Sociopraxis El sociopraxis es una propuesta técnica de intervención social, que responde al dispositivo metodológico participativo. Nace como una forma de intervenir lo social, desde la perspectiva dialéctica de la década de los 90 en el siglo XX, como una actividad transformadora del mundo social; es a la vez objetiva y subjetiva, material y consciente. Propone que la praxis comienza con ciertas dosis de vivencias, implicaciones, y sigue luego con reflexiones auto-críticas y críticas que entran en juego entre sí. Plantea la praxis no sólo como estudio o diagnóstico sino como propuestas para la acción y la acción misma en las constantes reformulaciones que exige. La perspectiva epistemológica que propone el sociopraxis como metodología de corte participativo, es una confluencia de un conjunto de escuelas teóricas críticas de investigación social y de las escuelas de la pedagogía social: educación popular latinoamericana, Educación de Adultos oprimidos, pedagogía de la liberación (Paulo Freire) y el dispositivo participativo en boga en los años 60 y 70 (el paradigma de la IAP de Fals Borda años 70s: sujeto como sujeto participante del estudio de lo social, que aporta al conocimiento; no objeto pasivo). Por tanto el sociopraxis es un método hibrido con una particularidad operativa: la participación activa de los que intervienen y la intervención social a partir del conocimiento investigativo generado de la acción misma (transferencias de tecnología a los sectores sociales intervenidos construyendo un capital social). El socio praxis no trata de técnicas o metodologías para el estudio de los movimientos sociales. Más bien al revés, trata de cómo los movimientos populares están aportando técnicas, metodologías, y hasta posicionamientos epistémicos para el uso de las ciencias sociales; es decir, el investigador social, propone técnicas de intervención que posibiliten a las comunidades aportar desde sus propios constructos y cuestionamientos. En las ciencias sociales frecuentemente nos encontramos con objetos de estudio rebeldes, con sujetos que por si mismos se constituyen en movimientos sociales, o con movilizaciones que se constituyen en sujetos. (Tomas Rodríguez Villasante 2004) Se consideran el sociopraxis, el socioanálisis y la investigación acción participativa – IAP, como las metodologías tradicionales de este planteamiento. Pero hay también otras aportaciones científicas, sociales y naturales, como la “teoría de redes”, como el “ecofeminismo” o el “ecologismo popular”, la “cibernética de 2º orden”, o la “autopoiesis”, “simbiogénesis” y paradigmas de “la complejidad” que están detrás de estos razonamientos. También de acuerdo con estos planteamientos teóricos y epistémicos, en los años 1990 se incorporaron otras metodologías, de tipo participativa como la “planificación estratégica situacional (PES)”, el “diagnóstico rural (o rápido) participativo (DRP)”, los últimos movimientos de la educación popular latinoamericana o algunos planteamientos “alter-mundialistas” de los movimientos sociales de la última década. (Tomas Rodríguez Villasante 2004).
