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septiembre / noviembre 08
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robert segura el cómic y el futuro de las bibliotecas music collection como todo el mundo buñuel en el laberinto de las tortugas biblioteca carl barks el gran lienzo viaje a italia fueye super oso y su amigo crónicas birmanas un día cambio climático y sostenibilidad batman: año 100 gari folch fun home soy mi sueño autobiografía no autorizada novedades recomendadas x
ROBERT SEGURA (1927-2008) Es curiosa la forma de golpearnos que tienen algunas noticias. Manel de Cos, editor de Ediciones B, me acaba de llamar para, afligido, comunicarme el fallecimiento de Robert Segura. He tenido que repetir, preguntándomelo, su nombre y su apellido. ¿Robert Segura? Sí, Robert Segura, una de las firmas puntales de la segunda generación de la Escuela Bruguera, dibujante de trazo enérgico, buen conocedor de la técnica narrativa de la historieta, recreador de personajes expresivos e impetuosos, autor de Roberto Picaporte, solterón de mucho porte, de Lily, de La Panda y de otras decenas de series que ocuparon los tebeos de Bruguera durante treinta años. El tiempo, un enemigo de primer orden, no se detiene, y la lógica apunta a que en una edad avanzada se está más cerca del final, pero la desaparición de alguien que ha significado cosas para ti nunca se percibe como algo lógico. Antes de conocerlo personalmente, sabía que Segura era uno de los más vitales historietistas de humor del siglo XX, un creador de personajes llenos de frustraciones y, por tanto, reales, que estaban en este mundo, que eran creíbles por mucho que la mampara de la ironía y el humor los elevara a otro nivel menos mundano. Como muchos de sus compañeros en Bruguera, o en Ediciones TBO o en Editorial Valenciana, el suyo fue un talento también reprimido de alguna manera. O, mejor dicho, superviviente de su tiempo. No pudo disfrutar de sus derechos de autor hasta tiempos recientes, ni recuperar muchos de sus originales; no fue objeto de premios rimbombantes aunque recluidos en el mundillo de la historieta, pero sí obtuvo el reconocimiento: fue objeto de una excelente exposición y, recientemente, protagonista con sus criaturas de un tomo recopilatorio. Aunque él debía saber que el reconocimiento real estaba en sus lectores y en el recuerdo que albergan de su obra. Le conocí muy poco, pero lo suficiente como para disfrutar de un hombre humilde, orgulloso de su profesión, buen pintor también, un hombre de modales suaves, de risa fácil, ocurrente, elegante, que recordaba con embeleso sus muchos años de profesional. Un hombre sano, sin rencores, que no se sentía maltratado por la vida. La suya era siempre una conversación ágil, intuitiva y divertida. Me siento muy orgulloso de haberlo leído y conocido. Él ya no está, pero sí su espíritu y su obra. Una obra a reivindicar. Antoni Guiral
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SEGURA Roberto Segura Monje (Badalona, 1927-2008)* “Los ´monos´ de Segura son expresivos, vivaces; sus chicas, proporcionadas, caricaturas de la vida. Todos hemos tenido una vecina chismosa y quejica como la de La Panda y conocemos a un holgazán metepatas, como Pepón. Son personajes que están ahí, a un paso de nosotros. Éste ha sido uno de los factores importantes del éxito de Segura como dibujante”; este texto lo escribió Armando Matías Guiu en el nº 11 de Bruguelandia (1982), y tengan por seguro que este gran periodista, escritor, técnico editorial y guionista sabía de lo que hablaba. Segura es, en efecto, ese dibujo directo y expresivo, casi frenético, que llama la atención por su frescura y por la energía del trazo; Segura es, también, un observador que plasma en viñetas las tipologías esenciales del teatro de la vida, que retrata a los habitantes de pueblos y ciudades de un plumazo, conservando su caracterología o, mejor dicho, caricaturizándola y, por tanto, exprimiendo su esencia. “Lo primero que hago es captar una idea de cualquier escena callejera”, afirmaba Segura en una entrevista publicada en el periódico Última hora de Ibiza (1981), y añadía: “acto seguido, sobre una cuartilla, la desarrollo en forma de guión y, una vez realizada esta fase, tan sólo queda dibujar la historia a lápiz y pasarla a tinta”. Es la forma de ver de Segura la que se transmite en sus historietas, la forma de ver a la gente y su capacidad para el humor franco y directo, una mezcla que genera la ironía y en ocasiones el sarcasmo que destilan las vidas de personajes como Rigoberto Picaporte o Pepón, ambos con poco oficio y sin beneficio, víctimas de unas circunstancias adversas provocadas por su propia ineptitud. Y es que Segura ama tanto a sus criaturas que provoca, aparte de la hilaridad, la sensación de que el destino se les escapa de las manos, lo que alienta entre sus lectores un cariño especial por estos perdedores. Hay, siempre, una relación franca entre Segura y sus personajes, una relación casi de dependencia; por muy inútiles o zarrapastrosos que sean, no podemos odiarlos o ignorarlos, porque la devoción hacia estos seres de papel que transmite el autor, llega al lector. Da igual que los protagonistas sean mujeres de buen ver, inseguros adolescentes, ineptos pilotos y marinos o niños revoltosos, todos ellos llevan ese particular sello de Roberto Segura que los convierte, inmediatamente, en entrañables. No es posible retener en la memoria los tebeos de humor de Bruguera sin quedarse con alguna imagen dibujada por Segura. Estuvo cerca de 30 años en aquella editorial, asumiendo todo tipo de encargos y desarrollando personajes para lectores infantiles y juveniles, trabajando en solitario o en equipo (junto a Andreu Martín como guionista), mimando historietas, chistes (muchos de ellos con el arte moderno como objetivo, por cierto) e ilustraciones de portadas cuyos colores, vivos y evocativos, reflejan en parte su pasión por la pintura. Pasión aplicada a todas sus historietas, en los detalles, en los argumentos, en ese inconfundible y vivo trazo de dibujante que siente su trabajo. Precisamente por ello es difícil quedarse con uno o dos personajes de Segura; todos ellos, sean matrimonios (Rebóllez, Alcorcón), grupos infantiles o juveniles (la alegre pandilla, la panda, la panda “pop”), chicas en edad de merecer (Polita, Maritina, Piluca, Marilú, Lily), solterones (Rigoberto Picaporte, Pepón) o profesionales del mar y el aire (el capitán Serafín, el grumete Diabolín, Pepe Barrena), poseen esa especie de fulgor, de personalidad tan especial que los convierte en miembros de una gran familia de la que es difícil destacar algunos de sus miembros porque, de hecho, son también la familia del lector. * Este texto, y la bibliografía que sigue, están extraídos de Los tebeos de nuestra infancia: la Escuela Bruguera, 1964-1986, de Antoni Guiral (Ed. El Jueves). Todas las imágenes están extraídas de Cuando los cómics se llamaban tebeos: la Escuela Bruguera, 1945-1963, de Antoni Guiral (Ed. El Jueves).
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Roberto Segura Monje Bibliografía Principales series y secciones humorísticas: Cosas de Chuky (Florita, 1950). Polita (Lupita, 1951). Las aleluyas de Pinocho (Pinocho, 1957; junto a Gin). Humor sideral (Futuro, 1957). Rebóllez y Señora (El DDT, 1957). Rigoberto Picaporte, solterón de mucho porte (El DDT, 1957). Maritina, la chica de la oficina (Can Can y Sissi, 1958). Los Señores de Alcorcón y el holgazán de Pepón (Ven y Ven y Suplemento de Historietas de El DDT, 1959 y Tío Vivo, 1960). Las chicas de Segura (Can Can, 1959). Piluca, niña moderna (Blanca y Sissi, 1959). Tere Mary y Pura (Sissi, 1959). Nicasso (El Campeón de las Historietas, 1960). Sportín (El Campeón de las Historietas, 1961). La Alegre Pandilla (Mundo Juvenil, 1963). Laurita Bombón, secretaria de dirección (Lily, 1963). Marilú (Fans, 1965). El Capitán Serafín y el grumete Diabolín (DDT, 1967). La Panda (Gran Pulgarcito, 1969; Super Pulgarcito y Mortadelo, 1970; Super Mortadelo, 1972; con guiones propios y de Andreu Martín). Pepe Barrena (Gran Pulgarcito, 1969; Mortadelo, 1970; Super Mortadelo 1972; con guiones propios y luego de Andreu Martín). Lily (Lily, 1970). La panda “Pop” (Lily, 1970). Gina (Gina, 1978). Los Muchamarcha's (Guai!, 1986). Don Roge y Doña Lilistrata que con sus hijos meten la pata (TBO de Ediciones B, 1991). También publicó en: Diari d'Andorra, Gente de Comic, JAuJA y Jordi, entre otras. Selección de monografías de sus personajes: Entre 1971 y 1979, recopilaciones en la Colección Olé de Bruguera de sus personajes Rigoberto Picaporte, El Capitán Serafín, La Panda y La Alegre Pandilla. Rigoberto Picaporte y compañía (Ediciones B, 2006).
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POR VICENTE FUNES
El cómic y el futuro de las bibliotecas Desde hace décadas, el mundo bibliotecario no deja de interrogarse y lanzar predicciones sobre el futuro de las bibliotecas: primero fueron las nuevas tecnologías, después los nuevos formatos, y ahora la web 2.0, (dentro de poco harán un realityshow de supervivencia bibliotecaria, todo un éxito de audiencias, seguro); pero nadie se ha planteado que en realidad, ¡¡el futuro de las bibliotecas está en el cómic!! ¿Exagerado? Pues claro, de eso se trata hablando de cómics: de onomatopeyas, signos de exclamación, y rótulos sensacionalistas que atraigan las miradas. Lo cierto es que a veces los bibliotecarios parecemos pescadores lanzando cebos con los que atrapar lectores: los engolosinamos con los cds, luego dvds, equipos informáticos y ahora con el blue-ray. Todo con tal de contradecir a esas estadísticas que aseguran que en España no se lee. Lo malo es que ahora la música y las películas se pueden descargar de la red, y que cada vez más, la gente tiene Internet en casa. A fin de cuentas, resulta que los que nos siguen quedando, siempre fieles, son esos lectores que tan poca presencia tienen en las susodichas estadísticas. Pero, ¿y el cómic? ¿Dónde quedaba hasta ahora su potencial para captar nuevos lectores? ¿Cómo no habíamos aprovechado antes su cruce bastardo entre lo visual y lo escrito para usarlo de señuelo? Pues bien, algunas bibliotecas lo estamos haciendo de unos años a esta parte; y finalmente ya se pueden trazar líneas entre los puntos dispersos que surgen aquí y allá por el mapa bibliotecario, como en un pasatiempo de esos en los que hay que dibujar las líneas entre números para descubrir el dibujo oculto. El orden a seguir no importa, lo que es seguro es que el dibujo resultante será un dibujo de cómic. Y el pasado 10 de octubre, dentro de LIBER se trazó una nueva línea gracias a la mesa redonda organizada por FESABID en torno al “Cómic, lectura y bibliotecas”. Allí surgió el interés por un artículo sobre la Comicteca de Murcia para este boletín, una excusa como cualquier otra para seguir haciendo proselitismo del cómic entre nuestro gremio.
