Richard Peña.“No tengo interés en ver la última del

2 ago. 2014 - el Lincoln Center o el MoMA. Son buenas salas, de las mejores de la ciudad. Están fuera del circuito co- mercial, obviamente, pero tienen.
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| Sábado 2 de agoSto de 2014

Desde el Festival de Nueva York presentó el Nuevo Cine Argentino al público de su país; ahora programa películas en Proa

Richard Peña. “No tengo interés en ver la última del Hombre Araña” Texto Alejandro Lingenti | Foto Hernán Zenteno

A

partir de mañana, Proa Cine presentará todos los domingos una serie de películas elegidas por el estadounidense Richard Peña, prestigioso ex programador del New York Film Festival y actual profesor de Historia del Cine en la Universidad de Columbia. De paso por Buenos Aires, donde ofreció una charla moderada por el cineasta argentino Rodrigo Moreno en la sede de la fundación en la Boca, Peña argumentó que el criterio de elección de los largometrajes tuvo en cuenta “una nueva forma de filmar y abordar la figura humana en cada fotograma”. En agosto se proyectará Three Interpretation Exercises (2013), película basada en textos de Tres conversaciones, del ruso Vladimir Soloviov. Según Peña, “el cine funciona como cualquier mercado y tiene necesidades parecidas: hay supermercados y hay boutiques. Proa es parte de un circuito alternativo que en Buenos Aires tiene algunos otros espacios, como el Malba y la sala Leopoldo Lugones (actualmente cerrada por refacciones), así que la idea de la programación que armé tiene que ver con eso”. –Parece complicado armar un circuito de cine alternativo que incluya más y mejores salas. Ni siquiera está del todo resuelto en países de enorme tradición cinematográfica como Francia. –Francia todavías es un país católico, y a los católicos les gusta sufrir (risas). En Nueva York sí hay un circuito de salas alterativas vinculado mayormente a instituciones como el Lincoln Center o el MoMA. Son buenas salas, de las mejores de la ciudad. Están fuera del circuito co-

mercial, obviamente, pero tienen su público. Lo complicado es tener el presupuesto necesario para desarrollar ese circuito. Creo que conviene ser creativo y programar películas que tienen potencial de buena convocatoria para poder sostener la parte de la programación más experimental. Durante años programamos en el Lincoln Center semanas dedicadas al cine judío, italiano o francés, ciclos que sabíamos que podían captar un público importante sin resignar calidad. Y llenábamos la sala. Son salas relativamente pequeñas, de todos modos. De unas 250 personas. –En base a su experiencia como programador de festivales, ¿cuáles le parecen los más interesantes de la actualidad? –Cuando programaba el Festival de Nueva York iba todos los años a Berlín y a Cannes, con eso me mantenía muy bien informado. Fui durante años a Rotterdam, pero dejé de ir cuando murió Huub Bals, un gran maestro para mí. Fui entre el 81 y el 89 porque me encantaba su visión del festival, que era muy personal. Era su gusto, su festival. Después de su muerte las cosas cambiaron radicalmente. Hoy Rotterdam tiene un festival del mismo tamaño que el de Toronto y con mucho menos personalidad que en el pasado. –Usted fue el primero que llevó a Nueva York películas del Nuevo Cine Argentino. ¿Sigue informado sobre lo que se produce en el país? –Sí, al menos lo intento. De lo último que vi, me impresionó particularmente Leones, de Jazmín López. Y soy un gran fan del cine clásico argentino. En 2001 hicimos una retros-

pectiva dedicada a Leonardo Favio que fue un éxito. En cambio, nunca pude hacer una muestra integral dedicada a Leopoldo Torre Nilsson, una gran figura del cine argentino casi desconocida en el exterior e incluso aquí, en su propio país. –¿Qué películas vio últimamente que lo cautivaron? –Menciono tres, las que recuerdo ahora, muy rápidamente: El desconocido del lago, de Alain Guiraudie, la mejor película francesa del año pasado, de una potencia extraordinaria; La grande bellezza, del italiano Paolo Sorrentino, una película extremadamente inteligente, y Balada de un hombre común, que me parece lo mejor de los hermanos Coen hasta hoy. Lloré con esa película, es una pintura fantástica de toda una época en Nueva York. –A propósito de la ciudad en la que vive, ¿cambió mucho después del atentado contra las Torres Gemelas? –Fue curioso que todos en los Estados Unidos nos prestaran atención, que nos dieran un abrazo. Ahí nos enteramos de que amaban una ciudad que habían ignorado hasta ese momento. Nueva York siempre fue un mundo aparte dentro de los Estados Unidos, una ciudad de judíos, latinos, chinos, irlandeses… –¿Va mucho al cine? –Voy bastante, pero no tengo interés en ver la nueva entrega de la saga del Hombre Araña. El cine de Hollywood ha empeorado notablemente. Hace unas semanas vi en el metro la publicidad que hacía un canal de TV de Cóctel, con Tom Cruise. La presentaba con la leyenda “Éstos son los nuevos clásicos”. Quizá lo sea para una nueva generación, para mí es un disparate.ß

Las películas b Shirin (2008), de Abbas Kiarostami Primeros planos de un grupo de actrices notables mientras ven una película basada en un cuento mitológico. Los domingos 17, 24 y 31, a las 18. b Three Interpretation Exercises (2013), de Cristi Puiu Domingos 7, 14, 21 y 28 de septiembre, a las 17. b First on the Moon (Pervye na lune) (2005), de Alexei Fedorchenko Un falso documental sobre un alunizaje ficticio ruso en la década del 30. Domingos 5, 12, 19 y 26 de octubre, a las 18. b A Spell to Ward Off the Darkness (2013), de Ben Rivers y Ben Russell La película sigue a un personaje desconocido a través de tres momentos aparentemente dispares de su vida. Domingos 2, 9, 16 y 23 de noviembre, a las 17.