Las metodologías participativas en general se ilustran a partir de técnicas o acciones específicas. Aquí se retoman algunas técnicas del sociopraxis más relevantes en nuestro entorno: Socioanálisis o Analizadores construidos. La perspectiva dialéctica utiliza como técnicas el Socioanálisis, que tienen como uno de sus instrumentos la construcción de analizadores. Los analizadores son hechos sociales que provocan una acción/reflexión de la sociedad. El analizador tiene que poner en marcha el proceso que desbloquea el poder psíquico y el poder social de los (y por los) componentes del grupo que realizan la técnica dialéctica correspondiente. En definitiva, se trata de introducir elementos dinamizadores que provoquen la reflexión, mostrando las contradicciones sociales. Reflexionar sobre cómo se ha realizado un proceso de intervención puede ser en sí, un analizador. En la IAP se utiliza el término de "analizadores históricos" como los sucesos que en el colectivo se tienen presentes o se han vivido y que muestran el conjunto de las contradicciones sociales y los posicionamientos de cada grupo social dentro del sistema. Pero a su vez, proceden de la tradición del Socioanálisis como metodología encaminada a que los sujetos que son objeto de la investigación adquieran un protagonismo especial, dado que son ellos mismos los que analizan y toman conciencia de su realidad para ser activos en su transformación. Entonces el uso de analizadores históricos es muy similar al uso de analizadores construidos, la diferencia es que en los primeros son sucesos pasados, acaecidos en la comunidad los que sirven de análisis y reflexión a los sujetos que los vivieron y los segundos la referencia usada son sucesos acaecidos en el presente. Estos últimos sucesos suelen ser, por lo general, una asamblea, unas jornadas, una manifestación o cualquier acto o suceso público que dentro del marco de una investigación acción participativa se haya llevado a cabo. Incluso el mismo proceso de IAP podría ser en sí, un analizador construido. La asamblea. Es una técnica dialéctica. Se trata de una reunión que pretende ser una discusión o debate entre iguales; en el sentido de la equidad; si bien se debate es desde las diferencias, lo que posibilita la acción proceso. Tomás R. Villasante; considera que la asamblea no es una reunión entre iguales (considerarla así es algo excesivamente utópico). En la asamblea, lo mismo que en la investigación mediante el método de IAP, se parte de conocimientos y posicionamientos diferentes. En una asociación u organización social hay dirigentes, cuadros, profesionales, vecinos, personas acostumbradas a lo público, a participar y otras que no lo han hecho nunca. No todos participan igual. En cualquier proceso se parte de posiciones de desigualdad: por ejemplo sindicatos/empresarios, ciudadanía/poder local.
Sociodrama. El Sociodrama es una técnica vivencial – experiencial. Es una manera de simular qué sucede en la vida real, sirve para explorar los acontecimientos sociales; desarrolla una mayor comprensión entre los grupos y los individuos; soluciona problemas y favorece la toma de decisiones. Permite mostrar elementos para el análisis de cualquier tema, basándonos en hechos de la vida real. Se escoge un tema de interés actual para el grupo, se discute, a partir de lo cual se extraen unos objetivos de solución y se elaboran propuestas a favor de la solución de dicho problema y se establece opciones o estrategias de cambio. El grupo se prepara para la representación. Se presenta el sociodrama y a posteriori los espectadores conversan y llegan a acuerdos sobre lo tratado. Finalmente se realizan conclusiones con los espectadores.
Socio-grama. Es un mapa social, tiene sus bases conceptuales en la cartografía (método ambiental biologista). Es una técnica usada para ilustrar los engranajes sociales, Recoge diferentes conjuntos de acción de forma gráfica; trabajo de campo con entrevistas y las devoluciones sobre conjuntos de acción y propuestas; o incluso desde el flujo-grama (Que describe funciones o competencias). Por Mapa Social pues, se entiende una representación gráfica de los grupos, organizaciones y colectivos de un territorio concreto y de las relaciones que se dan entre ellos. Dice también de una semiología gráfica, que comunica y transmite información, a manera de análisis y síntesis de una situación específica.
Matriz DOFA: DAFO, FODA o SWOT (por sus siglas en inglés), como quiera llamarse, es una herramienta de múltiple aplicación que permite analizar una problemática o situación grupal (enfoque interno) y su entorno en todas sus interacciones (enfoque externo), es decir, permite trabajar con toda la información que se puede conseguir. Técnica dialéctica de síntesis, a manera de diagnóstico inicial. Realiza un diagnóstico de un grupo o inclusive a cerca de una problemática social, sobre sus propias Debilidades, Oportunidades, Fortalezas y Amenazas lo cual, dará un análisis más completo que el debate sobre puntos fuertes y puntos débiles. Un análisis DOFA juicioso y ajustado a la realidad, provee excelente información para la toma de decisiones ante problemáticas sociales, por ejemplo, permite una mejor perspectiva antes de emprender un proyecto social.