La Comicteca de la Biblioteca Regional de Murcia Fue el año 2003 cuando la Biblioteca Regional de Murcia se lanzó al ruedo comiquero y creó su sección de Comicteca, al margen de los cómics dedicados al público infantil y juvenil. Está situada en la primera planta del edificio y actualmente ocupa un total de 130 m2, en los cuales se distribuyen 24 módulos diseñados especialmente para esta sección, y que simulan mastabas de madera y metacrilato. Con ellos se pretende, por un lado, solventar la variedad de formatos que presentan los cómics, y que los hacen tan difíciles de colocar a veces; y por otro, aprovechar al máximo el atractivo irresistible de sus portadas. De esta manera, por las dos caras de estas pirámides escalonadas se ordenan en cascada títulos de cómics europeos, americanos, españoles e hispanoamericanos, mangas y murcianos. Las estanterías tradicionales quedan para el fondo de obras de referencia sobre el cómic. Dispone de 12 puestos de lectura tapizados con imágenes de cómics y de un expositor de novedades con iluminación interior. Y todo ello pensado para que cualquier usuario no ganado a la causa del cómic, y que esté buscando entre las estanterías de la Mediateca contigua, sienta un irrefrenable deseo de, al menos, darse un garbeo por la zona a ver de qué va, y, ¿quién sabe?, igual hasta de llevarse en préstamo algo más que un cd o un dvd. Esta sección concentra el grueso de la colección de cómics de nuestro centro, concretamente 7.522 volúmenes, que junto con los 2.393 que nutren la sección Infantil y Juvenil, y los 3.083 que completan los fondos de nuestros cinco bibliobuses, hacen que actualmente reunamos un total de 13.000 cómics de todas las tendencias y estilos para satisfacer tanto a gourmets como a neófitos que se acercan al medio por primera vez.
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POR VICENTE FUNES
La consideración inicial de ser un fondo para lectura en sala afortunadamente quedó atrás en abril de 2008; y sólo en los siete meses1 que hace que los cómics se nos rebelaron y salieron del centro, llevamos un total de 17.354 préstamos. ¿Hacen falta más datos para convencer a bibliotecarios/responsables políticos de potenciar el cómic? Pero dejémonos ya de tanto dato numérico, y centrémonos en lo que se persigue con esta sección, más allá de ofrecer un fondo de cómics, apreciado y frecuentado por la afición. Después de todo recae sobre él la responsabilidad de asegurar parte del futuro de las bibliotecas, o ¿todavía suena a boutade la afirmación del principio? Bien, demos tiempo al tiempo. El mundillo del cómic sigue basculando entre lo amateur y una incipiente respetabilidad en los medios. Como satélites, no siempre en la misma órbita, pululan por su perímetro los autores, la industria, los aficionados, y en la distancia, un público potencial al que una tímida fuerza gravitatoria empieza a atraer. Pero, ¿y el espacio para que todos confluyan? Pues las bibliotecas, qué duda cabe. Desde el principio, en la de Murcia, paralelamente al crecimiento de la sección se han ido desarrollando actividades para que autores, editores, aficionados y público en general sientan que la biblioteca es el lugar de encuentro del mundillo del cómic en nuestra comunidad. Dos son los eventos que centran las actividades con periodicidad fija: el ciclo mensual (H)ojeando cómics, y el encuentro anual Cómic Corner, ambos coordinados por nuestros ilustres historietistas Juan Álvarez y Jorge G. El ciclo (H)ojeando cómics lleva desde 2005 convocando a profesionales de primera línea para que compartan sus experiencias con nuestro público. La lista de invitados hasta la fecha incluye a nombres como Carlos Pacheco, Purita Campos, Tha, Carlos Sampayo, Mariel Soria, Horacio Altuna, Juan Giménez, Joan Navarro, Mauro Entrialgo, Max, Carlos Giménez, Albert Monteys, Pasqual Ferry, Daniel Torres, Rubén Pellejero, Kim, Álvaro Pons o Kano. El que después de cuatro años siga existiendo, y con programación ya para el 2009, habla claramente del éxito de la iniciativa. Cómic Corner en cambio es anual, lleva dos años celebrándose, y se concibe como un encuentro entre autores, aficionados y público en general, que incluye mesas de debate, proyecciones y coloquios. Junto a nombres tan ilustres como los de (H)ojeando cómics, se persiguen otras visiones en torno al cómic, buscando figuras con repercusión en los medios mayoritarios que actúen de reclamo para un público en principio no tan afín a la viñeta. Un cebo como cualquier otro. En las dos ediciones celebradas hasta el momento, se contó entre otros con Mark Buckingham, Carlos Grangel, Dani Acuña, José Luís Munuera, Claude Mézières, Manel Fontdevila, Joaquín Reyes o Miguel Gallardo. Dentro de otro orden de actividades se encuentra el club de los lectores de cómics, las reseñas de la sección “Los tebeos no son cosa de niños” de nuestra publicación trimestral ActualBiblioteca, y un especial de dicha publicación dedicado en exclusiva. ¿Proyectos futuros? Varios y ambiciosos, así que habrá que ver cómo evolucionan. De momento estamos diseñando una guía de lectura un tanto sui generis, e incubando la creación de una colección editorial para publicar cómics de autores murcianos. No se trata sólo de atraer nuevos lectores, se trata también de poner todos los medios de que seamos capaces para ayudar a los creadores, de ser centro de referencia para el mundo del cómic en general. ¿Sigue resultando exagerado lo del cómic como futuro para las bibliotecas? Bien, puede ser. En todo caso, lo que tenemos claro en la de Murcia, es que sí va a formar parte de nuestro futuro, y que también está y va a estar en el futuro de muchas otras bibliotecas que nos solicitan asesoramiento para crear colecciones, consejos para la ordenación de la colección, diseño de mobiliario, etc… Los cómics ya habitaban en las bibliotecas, pero nunca hasta ahora se les estaba sacando tanto rendimiento, y el que aún resta por sacarles: ahí está la biblioteca 2.0, otro ámbito en el que el cómic puede aportar mucho. El viento sopla a favor, sólo hace falta izar las velas, como diría Corto Maltés, y dejarse llevar por la corriente.
___ 1 Datos a 30/10/2008
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POR VICENTE FUNES
Más información sobre la Comicteca * Página de la Comicteca. * Ordenación y organización de la colección en: “Los tebeos no son cosa de niños: los cómics en la Biblioteca Regional de Murcia”: comunicación presentada al III Congreso de Bibliotecas Públicas por Vicente Funes Hernández y Antonia D. Hermosilla Moreno. Murcia, 2006. * Publicación ActualBiblioteca:
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POR ANTONI GUIRAL
escuchar, leer... Aquí, en casa, lo de relacionar la música – concretamente el rock, seamos precisos – con el cómic viene de los ochenta del siglo pasado. Eran tiempos de recuperación, pero también de reivindicación, y el rock y los cómics formaban parte del paquete “cultura popular de jóvenes y para jóvenes”, un batiburrillo inmerso casi siempre en un desencanto vital que llevaba injertado una actitud crítica y hasta cínica, rompedora y desgarradora, que delataba, como cultura que era – o subcultura urbana, como algunos la bautizaron –, el eco de aquellos días. Desde entonces, hay quien sigue aunando rock e historieta; tal vez porque algunos músicos son también historietistas – o algunos historietistas músicos, que tanto monta –; quizá porque ciertas carátulas de singles, LP o CD las firman dibujantes de cómics; igual porque se identifica a rock y a cómic como entes provocadores y alternativos... Quién sabe y, en realidad, qué más da. Pero no, la música y la historieta, como medios de comunicación con características propias, no guardan grandes semejanzas – las hay, sí, como el ritmo, el tempo o la narración, pero éste es tema de otro costal –, lo que no impide que mantengan buenas relaciones. De hecho, en Francia, la discográfica Nocturne, por ejemplo, inició en 2003 una etapa editorial con el buen tino de estrechar lazos entre música e historieta, realizando una serie de productos que incluían dos CD de un músico o grupo y un libro con páginas de cómic basadas en su vida y obra. El experimento, dispuesto en varias líneas musicales – BD Jazz, BD Blues, BD Rock y BD Chanson- fue positivo a todos los niveles, porque unía, a buenas grabaciones, unas muy cuidadas ediciones, ilustradas tanto por primeras figuras de la bande dessinée franco-belga como por jóvenes promesas. La experiencia, por suerte para todos, se ha repetido en España. El sello discográfico Discmedi – editor de producciones propias y distribuidor de catálogos ajenos – nacido en 1989 – y con obras de Antònia Font, Els Pets, Miguel Poveda o Joan Miquel Oliver en su catálogo – inauguró en 2005 una línea editorial ambiciosa en espíritu y letra – Music Collection –, que estrechaba el nexo entre música e historieta. Hasta hoy, Discmedi ha editado un total de nueve excelentes libros-CD en tapa dura que atienden a estilos tan heterogéneos como el jazz (Tete Montoliu, Chet Baker, Billie Holiday o Miles Davis), el folk (Pete Seeger), el rock and roll (Elvis Presley), la música popular cubana (Benny Moré) y brasileña (Vinícius de Moraes), y al personal estilo de un músico tan sigular como Pascal Comelade. La iniciativa está dirigida por Miquel Jurado (1951), periodista musical (El País), productor discográfico y escritor y, por tanto, toda una garantía, y por el momento ha acogido a cinco excelentes profesionales de la historieta que mezclan experiencia con voluntad renovadora. Es el caso de Gani Jakupi (1956) – guionista, junto a Jurado en algún caso, y dibujante de cuatro títulos – , nacido en Kosovo y residente en España, un hombre multifacético (guionista, dibujante, colorista, traductor, periodista, escritor, fotógrafo, animador y compositor), y clarividente, con un concepto muy abierto y experimental de la historieta, que rompe moldes y aplica técnicas mixtas – color, fotografía, collages – dotando a sus páginas de una dramatización y un tempo – de un ritmo – muy acorde al producto. [Continúa en la página siguiente…]
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POR ANTONI GUIRAL
... mirar, aprender [… Viene de la página anterior] Por su parte, Martín Pardo (1973) y David Morancho (1972), jóvenes pero experimentados historietistas con obra conjunta (Eclipse, Mal Chance, Red Mantis) y en solitario (Pardo en revistas como Totem el Comix, Kiss o Penthouse Comix, y Morancho en publicaciones como Zipi y Zape o Superlópez), han sabido dotar de un toque de elegancia y madurez a la colección con sus personales estilos y una evidente inquietud por la renovación conceptual del grafismo en la historieta. Finalmente, y en dos de sus tres lanzamientos más recientes (Pascal Comelade y Billie Holiday), Discmedi une a su elenco artístico dos figuras de prestigio reconocido y ganado a pulso en el terreno de la historieta y la ilustración, como son las de los catalanes Max (1956) – Premio Nacional del Cómic de 2007 y autor de series como Peter Punk y obras como El prolongado sueño del Sr. T y Hechos, dichos, ocurrencias y andanzas de Bardín el Superrealista – y Tha (1956) – dibujante de estilo refinado y muy personal, con trabajos en su haber como los de Absurdus Delirium y Todo es posible, escritos por Joan Tharrats, que además reúne la condición de tratarse de un (muy buen) músico profesional de jazz –. Music Collection aporta, además de una exquisita selección musical en sus dos muy bien producidos CD – que permite valorar con buen criterio la trayectoria profesional de los músicos – una selección de textos firmados por Jurado que documentan a la perfección el ambiente histórico y los entresijos vitales y musicales de sus protagonistas. En cuanto a sus historietas – algunas, como hemos dicho, escritas por Jakupi y el resto por Jurado, Morancho y Max –, no se limitan a conceder un tono hagiográfico o meramente documental: interpretan la esencia del trabajo de los músicos citados y aportan datos significativos de sus vivencias, aportando un atractivo mosaico vital que añade un interés especial a sus obras. Todo ello genera un producto cultural de primera magnitud – su edición, con Álex Eslava como productor ejecutivo, es modélica –, que mezcla con habilidad música e historieta y que, no lo duden, debería estar presente en bibliotecas públicas, privadas y escolares, porque ejerce también la pedagogía de estos dos medios de comunicación.
