y se incorporó en el Servicio de Acogida Municipal, las personas a las que dispensaban vales «con poca criba y sin criterios» eran prácticamente las mismas que se había encontrado Vicent. «Eran hombres, españoles, dependientes de los recursos para sobrevivir. Sin demasiada conciencia, las instituciones favorecíamos, manteníamos y colaborábamos en la cronificación de estas personas» —relata, con preocupación—. La dependencia era tal que había ayudado a agudizar el ingenio hasta límites insospechados. Uno de los hombres a los que atendían había elaborado un mapa de recursos a lo largo de todo el Estado: tenía un mapa real en el que anotaba dónde y qué le daban cuando iba a pedir. Y así iba, de ciudad en ciudad. Por eso, además de transeúntes también se les llamaba “carrileros”, porque “hacían el carril” de un lugar a otro para ir sobreviviendo. El inicio del trabajo de coordinación entre el personal técnico de Casa Caridad, Cáritas, San Juan de Dios (que se habían hecho cargo del albergue de las Damas Apostólicas) y el Ayuntamiento, fue el germen del actual Centro de Atención a los Sin Techo (CAST) del Ayuntamiento de Valencia, que existe hasta nuestros días. Concha nos los cuenta y a la vez lo recuerda con cariño: «Establecimos criterios de atención y coordinación con los Servicios sociales y trabajábamos con mucha complicidad. Hasta nos fuimos algún fin de semana juntos a otras ciudades para conocer otros recursos que atendían a personas sin hogar». Con ellos también acordaron un sistema de coordinación y se pasaban, a través del fax, de unas ciudades a otras los nombres de las personas a las que estaban atendiendo, para saber quiénes iban y venían y qué trabajo se había hecho con ellos en otra capital.
Los intensos 90 y 2000 Silvestre dedicó once años de su vida en Cáritas al trabajo con las personas sin hogar, primero en el Centro Municipal y después en el proyecto RETO, que más tarde se convertiría en el emblemático centro Mambré de Cáritas que existe aun en nuestros días. Estando Concha al frente del Programa de Transeúntes, en 1996 llegaron Nuria Baeza —actual responsable de Análisis de la Realidad y de Entidades con corazón en Cáritas Diocesana— y Javier Ferrandis, que hoy coordina el Área de Sensibilización. Nuria se incorporó al CAST y junto con otra compañera, su tarea era ampliar el servicio del centro municipal que, además de ser atendido por funcionarios, pasaba ahora a contar con la presencia de dos trabajadoras sociales de Cáritas y una patrulla de la policía municipal para atender a las emergencias y eventualidades de las personas sin hogar en la calle. De hecho, ella fue la encargada de iniciar el trabajo de calle y con él, el Proyecto Simón, prácticamente como ha llegado hasta nuestros días, como un proyecto de acompañamiento a las personas que, por diferentes circunstancias, no pueden o no quieren dejar las calles. Por su parte, Javier Ferrandis, que había trabajado unos años en la Asociación Valenciana de la Caridad, llegó a Cáritas para incorpo-
En Mambré se trabajan talleres pre laborales de cocina, electricidad, jardinería, restauración de muebles, etc.
rarse en un nuevo proyecto, el de la vivienda tutelada para personas sin hogar (Benejacam) que con los cambios necesarios por el paso del tiempo y las nuevas tendencias en la atención a personas sigue existiendo en nuestros días. Cuando Nuria aterrizó en el CAST, este centro ya era la única puerta de entrada a los albergues y proyectos para personas sin hogar en la ciudad, rompiendo de esta forma el trasiego de personas entre unos centros y otros, aunque no se había conseguido aún del todo el que se producía entre unas capitales y otras. «En la primera entrevista intentábamos romper la dinámica de las tres noches de albergue. Se trataba de hacer dudar a la persona de que eso fuera lo bueno, ayudarles a desmontar ideas preconcebidas y generar en ellos la confianza en que una nueva forma de vida alternativa era posible», explica Nuria. El perfil era similar a los anteriores pero «con el boom de la inmigración, la generalización de los problemas de las adicciones, y la llegada de los primeros jóvenes de la ruta del bacalao, estos colectivos empezaron a encontrarse también en la calle, por lo que hubo que empezar a generar nuevos métodos y, sobre todo, nuevos recursos» —precisa—. En los años que Nuria Baeza pasó en el CAST se establecieron muchas de las formas, estrategias y recursos que han pervivido hasta nuestros días. Se realizó en la ciudad de València un 11 /// CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD
Congreso Estatal sobre personas en situación de sin hogar; elaboraron un “libro blanco” sobre la atención a estas personas; y a partir del acompañamiento en la calle, surgió “Llar Simón”, una especie de centro de “baja exigencia” o de “alta tolerancia, según la denominación actual, al que podían acudir dos mañanas las personas del Simón para encontrar calor, tomar un café, hacer alguna manualidad y, sobre todo, echar un rato junto a otras. Del mismo modo, elaboraron dos informes, uno sobre personas en situación de sin hogar convalecientes, con enfermedades infecto-contagiosas o movilidad reducida y otro sobre la relación de las PSH y la enfermedad mental. Estos informes llevaron a posteriores procesos de reflexión institucional que propiciaron recursos adaptados a dichas situaciones. Javier Ferrandis se encargaba, en Benejacam de acompañar la última parte del proceso previo al regreso a la sociedad o “reinserción”, que así se llamaba entonces. La vivienda era «un espacio de convivencia donde las personas recuperaban la conciencia de tener un techo, compartirlo con otros, la limpieza, la cocina, comprar, etc.» —explica—. Por su parte, en Mambré, entraba en relación con las empresas que “contrataban” los servicios del taller, y por tanto, de las personas participantes en el Programa para que hicieran trabajos sencillos de ensamblaje y paquetería, entre otros. Esto les permitía, a un tiempo, recuperar hábitos de trabajo y obtener una pequeña gratificación para sus gastos personales. Con ellos elaboraban «un presupuesto semanal que pretendía lograr que trabajaran la planificación, el autocontrol y el ahorro e ir tomando conciencia sobre sus prioridades», —nos explica, con su prodigiosa memoria Javier—. Tanto Nuria como Javier coinciden en destacar que la suya en el programa fue una época buena en la que «la mayor dificultad era el esfuerzo que tenían que hacer las personas para dejar la calle, la exigencia que conllevaban los programas. El empleo se conseguía con cierta facilidad, una vez concluido el proceso, porque, al menos en los primeros años, había trabajo». El comienzo del nuevo siglo llegó con cambios en la responsabilidad del programa. En 2003, Sergio Cruz fue nombrado responsable del Programa de Personas sin Hogar que incluía los tres recursos que siguen existiendo en la actualidad: Simón, Mambré y Benejacam. En su época se establecieron las “fases del progra12 /// CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD
ma”. En la primera, de acogida e iniciación, las personas seguían viviendo en el Albergue de San Juan de Dios pero acudían entre semana al taller en Mambré y los fines de semana, se organizaban actividades de tiempo libre. A continuación, para la consolidación, pasaban a vivir en la vivienda y seguían acudiendo a Mambré, donde además de los talleres y la empleabilidad, tenían grupos terapéuticos de salud, autoestima y desarrollo personal para ir profundizando en las habilidades y hábitos adquiridos. En la última etapa iban preparando su salida del programa recuperando las relaciones sociales con sus familias, buscando otras relaciones y un empleo. En estos años, la dificultad mayor era la alta presencia de personas con adicciones (alcohol los mayores, ludopatía en el caso de las personas más jóvenes) aunque con una expresión de satisfacción Sergio explica: «en esos años mucha gente salió y se recuperó; se reencontraron con sus familias, hallaron trabajo y estabilizaron sus vidas». El Programa era exigente porque debido a las adiciones «había que estar acompañando a las personas 24 horas 365 días al año. Se trabajaban mucho las actividades de tiempo libre: aficiones, tiempo libre, deporte, excursiones, en cuya preparación se les implicaba para que tuvieran iniciativa», —precisa—. Sobre las mayores dificultades que encuentran las personas, Sergio Cruz relata las más habituales: «Al principio era lograr que se enfrentasen a su situación y a los problemas que los habían llevado a la calle. También que lograran establecer nuevas relaciones sociales, ya que muchas de las personas eran mayores de 40 o 45 años y a esa edad ya es complicado entrar en una nueva red social; así como recomponer las relaciones con algún miembro de su familia». Para quienes habían tenido adicciones, estas también podían volver a ser un problema, ya que «cuando pensaban que las habían superado, bajaban la guardia y recaían, especialmente, esto era fácil con el alcohol y las ludopatías, ya que son “drogas legales” al alcance de cualquier mano», —recuerda Sergio con pesar. La clave es el acompañamiento En estos últimos años y casi hasta la actualidad, el trabajo de calle lo ha realizado Adolfo Vedri, ahora trabajador social en el Área de Animación. Desde 2004 hasta febrero de este año ha acompañado al equipo de volunta-
OPINIÓN riado de Simón, que a su vez, acompañaba a las personas en situación de sin hogar en las calles de València. «Las personas a las que acompañábamos eran la mayoría varones, mayores de 50 años más o menos estables en un barrio», —explica Vedri—. A veces las parroquias o algún particular llaman a Cáritas para indicar que una persona vive en las calles de su barrio; otras veces, son ellas las que se acercan a nuestra sede o a la puerta de una iglesia. «El trabajo de Simón es establecer vínculo con ellas pero también entre el equipo de personas voluntarias, para que entiendan, desde el principio, que nuestra tarea no es dar nada ni siquiera soluciones, sino acompañar» —concreta—. En la actualidad, el Programa Acompañamiento a de Personas sin Hogar de Cáritas Diocesana de Valencia se ha reconfigurado y es parte de la nueva Área de Inclusión. Esta intenta trabajar, de manera conjunta, con las personas en riesgo o exclusión social de manera indistinta, sea su origen el que sea. Mambré es un centro especializado de Cáritas, de atención integral y prelaboral, dependiente del Área de Inclusión. Desde este se impulsa el acompañamiento a personas en situación de exclusión social a través de un enfoque individualizado e integral de acompañamiento a las personas participantes. Desde este centro, se ponen en marcha diferentes recursos, tanto propios como comunitarios, que intentan posibilitar a las personas el acceso a los derechos fundamentales y mejorar sus condiciones de vida. Hoy por hoy, un equipo de más de 80 personas —entre personal contratado y voluntariado— acompañan a personas que están en situación de sin hogar, migrantes y mujeres en contexto de prostitución y trata. Cáritas dispone para ello, de un Taller prelaboral, con capacidad para 25 personas, en el que las personas participantes inician el itinerario de inserción socio laboral a través de diferentes módulos como electricidad, carpintería y restauración de muebles, jardinería y huerto, cuidados asistenciales, taller de bicicletas, cocina, etc… Asimismo, el Área acompaña cinco viviendas temporales, con diferentes niveles de apoyo, en las que algunas de las personas pasan un tiempo hasta que logran cierta autonomía personal. Finalmente, se realiza trabajo de calle y en medio abierto, a través del Proyecto Simón
Visibilizar a las “mujeres sin hogar”
A
menudo, cuando pensamos en una persona sin hogar; que durante mucho tiempo hemos llamado “transeúnte” y otras terminologías superadas ya, la imagen que aparece es: un varón, con algo más de cincuenta años, curtido, y solicitando ayuda para él y su familia. Hace ya tiempo que las redes europeas de personas sin hogar (FEANTSA) están animando a redefinir la terminología y visibilizar otras realidades. La categoría ETHOS amplía el concepto hacia la exclusión residencial que como categoría inclusiva incorpora, además de las personas que se encuentran “sin techo”, las que están sin vivienda o en vivienda insegura e inadecuada. Parecería que es lo mismo, no lo es: por ejemplo, incorpora todas las mujeres que se ven obligadas a abandonar sus viviendas por sufrir violencia y continúan en esta situación de “sin hogar” cuando mujeres y menores residen en alojamientos temporales, comunitarios o en casas de su propia red de solidaridad. Siguiendo esa lógica, la cuantificación de “personas sin hogar” no incluyen todas estas realidades, y donde las mujeres son un número significativo. Organizaciones europeas están poniendo de manifiesto esta “invisibilidad” como un “error en los métodos para cuantificar”. Asimismo, el Informe FOESSA dedica una separata por primera vez a cuantificar las realidades de exclusión e invisibilidad que sufren en particular las mujeres. Este año, el informe AROPE refleja un incremento significativo del incremento de la pobreza real y relativa de mujeres con menores a cargo. No podemos decir que sea una realidad “emergente” sino que, por fin, está siendo identificada, cuantificada y reflejada en informes. Una vez podamos cambiar la mirada podremos ver. Informes en los que se basan estas líneas: Último informe AROPE https://www.eapn.es/estadodepobreza/ Informe FOESSA Separata feminización de la pobreza http://www.foessa2014.es/informe/uploaded/documentos_trabajo/15102014141447_8007.pdf Dificultades en la cuantificación de las personas sin hogar https://arrow.dit.ie/cgi/viewcontent.cgi?article=1263&context=ijass Categoría ETHOS https://www.feantsa.org/download/ ethos_spain-24518105836657575492.pdf Marita Guerra COORDINADORA DE PROGRAMAS ESTATALES FUNDACIÓN JUAN CIUDAD OHSJD @FundJuanCiudad
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OPINIÓN
Sinhogarismo y adicción: una mirada desde la reducción de daños
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luralidad de personas y vivencias, es lo primero que encontramos al asomarnos a un centro de reducción de daños. Lejos de los estereotipos de persona adicta o sin hogar, allí se reúnen personas muy diversas, con dificultades y expectativas diferentes. A estos centros acuden quienes están realizando un abuso de drogas/alcohol continuado y que, mayoritariamente, se encuentran en situación de sin hogar. Hablamos de reducción de daños porque la intervención va dirigida a reducir el deterioro ocasionado por el consumo. Ni todas las personas adictas llegan al sinhogarismo, ni todas las personas sin hogar presentan adicciones, pero cuando ambas confluyen el sufrimiento vital se multiplica. A no tener un espacio privado, seguro ni adecuado, no cubrir necesidades básicas, estar expuesta a agresiones, carecer de derechos de ciudadanía (por falta de empadronamiento), se une encontrarse enferma y emocionalmente inestable. Y a ello añadimos que a menudo los propios sistemas de protección sociosanitarios son expulsivos para ellas: exigencia de padrón, complejos sistemas de obtención de citas, informatización de procedimientos, exigencia de la abstinencia para acceder a determinados recursos y prestaciones… La experiencia demuestra que es posible mejorar las condiciones de vida sin alcanzar la abstinencia. Acompañar a las personas adictas más excluidas para que puedan ejercer sus derechos de ciudadanía en igualdad de condiciones, respetar sus tiempos, necesidades, limitaciones y decisiones, generar confianza y vínculo, les permite seguir evolucionando. La abstinencia como condición es empezar la casa por el tejado.
