Sobredosis de clichés

19 dic. 2013 - Boone. fotografía: Tim Orr. música: Mike Mogis y Nate Walcott. edición: Robb Sullivan. elenco: Greg Kinnear,. Jennifer Connelly, Lily Collins, ...
5MB Größe 8 Downloads 31 vistas
espectáculos | 3

| Jueves 19 de diciembre de 2013

cine

Sobredosis de clichés u n lug a r pa r a e l a mor (stuck in love, ee.uu/2012). ★★

regular . dirección y guión :

Josh

Boone. fotografía : Tim Orr. música: Mike Mogis y Nate Walcott. edición : Robb Sullivan. elenco: Greg Kinnear, Jennifer Connelly, Lily Collins, Nat Wolff , Logan Lerman.distribuidora: CDI. duración: 97 minutos. calificación :

para mayores de 13 años con

reservas.

L

a ya clásica familia disfuncional que parece indispensable en cualquier film que aspire a ser considerado indie está aquí integrada por escritores. Uno, papá, ya consagrado, pero ahora estancado en su creatividad desde que no ha podido digerir el abandono de su ex mujer, pasa más de una noche espiándola furtivamente en su intimidad con el nuevo marido. El hijo menor, adolescente, ha heredado su vocación literaria y su espíritu romántico, que por ahora vuelca sobre una compañerita de estudios presa de su adicción a las drogas. La hija mayor, ya universitaria, es su opuesto: prefiere la literatura (a la que se dedica con pasión y disciplina) al amor, del que descree; en los hombres sólo ve fugaces compañeros de aventuras sexuales. Todo por culpa del golpe que significó para ella el divorcio de los padres y en especial el adulterio cometido por su mamá, a la que ahora detesta. No es el mejor panorama para llegar al Día de Acción de Gracias,

el encuentro de familia con el que se abre la historia, bastante prometedora en ese punto por la personalidad definida de sus personajes y por la diversidad de conflictos que presenta cada uno. La temporada en la casa de la playa parece anunciar un retrato sensible y con posibles derivaciones hacia lo romántico, el drama familiar, las crisis de los adultos y las confusiones de los jóvenes, También, es cierto, amenazan con multiplicarse los apuntes sobre el mundo literario, visto desde una perspectiva bastante ingenua y sobrecargados de conceptos que quieren ser sesudos y suenan forzados. No sería esa la peor falla de Un lugar para el amor porque al menos hay aciertos en el tono narrativo –ni demasiado ligero ni demasiado grave–, en la pintura de ambientes y en la descripción de los personajes, incluidos algunos de breve intervención. Y porque cuenta con un grupo de actores cuya naturalidad contrarresta bastante los clichés. Lo grave es la tendencia de Boone a recurrir al Hollywood más convencional con el envoltorio de un cine independiente que ha ido despojándose de esa herencia, en buena medida porque ya ha creado sus propias tradiciones y su propia galería de lugares comunes. Ya sobre el final, cuando –como cabe imaginar– se desembarca en la nueva escena del Día de Acción de Gracias que servirá de cierre, la colección de convencionalismos ha llegado al borde de la sobredosis.ß Fernando López

En el centro del film, el policía antiterrorista israelí del título, que debe combatir una célula de connacionales

zeta films

cine

Guerra de nervios sin héroes ni mártires policeman (hashoter, israel/2011). ★★★★ y guión:

muy buena. dirección

Nadav Lapid.fotografía: Shai Goldman. edición: Era Lapid. elenco:

Yiftach Klein, Yaara Pelzig, Michael Mushonov, Menashe Noi, Michael Aloni. duración: 107 minutos. calificación: apta para mayores de 16 años.

G

anadora del premio mayor de la edición 2012 del Bafici, Policeman es una película excesiva y contundente que tiene como protagonista a un integrante de una brigada de policías antiterroristas israelíes que ejecuta fríamente a sus enemigos sin demasiado interés por las víctimas inocentes, sobre todo si son árabes. Durante un buen tramo, la película muestra con crudeza los prejuicios, el machismo y el nacionalismo exacerbado del “policeman” del título, pero –en un giro inespe-

rado– empieza a reestructurarse, a partir de la segunda mitad, en torno a un conflicto que no enfrenta a este cuerpo de elite con sus habituales adversarios (los árabes son apenas una amenaza que permanece fuera de campo en toda la historia, una decisión inteligente y efectiva), sino con una célula de jóvenes terroristas judíos de corte muy fassbinderiano que pretende combatir mediante la violencia las injusticias económicas y morales de una sociedad cruzada por las tensiones.

De ahí en más, la historia se convierte en una guerra de nervios sin héroes ni mártires. Se trata de dos grupos incapaces de poner en duda sus propias convicciones, valores y rutinas, gente de una misma sociedad que parece hablar distintos idiomas, respetar códigos muy diferentes. En Israel, la película provocó un revuelo importante que terminó con la intervención a su favor del ministro de Cultura. No es del todo común que un israelí –el director Nadav Lapid, en la misma senda de otro polemista judío, Avi Mograbi– cuestione la aparente cohesión social de un país cuyo estado propugna ese ideal de unificación sin quiebres como política

fundamental ante las disputas con sus vecinos territoriales. En Policeman, todos los personajes hablan sin pausa, pero esas palabras dicen menos que aquello que manifiestan los cuerpos: el protagonista masajea a su mujer embarazada con la misma precisión quirúrgica que ejecuta a sus rivales y los arrebatos sexuales que empiezan a aflorar en medio de esa batalla interior de tintes un poco grotescos tienen muy poco de placenteros. La liberación sexual, el confort y el dinero, nos dice Lapid, no son paliativos para una sociedad que detrás de esa fachada reluciente esconde congojas y frustraciones cada vez más difíciles de tolerar.ß Alejandro Lingenti