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reseñas COMO TODO EL MUNDO / Spiessert, Lapière y Renders
La Cúpula. 146 p. Color. Rústica con solapas. 20 € Cayó el muro de Berlín, y se proclamó el fracaso del comunismo. Han caído las bolsas con más estruendo que los cascotes del muro, y se anuncia el descalabro del liberalismo. ¿Y ahora qué? Habrá que esperar a ver qué pasa, pero lo único que se puede prever es que seguiremos igual de manejados: por los medios, la publicidad, los políticos, y desde la sombra, por los que realmente manejan el cotarro. No es nada nuevo, ni tendría por qué ser necesariamente malo: todos aprendemos a manipular con el llanto desde la cuna. Pero ya que somos peones en ese juego, deberíamos estar atentos a las reglas del mismo, para al menos saber la posición que ocupamos en el tablero. Como todo el mundo nació de forma paralela a la filmación de una película del mismo título, aún no estrenada en España. Pero que nadie se equivoque, no se trata de un storyboard publicado en formato de historieta. El dibujo de Rudy Spiessert ancla la historia al lenguaje del cómic, muy en la línea de Berberian o Andy Watson; y nos imbuye en los avatares del joven Jalil, conejillo de indias de la sociedad de consumo. Un pobre diablo desubicado, que no sabe qué casilla ocupa, y que por un instante, llega a creerse rey cuando es más peón que nunca. La primera parte de la historia inevitablemente nos recordará a la genial película de Peter Weir “El show de Truman”: una argucia audiovisual, un experimento sociológico que diría Mercedes Milá. Pero la historia continúa allí donde Weir la dejaba: si al final Truman abandonaba a su creador para enfrentarse al mundo real, en este cómic, su protagonista ha aprendido algo de las reglas del juego, y quiere mover ficha por sí mismo. Quiero ser califa en lugar del califa, que diría Iznogud. Denis Lapière y Pierre-Paul Renders (a la sazón director de la película) nos deslizan por esta trama, repleta de trampantojos y disfraces, diseccionando con fina ironía las sucesivas capas de una sociedad enferma, que si no fuera por la ternura de sus protagonistas, daría pie a un drama. En cambio, la historia se mueve a ritmo de vodevil. Los personajes van desfilando al son de unas ambiciones que sacuden desde al obrero hasta al mismísimo Presidente de la República. Nadie se queda sentado en un baile del que todos nos sabemos los pasos, porque todos danzamos en él. Algunos, embobados por la machacona melodía de los medios; y otros, empeñados en desmarcarse predicando en el desierto. Pero todos, vistos desde las alturas del poder, terminamos pareciendo como todo el mundo: peones, alfiles, caballos o torres. Y eso dando gracias, porque igual sólo parecemos simples fichas de parchís, comiéndonos unas a otras. Sin desmerecer la película de Renders (que no podemos conocer, ya que no se ha estrenado en nuestro país), no se puede evitar pensar qué habría hecho Billy Wilder con este material: sólo de pensarlo se estremece mi alma cinéfila. Pero no hay necesidad de soñar, ya que el cómic que ha llegado a nuestras manos va repleto de cinismo, sarcasmo, ironía, y de una ternura que nace de la lucidez, nunca de la sensiblería. Tal cual como en una película de Wilder: una historia en la que las leyes de la biología dan jaque mate al juego sucio del poder; y en la que el mejor marketing para venderse es ser siempre fiel a uno mismo. VICENTE FUNES
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reseñas BUÑUEL EN EL LABERINTO DE LAS TORTUGAS / Fermín Solís
Editora Regional de Extremadura. 120 p. B/N. Cartoné. 20 € Por fin otra obra de Fermín Solís, el autor de joyas como De Ballenas y pulgas, El años que vimos nevar, o Los días más largos. Fermín, además de haber sido presidente de su escalera, también es un gran autor de cómics que con cuentagotas nos va deleitando con su personal estilo a medio camino entre Rabagliati y Dupuy & Berberian. Fermín se empeña en seguir con su personal dispersión de editoriales, y en este caso es la Junta de Extremadura la que publica este título (huelga decir que esto no impide que se pueda encontrar en cualquier librería especializada). Como él mismo ha contado, el embrión de esta obra fue fruto de una casualidad: por una parte, la curiosidad del autor por Las Hurdes, esta bella y árida zona extremeña donde acudió en busca de las Musas, y por otro el interés mostrado, afortunadamente, por la Filmoteca y el Centro de documentación de Extremadura. Pero hay más casualidades que rodean esta obra: este año se celebra el 25 aniversario de la muerte de Buñuel, y también 75 años del rodaje de Tierra sin Pan, núcleo argumental de la obra de Fermín. Y otra casualidad más: cuando Buñuel rodó esta película en 1932, lo hizo gracias a la financiación permitida por un boleto de lotería premiado. Jugando a elucubrar, cuando Buñuel debió recoger dicho boleto en el alegre París de principios de siglo, poco podía pensar que este hecho acabaría desembocando un siglo después en un esplendido cómic, un medio que todavía estaba dando sus primeros pasos justo en los albores de la historia del cómic y que probablemente poco había acaparado su atención – para que nos hagamos una idea, todavía no había aparecido ni siquiera El príncipe valiente de Foster. El autor nos aproxima a lo que fue el rodaje, el origen, y a todo lo que rodeó a Tierra sin pan, la mítica película documental rodada en y sobre Las Hurdes. Fermín ficciona sobre los protagonistas, incluido el propio Buñuel, sobre sus miedos, sus decisiones, y sus excesos. Sobre muchos de ellos no existe apenas documentación y a modo de lo que hizo, por ejemplo, Chester Brown con su Louis Riel, tiende un fino hilo para deducir personalidades, actitudes, etc. y narrar hechos históricos cubriendo huecos con la inventiva. Se trata, así pues, de una ficción histórica. Para Buñuel y Cía. Las Hurdes fueron como un viaje casi iniciático a un paraje rural aislado y empobrecido, convertido en paradigma de la caricaturización para pesar de las siguientes generaciones de autóctonos, que tardaron años en quitarse el sambenito. Allí, nuestros protagonistas buscarán, con la excusa de filmar dicha película, reafirmarse a si mismos y a sus pensamientos vitales más íntimos, tanto como a sus convicciones políticas. Buñuel había vuelto de México cansado y un tanto desengañado. En París vivía entre la opulencia intelectual y la bohemia más ejemplar, pero siempre al amparo de sus paisanos y al servicio de sus geniales inquietudes creativas, en pos de la libertad y a través de la provocación que tanta fama le dio. Dicha implicación política cuajará en el mensaje que aparece al final de la película a modo de panfleto político y de claros tintes comunistas, como no podía ser de otra manera. Vivir aquellas Hurdes no podía dejar indiferente a nadie. Tanto el guión como el dibujo fluyen condescendientemente con naturalidad, sin sobresaltos y enlazando perfectamente las dos partes del libro, la nocturna noche parisina y la calurosa luz del día en Las Hurdes. El personal dibujo en blanco y negro, sello de la casa, luce con esa capacidad de sintetizar líneas entre la austeridad hurdeña y la sobrecarga detallista de la ciudad, pasando por los bellos pasajes surrealistas, simbólicos y caricaturescos. Desde aquí recomiendo la pàgina web (http://www.ferminsolis.com/) y el blog (http://www.laspelusasdemiombligo.blogspot.com/) del autor, donde podrán disfrutar de su talento, pero para completar el viaje a Las Hurdes, imprescindible acudir al amigo Youtube, donde está alojada íntegramente Tierra sin pan; recuerden: obligatorio ojearla. Nada más que agradecer a Fermín que haya publicado otra obra larga, que de buen seguro lo consolidará, si es que no lo está ya, como el gran autor que es. Son necesarias estas obras de empaque y prestigio para cotizarlo al alza. Tanto aquí como allende de los Pirineos un autor como Fermín no debe pasar nunca desapercibido. Su personal manera de abordar las historias y la manera de recorrerlas son necesarias para todos los que amamos los tebeos, así que esperamos su próxima obra, que seguro será si cabe aún mejor. JAUME VILARRUBÍ
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reseñas BIBLIOTECA CARL BARKS VOL. 1 / Carl Barks
Planeta DeAgostini. 272 p. Color. Cartoné. 25 € Lo cuenta Robert Crumb recordando su infancia en la América de los cincuenta: los hermanos Crumb, como casi todos los niños de entonces, leían cómics de Disney y les gustaban muy en particular las historietas de Donald y del Tío Gilito – Uncle Scrooge – realizadas por quien ellos llamaban “el buen dibujante”, cuyo estilo descollaba con claridad entre los de los demás artesanos de la factoría Disney. Era política editorial de ésta difundir exclusivamente el nombre de su propietario, así que publicaba tales materiales sin firma. Ni los Crumb ni ningún otro lector conocían el nombre de aquel artista, pero los chavales distinguían su dibujo y su modo de contar, y los apreciaban. Carl Barks (1901-2000) se ganó la estima de los lectores mucho antes de que éstos supieran nada de él y consiguió, pese a la anonimia que la compañía Disney impuso a su tarea, hacerse un nombre y una reputación de autor. Barks comenzó a trabajar para los estudios de animación Disney en 1935. En 1943 compuso para sus revistas la primera del medio millar de historietas del pato Donald y compañía que, en entregas de diez páginas, ideó y plasmó sobre el papel hasta su jubilación en 1966. Él dio vida a buena parte de los secundarios del famoso pato, el más notable de ellos el Tío Gilito, e inventó Patoburgo, su ciudad. Y, como era norma en la industria del cómic, sólo cobró como trabajador a destajo, una cantidad fija por página, sin derecho a firma. Pero la cualidad de sus ideas, su habilidad para dotar de sentimientos y relaciones a los personajes, más allá del simple gag, y, sobre todo, la vivacidad y la expresividad de su dibujo, transparentaron la personalidad y el talento de aquel artista desconocido. Cuando dejó de dibujar para Disney, Barks obtuvo autorización para seguir realizando ilustraciones y pinturas al óleo con sus personajes, que le aseguraron buenos ingresos hasta su muerte. Ganó así, como ilustrador jubilado, el dinero que nunca cobró siendo asalariado de la Disney. En el despiadado mundo de la producción industrial de cómics de entretenimiento, Carl Barks representa la excepción del artista que gracias a su talento consigue sobresalir del engranaje y dejar constancia de su personalidad creadora. La edición de los cómics de Disney entre nosotros ha seguido durante décadas los bruscos altibajos del negocio editorial de la historieta, de modo que a periodos de buena difusión de los productos impresos de la factoría han seguido otros en los que ha sido imposible comprarlos en el kiosco. Hace unos meses, Planeta DeAgostini reanudó la edición en castellano de historietas del sello, algunas de las más logradas entre ellas producidas para mercados filiales, como el italiano, por autores de esta nacionalidad. Es una buena noticia que las acompañe una edición digna de algunas de las historietas de Carl Barks, encabezadas por su nombre. Debe de ser indicio de que también en el universo del cómic, usualmente tan pedestre y desmemoriado, empieza a importar la firma de los pocos autores que merecen el membrete de clásicos. Gracias a esta edición, los lectores de hoy tendrán posibilidad de disfrutar de las historias de patos de Barks, sátiras que, según él mismo solía contar, brotaron del sentido del humor que encontró entre los trabajadores con los que compartió faena en su juventud, antes de dedicarse al dibujo, gentes “capaces de reírse de las más espantosas miserias”. En cada una de ellas, un mismo personaje puede ser héroe, travieso o villano, al arbitrio de una sensibilidad atenta a los matices y las contradicciones. En todas ellas, un dibujo dinámico y detallista da vida a trastadas, proyectos abocados al desastre y aventuras en horizontes lejanos con la misma agilidad e idéntico dominio de las pautas del entretenimiento. Ojalá esta Biblioteca Carl Barks tenga continuidad y publique una porción sustanciosa de su obra. JUAN MANUEL DÍAZ DE GUEREÑU