Talleres de creatividad social. El taller es una técnica cualitativa a la cual se recurre mucho en nuestro contexto, desde el trabajo psicosocial con grupos. Se incluye en este apartado dedicado a las técnicas dialécticas participativas porque utiliza técnicas de participación como dinámicas de grupo desde lluvia de ideas, dinámicas de autodescubrimiento, de análisis y reflexión históricos, formas de comunicación intergrupal, habilidades directivas hasta procesos de intrusión social. Es una técnica que metodológicamente se realiza desde la discusión y la reflexión, ubicándola dentro de las técnicas estructurales o cualitativas. En nuestro entorno de intervención psicosocial a grupos poblacionales específicos en procesos de formación comunitaria, se ha intencionado desde la construcción participativa. Lo cual fusiona desde los principios de flexibilidad y contextualización, las técnicas dialécticas y las cualitativas. Por ello amerita retomarlo, en esta asignatura dedicada a las técnicas participativas, haciendo énfasis en lo puntual de la intervención participativa que en los últimos tiempos, viene caracterizando esta técnica social. Se fundamenta en grupos de discusión y debates prácticos participativos, sobre asuntos de actualidad del proceso intervenido, donde se preparan las tomas de decisiones, a partir de grupos de trabajo con un ambiente agradable y de creatividad, por ejemplo conversatorios sobre temas específicos, alrededor de bordados, chaquiras, u otros trabajos artesanales como atrapa sueños, el mándala o, preparación de alimentos, trabajo en huertas, entre otras producciones grupales, que puedan además, incluir un local adecuado y relajante para la interacción, con música, juegos, teatro, humor, o videos que abran cada sesión. Fundamental que se den desde la auto-convocatoria; es también importante, decidir los temas concretos sobre los que trabajar en cada sesión del taller, de tal manera que se sienta que hay una construcción de equipo a manera de proceso. Debe haber un grupo operativo que prepare y cuide estos detalles y siga la coordinación técnica del proceso, para que vayan encajando todas las piezas (es decir un equipo profesional que planee desde la flexibilidad y garantice una adecuada ejecución y cumplimiento de metas). La creatividad en estos talleres es el motor sobre los que se basa la continuidad del proceso. Por eso no se debe quedar en este o aquel tipo de técnicas sino construir la adecuada a cada caso. Puede ser trabajar con grupos vinculados a la propuesta, o pueden ser grupos especialmente organizados para un tema, con tiempos adecuados a cada problema y cada tipo de participantes. Personas y sociedades reflexivas y creativas desde la participación cultural, que busca desarrollar una cultura popular integral (D´Angelo Hernández, Ovidio. 2003) Esta es una posibilidad que presenta la masificación de la cultura en el empoderamiento de los diferentes actores sociales desde sus contextos propios comunitarios e institucionales. Son los propios actores sociales los que deben asumir, en su condición de sujetos activos y transformadores la
interpretación y reconstrucción de sus realidades cotidianas, construir la nueva cultura popular. 1 (D´Angelo Hernández, Ovidio. 2003) El coordinador de grupos, en este caso, actúa como promotor del pensamiento reflexivo, de la expresión vivencial y corporal, del cuestionamiento positivo y la generación creativa. Favorece(n) la prevención de conflictos al crear capacidades de construcción conjunta del conocimiento, a partir de los saberes que se movilizan desde la realidad cotidiana, lo que a su vez, fomenta capacidades de negociación y concertación en la medida en que se forman competencias individuales y colectivas en las dimensiones reflexivo-creativas, de interacción social cooperada, ética y de autodirección y proyección vital; o sea, se provee de recursos de empoderamiento a los actores sociales para gerenciar sus propias situaciones problemáticas o conflictivas. Esto, al mismo tiempo les posibilita el acceso a espacios de poder a través de estrategias que combinan la concertación con la generación de soluciones creativas, potencialmente satisfactorias para todas las partes. Al mismo tiempo, eventualmente, el gestor social actúa como mediador de situaciones conflictivas que se producen al interior del grupo (ya sean por intereses o posiciones contrapuestos, por conflicto de roles, etc.), de manera que propicia la clarificación de la situación, la identificación de los puntos en conflicto y promueve la reflexión colectiva sobre el conflicto y las posibilidades de su solución, en un ambiente de argumentación franca, autocrítica y autocorrección que es facilitado especialmente (D´Angelo Hernández, Ovidio. 