Belén Sánchez G Garcés DIRECTORA DEL CENTRO CENT DE INTERVENCIÓN DE BA BAJA EXIGENCIA DE CASTELLÓ FUNDA FUNDACIÓN SALUD Y COMUNIDAD
@BelenSanchezGar
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que acompaña a personas en situación de sin hogar en la calle y el Proyecto Jere-Jere, que contacta a mujeres que se encuentran en contexto de trata y prostitución. Las personas ya no SON transeúntes o sin hogar sino que, momentáneamente, están en esa situación. Pero esta puede cambiar y Cáritas está ahí para acompañar —esta es la palabra clave—ese proceso. Pero ¿qué es estar en situación de sin hogar? Cuando hablamos de hogar, nos referimos a lo que la Confederación Cáritas Española viene afirmando en las Campañas desde hace varios años: “Vivir sin hogar es mucho más que estar sin techo”1. “Nadie sin hogar” quiere decir: nadie sin acceso a derechos humanos, nadie sin red, nadie sin afecto, nadie sin dignidad… Por tanto, al referirnos a un hogar tenemos en cuenta, por un lado, el espacio físico: la vivienda y el entorno (Hábitat) sustentables y asequibles; y por otro, la vivencia integral de la persona, el ser: conformado a su vez por el sentido vital (el del propio ser humano, único en sí mismo y en su desarrollo integral), el ámbito relacional (el ser humano con los otros: familia, vecindario, comunidad, población, sociedad), y el acceso, sostén y garantía de los Derechos Humanos (todos y cada uno de los derechos, en conjunto y al mismo nivel: empleo, educación, participación, salud, protección social, vivienda, etc.). Nadie sin hogar para Cáritas quiere decir: nadie sin acceso a derechos sociales, nadie sin red, nadie sin afecto, nadie sin calor. En la Campaña de 2008 se incorporó la tipología ETHOS2 para unificar criterios acerca de las personas sin hogar y la exclusión del acceso a la vivienda. Esta definición deriva de la interpretación física, social y legal de lo que significa un “hogar”, y clasifica las siguientes circunstancias de vida como “sin vivienda” o como formas extremas de exclusión del acceso a la vivienda: 1. Sin techo: vivir en un espacio público, pernoctar en un albergue y verse forzado a pasar el resto del día en un espacio público. 2. Sin vivienda: estancia en centros de acogida o albergues específicos, vivir en refugios para mujeres, en alojamientos temporales para personas inmigrantes y demandantes de asilo, vivir en instituciones (prisiones, centros de atención sanitaria, hospitales, centros de menores, sin tener un alojamiento a la salida), vivir en alojamientos de apoyo (sin contrato de arrendamiento), etc. 1
“No tener hogar es más que estar sin techo”. Documento Base de la Campaña de Personas Sin Hogar 2008, Cáritas Española. 2 ETHOS son las siglas en inglés de “European Typology of Homelessness and Housing Exclusion” (Tipología europea del sinhogarismo y la exclusión a la vivienda), adoptada por FEANTSA en 2005.
3. Vivienda insegura: vivir en una vivienda sin título legal (vivir temporalmente con familiares o amigos de forma involuntaria, vivir en una vivienda sin contrato de arrendamiento, etc.), haber recibido una notificación legal de abandono de la vivienda, vivir bajo la amenaza de violencia por parte de la familia o de la pareja, etc. 4. Vivienda inadecuada: vivir en estructuras temporales, asentamientos, chabolas, cuevas, etc., sin acceso adecuado a suministros públicos (como agua, electricidad o gas), vivir en situaciones de hacinamiento, vivir en una vivienda no apropiada según la legislación estatal, etc. Habitualmente, cuando hablamos de personas en situación de sin hogar solemos referirnos a las categorías 1 y 2 (sin techo y sin vivienda), pero no podemos perder la perspectiva de la exclusión residencial en su sentido amplio. Son miles las personas con amenaza de desahucio, o viviendo en condiciones inadecuadas, de hacinamiento, en infraviviendas, etc. Ya en 2008 el lema de la Campaña fue “No tener hogar significa mucho más que estar sin techo”, y en 2014 Cáritas reclama una vivienda digna y adecuada como derecho humano para todas las personas, con especial hincapié y atención en aquellas que sufren mayor exclusión: las personas sin hogar que viven en la calle. ¿Cuál es la situación actual? Según el “Tercer Informe de Exclusión Residencial en Europa” elaborado por FEANTSA y la Fundación Abbé Pierre3, un total de once millones de hogares europeos (compuestos por familias, parejas o personas solas) carecen de un alojamiento adecuado y viven en la calle, en recursos sociales o alojados en casas de terceros. En toda Europa, el fenómeno del sinhogarismo aumenta, y en los últimos años, solo dos países europeos han experimentado una reducción en el número de personas sin hogar: en Finlandia ha habido una reducción del diez por ciento en el número de personas sin hogar entre 2013 y 2016, y en Noruega se observó un descenso del 36 por ciento en el número de personas sin hogar entre 2012 y 2016. En ambos casos la falta de vivienda se ha abordado como una 3
https://www.feantsa.org/en/report/2018/03/21/ the-second-overview-of-housing-exclusion-ineurope-2017
vulneración de derechos humanos, el de la vivienda fundamentalmente, y se han establecido medidas de prevención del sinhogarismo y de acceso a la vivienda social. Según los datos de este mismo informe, el número de personas en Europa que se ven obligadas a dormir en la calle o en albergues no deja de aumentar, incluso en países que están experimentando un fuerte crecimiento económico, como Alemania. En Berlín se registraron el año pasado 30 000 personas durmiendo en residencias temporales y de acogida, 10 000 más que en 2016. Austria contabilizó en 2015 un 32 por ciento más de personas en situación de sin hogar que un año antes; en Bruselas, el número de personas durmiendo en la calle se duplicó entre 2014 y 2016; en Luxemburgo, el aumento entre 2012 y 2016 fue del 61 %, tasa que en el Reino Unido asciende al 135 % si se toma como referencia inicial el año 2010. En España, si nos ceñimos a los datos oficiales, la última encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2012 refiere que son 22 938 el número de personas en situación de sin hogar. Este estudio es insuficiente, dado que solo contabiliza a las personas que utilizan los centros asistenciales y de restauración (comedores). La Estrategia Nacional Integral para Personas Sin Hogar 2015-2020 recoge estas mismas dificultades en su desarrollo y hace un intento por aproximar una cifra más adecuada a la realidad, extrapolando e incluyendo los datos de los recuentos nocturnos de personas sin hogar llevados a cabo en grandes ciudades del territorio español. En base a ello, estima que la cifra de personas en situación de sin hogar es de 33 275 personas (haciendo referencia a las categorías ETHOS 1 y 2). En lo que se refiere a las cifras de atención y acompañamiento en la Confederación de Cáritas Española, en 2017 se estima en unas 40 000 personas en situación de sin hogar. Un promedio de 16 437 personas ingresó en centros de acogida de emergencia por día en 2016 en España, lo que supuso un aumento del 20,5 % respecto a 2014. La proporción de hogares que sufren sobrecoste de la vivienda (que significa que gastan más del 40% de sus ingresos en vivienda) es del 36,4 % entre la población pobre y es del 10,2 % entre la población total. 15 /// CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD
La proporción de hogares con retrasos en los pagos de alquiler o hipoteca es la cuarta más alta de Europa. La proporción es del 13,6 % entre los hogares pobres y del 5,2 % entre la población total (muy por encima de la media de la UE). El número de personas que sufren hacinamiento en España aumentó en un 38 % entre 2010 y 2016, especialmente entre los hogares pobres, donde la cifra es del 12,7 %. España es el noveno peor país de Europa en cuanto al número de hogares que no pueden calentar adecuadamente sus viviendas. El 23,2 % de los hogares pobres tiene dificultades económicas para calentar adecuadamente sus hogares (un aumento del 49 % desde 2010) y un 10,1 % en la población total (un aumento del 35 % desde 2010)4. Un dictamen de julio de 2017 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU (DESC) estableció que España había violado el derecho a la vivienda por desalojar a una familia de su vivienda en alquiler sin ofrecerles un alojamiento alternativo adecuado en octubre de 2013. Esta decisión reconoce la responsabilidad del Estado de proteger el derecho a una vivienda adecuada, también en relación con el alquiler. Según cifras del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), durante 2017 se han llevado a cabo en España 100 desahucios al día por impago de alquiler. O sea, cada hora cuatro familias se han quedado en la calle. El año pasado 35 666 familias y particulares fueron desahuciados por no poder pagar el alquiler, y 22 330 familias se quedaron sin techo por no poder pagar la hipoteca. Es decir, el 60 % del total de desahucios se debe al impago de alquileres. Para muchas de esas familias se trata, además, del segundo desahucio. Primero se quedaron sin casa por no poder pagar al banco, ahora por no poder hacer frente al alquiler. España es uno de los países europeos con menor porcentaje de vivienda pública y social (VPO). El porcentaje de vivienda social respecto del conjunto del parque residencial es en España de solo un 2 %, únicamente por delante de Estonia, Letonia, Chipre y Grecia. Francia tiene un 17 %,
Reino Unido un 18 %, y a la cabeza Holanda con un 32 % de vivienda social. El último censo de vivienda del INE de 2011 recoge 3 443 365 viviendas vacías. De ellas 13 504 son vivienda protegida de las administraciones públicas. En el recién aprobado Plan Estatal de Vivienda 2018-2021 hay un gran margen de mejora: según la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN España), el presupuesto destinado al nuevo Plan “está muy lejos de las expectativas de las entidades sociales”, que reclaman una mayor inversión que reduzca la precariedad y la pobreza de una gran parte de la población. En este sentido, el presupuesto total destinado a vivienda se ha recortado un 75 % en los últimos 8 años. Con el nuevo Plan, se destinará tan sólo un 0,03 % del PIB, muy lejos de la media europea. Por lo tanto, “este Plan no va a resolver la situación de exclusión residencial a la que se ve abocada una parte de la población, y que requiere de un cambio drástico de rumbo de nuestras políticas de vivienda”5. En cuanto a la ciudad de Valencia, no se dispone de datos recientes y precisos de las personas que en la actualidad se encuentran en situación de sin hogar. Los más recientes datan de 2015, cuando la Mesa de Coordinación Técnica Interinstitucional de trabajo con personas sin hogar elaboró el “Estudio sobre las personas sin hogar de la ciudad de Valencia: características, necesidades y propuestas de intervención”, publicado por el Ayuntamiento de València. En él, se muestra la realidad del sinhogarismo en València, caracterizado por un perfil muy variado: hombre joven con problemas laborarles o de adicciones, institucionalizado; varón de edad intermedia sin red social de apoyo, con problemas de adicción; mujer joven y de edad intermedia, separada o divorciada y/o que han sufrido malos tratos; personas inmigrantes (originarias del Magreb, África subsahariana o Europa del Este) varones jóvenes y de edad intermedia, con problemas de documentación y con adicciones y que no tienen una red de apoyo en el país. 5
4
Datos extraídos del “Tercer Informe de Exclusión Residencial en Europa 2018”, FEANTSA (oc).