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reseñas ÚLTIMO SUR VOL. 2: EL GRAN LIENZO / Diego Agrimbau y Gabriel Ippóliti
Norma. 48 p. Color. Cartoné. 13 € Asistir en directo al nacimiento de un clásico en cualquier arte es un privilegio. Y pese a resultar arriesgado tildar de clásica a una obra recién publicada, la serie argentina Último sur, escrita por Diego Agrimbau y dibujada por Gabriel Ippóliti, acumula méritos para serlo a cada nueva entrega. Aunque se diera el caso de que la tercera parte (que se centrará en la música), defraudase las expectativas, sólo el díptico formado por La burbuja de Bertold y El gran lienzo sería motivo suficiente para no escatimarle elogios. Si un buen cómic se entiende como un equilibrio entre una historia sugerente y un dibujo que alcance allá donde las palabras no llegan (Elvira Lindo dixit), la obra de estos argentinos resulta un ejemplo redondo. La burbuja de Bertold planteaba una desasosegante parábola sobre el fascismo; un cruce entre la Parada de los monstruos de Tod Browning y 1984 de Orwell, con aires de cabaret berlinés de entreguerras (a veces, leyéndolo, da la sensación de que en cualquier momento puede surgir la Lola-Lola de El ángel azul, pero ya sin las míticas piernas de la Dietrich, amputadas por la gran Burbuja que todo lo controla). La historia política de Argentina ha calado hondo en el imaginario creativo de esas latitudes, haciendo que hasta en los universos fantásticos que imaginan sus autores la trama de fondo siga siendo la misma: una denuncia constante del totalitarismo. En La burbuja de Bertold, la máxima pena para los disidentes es la amputación de sus miembros. Como la vengativa Uma Thurman de Kill Bill I, el poder se apropia de los miembros cercenados de sus delincuentes, y los transforma en marionetas de un espectáculo patético y fascinante. El arte como refugio de los parias, el arte como último recurso para la supervivencia, el arte como condena y rebelión. Arte y fascismo también llenan las viñetas de esta segunda entrega pero, si cabe, llevando aún más lejos lo planteado en la primera. El dibujo de Ippóliti pasa de la oscuridad de la opresiva sociedad de Butania en La burbuja, al blanco del hielo polar, que define por contraste a los personajes con mayor dramatismo. La gélida Unánima (donde se desarrolla El gran lienzo), es una ciudad-estado volcada en la expresión artística, conectada por línea ferroviaria con Butania (falta saber si en la tercera parte podremos atisbar, con más perspectiva, este extraño mundo en el que se desarrolla Último sur). En la ciudad de los hielos sólo se permite el ingreso de artistas, y sus habitantes se encuentran inmersos en la mayor obra plástica jamás acometida. El casco polar será el gran lienzo para una pintura condenada a ser únicamente visible en su totalidad desde el cielo, como un mensaje artístico al universo. Picasso dijo aquello de que cuando le llegase la inspiración que lo pillase trabajando; y los laboriosos habitantes de Unánima parecen estar de acuerdo, pero la envergadura y trascendencia del proyecto les plantea muchas dudas. Entretanto, a la colonia llegan dos nuevos miembros: Lorenzo, un informático que ya aparecía en La burbuja, y que es el único nexo de unión con aquella historia; y Lailuka, una pintora deseosa de ser admitida en tan selecta comuna. A partir de ahí, se desarrolla una historia en donde palpitan eternas reflexiones en torno a la creación: desde la confrontación entre academicismo y vanguardia, hasta la dicotomía entre talento y voluntad. El nombre de la ciudad-estado ya es una ironía en sí mismo. En Unánima todo se decide por mayoría: una democracia absoluta en las formas, en la que se cultivan las más refinadas artes de la manipulación. Una sociedad asamblearia dibujada como mordaz reflejo de lo políticamente correcto. La disidencia artística, la vanguardia contestataria, se acepta en cuanto no desestabilice el sistema. El único genio admisible por el totalitarismo es el estrafalario, el loco, el entregado a la causa, o el que conoce el papel de artista y lo representa para la galería. Para entendernos, el de un Dalí apoyando el franquismo o una Leni Riefenstahl embelleciendo el nazismo. Pero mi verborrea al hablar de El gran lienzo no se corresponde con la manera en que Agrimbau plantea tan altos asuntos. Éstas, y muchas otras cuestiones, se deslizan por la trama sin engolar el discurso, sin subrayados inútiles. No es una tesis, es un cómic, y lo que nos cuenta lo decide cada lector al leerlo. Todo sugiere, nada pontifica. VICENTE FUNES
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reseñas VIAJE A ITALIA / Cosey
Planeta-DeAgostini. 104 p. Color. Cartoné. 12,95 € Sería una pena – más aún, un auténtico drama – que un autor como el suizo Cosey pasara desapercibido después de la reedición por parte de Planeta de dos obras de la talla de SaigónHanoi y Viaje a Italia, eso sin menospreciar un tercer título, El viaje de Peter Pan, aunque ésta se aleje un poco más de la difícil comparativa con las otras dos, realmente excelsas. Para mí es quizás Saigón-Hanoi la obra más redonda de Cosey, una auténtica obra maestra de la que quizás hablemos otro día, y que Planeta incluyó dentro de su colección Trazado; pero sin duda Viaje a Italia le va a la zaga. Ambas tienen un personal componente de nostalgia, de perdedores atormentados por actos que cometieron en un pasado ya lejano pero que son incapaces de olvidar, de la voluntad de cerrar viejas cicatrices que continúan supurando imágenes, sensaciones y, algunas otras veces, nostalgia también de un lugar donde emergen placeres con cuentagotas. Ambas están unidas por la que fue la primera guerra realmente mediática gracias a la televisión, la guerra del Vietnam. Se ha explicado muchas veces la historia del joven que va a la guerra, y del veterano que vuelve con toda clase de heridas, en especial las que cuestan más de curar, las del espíritu y las de la mente. Cosey utiliza una parábola para exorcizar estos traumas con los protagonistas de ambos libros, en un recorrido vital en el que intentarán encajar las piezas de un puzzle descompuesto en los campos del Vietcong. En Viaje a Italia son Art e Ian, dos amigos de toda la vida que también coincidieron en la guerra, los que con la excusa de un semicasual viaje encontrarán las piezas perdidas de su pasado. Dichas piezas dejarán de ser un lastre para incorporarse en sus vidas. A pesar de todo, la vida está llena de sorpresas y los acontecimientos se irán sucediendo a veces de manera amable, a veces de manera dolorosa. La puesta en escena en Italia es preciosa: los pueblecitos del sur despliegan su formidable encanto, calurosos, afables, cálidos y mediterráneos, a la vez que los paisajes de postal acompañan todas las secuencias. Es notable la habilidad del autor para dibujar paisajes, se le nota disfrutando, seguro de si mismo; sin duda debe ser un gran aficionado a los diarios de viajes. Por si el autor aún no ha conseguido encandilar al lector, va salpicando las viñetas con una banda sonora deliciosa, con ese sabor sesentero tan vital del inolvidable Domenico Modugno. Así pues ya tenemos la localización, los personajes, y la historia; tan solo nos queda navegar por sus páginas, cruzar el Atlántico y ser cómplice de sus devaneos junto con Keo y Shirley, la niña que será el motor de la historia y la mujer que compartió el corazón de nuestros dos protagonistas. Keo representa el futuro, Shirley el pasado. Yo no sé si es casual pero lo cierto es que Keo abre el libro, mientras que Shirley lo cierra simbólicamente. Cosey dibuja con una personal línea clara, elegante y madura, economizando sombreados y sintetizando trazos, en la línea de otros autores de su generación como Giraud o incluso el Herman Huppen de la primera época. Tan solo nos queda agradecer a Planeta la excelente edición y la apuesta que ha hecho por este autor, de indudable calidad, largamente descatalogado de los puntos de venta; aunque no así de las bibliotecas, donde se pueden encontrar incluso otros títulos como los de Jonathan, personaje insignia del que en Francia ya tiene publicados 14 álbumes. Para ponerse al día con el autor nada mejor que esta página web: http://cosey.rogerklaassen.com/ Por cierto, recuerdo con cariño cuando compré de saldo (qué lástima) la edición de Grijalbo (colección Trazo Libre) de estos dos títulos en la librería Continuará hace años sin saber muy bien qué joyas me estaba llevando. Ahora con los años he encontrado la excusa perfecta para releerlos y la expectativa se ha cumplido: eso que me pareció tan bueno, lo continúa siendo, confirmación de que las buenas obras lo son para toda la vida, más allá de modas y tendencias…nel blu, dipinto di blu…felice di stae quassú… JAUME VILARRUBÍ
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reseñas FUEYE / Jorge González
Sinsentido. 192 p. Color. Cartoné. 22,50 € Fueye es un libro afortunado, en él se aúnan dos estrenos y una oportunidad. Primer premio del concurso de novela gráfica que organizan la cadena de ocio y cultura FNAC y la editorial Sinsentido y primer trabajo largo y de envergadura sobre guión propio de su autor, Jorge González. ¿La oportunidad? Está en la misma concepción del concurso y en la apuesta del autor: un libro complejo en el que, sin límites de espacio, se reflexiona sobre diferentes cuestiones vitales: sobre la emigración en sus varias circunstancias, sobre la esperanza y su pérdida, sobre la alienación y sus múltiples rostros. Jorge González había demostrado ya su buen hacer en anteriores incursiones en el mundo de la Historieta, de la mano siempre de guiones ajenos, y lo había hecho tocando diferentes palos en lo gráfico. Con Fueye se centra y propone una plástica de cromatismos sucios en la que la exageración, la caricatura, se aúnan con una sensibilidad de cine mudo a la hora de plantear la puesta en página y resolver la gestualidad de sus personajes, su misma construcción. Un expresionismo sin aristas que no renuncia a la metáfora visual a la hora de narrar sin palabras: ahí están esos barcos titánicos que van puntuando la historia con su presencia de leviatán mudo. La historia acompaña a Horacio en tres momentos de su vida (infancia, juventud, madurez), tres estampas en las que va enfrentándose a sucesivas desilusiones y pérdidas. En cada momento hay siempre a su alrededor personajes que trascienden de su papel de comparsas, personajes memorables que se quedan con el lector mucho después de cerrar el libro: el Gordo es quizá el ejemplo más claro. Y después de esos dos tercios de libro queda todavía espacio para una pirueta formal que transforma al autor en personaje, inmigrante que regresa a su tierra para visitar a los amigos, a la familia, un retorno que se transforma en reflexión y punto de partida para la elaboración del propio libro, de manera que ficción y autobiografía se confunden en un experimento del que Jorge González sale con bien gracias a una sinceridad que traspasa la página. Su valentía a la hora de plantear el trampantojo es envidiable, y el resultado tiene una frescura sorprendente. Cuando uno cierra Fueye quedan en su memoria un puñado de imágenes muy potentes en lo gráfico y en lo emocional. Quedan ráfagas del costumbrismo canalla de los cafés donde se tocaba el tango y quedan esas páginas en las que un Horacio ya adulto se ve atrapado por la rutina de la que no sabe escapar ni sabe si quiere hacerlo, una rejilla de viñetas asfixiantes. Queda ese bandoneón que abre y cierra el libro y conecta realidad y ficción, de nuevo la metáfora. Queda la sensación de que el tiempo no pasó, de que habría que volver atrás y hojear, buscar otra vez ese momento, esa imagen. FRANCISCO NARANJO