2004) Pensar el taller implica considerar ¿qué caracteriza y hace posible este espacio?, ¿qué lo hace particular?, son estas preguntas las que señalan el camino o la ruta a seguir en los procesos grupales. Esta propuesta de taller conlleva una lectura de condiciones que rodean al grupo a iniciar proceso formativo, en términos de particularidades culturales en las que se circunscribe la vida de las personas, aspectos del ambiente que van en contra, aspectos que lo favorecen, necesidades, problemáticas e intereses específicos, expectativas, situación socio-educativa. Otro nivel de contextualización tiene que ver con el grupo en sí que va a hacer el proceso, aquí antes de iniciar es fundamental considerar: género, edad, número de personas, nivel educativo, entre otros. Por último, es importante tener en cuenta la contextualización del profesional, con este ejercicio puede limitar sus aspiraciones, definir los objetivos personales que
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Una hermenéutica crítica, psicoanalítica, humanista y marxista se impone en el examen desprejuiciado e integrador de los complejos procesos socioculturales y participativos de la actualidad. Los intentos de ''desmontaje'', ''deconstrucción'' o'' develación interpretativa'' de los procesos profundos que conforman la trama de la experiencia humana, tendrían que ser considerados como comprensión integradora. Las posibilidades de un reajuste constructivo para el despliegue de las potencialidades individuales y sociales, pasa por la deconstrucción o desmontaje de los ámbitos de contradicción que permita elaborar creativamente las estrategias desarrolladoras de la participación sociocultural.
guiaran el trabajo, identificar la pertinencia de las técnicas de intervención que utilizará y a partir de allí planear el taller. Formas de intervención en el taller Las formas de creación que se dan en un grupo, están estrechamente relacionadas con las formas que utiliza el profesional para dinamizar la producción grupal, la construcción y apropiación de saberes que les ayudaran a sí mismos y a las comunidades a construirse en su propio contexto. Se entienden como la acción que parte de la lectura de lo que sucede en el grupo y trasciende hacia la intervención, ofreciendo una amplia gama de opciones a la hora de movilizar obstáculos y posibilitar al grupo el cumplimiento de su objetivo. Entre las técnicas de intervención más utilizadas están: la interpretación, el señalamiento, la devolución, la puntualización, las preguntas y las técnicas de acción lúdicas. El taller desde la intervención psicosocial propone dar uso adecuado y recurrir a estas técnicas, en tanto sean métodos utilizados para movilizar al grupo cuando lo requiera, recordando que estas son medios no fines en si y que requieren experticia y sensatez del profesional. Por tanto, no hay que darles mayor importancia que al resto de formas de intervención; ni hay que esperar demasiado de ellas, al final lo que se espera es que el grupo mismo, pueda avanzar en su elaboración, no que realicen un tratado reflexivo sobre la técnica vivida. Por tanto hay que adecuar la técnica al grupo y no el grupo a la técnica. Siempre hay que preparar cada actividad educativa, pues ellas son experiencias únicas, cada taller, cada actividad es un momento único en el proceso. Es importante ser creativos y de acuerdo a la temática y contexto grupal, combinar algunas técnicas. Es importante tener en cuenta de hacer los siguientes pasos y según cada grupo poblacional ajustarlos o adecuarlos: 1) Encuadre: Consiste en hacer explícitos y a manera de contrato la concertación de las normas con el grupo. Se trata de acordar puntos de referencia, las reglas o condiciones, que viabilizarán el desarrollo de los talleres y la construcción grupal. Es importante siendo coherentes con los principios pedagógicos que estas normas sean construidas con el grupo y no impuestas externamente. En el encuadre debe quedar claro la duración del taller, el lugar de trabajo, la temática que se va a abordar, la delimitación del objetivo y la metodología que se va a utilizar. Igualmente es necesario recalcar en este momento las condiciones mínimas para la construcción grupal como la construcción participativa, la promoción del trato digno en las distintas interacciones, la importancia del respeto por otros y otras, lo que conlleva a respetar la palabra y saber escuchar, la flexibilidad, es decir abrirse a la posibilidad de encontrar otras lógicas en los discursos y vivencias, evitando caer en juicios y criticas con ligereza.