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h t t p s : //e a p n . e s / n o t i c i a s / 8 1 0 /e a p n - e s p a n a considera-que-el-nuevo-plan-estatal-de-viviendano-resuelve-la-situacion-de-exclusion-residencialde-la-poblacion-mas-vulnerable.
En la actualidad, la experiencia de Cáritas, corroborada por otras entidades sociales especializadas que trabajan en el ámbito del sinhogarismo, no hace más que corroborar la permanencia de todas estas situaciones, e incluso, su empeoramiento. Más personas en la calle, y en situaciones de exclusión, más severas si cabe. Y nosotros, ¿qué podemos hacer? Aunque en algún otro espacio de esta revista se aportan propuestas y peticiones concretas para la ciudadanía, las entidades sociales, los medios de comunicación y las Administraciones públicas (v. Cáritas opina: Nadie sin hogar es posible, imprescindible y urgente, págs. 30-33), las personas en situación de sin hogar suelen recordar, en el Manifiesto que se lee cada año en su día, algunas ideas que recogemos para la reflexión: «Somos ciudadanos, seres humanos; hombres y mujeres, nacionales y extranjeros procedentes de diversas partes del mundo (África, Europa, América…). Somos padres y madres, hijos e hijas, hermanos y hermanas, también amigos de nuestros amigos; estamos casados, solteros/as, divorciados/os y algunos/as viudos/ as… no siempre estamos solos. (…) NO SOMOS mendigos, vagabundos, carrilanos, pedigüeños, indigentes, vagos, viciosos,
vividores, borrachos o yonkis. No somos sucios guarros, aprovechados, gorrones, subvencionados, violentos o gente deshonesta. TENEMOS como todos y todas DERECHOS, derecho a la vida, a la libertad, a ser persona. (…) Por lo tanto PEDIMOS a las administraciones los recursos necesarios y adecuados para poder iniciar una nueva vida y poder salir de esta situación. PEDIMOS la visualización de esta problemática, de tal manera que sensibilice a la sociedad y que esta no nos ESTIGMATICE. PEDIMOS a los centros que se adapten a las personas que están en situación de calle, para poder iniciar un proceso de inclusión y no solo que gestione nuestra pobreza. Pero nosotros también nos COMPREMETEMOS, NOS COMPROMETEMOS a participar en nuestros centros de referencia, a dar los pasos necesarios para salir de esta situación de calle, a aportar nuestras experiencias a la sociedad para que no se vuelvan a cometer estos errores, a visualizar nuestra situación a la sociedad para que no nos estigmaticen, a ayudar a otros a salir de la calle, nos comprometemos a que ninguna persona se sienta sin hogar»6 6
“Pedimos a las administraciones los recursos necesarios y adecuados para poder iniciar una nueva vida”.
Este manifiesto para el Día de las Personas sin hogar 2017 salió de distintas asambleas realizadas con personas participantes en el Centro de Día de Cáritas Madrid “CEDIA 24h”.
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ENFOQUE DESDE LA FE
Fraternos con las personas sin
hogar
C Juan Carlos Moya Ovejero FRANCISCANO, MINISTRO DE LA PROVINCIA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN.
ada año, a finales de noviembre ponemos nuestra mirada en las personas que viven en situación de sin hogar. Ellas nos recuerdan que nuestra sociedad sufre desajustes, más allá de que cada persona sea deudora de una historia muy concreta. Nuestra condición como personas es la de vivir necesariamente vinculadas. Son diversas las causas por las que estas personas llegan a una situación tan marginal ya que, como se suele decir en estos casos, cada persona es un mundo. Pero una cosa es cierta: tenemos varias decenas de miles que viven sin hogar en nuestro país y, dada la situación económica que tenemos y hacia la que parece que nos vamos abocando (el número de ricos se incrementa en detrimento de la clase media), este número de personas tenderá a incrementarse. Por eso, no podemos dejar de volver la mirada sobre esta realidad. De hecho, el título de la campaña de este año quiere despertar el sentido de la vista: “Estoy tan cerca que no me ves”. Como el que oye pero no escucha, también los hay que miran pero no ven. Y es que lo que no pasa por nuestra interioridad y se hace compromiso, sencillamente no existe. ¿Qué podrá suceder si se nos da esta valentía o gracia de ver y, por extensión, de
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escuchar? En principio, comenzaremos por reconocer a una persona que está en los márgenes de nuestra sociedad. Al principio seguramente no querrá ayuda ni la necesitará. Pero, quién sabe si con el tiempo la cosa cambia, y se inicia un proceso de relación que lleve a la persona a ir a la raíz de lo que la condujo a malvivir en la calle, o a ir de albergue en albergue. Se me ha pedido escribir una reflexión partiendo de mi experiencia de tres años en el “Programa de transeúntes” de Cáritas Diocesana de Valencia, como así se le llamaba por la década de los 90, ahora “Programa de acompañamiento a personas sin hogar”. También me piden que una este voluntariado realizado hace 20 años a mi condición de religioso franciscano. Sabiendo de mis límites, ofrezco este servicio, pues a Cáritas no se le puede decir que no. Las palabras siempre tienen un significado que nos ayuda a expresar con precisión aquello que queremos destacar. En el caso del tema que nos ocupa, hemos de decir que la terminología empleada para referirnos a estas personas es variada: mendigos, vagabundos, carrileros, transeúntes, indigentes, sin techo, personas en situación de calle, personas sin
hogar... Cada una de ellas tiene su matiz. Asumiendo el último, y sin entrar en las ambigüedades que este mismo término encierra, quiero destacar que “hogar” viene del latín focaris, derivado de focus que es fuego. El fuego reunía y sigue reuniendo a la gente para entrar en calor y compartir la vida. La experiencia nos dice que la persona puede vivir en muchas circunstancias con ausencia de calor físico sin perder la paz y la alegría, pero cuando falta el calor humano, entonces no hay alegría ni paz. El hogar, pues, nos remite al vínculo con otras personas en un espacio físico determinado. Resulta que, por lo general, todos nacemos y nos criamos con unas personas determinadas en un espacio muy concreto. Por eso, cuando nos encontramos con personas en la calle que viven de cualquier modo, la pregunta es: ¿qué le puede haber sucedido para llegar a esa situación y renunciar a algo que es tan consustancial a la persona? ¿Qué experiencias la han roto hasta el punto de verse impedida para seguir luchando por ella misma, por los que tiene alrededor y por la sociedad en su conjunto? Varias son las respuestas que encontré en el contacto con aquellos hombres: en primer lugar, casi todos eran personas que procedían de familias muy desestructuradas. Aunque pudiese haber un lugar común, no había calor. Más bien, se encontraban con mucha frialdad, tanta que les resultaba muy difícil hablar positivamente de su entorno infantil más inmediato. Cuando una persona se desarrolla en un ambiente tan adverso, la autoestima brilla por su ausencia, la agresividad campa a sus anchas sin mayor filtro, y el objetivo de la persona es sobrevivir de cualquier modo y a cualquier precio... También los había que eran débiles de carácter. Tuvieron una infancia normalizada, pero llegó un momento en el que los problemas pudieron con ellos, no fueron capaces de apoyarse en personas que les orientasen, optaron por encerrarse en sí mismos, y el resultado fue huir de la realidad conocida para refugiarse, generalmente, en el alcohol. Otros, en cambio, entraron en una fase en la que los pequeños problemas les habían lle-
vado a convertir la vida en el auténtico problema. Dicho de otro modo, dejaron de dar sentido a su existencia. El absurdo de la vida aparecía constantemente en sus palabras y gestos: ¿para qué esforzarse, para qué trabajar, para qué luchar, para qué aportar, para qué la familia... para qué la vida? Eran personas seriamente dañadas en su base antropológica más profunda: los afectos, el sentido de la vida, los valores, el necesario equipamiento para saber luchar en la vida... Pocos o nadie les habían mostrado afecto a lo largo de sus vidas, les habían aportado valores creíbles o ayudado a reflexionar sobre la importancia de su propia existencia. Haber nacido en familias marginadas dentro de una sociedad que descarta a los más débiles, provocaba que estas personas terminasen sucumbiendo, víctimas de un sistema con infinidad de recursos orientados al bienestar de las clases alta y media. Tras conocer sus historias, mi comentario, como el de tantas otras personas voluntarias con las que compartía programa era: «si nosotros hubiésemos tenido esas mismas condiciones de vida en nuestra infancia y juventud, tendríamos muchas posibilidades para estar como ellos». Porque era como un terreno en barbecho: cuando se comenzaba a trabajar con ellos y veían que eran aceptados sin juicio, descubrían sus potencialidades, eran capaces de observar unos hábitos de vida...; cuando experimentaban que su imaginario tóxico se podía transformar en vida y descubrían sus muchas posibilidades para entregarse por los demás y hacer el bien, sus rostros resplandecían de manera indescriptible. El milagro de la vida acontecía ante nuestros ojos, la transformación de la persona no era una utopía sino que adquiría visos de realidad. Era una auténtica fiesta. Con mayores o menores capacidades, todos podían aportar lo suyo, se respetaban y reforzaban en aquello que hacían o manifestaban, sabían divertirse juntos, reírse juntos, confiarse... A pesar de venir de la calle y de haber vivido constantemente a la defensiva, eran capaces de confiarse unos a otros. Pero no nos engañemos, el resultado final de muchos de ellos era abandonar el progra19 /// CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD
ma de rehabilitación. Regresaban “al carril”, como se decía en aquella época. Estaban demasiado acostumbrados a vivir sin hogar. Una minoría sí era capaz de recuperar la vida y se lograban reinsertar en la sociedad, el resto desaparecía un buen día y apenas se volvía a saber de ellos. De lo que no me cabe duda es de que estos últimos habrán recordado en numerosas ocasiones muchas de las lecciones aprendidas durante su paso por Cáritas. Es conocida la historia del Abbé Pierre, sacerdote fundador de los Traperos de Emaús, quien un día, cuando fue llamado para atender a un suicida, en vez de ofrecerle recursos con los que poder afrontar su angustia, le pidió su ayuda para ayudar a los demás. De este modo Georges Legay se convirtió en su primer compañero y así se inició esta aventura que traspasó las fronteras de infinidad de países. Lo paradójico del caso es que el Abbé Pierre se presentó ante este ex-recluso desesperado sin poder, sin recursos, sin nada que ofrecer más que su persona. Creyó que aquel hombre tenía una última posibilidad para vivir. El Abbé Pierre supo “ver” a este hombre y le ofreció “calor”: el de la fraternidad que construye persona desde el bien. Francisco de Asís también se situó en esta línea cuando marchó entre los leprosos, sus “hermanos cristianos”, como gustaba lla20 /// CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD
marlos. Lo esencial de su labor no fue tanto la eficacia de sus cuidados cuanto el reconocimiento de aquellos apestados sociales como hijos de Dios. Así sucedía cuando se encontraba con un pobre por el camino: nos dice su primer biógrafo que no se sentía tranquilo si veía otro más pobre que él... por afecto de verdadera compasión, y no podía sufrir que algún pobre fuese despreciado (1C 76). De este modo, se solidariza con ellos, prolongando así la andadura de Dios que no se contentó con ver la indigencia del pobre, sino que quiso hacerse su hermano en la Encarnación (M. Steiner). Estos dos ejemplos nos remiten al modelo: Jesucristo. Los dos misterios fundamentales que todo cristiano contempla en la vida de Jesús de Nazaret son la natividad y la pasión. En ambos aparece en los márgenes de la sociedad. Este dato inmediato y obvio nos lleva a afirmar que el cristiano no simplemente lucha contra la pobreza, sino que está llamado a vivir desde su condición de pobre como consecuencia del seguimiento de Cristo pobre. La pobreza que se revela en la vida de Jesús no tiene su fundamento en la dimensión sociológica, sino en la teologal. Si bien no vivió en la abundancia, tampoco le faltó lo básico para vivir. Pero su pobreza radical
es el reconocimiento de Dios Padre como fuente de su riqueza, es decir, aquel del que lo ha recibido todo (cf. Mt 11, 27). El protagonismo de sus acciones y palabras están referidas siempre al vínculo con el Padre. Su misión es hacer la voluntad de Dios, por eso, su vida no le pertenece sino que la entrega a la causa del Reino de Dios, esto es, a mostrar el rostro misericordioso del Padre. Son múltiples los pasajes en los que los evangelistas destacan la presencia transformadora de Jesús ante diversos personajes: Leví el publicano (Mt 9,9-13), la adúltera (Jn 8,1-11), el ciego Bartimeo (Mc 10,46-52), la mujer samaritana (Jn 4), la viuda de Naín (Lc 7,11-17)... Quizá la parábola del buen samaritano (Lc 10,25-37) recoja con gran plasticidad lo que era para él comprometerse con el prójimo más débil. Este pasaje ejemplifica la real compasión que este hombre tuvo con aquellos que le suplicaban con fe. De todo ello podemos deducir, entre muchas cosas, lo siguiente: Jesús de Nazaret no tuvo como objetivo paliar la pobreza de tanta gente con la que se encontró en su época, sino vincular a unos y otros desde la condición de hijo de Dios, dando así un nuevo sentido a la vida: sabernos hermanos. Y es que la fraternidad activa da visibilidad a todo el mundo, trae calor humano-divino
a cercanos y lejanos, procura bases sólidas desde las que fundamentar la vida, genera procesos de reconciliación y resolución de conflictos, despliega la compasión a través de la palabra y las obras, es capaz de sacar lo mejor de la persona, huye de todo planteamiento mercantilista y utilitarista, evita el juicio y se recrea en la humildad, y opta siempre por el bien del prójimo. La fraternidad activa, es cierto, no nos sale gratis, aunque se nos dé gratis: requiere valorar la presencia de la otra persona como distinta y optar por la comunión en la diversidad. Dicho de otro modo, esta fraternidad que anunció Jesús de Nazaret y cuyo fundamento encontramos en el amor (cf. Jn 13,34-35), requiere del acto más grande de libertad y generosidad de la persona: la renuncia a sí misma. Todo lo que no se encamine a este objetivo será vivir en un infinito parcheo de lo inmediato.
Nuestra sociedad requiere equipar su imaginario de valores que le permita reconocer al otro como hermano.
Inmediato es las aproximadamente 30 000 personas en situación de sin hogar en nuestro país que apenas son perceptibles para nuestros ojos y que se encuentran en nuestras calles y plazas. Si ellas merecen ser atendidas integralmente en sus necesidades, nuestra sociedad también requiere equipar su imaginario de valores antropológicos y espirituales que le permita reconocer al otro como hermano: homo homini frater. 21 /// CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD
ENFOQUE UN DÍA EN
PROYECTO SIMÓN: MUNDOS
superpuestos Comparten calles y aceras, uno es todo actividad, energía corre deprisa, con objetivos precisos, con color y con vida, el otro está detenido en el tiempo, se mueve como a cámara lenta, todos los días tienen el mismo objetivo, sobrevivir, y las noches se pueblan de fantasmas, de ayes, de recuerdos maltrechos no se ven ni se tienen en cuenta.
TEXTO:
Mª José Varea
U
n mundo se protege del otro porque le desagrada, porque quiere ignorarlo. El otro se siente rechazado, se sabe despreciado y agacha la cabeza, se aleja lo que puede para no sentir sobre sí la indiferencia que le hunda más en la indignidad. Sus miradas no se cruzan, uno traspasa al otro mirando más allá y el otro la tiene perdida no se sabe dónde. ¿Se traspasa el umbral de un lado al otro? El morbo lleva a escudriñar, de lejos, la intimidad de quien hace de cualquier rincón en una calle solitaria su vivienda. Hay quien retira lo que molesta a la vista como un mensaje de “tú no debes estar ahí”. La diversión penetra en él para hacer burla y maltratar a quienes, indefensos, no pueden más que soportar con terror lo que les cae encima. Y el Proyecto Simón de Cáritas Diocesana entra, día a día y por la puerta grande, en este mundo que solo pretende respeto y comprensión. Por la puerta grande porque una mañana acompañando a María Balsells, responsable del proyecto, por el centro de
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València permite sentir el calor de la humanidad, la ternura y la preocupación hacia quienes nada esperan de la gente que pasa por su lado. Sentados en un banco, Khaled y Tomás se levantan al verla llegar. Con toda confianza se acercan a besarla, nos besan, porque devuelven el afecto que la gente del Proyecto Simón les ofrece. Tomás lleva quince años en la calle. Tiene familia, compañera y dos hijos adolescentes, pero vive en la calle. Aparca coches y lo que gana, menos un poco para unas cuantas cervezas, lo entrega a los suyos para que puedan pagar el alquiler de su vivienda. Está contento de contarnos sus historias y a la despedida, pregunta: ¿María volverás la semana que viene? Khaled espera impaciente. La partida de nacimiento que no llega le impide realizar gestiones para regularizar su situación. Mirándoles hablar se sabe que Khaled, sin familia ni amigos, no está solo y se nota que él lo sabe. El Simón acompaña a quienes, por diferentes razones, no optan a ningún recurso.
El proyecto reviste a María Balsells y a su equipo de personas voluntarias de la sensibilidad, la paciencia y el respeto inmensos para acercarse, mirarles a los ojos, ofrecer tiempo de compañía, de escucha, de charla, que les haga sentir que alguien les tiene en cuenta, que se les comprende. - El proyecto Simón ¿no busca rescatar a las personas de la calle? - Jamás. Les acompañamos para hacerse visibles. Solo estamos y ofrecemos algo de compañía. De ahí pueden surgir otras necesidades que se intentarán cubrir. Lo que llama mucho la atención es que valoran más estar un rato charlando, contando lo mal que les trata la vida, historias pasadas o haciendo bromas sobre su situación, y no les interesa ni la comida que les puedas ofrecer. Demandan atención por encima de todo. En esta relación que se establece, ellos ven que sus vidas importan y eso es lo que cuenta. - ¿Cuál debería ser la respuesta de la sociedad ante estas personas que viven en la calle? - Lo primero, no pasar por delante de ellas y hacer como que no están. Después vamos a preguntarnos por qué están ahí, qué podemos hacer por ellos. En la calle encontramos personas que sufren el fracaso en la
prevención, en los sistemas de protección social de nuestra sociedad que no han sabido sostener sucesos vitales estresantes que tenemos las personas (desempleo de larga duración, adicciones, crisis familiares, violencia doméstica…). Algo tiene que ver nuestra sociedad en todo esto. Nos acercamos a Pedro que sale a nuestro encuentro con los brazos extendidos y un acento todo sonrisa y calidez que nos acoge como una gran fiesta. - No soy un hombre de la calle, estoy en la calle. Sus setenta y algunos años y una amabilidad exquisita sorprenden en una persona que vive en la calle. Ya lleva varios años así porque no puede pagarse una vivienda y compartir piso es para él muy complicado. Se administra bien lo poco que tiene. Esta vida, dice, es muy dura. Hay que cuidarse de todo: de la lluvia, del frío, del calor, de la gente que pasa, de los que, en un descuido, roban lo poco que tienes. No es vida, concluye. Atrás quedan Pedro, Tomás, Khaled y todos los hombres y mujeres que habitan ese mundo difícil y falto de comprensión. Y envolviéndolo todo, cuidándolo, siempre vivo y cercano, el proyecto Simón de Cáritas Diocesana. 23 /// CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD
ENFOQUE ENTREVISTA
“Tenemos la de acabar con el sinhogarismo” Mª JOSÉ ALDANAS RESPONSABLE DEL ÁREA DE DERECHOS HUMANOS FEANTSA
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Mª José Aldanas es la responsable del área de derechos y coordina la red Housing Rights Watch en FEANTSA, la Federación Europea de Asociaciones Nacionales que trabajan con Personas Sin Hogar. Abogada de formación, siempre ha estado involucrada en diferentes causas sociales. En 1998 completó su licenciatura en Derecho con un Master en Migraciones y relaciones multiculturales. La multiculturalidad es una temática que siempre le ha atraído. Se siente como pez en el agua en Bruselas, donde coexisten personas de diversas nacionalidades.