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reseñas SUPER OSO Y SU AMIGO / Mike Kunkel
Dolmen. 100 p. Bitono. Cartoné. 16 € La primera impresión que uno puede tener al contemplar la portada de Super Oso y su amigo (Herobear and the Kid, en el original) es que le parezca “otro Calvin y Hobbes”; esto es, que retoma, como en la tira de Bill Watterson, el concepto base de “niño-con-mascota-de-peluche-que-cuando-nadie-lo-ve-setransforma-en-su-compañero-viviente”. Pero nada más lejos de ello: aparte de utilizar ese mismo concepto, muy poco tienen que ver los personajes titulares de Super Oso y su amigo con el rebelde infante y su cínico tigre. El autor logra aquí una obra de gran personalidad tomando elementos del género superheroico, desarrollando su relato en un estilo que no oculta su influencia del cartoon clásico, ya que Kunkel procede precisamente del campo de la animación, habiendo colaborado para Disney y otros estudios. Tyler, un niño precoz pero introvertido, se muda con su familia a la casa de su abuelo al fallecer éste. Su herencia consiste en un reloj de bolsillo que no funciona y en un oso de peluche. Cambiar de casa equivale a cambiar de colegio, y en el primer día en su nuevo centro escolar Tyler ya empieza a sufrir la amargura del bullying por parte de sus compañeros. Es entonces cuando el oso de peluche se convierte en Super Oso, un robusto plantígrado ataviado con la clásica capa que se convertirá en el protector y compañero de aventuras de Tyler... y a partir de ahí, no decimos nada más, so riesgo de crear un spoiler. Hasta aquí el argumento, que si a primera vista puede parecer previsible y con un regusto a déjà vu, la manera de desarrollarlo y visualizarlo por parte del autor es lo que cuenta: Kunkel logra comunicar plenamente con el lector, sea de la edad que sea, y ofrecer una historia llena de calor humano en la que hace gala, además, de su dominio de las expresiones faciales y de las poses de acción, lo cual revela su dilatada experiencia previa como animador. El dibujo, elaborado directamente a lápiz, da como resultado un acabado “abocetado” que desprende una frescura poco habitual, todo ello en blanco y negro, sin más color que el rojo de la capa de Super Oso, dando a veces la sensación de estar contemplando el storyboard de una película de animación. En este punto, estudiar detenidamente las viñetas de Super Oso y su amigo representaría un apropiado ejercicio para los aspirantes a animadores, tanto si cultivan el dibujo animado tradicional como las técnicas por ordenador. Un “pero” podría hallarse en la desigual planificación y distribución de las viñetas en algunas páginas, que en ocasiones resultan excesivamente pequeñas, lo cual no siempre permite apreciar del todo la calidad del trazo de Kunkel. El prólogo de Jeph Loeb (¿por qué no se ha incluído también en la edición española el otro prólogo que venía en la edición USA, escrito por Don Hahn, productor de El Rey León y otras cintas Disney?) y la galería de bocetos que exhibe la evolución gráfica de los dos protagonistas, constituyen acertados extras. Kunkel lanzó a Super Oso y su amigo en 1999, autoeditándolo bajo el sello Astonish Comics como una serie limitada de 5 comic-books, luego recogidos en tomo (el que es objeto de la presente reseña) y galardonados, entre otras recompensas, con dos premios Eisner. A través de Astonish, Kunkel ha presentado otras creaciones, como The Land of Sokmunster, correalizado con Randy Heusler, un cruce entre novela gráfica y libro para niños. Volviendo a Super Oso y su amigo, y teniendo en cuenta las raíces de su autor y lo descrito unas líneas atrás, no son pocos los que lo han visto como un tebeo idóneo para ser llevado al cine de animación y, de hecho, hace algunos años circularon rumores en torno a un proyecto de adaptación en forma largometraje (en animación tradicional 2D, evidentemente), pero nada se ha materializado hasta la fecha. Mientras esperamos que tal proyecto llegue a hacerse realidad, y esperamos igualmente la aparición del siguiente volumen – este primero acaba con una situación de “continuará” que deja en vilo al propio lector –, sumerjámonos en la lectura de Super Oso y su amigo. O mejor dicho, en las lecturas, ya que éste es un producto que convida a más de una lectura, tanto para adultos deseosos de reencontrar su infancia perdida como para niños que saben que la infancia es algo que no dura eternamente. Lo que sí dura eternamente son los buenos clásicos, y justamente Super Oso y su amigo está en vías de convertirse en uno de ellos. ALFONS MOLINÉ
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reseñas CRÓNICAS BIRMANAS / Guy Delisle
Astiberri. 272 p. B/N. Rústica. 20 € Guy Delisle ya nos había hecho partícipes de su experiencia como supervisor de animación en Corea del Norte en Pyongyang, y en la ciudad china de Shenzen en la obra homónima. Aquella primera y celebrada obra nos mostraba, sin moralejas, sin partidismos, el panorama general de un país que prácticamente no conocemos en Occidente y que vive incomunicado del mundo. Su valor documental sobrepasa el de muchos reportajes que prensa o televisión puedan hacer. En Crónicas birmanas, Delisle repite la experiencia contando su vida durante un año en Rangún acompañando a su pareja, miembro de Médicos sin Fronteras, bajo la dictadura militar del país. En esta ocasión, nos encontramos con un Guy Delisle más maduro emocionalmente: si en sus anteriores entregas su personaje no podía ocultar la sensación que experimentaba, entre miedo, fascinación e incredulidad por el férreo sistema comunista, en Crónicas birmanas Delisle es ya un simple espectador de su alrededor. No es que la situación sea acaso mejor que lo vivido en China (la oportunidad de seguir el trabajo de su esposa en la ONG atestigua las dificultades con que se encuentran las organizaciones para llevar a cabo misiones humanitarias), pero aquí no hay pasmo, no hay escandalización. Delisle, como si de un monje meditante se tratara (aquellos del templo Vipassana que va a visitar al final de su estancia en el país), asume desde el principio las peculiaridades del país que está visitando y las acepta, curado quizá ya de espanto de sus vivencias en Extremo Oriente. Además, la mayor extensión de esta obra le permite jugar con los formatos habituales que hasta entonces había utilizado, y así vemos como su narración se convierte por momentos en cuaderno de apuntes al natural, apuesta por una planificación de muchas pequeñas viñetas mudas para narrar un viaje en particular, u otorga espacio a otros dibujantes que encuentra allí. En resumen: quizá más anecdótico (las preocupaciones de Delisle son otras en esta ocasión, ya que viaja con su hijo pequeño) y no tan intenso como su primera obra, Crónicas birmanas acaba siendo un retrato emotivo y comprometido de Birmania, que atestigua la validez del cómic como vehículo del documental gráfico. JOSÉ OLIVER
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reseñas UN DÍA / Nacho Casanova
Dolmen. 56 p. B/N. Rústica. 8,95 € Nacho Casanova es un creador que nos venía acostumbrando a una producción con una cierta regularidad, pero espaciada en el tiempo. Por ello, no deja de resultar curioso que hayan coincidido en el tiempo la aparición de sus dos últimos trabajos: la segunda entrega de su Autobiografía no autorizada *, por un lado, y Un día, por el otro. Nacho Casanova forma parte de la generación de autores que probaron suerte, a finales de la década pasada, en las diferentes experiencias de búsqueda de nuevos valores por parte del INJUVE. Los años del cambio de siglo y milenio vieron aparecer dos libros con participación suya en su realización, Cambiovida y …y te diré quién eres, que demostraban que estábamos ante un creador con personalidad propia y no pocas dosis de atrevimiento y de fe en el lector. Esas mismas inquietudes creativas que se desprendían de ambas obras seguramente tendrían mucho que ver con que Nacho se embarcase en la aventura de dar vida a dos de las cabeceras más reconocidas de los últimos años, en lo que a material autóctono se refiere: Tos (2002) y Como vacas mirando al tren (1997). Tras varios años de una cierta intermitencia creativa, Nacho publicó en el pasado 2007 la primera parte de su Autobiografía no autorizada, obra de la que ya su propio título nos informa de su singularidad. Tanto en su primer libro como en la segunda entrega que ahora se pone a la venta, esta obra, en la que Nacho Casanova se ha escogido a sí mismo como protagonista, constituye uno de los trabajos más interesantes que haya visto la luz en nuestro mercado en los últimos años. Sin embargo, no hemos venido aquí a hablar de ella (quienes quieran hacerse una idea del tipo de trabajo que Nacho realiza en su peculiar autobiografía, tienen bastantes muestras de ella en el blog del autor: http://nachocasanova.blogspot.com/) Pasando ya a la obra que nos ocupa, Un día es una historia protagonizada por una pareja de yonquis, que transcurre en la unidad temporal que describe su título. Sin embargo, habla de muchas más cosas que la sucesión de una serie de hechos que les ocurren a unos personajes en un momento determinado. Drogas duras llenan sepulturas reza el título de una canción del grupo de rock gijonés “Ilegales”, y con ello se explica bastante bien el efecto de la heroína en nuestra sociedad. Existe toda una generación en nuestro país, gente que ahora rondaría (por exceso, más bien) los 40 años, que fue especialmente castigada por el efecto de la heroína. Sin embargo, aunque fueron muchos los que fallecieron, no todos los heroinómanos murieron, y en cualquiera de nuestras ciudades es fácil encontrar los lugares en los que se congregan, mientras esperan su siguiente dosis de metadona. Suele repetirse, en la narrativa en diversas formas, la comparación entre la invisibilidad y diversos tipos de exclusión social. Las más de las veces se refieren a la gente que vive en la calle (en un alto porcentaje asociado al consumo de alcohol). No suele ser así con los yonquis. Los yonquis son visibles y, además, molestan: no hay más que recordar las arduas polémicas que se montaron en nuestras ciudades sobre la ubicación de los centros expendedores de metadona, cuando éstos existían. Por todo ello, es especialmente interesante el trabajo que Nacho Casanova nos ofrece en Un día. La obra propone una mirada sobre esa gente con la que nos cruzamos de vez en cuando en nuestros barrios, y lo hace sin caer en una visión excesivamente condescendiente. No toma partido porque no hay partido que tomar. Nacho Casanova expone una realidad y reflexiona sobre ella haciendo un ejercicio de comprensión. Un día es casi un manual de empatía, porque Nacho Casanova, con ese aire despistado del que podemos dar fe quienes lo hemos conocido en persona, es un atento observador de la realidad que nos rodea. La observa y la procesa a través de sus obras, y luego la comparte con todos nosotros, los lectores. Esa suerte tenemos. NORMAN FERNÁNDEZ * Ver reseña de Francisco Naranjo en la página 24 de este boletín.