2) Motivación Introductoria: Pueden utilizarse técnicas de presentación, rompehielos o lúdicas. La utilización de una técnica adecuada al inicio favorece la creación de una atmósfera apropiada y la consolidación de una relación de empatía entre profesional y el grupo. 3) Abordaje de la temática: Se puede recurrir a diversas técnicas, siempre adecuadas al tipo de población. Se recomienda utilizar técnicas en las que los y las participantes puedan generar un proceso de introspección frente a algún aspecto de su vida enlazado a la temática, buscando crear un ambiente propicio donde las personas logren recrear sus vínculos, donde se involucren de tal manera que puedan reaccionar y adoptar actitudes espontáneas que posibiliten la toma de conciencia y la transformación de aspectos que no favorezcan el desarrollo humano. 4) Reflexión y/o análisis crítico: La reflexión se erige como eje de los procesos formativos y participativos, al ser una de las vías por excelencia para generar procesos de visibilización, comprensión y posible transformación de problemáticas sociales. La reflexión posibilita analizar lo vivido y las formas de asumir las vivencias, de volver sobre el propio decir o el de otros y otras, para comprender, adquirir claridades y poner limites sobre los actos cotidianos a partir de problematizar la situación abordada, por medio de preguntas que permitan contrastar las vivencias. La tesis entra a ser discutida por los integrantes del grupo, la validan o no y argumentan las razones, de ahí que la función del profesional es instalar, promover y canalizar la temática, estimulando al grupo a la construcción. 5) Devolución: En la devolución el profesional recoge los puntos centrales que se desprendieron del abordaje de la temática y que apuntan directamente a los objetivos del taller y se los restituye al grupo en forma organizada, coherente. La devolución implica devolverle al grupo sus elaboraciones, las cuales dichas en palabras del profesional generan un efecto de claridad y contundencia. La devolución también permite señalarle al grupo que el taller va llegando a su final, por lo que es un momento propicio para que el profesional gestor, proponga o sugiera algunas recomendaciones prácticas. 6) Evaluación y Cierre: Se propone como eje transversal del todo proceso educativo, requiere que se destinen unos momentos para realizar esta importante tarea. Es el tiempo de invitar al grupo a pensar en su proceso personal, con preguntas fundamentales para el cierre de cada sesión: ¿qué aprendizajes obtuve hoy?, ¿para qué sirve lo trabajado en el taller?, ¿cómo podemos llevarlo a la práctica? Las respuestas pueden dar cuenta del nivel de apropiación que se alcanzó durante el taller, y a la vez exige al grupo a trascender el plano de la reflexión, permite amarrar las condiciones psicosociales presentes en los distintos contextos, que tienen que ver con las posibilidades reales a la hora de ir a la acción, contemplando qué se encuentra bajo su gobernabilidad y que no. Se sugiere garantizar en cada taller un tiempo para consignar por escrito las respuestas personales, las cuales favorecerán el auto seguimiento del trabajo
personal. Al concluir el proceso se retomarán para que cada participante los contraste con su cotidianidad y pueda dar cuenta de su propia evolución. Apoyo al Apoyo. En un principio el grupo de apoyo al apoyo se llamó grupo Balint, en homenaje a su autor el psiquiatra y psicoanalista húngaro Michael Balint, quien vinculado a la clínica Tavistock de Londres propuso seminarios de formación a los médicos; con énfasis en la comprensión de ese campo de interacción humana imaginaria, simbólica y real en que se convierte la relación medico-paciente. Esta propuesta formativa se interesó en la cualificación de la relación medico con sus pacientes, y tenía como objetivo la comprensión psicológica de elementos conscientes e inconscientes de la relación, el reconocimiento de la importancia de leer las transferencias y contratransferencias con sus pacientes (Cristina