¿Cuál es la situación de las personas sin hogar en Europa? Una estimación de la Comisión Europea habla de 410 000 personas sin hogar (sin techo y sin vivienda) y entorno a unos 4 millones de personas si hablamos de un concepto amplio en toda Europa. Antes de nada yo hablaría de la dificultad de hacer comparativas reales, debido a la diversa recogida de datos en los diferentes países. FEANTSA desarrolla una forma de categorización para tratar de homogeneizar la recogida de datos, a través de ETHOS, la tipología europea de sin hogar y exclusión residencial1 que habla de: Sin Techo (Roofless), en el Espacio Público; Sin Vivienda (Houseless), en instituciones; vivienda insegura (Insecure Housing); y, vivienda inadecuada. En cada país, los datos que recogen son diferentes. Normalmente siempre incluyen sin techo y sin vivienda (ETHOS 1 y 2) pero, en general, no incluyen otras categorías o solo algunas. Precisamente, para tratar de hacer una panorámica de cómo está la situación en el ámbito europeo, FEANTSA y la Fundación Abe Pierre, realizan anualmente un informe sobre sinhogarismo y exclusión residencial2. Para la primera parte, se recogen datos facilitados por nuestras asociaciones miembro (a menudo difícilmente comparables) y para la segunda (Exclusión residencial) se obtienen de la Encuesta de Condiciones de Vida. ¿De verdad es posible acabar con el sinhogarismo hoy? Sí es posible. Las organizaciones sociales tenemos que demandar de las Administraciones públicas, que cumplan con este mandato. Que existan políticas públicas que aborden ese fenómeno es cuestión de derechos. Tenemos la obligación de terminar con este fenómeno y no solo de gestionarlo, empezando por el sinhogarismo de calle, que tiene que ser erradicado. Esto debe hacerse principalmente abandonando el enfoque de atención a la emergencia y centrándose en un enfoque ambicioso hacia soluciones más estructurales y duraderas. En el conjunto de políticas necesarias podemos mencionar las políticas de prevención, de acceso a la vivienda, de acompañamiento psico-social individualizado, etc.
1 https://www.feantsa.org/download/ethos_spain-24518105836657575492.pdf 2 https://www.feantsa.org/en/report/2018/03/21/the-second-overview-of-housing-exclusion-in-europe2017?bcParent=27 25 /// CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD
¿Qué proponéis, en el ámbito europeo para lograrlo? Ese fue el lema de la campaña lanzada en 2010 con el nombre de “Erradicar el sinhogarismo es posible”3. Y se proponían conseguir al menos los siguientes objetivos: • que nadie duerma en la calle; • que nadie viva en alojamiento de emergencia por un periodo superior al necesario; • que nadie resida en alojamientos temporales más de lo estrictamente necesario; • que nadie abandone una institución sin alternativa de alojamiento; • que ningún joven termine sin hogar como consecuencia de la transición a la vida independiente. FEANTSA elaboró a raíz de ello una herramienta para los Gobiernos donde proponía la elaboración de estrategias integrales, dotadas económicamente, con un enfoque de derechos4. No obstante, desde entonces, los países europeos han sido golpeados por las políticas de austeridad impuestas por la crisis. También se ha acentuado la crisis migratoria en toda Europa. Estos fenómenos han afectado a los servicios de atención a las personas sin hogar. Las entidades miembros de FEANTSA en muchos países han visto que el perfil de personas atendidas en los servicios cambiaba, en muchos casos debido a la llegada de personas migrantes, pero también de personas excluidas debido a los efectos de expulsión de la crisis y a la escasez de vivienda asequible. ¿De qué hablamos cuando hablamos de sinhogarismo? ¿Qué supone esta realidad de las personas en situación de sin hogar? Sinhogarismo fue un intento de traducir el término inglés “homelessness”, que describe el fenómeno y se refiere a la situación de estar sin hogar. Me remito a lo que he comentado anteriormente sobre ETHOS. Desde FEANTSA se entiende el sinhogarismo como una situación multicausal. En nuestra misión se incluye precisamente concienciar sobre la complejidad del fenómeno y la naturaleza multidimensional de los problemas que enfrentan las personas en situación de sin hogar. FEANTSA aborda el fenómeno desde diferentes perspectivas, áreas temáticas, las más relevantes para las personas en situación de sin hogar: migración, empleo, derechos, sa-
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h t t p s : // w w w . f e a n t s a . o r g /d o w n l o a d / f e a _ 0 0 1 - 0 9 _ es2212436808563843273.pdf 4 https://www.feantsa.org/download/feantsa_handbook_en_ final-2-15169925525089897430.pdf
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lud, vivienda. Precisamente, hemos tratado de hacer mayor hincapié sobre las causas estructurales del fenómeno, por lo que trabajamos desde diferentes ópticas sobre la vivienda. FEANTSA lleva años reclamando, por medio de sus campañas el fin del sinhogarismo. ¿Cómo se hace este trabajo de incidencia? ¿A qué ámbitos se lleva esta petición? Fundamentalmente en tres ámbitos: nuestras asociaciones-miembro, que a su vez son capaces de movilizar a los actores locales en cada uno de los países; ayuntamientos directamente, a través de la red Habitat en su momento, y en la actualidad, con reuniones anuales y continuamos con la metodología de peer review5; estatal, en menor medida, aunque a menudo FEANTSA ha estado en contacto con autoridades nacionales pero estas no suelen tener competencia en políticas sociales ni de vivienda, competencias que sí tienen regiones y municipios. ¿Qué otros cometidos tiene FEANTSA? Se ha mencionado ya la labor de sensibilización e incidencia y FEANTSA trabaja para acabar con el sinhogarismo a través de diferentes vías: estableciendo un diálogo constante con las instituciones europeas, los Gobiernos nacionales y regionales (trabajo de lobby) para promover el desarrollo y la implementación de medidas efectivas para acabar con el sinhogarismo. Además, tenemos como misión difundir la investigación y la recopilación de datos para promover una mejor comprensión de la naturaleza, el alcance, las causas y las soluciones para las personas sin hogar. Esto lo hace a través del observatorio principalmente. También, promover y facilitar el intercambio de información, experiencias y buenas prácticas entre las organizaciones miembros de FEANTSA y otros actores relevantes con el fin de mejorar las políticas y prácticas en los contextos locales. ¿En qué consiste y qué resultado está obteniendo vuestra labor como lobby con la Comisión Europea? Comienza tratando de asegurarnos que en el ámbito europeo, Eurostat realice una adecuada recogida de datos sobre las situaciones de las personas en situación de sin hogar más allá de la pobreza relativa. Por ejemplo, FEANTSA 5 La revisión por pares o peer review (cursiva) se ha convertido en un modelo de evaluación de políticas publicas por los propios Gobiernos encargados de llevar a cabo las mismas. Por ejemplo, en diciembre habrá una reunión de responsables a nivel local con competencias en personas sin hogar en Londres. Un experto hace una análisis de las políticas de Westminster (Londres) y el resto de Gobiernos locales aprende y compara con su propia experiencia en su propio contexto.
ha conseguido incluir un módulo ad hoc, en la encuesta de ingresos y condiciones de vida (EU-SILC), que implica añadir una pregunta (no obligatoria) sobre si la persona ha vivido en alguna situación de sinhogarismo en el pasado. FEANTSA considera imprescindible la medición de la realidad y la necesidad de establecer indicadores adecuados de medición de los avances de las políticas de los Estados en lo que se refiere a las situaciones de exclusión residencial. Este interés es también relevante dentro del Pilar Europeo de Derechos sociales, un documento con 20 principios que marcará las pautas de la política social de la Unión Europea para los próximos años. Pues bien, el principio 19 se refiere a la Vivienda y asistencia para las personas sin hogar: • debe proporcionarse a las personas necesitadas acceso a viviendas sociales o ayudas a la vivienda de buena calidad; • las personas vulnerables tienen derecho a una asistencia y una protección adecuadas frente a un desalojo forzoso; • deben facilitarse a las personas sin hogar un alojamiento y los servicios adecuados con el fin de promover su inclusión social. No obstante, el social score board (tabla de indicadores sociales) del Pilar Europeo no incluye indicadores sobre sinhogarismo o exclusión residencial, salvo la privación severa de vivienda (severe housing deprivation), por lo que estamos tratando de influir para que se completen. Nuestro trabajo se enfoca también en convencerles del necesario enfoque de derechos humanos, aplicando los instrumentos europeos que protegen el derecho a la vivienda o derechos conexos. Existe en la actualidad jurisprudencia que establece estándares mínimos sobre lo que significa el derecho a la vivienda/derecho a acogida de emergencia, que han de utilizarse para vigilar la implementación del pilar de los derechos sociales. FEANTSA se relaciona a diferentes niveles con las diferentes Direcciones Generales en las materias de su competencia, pero una gran parte de la tarea de lobby se realiza ante la DG de Empleo, que financia a FEANTSA a través de su programa Easi. FEANTSA también está involucrada en el análisis del Semestre Europeo: un ciclo de coordinación de las políticas económicas y presupuestarias dentro de la UE. Forma parte del marco de gobernanza económica de la Unión Europea6. Tratamos de que la Unión incluya cada vez las consecuencias de las políticas económicas sobre la política social y la 6
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vivienda. Una mayor sensibilidad hacia los temas sociales se debería producir ya que se convertirá en la forma de evaluar los avances del Pilar Europeo de Derechos sociales. FEANTSA pretende que se haga un uso más efectivo de los instrumentos políticos existentes. La política social no es una política europea y desde esa perspectiva las instituciones no pueden sino proponer, redactar directrices generales, etc. En este ámbito se utiliza el denominado método abierto de coordinación, una forma intergubernamental de hacer política que no deriva en medidas legislativas de la UE de carácter vinculante ni exige que los países de la UE introduzcan nuevas leyes o modifiquen su legislación. Tratamos de apoyar a las políticas destinadas a las personas sin hogar en todas las áreas sectoriales relevantes: salud, jóvenes, justicia, etc. Por supuesto, también asegurar la existencia de fondos de la UE que permitan la lucha para terminar con el sinhogarismo y la exclusión residencial. ¿Cuál debería ser el papel de las diferentes Administraciones públicas en cada uno de los niveles? La Comisión Europea hizo un llamamiento en el pasado a que los Estados miembros elaboraran estrategias integrales para luchar contra el fenómeno. Por supuesto, estas estrategias han de estar dotadas económicamente, de nada sirven grandes declaraciones que no tengan establecidos objetivos y resultados, periodificación, la provisión de recursos necesarios, que es lo que pasó con el Plan Español. No obstante, normalmente en España las competencias en materia social y de vivienda están en el ámbito de la Comunidad autónoma pero los encargados de la atención directa a las personas en situación de sin hogar son los Ayuntamientos. Mas allá de sus competencias, sería deseable que los diferentes departamentos, social y de vivienda principalmente, trabajen de manera conjunta. ¿Y la ciudadanía? ¿Está en nuestras manos, la de las personas de a pie, cambiar algo? Existen muchas campañas de sensibilización y de información sobre el colectivo, para dar a conocer la realidad invisible de las personas sin hogar. Se trata de sensibilizar al público en general y alejarles de una visión centrada en las causas individuales, para hacer más hincapié en las estructurales. Son preocupantes las actitudes de rechazo e incluso de agresiones a las personas que se siguen produciendo en nuestras sociedades. Cada persona puede y debe colaborar voluntariamente en actividades con y para las personas sin hogar, acercándose a la persona, colaborando para que recuperen su dignidad.
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CARA A CARA
ALFONSO VALERO, “MAMBRÉ ES MI CASA” Ha repartido fruta en una furgoneta con 16 años, cuando aún no tenía el carnet de conducir. Ha sido camarero, temporero, electricista y carpintero. Si te cuentan esto de una celebrity piensas: “Es un hombre hecho a sí mismo”, “fíjate cómo se ha buscado la vida”. En la actualidad, vacía contenedores de ropa para la Casa Grande y pronto, trabajará en Arropa Valencia, la empresa de inserción de Cáritas Diocesana.