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reseñas CAMBIO CLIMÁTICO Y SOSTENIBILIDAD / Alfonso López
Panini. 96 p. Color. Rústica. 11,95 € “Me llamo Felipe Marlou, soy investigador privado concertado y créanme si les digo que en mi vida profesional he visto de todo, incluso gente honrada. Pero ellos formaban una extraña pareja… De hecho eran un esquimal de Alaska y un pingüino de la Antártida… Se conocieron en unas sesiones de terapia, a través del parchís, para inadaptados medioambientales y se habían adoptado mutuamente”. He recogido los textos narrativos de las dos primeras páginas de Cambio climático y sostenibilidad por varias razones. Una, porque evidencia que estamos ante un nuevo caso del “investigador social” Felipe Marlou, personaje creado por Alfonso López en su primer libro crítico-pedagógico-científico, La globalización, pasen y vean 1, una criatura asaz curiosa y algo cínica, como buena parodia de detective privado de serie negra que es, hilo conductor a su vez de la segunda propuesta divulgativa de Alfonso, La pobreza no es rentable 2. Dos, porque habla perfectamente del dominio del lenguaje aplicado a la historieta de López, capaz de poner en ambiente al lector en dos páginas; mejor dicho, en tres, momento en el que descubrimos que tan singular pareja contrata al detective para que descubra la localización de sus hábitats naturales, que, aseguran ellos, les han sido sustraídos. Y tres, porque este brillante prolegómeno nos sumerge de lleno en la filosofía del libro: plantea un drama real que exige soluciones y respuestas, y lo hace con sarcasmo no exento de ironía, apoyado en el ya inconfundible y sabio trazo ágil, vivo, expresionista, de cálido y narrativo cromatismo que Alfonso cultiva con sapiencia, mimándolo con su inquietud, experimentando, sabedor de que el estancamiento es enemigo de esa rebeldía que anima el espíritu creativo. Marlou parte pues de la evidente angustia de dos seres que han perdido su estatus vital, el entorno que valida su existencia y los conforma como seres vivos, e inicia su investigación partiendo de unas premisas muy claras especificadas en el sumario de la séptima página de la historia: “¿Qué está pasando?”; “Otros cambios climáticos”; “¿Quién está detrás?”; “¿Qué pasará?”; “El uranio llama a su puerta”, y “Actuar”, un viaje por la realidad del cambio climático rematado con un diccionario de términos al uso (“De la A a la Z”). Como en sus libros anteriores, pero seguramente con mayor atención hacia el dato científico y con un espíritu más divulgativo, el autor demuestra de nuevo que ha sabido digerir perfectamente todos los datos recabados en su investigación periodística para volcarlos en forma de historieta, de ilustración, de texto y de chiste gráfico, configurando de nuevo, perfeccionando incluso el sistema, esa fórmula alquímica que permite informar deleitando, en el sentido más amplio de la palabra. Alfonso no esquiva la gravedad del tema, antes al contrario, pero amén de salpicar su discurso de datos contrastados y de conjugar con mucha habilidad letra e imagen, apuesta por una lectura fresca, irónica, burlona, con destellos de humor negro; una lectura que nos permite entender perfectamente lo que está pasando, apercibirnos de la trascendencia del mensaje, sin por ello dejar de encontrar siempre el punto crítico al que aplicar la chanza, añadiendo con ello más contenido a su disertación. [Continúa en la página siguiente…]
1. La globalización, pasen y vean, de Alfonso López y Pepe Gálvez (Icaria Editorial/CC OO Federación de Servicios y Administraciones Públicas, 2002) 2. La pobreza no es rentable, de Alfonso López (CCOO Fundació Pau i Solidaritat, 2006)
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reseñas [… Viene de la página anterior] A todo ello, siendo fiel a sí mismo, Alfonso no engaña. Él observa con espíritu crítico pero siempre desde una perspectiva progresista; sabe perfectamente que nadie es inocente, y que concebir una lectura como ésta debe partir de una postura concreta. La suya resulta evidente, pero no por ello es menos ilustrativa y enriquecedora, y mucho menos complaciente, porque su capacidad de autocrítica es muy lúcida, lo que le aleja sobremanera del panfleto para entrar en otra dinámica, en un punto de inflexión que invita a la reflexión. Y no se confundan, no hay ni rastro de derrotismo, porque abandonarse a ello implicaría una evidente pérdida de lucidez, algo de lo que anda sobrado este libro. Los datos no invitan al optimismo, pero Alfonso arroja luz tanto sobre las posibles salidas como sobre las muchas dudas que prevalecen partiendo, repito, de la premisa de que la situación actual es grave, que la Tierra está enferma, y que andamos necesitados de acciones imperativas y factibles, aunque difíciles de aplicar ante un enemigo sin cuerpo pero con nombres propios: el egoísmo y el desarrollo tecnológico y económico incontrolado. Con esta renovadora línea de libros entre la divulgación, la crítica y la ideología – no hay que asustarse de esta palabra –, Alfonso López está poniendo muy alto el listón de las posibilidades estéticas y narrativas de la historieta. O de la utilización indistinta y complementaria de la historieta, el chiste gráfico y el texto informativo. Lo importante aquí es tanto la forma como el contenido, porque una va estrechamente ligada al otro. En todo caso, es una estrategia enriquecedora que abona el intelecto. Que dure. TONI GUIRAL
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reseñas BATMAN: AÑO 100 / Paul Pope
Planeta DeAgostini. 240 p. Color. Rústica. 16,95 € Pues ya tenemos aquí la esperada incursión en el género de superhéroes de uno de los enfants terribles del panorama independiente norteamericano, Paul Pope. El autor de Filadelfia ya nos demostró con Heavy Liquid su enorme potencial narrativo presentando sólidas credenciales a ser uno de los autores con más futuro de su generación. Pope se plantea esta historia como algo que no se ha contado aún del detective murciélago, o como mínimo de una manera en que no se ha contado nunca. Nos demuestra que, aunque parezca mentira, el mainstream aún no ha agotado del todo su gallina de los huevos de oro. Con su fórmula de copiar lo ya copiado una y otra vez, con la excusa de reinventar lo ya reinventado antes una y otra vez, tan solo queda un pequeño espacio para los autores más personales, para algún outsider dispuesto a disparar en todas direcciones; eso sí, con la complicidad necesaria de la editorial madre, hasta hace poco tan reacia a correr el riesgo de dar rienda suelta a autores poco definidos con su estilo de hacer cómics. Pope, una vez más, da una lección de humildad de esas que cuestan de digerir; un golpe de autoridad sobre la mesa: señores, aún hay vida en los cómics de superhéroes; se pueden hacer cosas inteligentes, para público adulto, con dibujos altamente sugerentes y, por supuesto, con cantidades ingentes de acción y suspense sumamente trepidantes. No se puede decir de manera menos panfletaria sin faltar a la realidad. La historia se localiza en el Gotham del año 2039, en un ambiente tan absolutamente tecnificado que los avances tecnológicos no dejan sitio para los tradicionales superhéroes de identidades secretas. Lejos queda el Batman que conocimos todos. El detective Gordon, nieto del famoso comisario, sigue una investigación paralela a la de la policía sobre un misterioso asesinato. En un mundo orwelliano donde todo parece previsto, detectado con antelación, y controlado por ese gran hermano que es la policía, una anomalía improbable se proyecta en la ciudad: Batman. Pero este Batman no es el que conocimos; de hecho, no parece que pueda ser, porque tendría más de siglo y medio. Pero ¿qué son los superhéroes sino símbolos inmortales? La tensión argumental dará la respuesta, cosa que no haremos aquí. El autor dota a esta nueva versión del hombre murciélago de algunos trazos característicos muy originales: de entrada, lo viste con un traje muy parecido al que le dio Bob Kane, ese pijama gris que otros autores ya rescataron en algunas de las excelentes entregas de Batman black & white (o en el especial Planetary/ Batman), que le da un aire de misterio sensacional. Impagables son también los gadgets del caballero oscuro, en especial los dientes postizos, que le dotan de una apariencia entre cómica y terrorífica, o el personaje de Robin, más acorde con los tiempos y alejado de aquel saltimbanqui original. Personalmente lo veo más sintonizado con los X-Statix de Allred, que con el caballero oscuro de Miller. El dibujo es visceral, rebosante de energía, palpitante, dotado para la acción, con un trazo elegante y sucio a la vez, pero sobre todo muy personal, incluso muchas veces coqueteando con una leve caricaturización. Hay que comentar el excelente resultado del color, aplicado por el madrileño José Villarubia, que colabora notablemente en mantener ese tono oscuro y opresivo que impregna todo el libro. Para los que quieran saber más sobre Paul Pope pueden consultar su blog (http://pulphope.blogspot.com/) o acercarse a la excelente entrevista que le hicieron los compañeros de Entrecomics (http://www.entrecomics.com/?p=8243). La edición de Planeta es excelente, con abundantes extras entre los que destaca la inclusión de esa historia corta ambientada en 1939 que fue el Batman Chronicles ním. 11, de claro tono retro y para mí con una impagable imagen final en homenaje al Nosferatu original y a todo el expresionismo alemán que seguramente estimularon tanto al autor. En definitiva, Pope consigue un soberbio cómic de superhéroes, que no por tener un toque más sofisticado, deja de ser eso, un cómic de género con la aspiración de entretener de manera honesta, brillante, y singular. Un aplauso para Pope. JAUME VILARRUBÍ
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reseñas GARI FOLCH / Joan Mundet