Benedetti y otras, 1999). Se trabaja a partir de la presentación de situaciones-casos, expresando emociones, pensamientos vividos en la interacción con un grupo o la comunidad, y en su deseo puesto (el del profesional interventor psicosocial) en relación con la función de acompañamiento, asesoría y apoyo psicosocial. Más que una técnica es una estrategia de apoyo psicosocial entre los profesionales o gestores sociales que intervienen a las comunidades. Para apoyar o ser garantes de la catarsis necesaria que una persona que trabaja con lo humano, requiere. Trabaja las Dificultades, confrontaciones, frustraciones o situaciones conflictivas con la comunidad y hasta los estados de insensibilidad ante el drama humano. Todo en pro de humanizar la intervención y que no se haga desde un activismo mecánico, en el que se puede caer sino se pregunta sobre el hacer y sí este, no se formaliza. Los grupos de apoyo al apoyo o grupos Balint tienen por objetivo que cada profesional o gestor social: • Amplíe la mirada diagnóstica sobre la situación de una comunidad, grupo o problemática psicosocial. • Despeje el espacio pedagógico de intervención a partir del reconocimiento de cómo y desde donde se ha involucrado afectivamente con la situación. • Reconozca y resuelva obstáculos epistemológicos, pedagógicos y metodológicos. Es importante que los profesionales tengan la posibilidad de encontrarse, de exponer sus dificultades en grupos pequeños y estables en los cuales la confianza pudiera instalarse progresivamente.
Su utilización ha demostrado favorecer el acercamiento de la brecha entre el saber acerca de lo psicológico, su aplicación en el campo de la educación y su disponibilidad en las micro prácticas. Se considera que este ejercicio permite pensar asuntos de lo personal puestos es la interacción psicosocial, sea desde lo positivo o negativo transferencialmente, en último termino alude a la posición ética-subjetiva de quien se pone en este lugar. Lo anterior permite reconocer asuntos subjetivos puestos en intervención psicosocial, redundando esto en la cualificación personal y profesional. Este tipo de propuestas en grupo, es una respuesta particularmente adaptada para aquellos que tienen necesidad, sobre todo al comienzo de su carrera, de un lugar en el que puedan «intercambiar» sobre las maneras que han encontrado de resolver los problemas que les plantean la intervención. Dentro del encuadre se propone al grupo la participación frente a lo presentado, aportando desde la lectura que se hace de la interacción, desde la propia experiencia, entre otras.
Referencias bibliográficas López cabañas, M y Chacón F. Intervención psicosocial y servicios sociales: un enfoque participativo. Ed. Síntesis, Madrid 1997. Martín, P. Balance de diferentes técnicas participativas para integrar metodologías participativas. 2000. D´Angelo Herández, Ovidio. Problematización y manejo de conflictos: ¿mediación, concertación, solución, formación reflexiva?. CIPS, Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, La Habana, Cuba. Diciembre 2004. Luis Justo, Fabiana Erazun, Jorgelina Villarreal La investigación participativa como derecho: ¿posibilidad o utopía? Buenos Aires 2003. Rodríguez Villasante, Tomas. La investigación social participativa. ED el viejo topo, Madrid 2000. Rodríguez Villasante, Tomas. La Sociopraxis Es Un Acoplamiento Entre Muy Diversas Metodologías Implicativas e Instituyentes. 1998. R. Villasante, Tomas. Procesos para la Creatividad Social. 2000. R. Villasante, Tomas. De los movimientos sociales a las metodologías participativas En: J.M. Delgado y J. Gutiérrez: Métodos y Técnicas cualitativas de investigación en ciencias sociales. ED. Síntesis, Madrid, 1994. R. Villasante, Tomas. Metodologías participantes y práxicas En: Cuadernos de la Red nº 3. Red CIMS. ED. Síntesis, Madrid. 1995. Texto tomado del módulo de “Metodologías de intervención participativas”; especialización en intervenciones psicosociales, facultad de psicología FUNLAM. Escrito por John Jairo García Peña, 2008.