¿Cómo acabaste en la calle, Alfonso? No me gustaba estudiar ni trabajar en el campo así que primero fui a trabajar a Bilbao, como repartidor de fruta y luego a Madrid, donde empecé a trabajar en un pub, hasta las tres de la mañana. Y allí, cerveza va, cubata viene, acabé alcoholizado. Al principio compaginaba el trabajo con las borracheras. Así estuve tres años. Luego me cansé de Madrid y volví a Valencia. Viví algún tiempo con uno de mis hermanos (somos trillizos, aunque nos separaron bien pequeños, a la muerte de mi madre). También estuve en Zaragoza, recogiendo fruta. Pero acabé en la calle por causa del alcohol. ¿Cómo fue ese tiempo? La primera vez que te ves en la calle te preguntas: «¿Y ahora qué?». Luego te amoldas y te acostumbras a vivir. Con tener para el vino y el tabaco es suficiente. Te despreocupas de comer y de la higiene. Me duchaba dos o tres veces al mes en Casa Caridad, conseguía algún bocata en algún sitio. Si necesitabas dinero aparcabas un par de coches, te ponías en la puerta de una iglesia o de un supermercado y ya tenías vino. Y te despreocupabas de lo demás. ¿Cómo llegaste a Mambré? Encontré varios trabajos gracias a algún vecino del barrio que quiso ayudarme pero cuando tenía dinero era casi peor, porque podía beber más. Para dejar la calle hay que tener ganas. Yo había visto morir a varios compañeros por culpa del alcohol y la calle y llegó un momento en el que tuve las ideas más claras y me fui al CAST (Centro de atención a los sin techo del Ayuntamiento de Valencia). Allí me hablaron de Mambré y no me lo pensé más.
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¿Y cómo fue la llegada al programa? Los primeros días miras a todos lados y no te enteras de nada. Dices: «¿Esto qué es?». Después vas preguntando a los que llevan más tiempo, te das cuenta de que llevan un proceso y por eso me quedé. No me resultó muy difícil de hacer. ¿Qué fue lo que más te gustó? Me ha gustado el procedimiento que llevan. Me han ayudado bastante. He renovado el carnet de conducir después de un montón de años. Me he arreglado la dentadura. Ahora trabajo en la Casa Grande, donde voy dos veces en semana. En Arropa Valencia empezaré pronto, cuando acabe las prácticas del carnet de carretillero que estoy haciendo. Como nunca he tenido una casa, Mambré es mi casa. ¿Cómo dejaste el alcohol? Pues eso no se lo deseo a nadie, pero lo hice yo solo, poco a poco y en la calle, rodeado de amigos que bebían. Es muy duro. Empecé el 7 de junio y terminé el 14 de septiembre de 2016. Tres meses después fui al CAST. ¿Y el futuro? Yo lo veo bien. Quiero seguir en la línea que voy. Por las mañanas trabajando y por las tardes en Mambré, en los talleres de informática, ocio, etc. Quiero apuntarme a un curso de informática para tener algo de conocimiento. ¿Y sobre la calle, que piensas? Habría que concienciar más a la gente sobre el tema de la calle. Si lo dejas, quienes te conocían de antes te siguen mirando mal. No creen que la gente pueda cambiar.
CARA A CARA
RAFAEL SORIANO, “SER VOLUNTARIO TE CAMBIA LA VISIÓN DE LA VIDA” Rafa, pese a tu vida ocupada entre familia y trabajo, sacas tiempo para el voluntariado. ¡Qué menos! Mi compromiso tiene la raíz evangélica, sí, y no lo entiendo de otra manera si no es comprometiéndome con los más pobres. La visión que tienes de la vida cambia totalmente y te hace sentir mucho más cercano a personas con realidades tremendas, muy dispares, que sufren la soledad, que necesitan que alguien se acerque y se abra a ellos como persona, que les prestes atención cuando te cuentan cosas de su vida o te expresan sus sentimientos. Es una experiencia muy enriquecedora. Con ellos te olvidas de quién eres tú, de prejuicios, de miedos, de tus propias miserias. Te asombras de que exista semejante desigualdad. Además del deseo de ser voluntario y de la formación, ¿tenéis una sensibilidad especial para acercaros a estas personas que se saben rechazadas por todo el mundo? Es la sensación de que te diriges a personas que nadie percibe que están ahí. Y eso te estremece. Se adquiere una forma de hacer el acompañamiento con mucha paciencia, delicadeza y con mucho control de uno mismo porque lo normal y lo humano es que quieras solucionar muchos problemas de los muchísimos que tienen, pero cuando estás en el Simón sabes que estás ahí para acompañar, que no es poco. Cuando ves el sufrimiento de una persona o su desengaño de todo, se debe tender al contacto físico, apretar la mano o acariciar su mejilla, como a un amigo. ¿Cuesta coger esa mano o rozar esa mejilla? Yo, que soy bastante tendente al abrazo, cuando lo hago con una persona que vive en la calle no pienso en mí, pienso en él y si él necesita ese abrazo, ahí estoy. Este contacto se necesita y se da. Ese abrazo, ¿sería como abrazar a Cristo en su estado más puro? Desde un punto de vista personal, desde la fe, probablemente es algo así. Abrazar al que sufre, al
que llora, al que se enfada, muchas veces de impotencia ante tantas cosas. ¿Repercute en tu vida familiar esta relación que mantienes con personas tan excluidas? La enriquece. En casa les hablo del proyecto Simón y preguntan, se interesan por cómo han llegado hasta ahí, cómo o con qué poco viven. Es importante trasmitirlo a las niñas para que conozcan, aun pequeñas, una realidad tan distinta a la suya y que cuando tengan edad quieran acercarse a las personas que sufren y se preocupen por luchar por su dignidad. ¿Os suelen pedir dinero cuando ya entabláis una relación? Si te piden es en el momento inicial porque te ven con un poco de desconfianza, pero muy pronto se dan cuenta de que nuestro acompañamiento no es de tipo material y valoran mucho más que esos euros que pudieras darles, el estar con ellos, estar pendiente de ellos. ¿Hay relación entre que la sociedad carezca de interés por estas personas y que los Gobiernos no articulen políticas que les amparen adecuadamente? Yo creo que los problemas insalvables que tienen estas personas son de solución fácil y se echa en falta que no existan recursos para que puedan acceder de forma mucho más libre y abierta, como albergues de baja exigencia. Las personas con arraigo en un barrio, sí que tienen la ayuda de los vecinos que se preocupan por ellos. Extenderlo a la sociedad en general es difícil porque el prejuicio siempre está ahí. La tentación de juzgar el porqué han llegado a eso, por qué viven así, es grande. En el proyecto Simón, estamos ahí para que no se rindan. Hemos elegido acercarnos a ellos y conocerles, trasmitirles aliento, que sepan que no están tan solos y que hay mucha gente a la que importan.
Rafa Soriano, hombre joven, funcionario, casado, con dos hijas, una adolescente y la otra a punto de entrar en esa edad crítica, tiene entre sus prioridades vitales el compromiso evangélico con las personas más vulnerables de la sociedad. Y ahí está, de lleno en el proyecto Simón de Cáritas Diocesana, ofreciendo conversación, escucha y comprensión a quienes viven apartadas del mundo real porque nadie les quiere cerca.
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CÁRITAS OPINA
Nadie
Enrique Domínguez Bartolomé TÉCNICO DE VIVIENDA Y PERSONAS EN SITUACIÓN DE SIN HOGAR PROGRAMA DE INCLUSIÓN SOCIAL CÁRITAS ESPAÑOLA
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sin Hogar es posible, imprescindible y urgente
Este año 2018 finalizamos un trienio de la Campaña “Nadie Sin Hogar”, organizada e impulsada por la Confederación de Cáritas Española desde hace ya 26 años, y con la colaboración de las principales entidades y plataformas que en el ámbito estatal desarrollan su intervención con personas en situación de sin hogar (FACIAM, BesteBi de Bilbao y la XAPSLL de Barcelona). Un trienio que se ha fundamentado en 2016 en elementos de dignidad y en 2017 en los derechos humanos, y que ahora concluye en 2018 haciendo hincapié en la posibilidad de acabar con el sinhogarismo.
E
n la Campaña insistimos una y otra vez en que Nadie Sin Hogar es posible, y además es imprescindible y urgente: no renunciamos a nuestro derecho a la esperanza, a la confianza en que con una opción clara y real por poner a las personas en el centro es posible acabar con el sinhogarismo. Nadie Sin Hogar es posible, con voluntad política y a través del compromiso común de toda la sociedad. Avanzaremos en ello cuando las administraciones y políticas públicas se orienten a la garantía de acceso y ejercicio de derechos, para todas las personas, y en especial para aquellas que más dificultades tienen. Vivimos unos tiempos complejos y poco alentadores para las personas que se encuentran en una situación de vulnerabilidad: las cifras de la exclusión y de la desigualdad no acaban de descender y las situaciones de sinhogarismo aumentan en los diferentes recuentos que se llevan a cabo en grandes ciudades europeas y en otras como Madrid, Barcelona, Bilbao, etc. La crisis de la que se dice hemos salido, no ha hecho más que agudizar y fragilizar aún más situaciones muy complejas, sumándole además el recorte producido en las inversiones en política social o vivienda, por ejemplo. Desde Cáritas recalcamos siempre que es necesario un cambio de modelo social, que realmente ponga a las personas en el centro de cualquier política pública y garantice el acceso y ejercicio de sus derechos. Un modelo asentado en la solidaridad y el bien común, entendiendo que el bienestar de cada persona es mi bienestar, donde todos y todas tengamos en cuenta qué le pasa al otro, y que se preocupe y ocupe de quienes viven en sus periferias. Una sociedad comprometida con sus ciudadanos y ciudadanas, con su dignidad y sus derechos, es posible.