Dolmen. 163 p. B/N. Cartoné. 15 € Que somos una nación “desmemoriada” es un hecho que supongo que no es necesario explicar. Las causas de tal fenómeno tampoco permanecen demasiado enmascaradas: todos sabemos que en esa amnesia se sustentó, en parte, tanto la dictadura franquista, como el proceso llamado “de transición”. No es ánimo de estas líneas entrar en una serie de aseveraciones que, seguramente, promoverían más de una polémica. Tan solo lo traigo aquí para resaltar que, en el campo de la historieta autóctona, también esa desmemoria campa a sus anchas. Muy pocas son las obras que los editores españoles recuperan del (muchas veces brillante artísticamente) pasado de nuestro mundo editorial en viñetas, mientras la mayoría de esos mismos editores no parecen tener mayor problema para inundar los estantes de las librerías de material foráneo, tanto actual como pretérito. Afortunadamente existen algunas excepciones, y una de ellas es el Gari Folch de Joan Mundet que Dolmen acaba de ofrecernos, recopilado en un tomo tras 25 años de su aparición original. En 1982 Joan Mundet inicia la realización de Gari Folch en la revista Rampa Rambla. Mundet había comenzado a trabajar para mercados extranjeros a través de agencias varios años antes, y precisamente esa experiencia es la que rememora en Gari Folch a través de un álter ego al que bautiza como Joan Fornells: el joven dibujante al que vemos buscar trabajo a través de las agencias y editoriales de Barcelona, en una tarea a ratos infructuosa y que se va mezclando con el propio devenir de su vida de pareja. En este sentido, resultan muy interesantes las palabras de Ángel de la Calle en el prólogo del libro: “Resulta, ahora lo sabemos, que había comiqueros empeñados en contar historias para lectores que no habían nacido. Autores con 20 años de adelanto y, claro, sus lectores no estaban ahí en aquel entonces. Y lo que nos contaba Mundet era, y es, importante. Mucho. Porque transcribe situaciones, habla de la realidad que se escondía tras las empresas de trabajo temporal que eran las agencias de dibujantes y, aparentemente sin quererlo, habla de la sociología del cómic como industria del entretenimiento. Narra el fin de una era, de una manera de explotación, de trabajar y de utilizar, infrautilizar, un lenguaje poderoso, sereno y rabioso como es el cómic. Que comenzaba a morirse en esos años como medio de comunicación popular masivo ligado a la infancia. A la generación de Mundet, que es la mía, le tocó sufrir ese fin de ciclo, ese naufragio profesional del que cada cual salió como pudo. Para bien y para mal.” Lo que Joan Mundet nos narra a través de las páginas de Gari Folch no es tan solo un testimonio personal, ni siquiera el de toda una generación, como añade Ángel de la Calle; es también una reflexión sobre el papel del autor, aislado frente a la industria y, las más de las veces, vilipendiado por ésta. Eso cuando había industria, porque en Gari Folch también podemos asistir al inicio de la profunda crisis que en los años 80 y 90 convulsionó al cómic autóctono, hasta dejarlo en un papel casi marginal. El hecho de que mientras profesionalmente es muy difícil subsistir dedicándose a este medio, justo a la vez que se están produciendo obras de una riqueza creativa excepcional, es una paradoja cuya exploración dejaremos para mejor momento. Sea como fuere, lo que nos han traído estos nuevos tiempos es la recuperación de Joan Mundet, un autor con un talento gráfico excepcional e historias que contar y que, afortunadamente, nunca abandonó su sueño de hacer historieta. Esta edición definitiva de Gari Folch, para la que ha realizado nuevos materiales, es especial motivo de satisfacción, pero no quedará ahí la cosa. Los próximos meses nos ofrecerán nuevas muestras del talento de Joan Mundet. Estén atentos. NORMAN FERNÁNDEZ
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reseñas FUN HOME, UNA TRAGICOMEDIA FAMILIAR / Alison Bechdel
Reservoir Books. 234 p. B/N. Rústica. 18,90 € * “Fun Home” quiere decir algo así como casa divertida o casa de la diversión, pero este título no es más que una gran broma, una ironía de Alison Bechdel (1960, Lock Haven, Pennsylvania) que no tiene nada que ver con lo que encontraremos en el interior de este álbum, ya que para la autora, la “Fun Home” es la abreviatura de “Funeral Home”, la funeraria, el negocio familiar. La muerte de su padre, un profesor de literatura inglesa fanático de la decoración de interiores con tendencias homosexuales, a los cuarenta y pocos años, en un accidente más bien absurdo (léase, un suicidio aparente), sirve a Bechdel para revisar su relación con él. Para ello se sirve en muchas ocasiones de su diario (que reproduce en algunas viñetas) y también de grandes obras de la literatura universal. La autora usa nombres como los de Colette, Wilde, Camus… pero sobre todo el James Joyce y su Ulises, o el mito griego de Ícaro y Dédalo, el arquitecto que construyó el laberinto de Creta, para explicar los episodios que marcaron su vida y la relación con su padre. Fun Home no es una obra autobiográfica más. Entre viñetas podemos leer muchas más cosas que la descripción de la infancia y juventud de la autora en una ciudad de provincias en el seno de una familia disfuncional, o del descubrimiento de su homosexualidad (del cual ha hecho bandera en la serie de álbumes Unas bollos de cuidado publicados en nuestro país por La Cúpula). La lectura es una parte importante del álbum. En casi todas las páginas hay algún personaje leyendo, y Bechdel hace referencia a muchos ensayos sobre feminismo y homosexualidad, a los cuales recurrió para aclarar las dudas sobre su tendencia sexual en sus años de universidad. En definitiva, una obra compleja, reflexiva y profunda sobre la familia, pero de lectura amena y que ha ganado varios premios (entre ellos el Eisner a la mejor obra basada en hechos reales) y ha estado en los primeros puestos de las listas de los mejores libros de 2006, cuando fue publicada por primera vez en EE.UU. BEA GARCÉS * També disponible en català: Fun Home, un tragicòmic familiar. La Magrana. 234 p. B/N. Rústica. 19,50 €
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reseñas SOY MI SUEÑO / Felipe Hernández Cava y Pablo Auladell
De Ponent. 76 p. Bitono. Cartoné. 22 € Felipe Hernández Cava es un raro caso de autor español empecinado en crear historietas. Desde que en 1972 formase junto al dibujante Pedro Arjona el colectivo El Cubri, durante décadas y pese a euforias o desmoronamientos del mercado del cómic ha unido su firma a la de muy diversos dibujantes para crear siempre obras que no se conforman con el noble empeño de entretener, sino que proponen motivos de reflexión y de debate. El Cubri fue, en la historia española del medio, una de las voces más estruendosamente disonantes, una de las que tocó siempre los asuntos indebidos, de las que se comprometió y propuso nuevas formas de contar y de representar las miserias de nuestra Historia más reciente. Hernández Cava ha seguido luego un camino que no desmiente ni desanda el recorrido bajo la firma colectiva. Por añadidura, ha desarrollado una pertinaz y pertinente labor crítica en paralelo a su tarea creativa, de modo que su nombre representa uno de los activos fundamentales en el discurso de y sobre la historieta en España. Soy mi sueño, que Hernández Cava ha realizado junto al dibujante Pablo Auladell, es por ahora su última creación y, como las suyas anteriores, nos propone una ficción desasosegante e incómoda, que hurga en las hondas heridas de la conciencia contemporánea. Erich Hafner, un aviador nazi, deriva por recuerdos y evocaciones, revive experiencias, repasa sus fantaseos infantiles, vuelve a escuchar las voces o los discursos de Karl May, Stalin o Schopenhauer, y evoca los delirios que en su juventud le llevaron a la obediencia nacional socialista. Como narrador experto, Hernández Cava ha escrito de nuevo una historia que sigue su propia lógica, la lógica de una conciencia. En este caso, la conciencia desconcertada de Hafner, que lo mismo sobrevuela territorio soviético que los días de su infancia dejado a la sola compañía de los Old Shatterhand y Winnetou de Karl May, los de su estancia con Solaya, una vieja chamán tártara que le salvó la vida e intentó enseñarle a amarla, o las ruinas en llamas de Dresde, martirizada al final de la guerra. De experiencia en experiencia, de desconcierto a quimera sangrienta, lo acompañamos en su sueño, que también lo fue de Ilya, un joven soviético, y comprobamos que dio forma a la pesadilla de muchos, de su madre judía muerta no sabe cómo ni dónde, de los campesinos rusos quemados en sus granjas, de Solaya la chamán, deportada y torturada, de los ciudadanos de Dresde bombardeada sin tregua ni razón. Hernández Cava explora en ese vagar de la conciencia de Hafner las fronteras morales y las inconsistencias de toda ensoñación personal y colectiva. El dibujo de Pablo Auladell – ilustrador y autor de historietas nacido el mismo año que El Cubri, autor ya de una excelente La torre blanca – combina la línea escueta, el manchón expresivo o el collage de grabados, fotos o pinturas para dar forma a figuras tan sombrías que a menudo se hunden en la anonimia, como cualquier víctima de la Historia. Auladell presta cuerpo visual elocuente a ese recorrido siniestro por divagaciones, fantaseos, recuerdos culpables. En sus viñetas, de fondos a menudo vacíos, todo adquiere tintes oníricos, que no desvirtúan, sin embargo, la terrible realidad de los odios desatados, de las matanzas, de la guerra. Soy mi sueño es uno de esos títulos excepcionales en que el vigor expresivo de un dibujo intensamente personal redobla el de una historia bien articulada, que nos fuerza a la reflexión sobre los monstruos que se esconden en las ensoñaciones y razonamientos con que investimos nuestra miseria. De nuevo, Hernández Cava usa los medios más modestos, las viñetas y las palabras, para inducirnos a afrontar las penosas incongruencias y las heridas del ser humano. De nuevo prueba que la dignidad del medio no radica en la elegancia de un formato, aunque ésta sea bienvenida. JUAN MANUEL DÍAZ DE GUEREÑU
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reseñas AUTOBIOGRAFÍA NO AUTORIZADA VOL. 2 / Nacho Casanova
Diábolo. 120 p. B/N. Rústica. 11,95 € Nacho Casanova juega con ventaja, y su ventaja es la frescura. No es el primero que aborda el juego autobiográfico, ni es el primero que se ocupa de esos momentos del día en los que no pasa nada, o pasa muy poco, o pasa sin que nos demos cuenta. Sí es uno de los que mejor lo hacen aquí y hoy, y con esta segunda entrega de su Autobiografía no autorizada lo confirma. En sus páginas nos reencontramos con el Nacho personaje y con su gente, la que le rodea, sus amigos, los vecinos de su barrio, los parroquianos de la cafetería donde desayuna, un reparto de secundarios que van y vienen ajenos a la mirada del autor que los retrata, absortos en vivir sus vidas minuto a minuto. El libro, editado con gusto por Diábolo, recoge un puñado de historias que abundan en elementos anecdóticos, de vida diaria, y que Nacho Casanova resuelve con una mirada limpia y detallista, como limpio y atento al detalle es su planteamiento de página, tan naturalista: sabe conjugar bien los espacios blancos, luminosos, y una línea orgánica y muy viva. Son historias cotidianas, resueltas con humor y calidez; de las que se cuentan en el bar, de las que se ríen en grupo, entre amigos. A veces un poco ridículas, que es lo que pasa en la vida real; a veces un poco gamberras, también. Y todas, siempre, con sabor a verdad; que lo sean o no es lo de menos. Autobiografía no autorizada tiene una entrega anterior, editada por Bang, y contará con un volumen más en un futuro (esperamos) próximo. FRANCISCO NARANJO
