Revelaciones infernales

28 feb. 2014 - las primeras películas de Pedro Almodóvar. El director Fernando Krapp ... De pronto, se abrió una puerta, una línea de luz, y, en medio de esa ...
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Viernes 28 de febrero de 2014 | adn cultura | 3

CróniCas de la selva

Revelaciones infernales Un documental imperdible y una ficción cinematográfica sobre uno de los hechos más perturbadores de la historia policial británica Hugo Beccacece | para la nacion

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ay momentos imperdibles en el documental Beatriz Portinari, un documental sobre Aurora Venturini, dirigido a dúo por Agustina Massa y Fernando Krapp. Esos momentos son imperdibles más allá de la fama relativamente reciente de Aurora y de que sea una escritora de 91 años, ganadora con Las primas del premio Nueva Novela de Página/12 en 2007. Un certamen destinado sobre todo a los jóvenes. Así fuera un personaje anónimo, sin obra, resultaría imposible no interesarse en esa mujer que muestra la cámara: el candor astuto (toda ella es un oxímoron), la aspereza, la cortesía que sirve para establecer distancia y el delirio de Venturini, que es “buena y cruel”, según sus amigas, ejercen una lenta fascinación. En la película hay un diálogo entre Aurora y el célebre padre exorcista Carlos Alberto Mancuso, que parece tomado de las primeras películas de Pedro Almodóvar. El director Fernando Krapp aclaró: “Lo que ellos dicen no estaba guionado. Ella funcionaba mejor frente a cámara junto a otra persona. Hasta que se enojó con nosotros y no pudimos verla más”. Massa y Krapp tuvieron que arreglarse con lo que tenían. Y tenían lo suficiente: un registro poco convencional de una autora que, acostumbrada a decir su discurso, mostró más de lo que quizá hubiera deseado. La naturalidad con la que Venturini y Mancuso intercambian confidencias sobre el demonio en un tono serio, calmo, sin dramatismo, tiene un efecto de comicidad irresistible, no buscada por ellos. Aurora le dice al sacerdote, con admiración y gratitud, que se curó del tabaquismo gracias a él. Mancuso, por su parte, le cuenta cuáles fueron sus experiencias más tempranas en el exorcismo y está a punto de empezar lo que podría haber sido una conferencia sobre la posesión diabólica, cuando Aurora lo interrumpe para narrar su propio descenso al infierno. Sucedió tras un accidente. Ella estaba por morirse, en coma 4, aferrada a un hilo de vida, mientras los médicos trabajaban para salvarla. Tuvo una experiencia que no atribuye a las drogas ni a las alucinaciones. Se encontraba en el infierno, en un mundo

de tinieblas, rodeada de demonias (sic). El cura Mancuso la corrige: “de demonios”. “No”, insiste Aurora, “de demonias. El demonio no tiene sexo. Pero hay demonias”. De pronto, se abrió una puerta, una línea de luz, y, en medio de esa epifanía del mal, en terapia intensiva, apareció Mancuso. “¿Yo?”, pregunta Mancuso asombrado. Por supuesto, él la rescató. Otro de los relatos notables de Aurora en el film (ella ya lo había contado en varias oportunidades) es el de sus dos arañas, Rebeca y su hija Ariadna. Para Aurora, Rebeca era un miembro de su familia. Las dos conversaban cotidianamente. Cuando Rebeca murió, un crítico literario le dio el pésame a Aurora. A ella le pareció lógico. “Cada uno tiene los parientes que puede”, dijo. Rebeca fue reemplazada por Ariadna, una araña lectora, habitante de la biblioteca de Venturini. Ariadna se metió en un libro de poemas del platense Francisco López Merino (joven suicida) para leer el soneto “La araña”. Alguien se apoyó en el trágico volumen de López Merino y Ariadna, tan curiosa de sí misma, terminó su vida aplastada. Para mostrar el carácter verídico de su narración, Venturini abre el libro de López Merino ante cámara y lo hojea hasta dar con la página en que está el cadáver de Ariadna, impreso en el papel como una errata. Haydée Bambill es una de las amigas y admiradoras de Aurora. Bambill no se queda atrás como personaje pintoresco. Mientras que Aurora es más bien seca y reconcentrada, Haydée es extrovertida e histriónica. Bambill explica que uno de los temas recurrentes de Venturini son los enanos. “Debe de haber habido algún enano en esa familia”, dice con mirada oscura. Fernando Krapp lamenta que no se haya podido grabar un diálogo programado entre Aurora y su peluquero, graduado en Letras. “Aurora se enojó con nosotros. En la película nos llama vinchucas (se sonríe). Dice que hay vinchucas malas y vinchucas buenas, pero nunca aclaró cómo eran las vinchucas buenas.” La cadena perpetua y el arrepentimiento. Por cable, puede verse

protagoniza momentos memorables en la película sobre su vida que dirigieron agustina Massa y Fernando Krapp AurorA venturini Escritora

por cable se emite el premiado telefilm que narra su campaña en favor de la liberación de una asesina lord longford político y Escritor

en estos días Longford, una película para televisión, premiada varias veces, dirigida por Tom Hooper en 2006. Es la historia de la campaña desarrollada durante décadas por el político y escritor británico lord Longford (Francis Aungier Pakenham) para que fuera liberada bajo palabra Myra Hindley. Ella estaba condenada a prisión de por vida junto con su amante Ian Bradley, por el asesinato de tres niños. Myra era quizá la mujer más odiada de toda Gran Bretaña. La mera idea de que saliera en libertad, aun después de muchos años de cárcel, enfurecía a la mayoría de los ciudadanos, a pesar de que la ley contemplaba esa posibilidad. En verdad, Myra estaba en su derecho cuando reclamaba que la sacaran de prisión, ya que no sólo había tenido buena conducta sino que además había demostrado voluntad de enmienda. Se había convertido al catolicismo, por ejemplo. La religión era el punto de unión entre la criminal y el aristocrático intelectual que había abandonado el protestantismo para convertirse en católico. Frank, como todos llamaban a lord Longford, pasaba buena parte de su tiempo visitando las cárceles e interesándose por los presos. Consideraba que el arrepentimiento y el perdón eran virtudes fundamentales en la vida de un católico. Por lo tanto, siempre estaba dispuesto a perdonar las ofensas que le infligían y la eventual manipulación a que podía someterlo Myra. En un comienzo, la esposa de Frank, Elizabeth Harman, se opuso a la defensa que hacía su marido de la asesina, pero terminó por convencerse de que Myra merecía otra oportunidad y se comprometió con la misma causa. Elizabeth era una importante y exitosa historiadora, que escribió varias biografías, entre ellas una de la reina Victoria y otra de Wellington. Lord y lady Longford tuvieron ocho hijos. Una de las hijas es Antonia Fraser, la autora de María Estuardo y de María Antonieta, la biografía en la que se basó Sofia Coppola para filmar la película sobre la reina francesa. Con los años, lord y lady Longord se convirtieron en los suegros de Harold Pinter, con el que Antonia Fraser se casó en 1980. C