Nadie Sin Hogar es imprescindible: si además queremos ser realmente una sociedad del bienestar, inclusiva y acogedora, no podemos permitirnos dejar fuera y expulsar a aquellas personas más vulnerables y con mayores dificultades. Sobre todo desde un enfoque estructural del sinhogarismo, que intenta alejarse de atribuciones y responsabilidades únicamente individuales de las personas sobre su situación de encontrarse sin hogar, y en el que reconocemos que nuestra sociedad es una sociedad del descarte, que deja fuera a las personas que no considera productivas y las arrastra a la periferia y a la exclusión de manera espiral. En este sentido, son imprescindibles compromisos y políticas públicas que garanticen el derecho a una vivienda digna y adecuada, que además queda recogido en nuestra Constitución en su artículo 47, en la legislación Europea y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Además, el Derecho Humano a una vivienda adecuada debe ser la base de cualquier política de vivienda, según recomendación de Leilani Farha, relatora de Naciones Unidas para una Vivienda Adecuada en su Informe 2018 de Estrategias de Vivienda. Así pues, acabar con el sinhogarismo es imprescindible no solo por querer vivir en una sociedad y un mundo más justos, equitativos y solidarios, sino por seguir y cumplir con los compromisos que adquirimos como Estado en los diferentes marcos legislativos y jurídicos en relación al derecho humano a una vivienda adecuada. Nadie Sin Hogar es urgente: estamos ante una situación de emergencia residencial: son miles las personas en situación de sin hogar y millones las 31 /// CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD
que se encuentran en riesgo de perder su vivienda, en viviendas inadecuadas que no cumplen los mínimos requisitos de seguridad o habitabilidad, o en situación de hacinamiento, etc. Según el Tercer Informe de Exclusión Residencial en Europa 2017 elaborado por FEANTSA y la Fundación Abbé Pierre, un total de once millones de hogares europeos (compuestos por familias, parejas o personas solas) carecen de un alojamiento adecuado y viven en la calle, en recursos sociales o alojados en casas de terceros. En España, según nuestros datos de atención y acompañamiento a personas sin hogar, son cerca de 40 000 las que se encuentran en dicha situación. Y si recogemos las cifras de las expulsiones de la vivienda, nos encontramos según el Consejo General del Poder Judicial con que durante 2017 se han llevado a cabo en España 100 desahucios al día por impago de alquiler. O sea, cada hora cuatro familias se han quedado en la calle. El año pasado 35 666 familias y particulares fueron desahuciados por no poder pagar el alquiler, y 22 330 familias se quedaron sin vivienda por no poder pagar la hipoteca. Y las cifras siempre son insuficientes para mostrar la realidad, ocultan rostros concretos, nombres y apellidos, vidas azotadas por la exclusión, el dolor, el miedo, la inseguridad,… a quienes urge dar una respuesta como sociedad, desde sus derechos y su dignidad por el simple hecho de ser personas. Esta radiografía de la exclusión social y residencial, por dura que sea, no debe desilusionarnos o paralizarnos. La dificultad es grande, pero también lo son las alternativas y las posibilidades para luchar contra ella. Frente a la injusticia y la desigualdad, y el enfado y la tristeza que generan, podemos y debemos emprender acciones de denuncia, participación y compromiso que nos refuercen en la idea de que Nadie Sin Hogar es posible. Para ello, planteamos cinco propuestas para acabar con el sinhogarismo - Políticas públicas de vivienda Son necesarias medidas legislativas y reformas estructurales que conlleven la aplicación del derecho humano a una vivienda digna y adecuada, garantizando que nadie se encuentre sin un alojamiento o se vea abocado a vivir en la calle. Nuestra propuesta para una política pública de vivienda adecuada pasa por el diseño de una estrategia de vivienda coordinada entre todas las Administraciones Públicas, basada en los Derechos Humanos y sustentada en la vivien-
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da social de alquiler con acceso prioritario en situaciones de vulnerabilidad. - Políticas y acciones de prevención del sinhogarismo La prevención del sinhogarismo consiste esencialmente en anticiparse a la pérdida del hogar y a las situaciones de calle. Para ello son necesarios programas e intervenciones que refuercen los recursos con que cuentan las personas (económicos, sociales, relacionales, institucionales, psicológicos y motivacionales), evitando situaciones de riesgo y de mayor vulnerabilidad. Es en este ámbito en el que se hace más patente la importancia de la acogida y atención desde la red de atención de base (los servicios sociales municipales) que pueden detectar las situaciones más vulnerables y activar los recursos y capacidades sociales y personales para que no se avance hacia situaciones de exclusión, en estrecha coordinación y colaboración con otras entidades sociales y con otros órganos de la Administración. - Garantía de ingresos Para poder llevar una vida en dignidad y acceder y mantener una vivienda adecuada, así como para poder reducir las situaciones de extrema desigualdad económica y social, son imprescindibles políticas sociales de redistribución de la riqueza y de garantía de ingresos suficientes (llamadas habitualmente rentas mínimas), que supondrían una medida eficaz para luchar contra la pobreza en general y, muy especialmente, para proteger a las personas en situación de grave exclusión. Se plantea desde la lógica del doble del derecho, teniendo por tanto derecho a una renta mínima o garantía de ingresos suficientes, y por otro lado, derecho a un acompañamiento social adecuado, sin que dependa el uno del otro. Actualmente existe una gran disparidad en las cuantías, condiciones y requisitos del sistema de Rentas Mínimas en las diferentes Comunidades Autónomas, lo que genera una gran desigualdad dependiendo del lugar de residencia. - Mirada de Derechos Humanos Cuando hablamos de no poder acceder a una vivienda adecuada es el derecho humano a la vivienda el que está siendo vulnerado. Cuando una persona sin hogar no puede acceder a su tarjeta sanitaria, está viendo vulnerado su derecho a la salud. Cuando desde los servicios sociales no se facilita un acompañamiento ade-
F Inma Cubillo/Cáritas Española
cuado, o no se facilita el acceso a las prestaciones sociales de las personas más vulnerables, se ve limitado el derecho a la protección social, etc. Es fundamental desarrollar medidas que faciliten el ejercicio de todos los derechos (protección social, empleo, salud, vivienda…), y que eliminen las barreras que dificultan su acceso. El acceso a una vivienda adecuada no es un privilegio, es un derecho humano. En la Campaña utilizamos habitualmente la etiqueta/hashtag #SonDerechosNoRegalos en nuestros mensajes, redes sociales, etc. para transmitir esta idea. - Acompañamiento social El acompañamiento social entendido a la vez como herramienta y modelo fundamental para generar procesos de inclusión, desde un modelo individualizado e integral adaptado a la persona, que estructure las actuaciones necesarias para que la persona sea el centro de la intervención, evitando duplicidad de actuaciones y buscando la eficacia y efectividad desde criterios de calidad y calidez de los recursos que se utilizan. Se debe favorecer que los recursos que ofrecemos sean flexibles y se adapten a los horarios, necesidades y demandas de las personas que acompañamos.
Cada año sintetizamos y concretamos nuestras propuestas para acabar con el sinhogarismo, y este año siguiendo el lema de la Campaña y a modo de interpelación a los diferentes agentes y partes implicadas en su resolución, preguntamos: “¿Y TÚ, QUÉ DICES? DI BASTA. NADIE SIN HOGAR”. Nos decimos: 1) A la ciudadanía: necesitamos aprender a mirar a las personas en situación de sin hogar con las que cada día nos cruzamos, entendiendo su situación como una vulneración de Derechos Humanos. 2) A las Entidades Sociales: debemos impulsar los espacios de trabajo en red y coordinación, para ser más eficaces en el acompañamiento a las personas en situación de sin hogar. 3) A los medios de comunicación: les pedimos una información más cercana a la realidad de las personas en situación de sin hogar, alejándose de miradas estereotipadas o sensacionalistas, e incorporando la vulneración de derechos a la narrativa comunicativa. 4) A las Administraciones Públicas: reclamamos el diseño de unas políticas públicas reales que garanticen el acceso a los derechos, en especial, impulsar medidas de fomento del alquiler social y ampliación del parque de vivienda pública.
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LA INICIATIVA SOLIDARIA
Associació Àmbit, una apuesta por la no violencia Javier Vilalta Director Àmbit
Àmbit es una asociación que cuenta con un equipo de 30 profesionales y un nutrido grupo de voluntariado. Conjuntamente personas asociadas, personal laboral y voluntariado, se empeñan cada día, desde hace más de 8000, en construir puentes y allanar caminos que faciliten el acceso a la vida de personas reclusas y ex reclusas, con problemáticas de salud mental o no.
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T
odos nuestros programas están basados desde la perspectiva de la recuperación y promoción de la autonomía.
Nuestra misión es proponer caminos que lleven a las personas a ocupar su lugar en el mundo y acompañarles en el camino elegido, sea cual sea. Durante estos años hemos ido construyendo respuestas ante las circunstancias que nos encontrábamos y de ahí han surgido nuestros recursos propios: las viviendas, el albergue, programas de prevención, red de viviendas de usuarios, programa de reducción de daños… Pero también hemos situado recursos nuestros dentro de la prisión, siendo el más importante los talleres que desarrollamos con personas con enfermedad mental, que suponen el inicio de nuestra intervención con estas personas. Participamos, como integrantes, desde su creación, en la Unidad Puente del CIS de Picassent. Esta participación supone una novedosa forma de intervenir porque reúne aportación de medios, labores de intermediación social y trabajo en red. Tenemos un compromiso renovado con la profesionalidad y con las personas a las que acompañamos, pues ambos términos, precedidos de la palabra compromiso, no pueden disociarse en la, para nosotros, acertada posición en la acción psicosocial. En los últimos años, hemos apostado por las alianzas, el trabajo en red y promover la coordinación de los diferentes agentes, incluidas las administraciones. Las consideramos cada vez más importantes. En ese sentido intentamos aportar todo lo que nos es posible y apoyar, en la medida de nuestras posibilidades. Así, Àmbit se ha embarcado en un proyecto financiado por la Comisión Europea cuyo objetivo es prevenir la radicalización de la ciudadanía, en especial de las personas más jóvenes, mediante la promoción del diálogo intercultural y la solidaridad como bases del Estado de Derecho. El proyecto transnacional europeo REM: Rights, Duties, Solidarity, está inspirado en la experiencia educativa realizada en el centro peniten-
ciario de Dozza en Bolonia (Italia) con personas migrantes sobre derechos, deberes, diferentes Constituciones, integración y valores democráticos. Está integrado por siete asociaciones de cuatro países europeos (España, Alemania, Italia y Rumanía) y pretende fomentar el diálogo y el entendimiento mutuo entre personas de diferentes orígenes, creencias y convicciones. En una primera fase, que consistió en varios encuentros internacionales entre los participantes, uno de ellos el pasado mes de febrero en València, se plantearon las principales líneas de actuación y el marco teórico del proyecto. Se trata de una serie de cursos temáticos para fomentar la integración y prevenir la radicalización violenta, entendida como consecuencia del extremismo, y que tiene matices no solo religiosos sino también políticos y sociales, y se define por un rechazo total de los Derechos Humanos y los valores democráticos. La finalidad es poner en contacto a las personas participantes, tanto migrantes como locales, con dichos valores democráticos y de convivencia, para desmontar estereotipos sobre determinados grupos sociales y facilitar el diálogo y la integración. El pasado 25 de octubre empezaron los cursos con los grupos de estudiantes entre 14 y 17 años del IES Districte Marítim. Otro grupo que se beneficiará de estos cursos está formado por usuarios de Àmbit (reclusos y ex reclusos) y de CEAR, que colabora en estas sesiones, formados por personas migrantes y solicitantes de asilo. Los cursos se componen de siete unidades que tocan temas como la identidad, las ideologías, el género, la justicia social o los conflictos y su resolución. El curso acabará con una sesión plenaria con todos los grupos participantes, donde se tocarán los temas de la ciudadanía europea y sus derechos y deberes. El trabajo de Àmbit no terminará con el fin de las sesiones, pues el objetivo final del proyecto es desarrollar una serie de unidades didácticas y adaptar la experiencia de estos cursos a todos los sectores que trabajan la integración: la siguiente fase del proyecto es el llamado “Training of Trainers”, dirigido a docentes, asociaciones educativas, instituciones públicas, etc., para que estas puedan continuar promocionando los valores fundamentales del Proyecto REM. 35 /// CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD
OTRAS VOCES
“Encontrarnos con estas personas cada día es
la mejor
noticia que tenemos” Antonio Rodríguez Director de la Fundación San Martín de Porres
La Fundación San Martín de Porres, obra social de los religiosos dominicos en España, es un buen ejemplo del trabajo interesado en favor de las personas en situación de sin hogar. Su director desde el año 86, Antonio Rodríguez, dominico, (en la foto, el segundo por la izquierda) que conjuntamente con otros dominicos y trabajadores desarrollan un proyecto complejo, con dificultades económicas, con mucha ilusión y, sobre todo, con ganas de innovar y de acertar, en la medida de lo posible, en sus programas, responde a cuestiones importantes sobre el sinhogarismo y sobre su obra social.