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Autores españoles y sudamericanos Beà, Josep Ma. La esfera cúbica. Glénat. 48 p. Color. Cartoné. 17,95 € Boldú, Ramón. El arte de criar malvas. Astiberri. 112 p. Color. Cartoné. 16 € Benlloch, Kike; Suárez, Iván. Rara avis. Polaqia. 72 p. B/N. Rústica. 9,50 € Benlloch, Kike; Domingo, José. Cuimhne: el fuego distante. Dolmen. 124 p. B/N. Cartoné. 15 € Bou, Quim. El continente de Môm: la isla de la mano. Dolmen. 56 p. Color. Cartoné. 14 € (també disponible en català) Bou, Quim; Navarro, Niki. La llegenda del bandoler Serrallonga. Glénat. 80 p. Color. Cartoné. 15 € (català) Calpurnio. El bueno de Cuttlas: solo somos monigotes. Glénat. 208 p. Color. Rústica con solapas. 19,95 € Casanova, Nacho. Un día. Dolmen. 56 p. B/N. Rústica. 8,95 € Casanova, Nacho. Autobiografía no autorizada vol. 2. Diábolo. 120 p. B/N. Rústica con solapas. 11,95 € Durán, Luis. El mago descalzo. La Cúpula. 294 p. B/N. Rústica. 20 € El Cubri. Tal como éramos. De Ponent. 166 p. B/N. Rústica. 21 € Entrialgo, Mauro. Ángel Sefija desde el quinto pino. Astiberri. 80 p. Color. Rústica con solapas. 12 € Escobar. Súper humor clásicos vol. 5: lo mejor de Escobar. Ediciones B. 192 p. Color y B/N. Cartoné. 15 € Estivill, Nené. Súper humor clásicos vol. 6: Agamenon y la terrible Fifí. Ediciones B. 192 p. Color y B/N. Cartoné. 15 € Fernández Serrano, Jacobo. Los amigos de Archimboldo Roque. Faktoría k de libros. 78 p. Color. Cartoné. 16 € INFANTIL Figueras, Alfons. Doctor Mortis. El Patito. 48 p. B/N. Rústica. 15 € Giménez, Carlos. 36-39 malos tiempos vol. 3. Glénat. 64 p. B/N. Cartoné. 15 € González, Jorge. Fueye. Sinsentido. 192 p. Bitono y Color. Cartoné. 22,50 € Liniers. Macanudo vol. 3. Reservoir Books. 96 p. Color. Rústica. 12,90 € López, Álex. Porquinho vol. 1: fútbol a lo bestia. Planeta-DeAgostini. 48 p. Color. Cartoné. 7,95 € INFANTIL López, Alfonso. Cambio climático y sostenibilidad. Panini. 96 p. Color. Cartoné. 11,95 € López Cruces, Joaquin. Por el camino yo me entretengo. De Ponent. 164 p. Color y B/N. Rústica. 20 € Martín, Miguel Ángel. Bitch. La Cúpula. 124 p. Color. Rústica. 20 € Martín, Óscar. Solo: los supervivientes del caos. De Ponent. 64 p. Color. Cartoné. 18 € Max; Jurado, Miquel. Pascal Comelade: el piano rojo (cómic + CD). Discmedi. 64 p. Color. Cartoné. 24 € (també disponible en català) Pardo, Martín; Jurado, Miquel. Miles Davis: a trumpet vs. darkness (cómic + 2 CD). Discmedi. 64 p. Color. Cartoné. 24 € Prior, Marcos. Fallos de raccord. Diábolo. 114 p. Color. Cartoné. 17,95 € Portela, Carlos; San Julian, Sergi. La cuenta atrás vol. 1. Faktoría k de libros. 96 p. Color. Cartoné. 15 € Rubín, David. Cuaderno de tormentas. Planeta-DeAgostini. 112 p. Color. Cartoné. 12,95 € Santos, Víctor. Los reyes elfos: la emperatriz de hielo. Dolmen. 94 p. B/N. Rústica con solapas. 10 € Tha; Jurado, Miquel. Billie Holiday: canciones (cómic + 2 CD). Discmedi. 64 p. Color. Cartoné. 24 € Trillo, Carlos; Bernet, Jordi. Light & bold. Glénat. 76 p. B/N. Cartoné. 13,95 € VV.AA. ¡Viaje con nosotros! Sinsentido. 132 p. Color. Rústica. 16 € Valero, Teresa; Guarnido, Juanjo. Brujeando vol. 2: hágase la luz. Norma. 48 p. Color. Cartoné. 13 € INFANTIL Vázquez, Alberto. Alter Ego. Viaje a Bizancio. 72 p. Bitono. Rústica. 10 € Videras, Julio; Sellés, Karles. Asuntos pendientes. Diábolo. 80 p. B/N. Cartoné. 11,95 €
Autores europeos Abirached, Zeina. El juego de las golondrinas. Sinsentido. 182 p. B/N. Rústica. 17 € Alzeal, Michel. El muñeco. Faktoría k de libros. 48 p. Color. Cartoné. 14 € INFANTIL B, David. Por los caminos oscuros vol. 1: los prólogos. Norma. 64 p. Color. Cartoné. 16 € Blain, Christophe. Gus vol. 2: bandido guapo. Norma. 88 p. Color. Cartoné. 17 € Blutch. Peplum. Ponent Mon. 160 p. B/N. Rústica. 16 € Bretécher, Claire. Agripina y su antepasada. Norma. 56 p. Color. Cartoné. 11 € Bruno. Nemo. Dibbuks. 228 p. B/N. Rústica. 18 € Casanave, Daniel; Cara, Robert. América de Franz Kafka. La Cúpula. 228 p. B/N. Rústica. 18 € Chabouté. Plenilunio. Kraken. 120 p. B/N. Rústica. 12,50 €
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Coppée, Thierry. Las bromas de Totó vol. 3: una playa en clase, ¡qué chulo! Rossell. 32 p. Color. Cartoné. 13,50 € (també disponible en català) Cosey. Viaje a Italia. Planeta-DeAgostini. 104 p. Color. Cartoné. 12,95 € Delaf-Duboc. Ombligos. Dibbuks. 48 p. Color. Rústica. 10 € Di Gregorio, Giovanni; Stassi, Claudio. Brancaccio: una historia de la mafia cotidiana. Norma. 96 p. B/N. Rústica. 12 € Jodorowsky, Alejandro; Moebius. L’incal. Norma. 324 p. Color. Rústica. 24,95 € (català) Jodorowsky, Alejandro; Janjetov, Zoran. Antes del incal (integral). Norma. 296 p. Color. Cartoné. 35 € Jason. Yo maté a Adolf Hitler. Astiberri. 48 p. Color. Rústica con solapas. 12 € Jason. El último mosquetero. Astiberri. 48 p. Color. Rústica con solapas. 12 € Lapière; Renders; Spiessert. Como todo el mundo. La Cúpula. 150 p. B/N. Rústica. 20 € Larcenet, Manu. Los combates cotidianos vol. 4: clavar clavos. Norma. 64 p. Color. Cartoné. 16 € Lacroix, Claude; Bourgeon, François. Historia de Cyan vol. 4: los colores de Marcade. Norma. 72 p. Color. Rústica. 13 € Lèturgie; Luguy; Fauche. Percevan vol. 4 a 6. Norma. 48 p. Color. Cartoné. 13 € INFANTIL Lèturgie y Luguy. Percevan vol. 12: el séptimo sello. Norma. 48 p. Color. Cartoné. 13 € INFANTIL Loisel, Regis; Tripp, Jean-Louis. Magasin général vol. 3: los hombres. Norma. 80 p. Color. Cartoné. 17 € Lutes, Jason. Berlín, libro 2: ciudad de humo. Astiberri. 216 p. B/N. Cartoné. 25 € Masson, Charles. Sopa fría. Diábolo. 136 p. B/N. Rústica. 12,95 € Midam. Kid paddle vol. 2: masacre total. Norma. 48 p. Color. Cartoné. 10 € INFANTIL Pedrosa, Cyril. Tres sombras. Norma. 272 p. B/N. Rústica. 22 € Perrissin, Christian; Blanchin, Matthieu. Martha Jane Cannary: los años 1852-1869. Ponent Mon. 128 p. B/N. Rústica. 15 € Sfar, Joann. Klezmer vol. 3: todos ladrones. Norma. 160 p. Color. Cartoné. 18 € Sfar; Trondheim; Andreas. La mazmorra monstruos: el señor negro. Norma. 48 p. Color. Rústica. 10 € Swolfs, Yves. Durango. Planeta-DeAgostini. 144 p. Color. Cartoné. 13,95 € Tome y Janry. El pequeño Spirou vol. 6: no olvides tu capucha. Kraken. 48 p. Color. Cartoné. 13,45 € INFANTIL VV.AA. Don Miki vol. 5: Halloween. Planeta-DeAgostini. 158 p. Color. Rústica. 9,95 € INFANTIL VV.AA. Don Miki vol. 6: Samurais. Planeta-DeAgostini. 158 p. Color. Rústica. 9,95 € INFANTIL VV.AA. Patomas vol. 1 y 2. Planeta-DeAgostini. 190 p. Color. Rústica. 9,95 € INFANTIL Wazem, Pierre; Peeters, Frederik. Koma vol. 5: el duelo. Dibbuks. 48 p. Color. Cartoné. 13 € INFANTIL Zep. Titeuf vol. 12: el sentido de la vida. Glénat. 48 p. Color. Cartoné. 10 € INFANTIL
Autores norteamericanos e ingleses Barks, Carl. Biblioteca Carl Barks vol. 1 (1942-43). Planeta-DeAgostini. 272 p. Color. Cartoné. 25 € INFANTIL Baron, Mike; Rude, Steve. Nexus vol. 3. Norma. 216 p. Color. Cartoné. 25 € Bendis; Matthews. Marvel knights: Daredevil vol. 6. Panini. 96 p. Color. Cartoné. 13,95 € Brubaker, Ed; Aja. El inmortal puño de hierro vol. 2. Panini. 144 p. Color. Cartoné. 14 € David, Peter; Pérez, George. El increíble Hulk: futuro imperfecto. Panini. 104 p. Color. Cartoné. 14,95 € Gould, Chester. Dick Tracy: tiras completas vol. 1 (1931-1933). Norma. 364 p. B/N. Cartoné. 29,50 € Gownley, Jimmy. ¡Amelia mola! vol. 2: lo que te hace feliz. Planeta-DeAgostini. 176 p. Color. Rústica. 11,95 € INFANTIL Hernandez, Jaime. La educación de Hopey Glass. La Cúpula. 132 p. B/N. Cartoné. 18 € Hogarth, Burne. Tarzán vol. 17 y 18 (de 18). Planeta-DeAgostini. 64 p. Color. Cartoné. 9,95 € Kirkman, Robert; Adlard, Charlie. Los muertos vivientes vol. 7: la calma antes de…. Planeta-DeAgostini. 136 p. B/N. Rústica. 7,50 € Kirkman, Robert; Walker, Cory. Marvel monster: marvel team-up vol. 2. Panini. 288 p. Color. Rústica. 25 € Kunkel, Mike. Super oso y su amigo. Dolmen. 100 p. B/N y Color. Cartoné. 16 € Kuper, Peter. No te olvides de recordar. Astiberri. 272 p. B/N. Rústica con solapas. 21 € Lee; Heck; Kirby. Marvel masterworks: los vengadores vol. 2. Panini. 256 p. Color. Cartoné. 25 € Lee; Thomas; Kirby; Roth. Marvel masterwoks: la patrulla x. Panini. 208 p. Color. Cartoné. 19,95 € Millar, Mark; Kubert, Adam. Ultimate X-Men vol. 2: retorno a arma-x. Panini. 144 p. Color. Cartoné. 15,95 € Milligan, Meter; Smith, CP. The programme vol. 1. Norma. 144 p. Color. Rústica. 14 € Millionaire, Tony. Las aventuras de Sock Monkey. Rossell. 88 p. B/N. Rústica. 9,95 €
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Moore, Alan; Williams, J.H. Promethea vol. 5 (de 5). Norma. 200 p. Color. Cartoné. 17 € Parker, Jeff; Kirk, Leonard. Agente de Atlas: el plan maestro. Panini. 168 p. color. Rústica. 13 € Pekar, Harvey. American splendor: otro día más. Planeta-DeAgostini. 136 p. Color. Rústica. 11,95 € Pope, Paul. Batman: año 100. Planeta-DeAgostini. 240 p. Color. Rústica. 16,95 € Porcellino, John. Diario de un exterminador de mosquitos. Apa-Apa. 104 p. B/N. Rústica. 12 € Robinson, Alex. Inolvidable. Astiberri. 128 p. B/N. Cartoné. 16 € Sim, Dave. Judenhass. Ponent Mon. 56 p. B/N. Rústica. 15 € Smith, Jeff. Bone vol. 8: buscadores de tesoros. Astiberri. 128 p. Color. Cartoné. 15 € INFANTIL Tomine, Adrian. Shortcomings. Reservoir Books. 112 p. B/N. Cartoné. 19,90 € VV.AA. Tom Strong vol. 6 (de 6). Norma. 136 p. Color. Cartoné. 15 € Willingham, Bill. Fábulas presenta vol. 3: Jack, el príncipe malo. Planeta-DeAgostini. 128 p. Color. Rústica. 9,95 € Willingham, Bill. Fábulas vol. 9: el buen príncipe. Planeta-DeAgostini. 240 p. Color. Rústica. 14,95 €
Autores japoneses Clamp. Sakura, la caçadora de cartes, vol. 7. Glénat. 184 p. B/N. Rústica. 5 € INFANTIL (en català) Clamp. RG Veda vol. 2 y 3. Norma. 352 / 368 p. B/N. Rústica. 10,50 € Eun-Sung, Kim. La historia de mi madre. Sinsentido. 224 p. B/N. Rústica. 19 € Hata, Kenjirô. Hayate mayordomo de combate vol. 8. Glénat. 192 p. B/N. Rústica. 7,50 € Hayashi, Seiichi. Elegía roja. De Ponent. 232 p. B/N. Rústica. 15 € Ikeda, Ryoko. La ventana de Orfeo vol. 4 y 5 (de 13). Glénat. 280 p. B/N. Rústica. 9,95 € Inoue, Takehiko. Real vol. 7. Ivréa. 216 p. B/N. Rústica. 8,95 € Kawaguchi, Kaiji. Eagle: la forja de un presidente vol. 1. Glénat. 412 p. B/N. Rústica. 10 € Kubo, Tite. Bleach vol. 26 y 27. Glénat. 208 / 192 p. B/N. Rústica. 7,50 € Mase, Motorô. Ikigami vol. 3. Panini. 216 p. B/N. Rústica. 9,95 € Mashima, Hiro. Fairy Tail vol. 1. Norma. 192 p. B/N. Rústica. 7,5 € Mori, Hideki. Bokko vol. 10 y 11. De Ponent. 224 / 232 p. B/N. Rústica. 11 € Ninomiya, Tomoko. Nodame Cantabile vol. 1 y 2. Norma. 192 p. B/N. Rústica. 7,50 € Nomura, Tetsuya; Amano, Shiro. Kingdom Hearts vol. 3. Planeta-DeAgostini. 208 p. B/N. Rústica. 5,95 € INFANTIL Ôtsuka, Eiji; Yamazaki, Housui. Kurosagi vol. 6 y 7. Glénat. 192 p. B/N. Rústica. 8,95 € Sakaguchi, Hisashi. Ikkyu vol. 3 y 4 (de 4). Glénat 307 p. B/N. Rústica. 12 € Samura, Hiroaki. Los carruajes de Bradherley. Dolmen. 216 p. B/N. Rústica. 8,95 € Sawai, Yoshio. Bobobo-Bo Bo-bobo vol. 9 a 11. Planeta-DeAgostini. 184 / 192 p. B/N. Rústica. 5,50 € Takahashi, Rumiko. The one pound gospel vol. 3 (de 4). Glénat. 216 p. B/N. Rústica. 10 € Taiyou, Matsumoto. Tekkon Kinkreet. Glénat. 616 p. B/N. Rústica. 20 € Tanaka, Rika; Kodaka, Nao. La princesa Kilala. Planeta-DeAgostini. 96 p. B/N. Rústica. 5,95 € INFANTIL Tezuka, Osamu. Black Jack vol. 12 y 13. Glénat. 304 / 312 p. B/N. Rústica. 12 € Umezz, Kazuo. Aula a la deriva vol. 1. De Ponent. 352 p. B/N. Rústica. 11,90 € VV.AA. Robot vol. 3. Glénat. 168 p. Color. Rústica. 24,95 € Yamamoto, Hideo. Homunculus vol. 9. De Ponent. 216 p. B/N. Rústica. 10 € Yazawa, Ai. Nana vol. 18. Planeta-DeAgostini. 240 p. B/N. Rústica. 8,50 € Watsuki, Nobuhiro. Rurouni Kenshin: Edición integral vol. 3 (de 22). Glénat. 232 p. B/N. Rústica. 10 €
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Teoría y práctica del cómic Ágreda, José Luis. Ágreda. Planeta-DeAgostini. 104 p. Color. Rústica. 13,95 € Farr, Michael. Tintín y Cía. Zendrera Zariquiey. 134 p. Color. Cartoné. 16 € (també disponible en català) Guiral, Antoni; Soldevilla, Joan Manuel. El mundo de Escobar. Ediciones B. 176 p. Color y B/N. Cartoné. 25 € Guiral, Antoni. Del tebeo al manga: una historia de los cómics vol. 5: comic-book, de la silver age a la modern age. Panini. 208 p. Color. Cartoné. 19,95 €
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