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Antonio, ¿cuándo nació la Fundación y cuál fue su finalidad? La Fundación San Martín de Porres empezó a funcionar como acción social en el año 1962 en que se puso en marcha un albergue de acogida para los obreros migrantes de aquella época. Con todos los cambios que ha habido desde aquel momento, venimos desarrollando un trabajo a favor del colectivo de personas sin hogar con proyectos de acogida y alojamiento pero también, desde hace años, de empleo e iniciativas de economía social a favor del colectivo y de personas en situación de exclusión social. ¿A qué personas atienden en la actualidad? Dentro de la denominación de personas en situación de sin hogar cada vez hay más perfiles y características diferentes. Últimamente estamos poniendo en marcha programas específicos para personas en situación de calle, para el colectivo LGTBI, para mujeres con cargas familiares —en colaboración con el Ayuntamiento de Carabanchel—, centros de día y equipos de apoyo social comunitario para personas con problemas de enfermedad mental, entre otras acciones. Una de ellas es Montesclaros. ¿En qué consiste y qué objetivos tiene este proyecto? Es una oportunidad que surgió hace tres años en Cantabria con una antigua casa de ejercicios de los dominicos. A unos usuarios nuestros les propusimos vivir allí e incorporarse al proyecto de reforma del edificio para convertirlo en hotel rural. Funcionan de manera autónoma, haciendo los trabajos de albañilería y reforma junto con otros albañiles. Se nos dio también la posibilidad de gestionar una hospedería monástica propiedad de los dominicos. Asumimos el reto y llevamos dos años gestionando la hospedería del Santuario de Ntra. Sra. de Montesclaros con personas participantes en los servicios y centros que tenemos en Madrid y en Cantabria. Nuestro interés es que determinados espacios y el proyecto de construcción del hotel rural acaben siendo gestionados y en beneficio de personas de nuestros proyectos. Es una posibilidad con la que damos una dimensión social a la gestión de espacios religiosos que están en crisis y que van destinados a colectivos en situación de exclusión. Hemos aprovechado esta circunstancia para regularizar al menos a tres personas migrantes a través de una oferta de trabajo y vemos que, aunque no es mucho, dentro de la labor de acompañamiento que hacemos puede ser una acción complementaria de regularización y una buena salida laboral. Actualmente tenemos a siete personas trabajando allí. Funcionan de manera autónoma, sin nuestra presencia, organizando el trabajo y funcionando muy bien.
¿Ha habido variación del perfil en todos estos años? Ha evolucionado como ha evolucionado la sociedad española y sus problemáticas. Yo llevo aquí más de treinta años y fui testigo de la atención a este colectivo en los años ochenta con el problema de la droga, donde había muchos problemas de consumo y de gente por la calle. Sí que hay un denominador común, que es que el sinhogarismo no se ha resuelto, por desgracia, pero el perfil ha ido cambiando. A partir de los años noventa se incorpora, de manera masiva, el colectivo de inmigrantes, dado que muchos venían a España de manera irregular y acudían a nuestros centros como primera acogida. La figura del transeúnte como esa persona que hacía trabajos de recogida de fruta o temporerismo y acudía a esta clase de centros prácticamente ha desaparecido. Ahora, cada vez más respondemos a situaciones urbanas como la falta de vivienda, divorcios, personas que se quedan sin recursos económicos, con una debilidad muy fuerte en lazos familiares o sociales. Ha habido un cambio sociológico muy importante. ¿Qué es para vosotros la reinserción? Nosotros manejamos mucho más el concepto de autonomía. Intentamos que las personas no sean dependientes de nosotros, de los subsidios o de cualquier ayuda social y que, de alguna manera, vivan por sí mismas. Nos parece que ese sería el mejor camino de la reinserción. ¿Qué harías tú para acabar con el sinhogarismo? Debemos ayudar a erradicarlo, no simplemente gestionarlo. Estos últimos años hemos visto que si se aplicara una política social adecuada, prácticamente quedaría reducido a elementos simbólicos. La clave está en políticas de vivienda, de empleo, un montón de iniciativas y de medidas que podrían hacer que nadie se viera obligado a estar en una situación de calle. En países importantes ya hace tiempo que el sinhogarismo está prácticamente erradicado y nosotros lo podemos hacer perfectamente. Háblanos de una buena noticia que hayas vivido de cerca en la fundación. Todos los días tenemos muy buenas noticias. La buena noticia siempre es la gente que encuentra un trabajo y sale adelante. Tenemos treinta y tres pisos de acogida con ochenta y cinco plazas para estas personas y muchos de ellos, a partir de ahí, son capaces de encontrar un trabajo y una vivienda. Para nosotros la experiencia humana de encontrarnos con estas personas es nuestro día a día y esa es la mejor noticia que tenemos.
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CAMPAÑA
La Melodía del compromiso para mejorar nuestro mundo José Real Navarro RESPONSABLE DE FORMACIÓN CÁRITAS DIOCESANA DE VALENCIA
S
i prestas atención, en el Universo donde vivimos, suena una melodía de armonía y belleza cuando todo lo que existe realiza la función para la cual fue creado. Como si todo lo que existe tuviera un sonido particular y propio, que unido al de los demás, hace posible esa melodía… en la naturaleza, uno percibe que todo está en armonía y transmite belleza. En el mundo humano ocurre lo mismo, estamos creados para producir relaciones humanas de armonía y belleza. Unas relaciones que nos permiten crecer y desarrollarnos como personas y como sociedad. Cada una de nosotras tenemos una nota, un lugar en la partitura de este mundo, para aportar nuestros dones, nuestras capacidades, nuestro sonido para contribuir a esta armonía del Universo. Pero cuando alguien no aporta su sonido particular, sino que lo distorsiona introduciendo notas “disonantes”… entonces se rompe la armonía. Se deja de escuchar armonía y belleza en la Naturaleza, porque muchos viven estilos de vida consumistas y contaminantes que tienen su efecto destructor en el mundo natural. Se deja de escuchar armonía y belleza en el mundo humano, porque muchos viven en la clave del egoísmo, o del afán de tener y poseer, o del afán de poder, o en la clave del rechazo a las personas empobrecidas, o en la clave del racismo, del individualismo y la indiferencia. Todo ello
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tiene el efecto de provocar sufrimiento, pobreza, injusticia, exclusión, falta de Derechos. Ante esta realidad, la Campaña de Cáritas Diocesana de Valencia, que tiene como lema “Tu compromiso mejora el mundo”, quiere invitarnos a poner en práctica las palabras que el papa Francisco nos ha propuesto en la segunda Jornada Mundial de los Pobres: 1. ESCUCHAR el grito de los empobrecidos. No quedar indiferentes. Dejarnos tocar por su sufrimiento, porque Dios siempre escucha a los excluidos. 2. RESPONDER con el compromiso de hacer una opción por ellos. Cada uno tiene una parte que hacer, por pequeña o insignificante que parezca. Algo que nadie podrá hacer por él… y que solo está en su mano. En el ámbito personal, o como Iglesia, esa parte podrá parecer pequeña, o insignificante, como una gota de agua en el desierto de la pobreza, pero será un signo de compartir nuestra cercanía y preocupación por buscar su bien, porque para nosotros es alguien valioso. 3. LIBERAR al empobrecido y excluido de sus cadenas para devolverle la dignidad. Dios siempre interviene en favor de las personas más vulnerables, para que recobren la dignidad, para salvarlas. Esta salvación toma la forma de una mano tendida que le ofrece acogida, protege y hace posible experimentar cercanía, amistad, dignificación… Somos nosotros los
que nos convertimos en instrumentos en manos de Dios para ayudar a las personas empobrecidas. Él se sirve de nosotros para ser su providencia liberadora. Hoy en día hacen falta personas que vivan su vida en clave de amor, de entrega, de servicio. Personas que se dejen tocar por el sufrimiento del otro… y hagan lo que está en su mano para ayudar. Concretando, esta es la partitura que desde Cáritas te proponemos interpretar, para que en ti suene la melodía del compromiso que mejora este mundo: 1. Participa en los actos que se convoquen desde la Campaña de Iglesia por el trabajo Decente. El 1 de mayo te esperamos. Consulta su web: www.iglesiaporeltrabajodecente.org 2. Cambiar hábitos de consumo y estilos de vida, tal y como nos propone entidades de Iglesia desde su campaña “Si cuidas el planeta, combates la pobreza”. Pon en práctica durante este año el Decálogo Verde. Descárgatelo en: www.enlazateporlajusticia.org 3. Conoce la Campaña “Migrantes con Derechos” que promueve la Iglesia. Practica las cuatro palabras que nos propone: Acoger, Proteger, Promover, Integrar. Consulta: www.caritas.es/campanas/migrantes-con-derechos/ 4. Participa en las concentraciones ante el CIE de València de la calle Zapadores, que se realiza todos los últimos martes de mes a las 19 h. Como Iglesia nos sumamos a ella. La Campaña por el Cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), tiene como objetivo el cierre incondicional de los CIE en el Estado español y Europa, y la defensa de los Derechos Humanos. Consulta su web: https://ciesno.wordpress.com/ 5. Implícate en el comercio justo, finanzas éticas, empresas de economía social, consumo responsable… La Economía Solidaria busca poner la economía al servicio de la justicia social, y del ejercicio de los derechos humanos. Consulta: http://caritasespanola.org/economiasolidaria/ 6. Se persona voluntaria o donante de tu Cáritas Parroquial o Diocesana. Colabora-comparte. 7. Pon en valor y lleva a la práctica tus “riquezas intangibles”. Los bienes intangibles son todo aquello que ofrecemos de nosotros mismos, toda aquella “riqueza interior de hu-
¿Te sumas a la “melodía” que está mejorando este mundo?
manidad”, todo el amor y afecto, todas las capacidades, cualidades y dones, que ponemos al servicio de las personas que pasan por un momento difícil. Esto que les ofrecemos, ya es una riqueza que puede llegar a producir “grandes efectos”. Por ello, hay que ponerlos en valor, y tomar conciencia del gran potencial sanador y rehabilitador que encierran. A veces, en la ayuda solidaria, podemos caer en darle solo importancia y relevancia al compartir o dar recursos materiales, o ayudar a las personas necesitadas a conseguirlos por sí mismos para solucionar sus problemáticas. Pero muchas veces, simultáneamente, hay otros sufrimientos más profundos, otras pobrezas más ocultas y sangrantes, que no se pueden solucionar solo con recursos materiales. Como “no solo de pan vive el ser humano”, nuestra acción solidaria, si quiere ser liberadora y sanadora, deberá preocuparse por todas las dimensiones de la persona, entre ellas, la relacional, la que favorece la creación de vínculos de confianza y confidencia sanadores, capaces de empoderarla para salir adelante por sí misma. ¿Cuáles son esas riquezas intangibles que podemos ofrecer a los demás? • Horas de entrega comprometida en favor de las personas más necesitadas; • abrazos o detalles de afecto que han hecho sentir a los necesitados, que son importantes para alguien, que son apreciados, valiosos…; • momentos de escucha sincera, desde el corazón; • miradas al corazón, que han facilitado que no se sientan juzgados por su apariencia o problemática, que son mirados sin prejuicios; • momentos de alegría o sonrisas que hemos hecho posible con nuestra acción; • palabras de apoyo, ánimo y estímulo; • momentos con palabras de reconocimiento de las cosas buenas y positivas, de logros y esfuerzos; • momentos de sentirse en confianza, en familia, que hemos facilitado con nuestra manera de hacer; • momentos con palabras que ayudan a recapacitar, reflexionar, reconducirse, confrontarse; • horas de acompañamiento a las personas en su sufrimiento, problema o situación de vulnerabilidad; • momentos de rezar a Dios por las necesidades de las personas vulnerables y excluidas, o de dar gracias por sus logros, etc. 39 /// CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD